Introducción.
La última década ha mostrado, tanto en la
Argentina como en el resto del mundo, la emergencia y consolidación
de novedosos actores sociales colectivos. En muchos casos, esta
presencia puede ser leída como una respuesta a las políticas
económicas de ajuste y a las transformaciones en el modo de
producción capitalista producidas por el neoliberalismo,
procesos donde las Nuevas Tecnologías de Información y
Comunicación (NTIC) ocuparon un lugar preponderante. En el
presente trabajo
me propongo, justamente, abordar los vínculos que pueden
llegar a existir entre las transformaciones societales, la emergencia
de nuevos movimientos sociales y los significados de las NTIC en la
vida social. Para ello, comenzaré revisando distintas
investigaciones que se han concentrado en el estudio de los vínculos
establecidos por diversos movimientos sociales con las NTIC en
general y con Internet en particular.
Durante este recorrido
vislumbraré las referencias teóricas que orientan la
conceptualización de la Acción Colectiva y de los
Movimientos Sociales en dichos abordajes. Luego, a partir de esta
base, plantearé las dimensiones de la acción colectiva
que, a mi juicio, se ven afectadas por los modos en que un actor
específico como las Organizaciones de Trabajadores Desocupados
argentinas se aproxima a las NTIC y, en base a los primeros datos
recabados durante mi investigación, presentaré algunas
conclusiones – de carácter comparativo respecto a los
movimientos estudiados en la bibliografía previamente revisada
– en torno al carácter asumido por los empleos
tecnológicos desarrollados por estas organizaciones.
Movimientos sociales e Internet.
En general, dada la novedad de su objeto, los estudios
existentes sobre los movimientos sociales y los usos otorgados a las
nuevas tecnologías son relativamente recientes y escasos. Se
trata, por tanto, de abordajes más bien exploratorios cuyas
conclusiones contienen una rica calidad descriptiva pero una
teorización conceptual acotada. Sin embargo, esto no niega la
utilidad de sus resultados a la hora de comparar los usos y
representaciones de las nuevas tecnologías construidas por las
Organizaciones de Desocupados.
Ha sido Castells quien más se ha dedicado a
conceptuar a los nuevos movimientos sociales analizando el modo en
que se relacionan sus estructuras organizativas, sus objetivos
estratégicos y sus identidades con las potencialidades
ofrecidas por las tecnologías digitales. En La
Galaxia Internet ,
señala las diferentes razones que hacen imprescindible la
relación entre Internet y la estructura, las lógicas y
los objetivos de estos novedosos actores. En primer término,
dado que en la Era de la Información los movimientos sociales
persiguen el cambio social luchando por cambiar los códigos y
los significados de la vida social así como por construir
nuevas identidades proponiendo modos de vida propios, la comunicación
de los valores y la movilización en torno al sentido que
ofrece Internet resultan fundamentales.
En segundo lugar, ya que los
movimientos sociales rellenan los vacíos dejados por las
instituciones verticalmente integradas, las nuevas tecnologías
digitales constituyen un medio esencial para la expresión y la
organización de estos movimientos que, por un lado, necesitan
hacerse visibles y estar conectados y, por el otro, requieren
preservar instancias de informalidad y espontaneidad. Internet
permite tanto la diversidad como la coordinación de diferentes
organizaciones (como por ejemplo el movimiento antiglobalización)
para debatir continuamente sin por ello paralizarse, ya que cada uno
de sus nodos puede configurar una red propia de afinidades y
objetivos con superposiciones parciales y conexiones múltiples.
Finalmente, los movimientos sociales necesitan contrarrestar el
alcance global de los poderes contra los que pelean a través
de acciones simbólicas de impacto global. Internet permite
alcanzarlo conectando las luchas en cada contexto local en redes
interactivas que buscan vencer a los poderes globales y así
reconstruir el mundo desde abajo. En suma, el vínculo
establecido entre Internet y los movimientos sociales se desarrolla
en una doble dirección. “Internet proporciona la base
material que permite a estos movimientos movilizarse en la
construcción de una nueva sociedad. Pero, en este proceso,
transforman la propia naturaleza de Internet: de ser una herramienta
organizativa de la empresa y un medio de comunicación pasa a
convertirse además en una palanca de transformación
social”
Mario Diani, en un artículo de 1999, discute el
impacto de la Comunicación Mediada por Computadoras (CMC) en
la acción colectiva de los movimientos sociales. El autor
define a los movimientos sociales como “redes de relaciones que
conectan informalmente una multiplicidad de individuos y
organizaciones, que comparten una identidad colectiva distintiva e
interactúan en torno a temas conflictivos.”
