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Edición N° 51 - primavera 2008

La intervención sociológica como configuración analítica

Por:
Eduardo Rodríguez Rocha
* (Datos sobre el autor)


Las relaciones sociales de producción en micro y pequeñas unidades socioeconómicas en el segmento laboral comercio y servicios. Periodo 2007-2010 Buenos Aires, Argentina.

El objetivo de este artículo consiste en profundizar comprensivamente la noción de intervención sociológica, revisar su interpretación y los obstáculos que le atraviesan. No me propongo formular nuevas categorías analíticas puesto que el presente trabajo se basa en la reformulación de una noción complementaria a la idea de concepto. A esta noción la llamaré configuración analítica que, bajo una interpretación fundamentalmente contemporánea, heurísticamente sociológica y sobre basamentos científico-filosóficos es capaz de brindar significaciones atendibles para la ciencia social actual.
Consecuentemente, es imperioso explicitar que el presente articulo es realizado como causalidad de una investigación más amplia la cual forma parte de mi tesis de maestría en Políticas Sociales (UBA) La investigación ha arrojado evidencia empírica además de un proceso de objetivación sociológica en los planos metodológico y epistemológico (volveré sobre esto más adelante), por tanto los resultados que se evidenciarán contienen sustento científico.
El análisis presente se basa, pues, en una intervención sociológica a una organización de producción. La intervención fue realizada bajo la racionalidad que enmarca la tesis de maestría. La organización o unidad socioeconómica de producción (desde ahora USP) consiste, para la ocasión que corresponde, en un micronegocio del sector comercio y servicios (sector terciario de la economía argentina) en un segmento laboral que llamamos comercio y servicios tradicionales en la zona sur del Gran Buenos Aires para el año 2007.

El artículo esta dividido en tres partes. Primeramente se hace un somero análisis del contexto actual, del entorno en palabras de Touraine 1, en donde la organización aquí analizada se encuentra. De esta forma se revisarán algunos indicadores del mercado de trabajo que dan fe del dato duro en la ciencia social. La segunda instancia consiste en el estudio de la noción de configuración analítica 2: la intervención sociológica. El propósito de este apartado es reflexionar hasta dónde existe una real necesidad en la ciencia social latinoamericana de crear conceptos o categorías de análisis, surcando de este modo el camino para los basamentos de la noción de configuración que se propone para esta ocasión. La instancia final consta de las conclusiones derivadas del análisis presente.

I La organización y su entorno

Un precepto básico para el análisis social es ubicar el contexto en el que se hace tal ejercicio. La era actual, indefinible por sus rasgos de producción, se reproduce a sí misma y se autodefine sin un nombre propio. Melucci 3 (2002) tiene razón al argumentar que los prefijos y artilugios lingüísticos (posmoderno, posindustrial, sociedad del conocimiento, capitalismo tardío, capitalismo salvaje, etc.) utilizados por la ciencia social para contextualizar el momento actual que devino de la Gran Transformación, sólo demuestra su incapacidad ante la evolución de los paradigmas de producción y acumulación en una sociedad sumamente compleja.
Touraine nos dice que el análisis sociológico no puede separarse del sistema social. El sistema social posee una unidad en la cual, alejándonos de todo determinismo funcionalista, busca cierto equilibrio. Un enfoque microsocial de cierta USP recae en una unidad de producción y se centra en las relaciones sociales de producción allí sucedidas. Sus tensiones y la búsqueda del equilibrio dependen de las voluntades de los actores sociales involucrados, así como de las estrategias y decisiones accionadas en un campo conflictivo de interacción social. Una organización es una microsociedad, donde no es cerrada o abierta en su totalidad, tiende al equilibrio y se organiza por medio de papeles en constante definición.
Para justificar la intervención sociológica realizada en la USP describiré someramente algunos fenómenos que un mercado de trabajo segmentado genera. La USP intervenida se desarrolla en el polo desestructurado de la economía argentina, donde las prácticas de la fuerza de trabajo son desarrolladas por fuera de las formas estructurales que norman el trabajo formal.

