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Edición digital

Edición N° 52 - verano 2009

Crónica de una experiencia en la residencia de psicología comunitaria de Salta

Por:
Franco Alejandro Medina
* (Datos sobre el autor)


Decisión

Creo que lo primero que uno debería contar es porqué la decisión de rotar por el lugar escogido. Sabemos que siempre hay más motivaciones de las que podemos anoticiarnos, pero acerca de las que podría dar cuenta creo que una de esas razones fue conocer un modo de trabajo diferente al nuestro, donde los residentes son formados para realizar un trabajo en la comunidad. Entonces, si la idea es comprender como se trabaja desde el ámbito comunitario ¿qué mejor que hacerlo en una residencia de psicología comunitaria? Desde otro lugar más alejado de lo racional y más cercano al polo emotivo mi amor/pasión por el noroeste argentino inclinaron la balanza a hacer las valijas y partir el 31 de agosto rumbo a una gran experiencia que terminaría durando 4 meses y la cual, obviamente, dejaría huellas imborrables.

Introducción

El presente informe tiene por función dar cuenta de mi inclusión durante los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre en la residencia de Psicología Comunitaria de la provincia de Salta. Inclusión realizada con el objeto de conocer el funcionamiento del enfoque comunitario y el método de la Atención Primaria de la Salud. Para tal fin, expondré los múltiples ámbitos por los que transité y algunas de las visualizaciones que he podido realizar de las mismas.

Un poco de Historia 1

La residencia de Psicología Comunitaria es creada por el Ministerio de Salud Pública de la Provincia de Salta en el año 1999. Conjuntamente con la residencia de Medicina Familiar Comunitaria, tiene asiento en lo que aquel entonces era la Dirección de Primer Nivel de Atención que actualmente es la Coordinación de Gestión Operativa Primer Nivel de Atención, institución que coordina los centros de salud que se encuentran distribuidos en los barrios de la ciudad de Salta. En Salta, es la primera residencia provincial para psicólogos y es la única en el país con asiento en centros de salud. El ingreso a la misma es a través de un concurso. Constituye un sistema remunerado con dedicación exclusiva, actividades programadas y supervisadas.

La duración de la residencia está estipulada en 3 años en los correspondientes centros de salud más un año de rotación en el interior de la provincia. Año que es llamado de “devolución” y que desde la residencia se intenta lograr que este último año también pueda ser realizado en los centros de salud. La residencia cuenta con un cargo de instructor que se concursa cada tres años, un cargo de jefe de residentes que se renueva anualmente y es elegido por los residentes, más profesionales de primer nivel. El cupo de residentes que ingresan lo determina el programa de recursos humanos del ministerio de salud pública. En principio eran cuatro los cargos a ocupar, pasando luego a ser tres.

Desde su creación, la residencia ha vivenciado diversas dificultades. Uno de esos primeros obstáculos fue el no contar con lugar físico donde establecerse. Tuvo que transcurrir un año hasta que se pudo conseguir un centro de Salud donde instalarse. Al momento de la creación de la residencia tampoco se contaba en el ministerio con un documento que fundamente y diera lineamentos sobre el perfil profesional que se quería formar. Estos hechos nos permiten ver la dificultad de la implementación de un programa y un lugar para la atención comunitaria. Siguiendo esta línea hay que mencionar un hecho de importancia que ocurrió durante el corriente año.
Este hecho lo constituye el intento de disminución de cupos, con una intención visible de lograr el cierre de la residencia, trasladando esos cupos hacia orientaciones médicas mucho más especializadas. Solo la organización, el empeño y la lucha de los residentes, jefe, instructora y gente allegada a la residencia impidió que este plan pudiese llevarse a cabo, logrando en el mismo movimiento un fortalecimiento y una reafirmación del movimiento comunitario.

