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Edición digital

Edición N° 51 - primavera 2008

Acción Colectiva e Internet en las Organizaciones de Trabajadores Desocupados

Por:
Sebastián Benítez Larghi
* (Datos sobre el autor)


Introducción.

La última década ha mostrado, tanto en la Argentina como en el resto del mundo, la emergencia y consolidación de novedosos actores sociales colectivos. En muchos casos, esta presencia puede ser leída como una respuesta a las políticas económicas de ajuste y a las transformaciones en el modo de producción capitalista producidas por el neoliberalismo, procesos donde las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (NTIC) ocuparon un lugar preponderante. En el presente trabajo 1 me propongo, justamente, abordar los vínculos que pueden llegar a existir entre las transformaciones societales, la emergencia de nuevos movimientos sociales y los significados de las NTIC en la vida social. Para ello, comenzaré revisando distintas investigaciones que se han concentrado en el estudio de los vínculos establecidos por diversos movimientos sociales con las NTIC en general y con Internet en particular.
Durante este recorrido vislumbraré las referencias teóricas que orientan la conceptualización de la Acción Colectiva y de los Movimientos Sociales en dichos abordajes. Luego, a partir de esta base, plantearé las dimensiones de la acción colectiva que, a mi juicio, se ven afectadas por los modos en que un actor específico como las Organizaciones de Trabajadores Desocupados argentinas se aproxima a las NTIC y, en base a los primeros datos recabados durante mi investigación, presentaré algunas conclusiones – de carácter comparativo respecto a los movimientos estudiados en la bibliografía previamente revisada – en torno al carácter asumido por los empleos tecnológicos desarrollados por estas organizaciones.

Movimientos sociales e Internet.

En general, dada la novedad de su objeto, los estudios existentes sobre los movimientos sociales y los usos otorgados a las nuevas tecnologías son relativamente recientes y escasos. Se trata, por tanto, de abordajes más bien exploratorios cuyas conclusiones contienen una rica calidad descriptiva pero una teorización conceptual acotada. Sin embargo, esto no niega la utilidad de sus resultados a la hora de comparar los usos y representaciones de las nuevas tecnologías construidas por las Organizaciones de Desocupados.

Ha sido Castells quien más se ha dedicado a conceptuar a los nuevos movimientos sociales analizando el modo en que se relacionan sus estructuras organizativas, sus objetivos estratégicos y sus identidades con las potencialidades ofrecidas por las tecnologías digitales. En La Galaxia Internet 2 , señala las diferentes razones que hacen imprescindible la relación entre Internet y la estructura, las lógicas y los objetivos de estos novedosos actores. En primer término, dado que en la Era de la Información los movimientos sociales persiguen el cambio social luchando por cambiar los códigos y los significados de la vida social así como por construir nuevas identidades proponiendo modos de vida propios, la comunicación de los valores y la movilización en torno al sentido que ofrece Internet resultan fundamentales.
En segundo lugar, ya que los movimientos sociales rellenan los vacíos dejados por las instituciones verticalmente integradas, las nuevas tecnologías digitales constituyen un medio esencial para la expresión y la organización de estos movimientos que, por un lado, necesitan hacerse visibles y estar conectados y, por el otro, requieren preservar instancias de informalidad y espontaneidad. Internet permite tanto la diversidad como la coordinación de diferentes organizaciones (como por ejemplo el movimiento antiglobalización) para debatir continuamente sin por ello paralizarse, ya que cada uno de sus nodos puede configurar una red propia de afinidades y objetivos con superposiciones parciales y conexiones múltiples.
Finalmente, los movimientos sociales necesitan contrarrestar el alcance global de los poderes contra los que pelean a través de acciones simbólicas de impacto global. Internet permite alcanzarlo conectando las luchas en cada contexto local en redes interactivas que buscan vencer a los poderes globales y así reconstruir el mundo desde abajo. En suma, el vínculo establecido entre Internet y los movimientos sociales se desarrolla en una doble dirección. “Internet proporciona la base material que permite a estos movimientos movilizarse en la construcción de una nueva sociedad. Pero, en este proceso, transforman la propia naturaleza de Internet: de ser una herramienta organizativa de la empresa y un medio de comunicación pasa a convertirse además en una palanca de transformación social” 3

