Nuestras oficinas son
3. Una grande para atención de público y trabajo
administrativo y 2 más chicas (una para cada trabajador
social) ubicadas al lado de la anterior..
Nuestra
localización: en el hall central, (¡justo donde todos
pueden encontrarnos! como dicen algunos libros de nuestra profesión
que debe ser y yo más de una vez lamento que sea...)
Nosotras
somos 4: Clarisa (Trabajador social), Sonia (Trabajador Social),
Susana (administrativa) y Carmen (administrativa).
La
jefa es Clarisa.
Hoy
es martes, de un mes como tantos del año actual...
Son
las 7.50. Llego a la oficina. Hay 6 personas esperando que comencemos
a atender (el horario es a partir de las 8.00).
Ingreso,
prendo las luces, la computadora...
Alguien
golpea la puerta que mantengo cerrada porque que aún no es el
horario de atención y debo acomodarme.
Continúo
con lo mío. Enciendo la radio, me saco la campera, cuelgo la
cartera, busco sello y lapicera...
Vuelven
a golpear la puerta...
Reviso
los papeles que están cerca del teléfono y que pudieran
tener un mensaje importante para atender temprano.
Salgo
para abrir mi oficina.
Me
doy vuelta, y miro ante la mirada de todos que esperan mi reacción.
Es
un muchacho de unos 18-19 años que seguramente pretende que lo
atienda antes de las 8.00.-
Ni
siquiera gesticulo. Continúo mi camino.
Abro
mi oficina, prendo la luz, reviso lo último que dejé
ayer. Miro si no hay sobre mi escritorio algún mensaje para
atender temprano.
Vuelvo
a la oficina de atención de público. Miro mi reloj.
Acomodo las planillas de registro de atención de público
y abro la puerta.
-
Pase - digo justo cuando el locutor radial anuncia
son las 8.00 de la mañana de un soleado día en Río
Grande ....
El
muchacho que parecía estar apurado pretende ingresar primero
pero una señora lo detiene:
-
yo llegué primero le dice. El lo niega.
Discuten.
Las otras personas que esperan interceden en defensa de la señora
y yo la atiendo primero a ella (venganza femenina, lo confieso).
El
muchacho protesta y dice algo así como ...son todos unos
vagos acá... mientras sacude la llave de su auto y dice
que no tiene dinero para abonar una consulta médica.
Lo
ignoro. Continúa protestando aún cuando lo hago
ingresar y autorizo su orden.
Suena
el teléfono, se corta, vuelve a sonar y se corta otra vez. No
llego a levantar el auricular. Estoy atendiendo una señora que
me explica que llegó hace 2 días a la ciudad y desea
hacerse un control de salud pero no tiene historia clínica
porque aún no ha hecho el cambio de domicilio. Se enoja
conmigo porque le digo que debe hacer su cambio y abrir la historia.
(Pienso: ¡qué día parece tendremos hoy...!)
Atiendo
a todos los que estaban esperando cuando llegué más 7 u
8 que llegan después. Algunos desean autorizar órdenes
de atención, otros preguntan por turnos con un asistente
social, otros desean autorizar medicamentos (tarea que se
realiza a partir de las 10.00 en otra oficina). Ellos saben que
nosotras tenemos firma autorizada por lo que varios insisten en no
esperar. Sólo autorizo una urgencia que llega recién de
la guardia, los otros protestan, algunos hablan de privilegios...
No
quedó nadie sin atender.
Pongo
agua a calentar para tomar unos mates con Carmen y Susana y busco los
papeles para realizar un informe social por una derivación
médica que espera hace algo más de una semana.
Suena
el teléfono. Es el director que protesta, dice que es la 3°
vez que llama, que nadie lo atiende. Dice que son las 8.10. Le
explico que estoy sola en la oficina, que no pude contestar porque
estaba atendiendo. Me transmite un mensaje para Clarisa. Me
comprometo a avisarle en cuanto llegue ... y siento que hoy será
un laaaaaaargo día.
