1.1 DESDE DONDE MIRAMOS LA VIOLENCIA.
"...Hoy en día se habla mucho de violencia como si lo que constituyó la fatalidad de la historia hiciera finalmente su aparición bajo un nombre claro..." (Michaud).
Si bien la violencia como hecho ha existido siempre en la historia de la humanidad es en éstos últimos tiempos que se la ha ubicado en el escenario de los problemas sociales e intentado categorizar desde las distintas disciplinas.
Observando y analizando detenidamente el espacio social microsocial que conforma el barrio San Lorenzo, es posible distinguir un gran abanico de manifestaciones de violencia. Evidentemente, según quien sea el observador variará la visualización de dichas manifestaciones dado a que como expresa Andrada no puede establecerse una definición unívoca acerca de la violencia, la misma es indefinible desde el campo de lo social ya que ésta nunca es adjudicable a un mismo lugar pudiendo aparecer o desaparecer según quien la hable.
Entendemos que esto se debe a que la conceptualización del hecho violento está mediatizada por la ideología como un "...sistema de representaciones (imágenes, mitos, ideas o conceptos según los casos), dotadas de una existencia y de un papel históricos en el seno de una sociedad dada..."
"...la noción de violencia es indefinible en tanto se define a través de los grupos sociales que detentan el poder de definición"
Dichos grupos definen cual es el orden el cual es presentado como inocente, es decir respetuoso de la regla y amenazado por cualquier otro que intente transgredirlo; como un campo en el cual queda excluida toda manifestación de violencia, un campo inmune a la misma. La violencia es localizada por fuera de los márgenes de este campo social.
"La violencia es obra de los otros, mucho más fantomáticos que semejantes, especies de zombies asociales a los cuales se les opone entonces una legítima defensa (...). Desde este punto de vista la violencia sólo puede ser vista como cosa extraña, como enfermedad o disidencia ..."
Conscientes de esto es que intentaremos identificar y analizar desde nuestro lugar de estudiantes de Trabajo Social, y practicantes del CAE del barrio, las distintas manifestaciones de violencia observadas en las familias del barrio San Lorenzo.
Pensamos que esta conceptualización del hecho violento no coincide, a menudo con la de las familias del barrio y a veces tampoco con las de las distintas instituciones del mismo. Esto se debe a las representaciones de violencia que cada uno de estos actores posee. Intentaremos analizar las diferencias y similitudes de dichas conceptualizaciones.
1.2. MANIFESTACIONES DE VIOLENCIA SOBRE LA FAMILIA
1.2.1. En cuanto a las familia como unidad concreta.
En primer lugar nos encontramos con una violencia la cual generalmente no es visualizada como tal. Al decir de Andrada "no tiene representación social". Esta violencia es expresada en las condiciones de vida de las familias del barrio. Dichas condiciones constituyen una manifestación microsocial de un sistema estructural.
Entendiendo al trabajo como medio por el cual se obtiene el ingreso para el acceso a bienes y servicios necesarios para la reproducción de la familia, observamos que la mayoría de las familias sufren condiciones laborales signadas por la desocupación y la precariedad (subocupación, inestabilidad, informalidad, y desprotección laboral).
La mayoría de los hombres que trabajan lo hacen en "changas" de diversos tipos. Algunos realizan actividades relacionadas con el comercio informal dentro y fuera del barrio (verdulería, almacén, kiosco, etc.). Gran parte de las mujeres trabajan como empleadas domésticas o en empresas de limpieza contratadas temporalmente.
Hay familias en la que alguno de sus miembros (especialmente jóvenes mujeres) reciben trabajos manuales provenientes de talleres de la zona para realizar en sus casas (armado de juguetes, envases, cotillón, etc.). Por último observamos algunas manifestaciones de trabajo de los chicos: como ayudantes del padre en su trabajo o vendiendo en la zona del barrio o cercana al mismo diversos productos provistos por los padres (comida elaborada por la misma familia, productos de limpieza, juguetes).
Ante el contexto laboral vigente las familias se organizan en función al trabajo, ya sea con respecto a su búsqueda y/o a su mantenimiento. Las mismas desarrollan ciertas estrategias según la oferta que encuentran en el mercado a fin de poder acceder a él.
Estas familias están "sujetas" a lo que el mercado laboral les "impone". Las leyes laborales favorecen al empleador y no al empleado, quien queda desprotegido desde todo punto de vista. Los miembros de las familias se ven obligados a vender su fuerza de trabajo, cada vez por más tiempo con menos retribución, cada vez con menos beneficios y más obligaciones.
"Estoy trabajando para una empresa de limpieza. Trabajo de seis de la tarde hasta las tres ó cuatro de la mañana. Nos pagan $2 la hora".
(mamá del barrio)
Si entendemos que la violencia es un abuso en el ejercicio del poder, no nos costará mucho reconocer aquí una manifestación de la misma, a la cual podríamos llamar "violencia del mercado laboral".