De acuerdo a esta definición, Diani sostiene que la CMC puede
dar forma a varias de las dimensiones de los movimientos sociales
como, por ejemplo, el comportamiento de los actores sociales, las
relaciones que enlazan a activistas y organizaciones entre sí
y el sentimiento de mutua identificación y solidaridad que
mantiene juntos a los actores. Con ello vemos como Diani comparte y
combina las nuevas teorías de la acción colectiva
surgidas en Europa y los Estados Unidos a partir de los cambios
sociales producidos por la reconfiguración del modo de
producción capitalista durante las últimas décadas.
Melucci, Castells, Tilly y Tarrow son algunos de los autores que
conforman el bagaje teórico del artículo.
En esta
dirección, teorías como la de la Identidad Colectiva y
la de la Movilización de Recursos apuntalan el examen de los
modos en que la CMC impacta en la acción de los movimientos
sociales. Bajo este prisma, Diani indaga si todas las potencialidades
provistas por este tipo de comunicación (multiplicidad,
multilateralidad, interacción, reciprocidad, bajos costos,
alcance global) pueden conducir al surgimiento de nuevos tipos de
“movimientos sociales virtuales”. Es decir, a partir de
los cambios tecnológico comunicacionales abiertos con la CMC,
el autor se pregunta si hay nuevos actores sociales emergiendo ó
simplemente nos encontramos con que se trata de la misma movilización
social pero ahora mucho más efectiva.
Para echar algo de luz
sobre estas cuestiones, Diani relaciona y busca correspondencias
entre las formas organizacionales y las formas comunicativas de los
movimientos sociales contemporáneos indagando el modo en que
la CMC impacta en la organización y acción de distintos
tipos de movimientos sociales.
De esta forma, Diani señala que
en aquellos movimientos sociales
que movilizan principalmente recursos
profesionales (se trata mayormente de los
movimientos ambientalistas, cuya acción es llevada adelante
por un núcleo concentrado de profesionales especializados) la
CMC es utilizada para conseguir donaciones entre los miembros pasivos
y así sostener a los profesionales que actúan y para
concientizar a la opinión pública. Es decir, aquí
la CMC no impacta en la construcción de la Identidad Colectiva
sino que su empleo es básicamente instrumental haciendo más
efectiva la comunicación.
En esta dirección, el impacto
mayor consistiría en convertir a individuos aislados y
comunidades dispersas preocupados por una cuestión ambiental
en comunidades virtuales
(“virtual communities”) con una mayor interacción
gracias a Internet. En segundo lugar, en aquellos movimientos
sociales que movilizan
principalmente recursos participativos (es
decir, que su motor es la acción directa masiva) la CMC
refuerza lazos existentes más que crear nuevos. Según
Diani, en estos movimientos es imprescindible que existan
interacciones previas antes que las virtuales. Lo que sucede dentro
de estos colectivos es que la comunicación mediante
computadoras funciona como una extensión
virtual (“virtual extensions”) de
los encuentros cara a cara, reforzándolos, profundizándolos
y multiplicándolos.
De esta forma, en aquellas organizaciones
que se movilizan a escala nacional, la comunicación digital
otorga una mayor fluidez y exactitud a la articulación entre
las distintas ramas de los movimientos. Asimismo, en aquellos
movimientos que comparten un mismo espacio geográfico
regularmente (por ejemplo un movimiento o asociación barrial)
la introducción de la CMC puede generar la construcción
de redes comunitarias (“communitty
networks”). En tercer y último lugar, entre los
movimientos que operan a un nivel transnacional (“transnational
organizations”), la CMC se convierte en una herramienta vital
para su existencia. Aquí el uso masivo del e-mail
es indispensable para incrementar la capacidad de coordinación
entre grupos que cooperan en campañas globales cuando, muchas
veces, incluso la toma de decisiones se realiza a través del
correo electrónico.
En cuanto a la construcción de la
identidad colectiva, Diani cree que la CMC puede operar fortaleciendo
las identidades y solidaridades entre miembros de redes
transnacionales defensivas (“transnational
advocacy networks”) incrementando la tasa de intercambios entre
activistas y organizaciones muy distanciados geográficamente.
