Los procesos de
globalización y fragmentación construyen una geografía
de la desigualdad que debe ser analizada y cuyo estudio «descubre»
las nuevas dinámicas territoriales que plantea el cambio en el
régimen de acumulación; permitiéndonos abordar
las «nuevas» desigualdades en la ciudad.
Este trabajo tiene
tres objetivos:
- Brindar de forma general un panorama de los
estudios que posibilitan la lectura de las desigualdades en la
ciudad;
- particularmente interesa abrir el debate en torno a la
importancia de la mirada sobre lo urbano en las ciencias sociales y
específicamente en el trabajo social; y
- singularmente, y a
modo de ejemplo, se analizarán situaciones de la ciudad de La
Plata.
Se intentará
así ofrecer algunas herramientas para leer en las formas
espaciales los procesos sociales contemporáneos; se trabajan
las nociones de ciudad como bien de uso complejo, segregación,
fragmentación y expoliación urbana. Todo ello ubicado
en la discusión sobre las ciudades periféricas en el
capitalismo de la era informacional y la articulación de lo
global y lo local.
El
trabajo social es una disciplina ligada a la ciudad, ha surgido y
crecido en el seno de las ciudades, ha trabajado y trabaja en medio
de las problemáticas de los habitantes de las ciudades. Debe
pues explicarla, o por lo menos tomarla en cuenta para su práctica
profesional. De aquí que este texto siga una estructura
didáctica para su desarrollo, ya que se ambiciona introducir
autores y conceptos de los estudios urbanos en el ámbito del
trabajo sociali.
La urbanización
creciente del territorio nacional es un hecho: en 1991 el 85% de la
población de Argentina era urbana. El avance de la
concentración metropolitana es una hipótesis ya
comprobada: como ejemplo, la Región Metropolitana de Buenos
Aires -RMBA- ya abarca Ciudad de Buenos Aires, primera, segunda y
tercera corona del conurbano; concentra el 35 % de la población
nacional y el 53% del PBI, y además tiene como núcleo a
la ciudad de Buenos Aires que es una de las diez aglomeraciones más
grandes del mundo.
La polarización social crece y crece: la
evolución de la brecha de ingresos entre el 10% más
pobre y el 10% más rico de 1990 a 1999 es del +57% a nivel
nacional, del 57,5% en el Gran Buenos Aires y del 127% en la ciudad
de BA. Es en este contexto que debemos recuperar, como cientistas
sociales, la mirada sobre lo urbano.
¿Qué mirar?
Si
yo contara que existe un "algo" -llamémoslo así
provisoriamente-, donde vive la mayor parte de la población
del mundo; donde se aglomera la mayor cantidad de gente una al lado
de la otra, reproduciéndose como especie, como cultura y como
sociedad. Todos juntos, llenos de conflictos y de soluciones, de
luchas, esperanzas, sueños. Toda la vida transcurre en este
"algo".
Un
"algo" en donde se invierte la mayor cantidad de capital,
donde se reúnen las direcciones ejecutivas de los bancos, las
financieras, las empresas privadas y también las públicas.
Un "algo" que representa en sí mismo un elemento
importante en la reproducción y acumulación del
capital.
Un "algo" donde se concentra el poder político;
cerca uno de otro los ámbitos legislativos, ejecutivos,
judiciales. La mayor acumulación de expedientes y formularios
que se puedan imaginar.
Un
"algo" donde se centralizan la mayor cantidad de
instituciones de formación: guarderías, jardines,
escuelas, polimodales, universidades, terciarios; y también
otras instituciones: hospitales, salitas, clínicas, cárceles,
institutos de menores, geriátricos, etc. Un "algo"
donde convergen redes viales, cloacales, eléctricas, de agua y
de gas; miles de caños, de cables, de antenas y de
señalizaciones.
Ese
"algo", como ya debe ser obvio, es la ciudad. Debemos pues
estudiarla, y no porque la sola abundancia de elementos justifique la
mirada, sino porque es en estos territorios en los que históricamente
se confrontan o interpenetran -incluso visualmente por sus
concreciones en el paisaje urbano- tres lógicas o sentidos: la
de la acumulación de capital, la de la acumulación del
poder político y la de la reproducción de la vida
humana (Coraggio, 1997:37). Esto es lo que debemos mirar.
Recuperando miradas.
Se
han realizado investigaciones sobre la ciudad desde principios de
siglo, y aunque un poco aislados, desde antes también. Como
sucede con todo, cuando pasa el tiempo se va produciendo historia, o
por lo menos, un racconto de lo hecho hasta el momento, un
anecdotario de los trabajos realizados o más seriamente una
sistematización del conocimiento producido, y también,
una clasificación por escuelas, corrientes teóricas,
alineamientos ideológicos, origen disciplinar o nacionalidad.
Pero no es objeto de este escrito rememorar el recorrido de los
estudios sobre la ciudad (recomiendo sí su lectura para saber
de dónde venimos ya que siempre esto explica algo del
presente)ii.
El objetivo en esta sección será pasar revista a
algunas herramientas conceptuales que se han producido en ese
transcurso y que posibilitan analizar las desigualdades en la ciudad
contemporánea, capitalista y latinoamericana.
