Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
Por:
Este
escrito nace a partir de la necesidad de plasmar reflexiones y
pensamientos, que surgieron de cierta “incomodidad” en
la tarea profesional.
Desde
esta incomodidad, acompañada por el propio devenir de la
intervención, empecé a supervisar, a buscar otras
respuestas, otras categorías, y así fui arribando a
nuevas conceptualizaciones que modificaron y complejizaron la
“mirada”, las búsquedas y la práctica
profesional.
Intenté
pensar en mis propios interrogantes, buscar responder a mis dudas
incesantes. Aquellos interrogantes y dudas que, en algunas
oportunidades, nos hacen sentir desprovistos de certezas para
intervenir o producen una sensación de que el punto de
llegada, no era el que estábamos buscando, llevándonos
así a un “nuevo punto de partida”, en el cual las
preguntas rozan lo fundante del sentido de la intervención y
nos posibilitan recuperar la complejidad del espacio de la
Intervención en lo social.
En
rasgos generales, mi trabajo consiste en la evaluación
profesional para la asignación de becas, dentro de una
institución escolar. Después de varios años de
trabajo, me descubrí preguntándome: ¿es solo
gestión?; ¿Es administración de recursos?; ¿Hay
intervención?; ¿Que hay detrás de la demanda?;
¿Reforzamos aspectos contextuales que aumentan el padecimiento
subjetivo?; ¿Que herramientas tenemos para disminuir el
padecimiento? Y profundizando la reflexión sobre la tarea
cotidiana, el cuestionamiento fue al propio instrumento de registro:
¿Qué tipo de información está aportando?;
¿Para qué?; ¿Para quién? ¿Qué
está quedando fuera?.
Por
estos interrogantes transcurrirán estas páginas, con
la certeza de que por pequeño que sea el espacio de
intervención, el mismo requiere de nuestro “estado de
inquietud permanente”.
LA
CONVOCATORIA INSTITUCIONAL.
Durante
el año 2002, nos convoca una escuela religiosa, privada, para
trabajar con el tema de “las
becas”.
El
equipo de trabajo estaba formado por el director general de la
escuela (un religioso), directivos docentes de cada nivel (primario y
secundario) y dos trabajadoras sociales.
La
tarea propuesta estaba organizada siguiendo el modelo de trabajo de
otra de las escuelas de la congregación, la misma consistía
en la realización de entrevistas domiciliarias e informes de
evaluación de los solicitantes de beca. Dicho procedimiento se
repetiría anualmente.
Recuerdo
una primer charla informal con algún directivo, en la que
comentaba “lo inesperado de la nueva situación, nos
desbordó”, “necesitamos algún profesional
que ordene esto”.
En
ese momento ya podíamos pensar en la irrupción de “LO
SOCIAL” en la institución educativa. El estallido de la
crisis del 2001, desbordó los márgenes de lo conocido
para la institución. El mandato fundacional de “educar”
se había complejizado. Comenzaban a aparecer nuevas demandas
hacia la institución, entre ellas, la de acompañar el
impacto de la crisis en muchas de las familias de los alumnos. Este
impacto se manifestó singularmente al interior de cada grupo
familiar, siendo el eje principal desencadenante, en la mayoría
de las situaciones, la falta o precariedad del trabajo y del
ingreso.
Ante
lo novedoso y desconocido que se estaba presentando, ante el
incremento significativo en las solicitudes de beca y ante la
complejidad de las variables a analizar y de la tarea, se decidió,
desde la escuela, “convocar a trabajadoras sociales a
intervenir”.
LA DEMANDA
INSTITUCIONAL
La
demanda en principio, fue presentada con características de
“preocupación”.
Preocupación
porque, a diferencia de lo que había sucedido históricamente
con el tema de “las becas”, éste se había
transformado en tema de agenda para los directivos, ya no lo podían
seguir abordando individualmente y desde un marco “caritativo”,
sino que intuían que “había que armar algo”.