Mucho se ha escrito acerca de la crisis del empleo que la Argentina sufre desde las últimas tres décadas. Gente como Schvarzer, Aroskind, Beccaria 4entre otros, lo han explicado claramente desde una postura económica-social. Coincidiendo con estros autores, el advenimiento a la democracia adoptó consigo un lastre institucional el cual ha incidido en el funcionamiento de la estructura económica y ocupacional. De este modo la capacidad instrumental de la política no ha podido enmendar espirales positivas de crecimiento y expansión puesto que la volatilidad de la economía Argentina suele interrumpir los ciclos virtuosos que generarían mayores márgenes de acción para una apropiada distribución del ingreso. Salvia 5 y Guimenez 6 demuestran que para el año 2007 la cuestión social se centra en la baja calidad de los

empleos creados (informalidad y precariedad laboral) y en el ensanchamiento de la brecha de la desigualdad social e inequidad económica (actual coeficiente de Gini de 0.490) Se ha comprobado, a su vez, que las mejorías en los guarismos han decrecido a partir del 2006 y mucho han contribuido las crisis exógenas para perjudicar con impuestos inflacionarios a los sectores populares, históricamente expuestos a los comportamientos de la virulenta economía nacional.
Una hipótesis plausible ante esto es que dadas las condiciones macroeconómicas favorables: crecimiento sostenido promedio de 8% en los últimos cuatro años y con precios de los agroproductos argentinos sobrevalorados, con alta demanda de empleo, incremento en el consumo familiar, reducción de la pobreza, tipo de cambio alto y superávit fiscal primario (3.4% del PIB) y financiero (1.6% del PIB) la política económica actual no necesariamente ha provocado aumento en el bienestar familiar, puesto que la heterogeneidad sectorial productiva sigue fragmentando tanto la demanda como la oferta de trabajo. De otro modo, desde una perspectiva dual del mercado de trabajo (sector formal-informal; primario-secundario; moderno-tradicional; estructurado-desestructurado) las demandas en los sectores privados formales reproducen el ensanchamiento con el sector informal, proclive a demandar mando de obra barata y empleo poco productivo.

El sector predominante en las últimas décadas, ha sido el sector terciario de la economía (sector servicios en alguna literatura). Este sector preponderó su actividad a partir de la década del ochenta y actualmente es el sector que demanda más empleo 7. Weller en un artículo para la CEPAL 8 señala que procesos simultáneos de exclusión e inclusión se viven en tal sector. Es decir, la alta y baja productividad se encuentra aglomerada en un sector que combina en su estructura formal a los servicios financieros (altamente productivos) y al servicio doméstico o al comercio de autopartes (baja productividad) Es por eso del requerimiento de formular análisis desagregados. En Salvia 9, se puede observar que en el lapso 2003-2006 se crearon 793 mil puestos de trabajo formales, también se observa un incremento importante en los empleos precarios (275 mil puestos) y por último, el empleo en el sector privado informal se incrementó en un 15% (591 mil nuevos puestos de trabajo). Salvia, Stefani y Comas 10 continúan argumentando: al mismo tiempo, cabe destacar que el 80% de la fuerza de trabajo del sector privado informal continúa ocupada en empleos precarios o marginales. A lo que cabe sumar que durante el período analizado crecieron en términos absolutos un 8% los empleos informales de más baja calidad (117 mil puestos de trabajo).
Qué nos dicen estos datos. Demuestran que no vivimos en momento de crecimiento sin empleo. Ahora bien, el que el 40% de los empleos se desarrollen por fuera de las formas estructurales que dan cabida a la regulación estatal que otorga beneficios sociales salariales y no salariales pone en entredicho la calidad de los empleos creados y vigentes.