Y
estas tres últimas palabras no son casuales. Porque las
explicaciones son en un momento para un momento, en un lugar para un
lugar, tiempo y espacio definidos, con las especificidades y las
generalidades que podamos encontrar, porque es importante
contextualizar en lo global y también, aunque parezca
redundante, contextualizar en lo local.
Pero
empecemos por el principio: ¿qué es la ciudad?.
La
ciudad es resultado de un proceso de producción (Topalov,
1979). Es, por lo tanto, objeto de consumo material y simbólico.
Pero no sólo eso, la ciudad es parte indispensable en el
proceso de producción capitalista. Y no como elemento previo,
sino que la dialéctica de la producción de la ciudad
conlleva la reproducción del capital y la reproducción
del espacio que le es necesario.
Utilizaré
una extensa cita del investigador francés Christian Topalov
(1979) para aclarar esta noción en términos del proceso
de producción capitalista,
La
ciudad constituye una forma de la socialización
capitalista de las fuerzas productivas. Ella misma es el resultado de
la división social del trabajo y es una forma de desarrollada
de la cooperación entre unidades de producción. En
otros términos, para el capital el valor de uso de la ciudad
reside en el hecho de que es una fuerza productiva, porque concentra
las condiciones generales de la producción capitalista.
Estas
condiciones generales a su vez son condiciones de la producción
y de la circulación del capital, y de la producción de
la fuerza de trabajo. Son además, el resultado del sistema
espacial de los procesos de producción, de circulación,
de consumo; procesos que cuentan con soportes físicos, es
decir, objetos materiales incorporados al suelo (los inmobiliarios).
Este
sistema espacial constituye un valor de uso específico,
diferenciado del valor de uso de cada una de sus partes consideradas
separadamente, es un valor de uso complejo que nace del sistema
espacial, de la articulación en el espacio de valores de uso
elementales.
Llamaré
a esos valores de uso complejo, efectos útiles de
aglomeración.
En
resumen, como sistema espacializado de elementos, la ciudad es una
forma de socialización capitalista de las fuerzas productivas.
Es el primer elemento de la tesis, el primer término de la
contradicción.
Efectivamente hay una
contradicción, puesto que cada uno de los elementos del
sistema que constituye la ciudad es un proceso autónomo el
cual tiene como base un objeto inmobiliario que es un producto y que
circula de modo independiente a los otros. Algunos de estos elementos
son mercancías producidas por el capital (p.20).
(Otros no), la ciudad no es una
mercancía como lo es la materia prima: ningún polo de
acumulación controla la formación de los valores de
uso complejo. En cambio el capital puede reproducir las mercancías
necesarias para su valorización. Por esta razón,
hablaré de formación y no de producción de
efectos útiles de aglomeración (p.27)
Entonces
Porque
los medios de producción son privados, porque las relaciones
de producción son capitalistas, los valores de uso complejos
urbanos están formados por un proceso ciego, sin sujeto, es
decir, el movimiento de búsqueda de la ganancia privada de
cada polo autónomo de acumulación.
Por tanto, la
urbanización capitalista es, ante todo, una multitud de
procesos privados de apropiación de espacio. Y cada uno de
éstos está determinado por las propias reglas de
valorización de cada capital particular, de cada fracción
de capital. En consecuencia, la reproducción misma de esas
condiciones generales urbanas de la producción capitalistaiii
se transforma en un problema. No se la puede garantizar. De ahí,
la contradicción entre el movimiento de socialización
capitalista de las fuerzas productivas y las propias relaciones de
producción capitalistaiv.
Esta contradicción es la fundamental, expresada en el espacio
de ese modo de producción, pues va a producir históricamente
formas siempre nuevas de socialización. Pero, al mismo tiempo,
va a reproducir límites siempre nuevos a esta socialización
de las fuerzas productivas. Estos límites se expresan en las
luchas de clase, así como en las crisis urbanas de las
metrópolis capitalistas (p.20-21)
Como
de hombres y mujeres estamos hablando, la ciudad como producto de la
producción humanav
engloba la dimensión del proceso de reproducción de la
vida humana en su plenitud, en sus luchas y conflictos (Carlos,
1994:259).
La ciudad es -repito- también un campo de lucha.
La
ciudad, la gente. Los procesos sociales que se desarrollan en ámbitos
urbanos. Los procesos urbanos en los que actúa gente.
Imposible una cosa sin la otra. A partir de esta dialéctica
indisoluble entre el sujeto y lo social -en nuestro caso lo social
urbano- arribaremos a la noción de espacio urbano como
constructo, como construcción social.
Incorporemos
la noción de espacio urbano desarrollada por el profesor
Lobato Corrêa (1999) en Río de Janeiro,
He aquí el espacio
urbano: fragmentado y articulado, reflejo y condicionante social, un
conjunto de símbolos y campo de luchas. Es pues la propia
sociedad en una de sus dimensiones, aquella más aparente,
materializada en las formas espaciales. Es este nuestro objeto de
estudio (p.9)vi
Detallemos
estos seis momentos en los que podemos aprehender el espacio urbano:
- Es
fragmentado porque el espacio de las ciudades capitalistas es un
complejo conjunto de usos de la tierra yuxtapuestos entre sí
(Ej. se definen diferentes áreas: centro, periferia,
industrial, etc.).
