Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales
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PRIMERA PARTE: Trabajo Social y formación profesional.
1-Introducción Hay hombres que de su cencia tienen la cabeza llena; hay sabios de todas menas, mas digo, sin ser muy ducho: es mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas. José Hernández, Martín Fierro. Escribo este pequeño libro con la intención de reflexionar sobre el Trabajo Social y la formación profesional. De hacer unos humildes aportes a un campo donde estoy prácticamente empezando a desenvolverme. Este trabajo es fruto también de una preocupación importante por el sentido y el perfil que a veces toma la profesión y la formación, alejándola de la realidad de nuestro pueblo sufriente y cada día más postergado. Por eso, los aportes que haré acerca de la formación no se centrarán tanto en si falta Inglés o Historia o Economía a la currícula, sino en las prácticas pre-profesionales y destacando la importancia de un mayor compromiso con la realidad popular. Este libro quiere hablar de prácticas, del pueblo, y poco de teorías. En este sentido, no se encontrarán en este texto gran cantidad de notas al pie o de orientaciones bibliográficas. Es como un pensar en voz alta en nuestra profesión, en nuestra formación, y en la vinculación de la universidad y de nuestra carrera con el pueblo. No es un libro científico, no es un estudio de variables sistematizado. Creo que sin embargo no le quita valor. Vivimos ante una emergencia tal de la realidad que muchas veces los libros se nos caen de las manos. Este, por cierto, no será una excepción. Porque vivir en la emergencia nos obliga a hacer más que a decir. Por eso, por lo menos por un momento, sumerjámonos en las prácticas de nuestro pueblo y digamos, aunque sea provisoriamente Alpargatas sí, libros no. Por eso creo que la mejor forma de acercarnos un poco más a nuestro pueblo es hablar en llano y sin la soberbia de creer saber algo. Miseria.
Desnutrición. Desocupación. Precariedad. Pobreza.
Derechos vulnerados. Hambre. Violencia. Estas palabras, que
anteriormente parecían descubrir la situación de otros
países, hoy son inseparablemente nuestras. Es el contexto en
que nos toca insertarnos como profesionales o como estudiantes, y uno
se descubre realmente como privilegiado de poder hacerlo. De esta
situación tan complicada no puede salirse sin el esfuerzo de
todos. Y este esfuerzo debe incluir también a nuestra carrera,
al Trabajo Social. El problema de la formación no debería
centrarse tanto en qué Trabajo Social queremos sino tal vez en
qué podemos hacer como estudiantes y como profesionales ante
esta calamidad social que nos toca vivir. Entonces,
el camino para cambiar la formación no es agregar Inglés
o Historia a la currícula, sino un involucramiento mayor en la
realidad. Esta inserción en la realidad puede o no significar
necesariamente ideas radicales o posiciones revolucionarias. No
significa derecha o izquierda. Significa solamente pueblo. Conocerlo,
acompañarlo, integrarse a él en estos tiempos en que
todo parece desintegrarse en un individualismo que también
vació a nuestra carrera de un compromiso mayor con la realidad
popular. Por eso el principal peligro de nuestra formación actual es la constitución de un Trabajo Social egocéntrico, lo que trataré de describir someramente en el siguiente apartado. 2-Los peligros de un Trabajo Social egocéntrico El Trabajo Social, de un tiempo a esta parte, está preocupado por su status científico. Muchos trabajos y autores de renombre tratan acerca de lo científico del Trabajo Social. Aquella calificada como tradicional denominación de servicio social ha sido cambiada por la de Trabajo Social, más acorde con los nuevos tiempos. Así, se advierte un cambio: del Trabajo Social servicio al Trabajo Social científico, más intelectual, más complicado. Esto no implica negar la complejidad de la realidad social. Ni por asomo. Humildad, humildad y menos cientificismo, decía Arturo Jauretche. No nos preocupemos tanto por la disciplina en sí, sino por el pueblo. No puede ser tan egocéntrica una disciplina justamente denominada social. ¿Hasta cuándo vamos a seguir mirándonos el ombligo?, teniendo miedo de que los científicos nos califiquen de improvisados y tapa baches. No podemos pensar tanto a la disciplina en su grado ontológico, en sí misma, durante casi toda la carrera. Se la vacía de contenido. Observemos en quien estudia medicina, difícilmente se interroguen: ¿Qué es la medicina? A nadie se le ocurre, hablan de órganos, de enfermedades, de vacunas, de rehabilitaciones. Nadie habla de la ciencia en sí, o muy poco. Observemos si no a un maestro. Pocos se interrogan qué es ser maestro, qué es el magisterio. Se habla de cómo enseñar, de distintas técnicas de enseñanza, de problemas de aprendizaje, de la construcción del conocimiento por parte del alumno, etcétera. Veamos el Trabajo Social: se habla (demasiado) de qué es el Trabajo Social, el rol profesional, del objeto de intervención, del status científico de la profesión, bla, bla, bla. Por supuesto que esta tendencia no es generalizable para toda la formación, existiendo también algunos contenidos y temas que nos vinculan precariamente con el mundo exterior. No hablemos tanto del Trabajo Social en sí. Sí de las prácticas, de problemas concretos, de gestión de recursos, de creación de recursos donde no los hay, de la intervención concreta. Conozcamos más al pueblo, sus deseos, sus necesidades. Que no nos embrollen el cerebro con tanta literatura. Literatura es hablar de problemas sociales sin haberlos visto ni sufrido nunca. Eso es literatura, cuando no hay práctica. Para ver lo que le pasó a la formación profesional, utilizaré un ejemplo gráfico: invito al lector a pensar en una tortuga, el animal torpe y lento por autonomasia, por lo menos en el imaginario popular. Eso éramos cuando la visión tradicional del servicio social predominaba desde su concepción asistencialista. El Servicio Social avanzaba a pasos cortos, torpes y lentos. De repente, una lomada y la tortuga perdía el equilibrio. Bien, esta visión de la profesión tenía por supuesto sus indudables limitaciones, que aquí se quieren retratar en la tortuga. En vez de comer mejor, de robustecerse, para manejarse mejor en la realidad y en la maleza, hoy la tortuga se metió adentro del caparazón. Si antes exploraba la realidad con pasos torpes y truncos, hoy se metió dentro suyo. Está observándose a sí misma: el diámetro del caparazón, su consistencia, sus funciones. Llueve y truena afuera, y la tortuga no se entera. De vez en cuando, intenta sacar alguna de sus patas, asoma su cabeza, pero ya no tiene fuerzas para incorporarse. Le duelen las piernas y es más seguro el caparazón, piensa la tortuga. Es más trabajoso caminar por la maleza, hace frío, los otros animales la asustan. Mejor replegarse. Cuando esté segura de su caparazón, podrá volver a caminar. Pero la fuerza de gravedad oprime la quietud de la tortuga, los alimentos se vuelven escasos por su poca relación con el ecosistema. La tortuga, mal nutrida, empieza a sentir el frío por el caparazón que se ha comenzado a resquebrajar. Cada vez es más difícil levantarse. Entonces: Basta
de mirarnos, miremos.