Mi llegada

El momento en que mi integré a la residencia estuvo caracterizada por la organización y realización de las primeras jornadas de salud comunitaria a cargo de los residentes. Hecho éste de gran importancia por múltiples motivos.
Como hemos expuesto más arriba, la residencia ha atravesado el peligro de ser cerrada, peligro que pudo ser superado sólo por la organización y lucha de los residentes y gente vinculada a la residencia. Las jornadas sirvieron entonces para mostrar la fuerza adquirida por la residencia y la capacidad de la misma para organizar un encuentro de tres días por el cual atravesaron más de 300 asistentes. Por otro lado, y por lo que pude observar, dichas jornadas pudieron mostrar que es mucha la gente interesada y comprometida con el campo comunitario, logrando entusiasmo en los asistentes, mostrándoles que no están solos en este ámbito, frases que podían escucharse a lo largo del encuentro.
Otro punto a destacar es que un grupo de residentes y gente vinculada a la misma ha decidido compilar y publicar un libro con trabajos presentados en dicha jornada, lo que le da a este movimiento una mayor fuerza y posibilitando que un grupo más amplio de gente pueda conocer el modo de trabajo y fundamentación de aquellos insertos en este campo, además de ser otra forma de que la residencia de psicología comunitaria pueda hacerse más conocida. Agregaré otro logro que yo percibí que pudo realizarse gracias a las jornadas consistente en una reunión informal entre residentes de diferentes puntos del país del cual surgió la idea de armar un blog de salud comunitaria a través del cual los mismos puedan estar relacionados, proponiéndose un tema para la discusión y enriqueciéndose de los diferentes puntos de vista.
En este punto habría que destacar la entusiasta participación de Saul Fucks, quien fue, a pedido de los residentes, el encargado de armar dicho blog. Esta actitud se suma a la de otros disertantes (de un gran recorrido y de un gran reconocimiento) en quienes pude observar una humildad digna de ejemplo, compartiendo con ellos diversas actividades. En ese momento entendí que uno aprende no sólo escuchando una extensa exposición sino también a través de actitudes como las vividas con los mismos.

Hay que decirlo, la preparación y organización en las jornadas pocas veces nos dejaba un rato libre para poder escuchar una mesa, aunque tuve la oportunidad de escuchar dos disertaciones muy buenas. Sin embargo, y con el correr de las mismas, pude vivir en carne propia lo que es el trabajo en equipo. La organización y coordinación entre los residentes ha sido uno de los pilares más importantes que ha permitido que las jornadas tengan un resultado impecable. Vuelvo entonces a lo que decía mas arriba; ciertas actitudes y modos de trabajo a veces nos enseñan más que algunas exposiciones. Un tiempo más tarde empiezo a enterarme que estas jornadas hacia mucho tiempo que se querían hacer, pero por diversos motivos no se realizaba. Haber sido parte integrante de este gran hito dentro de la salud comunitaria en el país es un orgullo y un honor tan grande que exceden a las palabras que pudieran explicarlo.

Mi inserción

Mi rotación por la residencia de psicología comunitaria, en lo que podríamos denominar “parte práctica” consistía en la inclusión en algunos centros de salud en donde se hallan trabajando los residentes. Tuve la oportunidad de poder rotar con residentes de diversos años con el fin de observar las diversas actividades que se abocan por año de residencia. Estas actividades diferenciadas por año responden a un plan con una lógica rigurosa que sostiene, entre otras cosas, que no puede darse una intervención comunitaria sin antes tener un diagnóstico de la comunidad con la que se trabajará y un diagnóstico de los centros de salud dentro de los cuales se hallan inmersos.

Fue así entonces que al integrarme junto a los residentes de primer año, participé del proceso en el cual ellos se hallan trabajando, proceso consistente en la elaboración de un diagnóstico institucional del centro en donde se hallan insertos.
Algunos de los métodos utilizados para tal fin fueron las entrevistas a cada integrante del centro de salud, entrevistas a las instituciones pertenecientes al barrio para poder vislumbrar la percepción que las mismas tienen acerca del centro de salud, entrevistas a informantes clave, recolección de datos obtenidos desde la institución y la participación en talleres organizados por profesionales del centro de salud. Se intenta arribar a una visualización acerca de los recursos que posee el centro, así como sus falencias. Este diagnóstico constituye un primer paso para la intervención comunitaria que deberá realizarse más adelante.