Preocupación
por algunos principios, que nos pedían fueran marco en la
asignación, entre ellos sobresalían los de equidad y
transparencia.
Otras
preocupaciones se relacionaban, con el ordenamiento de la tarea, con
la mirada, con “ver qué está pasando al interior
de la familia” y, si era pertinente, “compartir
explicaciones sobre la nueva realidad familiar, sobre la relación
con la escuela y la comunidad educativa”.
Analizando
las características de la demanda institucional, se puede
visualizar la presencia en la misma del imaginario en cuanto al
Trabajo Social, como “ordenador”, “controlador”,
concientizador, así como asociándolo a lo comunitario y
solidario.
Este
fue nuestro punto de partida….Así comenzamos.
¿INTERVENCION
EN LO SOCIAL? O ¿ADMINISTRACION DE RECURSOS?
Esta tensión
fue una de las que mas me incomodó en la comprensión de
la situación. Me costaba encontrar aquello que me permitiera
fundamentar que lo que estaba realizando
no
era “sólo
administración de recursos”. El
interrogante que me acompañaba era el siguiente:
¿Se
puede considerar a la realización de entrevistas e informes
sociales para la asignación del recurso de becas escolares
como un dispositivo de intervención en lo social?.
Luego
de varios cuestionamientos, concluí que si, ya que la tarea
realizada era enmarcada en la concepción de la “intervención
como proceso de elucidación”, es decir que “la
intervención implica la elucidación de datos complejos
de una situación o acontecimiento, en tanto aproximación
desde un marco comprensivo de esa situación o en tanto
búsqueda de una secuencia lógica que de sentido a lo
que se presenta como demanda y a la vez plantea la posibilidad de
respuesta de determinados dispositivos para la acción 1”.
Dicho
marco estaba presente, no sólo al interior del equipo
profesional, sino también, en la construcción de
criterios compartidos con el equipo directivo.
Así
mismo, siguiendo a Alfredo Carballeda, conceptualizábamos lo
social
como
una “construcción discursiva, que se reproduce en la
vida cotidiana y que se construye a partir de imaginarios y
representaciones sociales que impactan en lo real, y la concepción
de que la vida social se encuentra organizada en términos de
símbolos, significados y universo de sentidos 2”
Cabe
destacar, que, si bien, esta concepción estuvo presente desde
los comienzos, tropezábamos con dificultades para no caer en
las dicotomías “simbólico-real”;
“subjetivo-objetivo”.
EL SUJETO DE
INTERVENCION: UN SUJETO INESPERADO.
Consideramos
al sujeto de intervención como un sujeto histórico
social, un sujeto que significa, que da sentido desde su posición
social, desde la cual, también construye su identidad. Dicha
imputación de sentidos se encuentra influenciada por
condicionamientos macrosociales.
En
rasgos generales, quienes concurren a la escuela pertenecen a
sectores medios, siendo los afectados por el proceso de movilidad
descendente, quienes solicitan beca.
Dicho
proceso viene dado principalmente por el impacto de la crisis
económica de diciembre de 2001, la cual, como ya mencioné,
tuvo como elementos principales al desempleo y a la precarización
laboral.
Cabe
destacar, siguiendo lo planteado en la tesis de Maestría de la
Lic. Corina Comas, que “para los sectores medios esta cuestión
adquiere una mayor relevancia, en tanto su posición
estructural no deriva de la propiedad de los recursos económicos
sino que el tipo de ocupación y el nivel de ingresos alcanzado
es lo que permite sostener un estilo de vida que los distingue de las
clases populares 3”.
Es
decir, la pérdida de empleo, junto con las pérdidas que
de allí se derivan, “no solo desestabiliza porque
conduce al terreno de la precariedad, sino que junto a ello
sobreviene la pérdida del anclaje desde el cual eran
reconocidos públicamente 4”
Es
en este punto donde podemos visualizar la irrupción del
“SUJETO INESPERADO” en la institución y en la
intervención; Sujeto
Inesperado porque en algún momento se produjo un punto de
ruptura en su trayectoria, que lo hace diferente, en ciertos
aspectos de su cotidianeidad e identidad, a aquel que ingresó
en la institución en condiciones objetivas y subjetivas
totalmente distintas a las que se presentan en la actualidad 5.