Evidentemente este tipo de violencia tiene consecuencias desbastadoras que van más allá de lo económico. Influye en todo el entramado familiar y social, en la construcción de las identidades (personales, sociales, etc.)
Las consecuencias de la actual organización del trabajo (fragilización de la condición salarial), la ampliación de la zona de vulnerabilidad (agentes con trabajos precarios y soportes relacionales frágiles) marcan el camino hacia la desafiliación total (agentes no insertos en el mercado laboral ni en una red de protección).
Así la integración en esta red y la inserción laboral constituyen los dos vectores que definen la integración/ exclusión de las familias del barrio.
Las mismas constituyen una expresión de esta nueva configuración de la estructura social signada por procesos de exclusión, pauperización y subalternización en términos de Danani o de desafiliación en palabras de Castel, donde el trabajo deja de ser el "gran integrador", "produciendo efectos desastrosos desde el punto de vista de la cohesión social" (1). La pérdida del régimen salariado no es reemplazado por otro vector integrador del mismo peso en la construcción de la identidad social.
Tomando a Castel podemos decir que "para categorías cada vez más numerosas de la población activa, y con más razón en las llevadas a situaciones de inactividad forzada se ha perdido la identidad por el trabajo" , entendiendo la identidad en uno de sus aspectos, como referente de los agentes individuales y sus interacciones.
El capitalismo domesticó de tal modo a través de la organización y la disciplina capitalista del trabajo el conjunto de la vida social, con la garantía del Estado, que "cuando las propias condiciones de la producción rompen con la "naturalidad" de esta organización, la alternativa para los individuos es la desocupación y la vida entera queda a la deriva, en lo que hace a la sobrevivencia (propia y de la familia), como a la identidad adulta, el sentido de pertenencia, etc."
La realidad muestra así "trabajadores sin trabajo" denominados por Castel como los "supernumerarios" que flotan en una especie de tierra de nadie social descalificados a su vez en el plano cívico y político, intentando "vivir al día", desalentados, "constreñidos" (en términos de Giddens) por las estructuras para el desarrollo de acciones colectivas en pos de una transformación ya que "cuando se ha identificado su identidad social sobre una base que se desmorona es difícil hablar en nombre propio, aunque sea para decir 'no'".
A esto se le suma la progresiva " mercantilización" de la fuerza de trabajo por la cual es menor la capacidad del agente de disponer de su propia fuerza, de su relativa independencia respecto del capital, limitando sus márgenes de acción y tendiendo cada vez más a lo que Castel llama " el advenimiento de un individualismo negativo" que el agente lleva como una carga.
Una manifestación de este tipo de violencia "consecuencia en gran parte de la violencia antes descripta es el hecho de que varias de las familias no puedan satisfacer adecuadamente sus necesidades básicas. Es así que hay familias que presentan dificultades para satisfacer las necesidades alimentarias.
" Yo me desespero si no tengo para darle a los chicos la leche. Hay días que no tengo nada para ellos"
(Mamá del barrio)
Las condiciones habitacionales en que viven las familias constituyen de por sí una expresión física bien visible de este tipo de violencia.
Las viviendas son en su mayoría precarias, demasiado pequeñas para albergar la cantidad de miembros que cada familia posee, sin servicio de cloacas, con desagües pluviales insuficientes e inadecuados lo que provoca que el barrio se inunde con facilidad.
Por otra parte dado a que las familias no poseen título de propiedad de las tierras, viven periódicamente alarmadas por distintas versiones según la cuales "la villa sería desalojada" ya sea debido a ampliaciones o remodelaciones de fábricas o empresas cercanas ( Autopistas del Sol, talleres de ropa, etc.) Esta sensación de inseguridad también puede ser calificada como manifestación de violencia.
Otro ámbito donde se manifiesta esta violencia es en la educación.
En primer lugar nos encontramos con lo que puede entenderse como fruto de posibilidades y/o oportunidades diferenciales, de condiciones desiguales violentas anteriores, esto es el hecho de que la mayoría de los padres de los chicos no posean estudios primarios completos.
Por otra parte, la educación pública que reciben los chicos del barrio no está en absoluto exenta de las condiciones de gran deterioro y precariedad que presenta dicha educación en todo el país. Sin embargo esto se agrava aún más al considerar que muchas veces estos chicos tienen grandes dificultades para acceder, permanecer e incorporar esta "educación en crisis".
A nuestro entender también es violencia el hecho que adolescentes que quieran estudiar no puedan hacerlo por falta de recursos económicos.
" P (16 años) quiere estudiar, pero yo no puedo pagárselo."