Mario Diani, en un artículo de 1999, discute el impacto de la Comunicación Mediada por Computadoras (CMC) en la acción colectiva de los movimientos sociales. El autor define a los movimientos sociales como “redes de relaciones que conectan informalmente una multiplicidad de individuos y organizaciones, que comparten una identidad colectiva distintiva e interactúan en torno a temas conflictivos.” 4
De acuerdo a esta definición, Diani sostiene que la CMC puede dar forma a varias de las dimensiones de los movimientos sociales como, por ejemplo, el comportamiento de los actores sociales, las relaciones que enlazan a activistas y organizaciones entre sí y el sentimiento de mutua identificación y solidaridad que mantiene juntos a los actores. Con ello vemos como Diani comparte y combina las nuevas teorías de la acción colectiva surgidas en Europa y los Estados Unidos a partir de los cambios sociales producidos por la reconfiguración del modo de producción capitalista durante las últimas décadas. Melucci, Castells, Tilly y Tarrow son algunos de los autores que conforman el bagaje teórico del artículo.
En esta dirección, teorías como la de la Identidad Colectiva y la de la Movilización de Recursos apuntalan el examen de los modos en que la CMC impacta en la acción de los movimientos sociales. Bajo este prisma, Diani indaga si todas las potencialidades provistas por este tipo de comunicación (multiplicidad, multilateralidad, interacción, reciprocidad, bajos costos, alcance global) pueden conducir al surgimiento de nuevos tipos de “movimientos sociales virtuales”. Es decir, a partir de los cambios tecnológico comunicacionales abiertos con la CMC, el autor se pregunta si hay nuevos actores sociales emergiendo ó simplemente nos encontramos con que se trata de la misma movilización social pero ahora mucho más efectiva.
Para echar algo de luz sobre estas cuestiones, Diani relaciona y busca correspondencias entre las formas organizacionales y las formas comunicativas de los movimientos sociales contemporáneos indagando el modo en que la CMC impacta en la organización y acción de distintos tipos de movimientos sociales.
De esta forma, Diani señala que en aquellos movimientos sociales que movilizan principalmente recursos profesionales (se trata mayormente de los movimientos ambientalistas, cuya acción es llevada adelante por un núcleo concentrado de profesionales especializados) la CMC es utilizada para conseguir donaciones entre los miembros pasivos y así sostener a los profesionales que actúan y para concientizar a la opinión pública. Es decir, aquí la CMC no impacta en la construcción de la Identidad Colectiva sino que su empleo es básicamente instrumental haciendo más efectiva la comunicación.
En esta dirección, el impacto mayor consistiría en convertir a individuos aislados y comunidades dispersas preocupados por una cuestión ambiental en comunidades virtuales (“virtual communities”) con una mayor interacción gracias a Internet. En segundo lugar, en aquellos movimientos sociales que movilizan principalmente recursos participativos (es decir, que su motor es la acción directa masiva) la CMC refuerza lazos existentes más que crear nuevos. Según Diani, en estos movimientos es imprescindible que existan interacciones previas antes que las virtuales. Lo que sucede dentro de estos colectivos es que la comunicación mediante computadoras funciona como una extensión virtual (“virtual extensions”) de los encuentros cara a cara, reforzándolos, profundizándolos y multiplicándolos.
De esta forma, en aquellas organizaciones que se movilizan a escala nacional, la comunicación digital otorga una mayor fluidez y exactitud a la articulación entre las distintas ramas de los movimientos. Asimismo, en aquellos movimientos que comparten un mismo espacio geográfico regularmente (por ejemplo un movimiento o asociación barrial) la introducción de la CMC puede generar la construcción de redes comunitarias (“communitty networks”). En tercer y último lugar, entre los movimientos que operan a un nivel transnacional (“transnational organizations”), la CMC se convierte en una herramienta vital para su existencia. Aquí el uso masivo del e-mail es indispensable para incrementar la capacidad de coordinación entre grupos que cooperan en campañas globales cuando, muchas veces, incluso la toma de decisiones se realiza a través del correo electrónico.
En cuanto a la construcción de la identidad colectiva, Diani cree que la CMC puede operar fortaleciendo las identidades y solidaridades entre miembros de redes transnacionales defensivas (“transnational advocacy networks”) incrementando la tasa de intercambios entre activistas y organizaciones muy distanciados geográficamente. Como conclusión general, el autor sostiene que en todos los casos la contribución de la CMC todavía aparece más instrumental que simbólica, es decir, las nuevas tecnologías permiten que los lazos de solidaridad existentes resulten más efectivos pero no crean nuevos donde no los había.