- Es
articulado porque cada una de sus partes mantiene relaciones
espaciales con las demás, aunque de intensidad muy variable
(Ej. Flujo de automóviles, de dinero, núcleo central,
etc.)
- Es
reflejo social porque esa división articulada (1 y 2) es la
expresión espacial de procesos sociales tanto del presente
como del pasado -pero que dejaron su marca en las formas espaciales
actuales- (Ej. desigualdad espacial reflejo de la desigualdad en la
estructura social)
- Es
condicionante social por el papel que las obras fijadas por el
hombre -las formas espaciales- desempeñan en la reproducción
de las condiciones de producción (Ej. Ventaja de la
localización cercana de las industrias), y en la reproducción
de las relaciones de producción (Ej. Papel de la segregación
residencial).
- Es
una dimensión simbólica porque es el lugar donde las
diversas clases sociales viven y se reproducen. Es decir, abarca el
cotidiano y el futuro próximo con las creencias, valores y
mitos proyectados en las formas espaciales (Ej. Monumentos, calle
especial, etc.)
- Es
un campo de lucha porque como estas vidas están en un
contexto de fragmentación desigual del espacio se producen
conflictos sociales. El espacio de la ciudad es entonces también
escenario y objeto de las luchas sociales, pues se está
apuntando, al final de cuentas, al derecho a la ciudad, a la
ciudadanía plena e igual para todos. (Lobato Corrêa,
1999:7-10)
A
través de los párrafos previos quise llevar al lector
hacia la comprensión de la desigualdad como algo
intrínseco a la constitución de la ciudad en el
capitalismo; la desigualdad como característica propia del
espacio urbano capitalista. Reforzaré aún más
con una explicación de la geógrafa, también
brasilera, Ana Fani Alessandri Carlos (1994),
La
producción espacial es desigual en la medida en que el espacio
es fruto de la producción social capitalista que se realiza y
se reproduce desigualmente. En este sentido la unidad
espacio-sociedad trae implícita una desigualdad que se
materializa a través de la división del trabajo entre
"parcelas" del espacio y en cada una de ellas.
Tal
desigualdad se crea y se estructura a partir de la relación de
dominación-subordinación centrada en el proceso de
acumulación y centralización de la propiedad y del
poder. Teóricamente esa acumulación es un proceso
concentrado en determinados lugares, presuponiendo un proceso de
aglomeración. Si, por un lado, la producción
capitalista es posterior a la formación de la ciudad, por
otro, genera una urbanización con características
peculiares, con aspectos y significados diferentes.
El capitalismo
sólo puede desarrollarse a partir de lo urbano una vez que
tiene como presupuesto básico la producción industrial
que se realiza a partir de dos tendencias fundamentales: la
continuidad y la producción en escala.
La continuidad implica
tornar el proceso cíclico en una unidad ininterrumpida de modo
que las fases se sucedan sin pérdida de tiempo o
paralizaciones. La producción en escala, presupone la venta
también en escala, genera la aglomeración de los medios
de producción y cambio; de los bancos y del comercio; de los
trabajadores y del mercado consumidor; la concentración de los
medios de circulación y de consumo colectivo. Ambas generan la
aglomeración y la acumulación en puntos aislados del
espacio y la consecuente centralización del aparato jurídico,
político e institucional.
El
proceso de concentración y centralización de la
producción, en consecuencia del modo por el cual ocurre la
reproducción ampliada del capital, está en la base de
la discusión del proceso de urbanización del mundo
actual. Parece no haber duda de que la metrópoli atrae para sí
gran parte del excedente generado (plusvalía producida en
otros locales del espacio) en vista del proceso de acumulación
del capital; resta saber cómo ese proceso se va a desenvolver,
va creando y acentuando el desarrollo desigual entre las "parcelas"
que forman determinada totalidad espacial. (p.26)vii
Espero
que haya quedado claro, para entonces pasar a entender qué
es la segregación.
Utilicé
este término en la página previa como ejemplo de las
formas espaciales que adoptan las relaciones de producción, es
decir, de la reproducción de los diferentes grupos sociales. A
la sazón, la segregación urbana es un proceso social de
carácter integral en el que podemos identificar, junto a los
investigadores costarricenses Mora Salas y Solano Castro (1993),
varias dimensiones:
- Como
un producto del predominio de la lógica de organización
capitalista de la ciudad. La segregación urbana remite así
al problema de la renta urbana y los usos diferenciales y
funcionales del espacio en aras de la valorización del
capital.
- La
forma de inserción de los diversos grupos sociales en la
estructura productiva y la relación que de ahí se
deriva con respecto a sus condiciones de reproducción. De
esto se reconoce que no todos los sectores sociales tienen las
mismas posibilidades de acceso al espacio urbano debido a la
desigual distribución de la riqueza social.
Esta desigual
distribución de la riqueza social permite o impide el acceso
a ciertos espacios, bienes y servicios públicos, regulando
las calidades de estas mercancías en función de la
capacidad de pago de los diferentes grupos sociales. Se pueden
establecer así las relaciones entre organización
económica de la sociedad, la inserción de los grupos
sociales en la estructura productiva y su ubicación
territorial en la ciudad.