(Mamá del barrio)." Yo me había anotado para hacer un taller de corte y confección, pero ahora que papá se quedó sin trabajo yo tengo que trabajar y entonces no voy a poder estudiar"
(Adolescente del barrio)
Y desde la escuela a menudo se culpa a los chicos por no adaptarse a la misma, sin hacer un análisis más profundo, sin ver que las expectativas que ésta tiene para con ellos difieren en mucho de lo que ellos pueden o quieren responder, que los contenidos que reciben no son significativos ni culturalmente relevantes y sus saberes no son tomados en cuenta ni aprovechados.
La falta de motivación de los chicos, la inconstancia y la falta de conocimientos escolares de sus padres, como la necesidad de tener que trabajar, la imposibilidad de los maestros de acompañar el proceso de los alumnos, son algunas de las causas que producen que los chicos tengan una presencia muy irregular en la escuela y grandes dificultades en el aprendizaje (chicos que repiten, que deben ir a gabinete de recuperación, etc.).
"N falta aproximadamente una vez por semana"
(Maestra de lengua de 6to grado, de escuela de la zona.)
"El grupo es muy faltador. Unos días vienen unos y otros días los otros"
(Trabajadora social de escuela de la zona. )
Como señalan Carro y otros, se observan circuitos de escolarización diferenciales, subsistemas de escolarización, los cuales surgen de la "articulación compleja del conjunto de políticas económicas, culturales y educacionales instrumentadas por el estado, con la intervención de los sujetos..."
Las familias participan así en la configuración de estos circuitos categorizando las escuelas de la zona.
"Yo prefiero pagar para que vayan a la escuela del privada en vez de que vayan a la pública, por que si van ahí no aprenden nada".
( Mamá del barrio)
Frente a esta realidad, podemos reconocer ciertas estrategias desarrolladas por las familias para hacer frente a las variadas dificultades que presenta el sistema educativo, como ser por ejemplo mandar sus hijos al Centro de Apoyo Escolar "para que hagan las tareas y les enseñen".
"Yo tengo mucho interés sobre todo en que Sabrina vaya al apoyo por que ya está en sexto grado y le falta poco para terminar. Yo no tengo vergüenza en decirlo, yo no fui a la escuela y por eso no la puedo ayudar. Me doy un poco de maña para los más chicos pero a ella ya no la puedo ayudar con los deberes"
( Mamá del barrio).
Otro espacio social donde se manifiesta la violencia es en el área de la salud.
Es así que en la actualidad la salud se encuentra en un crítico proceso de deterioro.
Observamos que el sistema de salud pública cuenta día a día con menos recursos humanos, financieros y materiales. Paralelamente, crece la demanda del mismo debido a la gran cantidad de personas que por diversos motivos se ven forzados a salir del sistema de salud privada o de medicina pre-paga y hace uso de este sistema pública.
En lo que refiere a las familias del barrio, las mismas, en su mayoría no poseen obra social, quedando sin cobertura médica que los proteja.
Cabe mencionar que en algunos casos obtienen pensiones no contributivas que son otorgadas por la discapacidad de algún miembro de la familia, por ser madre de más de siete hijos o por "contactos" políticos.
"Por suerte A. tiene obra social ya que en el Hospital San Fenando me la dejaron así" tiene problemas psicomotrices severos como consecuencia de una meningitis.
(mamá del barrio)
La población de dicho barrio cuenta con dos centros de salud municipales. En ninguno de ellos se accede a los servicios sin el bono contribución, el cual sirve para "emparchar" la situación causada por el bajo presupuesto destinado a la salud pública.
Además del arancelamiento de los servicios las familias se ven expuestas a un maltrato por las mismas instituciones, manifestado entre otras cosas en las horas de espera que tienen que realizar para ser atendidos.
Todas estas manifestaciones de violencia resultan violatorias de los derechos humanos y son productos de un sistema social injusto. Constituyen lo que Andrada denomina violencia estructural también llamada violencia social.
La violencia está edificada dentro de la estructura y se manifiesta como un poder desigual, y consiguientemente, como oportunidades de vida distintas.
"Los recursos están desigualmente distribuidos como sucede cuando está fuertemente sesgada la distribución de la renta, o está desigualmente distribuida la alfabetización/educación, o cuando los servicios de salud existentes en determinadas zonas son sólo para determinados grupos, etc. Por encima de todo está desigualmente repartido el poder de decisión acerca de los recursos".
La violencia estructural es padecida no sólo por todas las familias del barrio San Lorenzo, sino por gran parte de la población argentina. Esto se evidencia en el aumento de la pobreza estructural y la exclusión social de los últimos años sumado a nuevos fenómenos como ser los "nuevos pobres", el aumento de la desocupación, etc. Es así que genera "un número masivo e indeterminado de víctimas"
Sin embargo pese a la magnitud que adquiere este tipo de violencia no existe, como ya se mencionó, representación social de la misma. "Suele aparecer como no atribuible a ningún actor humano, como 'naturalizada'". Es por esto que la misma no es visualizada como tal por los actores que la padecen.