En esta misma línea de investigación, Suzanne Brunsting 5 realizó un análisis empírico sobre la influencia de Internet en las motivaciones para participar dentro de un movimiento ecologista holandés. Nuevamente aparecen aquí conceptos provenientes de las corrientes teóricas de la acción colectiva: identificación colectiva, privación relativa, actitud, norma subjetiva, eficacia percibida de la acción. Brunsting se pregunta si la introducción de Internet puede afectar la naturaleza cambiante de la acción colectiva permitiendo un comportamiento social que transforme ciertas acciones individuales en colectivas.
Mediante una investigación de corte cuantitativo, la autora encuentra que, en comparación con la participación off line, la participación on line (que incluyen desde acciones blandas (soft) como el envío electrónico de cartas y peticiones hasta acciones duras (hard) como la realización de bloqueos virtuales de páginas y casillas electrónicas, rapto y sabotaje de sitios, bombardeo con proclamas de casilla gubernamentales y empresariales) está más motivada por cálculos cognitivos que por factores afectivos como la identificación con el movimiento. Es decir, las personas participan de la acción colectiva a través de Internet cuando existen fuertes expectativas acerca de la efectividad y eficacia de la acción. Adicionalmente, Brunsting concluye que son los participantes más periféricos y los que simplemente se consideran simpatizantes pero no activistas del movimiento quienes más prefieren sumarse a la acción de forma on line.

Movimientos latinoamericanos en la red.

La experiencia de las movilizaciones de Seattle así como también la organización de los distintos Foros Sociales Mundiales (FSM), procesos donde Internet ha resultado un factor clave, son rescatadas por León, Burch y Tamayo como antecedentes de la introducción de los movimientos sociales latinoamericanos en Internet. En dos libros disponibles de forma on line (Movimientos Sociales en la Red 6 y Movimientos Sociales y Comunicación 7) indagan las características de la incorporación de las nuevas tecnologías en la vida de las organizaciones que conforman la Comunidad Web de Movimientos Sociales (CWMS).
En Movimientos Sociales en la Red los autores dedican los dos primeros capítulos a establecer los vínculos existentes entre los cambios sociales contemporáneos, la centralidad de las NTIC y la emergencia de novedosos actores sociales colectivos. De esta forma, los nuevos movimientos sociales surgidos durante la década del setenta y los movimientos transnacionales cuestionadores de la globalización neoliberal de los años noventa son abordados como respuestas a las transformaciones ocurridas tanto en el plano económico con la flexibilización del modo de producción capitalista como en el plano geopolítico a partir de la caída de la Unión Soviética y la consecuente consolidación de la hegemonía capitalista comandada por Estados Unidos a nivel mundial. Los autores recuerdan que las innovaciones tecnológicas nucleadas en torno a la informática operan como soporte fundamental de los nuevos patrones espacio temporales de la organización social contemporánea garantizando la nueva dinámica del poder, un poder encarnado en el sistema financiero mundial que adopta la forma de red. Sin embargo, según León, Burch y Tamayo, las nuevas tecnologías abren espacios para contrarrestar este poder brindando nuevas posibilidades de acción y organización a los nuevos movimientos sociales quienes, acorde a los tiempos, también se estructuran en red. Así, los movimientos alter y anti globalización han encontrado en los enlaces digitales el cimiento tecnológico de su existencia constituyendo inéditas redes de acción global.

