Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
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Las relaciones sociales de producción en micro y pequeñas unidades socioeconómicas en el segmento laboral comercio y servicios. Periodo 2007-2010 Buenos Aires, Argentina.
El objetivo de este artículo consiste en
profundizar comprensivamente la noción de intervención
sociológica, revisar su interpretación y los
obstáculos que le atraviesan. No me propongo formular nuevas
categorías analíticas puesto que el presente trabajo se
basa en la reformulación de una noción complementaria a
la idea de concepto. A esta noción la llamaré
configuración analítica
que, bajo una interpretación fundamentalmente contemporánea,
heurísticamente sociológica y sobre basamentos
científico-filosóficos es capaz de brindar
significaciones atendibles para la ciencia social actual.
El artículo esta dividido en tres partes. Primeramente se hace un somero análisis del contexto actual, del entorno en palabras de Touraine 1, en donde la organización aquí analizada se encuentra. De esta forma se revisarán algunos indicadores del mercado de trabajo que dan fe del dato duro en la ciencia social. La segunda instancia consiste en el estudio de la noción de configuración analítica 2: la intervención sociológica. El propósito de este apartado es reflexionar hasta dónde existe una real necesidad en la ciencia social latinoamericana de crear conceptos o categorías de análisis, surcando de este modo el camino para los basamentos de la noción de configuración que se propone para esta ocasión. La instancia final consta de las conclusiones derivadas del análisis presente. I La organización y su entorno
Un precepto básico para el análisis social
es ubicar el contexto en el que se hace tal ejercicio. La era actual,
indefinible por sus rasgos de producción, se reproduce a sí
misma y se autodefine sin un nombre propio. Melucci 3
(2002) tiene razón al argumentar que los prefijos y artilugios
lingüísticos (posmoderno, posindustrial, sociedad del
conocimiento, capitalismo tardío, capitalismo salvaje, etc.)
utilizados por la ciencia social para contextualizar el momento
actual que devino de la Gran Transformación, sólo
demuestra su incapacidad ante la evolución de los paradigmas
de producción y acumulación en una sociedad sumamente
compleja. Mucho se ha escrito acerca de la crisis del empleo que la Argentina sufre desde las últimas tres décadas. Gente como Schvarzer, Aroskind, Beccaria 4entre otros, lo han explicado claramente desde una postura económica-social. Coincidiendo con estros autores, el advenimiento a la democracia adoptó consigo un lastre institucional el cual ha incidido en el funcionamiento de la estructura económica y ocupacional. De este modo la capacidad instrumental de la política no ha podido enmendar espirales positivas de crecimiento y expansión puesto que la volatilidad de la economía Argentina suele interrumpir los ciclos virtuosos que generarían mayores márgenes de acción para una apropiada distribución del ingreso. Salvia 5 y Guimenez 6 demuestran que para el año 2007 la cuestión social se centra en la baja calidad de los
empleos creados (informalidad y precariedad laboral) y
en el ensanchamiento de la brecha de la desigualdad social e
inequidad económica (actual coeficiente de Gini de 0.490) Se
ha comprobado, a su vez, que las mejorías en los guarismos han
decrecido a partir del 2006 y mucho han contribuido las crisis
exógenas para perjudicar con impuestos inflacionarios a los
sectores populares, históricamente expuestos a los
comportamientos de la virulenta economía nacional.
El sector predominante en las últimas décadas,
ha sido el sector terciario de la economía (sector servicios
en alguna literatura). Este sector preponderó su actividad a
partir de la década del ochenta y actualmente es el sector
que demanda más empleo 7.
Weller en un artículo para la CEPAL 8
señala que procesos simultáneos de exclusión e
inclusión se viven en tal sector. Es decir, la alta y baja
productividad se encuentra aglomerada en un sector que combina en su
estructura formal a los servicios financieros (altamente productivos)
y al servicio doméstico o al comercio de autopartes (baja
productividad) Es por eso del requerimiento de formular análisis
desagregados. En Salvia 9,
se puede observar que en el lapso 2003-2006 se crearon 793
mil puestos de trabajo formales, también se observa un
incremento importante en los empleos precarios (275 mil puestos) y
por último, el empleo en el sector privado informal se
incrementó en un 15% (591 mil nuevos puestos de trabajo).
Salvia, Stefani y Comas 10
continúan argumentando: al
mismo tiempo, cabe destacar que el 80% de la fuerza de trabajo del
sector privado informal continúa ocupada en empleos precarios
o marginales. A lo que cabe sumar que durante el período
analizado crecieron en términos absolutos un 8% los empleos
informales de más baja calidad (117 mil puestos de trabajo).
