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Edición N° 26 - invierno 2002

¿Campañas de prevencion o refuerzo del consumo?

Por:
SIlvia Fossini
*
(Datos sobre la autora)


Marzo/2002

Este trabajo sólo pretende exponer una serie de reflexiones sobre las llamadas “campañas de prevención “ de la drogadicción, su efecto en la sociedad y como podrían ser utilizadas para el refuerzo o la incentivación del consumo.

La idea aquí no es hacer un análisis sobre cómo realizar trabajos preventivos con relación al tema de la drogadicción, ni sobre los factores individuales, sociales, políticos, culturales, económicos, históricos, etc. que llevan a que exista la drogadicción, pero deberemos tener en cuenta todos estos elementos al realizar las reflexiones planteadas en el inicio.

Desde el área de las ciencias sociales se han realizado importantes aportes sobre la relación que existe entre los factores individuales y la sociedad, planteándose que el acto de la drogadicción puede aparecer como una opción en la “búsqueda de una identidad” en una sociedad que presenta un escenario conflictivo y de incertidumbre en el que el individuo está inmerso en un estado de perplejidad y temor.

También podemos decir que históricamente hemos escuchado hablar, y hemos hablado, sobre la importancia de la prevención. O sea, sobre la importancia de pre-ver, de anticiparse a... Y el objetivo de esta anticipación ( que genera la posterior intervención) es que una determinada situación que hemos pre-visto o anticipado no se presente.

Obviamente desde esta óptica es fundamental la realización de prevención y, de acuerdo a la definición que realicemos de la población destinataria de nuestra tarea preventiva será la modalidad de intervención profesional que adoptemos. Cuando el tamaño de la población destinataria implica un número muy alto de personas debemos adoptar modalidades de intervención que nos posibiliten hacer llegar el mensaje preventivo en forma masiva y ¿qué utilizamos generalmente? Los medios de comunicación o carteles, afiches, etc. Máxime si hablamos de un tema tan abarcativo como la drogadicción.

Analizando la historia de la drogadicción y de su prevención podemos decir que (excepto en épocas remotas en que las drogas tenían una connotación religiosa y su uso era ritual) la sociedad le ha atribuido a las drogas un “poder” especial: el de “transformar” a sus consumidores y tornarlos “violentos”, “delincuentes”, “peligrosos” para la sociedad, etc.

Consumir drogas, entonces, estará mal y será peligroso para “los otros” (los no consumidores).

Se define así lo que está bien y lo que está mal, quienes son “buenos” y quienes no, de quienes hay que cuidarse y, por ende, de quienes hay que alejarse, a quienes hay que excluir porque “son peligrosos” y no son “como nosotros”.

Aún a partir de la década del 80 en que el drogadicto comienza a ser considerado como un enfermo esta visión continúa.

¿Cuál es el tratamiento aplicable a los adictos?

Coincidentemente con esta concepción sobre las drogas y sus usuarios, aparece, entonces, la forma de tratamiento: el disciplinamiento, la exclusión. En algunas épocas sólo como castigo, en otras para tratamiento y rehabilitación. O sea que para “alejarlo” de las drogas hay que “alejarlo” de la sociedad. Lo excluiremos de las drogas y de la sociedad; lo alejaremos de sus “malas amistades”, de sus conocidos, de su familia y de nosotros (así también “nos protegemos y evitamos que nos contagie”).

Estos conceptos fueron históricamente utilizados en la realización de trabajos de prevención, en los mensajes que aún hoy se transmiten supuestamente con el objetivo de prevenir la drogadicción.

La estrategia predominante de prevención aplicada en las distintas épocas es la de transmisión de mensajes sobre los riesgos y daños que la droga causa y sobre qué pasará con quienes la consuman. Son mensajes cargados de fatalismo (igual situación se da con el HIV/SIDA).

Podemos decir, entonces, que estos mensajes son destinados a todos los no drogadictos ya que el objetivo sería que quienes no sufren los efecto de las drogas no lleguen a sufrirlos.

Pero... ¿qué pasa con los adictos en estos mensajes? ¿qué papel se les atribuye?

Aquí podríamos señalar que en las campañas de prevención que se realizan se acepta la drogadicción como un problema que afecta a un grupo importante de personas, y se piensa la prevención desde un punto de vista que no tiene en cuenta al adicto sino que se enfoca en quien aún no tiene el problema.