La participación con residentes de segundo año me permitió vislumbrar, una vez que se cuenta con el diagnóstico comunitario como segundo paso, cómo se empieza a gestar el proyecto que se realizará con la comunidad. Este inserción estuvo caracterizada por la búsqueda de los recursos, tanto humanos, materiales e institucionales con los que podrá contarse para poder llevar a cabo el proceso.

Por último, la inserción con un residente de tercer año estuvo caracterizada por la participación en el proceso ya iniciado por éste en la comunidad. Asimismo, pude vislumbrar las estrategias del residente de dar continuidad a estos procesos, teniendo en cuenta que el psicólogo comunitario posee un tiempo limitado en el centro de salud.

El plan residencial nos permite visualizar los diversos procesos por los que debe atravesar un psicólogo comunitario para poder llevar a cabo una intervención. Poder haber participado de cada uno de estos momentos me permitió un enriquecimiento y un acercamiento al modo de trabajo de los residentes y a entender un poco más cuál sería la función del psicólogo comunitario.

El programa de la residencia incluye además espacios de formación teórica y de supervisión, tanto clínica como comunitaria que constituye el otro pilar sobre el que se asienta el plan residencial. También me integré en algunos de estos espacios que son de una gran utilidad para la orientación de la práctica, visualización de invisibilidades y que además permiten a los compañeros compartir su proceso con sus pares y de esta forma, por un lado estar informados en que está trabajando cada uno y por el otro, permiten un diálogo y un ida y vuelta constantes que posibilitarán aportes fructíferos entre todos.

También participé en otras actividades como la incorporación a un grupo de investigación para la presentación de trabajos del área comunitaria en los ateneos que se realizan en la residencia (en mi caso el tema fue “Estrategias de intervención comunitaria”), asistencia a cursos, reuniones, talleres, etc. Una gran experiencia que tuve fue la posibilidad de acompañar, por un pedido mío, a la Lic. Alicia Torres en sus salidas a terreno con agentes sanitarios en el centro de salud donde trabaja.
La Lic. Torres es una referente invaluable en el área Comunitaria a nivel provincial y nacional, además de poseer un amplio conocimiento en diversas áreas. Haber tenido la oportunidad de conocer a Alicia, de haberla visto trabajando, de haber conocido sus luchas por la implementación de un modelo de salud más justo, de haber recibido su cariño y generosidad son cosas únicas que me brindan tanta satisfacción que las palabras resultan escasas para describir tal estado.

