Desde
la recuperación de la democracia en nuestro país,
reaparecía también el proyecto, la necesidad de
intentar una vez más construir esa nación que fue
promesa y utopía, desde la misma sangre indígena que
corre por las venas abiertas de América Latina. También
fue la tierra prometida de abuelos inmigrantes, de obreros y
campesinos, de jóvenes con esperanzas y convicciones de vida,
de lucha, de proyecto.
Con
treinta mil corazones menos, se debía recomenzar a construir
una Argentina que era sueño y compromiso con el hoy, el ayer y
el mañana. Había que levantar las banderas de los que
no estaban para sostenerlas, era el momento de tomar la posta, de los
que nos dejaron las ideas compartidas, las ilusiones a realizar por
los que verían el después. Y es aquí donde
comienzo a preguntarme ¿qué nos pasa?.
El proyecto nacional y popular, la esencia netamente política
de movimientos sociales para la liberación del pueblo y la
recuperación de la dignidad y soberanía, deben ser
orientadas hacia una acción política organizada desde
la ciudadanía, entendiendo al ciudadano no solo
desde los derechos sociales reconocidos por los aparatos estatales a
quienes nacieron en un territorio, sino también reconociendo
las prácticas sociales y culturales que dan sentido de
pertenencia y hacen sentir diferentes a quienes poseen una misma
lengua, semejantes formas de organizarse y de satisfacer sus
necesidades.(García Canclini).
No
es la casta política la que llevará adelante un
proyecto liberador, por el contrario, para volver a creer, es
necesario retomar el lugar de participación activa del sujeto,
que transforma y se transforma en el mismo acto de pensamiento,
sentimiento y acción.
Retomando
el pensamiento de Helio Gallardo, el sujeto debe ser un
sujeto autónomo, sujeto que produzca humanidad, porque no
existe ningún régimen democrático sin autonomía
del ciudadano, desde la potenciación en calidad de persona y
el empoderar al sujeto humano en cada relación y situación
humana.
El
sujeto es la persona o los sectores sociales (clases, categorías,
capas) que toma determinaciones desde sí mismo y que, al
hacerlo, le da carácter a lo que hace y que por ello, es capaz
de apropiarse del sentido de lo que produce y de comunicarlo. Por
extensión, el sujeto puede aplicarse a lo que confiere
carácter a una lógica de dominación o de
liberación.
Es
en el desarrollo del sujeto, en el marco de estas lógicas,
en el interjuego dominación liberación donde la
impronta del sujeto político se hace necesaria.
Volver
al sujeto político de la transformación, es una de las
claves para pensarnos en la actual coyuntura, comprendiendo el nuevo
escenario nacional, latinoamericano y mundial que nos muestra un
modelo agotado en sí mismo, donde la estocada final debe ser
dada desde las bases, desde la gente, desde sujetos políticos
que devolvamos el sentido a la acción política
comprometida con un proyecto nacional, recuperando la capacidad de
creer, -primero en nosotros mismos- en nuestro pueblo, en la nación
y también en un Estado que muchos quieren hacer desaparecer
como estrategia para legitimar la gobernabilidad inescrupulosa del
mercado internacional.
El
Sujeto Político, parte de un Sujeto Social que puede hacerse
cargo de sí mismo, y de esta manera, comprometerse y
responsabilizarse de los asuntos públicos, hacer presente la
memoria individual y colectiva en la cotidianeidad de la construcción
de un proyecto de sentido, arraigado desde la acción
cotidiana, individual, social y comunitaria, señalando esta
última como la acción pensada, sentida y actuada desde
la recuperación de la identidad, del reencuentro con las
aspiraciones más profundas de un nosotros,
reconociendo la diversidad y la heterogeneidad, desde un horizonte de
sentido.
Hugo
Mujica expresa la idea de sentido como horizonte y no lo
recortado sobre él, es aquello que sin aparecer hace
que todo lo que aparece tenga profundidad, que todo lo que se
manifiesta tenga hondura, que cada parte manifieste al todo y el
todo se abra en cada parte (...) Si el sentido en sí es como
la desnudez que reviste aquello en lo que se manifiesta, la emoción,
su conmovernos es la manera en que esa desnudez se encarna en
nosotros.
El
sujeto político en la actual coyuntura debe potenciar esa
voluntad política dentro de un proyecto que recupere desde la
memoria la identidad del pueblo argentino, interpretando los nuevos
escenarios, actores y estrategias de acción; contextualizando
este volver a las raíces que no es más que
volver al pueblo, mirarNOS, hacia adentro. Es adentrarnos en nuestra
idiosincrasia, que nos distingue, diferencia y enriquece, que nos
hermana en un contexto latinoamericano que necesita esta vuelta al
sujeto político individual y colectivo para volver a creer, a
intentar, a proyectar y a cumplir el sueño, el anhelo de ser
un pueblo emancipado, reconociéndonos productores y
producidos, transformadores y transformados desde un política
hecha desde las bases, reivindicando y potencializando una voluntad
política dormida, o lo que es peor en palabras de Piglia una
política convertida en la práctica que decide
lo que una sociedad no puede hacer. Los políticos son los
nuevos filósofos: dictaminan qué debe en entenderse por
real, qué es lo posible, cuales son los límites de la
verdad.
Si
va a existir la nación argentina tiene que estar caracterizada
por el pueblo argentino como pueblo social y político, formado
por los que luchan por apoderarse de sí mismos, por darle
carácter al trabajo, a la familia, a la educación y a
la política, creada, construida y caracterizada por su pueblo
con una fuerte voluntad política como liberación
particular de crecimiento en humanidad. ( H. Gallardo)
Para
muchos la Argentina no es viable, para otros en los que
me incluyo, nuestro país tiene un desafío donde hay
que tomar la posta, reencontrar los lazos de identidad, desde lo que
nos une, reconociendo las diferencias sin caer en relativismos
absurdos, y como expresaba Paulo Freire desde una tolerancia como
virtud revolucionaria que consiste en convivir con quienes
son diferentes para poder luchar contra quienes son antagónicos.
pensando, sintiendo y actuando desde la convicción de que
la utopía nos guíe para caminar, pero el compromiso
llevado por el sujeto político organizado, comprometido y
empapado en la cuestión social, la haga posible.
BIBLIOGRAFIA
CONSULTADA:
GALLARDO,
Helio. Los Sujetos del Cambio Social frente al
Neoliberalismo. Colección Encuentro de Reflexión
Mons. Angelelli. Ediciones Tiempo Latinoamericano. Córdoba,
Argentina. 2001
MUJICA,
Hugo: La palabra inicial. Editorial Trotta
Madrid. España 1995.
FREIRE,
Paulo: Pedagogía de la Esperanza.
Editorial Siglo Veintiuno. Méjico. 1993
PIGLIA,
Ricardo Crítica y Ficción Edit.
Siglo Veinte. Bs. As.1999.
GARCÍA
CANCLINI, Nestor Consumidores y ciudadanos Conflictos
multiculturales de la globalización Edith Grijalbo.
Méjico 1995