Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
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Hoy no soy la misma que hace cinco años
atrás cuando comenzaba la carrera de Trabajo Social. El tiempo
ha pasado y me encuentro en el tramo final, con ansias de terminar
esta etapa y empezar una nueva, de arriesgar y poner a prueba lo
aprendido, de ver de qué se trata esta profesión.
La materia La
Intervención en lo Social
me presenta la posibilidad de reflexionar sobre algunas cuestiones
que hacen al mundo que me espera afuera “con los brazos
abiertos” para que intervenga. Pienso, siento, experimento que
lo que hoy me atraviesa a nivel personal y pre-profesional es la
Incertidumbre, con todas las letras. El presente y el futuro me
generan dudas, inquietudes, temores…
A modo de ensayo intento plasmar este
sentimiento que no es solo mío. La incertidumbre, en tanto
rasgo característico de la dinámica social actual
genera profundas transformaciones en lo cotidiano. Existe basta
bibliografía que sustenta que, en la Argentina, desde hace
treinta y cinco años aproximadamente, el sentimiento de
incerteza está presente en los distintos escenarios en los que
se llevan a cabo las intervenciones.
Me abocaré en el presente trabajo
a analizar un aspecto de esa amplia realidad. La hipótesis que
da origen a este ensayo es que la incertidumbre modifica el desempeño
del rol del Trabajador Social, sobre todo, la confección de
las estrategias de intervención.
I.
El
Contexto de los Nuevos Escenarios de Intervención
Por el momento creemos estar en el año
2008, a principios del siglo XXI; en la parte occidental del planeta
tierra, al sur del continente americano, en la Argentina. La
sensación es la de estar viviendo un tiempo controvertido e
inestable de la historia de la humanidad. Quizá esto suceda en
todas las situaciones de la historia, solo que hoy nos toca
experimentarlo a nosotros y nos queda la duda si este sentir será
constitutivo de la subjetividad contemporánea o propio de
momento de transición de una época a otra.
Retomando, Giddens 1
plantea que es difícil establecer en qué período
histórico nos encontramos, sin embargo, se podría
afirmar que estamos viviendo las consecuencias de la modernidad, su
radicalización y mundialización. La Teoría
Crítica entiende que nos hallamos en el período de la
modernidad tardía,
poniendo el acento en las características weberianas de la
modernidad como la burocratización y racionalización
creciente, en la que se experimenta un intenso desencantamiento del
mundo. La modernidad tardía
supone la crisis de la Ilustración como centro dinámico
ya los principios que ella garantizaba no pudieron ser cumplidos por
completo. Asimismo, esta noción permite señalar que
existen continuidades y fracturas de una estructura más
amplia, que a pesar de su crisis, sigue vigente 2.
La principal característica de
esta etapa es “la
generalizada sensación de estar viviendo un período de
marcada disparidad con el pasado, (…) nada
puede saberse con certeza
dado que los preexistentes “fundamentos” de la
epistemología ha demostrado no ser indefectibles; que la
“historia” está desprovista de teleología,
consecuentemente ninguna versión de ‘progreso’
puede ser defendida convincentemente” 3.
Por lo tanto, las certezas
absolutas que reemplazaron a las teológicas del medioevo, que
eran pronosticadas por la razón científica y aseguraban
la salvación de la humanidad durante la modernidad, hoy están
siendo fuertemente cuestionadas. Estas verdades no pueden ser
verídicas eternamente como se creía y provocan el
desvanecimiento y la duda de todo lo conocido hasta el momento y en
un futuro. Todo se vuelve relativo, incierto, la idea de progreso
infinito, de que “lo mejor está por venir” hoy ya
no es algo que colme las expectativas ni se crea del todo. Los
conocimientos científicos, los nuevos conceptos, los demás
individuos, las utopías, los ideales… no se confía
en nada, ni en nadie.
Citando las palabras de Bauman: “El
sentimiento dominante hoy en día es lo que los alemanes llaman
“Unsicherheit”. Este término alemán dado su
enorme complejidad nos obliga a utilizar tres palabras para
traducirlo: incertidumbre,
inseguridad y vulnerabilidad
(…) Es el sentimiento de inestabilidad asociado a la
desaparición de puntos fijos en los que situar la confianza.