Luego, ya concentrados en su universo de estudio, los autores analizan no sólo los usos y aprovechamientos de estas herramientas sino también las motivaciones y percepciones que condujeron a la incorporación tecnológica por parte de un grupo de movimientos sociales latinoamericanos.
En este sentido, evalúan el avance y grado de desarrollo en el manejo de las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (NTIC) por parte de los distintos miembros de la CWMS (entre ellos se encuentran la Comunidad Latinoamericana de organizaciones campesinas – CLOC; el Frente Continental de Organizaciones Comunales – FCOC; la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas – RMAyA; y otros) durante el período que separa ambos textos. Según los autores, si bien la infraestructura sigue siendo limitada, los movimientos consiguen acceder a equipamiento tecnológico; no obstante los factores externos de pobreza continúan poniendo límites en esta dirección. Por otra parte, respecto a los criterios de uso, a medida en que las organizaciones van ganando experiencia en el manejo de las NTIC se va abandonando un criterio exclusivamente administrativo dando paso a un uso más informacional y comunicacional.
En cuanto a los dispositivos más usados, el correo electrónico continúa prevaleciendo en la mayoría de las organizaciones, en tanto es utilizado para difundir actividades, realizar denuncias y coordinar acciones de manera más rápida y menos costosa, permitiendo contactar una mayor cantidad de personas y grupos a pesar de las distancias geográficas. En cambio, la presencia en Internet (principalmente mediante la construcción de un sitio web) demanda un salto cualitativo en la disposición organizacional del movimiento.

Algunas conclusiones en torno a la experiencia de las organizaciones de trabajadores desocupados.

En esta sección recorreré aquellas dimensiones de la acción colectiva propia de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados que podrían estar siendo impactados a partir de la introducción de las NTIC en su vida cotidiana. Asimismo, presentaré algunas reflexiones preliminares en torno a las categorías propias de la bibliografía revisada comparando la experiencia de estas organizaciones con las de los movimientos descriptos en dicha literatura.

Para comenzar debo decir que mi abordaje de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados toma como marco conceptual general a la corriente teórica europea sobre la acción colectiva 8. Esta preferencia se debe a que comparto su visión global de la acción colectiva interpretada como un efecto de las transformaciones ocurridas en el tipo societal capitalista. En este sentido, entiendo el surgimiento de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados como una respuesta a los cambios sociales producidos por el modelo neoliberal imperante desde hace tres décadas en nuestro país y, más específicamente, como un signo del impacto producido por las políticas económicas de ajuste en las clases trabajadoras. Adicionalmente, y en plena concordancia con Melucci 9, abordo a las Organizaciones de Trabajadores Desocupados como formas de acción colectiva que van construyendo nuevos valores y códigos alternativos a los dominantes.
Por ello las investigo como posibles dadores de nuevos significados a las tecnologías digitales, es decir, examino si el uso de Internet ayuda a la construcción de organizaciones más horizontales y con una dinámica más participativa que la de las instituciones y movimientos sociales tradicionales (como por ejemplo los partidos políticos, las empresas y los sindicatos) y si multiplica las capacidades para comunicar los pensamientos y experiencias de estos actores estableciendo asimismo lazos y redes con otros movimientos similares.
Tomando uno de los elementos más distintivos de los “nuevos movimientos sociales”, es decir, su capacidad para transgredir los límites institucionales de un orden constituido, se debe indagar si el empleo de las nuevas tecnologías realizado por estas agrupaciones tiende a traspasar las barreras del sistema dominante. Esto es, si en sus prácticas y discursos en torno a los medios electrónicos las Organizaciones de Trabajadores Desocupados subvierten el carácter mercantil y el significado individualista y privado impuestos a las tecnologías por el capitalismo. Además, el estudio de la relación establecida con las innovaciones tecnológicas hace a las características fundamentales de los “nuevos movimientos sociales”: la construcción de una identidad colectiva, la horizontalidad, la formación de nuevos valores y la interpelación a la opinión pública. Sin embargo, no planteo desechar otras corrientes de pensamiento, como por ejemplo la Teoría de Movilización de Recursos 10; así como los distintos intentos por sintetizar ambas visiones como, entre otras, la obra de Tarrow 11 De esta forma, el abanico de dimensiones plausibles de análisis es muy amplio. Por un lado, cabe preguntarse de qué modo el uso de las nuevas tecnologías dado por las Organizaciones de Trabajadores Desocupados se transforma en un recurso organizacional adicional a ser gestionado; un recurso que se vislumbra como un factor clave (mediante el correo electrónico y software específico como las planillas de cálculo) para hacer más efectiva la movilización de otros recursos organizacionales fundamentales, como por ejemplo la consecución de planes sociales y la autogestión de emprendimientos.
Por otro lado, puede resultar muy interesante evaluar si esta apropiación tiene efectos en la construcción de la identidad colectiva de cada grupo, por ejemplo a partir de la presencia del movimiento en el ciberespacio gracias a una página web; si el correo electrónico o los foros de discusión permiten ampliar el espacio de participación y la socialización de la información y si la existencia de agencias alternativas de información permiten transmitir sus acciones y pensamientos superando el cerco informativo tendido por los grandes medios de comunicación.

