La
conferencia se enmarca dentro de un concepto de desarrollo local,
ético, equitativo, justo, solidario.
Antiguamente
los escritos se hacían en papiros, los que luego eran
guardados en rollos. Para poder leerlos hacía falta
desenrollarlos y tener el texto total a disposición. La
palabra desarrollo etimológicamente quiere decir desenrollar
el rollo, es decir poner a disposición la totalidad de los
recursos para obtener un conocimiento y un crecimiento. Esto lo
aprendí de un profesor argentino.
Ahora nosotros, podemos
enseñarles a los europeos que están en esta Convención,
que entendemos los latinoamericanos por desarrollo.
Desarrollo
es Wayruru.
Wayruru
es una palabra aymara, unos de los cientos de idiomas y dialectos
existentes en América Latina, hablado por una población
que ocupa el sur del Perú y gran parte de Bolivia. Wayruru es
una semilla rojinegra existente en el sur del Perú, muy bella,
que parece pintada por la mano del hombre y que para estos pobladores
es símbolo de riqueza.
Asociada a esta semillita
existe una creencia mítico-religiosa, que dice que si juntamos
estas semillas en una vasija, generalmente de barro, están se
reproducen en cantidad y calidad.
Esto
es un muy buen ejemplo de lo que es desarrollo .
La vasija es la comunidad local; las semillas de wayruru ,
somos todos nosotros, que cuando nos juntan, podemos analizar e
identificar problemas; debatir y buscar soluciones e involucrarnos
para poder definir objetivos en forma autónoma y crecer
cuantitativamente y cualitativamente como sociedad, en busca de
valores cómo la solidaridad, la igualdad, la equidad, la
justicia social, la democracia. Eso para mí es el desarrollo.
El
concepto de desarrollo ha
sufrido modificaciones en el transcurso de los más de
cincuenta años de existencia. De un concepto acuñado
por el presidente Truman en el año 1949, centrado en el
crecimiento económico, han surgido nuevas dimensiones a partir
de fines de los años ´60, comienzos de los ´70,
dando paso a nuevos conceptos como el desarrollo humano, el
desarrollo sustentable, el desarrollo participativo, el desarrollo
integral; el desarrollo local.
Ello
fue producto de estruendosos fracasos, en los países
denominados “subdesarrollados”. Los países pobres,
no sólo no habían podido salir de la pobreza, sino que
se habían acentuado las disparidades y las condiciones de
marginalidad. Las migraciones campo-ciudad, la exclusión
social, el desempleo y el deterioro de los salarios; los conflictos
sociales que se desarrollan en el complejo entramado de etnias,
clases sociales, relaciones de género y grupos de edad,
culturas y religiones, son demostrativas de este fracaso, que no sólo
reconoce al modelo de desarrollo, sino también a las políticas
de ajuste estructural y a las políticas neo-liberales.
En
general el concepto de desarrollo ha estado asociado a la idea de
crecimiento económico y el desarrollo era el crecimiento del
ingreso per capita, la mejora de los niveles de renta y se había
constituido en una idea fuerza para que las zonas y regiones
económicamente “subdesarrolladas” alcanzaran los
estándares de los países industrializados. En muchos
casos la palabra desarrollo, estuvo asociada a las reformas dirigidas
a lograr competitividad y a la incorporación del progreso
técnico al proceso productivo, es decir a la modernización,
como lo podemos ver en los documentos de la CEPAL y del Banco
Mundial), pero sin que la población se beneficiara de esa
modernización o de la incorporación de nuevas
tecnologías.
Hace
años atrás tuve la oportunidad de visitar una reserva
indígena en el Matto Grosso, en Brasil, acompañado de
técnicos de la FUNAI – Fundação Nacional
do Indio (Ministerio de Justiçia).
La
reserva se encontraba en un claro abierto en la selva, a la que se
llegaba por un largo camino de tierra. La población vivía
en casas de madera muy precarias; el centro de salud no contaba con
medicamentos y fue una de las primeras quejas que nos manifestaron
sus pobladores; los libros escolares eran los que se utilizaban en la
escuelas de los poblados y ciudades cercanas.
