"Iniciar
una aproximación ética al sujeto en cuanto productor de su mundo
subjetivo y de su relación con el mundo social, la verdad científica
ya no puede dictaminar lo "que es" y lo que "debería
ser", sino que es necesario interpretar al actor en su pensamiento
y en su práctica. Tiene que oír al sujeto, debe aprender a mirar
cómo ve la gente y tiene que interpretar cómo la gente comprende,
donde el ver y la palabra conforman nuestro mundo de realidad y
guían nuestras acciones, las que estructuran nuestra subjetividad
y a su vez apoyan la constitución del mundo social" Bateson,
1-
Introducción
El
presente trabajo sintetiza un documento realizado en el marco del
proyecto de investigación de un equipo docente de la Escuela Superior
de Trabajo Social de la U.N.L.P. acerca de la construcción del campo
problemático en la intervención de Trabajo Social. Como eje estructurador
de su comprensión se plantea la configuración de una matriz conceptual
que posibilite resignificar la relación sujeto-necesidad como eje
de la construcción del campo problemático para la Intervención del
Trabajo Social. El campo problemático es comprendido como la construcción
conceptual producto de la tensión entre categorías conceptuales
y la empiria desde la cual se definen líneas o formas de abordaje.
Ahora bien esa construcción exige mediaciones en vínculo con las
nuevas condiciones de reproducción material, social y simbólica
por las que atraviesan los sujetos en su vida cotidiana. Dicho de
otra manera, el campo problemático se construye en relación con
las transformaciones sociales que afectan la vida de los sujetos.
Entre
los conceptos claves que configura la matriz conceptual presentamos
el de vida cotidiana.
El
sentido que orienta la recuperación del concepto en clave de la
intervención profesional se relaciona con el propósito de acercarnos
a comprender los procesos de construcción de la subjetividad en
la reproducción de las condiciones de vida de los sujetos.
El
recorrido teórico nos aproxima al análisis y resignificación del
concepto Vida cotidiana desde la especificidad del Trabajo Social
en la búsqueda de la construcción de conocimiento que resignifique
el sentido social de la disciplina, que lleve al análisis de las
vivencias subjetivas de las condiciones estructurales, una lectura
del micro-mundo cotidiano como punto de partida del conocimiento.
En
el plano de la interpretación del concepto se plantea su análisis
en el contexto actual desde una perspectiva crítica. Esta mediación
entre concepto y contexto, desde la mirada del Trabajo Social, posibilita
configurar la riqueza y el significado social de la profesión, siguiendo
la pista de los procesos que adquieren dimensiones particulares
en el marco de las expresiones generales de lo social.
2-
Nuevos escenarios
En
las últimas décadas se produce en la Argentina un cambio profundo
en las relaciones Estado-sociedad. Este va más allá de las transformaciones
en el orden político impactando en el nivel macro de las políticas
públicas y en la relación del Estado con los diversos actores. Desde
el análisis de algunos autores, en los años 80 se cierra un ciclo
e irrumpe un modelo de estado signado por el quiebre de modelos
políticos, económicos y fundamentalmente por una profunda crisis
de los actores políticos y sociales construidos
históricamente de
acuerdo a los "antiguos" modelos.
Estas
transformaciones se relacionan con el inicio de las políticas de
ajuste e inserción del país en la nueva economía mundial. Pero no
sólo los cambios se expresan con relación al Estado y al régimen
político sino también cambia la sociedad. Se trata de una mayor
separación entre el Estado y la sociedad, ampliación de la sociedad
civil, pluralización e individualización. Se perfila una sociedad
donde lo privado avanza sobre lo público, lo individual sobre lo
colectivo, donde hay multiplicidad de intereses y ampliación de
los espacios de libertad y competencia pero a la vez menos solidaridad
e integración.
La
crisis del Estado Social y las contradicciones constitutivas entre
el desarrollo capitalista y los derechos y garantías planteados
en el proyecto fundante de la sociedad moderna, enmarcan el nuevo
escenario. Del Estado regulador, integrador, generador de políticas
sociales -integrador como objetivo fundamental de los aparatos ideológicos
del estado, control social, disciplinamiento y cohesión- se pasa
a un Estado expulsor de importantes sectores de la población y promotor
de políticas sociales focalizadas en sectores denominados vulnerables.