Miradas

Una de las primeras novedades con la que me topé dentro del campo de la APS fue la de la figura del agente sanitario. A través de este encuentro averigüé que entre las funciones de los mismos se encontraba el ir casa por casa, teniendo un registro de las mujeres embarazadas, chicos desnutridos, y otros datos de vital importancia. Además realizan educación para la salud, vacunan, pesan y miden a los niños.
Dichos agentes, además, cuando visualizan determinadas conflictivas se ponen en contacto con los profesionales del centro para armar alguna estrategia. Teniendo la oportunidad de salir con ellos, pude ver como los mismos eran reconocidos por la comunidad que los saludaba por el nombre y como ellos mismos conocían muy bien a la gente que visitaban. Me formulé una pregunta y es que si dichos agentes sanitarios no serían el pilar fundamental de la APS, o por lo menos uno de esos pilares. Si para contestarme esta pregunta hubiera tenido que basarme en el trato institucional y en el lugar que se le da a los mismos, seguramente hubiera tenido que contestar que no.
El Dr. Tomás Torres en una reunión de ACISCO 2 dijo que uno puede ver el lugar que tienen los agentes sanitarios teniendo en cuenta el lugar físico que se le asigna y daba como ejemplo que en un hospital los agentes estaban al lado de la morgue. En uno de los centros a los que asistí los agentes ni siquiera tenían un lugar físico donde reunirse, teniendo que juntarse en la cocina (con todo el ir y venir del resto de los profesionales) o poner un biombo al fondo del pasillo.
Por otro lado, en las evaluaciones se les exige determinadas cantidades de casas visitadas, pero sin considerar la cantidad de tiempo extra que deben emplear en actividades no previstas con antelación, actividades que son decididas por Nivel Central o por Nación como por ejemplo el programa “Chau lombriz”. A todos estos inconvenientes hay que sumarle los bajos sueldos que los mismos cobran. Incluso en uno de los centro por lo que roté no hay agentes sanitarios. Entonces se me ocurrió que, o sobrevaloré la importancia de los agentes en la APS (lo cual no sería ilógico debido a mi ignorancia en dicho campo) o los centros de salud apuntan y responden a otro modo de funcionamiento diferente al de la APS. Y esta última idea no sería corroborada solo por el trato otorgado a los agentes sanitarios, sino por otros factores que pude ir visualizando. Uno de ellos podría ser la poca participación del resto de los profesionales en el trabajo comunitario, comparado con la asistencia que prestan los mismos en los centros de salud.
Esta poca participación seguramente responda a diversos motivos entre los cuales podríamos destacar: la formación de estos profesionales dentro del ámbito (y concepción) hospitalaria, siempre más cercana a la lógica del modelo médico hegemónico que del trabajo comunitario. Incluso pude escuchar la concepción de castigo que se había formado un médico trasladado de un hospital a un centro de salud. Las horas trabajadas en los centros de la salud por los profesionales, que muchas veces son menos que las que deberían ser, también podría ser otro factor que influiría en la escasa participación de los mismos. Por último, podríamos pensar que los escasos recursos humanos también influye significativamente, ya que además, la gente tiende a quejarse si no es atendida.

Otro de los obstáculos que pude observar para la implementación de la APS fue la forma en que evalúa el primer nivel a los centros de salud. La evaluación de cantidad y no de calidad fue algo que escuché en forma recurrente en los diversos centros por lo que roté, ya que en esos momentos se realizaba la evaluación de los mismos. Siguiendo esa línea se oía también que se quería intentar una misma gestión en los centros de salud que la que se realiza en el Nuevo Hospital del Milagro modo de gestión que responde más a una empresa que a un recurso de salud pública.

Para poner un contraste a lo expresado más arriba debo comentar que tuve la oportunidad de rotar por un centro de salud donde el jefe está formado en APS y a pesar de los obstáculos expresados, se proponía lograr la implementación de dicha estrategia siendo él mismo el primero en salir a la comunidad, recordar constantemente que el centro de salud debería tener mas funciones que la del asistencialismo y organizando reuniones semanales o quincenales en donde se juntan todos los integrantes del centro de salud; reuniones éstas que considero de gran riqueza ya que cada servicio comentaba en que consistía su tarea, como por ejemplo, los administrativos explicaban a fondo el plan nacer.
Fue una gran experiencia haber tenido un acercamiento a gente así, que sabe que otro modo es posible y que, además, son los primeros en intentar el cambio. Deseé (y todavía lo hago) que gente así pueda llegar a estos cargos jerárquicos para poder profundizar los cambios. Aunque hay que decir que desear que gente formada en lo que tendría que estar formada para ocupar dichos cargos puedan estar en esos lugares nos da un panorama del campo en el que estamos insertos, panorama que obviamente va más allá de lo que pasa en Salta, siendo una constante que (lamentablemente) puede verse en varios lugares y en diferentes campos.