Por ultimo, a lo que toca a este articulo, el segmento laboral de los micronegocios tradicionales del sector comercio y servicios arrojan estos datos: Para el primer trimestre del 2007, según datos del EPH-INDEC, en los establecimientos de hasta 5 personas del total de aglomerados relevados (agregado de todas las ramas de actividad del mercado de trabajo) la tasa de empleo no registrado fue de 77.6%. La población económicamente activa (PEA) para el 2007 fue de 19, 273, 000 personas.
A su vez la tasa de ocupación del sector terciario -la sumatoria del total de actividades “altamente productivas”: (servicios financieros, inmobiliarios, alquileres y empresariales; enseñanza; servicios comunitarios, sociales y personales) fue de 4, 512, 000 personas. Para las actividades de “baja productividad”: (comercio minorista; hoteles y restaurantes; servicio domestico; ramas sin especificar) fue de 7, 876, 400 personas ocupadas. Para las altamente productivos el nivel de calificación fue de 1,332, 000 profesionales. En cambio en los establecimientos de baja productividad 3,578, 000 fue mano de obra sin calificación 11.
Es decir, en el empleo de los micronegocios, existe una oferta de trabajo atendida. Esa oferta requiere una calificación educativa media-baja, lo cual es coherente con el empleo creado de baja calidad (empleo precario) Ahora bien, las respuestas a qué hacer y cómo hacer sociología en un panorama como el expuesto requiere de herramientas que faciliten al investigador (sobretodo al joven) a imbuirse en las prácticas sociales donde puede conocer su objeto de estudio de forma presencial. El objeto de estudio nunca se descubre por completo -como dice Castillo 12-, se confunde y se esconde. Empero, la acción sociológica del investigador dotado de la experiencia empírica y de un bagaje no meramente académico sino psicológico y vivencial, lo llevará a deshacerse de las fútiles dicotomías que en la ciencia social se presentan con probada facilidad: teoría-empiria, cualitativo-cuantitativo, observacional-objetivacional, objeto-sujeto, etc.
En el próximo apartado se propone reflexionar en la necesidad de crear categorías analíticas. El cuestionamiento se centra en si la creación de tales construcciones es el modo adecuado de corresponder con la ciencia social para la aprehensión de los fenómenos sociales. La alternativa que postula el artículo se basa en un escalón epistemológico y metodológico distinto, la configuración analítica como categoría de análisis en lugar de la noción de concepto. Esta idea se basa en el estudio pormenorizado del recorrido y la evolución de la ciencia social latinoamericana donde Enrique de la Garza Toledo (UAM) es uno de los principales exponentes de esta propuesta científica. De este modo, la siguiente parte del trabajo consta en una relación constante entre la idea de configuración analítica y la estrategia metodológica aplicada en la investigación que enmarca la tesis de maestría. Los procesos derivados de tal situación son sui generis, empero, sirven para demostrar uno de los caminos que llevan a la aplicación de construcciones analíticas al mundo de lo real.

II La configuración analítica

La ciencia social en América Latina tiene vida propia, es homeostática, se alimenta, se transforma e incide en sí misma. Esgrimí arriba el por qué de utilizar la noción de configuración analítica y so pena de seguir con la digresión sociológica, discurriré argumentando las razones. Como toda ciencia, la social utiliza la concreción de las ideas de los científicos para comenzar su ejercicio experimental.
Las ideas que devienen ya sea de la observación, de la comprensión, de la experimentación, de la exploración, de la disgregación o de la recomendación, fructifican en palabras, reunidas en forma de tesis cuyo objetivo es lo verdadero. Las ideas en América Latina y en nuestra ciencia social no son pocas; son, en cambio, el resultado de intercambios intelectuales y académicos, de experiencia investigativa y de compromiso con los movimientos y fenómenos de la sociedad. Las nociones que explican lo social por lo social son las que sirven a la sociología para aprehender su objeto de estudio. Las categorías y conceptos ayudan a comprender bajo esquemas teóricos un (unos) sistema(s) de análisis.
Utilizaré la noción de configuración por la de concepto, dado que el concepto tiene contenido hipotético antes de ser verificado. De la Garza, argumenta que una configuración es un arreglo, red o vector de características que se extraen de la misma realidad, es decir, es un resultado, mas que un a priori, que se somete a verificación. La configuración constituye un planteamiento amplio de dimensiones, sin constituir un solo concepto (…) se parte de las teorías del juego, aunque no de solo una de ellas, para no cerrar las opciones. Es por tanto una construcción basada en la observación empírica que va de las dimensiones a los datos reales por medio de procesos teóricos que iluminan oscuridades y contradicciones. Según el autor, el tradicional esquema: concepto-relación teórica- hipótesis-verificación tiene dos desventajas:

(el modo tradicional) a)No proporciona guías de construcción de conceptos y en el mejor de los casos permite aceptar o desechar, pero no reconstruir una teoría y b) cuando el diagnostico se confunde con la normatividad, la lógica de las hipótesis es más fuerte que las verificaciones, y por tanto las teorías no se desechan cuando no se verifican, ya que la falla en el proceso de verificación se atribuye a circunstancias ad-hoc o bien se recurre a plantear que en el futuro si se verificarán. 13

Este argumento enfatiza la rigurosidad del tratamiento científico investigativo. Si se desean construir conceptos debiera ser esquemáticamente y consuetudinariamente, es decir, seguir la lógica causa-efecto. En segundo lugar la rigurosidad se presenta en la necesidad de relacionar la teoría y la empiria, regresando al punto donde el error aparezca para fundamentar el resultado con el proceso de investigación. Así, la configuración es resultado de factores teóricos y confrontaciones con el mundo de la empiria. Las configuraciones analíticas vinculan, pues, la teoría y la metodología. Utilizan ideas probadas y refuerzan una idea complementaria. De este modo la configuración es categoría de análisis al ser una unidad de clasificación que determina la necesidad de criterios teórico-empíricos para su colocación y análisis. Así, pues, se adopta la noción de configuración analítica como herramienta para la formulación de construcciones teórico-metodológicas para su aplicación en la práctica científica.

La intervención sociológica in situ

La configuración analítica que se propone a continuación es ante todo metodológica. El enfoque teórico que se aborda para la intervención sociológica se basa en los principios de la sociología del trabajo. Tanto sus precursores franceses (Friedmann, Naville) como sus seguidores latinoamericanos –pasando por la sociología norteamericana- fundamentaron su estudio como paradigma científico en la segunda mitad del siglo XX. Es necesario sostener que la intervención sociológica en una organización, como cualquier intervención científica, es experimental y por tanto la experiencia es realizada en el mundo de lo social. Como arriba se argumentó esta configuración va de la teoría a la empiria. No es ni puramente abstracta

ni preponderantemente fáctica. Es una correlación que se verifica en la aplicación a los fenómenos del mundo real. Por último subrayo que al ser una configuración, sus dimensiones se descubren por medio de la profundidad de las teorías que

13.- De la Garza Toledo (2006) et al

se deciden aplicar. Por tanto las contradicciones y limitaciones son recompuestas por medio del ejercicio teórico y del reconocimiento de la evidencia empírica. La intervención sociológica in situ es una configuración analítica de configuraciones metodológicas.

Acordando con Touraine14, el éxito del análisis sociológico tiene dos principios: 1) intervención y rechazo 2) vinculación y distanciamiento. Estos principios indican que para el sociólogo debe existir una objetivación constante a su posición en la escena en la que se presenta como especialista del problema sociológico. Evidencio dos movimientos que no por ser distintos debieran hacerse de manera independiente: uno positivo (intervención y vinculación) y uno negativo (rechazo y distanciamiento). Si por ejemplo, el objeto de estudio son las relaciones sociales en una unidad de producción, la tensión mediada por tales relaciones en conflicto adquiere distintas formas y las dimensiones analíticas a estudiarse variarán según la realidad que se presente.

  1. los movimientos positivos.

La intervención y la vinculación en la organización deben de realizarse por razones ajenas al interés primario del sociólogo. El objeto de estudio no se conoce a priori, por tanto, el llamamiento a la organización debe de ser externo. El bagaje de conocimiento teórico brinda al investigador las herramientas para vaticinar o deducir ciertos fenómenos problemáticos, empero, el riesgo de precondicionamiento debe de ser desechado y objetivado por el oficio científico. El sociólogo tiene propósitos fincados en objetivos de investigación. Enmienda y resarce disfunciones o discontinuidades que la organización sufre. Evidencia errores y vacíos. Explicita tensiones y anomalías. Recomienda soluciones y exhorta acciones. El sociólogo no es ideólogo. En una organización como unidad socioeconómica de producción debe existir vinculación con el movimiento y distanciamiento ante la organización, es decir, el sociólogo debe de quedar desembarazado de la institución 15.