Eso es: una liberación de nuestro temor a ser considerados no científicos. Una terapia de la liberación de esta traba, de este obstáculo que no nos dejar ver la realidad y, en consecuencia, nos aleja cada vez más del pueblo. Superar este egocentrismo realmente es prioritario en los tiempos que corren. El Trabajo Social ontológico, en sí mismo, está virgen, paradójicamente, de contenidos. 3- Las prácticas pre-profesionales. De contradicciones y paradojas Uno de los problemas característicos cuando comienza el año en la carrera de Trabajo Social en la Universidad de Buenos Aires es la escasez de ofertas de centros de práctica, sobre todo para la gente que trabaja. Conseguir un trabajo puede significar, entonces, la pérdida de un año de estudios. Resulta paradójico que, en tiempos de tanta desocupación, conseguir el trabajo no signifique una alegría completa. Resulta contradictorio, además, que una facultad crítica de la actual situación de desocupación (lo que está muy bien), no encuentre alternativas que dar a los alumnos que tienen la suerte de estar ocupados. Esto nos marca un alejamiento de la universidad de los estudiantes, mucho más si estos pertenecen a sectores populares empobrecidos que no pueden estudiar sin trabajar. ¿Qué porcentaje de la matrícula universitaria está en condiciones de estudiar sin trabajar? Contestar la pregunta significa comprender el alejamiento de la facultad de la situación real de los estudiantes en general. Por otra parte, todos conocemos que la situación social de nuestro país es apremiante, las necesidades y problemas pueden verse y palparse en nuestra cotidianeidad. ¿Quién puede explicar que existan tan pocos centros de práctica para acción social en un país tan necesitado, tan demandante? En el apartado que sigue se intenta explicar la causa de esta falta de ofertas en un contexto de demandas urgentes y crecientes. El microcosmos de la práctica En este apartado no sólo trataremos la falta de horario y propuestas para la gente que trabaja, sino que se buscará hacer propuestas concretas para la reformulación de las prácticas. La falta de ofertas es sólo la superficie de un problema más profundo. Todo centro de práctica de Trabajo Social se desarrolla en diversas instituciones. Se caracteriza por tener un referente ligado a la institución, generalmente trabajador social salvo extrañas excepciones. El referente se ocupa de asesorar y acompañar a los alumnos en la práctica, explicando las finalidades con que los convocó la institución en cuestión. También atiende, entre otras cosas, los aspectos formales como la asistencia, realiza un seguimiento si tiene suficiente contacto con los alumnos, etcétera. Así, los alumnos están contenidos por el referente y también por el profesor del taller. Este ambiente deja, en ocasiones, poco espacio a la creatividad del alumno, a la iniciativa propia. Cada cuestión, a veces hasta las más insignificantes, pasa por el filtro del referente, del profesor del taller (y de la bibliografía), quitándole indudablemente espacio a la práctica autónoma y, sobre todo, a la asunción de responsabilidades personales. La persona se diluye en el grupo. Todo es grupal en las prácticas. Volvamos al tema de la escasez de ofertas. Para sostener el microcosmos de la práctica profesional someramente descripto, se necesita casi siempre una institución y un Trabajador Social que funcione como referente. Como todos conocemos, los horarios de casi todas las instituciones comprenden la franja 8-18 hs. O sea, el horario de trabajo de casi todo empleado. Por otro lado, el hecho de que se prefiera un Trabajador Social como referente (¿por la transmisión por ósmosis de la vivencia del rol profesional?), dificulta aún más la cuestión. Todos conocemos las épocas de ajuste que vivimos, y es complicado efectivamente conseguir instituciones con presupuesto para mantener empleado a un Trabajador Social. Pero, sin embargo, el contexto actual nos muestra un cierto florecimiento la sociedad civil, como los comedores comunitarios y otros emprendimientos. No son quizás instituciones de por sí, pero sí constituyen un ámbito en el cual puede intentarse la inserción de estudiantes de Trabajo Social, como un efectivo apoyo a estas acciones de la sociedad civil, ante el retiro del Estado. Este tipo de instituciones puede funcionar en horarios más flexibles, para que los compañeros estudiantes ocupados puedan cursar la práctica pre-profesional. Además, pueden constituir un espacio de verdadera acción pre-profesional, en el sentido de un mayor margen de acción y sin el encuadre institucional tan limitado a veces. Lo que se viene sosteniendo implica una re-definición necesaria de las prácticas. El microcosmos no le saca al estudiante el temor a equivocarse, aprendiendo de los errores y de la propia práctica. Esto no significa elogiar la improvisación. Pero tampoco consentir que, en el primer nivel de taller, se pase el año elaborando una monografía sobre una institución; que el segundo año se dedique entero a hacer un diagnóstico de una comunidad sin ni siquiera insinuar una intervención o ejecución de una acción. Dice Aylwin de Barros, refiéndose a la ejecución: Esta etapa es de fundamental importancia en toda práctica, pues