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Edición N° 50 - invierno 2008

El Quijote de Dalí
Una mirada reflexiva de la profesión

Por:
Alicia Noemí Alaniz
* (Datos sobre la autora)


En una galería de arte sobre una de las paredes yacía un cuadro con una leyenda que decía así: “Se inventaron así mismos. Aquel, pregonando al mundo su doctrina humanista y paranoica y éste humanizando el ideal renacentista como un método espontáneo de conocimiento irracional de la realidad basado en la objetivación sistemática de asociaciones e interpretaciones delirantes”. El cuadro era El Quijote de Dalí. Entonces, me pregunté: cuánto esa pintura y su leyenda tenía que ver conmigo?

Para dar respuesta a la pregunta antecesora, que quiero profundizar con ustedes tres conceptos: “libre arbitrio”, “historia” y circunstancias elegidas”, para lo cual necesito recuperar la palabra como efecto reparador no solo individual, sino también colectivo. Se trata de instalar la misma como espacio para pensarse, construida en forma espiralada que parte de nuestros conocimientos, proporcionados por las teorías científicas y la experiencia y avanza sobre las prácticas, los aprendizajes y las vivencias de las personas involucrados, recoge y pone en cuestión esas cogniciones y elabora nuevos conocimientos en este proceso de profunda comunicación “con otros”, pero que implica a la vez, la necesidad de rupturas con la comunicación, distanciados con el otro para poder realizar lo que Bourdieu llama socio análisis. Y, que más propicio que la palabra de Marx cuando nos dice que el pensamiento humano se funda en la actividad humana (el trabajo en el más amplio sentido de la palabra) y en las relaciones provocadas por dicha actividad” (Berges-Luckman, pp 19).

Por lo tanto, es en el trabajo y en las relaciones que se originan por dicha actividad la parte sustancial de nuestra vida pero, tenemos libertad de elección?

NO, rotundamente no. Estamos condicionados por una serie de factores que van desde lo económico hasta lo social y que impiden ese “libre arbitrio”.

Nuestra profesión, como dice Martinelli “ tiene existencia en sí y se relaciona con la sociedad capitalista en donde se origina y se institucionaliza como práctica social”. Por lo tanto, desde su comienzo ya tenemos un sello que nos condiciona y hace de nuestras prácticas, como dice la autora antes mencionada, “ alienadas, alienantes y alienadoras, enclaustradas en las instituciones y distanciadas de la lucha de clases”. (Martinelli 1997, págs. 8). Teniendo en cuenta esto y no perdiendo de vista que el Trabajo Social es fundado por la clase hegemónica para servirle como una estrategia de consolidación de su poder, debemos construir nuestra propia identidad pero, ¿cómo podemos construirla cuidando de que no sea reproductora de ese poder? Creo que haciendo una permanente revisión crítica de nuestro accionar, teniendo una reflexión ontológica que nos permita ver vías de ruptura con el proceso de alienación y pensar las categorías identidad, conciencia social y totalidad social en forma dialéctica como categorías plenas de movimiento e historicidad.

Además, de nuestras raíces aparecen factores actuales, no podemos olvidarnos que el trabajador social es un profesional que actúa en la vida cotidiana pero también está cruzada por ella, debe satisfacer sus propias necesidades, entonces , soy “libre de elegir”? lo soy?. Les doy un ejemplo: A veces tenemos la oportunidad de trabajar en sitios donde nos gusta, donde sentimos que estamos a pleno pero hay otros que nos pagan mas, que tenemos todos los beneficios sociales, como ven nuestro libre arbitrio no es tan así, dice Marx:
Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y transmiten el pasado.” (1975:15)

Cuando comencé ha trabajar en el Servicio Social universitario, lo hice por una fuerte necesidad económica, que a la vez se marcaba, aún mas, por condicionantes discriminatorios que tienen que ver con la edad útil de trabajo que existe en el sistema neo liberal. Es allí donde pude advertir la distancia que hay entre lo que es y lo que debería ser.

