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Edición N° 32 - verano 2004

Editorial

La Justicia es una vaca pastando en la Democracia
Alfredo Zitarrosa


El mundo occidental celebra sus fiestas de fin de aņo.
Epoca de grandes contradicciones.

Millones de mensajes de salutación y buena esperanza se entrecruzan de innumerables formas.
Corresponden a millones de seres que están en este margen... mientras que en el otro, los personeros de la injusticia y la explotación se envician saboreando nuevas prácticas inhumanas que sentenciarán a muerte a miles de niños; recortarán salarios explicando que es la única forma de mantener las fuentes laborales; pisotearán la legislación laboral ganada a fuerza de la lucha histórica de los trabajadores; forzarán la imposición de nuevos aparatos estatales represivos; seguirán manteniendo los sistemas feudales con la imposición del miedo... y la desesperación.

Esos personeros de la explotación humana practican el viejo juego del doble rostro:
Mientras declaman "defender" los derechos de los ciudadanos, invaden países, derriban gobiernos, ejecutan a inocentes.
Anuncian medidas para preservar la vida en el planeta mientras amplían los permisos de explotación de petroléo, aumentan la quema de combustibles fósiles y generan el proceso del calentamiento global del planeta, con peligros ciertos de desastres a nivel mundial.

Así, en nuestros países latinoamericanos nos debatimos entre falsos paradigmas.
El concepto de Estado benefactor yace en el fondo de los libros de Historia. Los comunicadores desgarran sus ropas para intentar la defensa del sistema liberal; aunque nunca explicarán por qué las grandes potencias nos imponen la apertura comercial (llámese hoy ALCA) mientras practican el más acendrado proteccionismo.
Con la democracia hoy no "se come, no se educa, no hay salud". La "democracia" está encarcelada y los pueblos con ella...
Es hora de sacudir los moldes, de recuperar las instituciones, de darle sentido a la democracia con participación y compromiso. De mirar nuestras raíces. De imaginar un mundo mejor.

Aunque parezca trillado, mirar para adentro es la exigencia del momento: el Imperio domina por la economía, la fuerza de las armas y los ejércitos, pero -aun en forma más dolorosa- domina las conciencias de nuestros propios hermanos imponiendo su cultura.
La Maldición de Malinche se hace fuerte en nuestro continente. Y tal como hace 500 años, resuena en nuestra geografía el grito para que despertemos de ese mal.

Escuchemos con atención......

En esta edición Nº 32, Margen presenta una serie de textos que exhiben ese espíritu de libertad.
La jornada es aún joven; los pueblos escriben su historia sin apuro.

Alfredo Carballeda



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