Por ultimo, a lo que toca a este articulo, el segmento
laboral de los micronegocios tradicionales del sector comercio y
servicios arrojan estos datos: Para
el primer trimestre del 2007, según datos del EPH-INDEC, en
los establecimientos de hasta 5 personas del total de aglomerados
relevados (agregado de todas las ramas de actividad del mercado de
trabajo) la tasa de empleo no registrado fue de 77.6%. La población
económicamente activa (PEA) para el 2007 fue de 19, 273, 000
personas. II La configuración analítica
La ciencia social en América Latina tiene vida
propia, es homeostática, se alimenta, se transforma e incide
en sí misma. Esgrimí arriba el por qué de
utilizar la noción de configuración analítica y
so pena de seguir con la digresión sociológica,
discurriré argumentando las razones. Como toda ciencia, la
social utiliza la concreción de las ideas de los científicos
para comenzar su ejercicio experimental. (el modo tradicional) a)No proporciona guías de construcción de conceptos y en el mejor de los casos permite aceptar o desechar, pero no reconstruir una teoría y b) cuando el diagnostico se confunde con la normatividad, la lógica de las hipótesis es más fuerte que las verificaciones, y por tanto las teorías no se desechan cuando no se verifican, ya que la falla en el proceso de verificación se atribuye a circunstancias ad-hoc o bien se recurre a plantear que en el futuro si se verificarán. 13 Este argumento enfatiza la rigurosidad del tratamiento científico investigativo. Si se desean construir conceptos debiera ser esquemáticamente y consuetudinariamente, es decir, seguir la lógica causa-efecto. En segundo lugar la rigurosidad se presenta en la necesidad de relacionar la teoría y la empiria, regresando al punto donde el error aparezca para fundamentar el resultado con el proceso de investigación. Así, la configuración es resultado de factores teóricos y confrontaciones con el mundo de la empiria. Las configuraciones analíticas vinculan, pues, la teoría y la metodología. Utilizan ideas probadas y refuerzan una idea complementaria. De este modo la configuración es categoría de análisis al ser una unidad de clasificación que determina la necesidad de criterios teórico-empíricos para su colocación y análisis. Así, pues, se adopta la noción de configuración analítica como herramienta para la formulación de construcciones teórico-metodológicas para su aplicación en la práctica científica. La intervención sociológica in situ La configuración analítica que se propone a continuación es ante todo metodológica. El enfoque teórico que se aborda para la intervención sociológica se basa en los principios de la sociología del trabajo. Tanto sus precursores franceses (Friedmann, Naville) como sus seguidores latinoamericanos –pasando por la sociología norteamericana- fundamentaron su estudio como paradigma científico en la segunda mitad del siglo XX. Es necesario sostener que la intervención sociológica en una organización, como cualquier intervención científica, es experimental y por tanto la experiencia es realizada en el mundo de lo social. Como arriba se argumentó esta configuración va de la teoría a la empiria. No es ni puramente abstracta ni preponderantemente fáctica. Es una correlación que se verifica en la aplicación a los fenómenos del mundo real. Por último subrayo que al ser una configuración, sus dimensiones se descubren por medio de la profundidad de las teorías que 13.- De la Garza Toledo (2006) et al se deciden aplicar. Por tanto las contradicciones y limitaciones son recompuestas por medio del ejercicio teórico y del reconocimiento de la evidencia empírica. La intervención sociológica in situ es una configuración analítica de configuraciones metodológicas. Acordando con Touraine14, el éxito del análisis sociológico tiene dos principios: 1) intervención y rechazo 2) vinculación y distanciamiento. Estos principios indican que para el sociólogo debe existir una objetivación constante a su posición en la escena en la que se presenta como especialista del problema sociológico. Evidencio dos movimientos que no por ser distintos debieran hacerse de manera independiente: uno positivo (intervención y vinculación) y uno negativo (rechazo y distanciamiento). Si por ejemplo, el objeto de estudio son las relaciones sociales en una unidad de producción, la tensión mediada por tales relaciones en conflicto adquiere distintas formas y las dimensiones analíticas a estudiarse variarán según la realidad que se presente.
La intervención y la vinculación en la organización deben de realizarse por razones ajenas al interés primario del sociólogo. El objeto de estudio no se conoce a priori, por tanto, el llamamiento a la organización debe de ser externo. El bagaje de conocimiento teórico brinda al investigador las herramientas para vaticinar o deducir ciertos fenómenos problemáticos, empero, el riesgo de precondicionamiento debe de ser desechado y objetivado por el oficio científico. El sociólogo tiene propósitos fincados en objetivos de investigación. Enmienda y resarce disfunciones o discontinuidades que la organización sufre. Evidencia errores y vacíos. Explicita tensiones y anomalías. Recomienda soluciones y exhorta acciones. El sociólogo no es ideólogo. En una organización como unidad socioeconómica de producción debe existir vinculación con el movimiento y distanciamiento ante la organización, es decir, el sociólogo debe de quedar desembarazado de la institución 15.