Existen fuerzas de poder en tensión permanente dentro de una universidad y una de sus manifestaciones más evidente es la que se da en él Servicio Social, que en muchos casos solo se limita a la entrega de becas y subsidios y pasantías internas rentadas, autofinanciadas o de investigación.

Como toda institución estatal reproduce el modelo de Estado, se ve una fuerte fragmentación entre la sede central y los centros regionales siendo una forma más de evidenciar la fragmentación existente en la sociedad capitalista en la que vivimos.

También, se encuentra la ausencia de reconocimiento de la profesión, por parte de otros profesionales que trabajan en la institución, para ellos somos los visitadores domiciliarios que tenemos la misión de certificar o no la condición de pobreza que se necesita para recibir el “beneficio de la beca”.

Por consiguiente, nuestro accionar tiene que estar dirigido en dos direcciones; una hacia la población demandante de nuestra intervención y otra hacia los profesionales, para poder transformar el concepto que se tiene de la profesión.

Sin embargo, éste ideario de la profesión que tiene el resto de la comunidad no es por que sí; el Trabajo Social tiene sus propias raíces fundantes en el capitalismo monopólico, como una forma de regulación social y para dar alguna respuesta a la cuestión social producto de sí mismo, como a su vez, no se puede negar un sesgo fuertemente positivista que atraviesa a la profesión, en donde la praxis se reduce a un conocimiento operatorio, agotándose, la teoría social, en abstracciones.

Por lo tanto, es necesario hacer conocer nuestra perspectiva sobre la identidad del trabajador social, la cual se construye, en palabras de Moljo y Parra: “con un otro, que es manifestación y expresión de la alteridad y lo diverso”. Entendiendo que los procesos sociales tienen que ver con sujetos históricos que están condicionados por el modo de producción imperante y en relaciones sociales

Pero, esto se logra si nosotros mismos hemos hecho la ruptura, a partir de reconocernos, no desde el ser impuesto, sino desde nuestra práctica; tomando la misma desde la realidad, teniendo en cuenta que ella no es la suma de partes aisladas sino una totalidad, que al aprehender las determinaciones fundamentales del objeto permite la fiel reproducción intelectual de la realidad.

Pero, según dice Pascal…”Lo que es verdad de un lado de los Pirineos es error del otro lado”. Entonces, como podemos develar esa realidad de la vida cotidiana?. Según Lukcman, ella se presenta como una realidad interpretada por los hombres y son estos los que le dan el significado subjetivo de un mundo coherente. Es algo que está originado en sus pensamientos y acciones. Es una realidad ordenada que se organiza en un “aquí” y un “ahora”, realidad que comparto con otros formando ese mundo intersubjetivo.

El mundo de la vida cotidiana, siguiendo al autor, se estructura en un tiempo y espacio, diríamos que ella tiene su propia hora oficial lo que nos lleva a ajustarnos a ese reloj, ajustar nuestros proyectos, ya que nos presenta implacablemente su límite y continuidad. Esta estructura proporciona la historicidad, la cual determina mi situación en ella. Sin embargo estoy inmerso dentro de una historia mucho más vasta y la ubicación en donde me encuentro conforma “decididamente mi situación”.

Por lo tanto, hacemos nuestra propia historia pero estamos sujetos a ese reloj, a ese calendario nos guste o no, seamos o no conciente de ésta situación. No creo en las casualidades sino en las causalidades y estoy convencida que todo tiene un para qué.

Aquí radica, en mi opinión, la verdadera práctica del Trabajo Social. Tener bien en claro y en permanente conocimiento para que estoy interviniendo y para quién estoy interviniendo, cuando Kosik nos habla de mundo fenoménico nos está diciendo que las cosas van más allá de lo aparente, no puedo ni debo llevarme por mi impresión de las cosas por que ella está impregnada de pre conceptos y por que entra en mi subjetividad, tan solo recordemos lo que Pichón Riviere nos dice “todo encuentro es un re encuentro”, entonces, por que aquella persona me simpatiza y esta no?, muchas veces escuchamos “es cuestión de piel”.