Ello
entre otras cosas, provoca y es provocado por la crisis del sistema
institucional con la pérdida de los objetivos trazados. Las instituciones,
incluidas la familia, las sociedades vecinales, los sindicatos y
demás organizaciones se debilitan en su función de integración y
hoy es posible visualizar en ellas elementos desintegradores, de
disociación que dan lugar a nuevas problemáticas sociales y a la
ruptura del vínculo social. Entonces, y más allá de la relación
económica que degrada las condiciones de vida, es necesario tomar
en cuenta los efectos de las organizaciones; las instituciones que
impactan e interpelan al sujeto desde la segmentación generando
temor, inseguridad, enfrentándolo a la "posibilidad imposible"
de un consumo ilimitado de productos y a un imaginario político
global, mientras que la realidad cotidiana lo sumerge en un aislamiento
cada vez mayor. En la actualidad los niveles de fragmentación, el
individualismo y el retroceso en la constitución del lazo social
tornan frágil el desarrollo de la sociedad civil.
Por ello, la experiencia social de los sujetos está atravesada por
la velocidad de los cambios tecnológicos en la comunicación, la
cultura y el trabajo y al mismo tiempo sometidos a procesos de
exclusión, desigualdades y acumulación de desventajas.
La
relación conflictiva entre el capital y el trabajo, como fundamento
de lo social como cuestión, debe ser analizada a partir de la desigualdad
que han generado procesos significativos en perjuicio del trabajo,
quiebres en la protección social y sus implicancias en las condiciones
de vida de amplios sectores en procesos de exclusión. Estas modificaciones
se plantean con tal intensidad que generan aspectos críticos expresados
no solamente en la materialidad sino a través de profundas transformaciones
en la subjetividad. En el espacio de relaciones
complejas entre el estado y la sociedad, anudadas en torno a lo
"cotidiano" se establece el escenario propio de la intervención
del Trabajo Social.
3-
Las dimensiones de la cotidianidad
Lo
social se manifiesta como cuestión en tanto marca una conflictividad
a nivel de las condiciones materiales y simbólicas en su reproducción.
En esta perspectiva la dimensión de la vida cotidiana aporta al
análisis e interpretación de la construcción de la subjetividad
de los sujetos a través de los significados que los mismos le dan
a su situación actual. Se trata del reconocimiento de la acción
social de los sujetos en relación a las construcciones problemáticas,
la significación de esa acción nos introduce en el análisis de la
intersubjetividad, lenguaje, la noción espacial y temporal, ineludibles
dimensiones al abordar el entendimiento de lo cotidiano.
Siguiendo
el pensamiento de Agnes Heller ofrece aportes fundamentales a la
comprensión de la vida cotidiana como el ámbito concreto de
reproducción de las relaciones sociales, de construcción de
la sociedad y como espacio de objetivaciones de un determinado orden
social que condiciona al hombre concreto y la práctica histórica.
Es decir, los sujetos producen y reproducen su vida en una doble
relación: con la naturaleza y con los otros hombres. Las formas
concretas que reviste la vida de los hombres están directamente
relacionadas con las modalidades en que su existencia material se
produce y se reproduce, la inserción de los sujetos en el proceso
productivo determina sus formas de vida y su cotidianidad.
La
reproducción de la sociedad implica que los hombres particulares
se reproduzcan a sí mismos para lo cual la vida cotidiana es el
conjunto de actividades que caracterizan la reproducción particular
y ésta sólo es posible en la medida que ocupa un lugar en la sociedad.
Mediante la misma aprende un sistema de usos, de expectativas, de
instituciones dependiendo de su particularidad, de las circunstancias
y de la medida en que sus características particulares se desarrollan
en un ambiente dado. Es la vida del hombre entero, el hombre que
participa en la vida cotidiana con todos los aspectos de su individualidad.
En ella se ponen en "obra" todos sus sentidos, todas sus
capacidades intelectuales, sus ideas, sus sentimientos. Todo conocimiento
del mundo y toda pregunta referente al mismo que se motiven directamente
por ese hombre "único", por sus necesidades y sus pasiones
configuran la particularidad.
La
realidad del mundo de la vida cotidiana posee estructuras sociales
de significados, motivaciones e interpretaciones en las que cada
uno de nosotros ha interactuado con otros constituyendo un acervo
social de conocimiento que se objetiva en signos, marcas y lenguaje.
