Para
responder este interrogante digo que se ha retomado la cuestión
conceptual, en una realidad impuesta por el neoliberalismo y recesión
con la finalidad de traducir nuevas aspiraciones, nuevas voluntades y
deseos e instaurar nuevas prácticas. Modernos derechos
sociales y nuevas obligaciones, que no resultan inéditos ya
que se constituyen en tales, vinculados a derechos civiles y
políticos: a ciudadanías civiles y políticas.
Plasmadas en la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre en 1948 - luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial
argumentaron acerca de la transformación liberal y la
voluntad internacional: Todos los hombres son iguales ante la Ley,
(pero no ante la administración de justicia...) tienen
derecho a la vida, la libertad, la integridad de la persona...
En
la década de 1960 se alentó una segunda generación
de arrogaciones reconocidas en el Pacto de San José de
Costa Rica: Los derechos sociales: vivienda digna, atención
de la salud, goce de condiciones equitativas de trabajo, consulta
popular, protección contra el hambre y la familia es el
elemento natural y fundamental de la sociedad y debe ser protegida
por la sociedad y el Estado.....
En Argentina fueron reconocidos para 1986
- pasados más de 20 años de celebrado este Pacto -
para finalmente adquirir rango constitucional en 1994, momento en que
al incorporar estas declaraciones, se sumaron otras muy caras a
pueblo y al Trabajo Social como son la Convención contra la
Tortura, eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer, Prevención del Genocidio, Derechos Humanos y
Derechos de Niños y Adolescentes por citar algunas. Conviene
rescatar que estos reconocimientos y compromisos, son letra
constitucional. Son derechos reconocidos.
Las
ciudadanías
Seguimos
a E. Bustelo y T.H. Marshall para presentar dos
modelos predominantes de ciudadanías, vinculadas a los
derechos reconocidos que mencionamos más arriba: Ciudadanías
emancipadas (CE) y Ciudadanías Asistidas
(CA), a las que se puede estudiar en más de diez dimensiones.
A la Ciudadanía Emancipada se la titulariza
con objetivos de igualdad, las políticas
públicas orientan el proceso de acumulación, la
solidaridad social no es competitiva, la movilidad social es fuerte,
por lo tanto las posibilidades y oportunidades en educación,
salud y ante la ley es igualitaria. La sociedad es vista
como un nosotros, la inclusión social es
fundamental y realizada a través del trabajo
productivo, la participación es amplia: social,
política y económica, dando lugar a ciudadanías
emancipadas y democracias activas en que la política
económica es instrumental y no un fin, está sujeta a la
regulación democrática. Luego, habilita y
prioriza derechos sociales: vivienda digna, a la educación
para todos, a la salud integral para el pueblo, al trabajo con
salario digno.
A
las segundas - Ciudadanías Asistidas - se les reconocen
restricciones en su ejercicio: puesto que la desigualdad social es
concebida como natural, las políticas
gubernamentales son distributivamente neutras, la estratificación
social es fuerte¸ caracterizándose por solidaridades
dentro de cada estrato social, alta competitividad, individualismo
posesivo, para los pobres: asistencia. La movilidad social se
maneja en términos de competencia: los mejores triunfan,
los individuos ascienden por canales de movilidad
reconocidos, uno de ellos: La educación.
Con participación restringida, sólo
dirigida a resolver problemas específicos, los excluidos
son ciudadanos subsidiados bajo una concepción tutelar
y en calidad de población objeto de
intervención de políticas gubernamentales focalizadas.
Las políticas sociales son marginales y posteriores a
la económica, puesto que la economía es un fin
en sí mismo. A los ciudadanos asistidos se les reconocen
derechos civiles y políticos, los derechos sociales no
son demandables. El Estado es mínimo y es el
mercado quien determina lo social y lo político.
(Bustelo; 1998:246, 247)
Nuestra
Carta Magna al atribuir derechos arroga posibilidades. Colegimos que
propone para todas y todos ser de ciudadanos emancipados, que
tienen derecho al salario digno, a ser atendidos en su enfermedad,
a niños y adolescentes a los que se les preserve la identidad
social y cultural del origen, con derecho a instruirse, a educarse, a
vivir en condiciones dignas, en familia. (Elías;a.
2000:3). A condiciones de igualdad.
Estos
reconocimientos son atribuidos a todas y todos, pero en realidad no
son ejercidos por el conjunto del pueblo. Hablo de ciudadanas y
ciudadanos, hablo de familias titulares de derechos y también
de sujetos mujeres, hombres, viejos, niños
expuestos a la vulnerabilidad y labilidad sociales. La realidad, da
cuenta de ciudadanos asistidos. Ciudadanías asistidas,
asistencia social, asistentes sociales, asociaciones de ideas que
tienen identidad real. Nos preguntamos ¿Qué pasa con
este tipo de ciudadanía? Relacionadas con lazos sociales
débiles-inexistentes, stock bajo o nulo de capital social
humano- social-cultural, falta de acceso a servicios básicos
de educación y salud, no-cobertura, ingresos familiares bajos.
(Minujin;1998:186) . Rondan en déficits,
circunstancias de vida desigual.