Se
han juntado entre 3 ó 4 personas en la puerta de la oficina
esperando ser atendidas.
Llega
Carmen. Atiende a los que esperaban.
Suena
nuevamente el teléfono. Susana no viene, está enferma.
Me
dispongo a iniciar mi informe social. En cuanto me siento escucho que
Juan pregunta por mí.
Es
un chico de 17 años que llegó hace unos meses de
Mendoza y está en el hospital porque no tiene familiares en
esta ciudad ni dónde ir a vivir. Espera una respuesta que
deben dar entre el poder judicial y la Secretaría de acción
social. Quiere saber si tengo novedades. Le digo que aún no.
Me pide que lo ayude a realizar un currículum porque está
buscando trabajo.
Carmen
continúa atendiendo a los que van llegando.
Voy
con Juan a mi oficina. Charlamos. Me cuenta que quiere trabajar y
quedarse en Río Grande, relata nuevas situaciones de violencia
familiar en su vida. Agrega que ayer fue a un negocio y le pidieron
un currírulum pero que no le dieron muchas
esperanzas ya que no terminó la escuela primaria porque debía
trabajar. Armamos lo que desea y me comprometo a pasarlo en la
computadora para la tarde.
Vuelvo
a la otra oficina donde Carmen logró arreglar el mate. Tomo
uno.
Me
apresto a realizar el postergado informe social. Alcanzo a colocar
nombre y apellido del paciente.
Llega
Raquel, enfermera de sala, preguntando por la autorización de
un estudio. Charla un rato sobre Juan y su preocupación por
trabajar. Se queja de las ruidosas visitas que él
recibe y de sus prolongadas salidas. Me pide que hable
con él para que lo retes, a vos te hace más
caso... me dice. Luego reconoce que acá sin hacer
nada se debe aburrir un montón.
Me
comprometo a avisarle cuando el estudio que vino a buscar esté
autorizado.
Entre
tanto Carmen continúa atendiendo al público a medida
que va llegando y tratando de hilvanar algunos mates.
Varias
personas se quejan porque deben esperar hasta las 10.00 para
autorizar recetas, algunos son los mismos que ya había
atendido yo pero ahora intentan lograr la autorización con
Carmen.
Vuelvo
a mi informe pero recuerdo que hay 2 pacientes que deben viajar
mañana para hacerse estudios y aún no tenemos las
autorizaciones necesarias. Me dispongo a llamar por teléfono
para reclamar esto, no tengo línea, intento 3 ó 4 veces
hasta que el final lo logro. Prometen enviar todo antes del medio
día.
Son
las 8.50 y aún no pude con el informe, aunque logramos tomar
algunos mates calentitos.
Carmen
me avisa que llegó el paciente que tengo citado a las 9.00.
Dejo el informe que recién comenzaba a tomar algo de forma.
Voy
a mi oficina para realizar la entrevista pero están limpiando,
debemos esperar.
Pido
disculpas y le solicito al señor que me espere hasta que
terminen la limpieza.
Regreso
a la otra oficina.
Miro
la pizarra y veo que mañana un paciente debe viajar derivado a
Capital Federal Reviso sus papeles, está allí la
autorización. Falta hacerle la planilla que deberá
llevar desde nuestro servicio. Preparo esta documentación y le
aviso a Carmen (que continúa atendiendo) para cuando la
familia venga a buscarla.
Mientras
completo esta planilla debo intervenir ayudando a Carmen para
explicarle a una señora que no se le puede autorizar un
medicamento sin la receta y a otro señor que no le podemos
autorizar órdenes médicas de un centro privado.