Se
había implementado un proyecto de una fábrica
comunitaria que producía ladrillos que eran vendidos por
intermediación del Estado. La tecnología utilizada en
el proceso productivo era moderna; el producto elaborado de buena
calidad debido a la composición arcillosa de la tierra y a la
cuidadosa elaboración, pero la comunidad poco y nada se
beneficiaba de esa producción.
Me
llevaron a conocer al cacique. Vivía en forma tan miserable
como el resto de la población. Su casa no contaba con enseres.
Sólo guardaba unas pocas amatistas que enseguida procedió
a mostrármelas. Pero su casa estaba rodeada de un alto muro de
ladrillos y su única conexión con el exterior la tenía
por medio de una enorme antena parabólica y un aparato de
televisión con el cual podía ver los canales de
Alemania, Francia, Estados Unidos.
Le
pregunté si entendía lo que decían y me
respondió que no conocía los idiomas. Imagínense
ustedes como se podían procesar las imágenes que se
veían si no se conocían los idiomas o el grado de
confusión que podía existir en la cabeza de ese
dirigente autóctono.
Con
este ejemplo no deduzcan ustedes que estoy contra la tecnología,
muy por el contrario. La tecnología es útil y debe ser
incorporada con prudencia y en la medida necesaria. A esa comunidad
indígena le faltaban cosas más importantes en términos
de salud, educación, viviendas higiénicas, alimentación
adecuada, caminos, agua potable.
He señalado que el
desarrollo centralizado no ha producido mejoras y por el contrario se
han deteriorado las condiciones de nuestros países. Veamos
estas estadísticas.
- Según datos de
la CEPAL, el número de latinoamericanos y caribeños en
situación de pobreza, es de 210 millones de habitantes.
- En la decada 1980-1990,
la pobreza aumentó en la región de 40 millones en 1980,
a 290 millones de personas en 1990.
-
Los salarios actuales,
son inferiores a los de 1980.
-
En América
Latina, el 20 % de quienes tienen mayores ingresos, ganan 23 veces
más, que quienes menos tienen.
-
En Colombia, el 7,4 % de
la población sobrevive con U$S 1,- diarios.
-
En la ciudad de Caracas,
capital de Venezuela, las villas miseria cubren el 55 % del
territorio geográfico de esa ciudad. Podríamos seguir
dando ejemplos de San Pablo, Buenos Aires, Montevideo,...
-
En Argentina a fines de
1999, antes que de producirse la gran debacle del país,
debíamos a los organismos internacionales 150 mil millones de
dólares. Esa deuda representaba el 48 % del PBI (Producto
Bruto Interno) y el equivalente a 6 años de exportaciones
consecutivas.
-
En Argentina 1 de cada 3
personas en edad de trabajar se encuentra desocupada o subocupada.
-
Actualmente según
datos de la OIT – Organización Internacional del
Trabajo, - en el año 2003 – el 22% de los niños
argentinos de entre 5 y 14 años, alrededor de un millón
y medio, trabajan, en lugar de ir a la escuela o jugar. Pero lo más
grave es que el 40 % de ellos abandona la escuela.
Cómo vemos ese
desarrollo no ha mejorado la situación por el contrario, ha
traído despoblamiento del medio rural, pobreza, migraciones
hacia los centros urbano-industriales, ruptura del tejido social,
estancamiento productivo, caída en los precios internacionales
de los productos agropecuarios sin precedentes. El desarrollo, las
inversiones extranjeras, no han traído más bienestar,
ni más felicidad para la gente.
El modelo de desarrollo
verticalista, de arriba hacia abajo, planificado por el Estado
Central, por los “expertos”, no ha tenido en cuenta las
particularidades locales, las necesidades que tienen cada una de las
comunidades, no se ha nutrido de las soluciones, de la experiencias
que desde hace años y siglos, esas comunidades vienen
generando para su subsistencia.
Las soluciones
provenientes de los expertos, de una planificación
centralizada, no eran, ni podían ser las soluciones que
necesitaban las comunidades locales.
