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Los
fuertes cambios sufridos por la sociedad Argentina en los últimos
años se expresan en diferentes esferas. La fragmentación
social, la caída de las instituciones, la crisis de
legitimidad de éstas la expresión de la crisis de
representación, muestran algunas facetas que marcan con
dramatismo los nuevos escenarios donde se desarrollan las Políticas
Sociales, la Intervención del Trabajo Social y la
Investigación.
A su vez una mirada a la historia reciente de nuestro país
marca una serie de momentos que dejan una fuerte impresión en
las subjetividades colectivas. Los efectos de la Dictadura Militar en
tanto la aplicación sistemática del terrorismo de
Estado, la crisis de hiperinflación de 1989, el
desmantelamiento del empleo, la caída del Estado, todo dentro
de un contexto de aplicación de políticas neoliberales
que implica nuevas formas de padecimiento que se expresan de
diferente manera. Pero tienen una clara articulación a partir
del Golpe de Estado de 1976. Esta serie de hechos, tiene su punto mas
alto durante los últimos dos años, donde se multiplican
los niveles de pobreza e indigencia y nuevos sectores sociales
ingresan masivamente a la exclusión social en forma abrupta y
en muchos casos inesperada.
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Una
sociedad atravesada por la lógica del mercado, se transforma
en competitiva y "justifica" de alguna manera su falta de
integración. Así ese otro se convierte en un enemigo
potencial en tanto competidor en una lucha por la subsistencia donde
unos y otros son plebeyos del mercado.
Este se presentó como
una especie de Leviatán, al que cada día la propia
lógica de la desigualdad y especialmente la inequidad le
entregan la vida mas de 50 niños argentinos que mueren por
causas asociadas a la mala alimentación.
Ese monstruo,
pareciera que exige esas muertes y esos padecimientos para ofrecer la
inseguridad de las mayorías y la tranquilidad de quienes viven
cada vez mas encerrados y custodiados. Así las miserias que
traen las desigualdades sociales, se expresan en ciudadanías
recortadas, en falta de derechos, que en definitiva alimentan la
crisis de legitimidad y representación. Tanto en nuestro país
como en todo el mundo, los niveles de inequidad alcanzaron
indicadores nunca antes vistos de concentración de la riqueza
en cada vez menos manos. Tal vez, en la historia conocida de
Occidente nunca se estuvo con estos niveles de concentración
del capital e injusticia social.
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Desde
esta serie de acontecimientos surgen diferentes miradas en tanto
intento de reflexionar y actuar frente a la crisis. La Política
vuelve a transformarse en un elemento clave en la medida que de tomar
el "control" de la situación se estaría
liberando de las ataduras del mercado y del terrorismo de los
economistas neoliberales.
Quizás el reclamo mas claro de las
sociedades de Occidente hacia la Política pasa por que vuelva
a tener protagonismo, que se imponga sobre lógicas que
lentamente la fueron atando y amordazando. Lógicas que en el
caso de nuestros países de América Latina se iniciaron
a sangre y fuego en contextos de aplicación del Terrorismo de
Estado. Un estado tomado por asalto, como última etapa de un
proceso de desmantelamiento que se origina desde mediados de la
década de los 50, a partir de un Golpe de Estado que aún
la historia continúa llamando "Revolución
Libertadora", es allí donde se inicia el horror que los
argentinos estamos padeciendo. Basta con leer "Operación
Masacre" de Rodolfo Walsh para ubicar prácticas que serán
masivas en años posteriores.
Pareciera
que hoy la historia se mueve con movimientos mas perceptibles y
claros, ya no motorizados por el progreso indefinido, sino por la
búsqueda de reencuentro con el destino en nuestros pueblos del
tercer mundo, y desde allí comienza muy lentamente a
articularse aquello que estos casi 50 años de dominación
fragmentaron. El principio de este siglo se presenta como incierto,
pero cada vez mas cercano a la construcción desde nosotros
mismos, desde nuestra historia, nuestra palabra, nuestra memoria.
Así,
pareciera que se ingresa a una época de "visibilidad"
donde lo sistemáticamente ocultado, vuelve a mostrarse ahora
desde el rostro de la interpelación apoyada en la memoria. La
vuelta del acontecimiento, es decir el retorno de aquello que
articula hechos que son presentados como aislados pero que integrados
se transforman en acontecimiento y verdad.
