Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
Jornada -Margen- "América Latina. Desigualdad y compromiso para la transformación" Desarrollada en Buenos Aires el 27 de Junio de 2008
Por:
Introducción
En esta presentación, mi intención es compartir algunos procesos de investigación y reflexión sobre la profesión. La expresión de Marx “el ser social determina la conciencia” permite una aproximación problemática con respecto a qué formas de pensamiento pueden configurarse a partir de ciertas prácticas. Conocer cuál es la naturaleza del trabajo que realizan los trabajadores sociales, en qué ámbitos y bajo qué determinaciones, entonces, tiene relación con las condiciones bajo las cuales algo así como tradiciones de pensamiento pueden ser incorporadas en el Trabajo Social.
Aquí conviene
precisar que, desde nuestra perspectiva, gran parte de las tareas de
la profesión se configuran a partir de la forma institucional
que adquiera el régimen de estado de bienestar en el contexto
de que se trate. En este sentido, dos contribuciones teóricas
han sido muy significativas, tanto en mi formación como en las
preguntas que he podido formular.
Estas contribuciones
teóricas iluminan, en gran medida, los constreñimientos
y oportunidades que intervienen sobre las profesiones orientadas a
los servicios sociales. En la medida en que el tipo de políticas
sociales y su organización institucional, los actores
comprometidos en su desarrollo, su caracterización como
derecho o como simples prestaciones (y por consiguiente, los grados
de desmercantilización que habilitan o no), la estratificación
social que producen (como derivaciones de su financiamiento y de las
transferencias que implican), el lugar (y el reconocimiento
implícito) de las mujeres (típicas proveedoras de
bienestar), las concepciones de los destinatarios, todos son
componentes centrales del mundo de los servicios sociales, mundo
del trabajo
para los trabajadores sociales. Quienes ejercen una profesión
operan selectivamente sobre lo que se construye y transmite en los
ámbitos académicos, pero también apelan a
conjuntos de recursos conceptuales disponibles y diversos, derivados
de otros campos disciplinares, del sentido común, etc. Incluso la referencia global a una profesión parece por momentos como un interrogante, más que como proposición: la cuestión de si – y en qué medida- se puede continuar afirmando la existencia de propiedades unificadoras en el caso del trabajo que realizan los trabajadores sociales como sector, propiedades opuestas a la diversificación objetiva de la realidad y del contenido de la experiencia social del trabajo es una cuestión de orden empírico. Esto es, es preciso también interrogarnos, en la medida en que no parece evidente que quienes desempeñan tareas tan disímiles como la gestión de proyectos complejos con participación social frente a la elaboración de informes sociales sobre un formulario cerrado, puedan unívocamente ser interpelados como parte de una misma disciplina o profesión. En lo que sigue, presento algunos resultados de mi trabajo sobre ámbitos y condiciones de trabajo de profesionales de Trabajo Social en Córdoba, como una contribución para pensar los marcos sociales que favorecen u obstaculizan posibilidades del pensamiento en nuestro campo. El estudio sobre condiciones de trabajo de los trabajadores sociales El trabajo que realizamos pretendió contribuir al reconocimiento de mutaciones y permanencias en diversas aristas del ejercicio profesional. Entendemos que las profundas transformaciones regresivas del contexto económico, político y social –desplegadas con la máxima intensidad durante la década de 1990- han incidido y producido cambios en algunas dimensiones del ejercicio profesional. El estudio interpela, entonces, la huella de esos cambios en el ejercicio profesional de Trabajo Social. Entre las transformaciones más importantes podemos señalar la privatización de políticas sociales del componente de seguro, cuyo caso paradigmático ha sido la creación del régimen mixto de jubilaciones y pensiones, con un sesgo a favor del sector privado mercantil. También se creó en la década de 1990 y habilitando sólo al sector privado mercantil el seguro de riesgos de trabajo. Otra de las transformaciones relevantes registradas en esa década fue el proceso de descentralización sin recursos suficientes de la educación pública y la salud pública, con enormes consecuencias en materia de cristalización y agudización de diferencias regionales intolerables en cobertura y calidad. Por último, la asistencia social fue privatizada, derivada su gestión al sector privado sin fines de lucro, que creció en este período gracias a la transferencia de funciones estatales. El contexto regresivo de la institucionalidad bienestarista de la década de 1990, y que permanece en gran medida intacto en la actualidad, no sólo afecta las condiciones de reproducción de la población, sino que, al mismo tiempo, afecta de modo directo aspectos sustanciales del ejercicio profesional de Trabajo Social. Se ha complejizado la “cuestión social”, han aumentado las demandas, los sujetos con necesidades, las formas de expresión de las necesidades, y la diferenciación de los problemas que los profesionales deben abordar. También han cambiado las respuestas estatales, privadas y no gubernamentales, su articulación y su lugar en el campo del bienestar. La garantía de los derechos sociales, sin embargo, sigue siendo una obligación estatal. Estos cambios nos interpelan entonces, en tanto profesionales que defienden los derechos sociales y que, al mismo tiempo, trabajan en ámbitos