- Es
un hecho social histórico, y en tanto tal, como un producto
social sujeto a formas conflictuales y dinámicas de relación
entre las clases, estratos y grupos sociales existentes en una
sociedad determinada. Esto abre las posibilidades para determinar la
constitución de sujetos sociales en el proceso de
reproducción del orden social.
- Hay
una dimensión del papel del Estado como agente que promueve,
por medio de sus acciones y omisiones, la segregación urbana
al favorecer o consumar (regular e institucionalizar) los usos
diferenciales del suelo urbano en función de la reproducción
capitalista de la producción. Se debe considerar entonces el
comportamiento de las políticas urbanas que impulsa el
Estado.viii
- La
consideración de los factores socioculturales en el estudio
de la segregación urbana permite adentrarse en el mundo de la
vida cotidiana de los pobladores, tratando de descubrir y determinar
las principales formas de relación social que se establecen
en los espacios urbanos segregados entre los pobladores, sus
potencialidades y limitaciones políticas, las repercusiones
socioculturales que genera entre los pobladores, el habitar espacios
urbanos segregados y poner en discusión las formas de
relación e interacción social existentes entre estos
grupos sociales. Al mismo tiempo, posibilita profundizar el estudio
de la construcción subjetiva de la realidad social, en
particular de la ciudad.
De
este modo
Es posible definir la
segregación urbana como el proceso mediante el cual se da
lugar a una reorganización de la ciudad en zonas de fuerte
homogeneidad socioeconómica interna y de gran disparidad entre
ellas.
Zonas que gozan de un acceso desigual a los medios de consumo
colectivo, debido a las características socioeconómicas
de sus miembros, y en las cuales se producen prácticas
sociales que pueden conducir a la formación de estereotipos y
estigmas de sus habitantes, tanto como a la profundización de
las diferencias socioculturales existentes entre las clases y grupos
sociales radicados en la ciudad. (Mora Salas y Solano Castro,
1993:25-26)ix.
Hemos
visto hasta ahora la idea de ciudad como parte del proceso de
producción capitalista, luego la concepción de las
desigualdades en la ciudad, y finalmente la noción de
segregación urbana; hablaremos ahora de un mecanismo en el que
se articulan estas tres visiones y mediante el cual se genera una
plusvalía absoluta urbana que impulsa la acumulación
capitalistax.
Me
estoy refiriendo a la expoliación urbana, concepto
creado por Lúcio Kowarick en la década del ´70 a
partir de sus estudios sobre Sâo Paulo y que define como,
La
sumatoria de extorsiones que se opera por la inexistencia o
precariedad de servicios de consumo colectivo, que juntamente con el
acceso a la tierra y a la vivienda se presentan como socialmente
necesarios para la reproducción de los trabajadores y agudizan
aún más la dilapidaciónxi
de la fuerza de trabajo o, lo que es peor, la falta de
este.(Kowarick, 2000:22)
Como
se ve en la cita, he tomado la definición reproducida en su
último texto pero que es fiel a la original de 1979. En un
texto posterior a éste rearma en una larga autocita el
concepto, introduciendo la visión de los sujetos expoliados o
mejor dicho, reforzando la noción de expoliación como
privación de derechos.
[La
expoliación urbana] refiere a la ausencia o precariedad de
servicios de consumo colectivos que, conjuntamente con el acceso a la
tierra, se muestran socialmente necesarios en la reproducción
urbana de los trabajadores.
La idea allí contenida es que no
existe necesidad de tener acceso al agua entubada, a calles
pavimentadas, a clases de matemáticas, a exámenes
cardiológico o endoscópicos: sino que se trata de una
construcción histórica que resulta de las luchas
sociales y, por lo tanto, trasciende a una lógica que sería
inmanente a la expansión del capitalismo. En este sentido, la
expoliación sólo puede ser entendida como producto
histórico que, al alimentarse de un sentimiento colectivo de
exclusión, produce una percepción de algo -un bien
material o cultural- que está faltando, y que es socialmente
necesario.
De esta forma, la noción contiene la idea de que el
progreso expoliativo resulta de una sumatoria de distorsiones, esto
es, despojar o dejar de proveer a un grupo, categoría o clase
de lo que éstos consideran como sus derechos. No en la
acepción propiamente dicha de legislación positiva,
sino en el sentido de una percepción colectiva según la
cual existe legitimidad en la reivindicación por un beneficio
y que su negación constituye injusticia, indignación,
carecimiento o inmoralidad: lo legítimo puede
institucionalizarse y hasta transformarse en norma jurídica
[...] Pero igualmente vital es el lento, oscilante y contradictorio
proceso de desnaturalización de la violencia que impregna la
banalidad del cotidiano en las metrópolis del subdesarrollo
industrializado. (Kowarick, 1996:737)
Así
es hoy la ciudad desigual: con residencias segregadas, con el habitar
expoliado de los sectores que tienen, y/o que reciben, menos que
otros. Incluyámonos aquí, porque no estoy hablando
solamente de "otros": otros más pobres que nosotros,
otros más ricos que nosotros. Todos estamos dentro de esta
organización urbana: los "incluidos" y los
"excluidos". Claro que a cada cual su parte, su fragmento.
