Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
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Desde mi inicio como estudiante de
Trabajo Social hay un tema que surge recurrentemente en distintas
situaciones y cuya importancia ha ido creciendo a medida que avanzo
en la formación de la carrera. Siempre se me presenta como
pregunta: ¿Qué entendemos cuando hablamos de “la
distancia”? Me refiero a la distancia entre el profesional (en
este caso el Trabajador Social) y aquellas personas con las cuales
éste interviene.
El tema de la distancia es uno de los tantos insumos teóricos que se estudian en distintas materias de la formación académica; en especial, aquéllas que se refieren específicamente a la intervención o en los Talleres de práctica pre-profesional. Por ejemplo, en Nivel de Intervención II, cuyo contenido se refiere a la intervención con grupos, el concepto referido fue presentado como uno de los aspectos de la Actitud Psicológica que debe tener un profesional actuando como observador de un grupo con el objeto de analizarlo en su funcionamiento, distribución de roles, organización, etc. En este sentido, Marta Manigot 1 sostiene que la “distancia óptima” constituye la posibilidad de incluir resonancias sin confundirse con el grupo para aumentar la comprensión de éste y conseguirla implica un ejercicio. Su búsqueda oscila entre dos polos: La distancia excesiva como mirada distante que obtura y empobrece la comprensión y la falta de distancia, que implica una identificación tal con el grupo en la cual las resonancias producidas aprisionan y obnubilan la mirada y la comprensión. Además, Ruth Teubal, (profesora titular de dicha materia), expone, reforzando lo expresado por la autora citada, que la distancia óptima es una construcción por la cual el observador debe ubicarse lo suficientemente cerca del grupo como para permitirle entenderlo pero no confundirse en él, cuidando de no alejarse demasiado como para desconectarse del grupo.
En la práctica, mi primera
experiencia con esta cuestión de la distancia tuvo lugar al
comenzar con las prácticas pre-profesionales en Taller Nivel
2.
En distintas ocasiones al analizar la
práctica en los Talleres, el tema de la distancia aparecía
a modo de “advertencia” docente acerca de cómo
interfieren valorativamente en la intervención, los enojos,
las quejas y/o frustraciones que surgen frente a hechos inesperados o
imprevistos que modifican los resultados esperados de las acciones
profesionales o frente a la crudeza misma de la problemática
en sí misma. Me surgen aquí las primeras preguntas: ¿Cómo se ejerce una profesión (y me refiero a cualquiera de ellas) sin apasionamiento? ¿Podemos medirlo, contenerlo? O debería decir “debemos” medirlo, contenerlo para actuar profesionalmente. ¿Cómo juegan la objetividad y la subjetividad en la intervención profesional? ¿Cómo equilibrar corazón y razón? Ya en el tramo final del último año de prácticas pre-profesionales, que fueron realizadas (los tres niveles de taller) en el mismo Centro de Prácticas en el campo de la problemática de niños y adolescentes en situación de calle, estas preguntas siguen vigentes y, más aún, se han complicado. ¿Cómo medir el cariño y el afecto que están ávidos por recibir? ¿No es éste un camino válido para construir una relación con ellos?
El problema que se plantea aquí,
en relación al tema de la distancia, estaría referido a
los límites o alcances de esos lazos emocionales y su
incidencia en la toma de decisiones a nivel profesional, momento en
el cual el Trabajador Social debería mantener la cabeza “fría”
para poder pensar las mejores vías de solución para
cada situación en la que debe intervenir.
La situación de calle revela
con la mayor crudeza el grado de deterioro que ha alcanzado una
importante porción de nuestra sociedad a raíz de las
consecuencias del modelo económico implantado desde las
últimas décadas en nuestro país. No me refiero
aquí solamente a los niños y adolescentes sino también
a adultos que se han desbarrancado en la pirámide social o
están ya fuera de ella.
Con el objeto de analizar el tema en
este ámbito, retomo las prácticas pre-profesionales
realizadas entre los años 2004 y 2006 en el Centro de Día
Santa Catalina de Constitución y las que estoy desarrollando
este año 2007 en el Hogar Don Bosquito de San Justo, dos
instancias del Proyecto Hogares Don Bosco para niños y
adolescentes en situación de calle. El Trabajo Social recurre frecuentemente a conceptos de otras disciplinas del campo de las ciencias sociales en su búsqueda permanente de aportes teóricos. Así pues, creo oportuno en este caso, tomar de la psicología algunos conceptos que me parecen apropiados para tratar el tema propuesto en este ensayo. En primer término, el concepto de encuadre que se aplica a la realización de entrevistas y al trabajo en grupo. Si bien, en el tema de los niños y adolescentes en situación de calle o de vulnerabilidad social, no se realizan entrevistas con todas las formalidades de la entrevista psicológica, la noción de encuadre es totalmente válida, ya que todo encuentro posee características que lo enmarcan y hacen posible la construcción de relaciones interpersonales.