Si le
compete a esa autoridad central las responsabilidades generales del
“centro” (provisión de servicios de apoyo;
inversiones de capital infraestructural que desborden los recursos de
los individuos y organizaciones locales, etc.), pero la
centralización excesiva tiene desventajas notorias, como el
exceso de gravitación del centro; los procesos burocráticos
asociados al expediente gubernamental, con sus demoras y
complicaciones administrativas; las tomas de decisiones; el
despilfarro de capacidades y de fuerza de trabajo, etc.
Lo
Local.
El desarrollo local,
aparece en el escenario del desarrollo, como una propuesta que se
contrapone al modelo concentrado de crecimiento de post-guerra. Lo
local es un elemento innovador, que posibilita no sólo la
democratización de la sociedad, sino también el
ejercicio del control y la participación de la gente.
Cómo definir lo
local. Para nosotros el término define por una parte las
relaciones de producción – aunque estas sean mínimas
–, en que los actores sociales ejercen un control decisivo en
los aspectos técnico-productivos, la comercialización
de excedentes, la distribución y que están sujetas, a
negociaciones entre los grupos socioeconómicos asentados en un
espacio territorial definido.
Ese concepto de lo local,
expresa una identidad colectiva, que se manifiesta en valores y
normas, en relaciones de poder, en torno a procesos de generación
de bienes y riqueza, socialmente gestionados.
El desarrollo local tal
como lo entendemos hoy, no está disociado del planeamiento del
territorio; de la movilización de factores (humanos,
culturales, educacionales, de producción y trabajo)
conducentes a la obtención de los objetivos comunitariamente
planeados y de los equipamientos – elementos constitutivos y
ordenadores del espacio - y la organización comunitaria.
Pero
esta idea tampoco es nueva. La Conferencia de Verano de Cambridge
sobre la Administración Africana decía en 1958, que el
desarrollo de la comunidad es “un movimiento dirigido a
promover mejores niveles de vida para la comunidad, con la
participación activa, y si es posible, con la iniciativa de
dicha comunidad; pero esta iniciativa debe ser espontánea,
promovida por el uso de técnicas, para aumentarla, con el fin
de asegurar su respuesta activa y entusiasta al movimiento.
Desarrollo de la comunidad incluye todas las formas de mejoramiento.
Envuelve también el concepto de actividades de desarrollo en
el distrito, llevadas a cabo por el gobierno o por entidades no
oficiales.”
Si bien el contexto y la
época en que se desarrolla este concepto, son muy diferentes,
aquí encontramos los elementos del desarrollo local:
-
Participación
activa de la población.
-
Iniciativa y
espontaneidad.
A los que podemos
agregar:
-
Auto-ayuda organizada.
-
Democratización y
empoderamiento (Empowerment).
-
Descentralización
democrática.
-
Coordinación de
servicios gubernamentales.
-
Innovación en
nuevos métodos y tecnologías.
-
Planeamiento
estratégico.
-
Desarrollo y
organización de la sociedad civil.
-
Organización
mancomunada (Planificación y desarrollo regionalizado).
No
hay un único y obligatorio modelo de desarrollo, hay variantes
relacionadas con la calidad del cambio y con la cantidad de cambio
posible, dentro de lo que es un desarrollo local a escala humana, que
para mí debería ser autónomo, comunitario,
asociativo y sostenible.
En las áreas
locales se interrelacionan un conjunto de factores:
Trabajo, Cultura,
Habitación, de los que se derivan otros factores esencialmente dinámicos
generadores de interacción, como la subsistencia, el
intercambio y consumo respectivamente. (Gómez Gavazzo,
C., 1959).
Toda tarea tendiente a la
promoción y al mejoramiento de la comunidad, supone no sólo
el conocimiento de estos factores, sino la posibilidad de su
movilización, atendiendo a las aspiraciones de los actores
sociales y de los miembros de la comunidad, es decir a las
necesidades expresadas y a los recursos disponibles (satisfactores).
Un teórico
latinoamericano del desarrollo local, José Arocena sostiene
con relación al concepto de área local, que:
...en
el territorio hay actores libres, que estos actores se relacionan en
complejos sistemas de interacción, que estos sistemas suponen
relaciones de poder y procesos constitutivos de identidad. En esa
medida, organizar un territorio no es tanto tarea de ingenieros como
de sociólogos, psicólogos sociales, trabajadores
sociales, educadores y antropólogos’. (1986: 89).