Atiendo
un muchacho que me cuenta que nació su bebé a partir de
un embarazo de 6 meses, que se encuentra internado en neonatología
y le dijeron que no está bien. Quiere saber si puede abonar la
internación de su señora y de su bebé en cuotas
porque no tiene trabajo ni obra social. Trato de calmarlo y le
explico que no debe preocuparse por el pago.
Pienso:
... debería realizar la entrevista en mi oficina ...
pero aún no terminaron de limpiar y él no desea
esperar. Finalmente le digo que luego yo iré a verlos en la
sala, que no se preocupe por el pago. Creo que se va más
tranquilo.
Suena
el teléfono, quieren saber un número de alguien. Lo
busco y se los paso.
Voy
a mi oficina. Llevo 15 minutos de atraso en el horario establecido
para la entrevista, el señor aún me espera. Lo hago
pasar, le pido nuevamente disculpas por la demora.
Dice
que no importa ... total no tengo novia que me espere y
se ríe (¡por fin un poco de buen humor!). Me río
con él (e interiormente agradezco su sonrisa).
Realizo
esta entrevista, la que tenía prevista para las 9.30 y la de
las 10.00. Todas fueron interrumpidas por golpes en mi puerta varias
veces para pedirme autorizaciones de recetas, de órdenes de
atención, preguntar por alguna derivación, solicitar
hablar conmigo. Trato de dar respuestas lo más cortas posible
a los que puedo y pido que me esperen a los otros.
Salgo
de mi oficina. Son las 10.20 y la gente protesta porque la chica (un
plan de trabajo) que realiza el trámite de autorización
de recetas no ha llegado. Deberemos asumir esa tarea nosotros.
Observo
a Carmen en la oficina de atención de público, hace
gala de su paciencia autorizando órdenes, respondiendo sobre
pedidos de turnos con un asistente social, recibiendo las quejas por
el retraso en la autorización de recetas, autorizando recetas.
Suena
el teléfono. Atiende Clarisa que llegó hace un rato y
viene de realizar una entrevista en su oficina.
La
cola de público que desea ser atendido se extiende por todo el
pasillo (calculo que hay algo así como 40 personas). Se
mezclan con las personas que esperan que abra la oficina del Registro
civil (ubicada justo frente a mi oficina). Todos protestan por la
espera.
Mientras
tanto 2 empleados de mantenimiento hacen sonar sus martillos y la
sierra eléctrica armando más oficinas frente a las
nuestras, ¡nos van a tapar la única fuente de luz
natural que tenemos!. ( Pienso: -¡qué feliz sería
sólo con un poco de espacio, sol y silencio!)
El
teléfono sigue sonando. Atiendo. De maternidad un ginecólogo
solicita que nos presentemos con urgencia . Respondo:
-enseguida voy (y juro que esa es mi intención al
decirlo...).
Clarisa
y Carmen continúan atendiendo el público, autorizando,
respondiendo, preguntando, explicando...
Clarisa
tiene 4 ó 5 personas paradas en la puerta de su oficina
esperándola, algunas se impacientan y golpean la puerta
reiteradamente, con fuerza.
Frente
a la puerta de mi oficina hay 4 personas.
Decido
atenderlas y luego ir a maternidad. Suena el teléfono. Avisan
que van a enviar 9 fax y como la comunicación se
corta deben pasarlos de a uno. Debo quedarme allí para
recibirlos.
En
la oficina son muchos los que vienen a quejarse porque el remedio que
les indicó su médico no está dentro del listado
autorizado y deben obtener la firma de un auditor
-
¿dónde está? preguntan.
-
el doctor está de vacaciones, la doctora no sabemos.
Pregunte en informes escucho que les responden.
Algunos
protestan, otros dicen que les informaron que la doctora hoy no
trabaja. Preguntan
Todo
lo que nosotros podemos hacer es indicarles que se acerquen a
dirección para que allí les informen cómo
solucionarlo. Algunos aceptan, otros protestan igual y se van
pensando que nosotros no queremos resolverles su problema seguro.