justifica y da sentido a todas las anteriores fases metodológicas. En la ejecución se corren la mayoría de los riesgos y se plantean los mayores desafíos al trabajo social. Riesgos, desafíos. Imposible de considerar esto en el microcosmos de la práctica, donde todo está controlado. En nivel 3 recién hacia el segundo cuatrimestre se ejecuta un proyecto. En la primera parte del año se lo formula, se lo diseña. En la segunda, se lo ejecuta, lo que lleva a las inevitables reformulaciones de las planificaciones hechas en el aire. Se pretende llevar lo escrito en el papel a la práctica. Y no, como la lógica lo indicaría, lo que se realiza sistematizarlo en el papel. Otro aspecto que dificulta las prácticas es la delimitación comunidad (segundo nivel), grupo (tercer nivel), caso (cuarto nivel). En una verdadera práctica, estos niveles se entrecruzan y confunden. Margarita Rozas, al hablar del proyecto social, formula como efecto: que posibilite continuar con cierta seguridad profesional las acciones de abordaje individual, grupal o comunitario. O sea, los tres niveles integrados en la práctica del proyecto social. Como propuestas, sin tenerlas del todo claras, cabría anotar los siguientes puntos:
SEGUNDA PARTE. TENEMOS HISTORIA POPULAR 1-Introducción
La
intención es terminar el libro rescatando de la historia a dos
representantes del pueblo que lucharon como pocos por los derechos y
las condiciones de vida de los más humildes. Lo hago en el
convencimiento de que estudiar a Evita y al padre Carlos Mugica puede
aportar muchos más elementos a los estudiantes que leer a Mary
Richmond, con todo el respeto que nos merece una de las fundadoras
del Trabajo Social. Primero, porque formaron parte y vivieron en
nuestra tierra, en nuestro país, nuestra querida Argentina.
En
tiempos diferentes, pero con problemas que hoy se repiten aunque
agudizados terriblemente. Segundo, porque fueron dos personas que
persiguieron la justicia social y trabajaron desde el llano por el
bien de los más humildes.
Por
supuesto que, de la lectura de este último tramo de este
pequeño libro usted no encontrará ninguna receta
metodológica y científica para el trabajo social. Pero
quizás sí encuentre algunas impresiones más bien
subjetivas, personales. Y es que, entre tantos papeles y libros, a
veces la facultad nos hace perder el contacto con las personas y sus
sentidos vitales. Y nos hace alejar de los sentimientos y anhelos de
nuestro querido pueblo, de su fuerza vital, sus utopías y
sueños. Si sirve para recuperar algo de esto, ya estaré
cumplido.
2-Evita,
modelo de trabajadora social
La
Fundación Eva Perón se formó de la nada, como
generalmente se forman las grandes cosas cuando un gran corazón
las anima, y una fuerte voluntad de bien las impulsa. La fuerza
motriz fue Eva Perón; los medios, la bondad y la generosidad
de nuestro pueblo; el fin, aliviar un dolor o enjugar una lágrima
allí donde existiere. El precio pagado fue desproporcionado
porque representó el sacrificio de la propia vida de Eva Perón
que la inmoló conscientemente en beneficio de los pobres y los
necesitados de todo orden, cualquiera fuera la parte del mundo donde
estuviera".
El
mundo entero conoce a Eva Perón y el mundo entero sabe de su
obra y de su acción. La Fundación surgirá
potente y pujante de esta prueba, y un día cuando ya ni se
sepa que estos bandidos han existido en nuestra Patria, la figura de
Eva Perón surgirá serena y señera para indicar a
las generaciones argentinas el sendero de amor y la serenidad.
Juan
Perón
Introducción
Es
llamativo cómo la figura de Eva Perón ha sido
prácticamente ignorada dentro de los claustros de la carrera
de Trabajo Social. Quizás el prejuicio, tildando sus prácticas
de asistencialistas, ha dejado a esta auténtica representante
de la historia del trabajo social en la Argentina, sin su merecido
trato. Amada u odiada, es evidente que fue importante en nuestra
historia como profesión y en la propia historia de nuestro
querido país.
¿Cómo
ignorar el amor incondicional que por ella profesaron los pobres de
nuestra patria de entonces y de ahora? ¿Cómo no incluir
a esta abanderada de los humildes en la historia de la
profesión del Trabajo Social?
Considero
que el olvido o su menosprecio ha dejado a los estudiantes de esta
profesión sin el aporte de una de las más importantes
luchadoras por los derechos sociales del siglo XX. Por otra parte, el
Trabajo Social, si está orientado a los sectores populares
como habitualmente se dice, debe estudiarla porque Evita recibió
como nadie el amor del pueblo humilde, que incluso reclamaba su
palabra en los actos con más ansias que la del mismo Juan
Domingo Perón. ¿Cómo no estudiar a quiénes
nuestros pobres adoraron y exaltaron? Un Trabajo Social popular debe
mamar las enseñanzas del pueblo humilde. Y nuestro pueblo, en
este caso, nos enseña a amar y a quién amar y seguir.
No siguieron a cualquiera. Algo había hecho por ellos.
¿O
creemos todavía que todo fue fruto de una hábil
demagogia? ¿O suponemos todavía que los pobres se dejan
engañar con facilidad, por su falta de educación?
Puede el pueblo seguramente, los sectores humildes, ser analfabetos o
poco duchos en el arte de las letras. Pero evidentemente, supieron a
quién querer.