  1. los movimientos negativos

El rechazo y el distanciamiento son movimientos esencialmente objetivacionales. Es decir, es un movimiento conciente de negación de lo negativo -en el más puro sentido hegeliano-, es decir, de la falsedad que obnubilaría el proceso de la verdad. En este sentido verdad es la cosa objetivada del análisis. Este proceso de movimiento negativo, como ejercicio dialéctico que se revela en la conciencia del investigador necesita de la teoría para, en un paso posterior, ser llevado a la práctica. Llamaré objetivación sociológica a los movimientos analíticos negativos. Para eso es necesario saber de dónde nace el concepto objetivación sociológica que servirá como instrumento para la aprehensión del objeto de estudio en una intervención sociológica como la que se propone.

La objetivación sociológica

La antropología es la dueña del saber etnográfico. La etnografía como saber adquirido de la sociología del trabajo ayuda a describir y captar la totalidad de una colección de tipos sociales y culturales en un grupo específico16. La estrategia de la observación con participación fungió en el interaccionismo simbólico estadounidense como paradigma investigativo y se adaptó en las organizaciones y al proceso de trabajo con los trabajos de Robert Park y la escuela funcionalista. Existen distintas forma de observar (directa, participante, externa, de documentos o indirecta) La que atañe al análisis actual es la observación participante, donde el observador exterior participa de manera mediada o temporal. Esta participación se realiza a modo de experiencia, “en carne propia”, para aprehender las susceptibilidades del objeto de estudio que se analiza.

Sin embargo, la estrategia que se siguió para la investigación concerniente fue la participación con observación. Se puede inferir de principio que el cambio gramatical (de observación participativa a participación con observación) incide en el sigificacional. En realidad la preeminencia en la participación sobre la observación otorga preponderancia a la estrategia investigativa y a la experiencia del investigador, pues se abren puertas de percepción desconocidas y trastoca ciertas actitudes y modos de vida 17.

Las dos nociones aludidas (observación con participación y participación con observación) son dos tipos de estrategias analíticas que aprehenden el objeto de estudio de modo distinto. No es necesaria una para la otra y tampoco es necesaria la existencia de ambas para un análisis que requiera alguna de ellas. En otras palabras es la decisión, la estrategia y las características de cierta investigación sui generis las que determinarán el uso de tales alternativas. Sin embargo el movimiento de negatividad no se ha realizado esta el momento. Para tal es imperioso objetivar la participación del sociólogo como Bourdieu y Wacauant 18 señalan.
Para ellos la objetivación participativa es una autocrítica más radical y la objetivación de aquel o aquella que objetiva es tanto una precondición para una objetivación completa. Y continúan argumentando que para que una estrategia que vincule la participación y la observación en un lugar dado, el sociólogo saldrá avante ante esta oportunidad si observador observado somete a la objetivación no solo todo lo que él es (…) sino también su mismo trabajo de objetivación (…) lo que quiere decir que la forma mentis del sociólogo debe de presentarse omniscientemente.

Esto último lleva a dos interrogantes. ¿Cómo es posible realizar un análisis objetivo considerando la carga simbólica existente ya que el sociólogo ha participado en la organización no como mero observador sino como sujeto que supuestamente adquirió un habitus condicionante? Y ¿Qué es la forma mentis?

Primeramente el sociólogo ha de realizar un alejamiento. En este sentido Touraine sostiene que el sociólogo debe destruir su propia identidad para poder trabajar en su oficio. Esta destrucción no significa una pérdida de esencia personal u olvido de su pasado. Es una objetivación de su lugar como sociólogo en la estructura social, una reflexividad en el sentido bourdieano que deviene en autocrítica y autoanálisis como sujeto social (la negación) Si esta condición, de objetivar la objetivación, se logra –y se controlan fuerzas objetivas y simbólicas- el balance del análisis social ha de hacerse adecuadamente.

