Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
Por:
El campo de intervención de los
trabajadores sociales desde los inicios de la profesión ha
estado relacionado con la denominada “cuestión social”,
construyendo buena parte de su especificidad en la intermediación
entre recursos y necesidades y representando en muchas ocasiones la
figura del “ordenador social”; ejerciendo el control
social a través de sus intervenciones profesionales,
funcionales a un sistema que se las fue asignando para sostener el
status-quo de quienes detentan el poder político y económico.
Cuando la “globalización”, que tiene un fuerte impacto sobre los Estados-Nación, imprime una nueva lógica económica y social el Estado presenta un nuevo rol que es el marco desde donde surgen y se sustentan los nuevos estilos de control social. Esto genera una crisis que trae consigo una fragmentación en todos los órdenes provocando el desarrollo de un nuevo modelo sustentado en la ruptura del Estado Social que hasta entonces se hallaba basado en el trabajo como eje central resultando estructurador de inclusión y conformando una red de protección social. La “inclusión” ya
no está marcada por la identidad que otorga ser un
“trabajador” sino por la que otorga ser un “consumidor”.
Surgen como solución a esta
crisis las políticas focalizadas. Cada sujeto deberá,
entonces, adecuarse a las exigencias del sistema para poder al menos
estar incluido en el reparto de los pocos recursos, hecho que lo
transformará en un mero receptor de lo que el Estado u otras
instituciones le quieren dar.
En este marco quien aparece como
ejecutor de estas políticas focalizadas y selector de los
destinatarios de los recursos (población meta) es el
Trabajador social quien, conciente o inconscientemente, se mimetiza
con el sistema viéndose imposibilitado entonces de tener una
mirada reflexiva y critica sobre la realidad social, el mandato de
las instituciones y sus propias intervenciones.
Cabe aquí, entonces,
preguntarnos ¿es esta la función que creemos le compete
hoy al Trabajador Social? ¿o creemos que debemos modificar
esta función de control adoptando la de promover ciudadanía?
Los trabajadores sociales debemos resistir al papel de controladores y planificadores de la asignación de recursos o intermediarios entre bienes escasos y necesidades insatisfechas, intervenciones que confirman la miseria y la exclusión desde la condición de excluidos de los sujetos. Las respuestas de la profesión deben ser actuales y adaptadas a la nueva coyuntura lo que
implica que deben transformarse. Existen distintos obstáculos
para ello, pudiendo citar, además de los condicionantes
externos e internos a la profesión, como muy importante el no
posicionamiento político de los trabajadores sociales.
No resulta fácil plantear y pensar en la necesidad de un posicionamiento ético-político de la profesión en la coyuntura actual. Todos los trabajadores sociales afirmamos que la relación entre Trabajo Social y política existe pero no sabemos a ciencia cierta cómo desempeñar la competencia política en la profesión y aquí, más allá de nuestros errores y aciertos en este tema, debemos también atribuir parte de la responsabilidad de ello a la formación académica que se brinda en los centros de estudios. Existe una relación histórica entre Trabajo Social y política que es ratificada en más de un escrito por Ander Egg, Malacalza, Netto. La profesión posee una dimensión y competencia política, requiere de un compromiso político del TS a partir del enfoque de los derechos humanos (equidad, justicia, etc.). La profesión cumple un papel político y el Trabajador social ejerce un rol político; sus acciones se basan en ese rol que se legitima en un marco ético-político. Cada TS ejerce su profesión adoptando diferentes modalidades de intervención de acuerdo a su posicionamiento político-ideológico. El ejercicio de este rol político (que llevamos adelante todos los TS) se legitima a través de un posicionamiento ético-político, de la participación activa, del compromiso social. Sin ello la práctica social está vaciada de contenido lo que influye negativamente en los sectores con los que se trabaja. Debemos dejar de describir lo social para comenzar a interpretarlo. Ander Egg expresa que de lo contrario la “práctica es incolora, inodora e insípida”. Debemos promover otras miradas
profesionales: en nosotros y los otros. Articular nuevas
relaciones sociales y espacios de construcción social.
Es nuestro deber como profesionales recuperar a los sujetos con los que interactuamos en la práctica social desde otro espacio, reinstalar acciones de participación y protagonismo, apuntar a la recuperación de los lazos sociales y en este camino debemos valorar los movimientos sociales porque apuntan a generar nueva concepción del poder, con contenidos más cotidianos, culturales y locales. Tomar la cultura –expresión del pueblo que construye su vida cotidiana- como eje conceptual, lo que implica renovar viejos conceptos de la intervención profesional. Una resignificación de los
hechos sociales desde la percepción comunitaria, una nueva
visión de la práctica profesional como atravesada por
las prácticas populares. Desde esta perspectiva la práctica
interdisciplinaria incluye incorporar actores surgidos de estas
prácticas populares.
Afirma Carlos Eroles que el trabajo social es la IN – DISCIPLINA de las ciencias sociales, y cuenta para ello con tres (3) dimensiones:
Debemos adoptar un postura ética otorgando contenido a nuestras intervenciones a partir de reconocer las causas por las que cierto segmento de la población se halla en condiciones de necesidad y asistencia. Instalar el sentido político de la profesión y de nuestra intervención a partir de instalar el tema de los derechos humanos y del acceso a ellos. Derechos de todas las personas entre las cuales también estamos nosotros como ciudadanos y como profesionales. La dignidad del trabajador social en el marco de las ciencias sociales, es la praxis, es la intervención a partir de la reflexión crítica, praxis con una direccionalidad política que apunta a la transformación social. El eje de esa praxis deben ser los derechos humanos. Para finalizar una reflexión de
Gustavo Parra “los profesionales del TS tenemos el
compromiso y la responsabilidad de construir nuestra práctica
profesional sustentada en un análisis critico de la realidad
social en la cual intervenimos, en la comprensión de la vida
cotidiana de los sectores populares y promoviendo la participación
activa de estos sectores, en el compromiso ético-político
de nuestra práctica y en el desafío de construir una
sociedad democrática. Contribuyendo desde nuestra intervención
a la consolidación de una ciudadanía activa, a través
de estrategias de acción viables asentadas en los valores
fundamentales del ser humano como sujeto histórico, social y
político”.
Bibliografía:
Beneficios o perjuicios de las
polìticas asistenciales actuales. Atrapados entre el discurso
y la pràctica” – Lic. Mabel Garcìa,
responsable comisiòn de salud CASPER y equipo de TS.
Correlación entre
polìtica y trabajo social – Lic. Carlos Eroles
(diàlogos por Internet)
Trabajo social y polìtica.
El rol polìtico del Trabajo Social” – Lic. Marìa
Armanasco (Santiago del Estero)
Nuevos escenarios y pràctica
social” (autores varios)
El Estado y el ejercicio de la
violencia social negativa. Papel de los Servicios Sociales como
reproductores del modelo” – Lic. Fossini – Lic.
Pitoiset
Trabajador social… un
dìa como tantos” – Lic. Fossini
Trabajo Social: intervención
e identidad” – Lic. Fossini
* Datos sobre la autora: * Lic. Silvia C. Fossini Licenciada en Trabajo Social. Integrante del equipo de Servicio Social de la ciudad de Río Grande, Pcia. de Tierra del Fuego (Argentina) Volver al inicio de la Nota |
Volver al sumario | Avanzar a la nota siguiente | Volver a la portada para suscriptores |