La
razón de mi vida
Este
análisis se va a centrar en la obra de Eva Perón
titulada La razón de mi vida.
Esta
obra, de lenguaje llano y ameno, es quizás desordenada y
repetitiva en algunos conceptos. Se emplea un lenguaje común,
como el del pueblo al que iba dirigido el libro.
Es
el relato de los pensamientos de Eva Perón sin más.
Pero en algunos pasajes, vislumbra ciertos pensamientos rectores
acerca de la labor social, interesantes para tener en cuenta por el
aporte que pueden hacer a nuestra disciplina.
En
el prólogo, afirma: este libro ha brotado de lo más
íntimo de mi corazón. Por más que, a través
de sus páginas, hablo de mis sentimientos, de mis pensamientos
y de mi propia vida, en todo lo que he escrito, el menos advertido de
mis lectores no encontrará otra cosa que la figura, el alma y
la vida del General Perón y mi entrañable amor por su
persona y por su causa. 1
Sentimientos,
pensamientos, vida. Parece y quizás lo es, demasiado
pragmático y poco científico. Tal vez aquí esté
otra de las razones de la exclusión de Evita de las facultades
de ciencias sociales: su informalidad, su despreocupación por
lo científico. Los conceptos y pensamientos que aparecen en
este libro surgen de la vida real y no de complejos sistemas y
teorías de laboratorio.
Por
otra parte, Eva Perón se inserta, ya desde el primer párrafo,
en el movimiento político del que forma parte: el peronismo.
Al respecto cabría preguntarse ¿existe un Trabajo
Social sin compromiso político? ¿No es el mismo Trabajo
Social acaso una profesión que se ve atravesada por el poder?
La
adopción de la doctrina peronista por parte de Evita nos pone
en contacto con la política en el Trabajo Social. Haciendo
acción social, hace política. Y viceversa. La política
da el marco más amplio a la acción de ayuda social
cotidiana, de nivel microsocial. Advierte desde el principio a los
lectores que los ojos con que verá el nivel más amplio
de la sociedad, son ojos justicialistas.
Pero
no sólo hace explícita su adhesión al movimiento
peronista sino a la persona misma del Líder. Este no es un
detalle menor. Evita no habla de una doctrina que está
en el aire sino que se personifica en la figura de un hombre,
su esposo. Así, también la personifica en los obreros y
en los sectores humildes, afirmando en el libro que no hay
obrero que no sea peronista. La doctrina en este sentido no es
teórica sino que se concretiza en las personas, en los hombres
de carne y hueso.
Los
hombres comunes y los humildes.
Evita
se ha caracterizado por las duras confrontaciones en sus discursos y
escritos, expresados, entre otros, en los siguientes binomios:
pueblo/oligarquía, pobres/ricos. En este caso, desde los
primeros capítulos habla de dos clases de hombres: los
hombres comunes y los humildes. 2
Define
a los hombres comunes como los eternos enemigos de
toda cosa nueva, de todo progreso, de toda idea extraordinaria y por
lo tanto de toda revolución.
Más
adelante, añade que el hombre común tiene
aire de superioridad y nunca entenderá cómo y por
qué alguien piensa hacer una cosa distinta de la que ellos
piensan ¡y nunca hacen nada que no sea para ellos!.
También habla de su carácter antipopular cuando dice:
No contaron con el pueblo. Nunca se les había ocurrido
pensar en el pueblo ni imaginaron que el pueblo podría alguna
vez por sí mismo hacer su voluntad y decidir su destino.
De
los humildes, dice, agregando un elemento religioso: Es que
ricos y sabios y poderosos deben tener el alma casi siempre cerrada
por el egoísmo y la avaricia. En cambio, los pobres, lo mismo
que en Belén, viven y duermen al aire libre y las ventanas de
sus almas sencillas están casi siempre abiertas a las cosas
extraordinarias. Por eso vieron y creyeron...
Felizmente
ganó (el pueblo). De lo contrario hubiese perdido todo,
incluso la vida.
El
pueblo ganó. Evita se refiere a la proeza del 17 de Octubre de
1945. Reitera muchas veces a lo largo de su obra esta fecha. A partir
de allí, se sintió en deuda con los humildes. Desde la
cresta de la ola del poder, pudo fijarse en quiénes allí
habían puesto a ella y, por supuesto, a su marido el coronel
Perón. Cambió los rótulos de Señora
Presidenta, Excelentísima o Dignísima
Señora, propios de los ámbitos del poder, por el
nombre que le pusieron los humildes: simplemente Evita.
Es
importante tener en cuenta los conceptos de los hombres comunes y de
los humildes, algo que abarca toda la obra de la que me ocupo. Los
primeros, son identificados con la oligarquía y los segundos
con los sectores desfavorecidos y los obreros. Tanto en sus escritos
como en sus discursos, Evita ha promovido notablemente estas
contradicciones, siendo estos siempre muy combativos, ocasionando la
resistencia de los sectores opositores, que cultivaron un odio
creciente por esta mujer.
Evita
y su obra de ayuda social
Vamos
ahora a sus dichos de sus obras de ayuda social, entre las cuales se
resalta sin duda su participación decisiva en la Fundación
Eva Perón.
En
La razón de mi vida, Evita intenta definir en
profundidad el sentido de sus obras de ayuda social:
No
es filantropía, ni es caridad, ni es limosna, ni es
solidaridad social, ni es beneficiencia. Ni siquiera es ayuda social,
aunque por darle un nombre aproximado yo le he puesto ése.
Para mí, es estrictamente justicia. 3
Justicia.