Voy
a mi oficina a atender a los que me esperaban y ya no son 4 , ahora
son 7 ú 8. Todos se me acercan a la vez cuando trato de
ingresar y pretenden preguntarme algo que intento escuchar y cuya
respuesta razono no en todos los casos.
A
unos les solicito que me esperen, a otros les pido que vuelvan mañana
o en unos días.
Suena
el teléfono, suena el teléfono, suena el teléfono
(por suerte se corta antes que logre atender).
Continúan
en el pasillo las colas para atención del Registro Civil y
para las autorizaciones de órdenes y recetas. A veces nos
parece que se multiplican, autorizamos dos y llegan 4 más.
Trato
de comenzar con una entrevista
Afuera
hay mucho ruido (chicos que lloran, madres que los retan., la sierra
sigue cortando, el martillo sigue clavando).
Al
lado escucho que Clarisa en su oficina trata de explicar algo a
alguien que se queja no sé por qué.
En
mi oficina Natalia (hipoacúsica) me obliga a concentrarme, a
levantar la voz y gesticular para que me entienda porque no tiene
plata para ponerle pilas a sus audífonos. Me está
relatando algo sobre su situación familiar y sobre las
dificultades de relación con su esposo, está
preocupada, habla de separación, de problemas judiciales...
Se abre la puerta. Carmen se asoma:
-tenés
teléfono, no pude lograr que llame más tarde
me dice.
Atiendo.
Es no sé qué legislador para preguntar por una
derivación médica, desea saber qué la está
demorando. Contesto lo imprescindible y cuelgo.
Vuelvo
a Natalia y ella parece haber encontrado una alternativa a su
situación, dice que hablará con su esposo, que buscará
el momento más adecuado, y luego regresará para
contarme cómo le fue. Respiro casi aliviada de no tener que
decidir algún tipo de intervención profesional más
allá del escucharla. Acordamos una entrevista para mañana.
-
Adelante digo cuando sale Natalia y aparecen 3
caras en la puerta, hago ingresar a una pareja y digo a la otra
persona que luego la atiendo.
La
pareja solicita una renovación de su carnet de cobertura. Voy
a la otra oficina a buscar su ficha y entre toda la gente que espera
se me acercan 2 personas que efectuaron una consulta con
profesionales de otro centro y deben volver, me quieren entregar las
nuevas citaciones pero les pido que me esperen.
Suena
el teléfono. Atiendo. De maternidad preguntan por qué
aún no hemos ido (si les digo que casi me olvidé ¿me
creen?). Me disculpo y prometo acercarme en cuanto pueda.
Carmen
continúa atendiendo y tratando de organizar la lista de turnos
que debemos pedir. Me dice que no tenemos que olvidarnos de preguntar
en la clínica cuándo atiende el urólogo
infantil.
Busco
la ficha que vine a buscar y regreso a mi oficina.
Clarisa,
que continúa tratando de realizar entrevistas con las personas
citadas y atender a las personas que están paradas frente a su
puerta, me llama. Dice que desde administración le avisaron
que a partir de hoy deberemos manejar los vales de los pasajes
terrestres para pacientes derivados. Debemos firmar ... abrochar...
adjuntar... sellar... registrar... entregar... guardar... cuidar...
rendir... etc., etc. La miro y pienso que en su cara se nota que está
tan cansada como yo. Vuelve a su oficina y yo a la mía.
Trato
de realizar la entrevista que tenía pendiente.
En
algún momento me pregunto ¿cómo era eso de
teoría y práctica?, ¿de diagnóstico y
plan de acción? ...
Vuelven
a golpear mi puerta, y ¡aún no terminé la
entrevista!.
Sigo.
Golpean
nuevamente y esta vez con mayor insistencia.
Atiendo.
Pido
que me esperen, que estoy atendiendo, mientras veo que hay 3 ó
4 personas. Una señora me dice que a su hija la va a atender
en el hospital el neurólogo que viene mañana de Bs.As.