Esta fragmentación,
es
el producto del conflicto entre el proceso de producción
socializado y su apropiación privada. Esta fragmentación
que se profundiza divide el espacio en parcelas cada vez menores, que
son compradas y vendidas en el mercado, como productos de actividades
cada vez mas parceladas (Carlos, 1994:193)
Para
entender mejor esta idea y no apabullarnos de términos,
ejemplifiquemos cómo se está dando este proceso de
fragmentación en la Región Metropolitana de Buenos
Aires (RMBA), a través del análisis realizado por el
investigador argentino Horacio Torres (1998),
- puede
afirmarse que la existencia previa en Buenos Aires de un importante
proceso de suburbanización que tuvo por protagonistas a los
sectores populares y que definió la estructura urbana durante
varias décadas (entre la segunda mitad de la década de
1940 y la primera mitad de la de 1970) tuvo una influencia
determinante en relación con las características
específicas (urbanizaciones cerradas) que adoptan los nuevos
procesos residenciales de suburbanización de las élites
de la década de 1990.
- Esta
vecindad territorial dramatizó los contrastes socioespaciales
e impuso la lógica de la fragmentación urbana: enclaves
de riqueza, cuyo nexo de unión con la ciudad son las
autopistas y el automóvil privado, que se proveen a sí
mismos los servicios básicos (agua, cloacas, seguridad) y que
generan sus propios centros de compras, esparcimiento, educación
y otros servicios (p. ej. cementerios privados), deben implantarse en
zonas próximas a loteos económicos y villas
miseria, con viviendas
autoconstruidas y servicios básicos deficitarios y
autoprovistos (un pozo ciego y un pozo de extracción de agua
en el mismo lote) y comunicados con las actividades urbanas y los
puestos de trabajo -generalmente distantes- mediante el transporte
público (colectivos y
ferrocarril suburbano) (pp.10-11)xii
Se
advierte en esta explicación la relevancia de la ubicación
histórica y geográfica -valga la redundancia- de los
hechos urbanos para interpretar adecuadamente los procesos de
fragmentación.
Es
primordial desarrollar la mirada latinoamericana sobre los procesos
urbanos porque nuestras ciudades, y aunque parezca obvio decirlo, no
son iguales a las ciudades de otros países; porque, como forma
espacial de organización del sistema capitalista, cada ciudad
-cada país- ocupa una posición en el sistema
capitalista y no otra.
Es decir, es imprescindible ubicar el análisis
de las ciudades en el análisis del funcionamiento y
estructuración del sistema capitalista a nivel regional,
continental y mundial, o para hablar en términos más
actuales, en el capitalismo de organización global.
No podemos
pues dejar de lado la relación centro-periferia, las
relaciones de dependencia o el análisis de este imperialismo
(palabra ésta que ha entrado en desuso frente al término
globalización y que, humildemente, creo que hay que recuperar
para tener siempre presente la dimensión de conflicto y
desigualdad que existe en la relación entre países,
economías y regiones). Como nos dice la profesora paulista
Lucrecia D´Alessio Ferrara,
La globalización del
mundo es una contradicción: se globaliza a partir de una
estrategia que emana de un centro de decisión económico,
lo que supone considerar, como consecuencia, una periferia a ese
centro; luego, no se globaliza el mundo, sino una parte privilegiada
de él; una articulación renovada de la conocida
estructura centro/periferia que es manifestación lógica
del poder (1994:48)
Un
aporte fundamental para construir esta mirada es, como se señaló
previamente, la perspectiva histórica de los hechos urbanos.
Así podremos explicar la particular forma que toma la ciudad
en América Latina como resultado, como parte, de un proceso
histórico singular. Ejemplo de este enfoque es el trabajo
realizado por el investigador colombiano Samuel Jaramillo (1990),
donde analiza la discusión sobre la urbanización
latinoamericana y caracteriza lo que él denomina "la gran
ciudad primada latinoamericana"xiii,
Encontramos cuatro elementos
fundamentales que contribuyen a explicar la acentuada tendencia al
crecimiento privilegiado de la gran ciudad en América Latina:
A) Una combinación de "nuevos" y "tradicionales"
factores de localización industrial que confluyen a
centralizar de manera particularmente aguda la actividad industrial
de la gran ciudad. B) El aumento de importancia de actividades
"terciarias superiores", cuyo ámbito natural es la
gran urbe. C) Una proletarización peculiar, que magnifica el
impacto poblacional de la reproducción de la fuerza de
trabajo. D) Las discrepancias en las condiciones de vida a favor de
la gran ciudad, creadas por el movimiento del capital, que atraen
sectores muy diversos, surgidos de la dinámica contradictoria
del capitalismo periférico.
De esta forma, podríamos
concluir a manera de hipótesis general de trabajo, que las
"regiones metropolitanas" en los "países
centrales" y la "gran ciudad primada" latinoamericana
con su contenido social peculiar, son dos resultados espaciales
derivados de las transformaciones sociales concomitantes a la etapa
avanzada del capitalismo monopolista, cuyas diferencias básicas
se desprenden de las distintas inserciones de las respectivas
formaciones sociales en la red capitalista mundial. (pp.72-73)
Hasta
aquí llegamos con este acápite donde hemos recuperado
miradas sobre lo urbano. De esta manera pretendo promover las
discusiones sobre su importancia y relevancia en la explicación
de las ciencias sociales en general y del trabajo socialxiv
en particular ya que nos permiten analizar las desigualdades en la
ciudad contemporánea, capitalista y latinoamericana.