Como conclusión general, el autor sostiene que en todos los
casos la contribución de la CMC todavía aparece más
instrumental que simbólica, es decir, las nuevas tecnologías
permiten que los lazos de solidaridad existentes resulten más
efectivos pero no crean nuevos donde no los había.
En esta misma línea de investigación,
Suzanne Brunsting
realizó un análisis empírico sobre la influencia
de Internet en las motivaciones para participar dentro de un
movimiento ecologista holandés. Nuevamente aparecen aquí
conceptos provenientes de las corrientes teóricas de la acción
colectiva: identificación colectiva, privación
relativa, actitud, norma subjetiva, eficacia percibida de la acción.
Brunsting se pregunta si la introducción de Internet puede
afectar la naturaleza cambiante de la acción colectiva
permitiendo un comportamiento social que transforme ciertas acciones
individuales en colectivas.
Mediante una investigación de
corte cuantitativo, la autora encuentra que, en comparación
con la participación off line,
la participación on line
(que incluyen desde acciones blandas (soft)
como el envío electrónico de cartas y peticiones hasta
acciones duras (hard)
como la realización de bloqueos virtuales de páginas y
casillas electrónicas, rapto y sabotaje de sitios, bombardeo
con proclamas de casilla gubernamentales y empresariales) está
más motivada por cálculos cognitivos que por factores
afectivos como la identificación con el movimiento. Es decir,
las personas participan de la acción colectiva a través
de Internet cuando existen fuertes expectativas acerca de la
efectividad y eficacia de la acción. Adicionalmente, Brunsting
concluye que son los participantes más periféricos y
los que simplemente se consideran simpatizantes pero no activistas
del movimiento quienes más prefieren sumarse a la acción
de forma on line.
Movimientos latinoamericanos en la red.
La experiencia de las movilizaciones de Seattle así
como también la organización de los distintos Foros
Sociales Mundiales (FSM), procesos donde Internet ha resultado un
factor clave, son rescatadas por León, Burch y Tamayo como
antecedentes de la introducción de los movimientos sociales
latinoamericanos en Internet. En dos libros disponibles de forma on
line (Movimientos
Sociales en la Red
y Movimientos Sociales y Comunicación )
indagan las características de la incorporación de las
nuevas tecnologías en la vida de las organizaciones que
conforman la Comunidad Web de Movimientos Sociales (CWMS).
En
Movimientos Sociales en la Red
los autores dedican los dos primeros capítulos a establecer
los vínculos existentes entre los cambios sociales
contemporáneos, la centralidad de las NTIC y la emergencia de
novedosos actores sociales colectivos. De esta forma, los nuevos
movimientos sociales surgidos durante la década del setenta y
los movimientos transnacionales cuestionadores de la globalización
neoliberal de los años noventa son abordados como respuestas a
las transformaciones ocurridas tanto en el plano económico con
la flexibilización del modo de producción capitalista
como en el plano geopolítico a partir de la caída de la
Unión Soviética y la consecuente consolidación
de la hegemonía capitalista comandada por Estados Unidos a
nivel mundial. Los autores recuerdan que las innovaciones
tecnológicas nucleadas en torno a la informática operan
como soporte fundamental de los nuevos patrones espacio temporales de
la organización social contemporánea garantizando la
nueva dinámica del poder, un poder encarnado en el sistema
financiero mundial que adopta la forma de red. Sin embargo, según
León, Burch y Tamayo, las nuevas tecnologías abren
espacios para contrarrestar este poder brindando nuevas posibilidades
de acción y organización a los nuevos movimientos
sociales quienes, acorde a los tiempos, también se estructuran
en red. Así, los movimientos alter y anti globalización
han encontrado en los enlaces digitales el cimiento tecnológico
de su existencia constituyendo inéditas redes de acción
global.
Luego, ya concentrados en su universo de estudio, los
autores analizan no sólo los usos y aprovechamientos de estas
herramientas sino también las motivaciones y percepciones que
condujeron a la incorporación tecnológica por parte de
un grupo de movimientos sociales latinoamericanos.
En este sentido,
evalúan el avance y grado de desarrollo en el manejo de las
Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación
(NTIC) por parte de los distintos miembros de la CWMS (entre ellos se
encuentran la Comunidad Latinoamericana de organizaciones campesinas
– CLOC; el Frente Continental de Organizaciones Comunales –
FCOC; la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas –
RMAyA; y otros) durante el período que separa ambos textos.