El pueblo toma simplemente lo que es suyo. No debe agradecer, esto es
fruto de ellos mismos. Justicia social. Estas son ideas que aparecen
a lo largo del texto y que pintan la humildad de esta trabajadora
social. Ella no les da nada que no corresponda, la ayuda social se
equipara así al derecho social, inalienable e imprescriptible
de los ciudadanos.
También,
para distinguir los fines de su obra de sus antecesoras, define
limosna y beneficencia:
Porque
la limosna para mí fue siempre un placer de los ricos: el
placer desalmado de excitar el deseo de los pobres sin dejarlo nunca
satisfecho. Y para eso, para que la limosna fuese aún más
miserable y más cruel inventaron la beneficencia y así
añadieron al placer perverso de la limosna el placer de
divertirse alegremente con el pretexto del hambre de los pobres. La
limosna y la beneficencia son para mí ostentación de
riqueza y de poder para humillar a los humildes. 4
Limosna
eran no solamente las monedas miserables y frías que los ricos
dejaban caer sobre las manos extendidas de los pobres. Limosna eran
también los asilos escasos que construyeron con las sobras de
alguna herencia multimillonaria. 5
La
beneficencia y la limosna no sólo son desacreditadas sino que
se las ve como una llana humillación a la dignidad humana del
humilde. Se les atribuye perversidad a sus administradores. Sin el
empleo de la palabra asistencialismo, Evita lo definió en la
forma más cruda y entendible.
Sigamos:
Lo
que pasa es una cosa muy simple: los pedidos me asedian y todos son
urgentes. El que sufre no puede esperar. Todos quieren verme. Y yo no
puedo atender a todos.
Muchas
veces, sin embargo, viéndome fatigada la gente que me espera
se va para volver otro día.
Si
no hiciese esto, muchos se quedarían descontentos pensando que
no deseo recibirlos... Así, en cambio, todos saben que no me
alcanzan ni el tiempo ni mis fuerzas para que todos se vayan
contentos; y es lo único que deseo. 6
Evita
estaba en actividad permanente. Sus larguísimas y agotadoras
jornadas de ayuda social fueron desgastándola incluso en su
salud. Actuaba realmente convencida de que las necesidades de los que
la visitaban eran urgentes: por eso, ni un instante de sosiego. Una
trabajadora social en estado de permanente actividad, de permanente
inconformismo, de espíritu intranquilo, moviéndose y
buscando la solución a los problemas de los más
humildes hasta las últimas horas de la noche y en la
madrugada. Cuenta en el libro que volvía a la Residencia
cuando su marido ya estaba por levantarse y, en ocasiones, cuando ya
se había levantado a trabajar.
...
me costaba hacerles entender que los hogares de la Fundación
no eran asilos... que los Hospitales no eran antesalas de la muerte
sino antesalas de la vida... que las viviendas no debían ser
lugares para dormir sino para vivir alegremente... 7
En
mis hogares ningún descamisado debe sentirse
pobre.
Por
eso no hay uniformes denigrantes. Todo debe ser familiar, hogareño,
amable: los patios, los comedores, los dormitorios... 8
Evita,
a lo largo de su obra, habla de que los pobres deben vivir con lujo.
Esto me recuerda a una pregunta memorable de una conductora de
televisión al cura titular de una parroquia, quien le
reclamaba un monto importante correspondiente a una donación:
¿Pero qué es, para construir el Sheratton?
También
los trabajadores sociales pecamos a veces juzgando a los
humildes. ¿Quién no se ha preguntado, por ejemplo, cómo
la familia tiene un televisor mientras se mueren de hambre? Todo
suponiendo que la única necesidad humana es la comida, y que
los hombres como tales sólo se tienen que dedicar a comer,
como las vacas comen pasto. Animalizamos de esta manera al pobre.
Distingue
sus obras de las realizadas por las damas de beneficiencia:
Las
obras de asistencia social que las damas construyeron en
la vieja Argentina estaban pensadas por gente que ignoraron siempre
lo que es la necesidad de los pobres.
En
la nueva Argentina nuestras obras nacen del conocimiento cada vez más
profundo de esa necesidad.
Además
el dinero de nuestras obras viene del mismo pueblo... no es dinero
que sobra en el bolsillo de nadie... 9
Aquí
aparece la preocupación por que las obras sean pertinentes a
las necesidades de los asistidos. Esto no es tan simple como parece.
Y plantea la necesidad de empaparse de la realidad de los pobres, de
conocerlos, de dejar que nos enseñen. Ponerse en situación
de humildad, no pretender nunca dirigir, ser dirigido, dejar a un
lado los intereses mezquinos y personales para servir humildemente
los del otro.
Lo
grandioso de esta cita es que Evita reconoce que los aportes son
hechos por el mismo pueblo y, en consecuencia, las obras sociales no
son otra cosa que la devolución al pueblo de lo que le
pertenece. El aporte de los que menos tienen es lo que hace pura y
verdadera la obra. Evita nos enseña de esta manera, a lo largo
de su libro, que las grandes obras nacen del esfuerzo de muchos que
tienen poco, de la unión en una acción colectiva de los
humildes.
Modelo
de trabajador social a la Evita: principios rectores
Los
distintos principios rectores que intentan exponerse sistemáticamente
a continuación, están atravesados todos por la idea de
la justicia social, el ideal peronista por autonomasia. De los
pensamientos de Evita escritos en La razón de mi vida,
pueden deducirse los siguientes consejos, verdaderos principios a
seguir para el que se dedica a la ayuda social, como lo
definía ella.
ALEJAMIENTO
DE LOS PENSAMIENTOS DEL HOMBRE COMÚN. El
hombre común es sinónimo de mediocridad, avaricia y
egoísmo. Sentimientos humanos que todos en parte poseemos.
Además, es una lucha contra la estructura de prejuicios que
habitualmente el trabajador social tiene acerca de la cultura
popular. Así, hay muchas cosas que no comprendemos. Tenemos
que, en posición humilde, tratar de aprender de los pobres.