Ese
territorio está cargado de huellas del pasado, en el que
encontramos la historia de los hombres, sus conflictos, sus
intereses, sus creencias, sus formas de trabajar y hacer las cosas.
La memoria colectiva posibilita dar sentido a ese pasado, al presente
y al proyecto colectivo, expresando los contenidos profundos de la
identidad colectiva. De ahí la importancia del desarrollo
local y regional al atender al sistema local, constituido por la
historia, el territorio, los actores locales.
Una sociedad democrática
plantea la exigencia de mejorar las condiciones de vida, impulsando
valores que aseguren la igualdad, la libertad y la justicia social de
sus ciudadanos.
Dentro de esta
caracterización pasemos ahora a enunciar algunos criterios que
en mi opinión debería enmarcarse el desarrollo local:
-
Nadie conoce mejor lo
que desea y necesita, que la propia comunidad. Por lo tanto debería
complementarse la opinión de las comunidades y la de los
“expertos” y “especialistas”.
-
La democracia comienza,
con la toma de decisiones sobre la orientación del proceso de
desarrollo, por parte de las comunidades. Nadie debe ni puede
decidir por ellas. Las comunidades (sus integrantes e instituciones)
son dueñas de sí mismas.
La
participación en un proceso de desarrollo local, es posible
de realizarse a partir del consenso de toda la sociedad civil
(organizaciones de base, sindicatos, clubes deportivos, iglesias,
etc.), sin exclusiones.
-
Ni la sociedad política,
ni la empresarial, pueden arrogarse la “propiedad” del
desarrollo. El desarrollo se entiende en la medida que todos los
agentes sociales participan y deciden sobre sus propios destinos. La
sociedad civil debe en nuestra visión, articularse con la
sociedad política, si deseamos contar con un sólido
proceso democrático.
-
La identificación
de las principales necesidades, su jerarquización; las
prioridades; los recursos existentes; el “estilo” del
desarrollo local, deben realizarse en forma participativa y
reflexiva.
-
El estilo y las
soluciones a las que se arribe, deberían estar encuadradas en
criterios de distribución y equidad, por los de crecimiento y
productividad y reconocer las diferencias y la diversidad. Por
ejemplo en muchos de los programas de desarrollo, los hombres han
obtenido un mayor acceso a los recursos económicos y
tecnológicos que las mujeres; se han fomentado los cultivos
de renta, en general en manos de campesinos varones, en detrimento
de los cultivos alimentarios, que estaban en manos de las mujeres;
los niños fueron escolarizados y terminaron la educación
básica en una proporción mayor que las niñas
mujeres.
-
No existen fórmulas
preestablecidas para el desarrollo. Las expectativas y valores de un
contexto, pueden no servir en otro y ser una fuente de fracasos.
Cada comunidad debe asumir la responsabilidad y la orientación
del proceso de desarrollo. Este, debe reconocer las diferencias y
contemplar la diversidad sociocultural.
-
Por último cabe
señalar que la educación y el conocimiento,
constituyen el eje para consolidar los procesos de desarrollo local,
la democracia, la participación, la equidad. La educación
popular, en el contexto de un paradigma democrático y no
dogmático, se presenta como un elemento fundamental a la hora
de concebir el desarrollo local, apuntando a la necesidad de crear
sociedades sustentables; aprendiendo a comunicarse con la tierra
como un ser vivo; respetando a todas las especies que la habitan;
promoviendo la bioética y la biodiversidad; innovando en
prácticas que salgan del consumismo, apreciando la producción
sin violentar la naturaleza y gestando una ciudadanía activa,
solidaria y responsable.
La
autonomía personal debe ser alentada, por sobre otras formas
que limiten la libertad de los sujetos. La libertad va siempre
asociada a la responsabilidad. Este desarrollo local promoverá
redes sociales y movimientos que actúen como grupos de presión
frente a estructuras conservadoras y retardatarias del cambio social.
No escapa a este factor, las preocupaciones por los derechos humanos,
por la paz, por la tolerancia, que cobran una especial significación
en el plano de lo local.