Según Delly Beller 2,
el encuadre (en el encuentro con el otro o con el grupo) constituye
un conjunto de normas que está presente en toda situación
cotidiana, cuya funcionalidad consiste en instaurar límites,
brindar apoyo, operar como marco de referencia y sostén de la
persona o del grupo.
Cabe introducir en este punto, los
conceptos de transferencia y contratransferencia, ambos provenientes
del marco teórico del psicoanálisis. Teniendo en cuenta
que ninguna persona se presenta en blanco sino que posee un capital
que se pone en juego en su relación con el otro, la
transferencia se produce en todo intercambio humano como
reactualización de los estilos vinculares y afectos del pasado
en las relaciones presentes y se demuestra en la disposición
de la persona.
Sin la intención de
psicologizar en extremo el desarrollo del tema, creo sin embargo,
importante no perder de vista esta característica ineludible
del psiquismo humano que es la compulsión a la repetición.
Esta incomprensible posición defensiva u hostil que adoptan
estos niños y adolescentes frente a los adultos obedece
evidentemente a vivencias de sus pasados. Como lo expresa Rudolf
Steiner 4 “dos son las palabras
mágicas que indican cómo el niño entra en
relación con su medio ambiente. Helas aquí: La
imitación y el ejemplo.”
Con respecto a la contratransferencia que el encuentro provoca en el Trabajador Social, en este caso preciso, ésta consiste en el conjunto de emociones que el niño o adolescente genera en él y que, como respuesta a la transferencia, está también determinada por la propia disposición y estructura de la personalidad del profesional. Siguiendo a José Bleger, 7 como resultado de la transferencia, “el entrevistado asigna roles al entrevistador y se comporta en función de ellos... traslada situaciones y pautas a una realidad presente y desconocida y tiende a configurar esta última como una situación ya conocida, repetitiva.” Y, por otro lado, el entrevistador “tiene que jugar los roles que en él son promovidos por el entrevistado pero sin asumirlos en su totalidad.” Aunque algunos más abiertamente que otros, en general, todo niño se entrega al abrazo y, con el transcurso del tiempo, hasta se convierte en una demanda permanente. Entonces, me pregunto ¿Cómo retacearle a este niño el afecto que está ávido por recibir para mantenerme en mi función profesional? ¿Corresponde verdaderamente guardar la compostura y no jugar estos roles que ellos promueven en nosotros o sería mejor emplear esta vía del cariño para consolidar la relación con él? ¿Dónde está el límite de este juego de roles? Otro concepto de la psicología podría ayudar en este punto. Éste es la técnica fundamental de la entrevista psicológica y la principal herramienta del entrevistador: La disociación operativa.
La aplicación de esta técnica
ofrece la posibilidad de disociarse; es decir, de dividirse
mentalmente en dos partes: Una parte que juega el entrevistador al
preguntar, escuchar e identificarse empáticamente con el
entrevistado pero sin confundirse con él, en la cual se pone
en juego un mecanismo psicológico profundo, que es la
identificación proyectiva y otra, que observa reflexivamente
lo que está ocurriendo en el encuentro y, a la vez, se
auto-observa, entrando y saliendo mentalmente de la situación,
como observador participante. El mecanismo de la disociación operativa aparece como una herramienta muy adecuada para manejar tanto lo que me ocurre a mí (la contratransferencia) como también lo que provoca mi presencia en ese otro (la transferencia).