Ahora bien, soy consciente de que estas visiones deben ser adaptadas, contrastadas y reformuladas a la luz de la experiencia latinoamericana. Una primera e importante reformulación consiste en señalar, junto con Schuster y Pereyra, que en Argentina es arriesgado hablar de Movimientos Sociales en tanto las manifestaciones desarrolladas a lo largo de la década del noventa no se inscriben claramente en una historia de movilizaciones de largo alcance. Es por ello, que preventivamente conviene hablar de Acciones Colectivas de Protesta en lugar de movimientos sociales 12. En segundo lugar, se debe relativizar el énfasis puesto en la persecución de valores postmateriales por los teóricos europeos para describir a los nuevos movimientos sociales de su continente en tanto es por demás evidente que la acción colectiva latinoamericana se caracteriza principalmente por la lucha por la reproducción material de la vida. Por tanto, no se debe escapar este factor clave de la conformación de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados (esto es, la lucha por la supervivencia, contra el hambre y por la recuperación del trabajo como medio de vida) a la hora de analizar la importancia asignada a la comunicación y a los medios electrónicos.

De acuerdo a las primeras investigaciones realizadas – mediante el análisis y seguimiento de las páginas web y de listas de correo electrónico edificadas por un conjunto representativo de organizaciones y entrevistas a los encargados del manejo de las herramientas electrónicas – se pueden efectuar algunas consideraciones en torno al empleo de las NTIC por parte de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados.

En primer lugar, y concordando con las conclusiones de Diani, se puede decir que las organizaciones estudiadas y sus empleos de las NTIC se encuadran dentro de aquellas que el autor clasifica como movimientos sociales que movilizan recursos participativos ya que los lazos establecidos electrónicamente, tanto interna como externamente, sirven para reforzar intercambios presenciales ya existentes pero rara vez generan nuevos lazos. En este sentido, los contactos cara a cara continúan ocupando un lugar fundamental e irremplazable en las organizaciones de desocupados.
A nivel externo, las comunicaciones digitales sirven para afianzar contactos y para coordinar de manera más rápida y efectiva acciones conjuntas entre movimientos mientras que a nivel interno las listas de correo electrónico son utilizadas para difundir información e intercambiar comentarios entre los miembros (sobretodo en aquellas organizaciones que operan a escala nacional) pero todo lo que discurre electrónicamente está siempre subordinado a las decisiones y debates asamblearios cara a cara. De esta forma, la comunicación electrónica funciona más como una extensión virtual de los espacios presenciales que como una comunidad virtual. Otra cuestión que diferencia el empleo de las Organizaciones de Desocupados respecto al de los movimientos ambientalistas consiste en que, si bien aquellas se comunican electrónicamente entre sí para coordinar acciones off line (marchas, cortes, etc.), a diferencia de estos últimos, la acción on line es prácticamente nula. En síntesis, las NTIC operan y son consideradas como un recurso cuya función es básicamente instrumental en tanto se las utiliza casi exclusivamente para multiplicar de manera más eficiente los contactos. En cambio, la construcción y afianzamiento de la identidad colectiva pareciera correr por otros canales como el espacio-tiempo de las protestas, de las asambleas y del trabajo conjunto en los emprendimientos.