ENTREGA
TOTAL. Es por todos conocida y reconocida hasta por sus
enemigos, las largas y agotadoras jornadas que pasaba Eva Perón
en su obras de ayuda social. En este sentido, es un ejemplo a
seguir, ya que entregó, si no su vida, mucho tiempo de ella a
los más humildes.
QUE
LAS OBRAS RESPONDAN A LAS NECESIDADES DE LOS POBRES. Aparece
fuertemente esta idea a lo largo de la obra descripta. Se trata de
conocer los verdaderos intereses de los pobres y humildes, que las
acciones y prácticas se basen en sus propias necesidades.
PRAGMATISMO.
En este sentido, la elaboración teórica debe acompañar
pero nunca retardar o alejarse de la práctica, el contacto
con la realidad. La realidad es el dinamismo y el lugar donde se
desarrolla la intervención y se produce el conocimiento no
sólo científico, sino el conocimiento de la
vida.
NO
TRATAR A LOS POBRES COMO POBRES. Consiste básicamente en
comprender y considerar la dignidad humana del pobre. Por ser pobre,
no merece menos o tiene que conformarse con lo que tiene.
EL
ASISTIDO ES ALGUIEN QUE SUFRE Y NO PUEDE ESPERAR. La urgencia
del asistido a veces se topa con burocracias incomprensibles,
llenado de formularios y demás trámites agotadores y
frustrantes. Desmantelar la burocracia y agilizar los mecanismos de
acción es fundamental en las instituciones sociales.
HACER
JUSTICIA. El Trabajador Social debe comportarse como quien le da
a alguien lo que le corresponde, como el ejercicio de un derecho,
con total humildad, y su acción no debería ser vista
como una concesión, un regalo, etcétera.
En este sentido, el hacer justicia implica reconocer como un ideal
político el avance hacia la justicia social.
Ayer y hoy
El
contexto en que vivimos es evidentemente muy distinto a los tiempos
en que esta trabajadora social ejercía su acción. Aquél
Estado de Bienestar no sólo hacía política
social brindándoles servicios y ayuda a los humildes, sino que
existían mecanismos más amplios también como las
políticas de salarios y la expansión de los derechos de
los trabajadores.
Hoy
la matriz del Estado, evidentemente ha cambiado. La focalización,
la descentralización y la privatización ha sustituido a
aquél esquema de políticas universales y
reivindicadoras. Asistimos a la situación dramática de
los recortes de los planes de acción social, de los planes
alimentarios básicos, el presupuesto social es considerado un
gasto y no una inversión.
Entonces,
en contextos tan distintos. ¿Tiene sentido evocar la acción
de una mujer tan alejada, en cierta medida, de nuestras míseras
realidades?
Estoy
convencido que sí. Cuestionar el sentido de esta evocación
sería similar a no reconocer la necesidad de recordar al padre
de nuestra Patria, San Martín, en contextos donde nuestra
dependencia se acrecienta.
Recordarla
implica reconstruir un capítulo aun no lo suficientemente
explorado en la historia de la profesión de trabajador social.
Así, en momentos como este, cobra sentido analizar la acción
de una mujer que es recordada sobre todo por los humildes de nuestro
pueblo.
Este
trabajo quiere ser simplemente un pequeño aporte a la
discusión y un intento de rescatar del olvido a una genuina
representante de la profesión de Trabajo Social en nuestro
país.
Evita
tuvo una utopía: La Justicia Social.
Yo
sé que mi trabajo de ayuda social no es una solución
definitiva de ningún problema.
La
solución será solamente la justicia social. Cuando cada
uno tenga lo que en justicia le corresponde entonces la ayuda social
no será necesaria. Mi mayor aspiración es que algún
día nadie me necesite...
¿Y
para qué sirven las utopías?- afirma Eduardo Galeano.
Para caminar, para seguir andando.
En
este contexto tan difícil, construyamos las nuestras.
3- EL
PADRE CARLOS MUGICA. Para pensar desde el Trabajo Social
Disentía,
y se enojaba, con aquellos cristianos que hacen tan espiritual su
relación con Dios que la religión se transforma en opio
y se aleja de los problemas concretos de los hombres. Repetía
que si la religión no sirve para cambiar el mundo no sirve
para nada. Su compromiso con sus ideas y su coherencia de vida lo
llevó a la muerte. Puedo afirmar, sin temor a equivocarme que
Mugica dio la vida por su fe y por los pobres y por eso es un mártir
de nuestro tiempo.
Artículo
del Padre Luis Farinello: Padre Mugica, un mártir de
nuestro tiempo.
La
figura de Carlos Mugica merece una reivindicación histórica.
Pero además el testimonio de su vida encierra un mensaje de
vigencia increíblemente actual.
Reivindicación
histórica porque su vida, al ser de un compromiso
insobornable, incomoda a muchos, por lo que, sin darnos cuenta, hemos
permitido que un manto de silencio cubra su historia. Incomoda a la
Iglesia, por ser un cura que abrazó una causa política,
a los peronistas, por su inquietante vecindad con los montoneros, a
los montoneros por su repudio al enfrentamiento con Perón y a
sus métodos violentos, a los acomodados, por su amor a los
pobres y su cuestionador compromiso con ellos.
Por
José Luis Arana.
Introduccción
La
figura del padre Carlos Mugica ha permanecido, igual que la de tantos
luchadores populares, prácticamente ignorada dentro de la
facultad de trabajo social. Esto puede explicarse por la lejanía
a veces evidente que separa a la universidad del pueblo. Cabe
recordar lo que Camilo Torres les decía a los estudiantes
ustedes deben ascender a la clase popular. Aquí
pretendo rescatar lo realizado por este auténtico cura del
pueblo, enmarcado en una corriente dentro de la Iglesia que se
propuso considerar y luchar por la dignidad de los más pobres.