El segundo año de práctica
pre-profesional en Santa Catalina correspondiente a Taller Nivel 3,
nos permitió tomar contacto directo con los niños y
adolescentes que concurrían al Centro, ya desde un contexto de
intervención directa con ellos. El trabajo del año
anterior (Taller Nivel 2) había estado centrado en la
observación institucional, con lo cual nuestro contacto con
ellos había sido totalmente informal y tangencial a la tarea
específica del Taller. Los conceptos teóricos expuestos en el presente trabajo me han aportado en gran medida para intentar resolver, en la práctica, estas cuestiones y, en particular, el tema de la distancia. La disociación operativa parece ser la llave maestra y su ejercicio, una herramienta fundamental para no caer en extremos indeseables. “Se puede enseñar y aprender a realizar entrevistas (en nuestro caso, encuentros), sin tener que quedar librado a un don o virtud imponderable” según palabras de José Bleger. Sin embargo, hay otras cuestiones, quizá no tan teóricas pero igualmente válidas que me parece apropiado mencionar. Y precisamente porque no se inscriben en ningún pensamiento teórico reconocido es que no son valoradas con justicia o son mal interpretadas, además de que constituyen cualidades caídas en desuso o poco comunes dentro del modelo de sociedad consumista, en el cual lo que más importa es la eficiencia, la competitividad, lo que cada uno tiene y no lo que cada uno es. Creo importante mencionarlas aquí porque trabajamos con personas.
Me refiero al apasionamiento por la
tarea que se realiza, al compromiso desde el corazón, a la
sensibilidad, al abandono de la omnipotencia y del egoísmo, al
verdadero sentimiento de la solidaridad. Son éstas algunas
cuestiones imprescindibles a la hora de abrazar no sólo el
Trabajo Social como profesión sino cualquier quehacer
profesional.
Finalmente, no creo que exista “una”
distancia sino muchas; tantas como personas y situaciones se
presenten al actuar; cada una de las cuales se va construyendo en la
interacción de las subjetividades y de las condiciones
objetivas que se juegan en cada situación particular. Personas
y situaciones ante las cuales siempre debe estar despierta, no sólo
nuestra capacidad de reflexión sino también nuestra
capacidad de amar.
Bibliografía ALLIDIÈRE, Noemí - “La Entrevista y los Estilos Psicológicos en la Empresa”. Artes Gráficos Negri. Buenos Aires. 1997. BELLER, Delly - “Encuadre” Editorial Cinco. (Texto incluido en la bibliografía de la materia Nivel de Intervención II, Cátedra Ruth Teubal.) BLEGER, José -La Entrevista Psicológica (Su Empleo en el Diagnóstico y la Investigación) En Temas de Psicología. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires, 1995. ESCOLAR, Cora y otros – “Historia de Vida y Subjetividad: Soportes Epistemológicos” Revista Litorales. Año 1, Nº1. Noviembre de 2002. ISSN 1666-5945 ERICSON, E – Sociedad y Adolescencia MARTINEZ, Carlos – “Ámbito Institucional y Comunitario. Tácticas y Técnicas de la Entrevista Psicosocial”. Agosto de 1999. MONIGOT, Marta - “El Observador: Fatigas y Placeres de un Itinerario”. Editorial Cinco. (Texto incluido en la bibliografía de la materia Nivel de Intervención II, Cátedra Ruth Teubal.) STEINER,
Rudolf
-“La Educación del Niño (A la Luz de la
Antroposofía). Editorial Antroposófica. 1ª Edición
Castellana. 1950.
Notas 1 MONIGOT, Marta- “El Observador: Fatigas y Placeres de un Itinerario”. Editorial Cinco. (Texto incluido en la bibliografía de la materia Nivel de Intervención II, Cátedra Ruth Teubal.) 2 BELLER, Delly- “Encuadre” Editorial Cinco. (Texto incluido en la bibliografía de la materia Nivel de Intervención II, Cátedra Ruth Teubal.) 3 ALLIDIÈRE, Noemí- “La Entrevista y los Estilos Psicológicos en la Empresa”. Artes Gráficos Negri. Buenos Aires. 1997. 4 STEINER, Rudolf-“La Educación del Niño (A la Luz de la Antroposofía). Editorial Antroposófica. 1ª Edición Castellana. 1950. 5 ERIKSON, Eric - Sociedad y Adolescencia. 6 STEINER, Rudolf-“La Educación del Niño (A la Luz de la Antroposofía). Editorial Antroposófica. 1ª Edición Castellana. 1950. 7 BLEGER, José-La Entrevista Psicológica (Su Empleo en el Diagnóstico y la Investigación) En Temas de Psicología. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires, 1995. * Datos sobre la autora: * Adriana Vacarezza Estudiante de Trabajo Social. Facultad de Ciencias Sociales. UBA Volver al inicio de la Nota |
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