Política y asistencialismo

Otro punto a destacar es el importante contacto que tuve con la política. Tal vez no me equivoque si dijera que durante mi periodo de residente (en Capital) jamás se ha evocado la política en relación a nuestro trabajo cotidiano. El contacto con la residencia y con los centros de salud me ha permitido visualizar la gran injerencia que tienen las políticas en los sistemas de salud. En este punto, entonces, podría mencionar como primer ítem la cantidad de planes y programas sociales que se están implementando en la provincia. Varios puntos con respecto a esto. En primer lugar, hay que mencionar que la mayoría de estas políticas son “bajadas” desde Nación.
El jefe anteriormente mencionado hizo mención a que estas políticas funcionaron para que el gobierno provincial se desentienda de los asuntos de salud. Por otro lado, muchas de estas políticas asistencialistas tienen lo que podríamos llamar “efectos adversos”. Por ejemplo: existe un programa nutricional que reparte leche a los niños hasta dos años. Si existiesen niños desnutridos en esa familia, los litros de leche dados aumentan.
Ahora bien, tuve oportunidad de escuchar el caso de una madre que quería que su hijo siga en los niveles de desnutrición para poder obtener más leche. Sin contar las veces que escuche cómo esas leches eran vendidas para obtener otros productos. Tal vez más allá de estos casos que podrían ser (esperaríamos que fuesen) aislados, me parece que el peligro de este tipo de políticas, entre los cuales podemos mencionar el de jefes y jefas de hogar, es fomentar en la gente una gran dependencia de la pocos recursos que puede darle el Estado, petrificando cualquier otro movimiento que pueda generar algo distinto.
Tal es el peligro que éste efecto pueda multiplicarse que a través del informe de las residentes de segundo año que comentaban su experiencia de rotación por Nazareno, pudimos enterarnos que la gente ya no se dedica a sembrar porque cobran el plan “jefes y jefas”. Ahora bien, otro gran peligro de estos programas organizados es la unificación y homogeneidad que presentan, sin tener en cuenta la epidemiología, la historia, la cultura y las problemáticas de cada lugar donde se pretende implementar el programa. Ejemplo de esto podría ser el proyecto de vacunación contra la fiebre amarilla, enfermedad que no registraba un solo caso en toda la provincia.

Otro punto importante que me gustaría mencionar, punto que estaría en relación con los obstáculos más arriba mencionados, consiste en la forma de obtener recursos económicos por parte de los centros de Salud. La forma privilegiada es a través del plan Nacer que financia por prestación. Este plan nos permite visualizar una clara orientación a la intervención asistencialista, ya que desde el campo comunitario solo financian talleres donde las temáticas son decididas de antemano sin tener en cuenta la problemática comunitaria. Este tipo de intervención sin conocer los malestares comunitarios tienen por resultados, en general, el mal uso de los recursos que bien podrían usarse y aprovecharse en cuestiones que realmente importan o aquejan a la comunidad, como hemos visto con el ejemplo de la vacunación contra la fiebre amarilla.
Volviendo a la problemática mencionada, la necesidad imperiosa de los centros de salud de poder abastecerse con lo necesario para dar respuesta a la comunidad, orienta a la atención en consultorios para poder recibir los recursos económicos por prestación. En un centro de salud pude escuchar, mientras se explicaba como funcionaba el plan nacer y cuanto se cobraba por prestación (ya que el monto depende de la patología) que “si tenemos suerte, un chico viene con IRA 3 y diarrea el mismo mes”.

Vuelvo, entonces, a mencionar que la visualización de la injerencia de la política y sus prácticas ha sido uno un punto importante que me ha atravesado a lo largo de la rotación. Me permitió reflexionar, entre otras cosas, acerca de los múltiples ámbitos que uno debe tener en cuenta si quisiera intervenir en la comunidad. Emiliano Galende4 desarrolla que aquellos que se involucraron desde el campo de la Salud Mental en el aspecto comunitario, no vacilaron en pensar que los cambios dados tenían que tener un polo político. Cita por ejemplo a Caplan para decir que: “si de verdad queremos prevenir hay que actuar sobre las condiciones sociopolíticas que hacen patógena a una sociedad 5 o desarrolla las reformas políticas iniciadas por Franco Basaglia.
La política siempre está presente, aunque algunas veces sea su estrategia no mostrarse abiertamente, o encubrir determinados aspectos. Y ya que lo hemos invocado, citaremos nuevamente a Galende quien nos dice “he escuchado decir a alguien que es mejor conocer los mecanismos globales de funcionamiento de Salud Mental antes que sufrirlos en la ignorancia de sus efectos 6 ”.
Se tratará entonces de conocer a fondo las políticas que se implementan. Intentar comprender cuál es el interés que se esconden detrás de las mismas para poder tener una mayor amplitud de visibilidad acerca de las condiciones sobre las que uno deberá actuar. Al menos, para no sentir sus efectos en la ignorancia.

