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Edición N° 34 - invierno 2004

Editorial

Esperando noviembre

Pareciera que la última y superior etapa del capitalismo fuera la "desintegración global del planeta".

Ninguna de las reglas o leyes propuestas desde los Estados democrático-capitalistas ha dejado de ser pisoteada por los mismos representantes de los Estados democráticos.

Los delegados de la mayoría de los países ante la ONU (Organización de las Naciones Unidas) no se avergüenzan de sostener las posiciones -cada día más caóticas- de los Estados Unidos de América, Estado -y virtual única potencia- que también fue víctima del copamiento de las grandes empresas multinacionales.
En esta etapa, las compañías petroleras y las de fabricación de armas monopolizan el poder para su propio beneficio. Sólo que su ganancia reside básicamente en la destrucción de la vida sobre el planeta, sino del planeta mismo.

Leves quejas se oyen desde los otros países industrializados (Grupo de los 7). Asisten al espectáculo de la rapiña sin poder creer que los hayan dejado en segundo lugar, sólo para que recojan las sobras.

Están atrapados en la misma red que ellos tejieron. Denunciar al imperio sería denunciarse ellos mismos.
De tal forma, callan y otorgan. Se preguntan: ¿cuándo dejamos de ser aliados?
En su desesperación, esperan por el próximo noviembre; las elecciones en EEUU, la tómbola salvadora que les permitará cambiar algo para que nada cambie.
Creen que si triunfa Kerry, el centro de gravedad del Poder se modificará. Y especulan que se iniciará una etapa en la que podrán cosechar juntos los inobjetables triunfos de la civilización sobre el atraso y la barbarie de los países del tercer mundo. Así Bush y compañía habrán cumplido excelentes servicios. Y el sistema podrá recomponer un tanto el desgastado equilibrio mundial.
El capitalismo vuelve a generar la misma respuesta que llevó a la Primera Guerra Mundial: la llamada Paz armada (nos armamos para lograr el equilibrio y defender la paz).

Insistimos:

Estos tiempos nos reafirman que sólo desde nosotros mismos podremos encontrar la forma de evitar el robo disfrazado de metas a cumplir, de pactos económicos preexistentes o restituciones democráticas. Y que ese robo ya no afecta una parte de nuestra vida , sino el todo. Así resistir es sencillamente plantear la necesidad de seguir existiendo frente a los depredadores.
De esa manera, sostenemos que únicamente desde nuestra acción podremos recuperar el sentido de lo social, el sentido cabal de la Vida.
Así será posible armar la Intervención como resistencia.

Alfredo Carballeda



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