En segundo lugar, respecto al empleo de las NTIC realizado por los movimientos sociales latinoamericanos investigados por León, Burch y Tamayo, las Organizaciones de Trabajadores Desocupados recorren los mismos pasos en la aplicación de Internet a sus actividades.
En el primer escalón se encuentra el uso del correo electrónico, promovido tanto por las formalidades estatales como por el “efecto contagio” de otros movimientos sociales mientras que la presencia en la telaraña mundial también se les presenta a los movimientos piqueteros como un salto difícil de superar. Sin embargo, a diferencia del de los autores citados, en mi caso no se observa que el empleo de las nuevas tecnologías haya promovido grandes procesos de descentralización de las distintas funciones de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados ya que el manejo estratégico de estas herramientas se concentra generalmente en las áreas especializadas (comisiones de prensa, oficinas técnicas, etc.) y en los círculos dirigenciales de los movimientos. Si bien los medios digitales han fluidificado y abaratado los intercambios internos, esto no supone necesariamente el desarrollo de una descentralización en la comunicación ni una desjerarquización de los circuitos informativos. Menos aún, el empleo de las nuevas tecnologías garantiza la construcción de organizaciones horizontales ni una distribución igualitaria de las potencias decisionales.

En tercer lugar, una cuestión que se presenta como un particular énfasis en las Organizaciones de Trabajadores Desocupados consiste en su predisposición para desarrollar espacios para la capacitación informática de sus miembros. Para poner un caso, en la UTD de Gral. Mosconi, cuya ideología que sustenta el conflicto – la totalidad, en términos de Touraine – consiste en la recuperación de la cultura del trabajo, se dictan cursos de informática que resultan muy útiles para sus miembros a la hora de buscar un empleo. Allí, constantemente reflexionan que “para manejarse en el mundo actual es necesario manejar la informática; por ejemplo, en las petroleras todas las cadenas de producción están computarizadas.” Este reconocimiento del poder omnipresente de las nuevas tecnologías pareciera haber desatado procesos de adaptación por parte de las organizaciones.
Desde un enfoque de la Teoría de Movilización de Recursos se podría preguntar por qué ha surgido esta necesidad de movilizar recursos informáticos por parte de las organizaciones de trabajadores. Pues bien, al parecer, tanto los tiempos de la política actual como los tiempos de la dinámica productiva hacen indispensable el manejo de las herramientas digitales. Por un lado, el Estado impone este manejo a través de la distribución de los planes sociales (los padrones de beneficiarios se gestionan exclusivamente de manera electrónica y los padrones se detallan en planillas de Excel). Por otro lado, como vimos, el mercado laboral pone como requisito excluyente “el manejo de PC.” A su vez, los individuos creen que “sin manejo de computadora no sos nadie” y consecuentemente le demandan capacitación a la organización.
Por su parte, para el manejo, la gestión, la producción y difusión de información, un aspecto tan caro a las Teorías de la Identidad Colectiva, muchas organizaciones han establecido verdaderas alianzas estratégicas con las Agencias Alternativas de Información. Estos productores de bienes informacionales apoyados en un formato digital, eslabones fundamentales de los circuitos de contrainformación, les permiten a los movimientos piqueteros saltar el cerco informativo tendido por los grandes medios otorgándole resonancia mundial a sus actividades, emprendimientos cotidianos y estilos de vida y brindándoles un espacio a sus voces premeditadamente silenciadas por las corporaciones mediáticas. Asimismo esta vidriera impulsa el establecimiento de contactos con otros movimientos alter y anti globalización de todo el mundo.