"La gente del barrio no visualiza las condiciones de vida como violentas. Pero para mí es violento que una nena esté a las seis de la mañana en pleno invierno colgando la ropa y haciéndose cargo de sus hermanos más chicos como si fuera un adulto"
(Trabajadora Social del CAE).
A diferencia de otros tipos de violencia (como la que se describirá después) que "se hacen ver", el objeto de la violencia estructural puede ser persuadido para no verla en absoluto. "La violencia estructural es silenciosa, no se hace ver (...). En una sociedad estática, la violencia personal se tomará en consideración , mientras que la violencia estructural puede verse como una cosa más o menos natural, tal como el aire que respiramos"
Sólo mediante un análisis que intente "desnaturalizarla" es posible encontrar su origen, y planear estrategias para su transformación. En sí esta violencia es previsible y prevenible (Andrada, 1993).
A nuestro entender si bien la violencia estructural es un factor que influye en la aparición de otros tipos de violencia (institucional, familiar) bajo ningún concepto puede entenderse como una relación causa-efecto o de determinación.
1.2.1.1 En cuanto a la niñez
Lo anterior evidencia la situación dramática en la que viven franjas cada vez mayores de la población cuyo acceso a los niveles mínimos de calidad de vida le son prácticamente inalcanzables, esto es : una educación básica, un sistema de salud accesible, una vivienda digna, la posibilidad de trabajar y un espacio de recreación, entre otras cosas. Pensamos como imposible obviar esta situación de exclusión en el presente análisis, ya que sus efectos impactan particularmente en la niñez siendo su situación la más trágica, por la desprotección intrínseca de los chicos.
La Convención sobre los Derechos del Niño, a la cual adhiere el Estado Argentino, ha dado un paso adelante en lo que respecta al reconocimiento de derechos propios del niño a una calidad de vida digna y al pasaje del niño como objeto a sujeto de derecho, el reconocimiento de su individualidad y su inscripción como ser social, entre otras cosas. Esta tiene, entonces, un significado político, pues "legitima valores en relación con la figura del niño que sirven como herramienta para la transformación de las ideas y las acciones".
Pero, sin embargo, evidenciamos cómo el niño es objeto de ambigua protección por parte del Estado. Por un lado, el Estado adhiere a la Convención y enaltece a la niñez como población privilegiada de políticas sociales (que la gran parte de las veces son limitadas e ineficaces a gran escala), pero, "cuando se da una opinión o cuando se legisla se habla siempre desde "el lugar del niño" en función de conocimientos, de valores, de puntos de vista cambiante ; las decisiones van siempre en un mismo sentido : el de la conformidad con la norma social dominante". A la vez, se evidencia desde el discurso un "fetichismo" en cuanto a la niñez, en el sentido que la representación de la misma siempre alude a un futuro promisorio y por lo tanto, su uso en cuanto símbolo para propósitos comerciales y políticos es imponderable.
Por otro lado, la efectividad de esta noción del niño como sujeto de derechos y de protección pierde validez cuando las condiciones de vida familiar son de extrema pobreza. El Estado no garantiza la no existencia de obstáculos de tipo social, cultural, o económico que limiten las posibilidades de supervivencia de las unidades domésticas en las cuales los niños crecen y se forman. El Estado enuncia un discurso en el marco de la Convención que lo legitima, pero devuelve responsabilidades públicas al ámbito privado. Así, los padres aparecen como los únicos responsables de la crianza y el cuidado de sus hijos, produciéndose una intervención estatal casi exclusivamente por medio de intervenciones judiciales tardías e impotentes que terminan por marginar al niño y a la familia, mientras que en el marco de la Convención el Estado debe prestar a los padres la asistencia apropiada para la crianza y la educación de sus hijos (arts. 18, 24, 27, 28, entre otros).
La formación del niño implica, entonces, una función privada, pero, a la vez, una responsabilidad pública, no desde el discurso y los modelos normativos, sino desde las condiciones reales de reproducción en que las familias desarrollan su vida cotidiana, tal como vimos al abordar las unidades domésticas concretas.
1.2.2 En cuanto a la familia como representación social
La familia nuclear como representación social implica un modelo socio cultural que se revela como idealización de un modelo normativo. Es aquí donde se visualiza a la familia como una entidad simbólica ya que da cuenta de un modelo de sociedad dado y de sus relaciones de producción y reproducción social, siendo ella misma una instancia de esta última que tiene a cargo la reproducción cotidiana y generacional.
Es así que cada sociedad, en un momento histórico determinado construye el modelo de familia que le es "funcional" ya que como institución inscrita en la sociedad su "organización es a la vez causa y consecuencia de relaciones culturales y económicas, manteniendo relaciones múltiples con el cuerpo social en general y el Estado en particular"
Generalmente la familia es asociada al ámbito de lo privado, lo íntimo, "...como lo que sustrae de la acción del Estado y de las miradas y los juicios exteriores", estableciéndose así en contraposición a "lo público", que tiene como actor principal al Estado.