¿Cómo?
le digo ¿cuándo te dijeron que
mañana viene un neurólogo infantil?
Hoy, me dijo una
señora que también tiene que traer a su hijo.-
responde.
Le
digo que está bien, le doy las gracias.
Clarisa
y yo tramitamos que los pacientes que lo necesitan sean vistos por un
neurólogo infantil en otro centro (porque aquí no hay)
y ........... ¡nadie nos avisó que mañana atiende
uno en el hospital!
Pregunto
a mesa de entradas. Lo confirman. Atenderá 2 días por
mes lo que nos coloca en posición de tener que localizar ¡hoy!
a todos los pacientes que íbamos a derivar.
Interrumpo
la entrevista que en su oficina está realizando Clarisa.
Le
informo. Ella tampoco tiene conocimiento.
Todo
el tiempo que utilizamos para tramitar las atenciones en otro centro,
los informes que debimos realizar, las notas y gestiones para ello,
nada servirá. Y tampoco servirá quedarnos protestando.
Tendremos que tratar ahora que estos pacientes puedan ser atendidos
por este neurólogo. Al que no venga hoy habrá que
citarlo.
Son las 12.30. La cantidad de gente ha disminuido un poco y la
sierra y el martillo cesaron en su ruido. ¡Qué alivio!
Ahora
me doy cuenta que tengo hambre y que no sé si fui al baño.
En
lo que va de la mañana realicé 4 entrevistas por
situaciones familiares, 3 por derivación médica por
seguimiento de tratamiento y otras tantas de primera vez, realicé
8 entrevistas por cobertura de atenciones médicas. Aún
tengo que ir a maternidad, a cirugía, a clínica médica,
realizar el informe social que estoy queriendo hacer desde que
llegué, verificar qué pacientes verán mañana
al neurólogo... ¿Algo más? ¡Ah, sí!
¡el currículum de Juan!... Espero no olvidarme nada
importante.
En
mi sorteo mental sobre las tareas a realizar gana maternidad y allí
voy. En el camino, en los pasillos, respondo algunas preguntas a
pacientes que me reconocen.
La
intervención solicitada por el ginecólogo de guardia es
porque ha internado una menor de 16 años que no tiene
responsables legales en la provincia. Quiere que demos aviso al
Juzgado. Se llama Patricia y está en trabajo de parto. Realizo
una entrevista en el consultorio de guardia con su novio (padre del
bebé por nacer), también menor de edad, y con la madre
de éste. Acuerdo con ellos los pasos a seguir sobre la
situación. A ella la veré mañana. Informo al
personal de enfermería del sector, al ginecólogo que
solicitó la intervención y registro algo breve en la
historia clínica. Debo hacer el informe.
Luego
voy a ver a la esposa del señor que atendí en la
oficina hoy temprano. Realizo con el matrimonio una entrevista en la
que trabajo fundamentalmente sobre los ejes de información y
contención frente al estado actual del bebé, la
angustia y preocupación de los padres por su futuro y la
precaria situación económica por la que se halla
atravesando la familia.
Cuando
voy pasando por el pasillo para ir a cirugía veo parado en la
puerta de mi oficina al padre de Azul y recuerdo que debo ir a
administración a buscar el dinero para pagar la consulta de la
niña en un medio privado. ¡Allá voy!
La
encargada de tesorería no está por lo que debo
explicarle a otra persona la situación y sólo luego de
que obtengo una nota de autorización de la dirección
(nota que voy a solicitar en ese momento) acepta entregarme el
dinero.
Regreso
a mi oficina, entrego el dinero al padre de Azul previo redactar la
constancia para que él firme. Le recalco que deberá
traer la factura firmada por el profesional que atiende a la niña
ya que de lo contrario yo deberé reponer el dinero según
lo dicho por el personal de administración.-
Me apresto para ir a internación de cirugía y clínica
pero tengo 2 personas esperándome.