Finalmente, cabría preguntarse si existe una ruptura simbólica en torno a los significados que adquieren las NTIC en las organizaciones estudiadas. Si bien aún no existe un cuestionamiento generalizado al sentido hegemónico que estas adoptan en la actual etapa del capitalismo, las Organizaciones de Trabajadores Desocupados se las ingenian para sacarles provecho adecuándolas a sus propios intereses como la comunicación entre movimientos y la difusión alternativa de sus actividades y pensamientos.
Asimismo, las instancias de capacitación han abierto nuevos espacios de demanda tanto por parte de las organizaciones hacia el Estado como de los miembros hacia los movimientos; espacios que no solo posibilitan un empleo contestatario de Internet sino que también contribuyen a la ruptura del sistema de creencias autoculpabilizante tan arraigado entre los individuos desocupados.

NOTAS

1 Este trabajo forma parte de una investigación mayor, realizada como parte de una Beca Conicet titulada “Internet y la irrupción de los movimientos sociales”, donde se indagan los usos que los nuevos movimientos sociales argentinos otorgan a las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (NTIC)

2 Castells, Manuel: La galaxia Internet. Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad, De bolsillo, Barcelona, 2003.

3 Ib. Id. pág. 186-187.

4 Diani, Mario: “Social Movement Networks Virtual and Real”, Paper for the Conference “A new politics?” University of Birmingham, Birmingham, 1999, pág. 2.

5 Brunsting, Suzanne: “Social movement participation in the digital age. Predicting Offline and. Online Collective Action”, en Small Group Research, Vol. 33, No. 5, 2002

6 León, Osvaldo, Burch, Sally y Tamayo, Eduardo: Movimientos Sociales en la Red, ALAI, Quito, 2001. Versión on line: http://alainet.org/publica/msred/

7 León, Osvaldo, Burch, Sally y Tamayo, Eduardo: Movimientos Sociales y Comunicación, ALAI, Quito, 2005. http://alainet.org/publica/movcom/mov_soc_com.pdf

8 Me refiero principalmente a la teoría de la construcción de la identidad colectiva y al paradigma de los Nuevos Movimientos Sociales, de raigambre europeo continental (que encuentran en las raíces sociales de los actores, los objetivos y las formas de organización y de acción lo novedoso de los movimientos surgidos a finales de los sesenta donde la construcción de un red de relaciones sociales, la realización de inversiones emocionales y la creación de nuevos códigos y valores culturales como respuesta a las transformaciones estructurales en el capitalismo resultan fundamentales) cuyos representantes principales son Melucci y Touraine, entre otros.

9 Melucci, Alberto: “Asumir un compromiso: identidad y movilización en los movimientos sociales”, en Zona Abierta, N° 69, Madrid, 1994, pág. 153-180.

10 Sostenida por autores estadounidenses como Mc Carthy, Zald, Mc Adam y Oberschall y que pone el énfasis en la elección racional de los actores y en la gestión de recursos, principalmente la organización, como elementos clave de los movimientos sociales.

11 Tarrow, Sydney: El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Alianza, Madrid, 2004

12 Schuster, Federico y Pereyra, Sebastián: “La protesta social en la Argentina democrática. Balance y perspectivas de una forma de acción política”, en Giarraca, Norma (comp.) La protesta social en la Argentina. Transformaciones económicas y crisis social en el interior del país, Alianza Editorial, Buenos Aires, 2001. Los autores definen a la acción de protesta como una acción colectiva con un carácter contencioso e intencional que cuenta con cierta visibilidad pública. La acción de protesta se articula en torno a distintos elementos constitutivos: una identidad, una estructura, una demanda y un formato. Por lo tanto, sus estudios deben preguntarse por el quién, el cuándo y el dónde, el por qué y para qué, y el cómo de cada acción colectiva de protesta.



* Datos sobre el autor:
* Sebastián Benítez Larghi
Licenciado en Sociología (UBA), Magíster en Sociología de la Cultura (IDAES/UNSAM), Doctorando en Ciencias Sociales (UBA).

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