Esto lo observamos tanto en los discursos políticos, en las imágenes proporcionadas por los medios de comunicación, como en el propio discurso de los agentes :
"Lo que pasa acá adentro es asunto mío, y no tiene por qué ir a enterarse esa de enfrente" (Mamá del Barrio)
Las fronteras entre lo privado y lo público son definidas y redefinidas desde el discurso dominante ya que "...el desarrollo de ideas sobre la familia está ligado a la voluntad política de intervenir sobre la familia".
Así, hay diversos usos políticos de "la familia". Al sistema capitalista le es conveniente una familia "reforzada", por que en ella se deriva la reproducción de la fuerza de trabajo.
A partir de la Revolución Industrial y de la diferenciación del lugar de la producción y reproducción, comienza a constituirse un modelo de familia llamado occidental. La familia (ámbito de la reproducción y no ya de la producción), se vincula al ámbito privado (de lo íntimo y autoconciente), frente a una esfera pública.
Este patrón "ideal" de familia instaura comportamientos sociales, a partir de una naturalización de la división social del trabajo por sexo, el hombre se desempeña así en el ámbito de lo público mientras que la mujer queda sujeta al ámbito de lo privado.
En la realidad vemos cómo este ideal se traduce en prácticas concretas que conllevan estereotipos de género y favorecen relaciones desiguales de poder :
"Mi marido me dijo que por ahora no vaya al CAE ( a alfabetización para adultos), por que cuando él llega del trabajo tiene que estar la comida lista, además tengo que cuidar a R" (Mamá del Barrio).
Si bien vemos progresivamente un aumento de hogares donde la mujer sale a trabajar, la inscripción de esta al ámbito de lo privado sigue siendo un aspecto marcado del ideal de familia.
El trabajo de las mujeres fuera del ámbito privado no implica necesariamente una transformación en las relaciones entre géneros sino que muchas veces, tal como lo observamos en el Barrio, se trata de una "mercantilización de las tareas domésticas", desempeñándose, gran parte de las mujeres de la población abordada en diversas formas de trabajo doméstico fuera del hogar (lavado, limpieza, planchado, cocina, cuidado de niños, etc). Esto generalmente no implica una reestructuración del hogar ya que, si bien se ha observado en muchos casos a la mujer desenvolviéndose en "el ámbito de lo público", se la ve, a la vez, haciendo malabares para no perder dicha inscripción al ámbito privado :
"Estoy muy cansada por que trabajo todo el día y, cuando vuelvo a casa me tengo que ocupar de los chicos" (Mamá del Barrio)
O bien requieren de la ayuda de otras mujeres, fundamentalmente, las abuelas o las hijas adolescentes o aún niñas :
"M : No pude inscribirme en el curso de peluquería por que tengo que ocuparme de los chicos en ese horario.
E : Y tu hermano de 22 años no te puede ayudar ?
M : No, el no se ocupa de los chicos, mi papá tampoco. (adolescente del Barrio, 15 años)"
"Al llegar a la casa G (adolescente mujer) estaba limpiando, su mamá se acababa de ir a trabajar. F, el hermano dormía. Según G sale todas las noches y después duerme durante el día".
( Nota de campo)
"La división social del trabajo es clara en este punto : Las mujeres (madres-amas de casa) tienen a su cargo la responsabilidad y las prácticas domésticas, tanto para ellas como para los demás. Otros miembros del hogar pueden ser más autónomos y tener menos responsabilidades, según su lugar en la dinámica del hogar (dependiendo de su edad, género, y poder económico)".
Así, la familia se presenta como "...un microcosmos de relaciones de producción, de reproducción y de distribución, con una estructura de poder y con fuertes componentes ideológicos y afectivos que cementan esa organización y ayudan a su persistencia y reproducción, pero donde también hay bases estructurales de conflicto y lucha" ya que es la única institución que permite organizar las relaciones entre los géneros y entre las generaciones.
"La familia occidental, caracterizada por un matrimonio monógamo, una valoración de la pareja, un reducido número de hijos, una repartición de roles en el seno de la pareja..." es el modelo o patrón socio cultural, es el estereotipo (tipificación) de la familia occidental a través del cual se han naturalizado las relaciones familiares y de género. Desde cada institución se realiza dicha naturalización que está en directa relación con el tipo de servicio que presta.
Se puede observar que en las relaciones entre las familias y las instituciones se quiebran dichas tipologías, en especial en lo que atañe a la correspondencia entre roles, funciones y sexo. Tomamos el ejemplo de cómo la escuela se relaciona con la familia, suponiendo una "familia tipo", y cuando no se encuentra con ésta "oscilan entre la perplejidad y la inculpación", considerándolas como desviaciones :
"Yo ya no sé que hacer con M, cité a la madre en varias oportunidades y ella nunca apareció. Esa familia es un lío"
( Maestra de una escuela de la zona).