La
intención es que el pensamiento del Padre Carlos Mugica ayude
a ver cosas de sobre nuestra tarea y a repensar críticamente
algunos debates estériles que siguen formando parte de nuestra
formación profesional. Mientras tanto, nos olvidamos de lo más
importante, del pueblo que está solo y espera,
como diría alguna vez Scalabrini Ortiz. Vamos a ver qué
sale.
Los
sacerdotes del tercer mundo
El
movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo se inicia en 1967,
cuando un grupo de 18 obispos lanzan un mensaje para concretar en sus
países el llamado universal del documento llamado "Populorum
Progressio".
Los
miembros del Movimiento, sacerdotes, ejercen su ministerio pero sin
dudas la nota distintiva es que acompañan a sus hermanos en la
situación de pobreza. Acompañan al pueblo. El fin es
evangelizar, llevar a Dios a los pobres y promover un cambio radical
y urgente de las estructuras sociales injustas. Las denuncias de las
injusticias del capitalismo liberal se dan en la totalidad de los
documentos emitidos por la agrupación.
El
padre Mugica y sus compañeros pertenecientes a la agrupación
se destacaron ayudando al pueblo humilde en villas de emergencia,
denunciando las desigualdades en la sociedad argentina y llamando a
un papel activo de compromiso al cristianismo. El padre Carlos no
sólo era revolucionario hablando sino sobre todo en la
práctica. Su acción y compromiso con lo más
humildes le valió la persecución de los sectores
retrógrados y antipopulares y la muerte.
El
padre Carlos fue un verdadero servidor del pueblo. En el apartado
siguiente, extraeremos algunas citas suyas sobre algunas
consideraciones acerca del pueblo y la cultura popular, y las obras
de acción social de las que participaba ayudando a los más
humildes. Quizás tenga algo que decirnos aquel hombre que no
dejó de ayudar un momento a su querido pueblo, que cultivó
por él una veneración en la villa 31 de Retiro que aún
perdura en nuestros días.
Para
pensar desde el Trabajo Social
En
su libro, Peronismo y cristianismo, el padre Carlos Mugica vuelca
algunos conceptos que pueden servirnos para reflexionar y, sobre
todo, para pensar en popular.
...algunos
van a las villas y piensan hay que exacerbar el hambre del
pueblo, para que desesperado... Dicen esto porque nunca pasaron
hambre. Es una forma de despreciar al pueblo 11.
Esta
cita nos pone en la necesidad de revisar la vieja y clásica
antinomia en Trabajo Social entre asistencia y asistencialismo. No
podemos dejar de atender lo urgente argumentando que eso sería
perpetuar el sistema y las estructuras desiguales. El pueblo llega
con necesidades urgentes y hay que tratar por todos los medios de
brindar una respuesta. Porque son derechos sociales que deben
efectivizarse.
Es
muy común una actitud demasiado crítica de los
estudiantes cuando ingresan a instituciones, considerando sus
prácticas como asistencialistas. Pocas veces nos detenemos a
pensar por qué entonces la gente acude a las instituciones.
Porque, aunque sea limitadamente, pueden cubrir algunas de sus
necesidades. Pero lo que no hay que perder de vista es que cambiar
las estructuras es una empresa social compleja que excede a una
institución, y mucho más a un grupo de estudiantes o
profesionales de Trabajo Social.
Además,
aspirar a un cambio estructural no puede significar desantender las
necesidades concretas y urgentes. Helder Cámara, sacerdote
tercermundista brasileño, explicaba que antes de
hablarle de Dios a la gente, hay que darle un techo. Mejor que
decir es hacer. Este
pensar abstracto y no situado en el pueblo nos hace muchas veces
alejarnos de él. El padre Carlos hablaba de los prejuicios de
los intelectuales y universitarios para con las clases populares:
Decimos
que no tienen consistencia ideológica (hablando de los
vecinos del barrio), porque claro, esa gente habla como el
pueblo, no habla como nosotros, intelectuales que tenemos ideas
claras, precisas y a menudo bastante abstractas 12.
Aparece
muchas veces en la universidad una virtual necesidad académica
de hablar complicado y en abstracto. No puede cuestionarse el saber
académico y metodológico, pero sí el hecho de
considerar a la facultad como un monopolio del saber, marginando el
popular, el saber hacer, el conocimiento de la vida. Este
tipo de lenguaje académico y exclusivista nos aleja de nuestro
pueblo, y suele poner anteojeras a los estudiantes en cuanto a no
advertir las potencialidades que indudablemente tienen los sectores
populares. Muchas veces nos detenemos a considerar la ignorancia del
pueblo, pero los que no comprendemos somos nosotros. Veamos un
ejemplo en esta situación que describió el padre Carlos
Mugica:
Recuerdo
cuando discutí con un coronel sobre el plan de erradicación
de villas, que hoy habría que llamarlo plan de radicación
porque después de cinco años, en la zona de Retiro, que
al comienzo tenía 30.000 personas, hoy hay 50.000. El coronel
me decía: A la gente de las villas hay que llevarlas a
una vivienda transitoria porque no están en condiciones de
vivir en casas definitivas. Y yo le dije que ojalá nunca
adquirieran nuestras pautas culturales, que mantuvieran su cultura
original sin contaminarse con la nuestra 13.
Esta
situación que contaba el padre Mugica nos pone en la necesidad
de considerar el papel que puede desempeñar el etnocentrismo
(evaluarlo todo desde nuestra cultura) en nuestra profesión,
como imposición al otro de lo que debería ser
o lo que conviene socialmente, prescindiendo de su
opinión y de su cultura concreta. Hay que remover todos los
prejuicios que a veces se tienen acerca de la cultura popular. Sin
este paso, la tan mencionada participación y protagonismo de
los individuos queda desdibujada hacia prácticas demasiado
dirigistas y que imponen ciertos modelos culturales más
cercanos a los europeos que a los de nuestro pueblo.