Para
seguir profundizando y elaborando aportes veamos en la
interpretación de un caso cómo pueden ser utilizados
algunos de los conceptos vistos.
A modo de ejemplo: Nuevas desigualdades en la ciudad de
La Plata ( o cómo profundizar las viejas)
Basándome
en trabajos previos producidos en el marco de la investigación
en cursoxv,
ejemplificaré a partir del caso de la ciudad de La Plata en el
contexto de su postulación a sitio patrimonio cultural de la
humanidad ante UNESCOxvi.
En La Plata se está desarrollando un proceso de
ennoblecimiento dirigido básicamente a contribuir a la
"carrera" hacia la patrimonialización. Estas
intervenciones sobre el casco urbano consisten básicamente en
la preservación y recuperación de la traza fundacional
(entre calles 122 a 31 y 72 a 32) y de las obras arquitectónicas
del eje fundacional-monumental (calles 51 y 53, de 120 a 31). Por el
momento no se está produciendo cambio de población en
los sectores ennoblecidos, por ello no podemos hablar de un caso de
gentrificación.
Sí encontramos en la región
segregación urbana; esto como producto histórico de la
división social del trabajo -como parte de la propia
organización espacial del sistema capitalista-.
Dije
que en La Plata no hay cambio de población en torno al
ennoblecimiento, ahora plantearé que hay una profundización
de la desigualdad, a partir de este emprendimiento de
patrimonialización, entre los que residen dentro del casco
urbano y los que tienen su casa fuera de élxvii.
Esta profundización de la desigualdad, o nueva desigualdad si
se quiere, se genera básicamente por la valorización
que adquiere el casco urbano -que se le imprime para ser más
correctos- y que no se imprime fuera. Valorización material y
valorización simbólica, más trabajo y más
capital acumulado. Pero ¿cómo se produce esta
valorización positiva?
Ennoblecer es
cargar de valor, pero un valor relacionado con la `nobleza´. Es
decir, cargar de `determinado´ valor. De un valor particular
que está legitimado como positivo, así:
el carácter
de valor positivo legitimado se lo dará la posición
dominante que lo `noble´ ocupe dentro de la sociedad
el carácter
de valor positivo se lo dará la hegemonía que ese
grupo `noble´ tiene dentro de la cultura
el carácter
de valor -como valor de uso ya que no tendrá equivalente de
cambio- se lo dará la escasez de ese bien, o dicho de otro
modo, la restricción de su producción (en sentido
amplio: producción, circulación y consumo) a un sector
social perteneciente a la clase burguesa -por hablar en términos
marxianos-.
Harvey (1998) en su
relato del posmodernismo en la arquitectura y el diseño
urbano, expone las implicancias de este «intento de comunicar
distinciones sociales a través de la adquisición de
toda clase de símbolos de status», aplicando las
proposiciones de Bourdieu
La
búsqueda de dólares destinados al consumo por los ricos
ha otorgado una mayor importancia a la diferenciación de
producto en el diseño urbano. Al explorar los dominios de los
gustos y preferencias estéticas diferentes (haciendo todo lo
posible para estimularlos), los arquitectos y diseñadores
urbanos han otorgado un nuevo énfasis a un aspecto potente de
la acumulación de capital: la producción y el consumo
de lo que Bourdieu (1977, 1984) llama «capital simbólico».
Este último puede definirse como «el acopio de bienes de
lujo que garantizan el gusto y la distinción del propietario».
Por supuesto, este capital es capital dinero transformado que
«produce su efecto adecuado en cuanto y sólo en cuanto
encubre el hecho de originarse en formas `materiales´ del
capital».
El fetichismo (preocupación por las
apariencias superficiales que ocultan los significados soterrados) es
obvio, pero aquí se despliega en forma deliberada para
ocultar, gracias a los ámbitos de la cultura y del gusto, la
base real de las distinciones económicas. Como «los
efectos ideológicos más logrados son aquellos que no
tienen palabras y que solicitan sólo un silencio cómplice»,
la producción de capital simbólico cumple funciones
ideológicas porque los mecanismos por los cuales contribuye «a
la reproducción del orden establecido y a la perpetuación
del dominio permanecen ocultos».(p.97)
Hasta
aquí estuvimos principalmente refiriéndonos a la
producción de la desigualdad justamente a partir de la esfera
de la producciónxviii.
Faltan entonces tomar las esferas de la circulación y el
consumo.
Este nuevo bien, la
ciudad patrimonio, no es consumido por todos por igual. En primer
lugar el consumo que realizará el habitante del casco es
diferente al habitante de fuera (por simple diferencia en la
cotidianeidad).
En segundo lugar, el habitante de fuera debe pagar
para consumir, debe pagar el transporte para llegar a ellos. En
tercer lugar, la oferta de estos bienes patrimoniales no es acorde a
los gustos y hábitos de muchos grupos de fuera (tampoco de
adentro), y aunque en la mayoría de los casos el acceso es
`gratuito´ (cuando es pago se genera otra diferencia) es
dificultoso tener acceso a la información de los programas.