Desaparece la confianza en uno mismo, en los otros y en la
comunidad” 4.
Este sentimiento general de falta de
certezas y seguridad es experimentado de distintas maneras por las
diversas poblaciones de todo el mundo. Cada individuo, cada país
-central o periférico- es victima de esta sensación,
puede que lo padezca por asuntos económicos, políticos,
ecológicos, de mayor o menor escala… el asunto es que
nadie queda afuera de este sensación de incertidumbre latente,
de la que nunca se sabe sus consecuencias.
Si dirigimos nuestra mirada hacia la
Argentina, desde mediados de los setenta, efectivamente en la vida
cotidiana se puede sentir,
casi palpar este clima de
época, esta realidad “tensa
e incierta” que
atraviesa el imaginario de la sociedad, la subjetividad de cada uno
de los individuos que la componen.
Siendo esta incertidumbre uno de los
efectos de la crisis de la modernidad, en la sociedad argentina está
fuertemente ligada a la caída del Estado de Bienestar y a una
de sus consecuencias: el incremento del desempleo. Como enfatiza
Carballeda, en este país, el Estado habría desempeñado
un rol fundamental en la construcción de la sociedad, en tanto
generador de identidad nacional. Por lo tanto, su achicamiento genera
crisis no solamente a nivel material, sino también en el
aspecto simbólico 5.
Lewkowicz agrega que el Estado deja de ser el origen de las
experiencias y si bien no desaparece totalmente, ya no tiene la
capacidad para instituir subjetividad y organizar el pensamiento 6.
Este desfondamiento del Estado inevitablemente produce una gran
inestabilidad en todos los aspectos de la vida cotidiana de la
sociedad.
En relación con el aumento del
desempleo, sus efectos no fueron solo a nivel económico y
social como nunca se habían visto en la Argentina -se alcanzan
los mayores índices de desigualdad en la distribución
de la riqueza-, sino que además contribuyó a que el
trabajo perdiera su sentido histórico, en tanto espacio de
socialización y constructor de identidad colectiva. A este
proceso se le debe agregar la aplicación de las políticas
neoliberales que implican un gran cambio en la subjetividad. La
lógica del mercado logra modificar los parámetros de
comportamiento y contaminar
todos los ámbitos, transformándolos en espacios
competitivos e individualistas.
II.
Nuevos
Escenarios, Nuevas Formas de pensar las Intervenciones
- La
Intervención
Cuando hablamos de la
intervención en lo social, tomando la postura comprensivista
de Carballeda 7,
estamos hablando de un conjunto de acciones que a partir de una
demanda social intentan generar algún tipo de transformación
en relación con la situación que es presentada. Es
expresada en una construcción
metodológica,
que dará cuenta de la intencionalidad de la transformación
y de sus cómos particulares. Es por lo tanto, una construcción
artificial
de un espacio tiempo constituido desde la perspectiva de los
diferentes actores; que, además, implica un contrato,
en tanto determina con precisión un conjunto de reglas
prácticas relacionadas con dicho espacio tiempo artificial.
La demanda es el acto
fundador de la intervención, proviene de los sujetos que
acuden a la institución, pero también ella es generada
desde las instituciones, la agenda de políticas públicas,
los medios de comunicación, etc 8.
La posición
teórico – metodológica del paradigma
comprensivista, se dirige a la acceder al mundo del otro, al modo
como lo interpreta, lo comprende y explica. Se basa en la búsqueda
de conexiones causales, que implican constelaciones individuales e
históricas de causas que conducen al fenómeno como
resultado; mediante la búsqueda y el análisis de las
motivaciones de los actores en el escenario de su vida cotidiana.
La comprensión
implica un acceso a la singularidad, en tanto incorpora la
racionalidad propia de cada individuo. Para lo cual, realiza una
articulación entre la subjetividad y los procesos colectivos
con la problemática de la integración (la cuestión
social 10)
como horizonte. Este proceso es accesible a través de la
interpretación del acontecimiento, el análisis y el
registro. Implica una inscripción en ese “otro”
sobre el cual se interviene, quien a su vez genera una “marca”
en la institución y desencadena una serie de dispositivos e
instrumentos en ésta.