Esto no puede suceder en nuestra profesión!!. Debe existir un compromiso de realizar un conocimiento riguroso, desde una perspectiva cuya metodología deja de ser epistemológica para ser ontológica. Es el objeto quien se revela y nos indica el camino a seguir para lograr su conocimiento, dice Montaño … “el método (dialéctico) es derivado de las características del objeto concreto (y no con dependencia de éste) y el criterio de verdad se funda en la capacidad del producto del conocimiento (la teoría) de conseguir, lo más fielmente posible, reproducir en el intelecto el movimiento de la realidad”…(Montaño,C, en Borgianni, E y Montaño, C, 2000:22).

La palabra “análisis” significa distinción de las partes de un todo hasta llegar a conocer sus principios o elementos, pero este conocer es averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la naturaleza como cualidades y relaciones del objeto en sí, percibirlo como distinto de todo lo que no lo es. Surge una sutil diferencia entre” conocer” y “saber” este último se refiere a estar informado de la existencia del objeto en sí. Existe un saber experiencial o saber cotidiano y un saber científico. Ese saber cotidiano es el sentido común de la vida cotidiana, la matriz social, desde donde el trabajador social va a elaborar su objeto de estudio, pero el mismo trabajador social es parte de ese mundo, se relaciona con sus semejantes, se socializa como uno más de ellos, vive y sufre las mismas necesidades, comparte la misma cultura y transita los mismos hechos históricos.

¿Cómo puede entonces ser objetivo en su análisis? Esta objetividad hace que se cuestione tanto si las ciencias sociales son ciencias y exista una fuerte discusión entre los académicos desde antaño.

Al respecto diré que la capacidad que tenga el investigador social para entrar en relaciones de simpatía con los actores sociales, en algún proceso social, puede ser de gran utilidad y a la vez facilita la inversión de hipótesis adecuadas que expliquen el proceso, pero esto no constituye por sí mismo un conocimiento, el hecho en sí no anula la necesidad de una información objetiva, evaluada con principios lógicos, comunes a todas las investigaciones controladas.

En cuanto a que los científicos sociales se ven afectados en forma implícita o explícita por sus propias consideraciones, de qué es lo bueno y qué es lo malo, diré que esto sólo prueba la fiabilidad de los seres humanos y la facilidad con que puedan errar en sus pretensiones de conocimientos objetivos, pero el hecho de que existan, nos posibilita a utilizar métodos auto correctivos, identificando estos sesgos personales que matizan las conclusiones a las que se arriba.

Para aclarar el enfoque que doy sobre objetividad me referiré a nuestras dos mentes, es decir, todos tenemos un conocimiento racional y otro intuitivo, más impulsivo, no racional.

Cuando aparecen las pasiones el equilibrio se rompe y la mente emocional desbordada, secuestra a la mente racional. Conciencia afectiva y conciencia objetivante. El inconsciente percibe antes que el consciente una situación y envía el mensaje con el sentimiento que está en la memoria, con la idea asociada. Así, antes de percibir algo nuestra memoria racional nos dice si nos gusta o no. En la memoria emocional están registradas nuestras experiencias de la infancia antes de que supiéramos hablar.

Por lo tanto, tomando lo antedicho en cuenta, sería estimable después de nuestra salida a campo o en el momento de analizar la cuestión en sí, hacernos una serie de preguntas que favorezcan el reconocimiento de involucración personal en el tema conforme hallamos asociados con nuestra propia historia y el grado de apasionamiento que se hace presente, lo que dificultaría nuestra objetividad.

Otro tema a considerar son los valores. Lowis Lavello en su “traite des valeurs”, los define por este rasgo: el valor es lo que rompe nuestra indiferencia. La teoría de los valores se llama con término técnico griego “axiología”, “axios” en Griego significa valioso, válido, digno; el valor es lo que vale en sí. De allí que según la cultura e historia de un pueblo, cambien los valores por eso es necesario el conocimiento previo del lugar y de los actores sociales con que se va a trabajar, sus concepciones, limitaciones, creencias, etc. para facilitar la comunicación evitando las disfunciones posibles.