Según los autores, si bien la infraestructura sigue siendo
limitada, los movimientos consiguen acceder a equipamiento
tecnológico; no obstante los factores externos de pobreza
continúan poniendo límites en esta dirección.
Por otra parte, respecto a los criterios de uso, a medida en que las
organizaciones van ganando experiencia en el manejo de las NTIC se va
abandonando un criterio exclusivamente administrativo dando paso a un
uso más informacional y comunicacional.
En cuanto a los
dispositivos más usados, el correo electrónico continúa
prevaleciendo en la mayoría de las organizaciones, en tanto es
utilizado para difundir actividades, realizar denuncias y coordinar
acciones de manera más rápida y menos costosa,
permitiendo contactar una mayor cantidad de personas y grupos a pesar
de las distancias geográficas. En cambio, la presencia en
Internet (principalmente mediante la construcción de un sitio
web) demanda un salto
cualitativo en la disposición
organizacional del movimiento.
Algunas conclusiones en torno a la experiencia de las
organizaciones de trabajadores desocupados.
En esta sección recorreré aquellas
dimensiones de la acción colectiva propia de las
Organizaciones de Trabajadores Desocupados que podrían estar
siendo impactados a partir de la introducción de las NTIC en
su vida cotidiana. Asimismo, presentaré algunas reflexiones
preliminares en torno a las categorías propias de la
bibliografía revisada comparando la experiencia de estas
organizaciones con las de los movimientos descriptos en dicha
literatura.
Para comenzar debo decir que mi abordaje de las
Organizaciones de Trabajadores Desocupados toma como marco conceptual
general a la corriente teórica europea sobre la acción
colectiva .
Esta preferencia se debe a que comparto su visión global de la
acción colectiva interpretada como un efecto de las
transformaciones ocurridas en el tipo societal capitalista. En este
sentido, entiendo el surgimiento de las Organizaciones de
Trabajadores Desocupados como una respuesta a los cambios sociales
producidos por el modelo neoliberal imperante desde hace tres décadas
en nuestro país y, más específicamente, como un
signo del impacto producido por las políticas económicas
de ajuste en las clases trabajadoras. Adicionalmente, y en plena
concordancia con Melucci ,
abordo a las Organizaciones de Trabajadores Desocupados como formas
de acción colectiva que van construyendo nuevos valores y
códigos alternativos a los dominantes.
Por ello las investigo
como posibles dadores de nuevos significados a las tecnologías
digitales, es decir, examino si el uso de Internet ayuda a la
construcción de organizaciones más horizontales y con
una dinámica más participativa que la de las
instituciones y movimientos sociales tradicionales (como por ejemplo
los partidos políticos, las empresas y los sindicatos) y si
multiplica las capacidades para comunicar los pensamientos y
experiencias de estos actores estableciendo asimismo lazos y redes
con otros movimientos similares.
Tomando uno de los elementos más
distintivos de los “nuevos movimientos sociales”, es
decir, su capacidad para transgredir los límites
institucionales de un orden constituido, se debe indagar si el empleo
de las nuevas tecnologías realizado por estas agrupaciones
tiende a traspasar las barreras del sistema dominante. Esto es, si en
sus prácticas y discursos en torno a los medios electrónicos
las Organizaciones de Trabajadores Desocupados subvierten el carácter
mercantil y el significado individualista y privado impuestos a las
tecnologías por el capitalismo. Además, el estudio de
la relación establecida con las innovaciones tecnológicas
hace a las características fundamentales de los “nuevos
movimientos sociales”: la construcción de una identidad
colectiva, la horizontalidad, la formación de nuevos valores y
la interpelación a la opinión pública. Sin
embargo, no planteo desechar otras corrientes de pensamiento, como
por ejemplo la Teoría de Movilización de Recursos ;
así como los distintos intentos por sintetizar ambas visiones
como, entre otras, la obra de Tarrow
De esta forma, el abanico de dimensiones plausibles de análisis
es muy amplio. Por un lado, cabe preguntarse de qué modo el
uso de las nuevas tecnologías dado por las Organizaciones de
Trabajadores Desocupados se transforma en un recurso organizacional
adicional a ser gestionado; un recurso que se vislumbra como un
factor clave (mediante el correo electrónico y software
específico como las planillas de cálculo) para hacer
más efectiva la movilización de otros recursos
organizacionales fundamentales, como por ejemplo la consecución
de planes sociales y la autogestión de emprendimientos.