La dimensión
educativa y de promoción social.
Se
hace evidente que este desarrollo, necesita de un factor clave para
su éxito como lo es la educación. La educación
la entendemos como permanente, es decir durante toda la vida y afecta
todos los activos relacionados con las personas (actitudes, estilos
de participación, las prácticas democráticas,
las solidaridades, la creatividad, la reflexión crítica,
las normas comunitarias, valores, actitudes, relaciones).
Por
educación entendemos en un sentido amplio todos aquellos
procesos institucionalizados o no, de socialización del
individuo, que se orientan a transmitir determinados conocimientos y
padrones de comportamiento con el fin de garantizar la continuidad de
la cultura. Pero para mí educación es también
cambiar y modificar nuestros mapas mentales a los tiempos actuales,
manteniendo todos aquellos valores y elementos válidos y
desechando los que interfieren alcanzar mejores condiciones sociales
y humanas.
La
educación no formal tiene un especial papel que cumplir. Sus
objetivos también están ligados a la socialización
del individuo dentro de la sociedad. No obstante se actúa en
forma menos difusa, menos jerárquica y burocrática;
procura un equilibrio entre anarquía y orden. Sus actividades
pueden llegar a pequeños grupos, como a toda una comunidad y
realizarse en un centro cultural, un club de mujeres, un centro
agrario, un centro de salud, una junta vecinal.
La educación viene
siendo ignorada, como un elemento de crecimiento y desarrollo.
Recientemente he participado de unas Jornadas sobre Educación
y Desarrollo y en ella, uno de los conferencistas, refutaba la idea
de que la educación fuese un motor de desarrollo y daba el
ejemplo de Barcelona. Estas argumentaciones nos retrotraen a los
primeros modelos economicistas neoclásicos.
Pero estudios posteriores
demuestran que la educación promueve desarrollo a través
del:
-
mejoramiento de las
condiciones de salud y de nutrición de la población;
-
mayores tasas de
participación de la fuerza laboral;
-
tamaño de
escolarización de la fuerza de trabajo,
-
nivel de escolarización
de la fuerza de trabajo;
-
número de
patentes emitidas;
-
del tamaño de
los gastos de investigación financiados pública y
privadamente.
-
La educación
primaria es la base de un proceso hacia una etapa de desarrollo,
seguida de la educación secundaria expandida; también
podemos señalar a la fuerza de trabajo altamente calificada;
a la fuerza de científicos e ingenieros; al personal técnico.
-
Pero podemos agregar que
el desarrollo de las capacidades personales (la autoestima, la
identidad cultural, la creatividad, la reflexión critica); la
cultura de la organizaciones (económicas, sociales,
administrativas, ligadas a visiones más dinámicas; a
la autonomía de las personas, al estilo democrático,
permite contar con un capital humano que posibilite el crecimiento.
El orador que me precedió
con su exposición, se refirió también a estos
aspectos, cuando nos habló de la necesidad de eliminar
procesos innecesarios en las organizaciones; en la necesidad de una
relación empresa-empleado más igualitaria; del trabajo
en red. Esta idea la podemos trasladar a cualquier tipo de
organización, llamase ONG, Ayuntamiento, escuela o club
deportivo.
El fortalecimiento de la
capacidad de gestión de las organizaciones, la planificación
estratégica, las políticas y prácticas de
impacto amplio a nivel local y regional, precisan de la educación.
De nada vale decir y pensar que la gente debe participar, cuando no
hemos arbitrado experiencias educativas para habilitar a participar.
Yo participo en las
reuniones anuales de mi comunidad de vecinos y llama la atención
el desorden existente, la falta de habilidades sociales para
presentar las mociones o pedir alguna aclaración. La gente no
sabe participar, porque durante años ese ejercicio le ha sido
vedado. La participación comienza en la familia, en el hogar,
continúa en la escuela, en las instituciones sociales y
precisa ser aprendida, enseñada y respetada.
Tenemos
que convencernos de que la educación no es un gasto; la
educación es inversión. Y hemos hablado de muchos
aspectos intangibles, por los cuales ese proceso educativo no lo
vamos a poder ver concretamente, pero sí lo percibiremos en la
forma de encarar los procesos del desarrollo local.