El abordaje desde la
singularidad 11,
en contraposición al “caso social individual”,
entiende al sujeto, como un ser pleno, con potencialidades y
condicionantes -no cosificado en un caso- productor y producto de la
historia. En él se observa un entrecruzamiento de aspectos
universales (condición de seres humanos con derechos y
capacidades), particulares (en sus condiciones sociales de
existencia) y singulares (la configuración subjetiva única
e irrepetible). La intencionalidad de la intervención
profesional apunta a la transferencia de autonomía y el aporte
a los procesos de construcción de identidades sociales. “Desde
la singularidad del sujeto (el “es”), hacia la
particularidad (el “hacer ser“), en el marco de la
generalidad de los derechos humanos (“el deber ser”)”.
Carballeda plantea
como lineamiento: “Recuperar
con el otro los aspectos de sus condiciones de vida, su cotidiano,
intentando comprender las significaciones que le otorga”.
“Buscar sus referencias sociales, sus pertenencias, lo que
reafirma su identidad social”; en un doble nivel: conocer su
trayectoria y producir la autorreflexión sobre su vida”.
- La
Intervención en tiempos de Crisis de la Modernidad
Es correcto aseverar que los escenarios
en los que se interviene reciben de forma singular el impacto de la
crisis de la modernidad; son una suma de acontecimientos que
inscriben de manera particular la denominada “cuestión
social” 12.
El agotamiento del Estado es un suceso
que provoca la pérdida de legitimidad del mismo y de sus
instituciones. Es por este motivo que se convierte en un dato
fundamental para el análisis de los escenarios, sobre todo
porque las instituciones que intervienen en el campo de lo social se
ven seriamente afectadas por este hecho.
Lewkowicz denomina “metainstituciones”
a los Estados Nación, en cuanto entes integradores y
contenedores de todas las demás instituciones. El paradigma
estatal fue el eje central para la instauración de la
modernidad, el Estado era el principal constructor y sostenedor de la
lógica sólida
moderna; su consistencia totalizadora brindaba puntos fijos en los
que solidificar la subjetividad de cada sujeto, en tanto miembro de
una nación 13.
Por decantación, ante el
desfondamiento de esta metainstitución, las demás
instituciones dependientes de ella, ya no tienen las condiciones
aseguradas para existir ni reproducirse. Es decir, conjuntamente con
el derrumbe del Estado, se desmorona el paradigma que éste en
su momento había construido.
Desde este panorama “poco
esperanzador” es que afirmamos que la noción de
ciudadanía
queda obsoleta dando lugar a que prime la de consumidor.
El Estado dejará su “trono” al nuevo garante: el
mercado, éste será quien regule y organice a la
sociedad de acuerdo a los parámetros que considere más
favorables -para el capital, evidentemente-.
En relación a los derechos que
antiguamente eran
garantizados por el Estado en condiciones de igualdad para todos los
ciudadanos, ahora se restringen solo a aquellos que están
insertos en el mercado de trabajo. Ciertamente, este es uno de los
mayores factores de incertidumbre que aqueja a los individuos en
general; los derechos adquiridos a lo largo de la historia se tornan
accesibles en la medida de las posibilidades económicas y
sociales de cada individuo en particular, es decir, los derechos
sociales tales como “la
salud, la educación y la vivienda se mercatilizan y pierden el
sentido social que antes le prodigaba el Estado-Nación” 14.
Este suceso promueve el
individualismo y el “sálvese
quien pueda, lo mejor que pueda, con lo que pueda”,
ya no se lucha en forma organizada por los derechos básicos de
toda la comunidad. Este imaginario colectivo tiene que ver con
variados hechos históricos de la Argentina que posteriormente
se detallarán. Sin embargo, considero pertinente mencionar al
último período dictatorial (1976-1983) como un factor
sumamente determinante en la forma de pensar y actuar de la sociedad.