Como ven, las circunstancias se producen, existen y se transmiten, es necesario tener bien en claro para qué y par quién intervenimos, como dice Margarita Rozas: “La comprensión del Sobre qué, el Para qué, el Cómo y Con Quién de la intervención profesional solo pueden ser analizados en la medida que estén sustentados teórica y prácticamente”..

Verbitsky dijo una vez: “yo soy muy optimista en al práctica y bastante pesimista en la reflexión”, frase que implica una forma de trabajar con ese otro, objeto de nuestra intervención. Es manifestar un saber y hacer crítico, es jerarquizar la misma, es entender la producción de conocimiento como parte del ejercicio ético.

Por lo tanto, se presentan las siguientes consideraciones, entendiendo que:

a)-el hombre como ser onto creador crea, comprende y explica la realidad, diría Kosik “la praxis se funde con todo el hombre y lo determina en su totalidad”. (1996,pgs 241).Por lo tanto, el comprender la praxis de ésta forma hace que superemos nuestra finitud y nos conectemos con la totalidad del mundo. Comprender las cosas y descubrir su ser en los fenómenos singulares y en su totalidad es lo que nos lleva a intervenir en forma dialéctica, tomando la realidad en sus movimientos permanentes

b)- los sujetos sociales que intercambian saberes, se encuentran en una relación de poder articulada históricamente, tener esto presente nos conduce a intervenir en lo social entendiendo a ese “otro” en su propia historia en donde es atravesado por lo económico, lo político, lo cultural construyendo estas categorías desde una unidad que tiene movimiento propio y permanente.

Volviendo al cuadro de Dalí, no seré yo, también, un Quijote en mi profesión?. Pues bien, creo que debemos proyectarnos como dice Iamamoto en ser “un profesional creativo e inventivo, capaz de entender a tiempo presente, hombres presentes en una vida presente”. (1998,pgs 49), comprender las cosas y descubrir su ser en los fenómenos singulares y en su totalidad es lo que nos lleva a intervenir en forma dialéctica, tomando la realidad en sus movimientos permanentes. Entonces, ¿es posible implementar un Servicio Social Universitario, que reúna todas las características mencionadas anteriormente? Sí, en cuanto se desmitifique al profesional como un agente de cambio de las circunstancias, dador de los recursos provistos por el Estado. Es necesario tomar en cuenta las condiciones reales de trabajo y no caer en idealismos o solamente en buenos propósitos, que no nos conducen al verdadero cambio.

Considerar la población, objeto de nuestra intervención, no como grupos de oprimidos interrelacionados personalmente sino que, según Faleiros ella es “movimientos de fuerza en confrontación por la propia dinámica estructural, con estrategias ofensivas y defensivas”. (Faleiros, 1985)

Por lo tanto, hablar del Servicio Social universitario es hablar de un espacio de lucha a conquistar, en donde existen diferentes bloques en los cuales el Trabajador Social deberá posicionarse. Espacios de enfrentamientos entre el poder hegemónico y los que propugnan una contra hegemonía.

Por consiguiente, los sujetos sociales que intercambian saberes, se encuentran en una relación de poder articulada históricamente, tener esto presente nos conduce a intervenir en lo social entendiendo a ese “otro” en su propia historia en donde es atravesado por lo económico, lo político, lo cultural construyendo estas categorías desde una unidad que tiene movimiento propio y permanente, organizándonos sobre tres ejes, que según mi criterio son fundamentales, ellos son: la prevención, promoción y asistencia. Entendiendo que “prevenir”es, ante todo, incentivar procesos culturales e interpersonales propicios al afianzamiento de actitudes, valores y estrategias que favorezcan la neutralización de los factores de riesgo, es ayudar a mejorar la capacidad de grupos y comunidades para movilizar redes de solidaridad, para diseñar y construir de manera conjunta su futuro. El esfuerzo preventivo debe tener un enfoque comunitario y cooperativo.