A
lo largo del libro del que se extraen estas citas, el padre Carlos
Mugica habla de la religión comprometida y del rol del
sacerdote en la sociedad convulsionada donde le tocó vivir.
Aunque habla del sacerdote, esto no quita que pueda hacerse extensivo
a todas las profesiones, y a la nuestra en particular:
Y
aquí está definido el rol del sacerdote: ayudar al
hombre a ponerse de pie. No pararlo. Él solo se tiene que
poner de pie. Ayudarlo a ayudarse: esa es la misión del
sacerdote 14.
A
MODO DE CIERRE...
El
estudiante se libera del fubismo cuando empieza a
sentirse hombre antes que estudiante, e hijo del país y
hermano de sus hermanos antes que miembro de un sector magistral;
cuando el grupo social estudiantil comienza a disolverse en la
multitud y sentirse parte de ella, comprendiendo que sólo
aprende una técnica que lleva a la profesión, como
otras técnicas que llevan al oficio o al negocio, a la empresa
o a la chacra. En una palabra, cuando se demuele su condición
de élite... Cuando empieza a pensar como argentino que es
estudiante, y no como estudiante, que es además argentino 15.
Arturo
Jauretche
El
ejemplo del padre Carlos Mugica es el de una persona que supo
entregarse y dejar todo por su pueblo. Su vida está llena de
contenido para nuestra profesión, contenidos que pueden no
tener que ver necesariamente con aspectos técnicos, pero sí
en cuanto a los valores y motivos que movieron su acción.
Un
cura de pueblo. Un hombre que supo ser muchas veces la voz de
los que no tienen voz, del olvidado pueblo al que sucesivos
gobiernos siguen intentando sepultar, pero que no se resigna a morir.
Y continúa resistiendo...
Para
pensar desde nuestra profesión, el padre Carlos nos deja
algunas pistas para continuar reflexionando. Usted lector podrá
sacar también sus propias conclusiones. Personajes tan grandes
no pueden abordarse nunca acabadamente. Por eso es un error no
aprovecharlo para nuestra formación profesional, siendo una
vida tan rica en práctica y en concepciones que puede dar
lugar a discusiones renovadas y al enriquecimiento mutuo. Como
aspectos para considerar, caben destacar los siguientes:
-BAJAR
LA OMNIPOTENCIA. El Trabajo Social no puede alejarse de las
necesidades concretas del pueblo. La estructura social no nos puede
hacer olvidar de las personas, de sus necesidades y problemas. Bajar
la omnipotencia puede ayudar a definir mejor los objetivos de nuestra
intervención, de otro modo muy abstractos y a veces imposibles
de concretar. Quien mucho abarca, poco aprieta, dice el
dicho popular con indudable sapiencia.
-DEMOLER
LA CONDICIÓN DE ÉLITE. Para un trabajador social o
el estudiante es indispensable empaparse de pueblo, desde
una posición humilde y en actitud de aprendizaje. Por mucha
formación y cultura que tengamos, en ocasiones nos damos
cuenta cómo un humilde hombre, sin haber ido ni al secundario,
sabe mucho más que nosotros. Tiene más conocimiento de
la vida. No hay trabajador social, ni médico, ni maestro que
se forme con libros. En la cancha se ven los pingos, dice
el sabio dicho popular. Y para el trabajo social no hay otra cancha
que el pueblo.
-SER
PARTE DEL PUEBLO. Cuando se demuele la condición de élite,
el Trabajador Social es uno más del pueblo. Uno más que
tiene su técnica, su conocimiento, sus saberes, para aportarlo
en función de las necesidades de la comunidad y de las
personas que atiende. Hablamos del Trabajo Social, pero puede hacerse
extensivo a todas las profesiones. Un trabajador social del pueblo,
un psicólogo del pueblo, un maestro, un médico del
pueblo. O, como lo fue el padre Carlos, un cura del pueblo.
Sólo
el pueblo en su múltiple acción organiza su conciencia.
El mismo pueblo engendra sus ciencias, sus artes, sus instituciones y
sus dirigentes, que en humilde sujeción deben servirlo y
ayudarlo en un movimiento dialéctico por el cual toman del
pueblo la cultura, los objetivos, las esperanzas y temores, y los
devuelven nuevamente al pueblo para que en su praxis cotidiana
elabore y discierna lo que le fue dado.
El
Trabajo Social debe servir, no desde afuera sino desde su mismo seno,
al pueblo que le da vida, lo alimenta y lo sostiene 16.
NOTAS
1
Eva Perón. La razón de mi vida. El Cid Editor. 1982.
Página 7.
2
Ib. Páginas 31-33.
3
Ibíd. Pág 135.
4
Ibid. Página 136.
5
Ibid. Pág. 153-154.
6
Ibid. Pág. 144.
7
Ibid. Pág. 153.
8
Ibid. Pág. 167.
9
Ib. Pág. 161
10
Huergo, Jorge. Posibilidades de las prácticas sociales en la
época del neo-disciplinamiento
11
Mugica, Carlos. Peronismo y cristianismo. Editorial Merlín,
Buenos Aires, 1973.
12
Ibidem.
13
Ibidem.
14
Ibidem.
15
Jauretche, Arturo. Los profetas del odio y la yapa. Editorial
Corregidor. Buenos Aires, 2000.
16
Bosch M. L y Coelho S. T.. Para un servicio social servidor del
pueblo. Editora Patria Grande. Buenos Aires, 1976.
* Datos sobre el autor: * Sebastián Giménez Estudiante de trabajo social. Profesor de enseñanza primaria (maestro) Volver al inicio de la Nota |
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