En medio de estos cambios e
inestabilidad, de inmediatez y fluidez contemporánea,
Carballeda plantea que el Trabajador Social encuentra dificultades
para poder descifrar la vida cotidiana de los sujetos. Es decir, le
resulta complejo el poder analizar e interpretar a la sociedad en su
conjunto y esto produce una certera sensación de
inaccesibilidad 15.
Existen diversas razones que explican
esta dificultad, a saber: las antiguas clasificaciones de la
población en grupos homogéneos ya no son válidas
dado que los procesos macroeconómicos propios del
neoliberalismo dejan un tendal heterogéneo de individuos tras
su rastro.
Por estas razones es que ningún
sujeto tiene asegurado su lugar en la sociedad, la realidad es
dinámica y varía constantemente. Estos movimientos
generan una fuerte fragmentación y ruptura de los espacios
colectivos, quebrando con las identidades previamente construidas y
gestando nuevas formas de subjetividad altamente individualistas e
impregnadas por el afán de consumir.
Vinculando el eje de este ensayo -la
intervención-, con las consecuencias de la crisis de la
modernidad en la Argentina, se ha percibido en las distintas
instituciones en las que intervienen los Trabajadores Sociales que el
caudal de demandas y complejidad de las mismas se han multiplicado y
diversificado en la última década. Los problemas
sociales emergentes son producto, mayormente, de la pobreza que ha
aumentado inusitadamente. Asimismo, cabe recalcar que gran parte de
la población que en la actualidad recurre a las instituciones
públicas (salud, educación, etc.), anteriormente no lo
hacían y acudían a los servicios del ámbito
privado.
Por su parte, otro de los actores de
estos escenarios de intervención están las
instituciones perplejas 16
que no cuentan con el soporte simbólico ni económico
para poder asistir correctamente a toda los sujetos que demandan sus
servicios. El aparato estatal no dispone de los recursos ni con la
capacidad para hacer frente de los efectos devastadores que el
mercado genera. Hoy no son cuestionadas la descentralización y
focalización de las políticas públicas
provocando una escasa y desigual distribución de recursos,
algunos pocos reciben alguna
respuesta en relación a sus necesidades básicas y
muchos otros no -quizá no logren cumplir con todos los
requisitos necesarios para ser un “beneficiario merecedor de
asistencia”, aunque por ser ciudadanos deberían, ¿No?-.
Así también, es usual observar la superpoblación
de los hospitales públicos y centros de salud, de las escuelas
estatales, etc.
La realidad demuestra que hoy las
instituciones galpones,
en los que están incluidos los profesionales que en ellas
trabajan, no están preparadas para recibir el tipo de sujetos
y demandas actuales, por este motivo es que muchas veces se crean los
beneficiarios o necesidades a las que sí se pueden dar
respuestas. Los tipos de dispositivo de la sociedad moderna,
disciplinarios, hoy están “fuera de hora”, ya no
sirven… como se explicitó anteriormente, la
subjetividad estatal ya está caduca en muchos aspectos…
III.
Pensar
las Intervenciones en medio de la Incertidumbre
El presente ensayo parte de concebir a
la incertidumbre como un estado inherente a este período de la
modernidad tardía y no como una sensación experimentada
por la transición de una etapa a otra. Los indicios son muchos
de que la incertidumbre “vino para quedarse”, por lo
tanto, deberemos aprender a convivir con ella para no quedarnos
entrampados en sus artilugios más peligrosos, cual callejón
sin salida.
Entiendo que todas las disciplinas que
intervienen de alguna manera en lo social tienen una misión
fundamental en este asunto. Son ellas las encargadas de interpretar
de los discursos y prácticas, del imaginario social, cómo
es que se vive esta incertidumbre y qué efectos, buenos y
malos, acarrea.
Desde sus comienzos, con la instauración
de los criterios cientificistas del positivismo, el problema
epistemológico y experimental que han tenido estas ciencias es
que los mismos sujetos que estudian el hecho social, forman parte de
ella y experimentan
en su vida cotidiana y profesional lo que “analizan en el
laboratorio”. Por lo tanto, considero que por más
rigurosas y estrictas que sean las formas de abordar la realidad, las
subjetividades de estos cientificistas están influenciadas por
el contexto en el que habitan.