que dependen del “estado de situación” de los derechos sociales en cada momento histórico. La capacidad de respuesta de Trabajo Social a estos desafíos implica, sin dudas, el posicionamiento del colectivo en la defensa de los derechos económicos, sociales y culturales de la población y el desarrollo de herramientas de defensa y exigencia de estos derechos, acompañando a la población en sus demandas e incluso, promoviendo su articulación. Ese horizonte deseable de práctica profesional se ve contrastado con el nuevo contexto de trabajo, en el que se hacen visibles las implicancias del retroceso de los derechos sociales en el ejercicio profesional de Trabajo Social. Reconocer cuáles son las consecuencias del giro liberal en nuestras prácticas constituye un paso ineludible en la formulación de estrategias políticas a favor de la ampliación y consolidación de los derechos humanos. Nuestra hipótesis era que si en la década de 1990 se produjo una transición hacia un régimen de Estado de bienestar con un centro corporativista, pero con un creciente sesgo liberal- residual, esta transición produciría unos impactos específicos en el ejercicio profesional de Trabajo Social. Estos impactos podrían sintetizarse del siguiente modo:
Estos supuestos orientaron el trabajo de investigación. Sin embargo, los orígenes de las preocupaciones son a menudo producto de una síntesis compleja entre conocimiento e interés. De alguna manera, el trabajo representa una ‘reacción’ a unos problemas que podrían sintetizarse de la siguiente manera:
Algunos resultados del trabajo En la investigación 1 encontramos una ocupación significativa en empresas y organizaciones no gubernamentales, aunque carecemos de posibilidades de efectuar alguna comparación con otro momento histórico. Sin embargo, es previsible que estos ámbitos de ocupación crezcan en virtud de la retracción estatal.
El estado de
situación con respecto a las formas predominantes de
vinculación laboral de los profesionales nos indica que el 30%
aproximadamente están contratados; el 10% son becarios y el
17% monotributistas. Esta información resulta inquietante: en
efecto, las becas no constituyen una vinculación laboral
estrictamente hablando, y en general, podríamos temer la
constatación de una precarización de este aspecto de la
relación laboral en la profesión. Los profesionales desarrollan formas de doble y triple empleo como estrategias de contrapeso a tal precarización. Sin embargo, aún con doble empleo los ingresos medios de los profesionales son escasos y para los trabajadores más recientes, incluso los colocan bajo la línea estadística de la pobreza. Un
70% de los encuestados realizan tareas operativas, y sólo un
10% de los casos bajo estudio manifestaron hallarse en cargos de
conducción o dirección. Un supuesto era que las
actividades tradicionales son las que tienen mayor peso entre las
tareas que realizan los trabajadores sociales. Las condiciones de trabajo penosas son reveladoras indirectas de los retrocesos sistemáticos hacia un modelo liberal- residual de Estado de bienestar. Se pueden reconocer numerosas formas de la presión creciente sobre la relación social de servicio en detrimento de su complejidad y de la determinación profesional sobre la misma, particularmente expresadas (pero no únicamente) a través de la sobrecarga de tareas y la falta de recursos para atender los problemas. Ello confirma parcialmente los supuestos previos, que referían las malas condiciones de trabajo a bajos salarios, inestabilidad /precariedad laboral y falta de reconocimiento social de la profesión y de los profesionales. Se confirma en cuanto a los salarios insuficientes, pero la inestabilidad o precariedad laboral no se ha destacado como principal fuente de malestar ocupacional. Sin embargo, la falta de reconocimiento social de la profesión puede relacionarse con la falta de participación en la toma de decisiones, la subordinación a decisiones políticas, entre otras. El estudio también ha permitido mostrar que la externalización de funciones del Estado y la propia racionalización organizacional del sub- sector estatal representan sistemáticamente peores condiciones de trabajo para los trabajadores sociales, en la comparación intertemporal. Las pasantías, becas y otras formas de elusión de la relación laboral no se limitan a los sub- sectores no oficiales, sino que encuentran su mayor expresión en el Estado. Cabe señalar que el estudio se basó en el análisis del tipo específico de trabajo que realizan los trabajadores sociales, que puede enmarcarse en el trabajo de servicios. Desde mi punto de vista, la falta de teorización sobre la naturaleza del trabajo en Trabajo Social implica la caracterización del trabajo profesional en términos negativos, como sucede frecuentemente con las caracterizaciones sobre el sector servicios. Casi todos los aspectos del ejercicio profesional son relevados por defecto frente a la idea modélica del trabajo industrial, medida que no resulta del todo pertinente para precisar el trabajo de servicios y menos aún, el trabajo profesional al interior de los servicios sociales. Otro aspecto que nos parece posible tematizar a la luz de las consideraciones sobre el sector servicios y la relativa autonomía e indeterminación del trabajo que presenta, se vincula con un debate sobre la inespecificidad que padecería Trabajo Social. Sin desconocer las fructíferas discusiones que derivaron de esta formulación, sostenemos que las dificultades para formular un objeto de intervención se asocian con la propia naturaleza de las actividades características de los servicios sociales.