Y si
esto fuera poco la injusticia es más profunda aún,
porque son todos los individuos de La Plata (y en algunas obras los
habitantes de toda la provincia) los que financian la inversión
en el casco urbano, el embellecimiento, las capas de pintura de la
Municipalidad, las torres de la Catedral, el interminable Teatro
Argentino, las flores y los árboles.
Y no es que esto en sí
mismo esté mal o sea injusto. La injusticia se produce porque
aquellos que aportan su dinero son excluidos de la producción
y del consumo de esos bienes simbólicos patrimoniales. ¿Será
que los más pobres no tienen derecho a `lo bello´? ¿Será
que los más pobres no tienen derecho al disfrute, al placer?
¿Será que por ser pobres sus producciones simbólicas
no son `dignas´ de patrimonializar?
Podríamos
ejemplificar también con otras situaciones de desigualdad en
la ciudad, podrían llegar a ser innumerables, y que pueden ser
vistas con las herramientas conceptuales propuestas en las secciones
anteriores. Sólo como comentario mencionaré la
aprobación de la construcción de cocheras subterráneas
bajo las plazas San Martín y Moreno, y para no ser tan
coyunturales, la desigualdad existente entre las plazas del casco
urbano y las de periferia (llamo a estas plazas respectivamente
plazas verdes y plazas marrones, por el color que predomina en cada
una). Sobre ambas situaciones hay muchos interrogantes, y no me estoy
refiriendo sólo a las preguntas que se hacen los ciudadanos,
sino a las preguntas que nos debemos hacer al tomar los casos como
problemas de conocimiento.
Y
para terminar este escrito, y sin dar respuestas, sino con la
ambición de generar más dudas e interrogantes, citaré
a un experimentado estudioso de las cuestiones urbanas en Argentina y
particularmente en el conurbano bonaerense, quien describe un
contexto donde ubicar el caso platense,
"los
lugares también se distinguen entre sí por algo que es
crucial en esta época de transición epocal: se
diferencian por la existencia o inexistencia y por la calidad de un
proyecto que oriente su rumbo y, sobre todo, por la influencia del
contexto nacional y regional en que están insertas.
Podemos
especular que, en el contexto de un Estado prebendario y una sociedad
fragmentada, algunos centros urbanos pueden continuar siendo o surgir
como enclaves poco seguros del sistema global, internamente duales,
más integrados con el resto del mundo que con su propio país,
atractivos apenas para la búsqueda de altas ganancias
especulativas en el corto plazo.
El
dominio del capital (global sobre la sociedad urbana) se manifiesta,
entre otras formas, por la subordinación de las políticas
urbanas a la lógica de la competencia entre lugares para
atraer al capital global. En el contexto de una posición
nacional de debilidad frente a la globalización, algunos
lugares pueden sin duda atraer capitales manteniendo o facilitando
unilateralmente el bajo costo de la mano de obra (por la vía
de los bajos salarios y de los bajos costos de la seguridad social
que busca el ajuste estructural), la irrestricta seguridad jurídica
y política a los derechos de propiedad del capital, la
"disciplina" laboral, un paraíso fiscal y otras
ventajas que puedan hacer una diferencia significativa para la
rentabilidad de las inversiones.
Minimizada la capacidad o voluntad
de los Estados de crear diferencias "artificiales", las
ventajas "reales" que se ofrecen en estos casos suelen ser
verdaderas exacciones sobre el patrimonio público acumulado
bajo el régimen anterior (privatizaciones a precios de
liquidación, concesiones de virtuales monopolios en los
servicios públicos, etc.) o significar la exclusión y
pérdida brutal de derechos adquiridos por la clase
trabajadora, incluyendo a amplios sectores medios. (Coraggio,
1997:33-34)
Los
Hornos, agosto de 2000.
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NOTAS
i
Justifico en este objetivo el uso extensivo de
las citas textuales que se encontrarán en este artículo.
ii
Un clásico a consultar es el texto de Manuel Castells La
cuestión urbana, México, SXXI, 1997 (14ª
ed.), a partir de la segunda edición de 1976 que contiene un
agregado muy interesante. Un texto muy organizador es el de Marcella
Delle Donne. Teorias sobre a cidade. Lisboa, Ed.70, 1990,
originalmente publicado en Italia en 1979. Más centrados en
la tradición antropológica cabe citar el texto de Ulf
Hannerz Exploración de la ciudad (Hacia una antropología
urbana) Madrid, FCE, 1986 y más recientemente Amalia
Signorelli Antropología urbana Barcelona,
Anthropos-UAM, 1999 (en el capítulo 5 se realiza un recorrido
teórico). Más centrado en los estudios desde la
ecología, la economía y la geografía
encontramos el texto de Mark Gottdiener. A produçâo
social do espaço urbano. Sâo Paulo, Edusp, 1997
(1985), otro texto que en varias secciones discute teorías
previas de la geografía es Ana Fani Alessandri Carlos A
(re)produçâo do espaço urbano. Sâo
Paulo, Edusp, 1994. Por último desde el urbanismo y en
Argentina hay una sintética revisión conceptual en
Alberto Cignoli. La cuestión urbana en el posfordismo. Mar
del Plata, Homo Sapiens, 1997.
iii
"La urbanización produce y reproduce las condiciones
generales (de la producción capitalista) que voy a enumerar.