Me centraré en el Trabajo Social
que es el área del que más conocimientos poseo. Los
profesionales de esta disciplina son testigos e interpretes de los
efectos que la crisis de la Modernidad ocasiona en los sujetos con
los cuales interviene. Sin embargo, por ejemplo, la sensación
de quedar “abandonados” por el Estado no solo es una
situación que aqueje a aquel que se acerque a una institución
para demandar una determinada intervención.
Variados son los estudios que sustentan
que el conocer nuestro propio origen permite construir sólidamente
nuestra identidad. Esto puede ser pensado tanto para los casos
individuales -en la Argentina esto hoy es un derecho: el conocer la
verdadera identidad- como para la historia de la humanidad. Es por
esto que, sostengo que las imágenes transcendentales: los
relatos míticos y religiosos, la invención del contrato
social y demás, son estructuras totalizadoras fundamentales
para la construcción del pensamiento y de las subjetividades
de los hombres, son una necesidad básica que de una u otra
manera se busca satisfacer.
¿Hacia dónde se dirige
esta reflexión? Sospecho que gran parte de la incertidumbre
que hoy padecemos se deba a la nueva lógica del mercado. Esta
no ofrece ningún relato del todo certero o coherente en el que
afianzarnos, no existen bases firmes o confiables, sólidas.
Hay quienes puedan plantear que en vez de quedar a “La Buena de
Dios” hoy estamos a “La Buena del Mercado”, quizá
sí y quizá sea cierto, pero la verdad es que cuando se
pensaba desde aquella otra lógica medieval, existía la
esperanza que motorizaba el accionar individual y comunitario, el
principio y el fin era el mismo: las normas del Evangelio, el amor
al prójimo -aunque en
nombre de él se hayan hecho aberraciones-.
Sobre estas estructuras arenosas
se construyen las nuevas intervenciones sociales… Como se
explicitara anteriormente, la crisis de la modernidad atraviesa
totalmente todos los aspectos de las intervenciones. Por lo tanto,
será necesario, tomando el aspecto del agotamiento de la
condición estatal, pensar estructuralmente distinto, desde el
pensamiento de la fluidez. Es propicio aprovechar la posibilidad que
nos otorga esta crisis estructural para revisar y reflexionar los
aspectos positivos y negativos que ella ocasiona en la confección
de las intervenciones de los Trabajadores Sociales.
Uno de los aspectos a considerar es que
en este período de transición y de desmoronamiento
estatal, las instituciones han quedado a la deriva, no queda claro
cuáles son sus objetivos, si antes debían disciplinar,
ahora deben controlar ¿Cómo? ¿Cómo deben
intervenir?, ¿Hasta dónde?, ¿Con quiénes?,
¿Para qué?… esta incertidumbre se inmiscuye
indefectiblemente en el quehacer del profesional.
Un factor positivo de esta coyuntura es
que ante la alta demanda, la variabilidad de recursos, la incerteza
de lo que pueda ocurrir, se promueve de una u otra forma la
independencia y libertad del individuo que demanda la intervención.
A diferencia de lo que sucedía en sus orígenes, el
profesional de las disciplinas sociales ya no tiene tan delineadas su
rol como controlador social -aunque algunos continúen con
estas prácticas-, esto posibilita que el sujeto encuentre un
espacio de confianza y descanso, de escucha y de reflexión de
su propia vida, que en la actualidad es difícil de hallar. Por
otro lado, este vínculo más cercano, más
estrecho y menos rígido, viabiliza que el otro actor se torne
más participativo y libre, más responsable de él
mismo, el contrato de trabajo entre el Trabajador Social y el sujeto
se vuelve más parejo.