Pienso
(siento):
-
estoy cansada... y recuerdo nuevamente que tengo hambre....
Escucho
a Clarisa, en su oficina que habla por teléfono mientras
alguien está golpeando su puerta. Clarisa está
reclamando que abonen las consultas para que pacientes que han sido
derivados puedan ser atendidos por un especialista del medio privado.
Vuelven a golpear su puerta. Ahora hay alguien asomado a la mía.
Atiendo
las 2 personas que me esperaban .
Siendo
algo más de las 13.00, y luego de tomar un amargo, lavado y
frío mate que alguien se olvidó cebado en la otra
oficina, logro ver a la Sra. Lopez en cirugía (es una paciente
con un cáncer de pulmón ya en cuidados paliativos) y a
su hija. Con este grupo familiar realizo seguimiento hace algunos
años.
Luego
voy a ver a don Miguel en clínica médica (es un
paciente mayor con insuficiencia respiratoria, oxígeno
dependiente) para acordar qué haremos con los anteojos que no
le sirven más.
Regreso
a la oficina y continúa habiendo gente para atender. Me siento
en un escritorio. Autorizamos órdenes de consulta, recetas,
respondemos preguntas, preguntamos, atendemos el teléfono,
orientamos sobre distintos trámites, tratamos de calmar
protestas por el funcionamiento institucional o por alguna situación
en particular, tratamos de orientar para resolución de
situaciones con otros profesionales, tratamos de no enojarnos cuando
alguien viene invocando algún político o funcionario
para obtener un beneficio, recibimos faxes, hacemos notas, pasamos
faxes, recibimos pedidos de otros profesionales, entregamos turnos,
atendemos familiares de internados, explicamos dónde queda
alguna oficina o dónde encontrar a tal o cual profesional,
informamos dónde realizar tal o cual trámite,
respondemos sobre trámites de derivaciones, entregamos
documentación sobre derivaciones, recibimos solicitudes de
autorización de tomografías, damos explicaciones sobre
por qué hacemos o no tal o cual cosa, etc., etc., etc.,
etc......
A
las 14.00 se va Carmen. Es mi horario de salida también pero
me quedo unos minutos más ya que quiero terminar una nota que
estoy intentando hacer desde hace rato.
Clarisa
continúa atendiendo al público.
Son
casi las 14.20. Ya me voy y pienso que me quedó el informe
social de derivación que estoy intentando realizar desde esta
mañana, el informe de lo actuado en maternidad, los informes
de las derivaciones recibidas la semana pasada a los que ahora se
suman los de hoy, algunas notas, algún reclamo.... Me prometo
que lo haré mañana. ¿Tengo que hacer algo más
antes de irme? Creo que no.
Cierro
mi oficina. Le informo a Clarisa que no me queda nada urgente para la
tarde. Me pongo la campera, agarro la cartera y....
Dejo
la cartera y me siento nuevamente en la computadora.
Lo
termino justo cuando él viene a buscarlo. Se lo entrego, me
despido y salgo.
Son
algo más de las 14.30. Me siento agotada física y
mentalmente. Tengo hambre. Tal como lo predije ha sido un laaaaargo
día de trabajo, uno más como tantos otros ....
Mientras
voy saliendo recuerdo algo leído en distintos textos, ...
importancia de la sistematización de la práctica...,
importancia de re-definir la práctica profesional... etc..
Pienso
(siento): ¿así? , ¿cómo?, ¿cuándo?
.
Recuerdo
otras ideas: ¿Intercambio entre colegas...? ¿comentar,
compartir un caso...?
Por
ahora reconozco la importancia de la sistematización de la
práctica, de la re-definición de la práctica y
de todo el resto, pero también reconozco que no puedo pasar
del reconocimiento... Pienso: tendríamos que tocar un poco el
freno pero...