En
este sentido Berger y Luckmann expresan: "La vida cotidiana
se presenta como una realidad interpretada por los hombres y que
para ellos tiene el significado subjetivo de un mundo coherente
que se origina en sus pensamientos y en sus acciones y que está
sustentado como real."
La
realidad de la vida cotidiana se organiza en el "aquí y ahora"
sin embargo abarca fenómenos que no están presentes en ese "aquí
y ahora". Se estructura tanto en el espacio como en el tiempo,
la estructura espacial posee una dimensión social en la medida en
que se intersectan las zonas de manipulación de los sujetos, la
temporalidad se da asimismo intersubjetivamente, proporciona la
historicidad que determina la situación del sujeto en el mundo de
la vida cotidiana. Las relaciones temporales y espaciales contribuyen
a estructurar el mundo en el encuentro cara a cara. Es en esta situación
"cara a cara", donde el otro es completamente real, la
subjetividad del otro me es accesible mediante un conjunto de síntomas,
ninguna otra forma de relación puede reproducir la abundancia de
síntomas de subjetividad que expresa la situación cara a cara donde
la subjetividad del otro se encuentra próxima.
La
cotidianeidad se presenta altamente heterogénea, pero dicha heterogeneidad
reconoce un orden jerárquico: la organización del tiempo, el consumo,
la recreación, los vínculos, las formas de amar, de nacer, de enfermar
y morir. Se organiza de acuerdo a una dimensión simbólica, temporal
y espacial. La experiencia social de los sujetos atiende la inmediatez,
el no horizonte, atravesado por la fugacidad sometidos a procesos
de vulnerabilidad, desigualdad y exclusión.
Martín
Hopenhayn sostiene que "No es casualidad que desde la muerte
de la vocación universalista cada vez se estudia más la vida cotidiana,
se intenta encontrar el encanto de posibles identidades.... La cotidianidad
se convierte en el receptáculo de expectativas que han abandonado
los grandes ideales universales lo que conlleva a una visión de
lo cotidiano con un doble signo: por un lado, la rica diversidad
de la experiencia y por otro, la constatación de intrascendencia."
Para
los sectores excluidos, la inseguridad de la existencia es cosa
de todos los días, inseguridad física, en el empleo, respecto a
los ingresos, todos estos aspectos conducen a la cotidianidad a
un lugar de fragilidad con un efecto de precariedad.
En
contraste con la precariedad de los excluidos, para los integrados,
la vida cotidiana presenta una diversidad progresiva del consumo
y una rápida incorporación de los avances tecnológicos con sus ventajas,
lo cotidiano se llena de nuevos servicios, los "beneficiarios"
del desarrollo se convierten en interlocutores con una movilidad
constante de receptores y de emisores lo que produce un sentido
de provisoriedad.
La
heterogeneidad atraviesa tanto a lo precario como a lo provisorio:
en el caso de los excluidos, en la forma de una abundancia de oficios
de supervivencia, con un desplazamiento de una estrategia a otra;
en el caso de los integrados se expresa en la diversificación del
consumo de objetos y de servicios.
Desde la perspectiva de Hopenhayn, tanto en la precariedad impuesta
como en la provisoriedad elegida, la vida cotidiana se recompone
pudiéndose observar los siguientes efectos:
- Dificultad
en asociar cotidianidad- continuidad:
lo cotidiano se torna menos previsible, menos planificable. La vida
cotidiana refleja la multiplicidad y flexibilidad de códigos, lenguajes,
imágenes y reglas del nuevo complejo cultural-industrial. Todo se
vuelve más contingente.
- La
dimensión reiterativa se atenúa
: aparece como dificultad la representación de lo cotidiano como
el sustrato de repetición que nos prolonga en el tiempo y en el
espacio, a la que contribuye la inseguridad laboral, la aceleración
de innovaciones técnicas con sus efectos en las rutinas productivas
y en los objetos que se consumen; la mudanza de los roles familiares
por cambios culturales o por presiones de supervivencia y la recomposición
del escenario económico y laboral. "Nada parece repetirse,
todo se recrea y reprograma sin pausa. Lo cotidiano ya no es repetición
sino mudanza."
- Mayor
importancia de la velocidad
en la vida cotidiana para sobrevivir, progresar, informarse.