Creemos que lo
específico de la relación social de servicio se plantea
precisamente en esta heterogeneidad e incalculabilidad de las
situaciones que se presentan para su atención a través
de los servicios sociales, y en la tensión entre ‘normalizar’
el caso y ‘subjetivizar’ la norma. Además, el
hecho de que el servicio se produzca al mismo tiempo que se lo
consume, y la necesaria participación del ‘usuario’,
colocan una indeterminación importante al trabajo de
servicios. Afirmábamos que el trabajo de servicios, más aún, el trabajo en servicios profesionales, lleva más lejos la conflictividad potencial del trabajo vivo. Esa característica permite pensar alternativas en el complejo espacio de la intervención, pero teniendo en cuenta que los ámbitos de prestación de servicios colocan de modos diversos, ciertas determinaciones sobre la relación social de servicio. Comprender cuáles son las formas específicas en que tales restricciones se manifiestan, debería permitirnos, como trabajadores, una mayor libertad, la libertad que otorga el conocimiento de aquello que nos oprime en las formas en que está organizado el trabajo.
Sin dudas, la
pregunta por el futuro de los derechos sociales en nuestro contexto
debe articularse con exhaustivos análisis de las normativas de
acceso a las prestaciones y de las localizaciones de los programas
que, invisibilizando restricciones, constituyen el núcleo de
las singulares nuevas condiciones de retroceso en la vigencia
efectiva de los derechos sociales. Al mismo tiempo, la inclusión
en luchas sistemáticas por la ampliación y
universalización de los derechos sociales debería
formar parte de la agenda práctico- política de Trabajo
Social.
En este sentido, la
efectiva vigencia de los derechos humanos en lo concerniente a
derechos económicos, sociales y culturales de las personas
implica que los mismos deben ser universalmente garantizados; que el
Estado debe cumplir con los contenidos mínimos de los derechos
más allá de la situación presupuestaria; que no
se pueden tomar medidas regresivas (esto es, que disminuyan el goce
de los derechos); la prohibición de discriminar a las personas
en el disfrute de los derechos sociales y la obligación de
tomar medidas para el desarrollo de políticas sociales
adecuadas.
Esperamos
que la reflexión sobre el estado actual del campo profesional
nos permita conocer, reconocer e incidir sobre nuestro campo de
prácticas y sobre aquéllas condiciones que obstaculizan
el trabajo con los humillados
y ofendidos,
de cuya suerte depende nuestra esperanza en la construcción de
una sociedad democrática y justa.
NOTAS 1 El trabajo de campo tomó la forma de un censo, esto es, un estudio sobre la totalidad de las unidades de observación: pretendía abarcar la totalidad de los matriculados en ejercicio de la profesión de Trabajo Social en la provincia de Córdoba durante 2003. El estudio formó parte de la tesis de maestría en Ciencias Sociales con mención en políticas sociales, Escuela de Trabajo Social, Universidad Nacional de Córdoba. Fue publicada bajo el título Ambito profesional y mundo del trabajo. Políticas sociales y Trabajo Social en los noventa, Espacio Editorial, Buenos Aires, 2006. * Datos sobre la autora: * Nora Britos Docente e investigadora, cátedras Políticas Sociales del Estado y Seminario Trabajo Social y Exigibilidad de los Derechos Sociales, Escuela de Trabajo Social, Universidad Nacional de Córdoba. Volver al inicio de la Nota |
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