En el caso
latinoamericano el desarrollo se basa en:
-
Aumentar las
exportaciones, pues el motor del crecimiento hoy día, es el
mercado internacional.
-
Elevar la competitividad
de los productos nacionales;
-
Incorporar la innovación
tecnológica;
-
Reconvertir actividades;
-
Garantizar un
intercambio igualitario, frente al modelo de exportación de
materias primas, sin valor agregado y con precios descendentes.
-
Modernizar el aparato
público para que use de manera más eficiente los
recursos financieros y sea más eficaz en el logro de sus
objetivos.
-
En democratizar la
sociedad;
-
Y básicamente en
obtener más equidad y justicia social, evitando el
empobrecimiento de los sectores populares y la ruptura del tejido
social.
Todo ello exige fuerza
laboral mas educada y flexible para adaptarse a la velocidad de los
procesos tecnológicos y productivos, pero también de
una ciudadanía más activa y democrática.
La
educación en el contexto del desarrollo local tiene la
intencionalidad de actuar como un factor de promoción social,
innovador, actualizado. Considera el empleo de las nuevas tecnologías
como un factor impulsor, central de la cuestión cultural e
identitaria de lo local. Pero además esa educación
deberá ser flexible, para poder adaptarse a los incesantes
cambios de la época; comprometida con la realidad y los
problemas locales, alejada de los modelos jerárquicos,
individualistas, competitivos, para dar paso a un modelo pedagógico
nuevo, comprensivo, dialógico, cooperativo, creativo,
realizado en comunidades de aprendizaje.
Por último ese
desarrollo local considera la promoción social y humana, como
el resultado de ese desarrollo. Esa promoción es un factor tan
importante como la inversión productiva, el consumo o la
distribución. Sus efectos se expresan en los cambios mentales,
en las formas como se perciben las necesidades y se utilizan los
recursos naturales; en la capacidad de iniciativa; y constituyen un
capital social, es decir un bien público y no de propiedad
privada de los beneficiarios, imprescindible para el logro del
desarrollo.
El
desarrollo local se encuentra íntimamente vinculado a los
procesos educativos, al enriquecimiento de la vida de las personas,
a la formación de capital social, al acceso al
patrimonio cultural y a la elevación de su bienestar y calidad
de vida, pero por sobre todo a la democratización de la
sociedad.
Entendemos esto como la
profesionalización de los diversos actores sociales
(chacarero, productor hortícola, ganadero, hotelero, personal
de turismo, etc.), así como la elevación del nivel
cultural de la población (alfabetización,
culturalización del adulto, formación para el hogar, la
educación en valores, la buena comunicación, etc.).
Una sociedad que se
desarrolla y se democratiza, no puede prescindir de prestar atención
al impulso y expansión de la cultura asociativa de su
ciudadanía y a la responsabilidad de ésta en participar
y tomar decisiones en los problemas en los que se encuentra
involucrada.
Las sociedades
autoritarias frente a esta opción, han hecho un ejercicio
sistemático de la represión, de la coaptación
política y del asistencialismo. Toda la vida social y política
de mi país (Argentina) en los últimos cuarenta años,
muestran en mayor o menor grado el entrecruzamiento de estos aspectos
y aún hoy en pleno proceso democrático la cultura
clientelista, la cultura asistencial, el populismo, continúan
siendo plenamente vigentes. También muchos de esos procesos
podemos verlos aquí en España.
Los valores, los hábitos,
las actitudes, las creencias, los comportamientos, sean estos buenos
o malos, se consolidan a partir de la educación y en esto
tiene especialmente un papel relevante la educación no formal.
Preocuparse
en la educación no es solo formar individuos instruidos,
cultos sino ciudadanos conscientes y responsables por la marcha
de los asuntos comunitarios.
No es
por lo tanto una acción dirigida a los sectores marginales o
excluídos, sino una acción que involucra a toda la
población de un área local y a diversos actores
sociales, personas e instituciones. (Arocena, J., l996).