- El
horizonte de corto plazo se convirtió en el horizonte total de la
vida diaria,
tanto por efecto de lo precario en unos, como de lo provisorio en
otros y por la aceleración del cambio en todos los ámbitos de la
vida cotidiana. "Esto
podría aparecer como rasgo esencial del campo de lo cotidiano; sin
embargo no es lo mismo vivir lo inmediato sobre un horizonte de
sentido a largo plazo que experimentarlo como un horizonte en sí
mismo"
En
síntesis se podría pensar que las expresiones de la cotidianeidad
en este contexto aparecen marcadas con los signos de menor continuidad,
menor repetición, mayor velocidad, cortoplacismo resaltado; todo
ello cruzado por la doble cara de lo social: de lo precario y de
lo provisorio, de lo forzado y lo elegido, de lo excluído y lo integrado.
Siguiendo
el análisis de Alicia Stolkiner, en cuanto a la dimensión temporal,
hay una relación deseable entre los ritmos y tiempos de producción
y la representación de la temporalidad, la construcción social de
la temporalidad. La aceleración de los ritmos globales y la cuantificación
cada vez más estricta expresan una sensación de vértigo permanente.
La flexibilización o precarización de las condiciones de empleo
y el carácter crónico del desempleo se corresponden con unas variaciones
en la construcción representacional del futuro, tendiendo a sobredimensionar
el presente, con una referencia sutil al pasado y un descreimiento
en el porvenir.
Para
unos, el presente acelerado del sobretrabajo y el consumo compulsivo,
para otros la temporalidad cotidiana de la subsistencia en los márgenes.
Con
respecto a la dimensión espacial, lo urbano es la característica
de la época; el capitalismo abrió la tendencia a la concentración
urbana y el neoliberalismo instauró su fragmentación diferencial.
"La
ciudad se fragmenta y se amuralla, los espacios públicos se privatizan,
el acceso es posible sólo para algunos. Lo privado se hace cada
vez más público por necesidad: la calle es el lugar para resolver
las necesidades, sea para asociarse con los vecinos o como una expresión
de la violencia, la diversificación se transmuta en fragmentación.
Para los integrados quedará la protección de los barrios cerrados,
de los recorridos preservados, de la defensa policial y parapolicial
y de su propia autodefensa, para los excluídos el abandono de los
espacios públicos, los lugares olvidados y la represión."
Todos
estos aspectos en cuya matriz se producen las subjetividades están
dramáticamente convulsionados en esta época, cuyo elemento central
es la tendencia a la fragmentación y desagregación de los vínculos
sociales preexistentes y la coexistencia con formas incipientes
de reagregación y reagrupamiento.
Por
un lado es posible decir que la fragilidad de vínculos propiamente
civiles se traduce en las dificultades para formular los conflictos
cotidianos, individuales y colectivos en el lenguaje público de
los derechos, tendiendo a ser incorporados en los códigos morales
de la vida privada.
Por
otro lado, las consecuencias de una crisis que desorganiza formas
de vida, desestructura proyectos y obstruye las perspectivas de
futuro ocultando el sentido mismo de las prácticas de derechos,
como reglas de reciprocidad. "Reciprocidad que se realiza
en los rituales cotidianos de la civilidad y de los trueques simbólicos
que construye un sentido de pertenencia... Un mundo que transcurre
en un terreno frágil, sujeto a conflictos que desestabilizan consensos,
revierten los términos de ese pacto social del que se alimenta la
sociabilidad cotidiana y abren lugar para la violencia, suscitada
en litigios y desavenencias cotidianas entre pares...."
4-
Consideraciones finales
El
análisis de la multiplicidad de dimensiones que configuran la vida
cotidiana motiva las posibilidades de definición de la acción profesional
revalorizando el plano de las acciones concretas que puedan generar
procesos de transformación desde lo cotidiano, resignificando "lo
social" en la disciplina.
Descubrir en qué se funda la vida cotidiana y el saber cotidiano
lleva a plantearse el tema de las objetivaciones y los procesos
subjetivos por los cuales se construye el mundo intersubjetivo del
sentido común, la configuración del sujeto a partir del juego necesidad-satisfacción,
entre sujeto y contexto en el que tiene su anclaje toda significación
social, dándose posibilidad y formas de acceso a ese orden de significación
que es el orden histórico-social.