Este
sujeto, presenta características desconocidas para la
institución, desbordando las clasificaciones típicas.
En el marco de “las becas”, el Sujeto Inesperado,
cuestiona los mandatos institucionales, los modos de proceder y las
simplificaciones dicotómicas que podrían derivar en el
mero otorgamiento o no del recurso, resultando así la
posibilidad/imposibilidad de continuar en la institución.
Sujetos
Inesperados por la cercanía en la posición con
“nosotros”, con quienes entrevistamos y evaluamos;
inesperados, porque la situación de “caída”
hizo que pasaran a estar del otro lado del escritorio.
Inesperados,
también, los niveles de exposición del deterioro
social , ya sea a través del cuerpo, de la palabra, de la
vivienda o del lugar de trabajo.
El
sujeto con el que nos encontramos en cada una de las entrevistas, se
encuentra atravesado por la incertidumbre en cuanto a la durabilidad
de la crisis, preguntándose si el impacto de la misma
acarreará consecuencias transitorias o permanentes, si el
descenso en la escala social es definitivo o transitorio.
Este
interrogante sobre la durabilidad de la crisis se hacía
visible en el pedido de beca. Es decir, esperanzados en la
transitoriedad de la misma, la solicitud de beca se constituía
en una estrategia de resistencia frente a condiciones objetivas que (
por la falta o precariedad de los ingresos) producirían una
pérdida mas: el tipo de educación elegida para los
hijos y el tipo de institución escolar, en este caso privada y
religiosa.
Por
otro lado, sostener la permanencia de los hijos en la escuela
significaba mantener un lugar en una institución que
representa “seguir siendo parte”, vinculado a la
identidad social que todavía se mantiene.
La
escuela era presentada como último punto de renuncia, frente a
grandes pérdidas que ya habían sufrido. Esta renuncia
indelegable a veces era un “pedido”, otras “un
reclamo”, otras “una exigencia por la pretensión
de derecho adquirido” y otras veces, era vivido como “algo
vergonzante”. En esta diversidad de situaciones encontramos
algo en común: “La
Escuela, como bien irrenunciable”.
Para
algunos lo irrenunciable es la educación:
“lo único que le podemos dejar a nuestros hijos es una
buena educación”, “prefiero comer arroz y fideos a
fin de mes, pero que mis hijos tengan una buena educación”.
“renunciamos a la prepaga, no pensamos renunciar a la educación
de nuestros hijos”.
Para
algunos lo irrenunciable es “esta escuela”: como
lugar central en la historia familiar, ya sea por tradición,
por prestigio familiar, como lugar de reconocimiento social, como
lugar de contención y encuentro, como elemento necesario para
seguir perteneciendo al lugar al que pertenecían antes del
deterioro de la situación, como espacio protector en
situaciones familiares “complejas”, ante
la situación de crisis.
¿PADECIMIENTO
SUBJETIVO?
¿Cómo
singularizar sin individualizar?. ¿Cómo superar la
mirada al “caso”, e interpretar socialmente aquello que
aparecía separado en cada una de las entrevistas? pero que, a
la vez, presentaba rasgos comunes, similitudes, parecidos y también
marcadas diferencias. Esta fue una fuerte dificultad conceptual y
metodológica. Buscábamos la manera de superar
dicotomías que nos enfrentaban al peligro de homogeneizar
situaciones y grupos que no lo son.
Una
primer respuesta nos aproximó a la idea de priorizar los
“nudos significativos del relato”, tratando de visualizar
en ellos, categorías que nos permitieran encontrar puntos de
enlace entre lo contextual y lo biográfico, lo
histórico-social y lo singular. Acercándonos y
apropiándonos del concepto de “Padecimiento
Subjetivo”.