Si bien en las escuelas el modelo alude a la presencia de la figura masculina son en realidad las madres las que mantienen habitualmente una relación cotidiana con la escuela, aunque en las representaciones, el principio de autoridad es conservado por los padres, se expresa esto en el lenguaje utilizado en la institución escolar :
"Sabemos que en la casa el que tiene la última palabra es el padre, pero siempre que cito al padre, no aparece y viene la madre"
( Orientadora social, escuela de la zona)
Y también esto, muchas veces asumido por la misma familia :
" Cuando mi marido se enoja y los levanta a los chicos para ir a la escuela, ninguno dice nada y van" (Mamá del Barrio).
Para comprender la organización interna de la familia es, entonces, preciso evidenciar cómo los principios de la misma siguen las diferenciaciones según edad, sexo y parentesco. Entendemos que estos principios son elaborados socio culturalmente pero naturalizados en nuestra sociedad. Esto lo observamos tanto en las relaciones de género como entre padres e hijos, donde los segundos están subordinados a los primeros, a quienes deben respeto y obediencia, "... manifiestos en la obligación de colaborar y participar en las tareas para el bienestar común, definido y mantenido por la autoridad paterna" :
"Los chicos ayudan al padre a vender mercadería y si les roban o pierden algo él se la descuenta de la paga de un peso por día"
( Madre del barrio)
En el actual modelo neoliberal el Estado fortalece a la familia como ámbito de lo privado a fin de compensar la desarticulación del sistema público en lo que atañe a la reproducción de la misma, trasladándose así del ámbito público al privado. Esto forma parte de las representaciones de los agentes acerca del tipo de unidad que conforman o deberían conformar y acerca de su organización cotidiana.
Este ideal constituye lo que denominamos unidades domésticas concretas ya que en cada una de las construcciones de familia se ponen de manifiesto, no solamente diferentes versiones acerca de lo que ésta es, sino también los múltiples marcos normativos que son propuestos como modelos de comportamiento en las relaciones familiares, aquello que "se quiere ser" y en pos de lo cual "se trabaja". (Grassi E., 1997).
Así, observamos cómo, por ejemplo, el fracaso escolar, es interpretado por los padres y los niños como una dificultad propia y no se adjudica responsabilidad al sistema escolar :
"La maestra me dijo que va a repetir, y está bien, por que es una burra, ahora está en el lugar del aula donde están los más atrasados" (Mamá del Barrio).
Lo mismo podemos observar en cuanto a los servicios de salud, donde conseguir un turno es un "premio" a la perseverancia de la "buena madre" por haber realizado una cola desde las cinco de la mañana.
De este modo, la familia, que aparece como el ámbito de lo privado, lo íntimo, está atravesada por lo público, las relaciones dentro de la familia, están en alguna medida reguladas por el Estado y por una ideología pocas veces explícita.
La familia es el ámbito de lo privado en el sentido en que esta ideología termina siendo procesada por sujetos particulares y en particulares condiciones de reproducción, pero es a la vez el ámbito de lo público en el sentido de que está en relación con los procesos sociales. (Grassi E., 1997).
Es sólo a través de estas relaciones que podemos comprender su construcción como tal y las disputas simbólicas que se desarrollan en la construcción de sentido y en la definición de fronteras entre lo público y lo privado.
El ideal y los supuestos implícitos "expresan las representaciones sociales que forman parte del sentido social que tiene la institución en cada época (...) que hacen que las acciones e intervenciones resulten legítimas...". Este sentido social es "resultado, a su vez, de los procesos de hegemonización en el campo cultural", es el poder de nominación oficial desde el cual se crea el sentido común, objetivando así a "la familia" y regulando en cierta medida su vida cotidiana.
En la realidad cotidiana de las familias analizadas del barrio, vemos cómo, el Estado, diversas instituciones y los mismos profesionales intervienen permanentemente conformando a "la familia" y los roles dentro de ella, controlando su funcionamiento, poniendo límites, ofreciendo oportunidades y opciones :
"A. hizo referencia a que todavía no le mandaron la asistente social de la escuela, como el año pasado, que cada tanto iba por que los chicos faltaban."
"L dice que le dijeron en la escuela que le daban plazo de una semana para empezar un tratamiento... Dijo que en la escuela le preguntaron cómo vivía antes en el barrio Los Troncos y que le hicieron llenar un cuestionario a a su hijo."
"La psicopedagoga piensa que es bueno que desde una institución se le marcara la situación y se le hiciera ver que algo tenía que hacer"
"Este policiamiento se sostiene manteniendo al mismo tiempo el reconocimiento y la valoración ideológica de la familia como ámbito privado, al margen de la vida pública y política".