Lo
territorial, la pertenencia, los vínculos, cuál es su expresión
en esta situación de fragmentación, de precariedad, de heterogeneidad
en las estrategias para subsistir, constituyen interrogantes orientadores
en el proceso de análisis e interpretación de los acontecimientos
actuales desde lo singular.
Posibilita el acercamiento a diferentes modalidades de comprensión
de los hechos sociales sin dejar de lado los aspectos macrosociales
que los signan, enriqueciendo lo macro desde lo singular, al decir
de Agnes Heller desde "la unidad viva de particularidad
y especificidad: la cotidianidad, la forma en que se particulariza
lo genérico social."
Citando
a C. Geertz "comprender conceptos que para otra gente son
próximos a la experiencia y hacerlo lo suficientemente bien para
colocarlos en una relación establecida con conceptos distantes de
la experiencia que los teóricos han moldeado para capturar los rasgos
generales de la vida social" explicando "cómo
la gente que vive allí se define a sí mismo como persona, buscando
y analizando sus formas simbólicas- palabras, imágenes, instituciones-
en términos de los cuales en cada lugar la gente se representa a
sí misma, frente a sí y frente a sus semejantes".
El análisis, soporte del
proceso de intervención profesional siempre
será una interpretación, expresión del pensamiento reflexivo y no
el espejo de la realidad: la sociedad no es sólo el "material"
sino simultáneamente el "intérprete" de ese material.
Una perspectiva de abordaje que no tenga en cuenta las interpretaciones
que hacen los sujetos de su vida, tomándolos simplemente como "objetos
de estudio" más que analizar la realidad social la está cambiando
políticamente.
La intervención se cualifica en la caracterización precisa de las
condiciones de vida de los sujetos y su reproducción, en la comprensión
de la particularidad: cómo expresa el sujeto, cuáles son los sentidos
asignados, cómo se construye desde la mirada del otro el "problema"
y a partir de su saber cotidiano cómo estructura las formas de enfrentamiento
y resolución, configurando en la acción profesional la constatación
de la complejidad, aceptando la diversidad de lo real.
Desde
esta perspectiva, la construcción del campo problemático de la intervención
remite a pensar el lugar de lo social como la
reconstrucción de los fragmentos que quedan de solidaridad
y reciprocidades como instancias que configuran una diversidad de
lógicas, sentidos y significaciones que los sujetos están expresando
en la cotidianidad respecto a sus necesidades, que ya no se presenta
con un carácter de continuidad estructurante de procesos sino tornándose
significativamente cambiante y heterogéneo. Ello
porque la significación que los sujetos le dan a su situación actual,
marca para el Trabajador Social un camino a recorrer y develar,
al mismo tiempo que implica el reconocimiento de la estructuración
de nuevas formas de enfrentamiento de esta "cuestión social".
El
Trabajo Social resignifica su práctica profesional revalorizando
acciones que impriman procesos de transformación desde lo cotidiano.
Es en este sentido donde encontramos la centralidad de la vida cotidiana
como espacio privilegiado en la intervención, no sólo por la cercanía
con los sujetos y sus necesidades, sino porque en ella se traducen
los aspectos más significativos para comprender la metamorfosis
de lo social.
5-
Bibliografía
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T. y Luckman P.: La construcción social de la realidad
- Castel
R.: "La dinámica de los procesos de marginalización ( de la
vulnerabilidad a la exclusión )" Revista Topía, agosto de 1995.
- Geertz
C.: "Desde el punto de vista de los nativos" artículo.
- Granda
E.: "El sujeto, la ética y la salud" Ponencia presentada
en el VII Congreso Latinoamericano de medicina social., marzo de
1997.
- Grassi
E.: "La implicancia de la investigación social en la práctica
del Trabajo Social" Revista Margen Nº 9, Bs. As., Año 1995.
- Heller
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- Hopenhayn,
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en América Latina. Fondo de Cultura Económica. Chile. 1995.
- Rozas
Pagaza M.: Una perspectiva teórica metodológica de la intervención
en Trabajo Social Espacio Editorial , Bs.As. 1994.
- Stolkiner,
A. Conferencia: "Posibilidades de construcción de ciudadanía
en la actualidad y transformaciones producidas en la vida cotidiana"
VII Congreso latinoamericano de Medicina Social. Buenos Aires, marzo
de 1997
- Wolf
M.: Sociología de la vida cotidiana, Ediciones Cátedra España,
1979