¿ Es posible escribir sobre el hambre?. Tal vez sí, en la medida que nos sea permitido evidenciar los factores que lo generan. Así el hambre es producto de las desigualdades sociales que la propia sociedad construye.
El hambre como designio de la inequidad y la injusticia.
El hambre como espectáculo morboso de una civilización que goza con las diferencias sociales y que en forma execrable construye una exhibición del padecimiento que ella misma genera, quizás porque también puede ser rentable, para los agentes económicos de la especulación financiera, la imagen de personas en la noche de una ciudad revolviendo la basura para alimentarse.
El hambre que se construyó sobre las promesas de emancipación occidental en los albores de la Ilustración, el hambre como una obra de esa misma civilización, donde éste es simplemente producto de la expoliación que genera desigualdades, ya no es un castigo de los dioses o resultado de una catástrofe natural.
Tal vez la mayor catástrofe natural del planeta tenga una denominación: "civilización occidental". Así desde las estadísticas del hambre, el que padece es sólo un guarismo, una tendencia que oculta el sufrimiento.
O, también la medicalización del hambre explica desde la razón biológica que se deben apropiar los rendimientos calóricos y proteicos, así el hambre es producto de una "falta de capacidad de quienes lo padecen" , ya que deben aprender a construir huertas y autoabastecerse , mientras los poderosos del planeta gastan más calorías y proteínas en el cuidado de sus mascotas que las que se consumen en el tercer mundo.
Así a veces el hambre es presentado como una cuestión de proteínas y calorías; algo del campo de los expertos, no de los que generan la desaparición sistemática de poblaciones denominadas por economistas "bien nutridos y equilibrados" "inviables".
En las peores pesadillas de quienes nos precedieron este "espectáculo", seguramente no se animaba a presentarse, cabe preguntarse si alguien pudo haber imaginado una civilización que gozara con la desigualdad.
Mientras tanto, las matanzas sistemáticas continúan y en el denominado primer mundo se vive y se padece la otra cara moneda, vivir la vida solo en función de la adquisición de objetos que efímeramente pueden llevar cierto hedonismo pasajero que sólo produce vacío y angustia, pero fundamentalmente desigualdad en otros.
El director