Se evidencia así una tensión entre el respeto a la privacidad de la familia y las responsabilidades públicas del Estado, las instituciones y las intervenciones profesionales. Tensión que requiere la redefinición de la distinción entre lo público y lo privado, distinción simbólica e ideológica pero no práctica ya que en los hechos esta frontera tiende a borrarse.
Observamos esto también a través de los medios de comunicación, fundamentalmente la televisión. Algo que nos llamó la atención durante las entrevistas domiciliarias fue la presencia constante de la televisión transmitiendo programas donde actores interpretaban a la "típica" familia de clase media, programas de "opinión pública", etc.
Entendemos que la televisión se instala en el ámbito privado regulando y acondicionando la comunicación también en la vida cotidiana.
Aunque resulte aparentemente obvio, "es necesario insistir en la idea de que los medios de comunicación social son parte constitutiva de la estructura socio cultural, política y económica de la sociedad y que definen, por lo tanto, un lugar de poder efectivo en la misma" transmitiendo los valores predominantes de la cultura y definiendo desde este lugar lo que se espera que "la familia" sea y las funciones que realice, como así también, fundamentalmente por medio de las publicidades, modelos sociales, concepciones de "lo femenino" y "lo masculino" asociado al consumo de bienes, estas concepciones son parte constitutivas de un sistema simbólico más general.
A la vez, observamos cómo los modelos e ideales, como así también las pautas de consumo transmitidas por los medios, no se corresponden con la realidad cotidiana y posibilidades de los sectores populares ya que la ideología implícita es impuesta por aquellos que conservan la hegemonía en el campo cultural y simbólico.
Sin lugar a duda estas representaciones en cuanto al ideal de familia, ejercen, aunque de manera solapada, una violencia sobre las unidades domésticas concretas del barrio San Lorenzo. Esta es una violencia a la cual podemos denominar como "invisible", la cual representa, no lo oculto, sino lo denegado, la hegemonización en el campo cultural e ideológico. (Giberti, 1989).
Supone la acción global de fuerzas establecidas y respetadas en la sociedad, y no recibe por ello la condena que se aplica a la violencia visible por carecer, la invisible, de representación social como tal.
1.2.3. En cuanto a las relaciones de poder y control social.
La violencia y el poder están relacionadas no sólo desde el plano conceptual sino que el mismo hecho violento supone un abuso en el ejercicio del poder. Es por eso que consideremos necesario introducir en este desarrollo un breve análisis sobre el mismo.
Entendemos que el poder atraviesa todas las relaciones sociales. como menciona Foucault " el poder tiene que ser analizado como algo que circula, o más bien como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allí, no está nunca en las manos de algunos, no es un atributo como la riqueza o un bien.(...) Y en sus redes no sólo circulan los individuos, sino que además están siempre en situación de sufrir o de ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consintiente del poder, ni son siempre los elementos de conexión. En otros términos, el poder transita transversalmente no está quieto en los individuos."
Es importante aclarar que lo antes dicho no significa que todos los agentes tengan las mismas posibilidades y recursos para ejercer ese poder. Si bien todos los agentes tienen la posibilidad de "ejercer poder", existen condiciones de orden social, económico, cultural, institucional, barrial, familiar, por las cuales son diferentes las alternativas que se le presentan a cada uno de ellos, provocando que las formas y grados de ejercicio de ese poder varíen.
Desde las instituciones se visualiza un "ejercicio de poder" muchas veces sutil, violento sobre las familias, imponiéndoles normas, reglas, y sanciones a las transgresiones de las mismas. Creando así tipificaciones que encuadran a los miembros de las familias dentro de las categorías : "familia en riesgo social", "familia problemática", " madre abandonica", "familia promiscua", etc, de acuerdo a las representaciones antes analizadas.
Las familias de alguna manera "aceptan" estas reglas y normas que se les imponen debido a que las instituciones contribuyen a su "supervivencia", ya sea los hospitales otorgando servicios, la escuela, el comedor, etc.
Este sometimiento a carencias y privaciones les sustrae oportunidades para organizar su poder y dirigirlo hacia aquellos que están en las esferas hegemónicas.
Es así que entendemos por violencia institucional aquel lugar donde se dan procesos por los cuales toda sociedad se organiza a través de un movimiento continuo de construcción y desconstrucción.
Es de importancia destacar que en toda institución se articulan dos tendencias complementarias :lo instituido (es decir lo normado, establecido, estipulado) y lo instituyente (es decir, aquello que puja por cambiar innovar e integrarse a lo "ya dado").
Estas tendencias conviven en permanente tensión e interacción. Ambas son necesarias para el funcionamiento de la vida institucional.
Si bien las instituciones son parcelas de la sociedad que cumplen una función específica, por ejemplo la educación, que permiten la supervivencia de la sociedad considerada es necesario comprender dicha "funcionalidad" a la luz del conjunto de significaciones en la cual está inmersa y la constituyen, como así también las prácticas que ésta lleva a cabo.