La prevención debe basarse en lograr que participe la comunidad estudiantil, creando y abriendo canales de comunicación, con los cuales mayoritariamente se incorporen de manera activa y conciente en la formulación de alternativas y en los niveles de decisión.

La tarea preventiva no puede quedar a cargo exclusivamente de expertos sino que debe estimular la participación de toda la comunidad en la generación de programas y acciones de promoción de la salud y el bienestar estudiantil.

Prevenir es educar pero, educar no es un suministro de información, más bien es mejorar el sistema socio cultural y crear un clima de mayor seguridad y bienestar.

Promover es “mover a”, es decir mover las capacidades de los sujetos sociales, activar el conocimiento y el ejercicio de los derechos humanos, fortalecer la pertenencia, identidad y participación comunitaria, revisar y, si es necesario, modificar modelos vinculares y de interacción social relacionados con la violencia.

Es orientar, integrar y contribuir a la participación de gestiones tendientes a emprendimientos productivos y solidarios. La tarea de promoción radica también, en facilitar el acceso a los bienes culturales, la recreación y el deporte.

Por último y no menos importante se encuentra la asistencia. Entendiendo por tal la generación de oportunidades para ejercer los derechos.

El trabajador social corre el peligro constante en caer en el “asistencialismo” puesto que su trabajo permanentemente se ve atravesado por la “urgencia”, la cual hace que muchas veces se pierda o mimetice el objetivo de nuestra intervención. Todos sabemos que no está mal operar sobre lo inmediato, lo que sí está mal es quedarnos en la inmediatez de los acontecimientos. Este primer contacto con la realidad debe permitirnos investigar la esencia de la misma. No hay recetas posibles para esta fase sino que cada uno de nosotros debe ser constante y coherente con la auto evaluación y autocrítica, las cuales podrán dar los resultados de nuestra intervención.

La asistencia en Trabajo Social tiene que ver con la movilización de las redes sociales, con la generación de recursos y el mayor aprovechamiento de ellos y, sobre todo, con la negociación y construcción de espacios, que nos permitan construir en forma conjunta el contrato institucional, en el que se especifiquen responsabilidades y prestaciones entre las partes.

Por lo tanto, considerar el medio ambiente interpersonal de los actores sociales es fundamental, considerando éste como. “la trama viviente que nos alimenta con afecto, imágenes y sensaciones, del cual dependemos de manera tan inmediata y urgente como nuestro organismo del aire, el agua y los nutrientes de la tierra” 1.

Sin embargo es éste uno de los aspectos más descuidados en el Servicio Social universitario, en donde la urgencia termina con lo importante, por lo cual suele verse a colegas inmersos en una rutina aplastante.

Tener en cuenta que somos seres creativos y que existe la creatividad inherente a muchas fases de nuestro trabajo, que ella no es un artículo de lujo nos permitirá intervenir siendo facilitadores y liberadores de las potencialidades de los estudiantes.

Concluyendo, el Servicio Social universitario debe ser un espacio de respeto mutuo; de valorizar y alentar el ensayo y error; de ayudar a descubrir la propia vocación; de liberar los miedos, tabúes, dogmatismos y convencionalismos que existen y por sobre todo dejar de lado intereses corporativos a favor de aquellos que son parte de nuestro futuro. Todo lo que se necesita es estar dispuestos a involucrarse y pensar que tal vez no sea tan errado aventurarnos como Don Quijote siempre y cuando no perdamos la razón ante quimeras inútiles pero sí tomando en cuenta que como dijo John Donne

Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo: cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra”……. .y entre todos formamos lo que se nos ha dado llamar HUMANIDAD.

NOTAS

1 Equipo Talleres Prevención CENARESO. “Camino a la Prevención Integral”. Trabajo inédito, 1999



* Datos sobre las autoras:
* Alicia Noemí Alaniz
Licenciada en Trabajo Social -UNLU-
Eje temático: Las condiciones laborales y las proyecciones organizativas de la profesión.

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