Así, el propio
desarrollo de la crisis muestra, hace visible lo oculto; la
exclusión, el saqueo de nuestra economía, la deuda
externa y la humillación a que se nos somete. La política
posmoderna se caracterizó por la falta de acontecimientos,
todo transcurría en un mundo apático y fragmentado
donde los actores sociales solo eran vistos desde la estética.
En la Política Posmoderna, no pasaba nada y pasaba todo. El
neoliberalismo tuvo la habilidad de ocultar su rostro político
detrás de diagramas de barras, indicadores supuestamente
científicos y movimientos de mercado que se apoyaban mas en el
ocultismo que en el análisis racional. Todo ese cotillón
con el que nos bombardearon durante décadas pareciera que se
está desgastando y muestra su verdadera esencia escenográfica
digna de un estudio de Cine en Hollywoood.
Así,
la posible vuelta de la Política implica una serie de nuevos
desafíos, tanto para la reflexión teórica sobre
el tema como para la acción concreta en el campo de la
Política Social y la Intervención en Lo Social.
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La
Política Social como estrategia y la Intervención del
Trabajo Social, se presentan hoy como una nueva oportunidad. Así
la Política Social debe ser entendida como medio y no como
fin.
La política Social en tanto medio, es simplemente un
instrumento que debe contribuir a recuperar la integración
perdida, a una mejor distribución del ingreso, es decir que
debe ser redistributivas y básicamente instrumento de
gestación de una nueva soberanía popular en tanto
fortalecimiento de las formas organizativas.
A su vez la Política
Social debe orientarse hacia la reparación de la sociedad
Argentina, es decir servir como elemento que intervenga en la
recomposición de lazos sociales, en la recuperación de
identidades, en la comprensión y explicación de las
nuevas formas de la pobreza, para desde allí recuperar lo
perdido, debe ocuparse de la alimentación y la salud en tanto
que la estrategia reparadora se inscribe en el corto plazo.
En
definitiva la Política Social debe recuperar direccionalidad,
volver a la cobertura universal y tiene que ser fuertemente
anticipatoria. De allí la necesidad de nuevas formas de
Planificación Integradas y articulados con el todo social. La
Política Social se debe desprender de la lógica
economicista, del juego del costo - beneficio. Inclusive, la
Política Social debe ser entendida desde una perspectiva
estratégica de Nación insertándose a su vez en
la Región, en tanto Cono Sur, no solo en el MERCOSUR, para la
Argentina es muy significativa una perspectiva que también
tenga en cuenta a Chile y Bolivia.
Si la Política Social se
construye como una estrategia de integración Nacional y
Regional, debe preocuparse por la construcción de un consenso
social, relacionado básicamente con el concepto de derechos
sociales, es decir una lógica que plantea que donde hay una
necesidad existe un derecho social no cumplido.
Desde
esta perspectiva la Intervención del Trabajo Social, implica
una nueva serie de cuestiones que van desde el sentido de la misma,
y su articulación desde una perspectiva estratégica.
Así
la intervención en Lo Social se transforma en un diálogo
que genera la posibilidad de nuevas preguntas. La intervención
se transforma en un espacio de intercambio entre Estado y Sociedad,
pero básicamente como lugar de formulación de nuevos
interrogantes, de creación de nuevas formas de la agenda
pública, en definitiva un dispositivo que "haga ver",
porque aquello que es visualizado, interpela, genera en definitiva
acontecimiento, desplazando sentidos, desarticulando órdenes
constituidos previamente. En definitiva un lugar de encuentro con los
otros, con la historia, en la medida que la Política Social
y la Intervención retomen su impronta Histórico Social.
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La
historia de América es de alguna manera una puja permanente
que genera diferentes formas de interpelación , que en
definitiva muestra la búsqueda de una totalidad perdida, de
la propia identidad, de aquello que la expoliación separó.
Para
la mitología griega Sísifo estaba condenado a cargar
una pesada piedra por la ladera de una montaña día
tras día. Así llegaba a la cima y la piedra volvía
a caerse y nuevamente había que subirla. Podemos imaginar a
Sísifo satisfecho, porque no se dejaba abatir, no se dejaba
derrotar, no huía. Sísifo resistía y esperaba.
Así la resistencia lo hace digno de alcanzar aquello que se
perdió y de construir desde allí el futuro.