Así
pudimos enlazar padecimiento subjetivo con la idea de “perdidas;
tanto materiales como simbólicas y pensar las mismas como
puntos de inflexión en la historia, que se hacían
significativos.
Podemos
pensar que estas pérdidas, no tienen sólo relación
con el pasado y el presente, sino también con el futuro; el
cual se encuentra atravesado por la incertidumbre para algunos o por
la certeza, para otros, de que se mantendrán y/o
profundizarán las dificultades. Compartiendo ambos, la frase “
ya nada será igual”.
En
este punto me interesa detenerme, en la importancia de desentrañar
los significados del otro en la intervención; afirmando que
“lo
que es significa para el otro” y
que
“ lo real es significado por el sujeto”. Éste es
el lugar en donde se encuentran lo objetivo y subjetivo, lo
histórico-social y lo biográfico; lo material y lo
simbólico, lo visible y lo invisible. Aquí se
profundiza la necesidad de “ser centinela” de mi propia
subjetividad, para poder acceder al mundo de significaciones del
otro; para reconstruir la complejidad de su
propia
narrativa y para acceder a su comprensión y explicación
de la situación atravesada. Es en este marco comprensivo
explicativo, desde donde se da forma a su padecimiento subjetivo.
Este
era nuestro trabajo (mas allá de la evaluación de la
asignación del recurso, o superándola y
complejizándola), conocer la forma en que la crisis se había
encarnado como padecimiento, conocer la singularidad del mismo al
interior del grupo familiar para luego interpretar.
El
contexto en el que comenzamos a intervenir, estaba signado por
fuertes pérdidas para las familias. Dicha situación
afectó sustancialmente los niveles y tipos de consumo de la
clase media, entre ellos se vio amenazada la continuidad del acceso
a la “escuela elegida”. Podemos decir que esta posible
pérdida material, no afecta únicamente al acceso o no
del bien educativo, sino que se la asocia a otras pérdidas:
la pérdida de un “lugar” , en tanto espacio de
pertenencia, de alojamiento, de contención; la pérdida
de un espacio de sociabilidad, en donde se establecieron lazos
sociales y de amistad, pérdida de soporte al grupo familiar, y
también como un golpe al estilo de vida previo a la crisis.
En
este punto se puede agregar, un “sufrimiento extra”, para
los adultos y es que la crisis económica afecta a los hijos,
como así también a su futuro y esto se vive como un
impacto muy fuerte.
Dicha
amenaza en relación a la imposibilidad de sostener la escuela
elegida es, en muchos casos, resistida de distintas maneras, ya sea
con recortes en otros consumos, con estrategias de ahorro, con ayuda
económica de familiares, con endeudamiento o con la solicitud
de beca a la escuela. Es en este momento, en donde se transmite, en
quienes solicitan “la beca”, la individualización
de su padecimiento subjetivo,
manifestando sus sentimientos de culpa, de vergüenza y de
fracaso. Encontrando dificultades para relacionar la trayectoria
propia al contexto social y poder encontrar allí otras
explicaciones que superen la responsabilización individual en
cuanto a la situación que atraviesan.
Nuestra
intervención se orientó a enlazar lo histórico
social con lo singular como forma de disminuir el padecimiento.
EL REGISTRO DE LA
INTERVENCION
Nuestros
instrumentos de trabajo (el cuestionario de entrevista y el informe
social) son, principalmente, nuestros instrumentos de registro, los
cuales, con el devenir de los cuestionamientos, fueron
“naturalmente” puestos en tensión. Entonces,
comenzamos a preguntarnos acerca de la información que nos
brindaba y de sus limitaciones y sobre que estaríamos
perdiendo por “completarlos exhaustivamente”.