En primer término, hay un conjunto de infraestructuras
físicas necesarias a la producción y a los
transportes. En segundo, una reserva de mano de obra donde la fuerza
de trabajo se reproduce con base en equipamientos colectivos de
consumo. En tercer término, un conjunto de empresas
capitalistas privadas, en el sector productivo o en el sector de la
circulación, cuya cooperación en el espacio aumenta la
productividad. Por último, y es esencialmente igual a los
tres elementos ya citados, esas condiciones generales están
constituidas por la articulación espacial de esos elementos,
por el valor de uso complejo que se desprende del sistema de todos
esos valores de uso simple." (Topalov, 1979:26) Habría
que tener hoy en cuenta las discusiones sobre la idea de la fuerza
de trabajo como reserva de mano de obra, recomiendo para ello, y
siempre en relación a la ciudad, el texto de Samuel Jaramillo
citado en la bibliografía de este escrito.
iv
Las cursivas son mías.
v
La redundancia es adrede con la intención de remarcar el
carácter de producto.
viii
Un muy interesante trabajo, en relación a esta dimensión
en la Argentina del proceso militar es el libro de Oszlak citado en
la bibliografía.
ix
El trabajo de estos autores parece tener como imagen principal de
segregación urbana a los sectores populares; hay que agregar
entonces las investigaciones que se han venido desarrollando en los
últimos años sobre la suburbanización de las
elites y los procesos de segregación que conlleva. Ver por
ejemplo Pires do Rio Caldeira, Teresa. "Enclaves fortificados:
a nova segregaçâo urbana" en: Revista Novos
Estudos CEBRAP nº 47, março 1997, pp.155-176.
x
"y además se trata de un proceso político que
produce una concepción de orden estrecha y excluyente, y al
hacerlo, decreta una vasta condición de subciudadanía
urbana. (...) Esa concepción de orden también es
importante para fundamentar una forma de control social por la
inspección de la vida privada de las personas".
(Kowarick, 2000:54)
xi
Estimo pertinente aclarar a qué se refiere cuando habla de
dilapidación de la fuerza de trabajo, Kowarick (s/f) escribe
"Si el transporte colectivo representa en la práctica
una prolongación de la jornada de trabajo, pues las tres o
cuatro horas empleadas diariamente representan de hecho el tiempo
necesario para llegar al empleo, la autoconstrucción de
viviendas conduce al aumento del día de trabajo (ya que el
trabajador) tiene que emplear un tiempo adicional tanto en su lugar
de empleo como en el lote donde realiza la construcción de la
casa propia. (Todo esto sumado) revela el alto grado de dilapidación
a que está sometido, traduciéndose en un intenso
proceso de desgaste que compromete muchas veces su reproducción
en cuanto asalariado en el mercado de trabajo. (...) La exacerbación
de los procesos de explotación del trabajo y de expoliación
urbana que se traducen en la prolongación del tiempo
necesario para reproducirse en una metrópoli industrial,
sumada entre otros factores a las pésimas condiciones de
salud y nutrición; minan la energía física y
mental de la fuerza de trabajo que contribuye a los engranajes
productivos. El intercambio de trabajadores se produce sin mayores
tensiones sociales ni problemas para la expansión del
capitalismo en el Brasil, ya que puede basarse en la existencia de
energía nueva para sustituir la mano de obra desgastada y en
un aparato político de dominación que mantenga las
condiciones políticas implícitas en este proceso de
dilapidación." (pp.51-53)
xii
Las cursivas son del texto original.
xiii
Hay que efectuar además diferenciaciones con el proceso que
viven las ciudades medias y pequeñas. Esta área es
menos desarrollada y merece atención en sí misma y en
su relación con los centros urbanos mayores y con la
formación de regiones metropolitanas.
xiv
Para la realización de este artículo se relevaron
varias publicaciones nacionales y la bibliografía y los
programas de la carrera de Trabajo Social de la UNLP con el fin de
encontrar trabajos que abordaran lo urbano desde el trabajo social.
Se encontraron muy pocos trabajos por lo que se puede decir que éste
es un área de vacancia en la disciplina, tanto a nivel de
producción en investigación y difusión como a
nivel de formación.
xv
Me refiero a la investigación "Los espacios urbanos de
jóvenes en La Plata" que estoy llevando a cabo desde
hace dos años primero como becaria de la CIC y ahora del
CONICET enmarcada en la carrera de doctorado.
xvi
He trabajado más profundamente esta problemática en
otro artículo ("La Plata busca su lugar en el mundo. Un
caso de ennoblecimiento y patrimonialización", 2000),
aquí presentaré sólo algunas de sus
conclusiones que facilitan ver la aplicación de conceptos
-trabajados en la primer parte de este escrito- como herramientas
para leer en las formas espaciales los procesos sociales
contemporáneos.
xvii
Vale aquí la aclaración de que no todo el Gran La
Plata es lo mismo. Hay zonas más pobres al sur, este y oeste
y zonas más ricas al norte, principalmente alineadas en el
corredor La Plata - Buenos Aires.
xviii
Distingo dentro de la producción en sentido amplio las
esferas de la producción en sentido estricto, la circulación
y el consumo.