SUMARIO Nº 11
Editorial
Cantos negros de nuestra América morena
Macunaíma de Mario de Andrade. Por Marcin Kazmierczak
Entrevista Paulo Freire
Reportaje a Le Courbusier
Poesía: variaciones sobre balas, gatillos y barricadas
Alejo Carpentier: De lo real maravilloso americano
Frank Delgado: trovador cubano
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Trovador cubano

Frank Delgado

Frank Delgado por Frank Delgado

Yo soy un trovador.
Un trovador es aquel que con su guitarra canta sus propias canciones.
La Trova Cubana es una escuela musical centenaria, surgida en Santiago de Cuba, heredera de la juglaresca universal del Griot africano, de los meister singer, de los trovadores provenzales.
Pepe Sánchez y Pepe Banderas, los reconocidos pioneros, se autoproclamaron trovadores después de asistir a la ópera "El Trovador" de Giuseppe Verdi en el Teatro Tíboli, de Santiago de Cuba.
La trova cubana evolucionó con el tiempo, fue Trova del Son, Feeling, Nueva Trova.
Pero siempre, ser trovador en Cuba ha sido una actitud fente a la vida, una militancia poético-musical, la antítesis histórica del cantante, la izquierda de la canción.
A Carlos Puebla lo presentaron en un programa de TV como cantante. Antes de empezar su actuación aclaró que durante toda su vida había sido trovador. "...La diferencia es muy sencilla..." -dijo- "...un cantante tiene con qué, un trovador tiene por qué..."
Circunscripto a una realidad histórica y producto de una tradición, yo soy un Trovador.
Frank Delgado


  La otra orilla

Yo siempre escuché hablar de la otra orilla
envuelta en una nube de misterio.
Allí mis tíos eran en colores,
aquí sencillamente en blanco y negro.

Había que hablar de ellos en voz baja
a veces con un tono de desprecio.
Y en la escuela aprendí que eran gusanos
que habían abandonado a su pueblo.

Bailando con Celia Cruz, oyendo a Willy Chirino,
venerando al mismo santo y con el mismo padrino.
Allá por la Sabuesera, Calle 8, Jallaldía,
anda la media familia que vive allá en la otra orilla.

Un día Tío volvió de la otra orilla
cargando con su espíritu gregario
y ya no le dijeron más gusano
porque empezó a ser un comunitario.

Y al fin llegó el fatídico año 80
y mi familia fue disminuyendo
como años antes pasó en Camarioca
el puerto del Mariel los fue engullendo.

Aún continúa el flujo a la otra orilla
en vuelos regulares y balseros
y sé que volverán sin amnistía
porque necesitamos su dinero (o su consuelo, yo no sé).

Se hospedarán en hoteles lujosos
y pagarán con su moneda fuerte
y aquellos que les gritamos escorias (como yo)
tendremos que tragarnos el nombrete (no digo yo).

Bailando con los Van Van, oyendo a Silvio y Pablito,
haciendo cola pa'l pan, o compartiendo traguito.
La dignidad y la distancia son más de noventa millas.
Yo decidí a cuenta y riesgo quedarme aquí en esta orilla.

Bailando con Celia Cruz, oyendo a Silvio y Pablito.
No le digan más escoria, que esos son los marielitos.
En mezcla tan informal, merengue con platanito.
Puede que el pan se demore, aguanta hermano un poquito.
Por mucha escasez que haya, yo te brindaré un traguito.
Esa emisora mi hermano, ponla un poco más bajito.
Dice que vienen llegando, cuidado con tu optimismo.

Su obra

Con la adarga al brazo

Apareciste en la mitología de mi amor
de la mano de mi madre
con un acento raro y una boina tornasol.
Un día me contó que ya no estabas
y se le quebró la voz.

Aprendí tu diario y tus mañas de orador
como la Biblia moderna
y con "Che Comandante" y la "Suite de las Américas"
ya completé el rosario y el avemaría
de mi religión.

Guevara, tú vuelves al camino con la adarga al brazo,
pintado en los pullóveres de los muchachos
o vigilante desde la pared.
Por eso te llevo en mi cartera como un buen resguardo
o como la casera, estampita de un santo,
para que me proteja y me hale las orejas
si algún día malo me olvido del Che.