Las
tensiones sobre el instrumento de entrevista aparecieron rápidamente
“extensión-profundidad”; “Datos- relatos”;
“foto-historia”; “descriptivo-interpretativo”
“para terceros- para la propia intervención”; “
encuesta social- registro en primera persona, que incorpore la
palabra del actor”. Lo histórico como lugar lineal,
que permite arribar al “entendimiento/ conocimiento del punto
de partida y de llegada, recorrido ordenado. (nos remitía al
origen de…; desencadenado por…, origen de la caída
en la estructura social, )- lo histórico como lugar en cual
visualizar continuidades o rupturas, según el propio marco
de interpretación del entrevistado.
A
partir de este punto “critico” en la práctica, nos
preguntamos cómo incorporar la vida cotidiana, los
padecimientos, el mundo de significaciones; ¿Cómo
historizar?.
Esto
nos llevó a flexibilizar las características del
instrumento, en el que se mantiene, en menor medida, la solicitud de
información “en términos descriptivos”,
pero principalmente buscamos acceder a las significaciones del sujeto
al cual estamos entrevistando.
La escucha y la
interpretación se transformaron en protagonistas, mas que la
pregunta.
La atención
en identificar los nudos significativos del relato, como lugar en
donde “encontrar los ejes donde analizar las continuidades y
estancamientos en la historia y en la constitución de la
identidad.
En
el marco de nuestro trabajo, en las entrevistas realizadas, los ejes
mas fuertes se vincularon al padecimiento, a las expectativas de
mejoramiento en el futuro y en algunos casos, también, al
reclamo desde la apelación al capital simbólico con el
que se cuenta.
Los
cambios introducidos en el instrumento de registro se enmarcan en
reforzar el trabajo desde la perspectiva cualitativa, la cual nos
permitió enriquecer el acceso a la singularidad.
A MODO DE CIERRE
En
esta reflexión, el desafío se centró en “hacer
visible” la propia intervención, los propios
cuestionamientos, cargando de interrogantes a la práctica
cotidiana. Buscando mantener aquellas categorías y
herramientas que se mantienen en consonancia con el horizonte de
intervención y desechando o modificando aquellas que nos
desvían del mismo.
En
esta experiencia de trabajo, nos hemos enfrentado a hechos novedosos,
a sujetos inesperados y a nuevas formas de expresión del
padecimiento, lo cual interpeló nuestros marcos conceptuales,
nuestros procedimientos y nuestros marcos comprensivos explicativos.
Desde esta interpelación, hemos podido establecer nuevas
lecturas de “lo social” en la institución. También
hemos establecido nuevas estrategias de intervención, que
apuntaron a disminuir el padecimiento frente a las pérdidas
“reales” y a las “posibles”, a través
de la recuperación de historicidad de la trayectoria y de la
búsqueda de superación de explicaciones
individualizantes que reforzaban los discursos culpabilizadores que
afectaban a los sujetos con quienes interveníamos
cotidianamente.
Esta
búsqueda y esta interpelación permitió arribar a
una nueva enunciación de lo real. Éste fue nuestro
aporte.
BIBLIOGRAFÍA
Carballeda,
Alfredo. J.M. La
intervención en lo social.
Editorial Paidos. Buenos Aires. 2002.
Comas,
Corina: Lo
social del padecimiento subjetivo: un estudio de casos sobre
movilidad descendente. Tesis
de maestría FLACSO. Buenos Aires. 2006.
NOTAS
1
Carballeda, Alfredo. J.M. La
intervención en lo social.
Editorial Paidos. Buenos Aires. 2002
2
idem
3
Comas, Corina: Lo
social del padecimiento subjetivo: un estudio de casos sobre
movilidad descendente.
Tesis de maestría FLACSO. Buenos Aires. 2006.
4
Idem.
5
Hay muchos alumnos que cuentan con varias décadas de historia
en el colegio, ya sea porque han concurrido, hermanos, primos u
otros familiares cercanos, o por ser hijos de ex alumnos.
* Datos sobre la autora: * Constanza Canali Trabajadora Social. Integrante del equipo Margen Volver al inicio de la Nota |
Volver al sumario | Avanzar a la nota siguiente | Volver a la portada para suscriptores |