¿Cuándo, hasta dónde y por qué la objetivación sociológica empieza, transcurre y termina? La respuesta es el en si mismo. Este ejercicio hegeliano sirve para demostrar que no hay principio ni fin ni lugar especial para el trabajo sociológico.
El sociólogo es dice Weber. No es una profesión la cual se saca del cuerpo al llegar a casa como cuando uno hace con el saco o los zapatos después de un día pesado. Es un comportamiento basado en los preceptos científicos de las ciencias sociales, objetivando los fenómenos sociales, económicos y culturales que pretenden ser analizados. Es la confabulación de caracteres que hacen el comportamiento de una persona (en este caso del sociólogo) una condición inexpugnable de su forma de ser. La forma mentis es la forma de ser (la profesión de sociólogo en nuestro caso) en si mismo.

III Comentarios finales

En las páginas precedentes se explicaron las relaciones que median a un investigador con su objeto de estudio. El entorno, los sujetos y la unidad formaron parte del análisis. Se puede inferir que no se ha creado ninguna noción, concepto o categoría nueva. El doble propósito de este artículo fue reflexionar sobre la importancia de la intervención del sociólogo en su campo de trabajo. A su vez para que éste acuda con las herramientas necesarias traté de profundizar en un conglomerado de nociones que pueden servir como una configuración analítica.
Los resultados que presento son construcciones creadas en base a nociones preexistentes. Las he usado con el afán de justificar la importancia que estas revisten y que su significación puede y debe ampliarse mediante la profundización de la práctica teórica. El primer aporte consiste en considerar la idea de configuración por sobre la idea de concepto.
La configuración analítica conjunta un mayor poder epistemológico y para el ejercicio de esta oportunidad su funcionalidad revistió en lo metodológico. Las variables analíticas se fundamentaron en las nociones de participación con observación, observación participativa, objetivación sociológica, objetivación participativa y forma mentis.
Existen dos dimensiones que hacen a la configuración una noción científica aplicable a la ciencia social: la dimensión teórica y la dimensión empírica. Para la primera se han acudido a los marcos teóricos (la praxeología bourdieana, la sociología de la acción de Touraine, la filosofía idealista hegeliana y la sociología comprensiva de Weber) y para la segunda a la experiencia y a los datos recogidos en el campo de trabajo, enmarcados en la investigación para la tesis de maestría que llevo a cabo. Sostengo que las nociones y construcciones teóricas en la ciencia social son asequibles para los cientistas sociales latinoamericanos. La creación y producción teórica debe aplicarse y aprehenderse diversificadamente. Si la sociedad se transforma constantemente, las herramientas e instrumentos teóricos deben hacerlo en una medida consecuente, he ahí el valor de amalgamar las nociones existentes.
No por esto quiero decir que se termine cualquier ímpetu por la creación de genuinas construcciones y categorías de análisis que aprehendan los fenómenos sociales; mi argumento, por el contrario, es que la necesidad para nuestra América Latina radica en la aplicación adecuada del espíritu científico social bajo un proceso de prueba-error-prueba. Esto profundizará el valor heurístico de las nociones preexistentes, se fortalecerán mediante el uso de otros vectores teóricos y, al ser contrastados con la empiria, podrán verificarse los límites metodológicos y epistémicos.

sociológica. Por razones de espacio las explicaciones de una experiencia vivida en una intervención sociológica que constó del proceso de participación con observación-objetivación participativa-objetivación sociológica, son acotadas. Un ulterior espacio de análisis serviría para fundamentar tal proceso de mejor modo.