Atención Primaria de la Salud

Los obstáculos y dificultades descriptos, y seguramente no exhaustivos, intentan mostrar por un lado, la cantidad de variables que intervienen cuando se quiere trabajar desde APS, y por otro lado manifestar que es justamente ésta la estrategia más compleja para implementar, entre otras cosas, por la cantidad de recursos que se necesitan, la coordinación entre profesionales y, por supuesto, dejar atrás el modelo médico hegemónico, el cual presenta dura batalla 7.
Sin embargo, es la estrategia que ha mostrado ser la más eficaz y además, la de menor costo económico para los gobiernos. Habrá que preguntarse entonces por qué todavía hay tantas trabas para que ésta estrategia pueda ser desarrollada y pueda darse a conocer en los lugares donde hay poca difusión. Una respuesta que suele pensarse es la poca conveniencia de los gobiernos para otorgar poder a la gente, sosteniendo para lograr esto una amplia gama de programas asistenciales que cohíbe la posible participación. Para introducirnos en esta temática, tendremos en cuenta un desarrollo histórico desarrollado por Violeta Ruiz 8.

A partir de los años 60 América Latina fue el escenario de vastos procesos de movilización y participación de escala masiva que buscaban derrocar los regímenes militares del área. El trabajo barrial adquirió gran importancia. Además, se produce una revisión del proceso de formación de los profesionales dedicados a la acción social. Aparece también la educación popular de la mano de Paulo Freire con la idea de lograr una “conciencia crítica” capaz de contribuir a la transformación social.
En los años 70 esto se ve profundamente modificado por la instalación de las dictaduras militares en casi todo el territorio que rechazaban profundamente la participación y las organizaciones populares. Esto trajo como consecuencia la cancelación del espacio de la política y la participación institucional y pública.
La década del 80 es la del regreso paulatino a los regímenes democráticos en un marco de enormes desigualdades tanto en la distribución del ingreso como el de la riqueza. Por último, la autora toma a Cardarelli y Rosenfeld (1998) para ilustrar cuatro formas que asume en la última década la participación social. Estas autoras distinguen: la participación para la sobrevivencia, que privilegia la idea de que los sectores carenciados son capaces de generar recursos físicos, económicos y organizacionales; la neobeneficencia participativa en que los individuos y grupos pobres son construidos como “beneficiarios” de las políticas estatales a partir de cadenciadas especificas y son colocados en espacios reales y simbólicos de participación reducidos a un campo acotado y predefinido por el déficit; la participación privatizada que refiere al “redescubrimiento” por parte del Estado de la sociedad civil como socia preferencial para gerenciar la acción social; finalmente, la participación localista que privilegia la dimensión “local” como contrapuesta a “lo global” donde el espacio local es considerado como el ámbito de realización de la democracia, por las posibilidades de viabilizar formas de concertación social y desburocratización. Este recorrido permite apreciar que la participación de los sectores pobres en los programas y proyectos generalmente no está concebida para formar parte del sistema de decisiones.

Luego de éste recorrido histórico retornamos a la pregunta que nos hicimos al empezar este parágrafo: ¿Por qué hay tantos obstáculos para la implementación de la estrategia de APS? Hemos esbozado una respuesta: la dificultad de los gobiernos en ceder el poder. Daremos otra razón más, que nos fue presentada por la Lic. Alicia Torres 9.
No solo se trata del poder, sino también de los grandes intereses económicos en juego dentro del sistema de la Salud. Hay varios sectores que no les conviene la implementación de dicha estrategia. Sectores que, demás está decir, poseen un gran peso a la hora de decisiones políticas. ¿De qué modo explicar sino que frente a las crisis que ha sufrido nuestro país no se haya llegado a la decisión de implementar una estrategia que se ha comprobado menos costosa y más eficaz?