La incertidumbre no es algo menor al
momento de elaborar las estrategias de intervención. Este
hecho es determinante en las variables de tiempo y espacio: hoy la
planificación de los programas y proyectos son de menor plazo
a comparación de épocas anteriores. A su vez, muchos
más son aspectos de la realidad que deben ser tenidos en
cuenta para evaluar la factibilidad de la intervención, aún
esto no asegura ni garantiza la obtención de los resultados
esperados.
Los Estados nación, en relación
con esto último, enmarcaban muchas de aquellas realidades y
podían dar soluciones en el mismo territorio nacional. Hoy, el
proceso de la globalización vino a reemplazar dicho paradigma
y por un lado es favorable en tanto permite tener un mayor alcance de
la realidad mundial, de los conocimientos, de las redes y
organizaciones internacionales que se puedan gestar para solucionar
asuntos globales; sin embargo, por otro lado, torna mucho más
contingente e inestable la propia realidad.
Para ir finalizando entiendo que la
incertidumbre puede ser fuente de nuevas búsquedas e
intereses, su disminución ser el objetivo de las
intervenciones. Sin embargo, no hay que dejar de reparar en que
también puede tornarse negativa y contraproducente para el
Trabajador Social y su ejercicio como profesional. Ante tanta
inestabilidad y crisis, son fenómenos contemporáneos el
desasosiego y la desesperanza, que pueden en mayor o menor medida
apesadumbrar al profesional. Creo que debe suceder constantemente,
son agentes que comparten con el resto este escenario perplejo, y
ante ello me pregunto… cómo ayudar a pensar a un otro
posibilidades y certezas, abrir caminos hacia un horizonte mejor,
cuando ni uno mismo los tiene… Quizá sea necesario en
esos momentos volver a ubicar nuestra mirada en esas narraciones
verídicas o no, en ese relato trascendente que nos llevó
a elegir esta vocación, buscando de una sociedad más
justa y mejor para todos.
Bibliografía
Entrevista realizada a Bauman Zigmunt
por Gamper Daniel - 12/05/2004
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“Del fragmento a la
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Lipovetsky, Gilles; "La
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Retamal, Christian; “La
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Scavino, Dardo; “La
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Paidós Postales; Buenos Aires; Argentina; 2000.
NOTAS 1
Giddens, Anthony; “Consecuencias
de la modernidad”;
Alianza Editorial; Madrid; España; 1994.
2
Retamal, Christian; “La
globalización en el contexto de la modernidad tardía”.
3
Giddens, A. Op. Cit.
4
Entrevista realizada a Bauman Zigmunt por Gamper Daniel - 12/05/2004
5
Carballeda, Alfredo; “La
intervención en lo social”;
Editorial Paidós; Buenos Aires; Argentina; 2002.
6
Lewkowicz, Ignacio; “Pensar
sin techo. La subjetividad en la era de la fluidez”;
Editorial Paidós; Buenos Aires; Argentina; 2006.
7
Op. Cit. Carballeda,
A.
8
Op. Cit. Carballeda, A.
9 El
concepto de Habitus, planteado por Bourdieu, es conceptualizado
como: un sistema de esquemas de percepción y apreciación.
Estructuras cognitivas y evaluativos que se adquieren a través
de la experiencia duradera de una posición en el mundo
social. Sistema de esquemas de producción de prácticas
y sistema de esquemas de percepción y apreciación de
prácticas. Produce prácticas y representaciones que
están disponibles para la clasificación.
10
Lo
Vuolo, citada por Margarita Rozas Pagaza, caracteriza a la cuestión
social como la “noción que alude a las dificultades que
exhiben las sociedades modernas para sostener la inserción
social de toda la ciudadanía y, de allí, la cohesión
del conjunto de la sociedad”.
11
Cazzaniga, Susana; “El
Abordaje desde la Singularidad”.
12
Op. Cit Carballeda, A.
13
Op. Cit. Lewcowicz, I.
14
Op. Cit Carballeda, A.
15
Op. Cit Carballeda, A.
16
Op. Cit. Lewcowicz, I.
* Datos sobre la autora: * Fiorella Fassano Aurio Estudiante de Trabajo Social. Cátedra La Intervención en lo Social. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Buenos Aires Volver al inicio de la Nota |
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