NOTAS

  1. Touraine, Alain .Pour la Sociologie Social Research Paris, Fayard (1978)

  2. De la Garza Toledo, Enrique. Reestructuración productiva, empresas y trabajadores en México. Fondo de Cultura Económica México (2006)

  3. Melucci, Alberto. Acción colectiva, vida cotidiana y democracia. El Colegio de México. México (2002)

  4. Schvarzer, Jorge. Problemas actuales de la estructura productiva Argentina en Realidad económica No 151, Buenos Aires (1997); Aroskind, Ricardo. ¿Más cerca o más lejos del desarrollo? Transformaciones económicas de los 90 Ediciones del Rojas, UBA. Buenos Aires (2001); Becarria, Luís y López Néstor. Sin trabajo. Las características del desempleo y los efectos en la sociedad Argentina. Losada (UNICEF) Buenos Aires, (1997)

  5. Salvia, Agustín; Stefani, Federico y Comas, Guillermina “Ganadores y perdedores en los mercados de trabajo en la argentina de la post devaluación” Laboratorio on line. año VIII Número 21. Sin página Verano 2007

  6. Guimenez, Sandra “Sur, reformas estructurales y después: Mas aunque peores empleos en la Argentina posconvertibilidad” Laboratorio on line. año VIII Número 21. Sin página Verano 2007

  7. Según el Programa Regional del Empleo para América Latina y el Caribe (PREALC, OIT, 1991) la evolución de los mercados de trabajo en la década del ochenta estuvo liderada por el aumento en el desempleo y la caída de los salarios reales. Datos de la OIT (2000) y la CEPAL (2000) demuestran que para Latinoamérica, en década del 90, entre 60% y el 70% de los puestos de trabajo creados fueron empleos informales. Siguiendo los datos de la OIT, del total de los empleos creados, 90% fueron en el sector terciario siendo, a su vez, del 70% de esta muestra, empleos de baja productividad.

  8. Weller, Jurgen “Procesos de exclusión e inclusión laboral: la expansión del empleo en el sector terciario” Macroeconomía del desarrollo” División de Desarrollo Económico. No. 6 Págs. 7-10 Santiago de Chile. CEPAL (2001)

  9. Salvia (2007) et. al

  10. Salvia, Stefani, Comas (2007) op. cit. et al

  11. Los datos son calculados en base al MTEySS-Subsecretaria de Programación Técnica y Estudios Laborales- Dirección General de Estadísticas y Estudios Laborales, en base EPH-INDEC (Primer trimestre 2007)

  12. Castillo, Juan José “La sociología del trabajo como disciplina” Págs. 39-64 en

  13. De la Garza Toledo (compilador) Tratado latinoamericano de sociología del trabajo. Fondo de Cultura Económica México (2006)

  14. Touraine (1978) et al

  15. op. cit et al

  16. 16.- Balandier, citado por Friedmann en “Sociología del trabajo y ciencias sociales” Pág. 80 en Friedmann, Georges y Naville, Pierre (compiladores) Tratado de sociología del trabajo. Fondo de cultura Económica, México (1997)

  17. Como se ha explicado, este artículo se basa en una investigación más amplia y a modo de ejemplo y justificación de resultados explico ciertos hallazgos. Primeramente, la noción de participación con observación es “prestada” de un mayúsculo análisis que hace Wacquant (Entre las Cuerdas. Cuadernos de un aprendiz de boxeador. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, (2006) donde asume como boxeador amateur las implicancias de la vida del púgil no profesional en un barrio marginal de Chicago, dejando para el espacio privado su oficio como sociólogo y antropólogo. Para el caso aquí atendido, el investigador, se emplea de manera informal como mesero en un micronegocio (restaurante-bar) en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. Éste, guarda su identidad ante las clases gerenciales, mientras que en el curso de su actividad (15 meses) la vinculación con la clase trabajadora le permite explicar la razón de su existencia en la organización. De este modo se entiende que el habitus de empleado informal es adquirido y depositado en el cuerpo del investigador, ya que su bagaje y las disposiciones adquiridas a lo largo del tiempo han sido utilizados para ser activadas en el lugar de trabajo y en su vida diaria, profundizando así en la objetivación

  18. Bourdieu, Pierre; Waquant Loic. Invitación a la sociología reflexiva. Siglo XXI Editores, Buenos Aires, (2006)


* Datos sobre el autor:
* Eduardo Rodríguez Rocha
Sociólogo. en gestión y planificación de políticas sociales. Maestrando en Políticas Sociales. Universidad de Buenos Aires.

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