El rechazo y el distanciamiento son movimientos esencialmente objetivacionales. Es decir, es un movimiento conciente de negación de lo negativo -en el más puro sentido hegeliano-, es decir, de la falsedad que obnubilaría el proceso de la verdad. En este sentido verdad es la cosa objetivada del análisis. Este proceso de movimiento negativo, como ejercicio dialéctico que se revela en la conciencia del investigador necesita de la teoría para, en un paso posterior, ser llevado a la práctica. Llamaré objetivación sociológica a los movimientos analíticos negativos. Para eso es necesario saber de dónde nace el concepto objetivación sociológica que servirá como instrumento para la aprehensión del objeto de estudio en una intervención sociológica como la que se propone. La objetivación sociológica La antropología es la dueña del saber etnográfico. La etnografía como saber adquirido de la sociología del trabajo ayuda a describir y captar la totalidad de una colección de tipos sociales y culturales en un grupo específico16. La estrategia de la observación con participación fungió en el interaccionismo simbólico estadounidense como paradigma investigativo y se adaptó en las organizaciones y al proceso de trabajo con los trabajos de Robert Park y la escuela funcionalista. Existen distintas forma de observar (directa, participante, externa, de documentos o indirecta) La que atañe al análisis actual es la observación participante, donde el observador exterior participa de manera mediada o temporal. Esta participación se realiza a modo de experiencia, “en carne propia”, para aprehender las susceptibilidades del objeto de estudio que se analiza. Sin embargo, la estrategia que se siguió para la investigación concerniente fue la participación con observación. Se puede inferir de principio que el cambio gramatical (de observación participativa a participación con observación) incide en el sigificacional. En realidad la preeminencia en la participación sobre la observación otorga preponderancia a la estrategia investigativa y a la experiencia del investigador, pues se abren puertas de percepción desconocidas y trastoca ciertas actitudes y modos de vida 17.
Las dos nociones aludidas (observación con
participación y participación con observación)
son dos tipos de estrategias analíticas que aprehenden el
objeto de estudio de modo distinto. No es necesaria una para la otra
y tampoco es necesaria la existencia de ambas para un análisis
que requiera alguna de ellas. En otras palabras es la decisión,
la estrategia y las características de cierta investigación
sui generis las que
determinarán el uso de tales alternativas. Sin embargo el
movimiento de negatividad no se ha realizado esta el momento. Para
tal es imperioso objetivar la participación del sociólogo
como Bourdieu y Wacauant 18
señalan. Esto último lleva a dos interrogantes. ¿Cómo es posible realizar un análisis objetivo considerando la carga simbólica existente ya que el sociólogo ha participado en la organización no como mero observador sino como sujeto que supuestamente adquirió un habitus condicionante? Y ¿Qué es la forma mentis? Primeramente el sociólogo ha de realizar un alejamiento. En este sentido Touraine sostiene que el sociólogo debe destruir su propia identidad para poder trabajar en su oficio. Esta destrucción no significa una pérdida de esencia personal u olvido de su pasado. Es una objetivación de su lugar como sociólogo en la estructura social, una reflexividad en el sentido bourdieano que deviene en autocrítica y autoanálisis como sujeto social (la negación) Si esta condición, de objetivar la objetivación, se logra –y se controlan fuerzas objetivas y simbólicas- el balance del análisis social ha de hacerse adecuadamente.
¿Cuándo, hasta dónde y por qué
la objetivación sociológica empieza, transcurre y
termina? La respuesta es el en si
mismo. Este ejercicio hegeliano sirve para demostrar que no hay
principio ni fin ni lugar especial para el trabajo sociológico.
III Comentarios finales
En las páginas precedentes se explicaron las
relaciones que median a un investigador con su objeto de estudio. El
entorno, los sujetos y la unidad formaron parte del análisis.
Se puede inferir que no se ha creado ninguna noción, concepto
o categoría nueva. El doble propósito de este artículo
fue reflexionar sobre la importancia de la intervención del
sociólogo en su campo de trabajo. A su vez para que éste
acuda con las herramientas necesarias traté de profundizar en
un conglomerado de nociones que pueden servir como una configuración
analítica. sociológica. Por razones de espacio las explicaciones de una experiencia vivida en una intervención sociológica que constó del proceso de participación con observación-objetivación participativa-objetivación sociológica, son acotadas. Un ulterior espacio de análisis serviría para fundamentar tal proceso de mejor modo. NOTAS
* Datos sobre el autor: * Eduardo Rodríguez Rocha Sociólogo. en gestión y planificación de políticas sociales. Maestrando en Políticas Sociales. Universidad de Buenos Aires. Volver al inicio de la Nota |
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