Tus hijos comieron del mismo pan que comí yo,
fuimos al mismo colegio,
viviste con el pueblo en su misma condición,
por eso estás al lado de Camilo
y a la izquierda de Changó.

Y a los que te utilizan como tema del sermón
y hacen todo lo contrario
no les permitiremos mas discursos en tu honor
ni que usen tu retrato si van a predicar
lo que no son.



Si el Che viviera

Soy tu jefe de batallón y especulo con tesis traicioneras
entre el drama y la quimera.
Conciliábulo del poder, me reúno con jefes de galera.
Ay mi amor, si el Che viviera.

Si el Che viviera, fuera, fuera
un arquetipo de ese tipo,
que alimenta la leyenda.
Fuera, fuera un coronel o un general
con discurso de fuerte reprimenda.
Fuera, fuera un paradigma, una coraza, un corazón.
Si el Che viviera.

Si el Che viviera fuera, fuera
un centurión y sus centurias
combatirían con furia
adentro, afuera, furia, fuera.
Yo Sancho Panza. El Che Quijote.
Tú molino, ellos política en salmuera.
Fuera, fuera un redentor y fuera de aquí desazón.
Si el Che viviera.

Entrevisto a mi corazón
y lo dejo en penumbras duraderas.

Si el Che Guevara viviera.

Si el Che viviera, fuera, fuera
un ornamento sin talento,
un represor del sentimiento.
Alguna escoria que viviendo de su historia
inmoviliza las ideas, no te creas.
Fuera, fuera, y no quisiera ser como él.
Si el Che viviera.

Si el Che viviera fuera, fuera,
un amasijo desprolijo
que no refrendó nunca aquello que dijo.
Fuera, fuera un ortodoxo, muera un dinosaurio.
Fuera condición sine qua non y no te pierdas
y entre tanta mierda afuera, ya no fuera
San Ernesto de la Izquierda.

Soy tu jefe de batallón
y me pierdo en los mapas de La Higuera.
Si el Che Guevara viviera. Si el Che viviera.



Carta a Santa Claus

Querido Santa Claus yo te escribo
pues me he portado muy bien este año.
Yo soy un niño muy caritativo
que a los animalitos no hace daño.

Que me trago la comida
insípida de mi abuela,
que le cargo sus mapures
que le friego las cazuelas.

Soy bastón de los viejitos
en difíciles subidas,
lazarillo de los ciegos
al cruzar por la avenida.

A mi mamá la sigo en sus creencias
y a mi papá le cepillo las botas.
Realizo mis tareas a conciencia
y a fin de año tuve buenas notas.

Y hasta he ganado concursos
que premian sabiduría,
ya no escribo en las paredes
y cuido la ecología.

No me burlo de Carlitos
diciéndole "cuatro ojos",
no le digo "dientefrío" a Manolito
y no lo enojo.

Por eso es que te pido, venerable Santa Claus:
te acuerdes de este niño que tan bien se te portó.
Tal vez un tren eléctrico, un Nintendo, o qué sé yo.
O una patineta, mejor una bicicleta.
Esa es la mejor manera de premiar
a un niño ejemplar.

Entonces, Santa Claus, es que no entiendo
que me hayas traído un camión de madera,
un dominó -que no es ningún Nintendo-
y sobre todo aquella mierda de trompeta.

Te voy a decir que haces
si antes yo no te estrangulo:
esos ridículos juguetes
te los metes en el culo.

Pedante Santa Claus y me disgusta
que hasta el hijo menor de mis vecinos
que un soberbio tronco de hijueputa,
enano con instintos asesinos
se pasea por el barrio, él
con su nueva bicicleta, y yo
y yo con ganas de meterle
en la cabeza la trompeta.

Pero que se cuiden los viejitos
de mi ira despiadada
y si me encuentro a tus renos,
coño, me los cagaré a pedradas.

Por eso es que te digo, decadente Santa Claus,
me cago en tu trineo y la puta que te parió.
Hice de comemierda todo un año y no sirvió,
para el año que viene, sí,
para el año que viene, sí,
para el año que viene seré yo
un niño cabrón.