Por
otro lado, puede resultar muy interesante evaluar si esta apropiación
tiene efectos en la construcción de la identidad colectiva de
cada grupo, por ejemplo a partir de la presencia del movimiento en el
ciberespacio gracias a una página web;
si el correo electrónico o los foros de discusión
permiten ampliar el espacio de participación y la
socialización de la información y si la existencia de
agencias alternativas de información permiten transmitir sus
acciones y pensamientos superando el cerco informativo tendido por
los grandes medios de comunicación.
Ahora bien, soy consciente de que estas visiones deben
ser adaptadas, contrastadas y reformuladas a la luz de la experiencia
latinoamericana. Una primera e importante reformulación
consiste en señalar, junto con Schuster y Pereyra, que en
Argentina es arriesgado hablar de Movimientos Sociales en tanto las
manifestaciones desarrolladas a lo largo de la década del
noventa no se inscriben claramente en una historia de movilizaciones
de largo alcance. Es por ello, que preventivamente conviene hablar de
Acciones Colectivas de Protesta en
lugar de movimientos sociales .
En segundo lugar, se debe relativizar el énfasis puesto en la
persecución de valores postmateriales por los teóricos
europeos para describir a los nuevos movimientos sociales de su
continente en tanto es por demás evidente que la acción
colectiva latinoamericana se caracteriza principalmente por la lucha
por la reproducción material de la vida. Por tanto, no se debe
escapar este factor clave de la conformación de las
Organizaciones de Trabajadores Desocupados (esto es, la lucha por la
supervivencia, contra el hambre y por la recuperación del
trabajo como medio de vida) a la hora de analizar la importancia
asignada a la comunicación y a los medios electrónicos.
De acuerdo a las primeras investigaciones realizadas –
mediante el análisis y seguimiento de las páginas web y
de listas de correo electrónico edificadas por un conjunto
representativo de organizaciones y entrevistas a los encargados del
manejo de las herramientas electrónicas – se pueden
efectuar algunas consideraciones en torno al empleo de las NTIC por
parte de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados.
En primer lugar, y concordando con las conclusiones de
Diani, se puede decir que las organizaciones estudiadas y sus empleos
de las NTIC se encuadran dentro de aquellas que el autor clasifica
como movimientos sociales que movilizan
recursos participativos ya que los lazos
establecidos electrónicamente, tanto interna como
externamente, sirven para reforzar intercambios presenciales ya
existentes pero rara vez generan nuevos lazos. En este sentido, los
contactos cara a cara continúan ocupando un lugar fundamental
e irremplazable en las organizaciones de desocupados.
A nivel
externo, las comunicaciones digitales sirven para afianzar contactos
y para coordinar de manera más rápida y efectiva
acciones conjuntas entre movimientos mientras que a nivel interno las
listas de correo electrónico son utilizadas para difundir
información e intercambiar comentarios entre los miembros
(sobretodo en aquellas organizaciones que operan a escala nacional)
pero todo lo que discurre electrónicamente está siempre
subordinado a las decisiones y debates asamblearios cara a cara. De
esta forma, la comunicación electrónica funciona más
como una extensión virtual
de los espacios presenciales que como una comunidad
virtual. Otra cuestión que diferencia
el empleo de las Organizaciones de Desocupados respecto al de los
movimientos ambientalistas consiste en que, si bien aquellas se
comunican electrónicamente entre sí para coordinar
acciones off line
(marchas, cortes, etc.), a diferencia de estos últimos, la
acción on line
es prácticamente nula. En síntesis, las NTIC operan y
son consideradas como un recurso cuya función es básicamente
instrumental en tanto se las utiliza casi exclusivamente para
multiplicar de manera más eficiente los contactos. En cambio,
la construcción y afianzamiento de la identidad colectiva
pareciera correr por otros canales como el espacio-tiempo de las
protestas, de las asambleas y del trabajo conjunto en los
emprendimientos.
En segundo lugar, respecto al empleo de las NTIC
realizado por los movimientos sociales latinoamericanos investigados
por León, Burch y Tamayo, las Organizaciones de Trabajadores
Desocupados recorren los mismos pasos en la aplicación de
Internet a sus actividades.