En una cultura en la que
priva el individualismo competitivo, la exclusión social, la
autosuficiencia, el repliegue a la vida privada y el aislamiento,
donde se ha desarrollado la desigualdad económica y la miseria
de amplias segmentos de población, donde se degrada
sistemáticamente el medio ambiente, aparece la pregunta por
cuales son los caminos que debe tomar hoy día la promoción
social.
Entendemos que en este
marco cultural de acentuación del individualismo, proceso este
simultáneo con el avance de la economía de mercado y el
retraimiento del Estado; de predominio y valorización de la
cultura de consumo, a la promoción social le cabe canalizar su
acción a la recomposición del tejido social y a
contribuir a la reconstrucción y a la dinamización
socio-cultural de la sociedad.
Ignorar las
transformaciones que se vienen sucediendo, no es el camino para
afrontar la realidad; menos aún desconocer los elementos que
subsisten y perduran de la cultura anterior.
Recrear la vida,
enriquecerla, generar nuevos proyectos, dotarla de sentido, valorizar
las pequeñas cosas, parecieran ser caminos por donde debiera
transitar hoy el desarrollo local. Aceptar que cada día
nuestra sociedad será más multicultural y pluriétnica,
también es parte de ese camino.
La
intervención y la promoción social se encuentran
también relacionadas fuertemente con los procesos de
democratización y de igualdad de la sociedad, con los procesos
de fortalecimiento de las instituciones democráticas y de los
actores sociales y políticos. Hablamos aquí de la real
democracia, aquella que es participativa, autónoma y
representativa.
Proponer el desarrollo,
la promoción y el enriquecimiento de la vida del hombre en
armonía con la naturaleza, por sobre un desarrollo
cuantitativo, también parece ser un imperativo para construir
una sociedad posible, más humana y responsable con respecto a
las generaciones venideras.
Ante un mundo en que las
profecías literarias de Orwell (l984) y de Aldous Huxley (Un mundo
feliz) parecieran querer cumplirse, se abren nuevas posibilidades de
renacimiento humano y nuevos espacios para pensar en poner nuestros
saberes al servicio de una mejoría de la vida, de la
organización fraternal de la comunidad humana.
La
globalización o mejor expresado la planetización, es
una nueva situación, es un proceso irreversible que tiene
nuevos requerimientos y por los que la humanidad comienza a pensar de
una forma diferente al pasado, en forma global.
Hoy se plantea ‘construir
el mundo’ desde lo local, desarrollando las organizaciones
autónomas y democráticas de los pueblos. Los problemas
comienzan también a ser pensados desde lo local.
La época actual
plantea la lucha por lograr la democratización integral de la
sociedad, así como el reconocimiento de las realidades
pluriétnicas y plurilinguisticas , así como las
autonomías y realidades culturales de las regiones del
planeta. Los planteamientos xenófobos y racistas pertenecen a
un negro pasado, próximo a sistemas deleznables como el
nazismo e incompatibles con el sistema democrático de vida.
Nunca como antes en la
historia de la humanidad, se han multiplicado y consolidado los
agrupamientos humanos, constituyendo comunidades construidas en
lógicas culturales y étnicas diferentes y en creencias
y mitos interrelacionados por los medios de comunicación, los
flujos de capital internacional y los bienes de consumo.
El
desarrollo es posible y hay que dotarlo de una nueva visión.
Esa visión es accionar localmente, pensar globalmente.
Esta visión es posible, aproximando el pasado, revisando ese
pasado y proyectándolo responsablemente sobre el futuro,
unido a nuevos proyectos innovadores, creativos, que privilegien lo
humano por sobre lo económico o lo tecnocrático.
El poder transformar el
mundo, el poder crear colectivamente, el instalar el paraíso
en la tierra, el buscar nuevas formas de humanidad solidaria,
fraterna, planetaria, es parte de la tarea que le cabe hoy a la
educación y a la promoción social comunitaria, dentro
del amplio espectro que constituye el desarrollo local. Tal vez lo
más importante sea plantear el desarrollo en términos
de felicidad humana, más que de consumismo o de un bienestar
centrado en la acumulación inservible de objetos.
Madrid,
Septiembre de 2003.