Yo creo, sin embargo, que este tipo de prevención “usa” al adicto, lo coloca como ejemplo de lo que no debe hacerse, de lo que la sociedad rechaza, lo separa del resto de la población, continúa diferenciándolo negativamente, acentuando, de este modo, su exclusión “porque no es como nosotros”. De esta forma el mensaje emitido, y a partir de él la sociedad, no colabora con una futura inclusión, coloca más obstáculos en la posibilidad del adicto de volver a ser incluido socialmente.

Ahora bien, como contrapartida de esto puede decirse que también a partir de este uso del adicto en estos mensajes preventivos, estaríamos dándole a los usuarios de drogas una definición que los identifique, estaríamos dándoles un lugar que, aunque sea en el marco de la exclusión igual, creo, es un lugar: el de “violento”, el de “delincuente”, el de “peligroso”, etc. Estaríamos dándoles una identidad.

A su vez este lugar (de violento, de peligroso, etc.) también coloca al adicto en el lugar de sujeto temido por otros, temido por los no adictos, y con ello le otorga poder. Puede lograr, a partir de ese poder, alcanzar cosas que si no fuera drogadicto no podría. La sociedad, entonces, de este modo a la vez que lo excluye le otorga poder.

Si partimos de la base, como señalamos en párrafos anteriores, de que la drogadicción es una opción en la búsqueda de identidad aquí, entonces, estaríamos, a través de campañas de prevención, dándole a los adictos esta identidad; tal vez no la identidad que nosotros o ellos desearíamos pero no por ello deja de ser una identidad.

¿Podemos, entonces, decir que si bien el objetivo manifiesto de las campañas de prevención de la drogadicción que se realizan actualmente sería algo así como “evitar que el mayor número de personas consuma drogas”, existiría otro objetivo no manifiesto que podría ser “reforzar la exclusión de los drogadictos en la sociedad”? ¿o que aparecería otro objetivo no pensado, no previsto, que sería “dar a los adictos una identidad como tales”?.

A partir de estos pensamientos podemos decir que el lugar de “drogadicto” podría, entonces, llegar a ser un lugar “deseable” para muchos, puede haber quienes piensen la drogadicción como una opción para sí, como un desafío, como la forma de ocupar un lugar en un grupo o en una sociedad, como el modo de tener algún poder, como una forma de lograr algo que siendo como la sociedad dice que deben ser no han logrado, o sea como el modo de alcanzar una identidad.

¿Es tan loco esto?

Por otro lado también podemos hacer otra lectura si nos preguntamos ¿puede haber alguien que desee que existan más adictos? ¿pueden ser intencionales los metamensajes que señalamos se emiten en estas campañas preventivas? ¿por qué alguien querría hacer ello?

Se me ocurren diferentes razones pero sólo señalaré las 2 que me parecen más abarcativas:


  1. las drogas son un objeto de consumo y los objetos de consumo implican la intervención de un mercado: materias primas, producción, distribución, venta, etc. O sea, que a mayor cantidad de consumidores mayores ganancias económicas para quienes manejan ese mercado.

  2. El adicto se torna dependiente a la sustancia, a la droga, por ende quien tenga la posibilidad de facilitar su acceso a esa droga que necesita tendrá poder sobre él. A mayor cantidad de drogadictos mayor poder de los dueños de las sustancias.

Estas campañas preventivas que se llevan a cabo en forma masiva tampoco escapan a la obligatoriedad de ser “aprobadas” por los que detentan el poder, ya que ello les permite utilizar para su beneficio los mensajes (o metamensajes) que se brinden a la población: ej: nosotros somos buenos ellos no, nosotros sabemos qué es lo mejor para usted y su familia, si no hace lo que le decimos será castigado, etc.


Finalmente, y como conclusión, señalaré que en este tipo de abordaje de la prevención, creo que lo que se realiza más que evitar el consumo de drogas es excluir aún más al adicto y darle o reafirmarle una identidad de “drogadicto”, darle un lugar en la sociedad (a partir de la exclusión) : el de peligroso, el de delincuente, el de enfermo, etc.

Creo que el trabajo preventivo realizado hasta ahora sobre la drogadicción, utilizando mensajes que alertan sobre el peligro de la droga, si bien no ha logrado los resultados esperables a la hora de evitar el aumento de la drogadicción, debemos pensar que tal vez halla podido ser eficaz para que quien es adicto no quiera dejar de serlo y quien no lo es halla encontrado una forma de alcanzar la buscada identidad.-



* Datos sobre la autora:
* Silvia Fossini
Licenciada en Trabajo Social. Integrante del equipo de Servicio Social de la ciudad de Río Grande, Pcia. de Tierra del Fuego (Argentina).

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