En este contexto consideramos a la violencia institucional como un espacio intersubjetivo donde se ponen en juego relaciones simbólicas de poder, es decir, la imposición no sólo de normas sino también de "maneras obligatorias de percibir y concebir el mundo social y físico, y maneras obligatorias de actuar en él".
Es por ello que la escuela y junto con ella todas las instituciones educativas constituyen lo que Althusser denomina "aparatos ideológicos del Estado", los cuales funcionan masivamente con la ideología como forma predominante, pero utilizan secundariamente, y en situaciones límites, una represión muy atenuada, disimulada, es decir simbólica.
Encontramos así en el barrio distintas posibilidades de ejercicio del poder. Por un lado el ejercido por algunos miembros del mismo, encargados de la administración de ciertos recursos, quienes por su posición tienen el poder de decidir sobre un "otro". La puntera política que tiene a su cargo el comedor para los menores de cinco años decide según su libre criterio quienes pueden tener acceso al mismo y quienes no. La manzanera del Plan Vida posee en este aspecto una posibilidad diferente de ejercicio del poder con respecto a las otras mujeres del barrio.
En el ámbito familiar se observan relaciones de poder que suponen dominación. Dicha relación dominados-dominantes se da a través de la coersión o los castigos ya sean físicos o emocionales, y a menudo la aceptación de tales por parte de los "dominados" que como algo natural organiza la vida cotidiana de los mismos.
"Muchas veces me quedo en mi casa para no tener problemas con mi papá, a mi me dicen que no haga siempre lo que él quiere, pero que le voy a hacer
es mi papá" ( Adolescente del barrio)
Es así que entendemos que muchas veces los protagonistas no tienen conciencia de lo que sucede, o si la tienen le otorgan legitimación precisamente porque es "natural" que sea así.
Coincidimos con la autora Eva Giberti al clasificar esta violencia también como invisible, "...porque se asienta en la naturalización de los roles asignados (...) por la cultura, y es violencia porque la fijación en ellos compromete sus opciones individuales y su autonomía personal.
(...) Lo invisible no es, entonces lo oculto, sino lo denegado, lo interdicto de ser visto..."
Al investigar la estructura de poder nos explicamos el control social y de manera inversa analizando a éste se nos esclarece la naturaleza de la primera.
Sostenemos que el control social se ejerce desde y sobre la organización social y sobre cada uno de los agentes de manera dinámica, ya sea que lo padezcamos, ejerzamos o ambas que suele ser lo cotidiano. Este ejercicio se da a través de una selectividad de procesos (categorizando, esteriotipando) utilizando estrategias en la socialización.
Definimos así a dicho control como una construcción social de sistemas normativos, que tiene por objeto el mantenimiento y reproducción de un orden social generado a partir de determinadas relaciones de producción.
"...Cualquier institución social tiene una parte de control social que es inherente a su esencia, aunque también puede ser instrumentada mucho más allá de que corresponda a esa esencia. El control social se ejerce, pues a través de las familias, de la educación, de la medicina, la religión, de las pautas políticas, de los medios masivos de la actividad artística, de la investigación científica, etc..."
Se pueden distinguir niveles donde este control utiliza desde medios mas o menos difusos e implícitos hasta aquellos específicos y explícitos :
El primer nivel se desarrolla a través del proceso de socialización primaria y secundaria mediante instituciones básicas, como son la familia, la escuela, el trabajo, etc. Se trata de asegurar la internalización por parte de los actores, de los valores oficiales (presentados como ideales) que se transmiten para obtener un comportamiento individual y colectivo adecuado y un consenso amplio. Forman parte de este nivel todas las medidas de organización social, incluyendo las políticas asistenciales-asistencialistas, destinadas a eliminar y amortiguar los conflictos sociales.
El segundo es desarrollado a través de los medios de comunicación de masas, los cuales muestran la existencia del consenso que se crea en el primer nivel y apuntalan los valores oficiales .Induciendo así pautas de conducta sin que los actores, en general, perciban esto como "control social", sino como formas de recreación.
Aquí también se ubica el papel de los operadores sociales : trabajadores sociales, sociólogos, criminólogos, etc. Estos operadores crean estereotipos, señalan los distintos criterios de diversidad, establecen los límites de la marginalidad ; todo esto en nombre de las ciencias sociales.
Asimismo son los que proporcionan los elementos básicos para la elaboración de la opinión pública sobre lo que es "la desviación" y "los desviados".
Estos niveles no se dan de manera aislada, sino en un continuo en el que cada uno complementa al otro. Cuando uno de ellos "falla" se activa el siguiente.
"De la escuela todavía no me mandaron la Trabajadora Social,
ahora me dijeron que te mandan a tribunales y podes ir presa"
(mamá del barrio)
En efecto, el control social adquiere un carácter menos manifiesto, mucho más sutil, menos identificable en términos de actores específicos que cometen los actos ; pero no por ello es menos destructivo para la vida humana.