Volvemos a repetir que todas estas variables se ponen en juego a la hora de decidir la implementación de la estrategia en Atención Primaria. Cómo hemos visto, son varias y complejas las dificultades que se presentan. Sin embargo, frente a estas dificultades no parece quedar otro camino que la lucha por el sistema que creemos más adecuado, más útil y en definitiva, más respetuoso de la persona en su totalidad.

Encuentros

Este trabajo intentó poner de manifiesto mi experiencia a través de estos meses en la Residencia de Psicología Comunitaria de Salta, y por medio de la misma, en el Primer Nivel de Atención de dicha provincia. Si bien mi trabajo parecería manifestar únicamente las dificultades que se ponen en juego cuando se opta por la estrategia Comunitaria, sería injusto no decir que mi experiencia ha sido más que productiva.
He vivenciado formas de atención diferentes a las que yo conocía, he incluso ponía en práctica. Y no sólo las he vivenciado, sino que además me han llevado a cuestionarme algunas de las cosas que yo realizaba como profesional de la salud mental. Tal vez sea la práctica realizada sólo dentro de un consultorio (más allá de que sea un consultorio de un hospital público, tan diferente a la práctica privada) uno de los peligros que lleva a que dejemos por fuera cosas de suma importancia. En verdad creo que no se trata de buscar que tipo de atención es mejor, si la clínica o la comunitaria. Creo que ambas, incluso, podrían ser complementarias. Seguramente dependerá de la problemática que tengamos delante. Pero lo que me enseñó esta experiencia es que hay problemáticas que hacen a la Salud Mental que uno a veces no tiene en cuenta, buscando, tal vez, lo que hay de neúrotico en el paciente.
Y creo que lo más importante que me deja este aprendizaje es saber que la dignidad y el respeto son cuestiones centrales dentro de la salud mental. Que, por ejemplo, el tener agua potable hace a la dignidad de la personas y constituye un derecho insoslayable. Y que a veces un consultorio no basta para luchar por la dignidad de esa/s persona/s. De todos modos, no creo que aquí el psicoanálisis (al cual adhiero) se aparte de lo que estoy desarrollando.
Ya que es justamente un psicoanalista quien dice: “el psicoanálisis no es neutral, ni en el lazo social que instaura en su método ni en lo que promueve en el campo social. La neutralidad valorativa, uno de los elementos del método analítico, no debe ser una neutralización de lo que en el paciente se exprese de su ser de sociedad. Por lo mismo, en cuanto a la cultura y la sociedad las teorías psicoanalíticas no son neutrales, ni deben ser utilizadas para una política de neutralidad que siempre resulta ser una neutralización de lo que no se desea ver o promover en el campo social 10
Adhiero a esta idea que desarrolla Galende acerca de que desde el psicoanálisis no podemos ser neutrales cuando estamos incluidos en el campo social. La neutralidad en dicho campo corre el riesgo de transformarse en inacción o, lo que es peor, indiferencia. Esta misma idea es desarrollada por Alicia Torres en su libro “La Iglesia que nos robaron”: “La neutralidad es aceptación del orden vigente. Somos marionetas o protagonistas de la existencia personal y social. Somos parte de la fuerza social que mantiene las cosas como están, o somos parte de una fuerza activa para cambiarlas 11