En el primer escalón se encuentra
el uso del correo electrónico, promovido tanto por las
formalidades estatales como por el “efecto contagio” de
otros movimientos sociales mientras que la presencia en la telaraña
mundial también se les presenta a los movimientos piqueteros
como un salto difícil de superar. Sin embargo, a diferencia
del de los autores citados, en mi caso no se observa que el empleo de
las nuevas tecnologías haya promovido grandes procesos de
descentralización de las distintas funciones de las
Organizaciones de Trabajadores Desocupados ya que el manejo
estratégico de estas herramientas se concentra generalmente en
las áreas especializadas (comisiones de prensa, oficinas
técnicas, etc.) y en los círculos dirigenciales de los
movimientos. Si bien los medios digitales han fluidificado y
abaratado los intercambios internos, esto no supone necesariamente el
desarrollo de una descentralización en la comunicación
ni una desjerarquización de los circuitos informativos. Menos
aún, el empleo de las nuevas tecnologías garantiza la
construcción de organizaciones horizontales ni una
distribución igualitaria de las potencias decisionales.
En tercer lugar, una cuestión que se presenta
como un particular énfasis en las Organizaciones de
Trabajadores Desocupados consiste en su predisposición para
desarrollar espacios para la capacitación informática
de sus miembros. Para poner un caso, en la UTD de Gral. Mosconi, cuya
ideología que sustenta el conflicto – la totalidad,
en términos de Touraine – consiste en la recuperación
de la cultura del trabajo, se dictan cursos de informática que
resultan muy útiles para sus miembros a la hora de buscar un
empleo. Allí, constantemente reflexionan que “para
manejarse en el mundo actual es necesario manejar la informática;
por ejemplo, en las petroleras todas las cadenas de producción
están computarizadas.” Este reconocimiento del poder
omnipresente de las nuevas tecnologías pareciera haber
desatado procesos de adaptación por parte de las
organizaciones.
Desde un enfoque de la Teoría de Movilización
de Recursos se podría preguntar por qué ha surgido esta
necesidad de movilizar recursos informáticos por parte de las
organizaciones de trabajadores. Pues bien, al parecer, tanto los
tiempos de la política actual como los tiempos de la dinámica
productiva hacen indispensable el manejo de las herramientas
digitales. Por un lado, el Estado impone este manejo a través
de la distribución de los planes sociales (los padrones de
beneficiarios se gestionan exclusivamente de manera electrónica
y los padrones se detallan en planillas de Excel). Por otro lado,
como vimos, el mercado laboral pone como requisito excluyente “el
manejo de PC.” A su vez, los individuos creen que “sin
manejo de computadora no sos nadie” y consecuentemente le
demandan capacitación a la organización.
Por su parte,
para el manejo, la gestión, la producción y difusión
de información, un aspecto tan caro a las Teorías de la
Identidad Colectiva, muchas organizaciones han establecido verdaderas
alianzas estratégicas con las Agencias Alternativas de
Información. Estos productores de bienes informacionales
apoyados en un formato digital, eslabones fundamentales de los
circuitos de contrainformación, les permiten a los movimientos
piqueteros saltar el cerco informativo tendido por los grandes medios
otorgándole resonancia mundial a sus actividades,
emprendimientos cotidianos y estilos de vida y brindándoles un
espacio a sus voces premeditadamente silenciadas por las
corporaciones mediáticas. Asimismo esta vidriera impulsa el
establecimiento de contactos con otros movimientos alter y anti
globalización de todo el mundo.
Finalmente, cabría preguntarse si existe una
ruptura simbólica en torno a los significados que adquieren
las NTIC en las organizaciones estudiadas. Si bien aún no
existe un cuestionamiento generalizado al sentido hegemónico
que estas adoptan en la actual etapa del capitalismo, las
Organizaciones de Trabajadores Desocupados se las ingenian para
sacarles provecho adecuándolas a sus propios intereses como la
comunicación entre movimientos y la difusión
alternativa de sus actividades y pensamientos.
Asimismo, las
instancias de capacitación han abierto nuevos espacios de
demanda tanto por parte de las organizaciones hacia el Estado como de
los miembros hacia los movimientos; espacios que no solo posibilitan
un empleo contestatario de Internet sino que también
contribuyen a la ruptura del sistema de creencias autoculpabilizante
tan arraigado entre los individuos desocupados.
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