Como podemos observar, autores posicionados de diferentes corrientes teóricas arriban a una misma idea. Esto mismo, también me ha permitido encontrar algunas similitudes entre el marco teórico al que adhiero y el campo comunitario. Por ejemplo: la noción de que no es el profesional quien tiene el saber sino que es el paciente/comunidad. Y que únicamente desde allí lograremos algún resultado.
Sin embargo, es necesario aclarar que no estoy promoviendo la peligrosa idea de que por ejemplo se intervenga con la comunidad desde el psicoanálisis únicamente. O lo que es peor; que se extrapolen los conceptos de un campo a otro sin ningún trabajo sobre los mismos. Ya que una cosa es utilizar las diversas teorías que podrían aportar alguna herramienta a la problemática y otra cosa es intentar una lectura e intervención desde conceptos no adaptados para tal fin. Cada teoría tiene su marco de intervención y eso debe ser respetado.
Lo que quiero decir es que campos que desde el principio supuse opuestos, en verdad no lo son tanto y que ambos pueden siempre construir una mirada más abarcadora de la persona sufriente. Y en mi caso personal, permitirme germinar la idea de que si bien nos abocamos más al estado psíquico de cada paciente, también debemos abocarnos a las causas que hacen a ese estado psíquico, ya sea un complejo de Edipo no resuelto o la colaboración en la conformación de un centro vecinal que permita ejercer derechos constitucionales. Entiendo que esta idea sea difícil compartirla, ya que la involucración por fuera del consultorio suele ser inusual.
Pero una vez que se ha vivenciado aquello que uno empieza a creer hace a una mejor salud mental, tal vez sea difícil volver atrás y quede únicamente el camino hacia esa fuerza activa que intenta cambiar las cosas. Pero no nos quejamos. Nos atrae demasiado la idea de luchar por lo que creemos.

Mis palabras finales no pueden ser sino para quienes hicieron de ésta, una de las experiencias más importantes de mi vida, tanto profesional como personal. Supervisores, Profesionales, agentes sanitarios, la comunidades que visitaba, pero antes que nadie, a todos los integrantes de la Residencia de Psicología Comunitaria que me han recibido como si siempre hubiera sido un residente más, me han tratado de la mejor manera posible, me han enseñado muchísimo y me han dejado marcas imborrables. A todos ellos que tienen, como dice Sabato: “el deseo de convertir la vida en un espacio de humanidad” mi agradecimiento infinito.

El granito subjetivo

Como dije, esta experiencia fue enriquecedora a todo nivel. Más allá de las nuevas y apasionantes formas de trabajo que me encontré, atrás también quedaron, mis atardeceres en el monumento a Güemes, mis escapadas a lugares increíbles en la Quebrada, las humitas, los tamales, los locros, las guitarreadas con los amigos de la residencia, el cerro San Bernardo como telón de fondo de cualquier lugar al que iba, la generosidad y cordialidad de la gente del norte y esa sensación maravillosa de saber que las cosas pueden ser diferentes. Seguramente muchas cosas más me habrán dejado esos 4 meses que pasé… por eso creo que viajar nos enriquece mucho y de variadas formas. Además de permitirnos también una lectura de lo que pasa en nuestro lugar donde trabajamos, reímos, sufrimos y vivimos. Hagan la prueba. Y después cuéntenme

NOTAS

1 Los datos aquí reseñados fueron tomados de un texto escrito por residentes denominado “Memorias de la Residencia de Psicologia Comunitaria” Otros datos fueron agregados por residentes, jefes e instructora.

2 Asociación de ciudadanía y salud colectiva.

3 Infección respiratoria aguda

4 Galende, E: “Psicoanalisis y Salud Mental. Para una crítica de la razón psiquiátrica”. Ed Paidós. 1994

5 Ob. Cit. Pág 178

6 Ob. Cit. Pág 117

7 Valga como ejemplo el caso de Córdoba donde se pretende que los jefes de salud sean solo médicos, biquímicos y odontólogos.

8 Ruiz, Violeta: “Organizaciones comunitarias y gestión asociada. Una estrategia para el desarrollo de ciudadanía emancipada ” Ed. Paidós. 2007

9 Comunicación personal

10 Galende, E: Ob. Cit pág 60

11 Torres, A. “La Iglesia que nos robaron”. Ed. Nueva Utopía. Pag 76



* Datos sobre el autor:
* Franco Alejandro Medina
Lic. Psicología

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