Vislumbramos
ciudadanos emancipados cuando políticas sociales y económicas
son articuladas para resolver la pobreza -o sea - se proponen
reducir, disminuir, evitar la suspensión o conculcación
de derechos puesto que esta es la característica central de la
CE. Esta propuesta en nuestro país se expresaría
con un escenario nacional dispuesto a estrategias y políticas
por un mismo objetivo: superar la indigencia en la que viven 744.000
familias
(el 8% de las familias de todo el país). ¿Cómo?
Mediante el desarrollo de un proceso de expansión social y
económico que reduzca la recesión, la falta de empleo,
el salario precarizado, aumente la distribución del producto
bruto y redunde en un proceso de expansión de la ciudadanía,
en la cual partiendo de los derechos civiles, sean incorporados los
políticos y finalmente los sociales. De esto habla nuestra
Constitución.
Ciudadanías
emancipadas, ciudadanías asistidas.
Ciudadanos emancipados y ciudadanos asistidos, dos caras de una misma
moneda. En un caso, aquellos que pueden acceder a educación,
trabajo, vivienda, por otro los asistidos sujetos de políticas
públicas focalizadas, aquellos que no pueden, y carecen
de conductos, de capital social, oportunidades para conformarlo e
integran una sociedad atomizada donde se prioriza el mercado que es
quien habilita o no la inclusión.
Algunas
Cuestiones que atraviesan a la Familia
Mencionamos
al Estado que en Argentina parece haberse retirado de aquellas
obligaciones que procesos democráticos, Welfare y optimismo
desarrollista de los ´60 promovieron desde 1940 en adelante.
Por otra parte, una Argentina que para el 2000 muestra serias
desigualdades regionales, incertidumbre, desocupación y
subocupación, flexibilización y corrupción
evidencia en el área metropolitana
de Buenos Aires (AMBA) que la tasa de actividad y desocupación
femenina registró un crecimiento notable en los últimos
diez años, lo que implica -a nuestro entender - cambios
importante al interior de la familia. Veamos:
- Mientras
que en 1980, la tasa de actividad femenina era del 38.4% y la tasa
de desocupación del 3.4%, en 1993 pasó al 48.5% y
12.4% respectivamente, para en 1997 mostrarnos una tasa del 52.7% de
mujeres trabajando y una desocupación del 17.2 %.
- Para
el caso de hombres y para los mismos años, la tasa de
ocupación se mantuvo entre el 84.4%, 84.1% y 83.9% (1980,1993
y 1997 respectivamente) pero en el caso de la desocupación,
creció del 1.8% al 7.9 y luego al 12.4%.
Estos
indicadores a la par de mostrarnos la realidad ocupacional de los
últimos 20 años en el área metropolitana de
Buenos Aires nos dicen que:
- Por
un lado creció de modo importante el ingreso de mujeres
al mercado de trabajo (madres, cónyuges e hijas) pero
también salieron del mercado laboral de modo progresivo,
registrando un crecimiento en 10 puntos entre 1980 y 1993.
- Por
otro lado, y en el caso de los hombres, si bien se mantuvieron
dentro del mercado laboral en proporciones estables, fueron
expulsados en forma paulatina entrando en la categoría
de desempleados.
- Particularmente
a partir de 1993 estos fenómenos crecieron para ambos
sexos, acentuándose a partir de ese momento.
Creemos
junto con Wainerman que la inestabilidad en el empleo
masculino llevó a las mujeres a insertarse en el mercado de
trabajo de modo estable, pero esta decisión no fue acompañada
por mayor oferta de trabajo y estabilidad en el mismo, como lo
evidencia la tasa de desocupación que se arraigó y
luego aumentó a partir de 1995. Ello en razón de un
mercado laboral donde flexibilización y precariedad forman
parte de un horizonte económico y político que parece
inamovible, proclive a constituir ciudadanos asistidos que no
accederán a la calidad de ciudadanos emancipados, porque estas
políticas priorizan el proceso de acumulación y no a
la gente. (Bustello; 1999:241)
Analicemos
las variaciones en hogares nucleares completos según la
participación económica de ambos (AMBA 1980- 1997),
siguiendo a la autora citada:
- Entre
1980 y 1997 los hogares con único proveedor varón
(trabajando o buscando trabajo) decrecieron del 67.3% al 47.6 %,
siendo que para 1993 eran el 52 % de los hogares.
- Para
el mismo período los hogares con doble proveedor
crecieron casi al doble del 22.6% (1980) al 40.2% (1997), dándose
el mayor crecimiento entre los años 1980 y 1993 año
para el cual la tasa indica un ascenso al 37.1%.
- En
el caso de hogares con único proveedor de sexo femenino
(ella trabajando, él desocupado) en 1980 representaban el
0.3% de hogares en tanto que para principio de los ´90 la
cifra era del 1.9% de los hogares crecimiento que casi se duplicó
para 1997 (3.2%), alcanzando su máximo exponente en 1995
(3.5%)
Es
muy claro entonces que:
- El
descenso en casi veinte puntos de los hogares con único jefe
varón fue acompañado la salida a laborar de la
cónyuge del jefe.
- Similar
crecimiento presentaron los hogares con los dos miembros de la
pareja trabajando
- Los
hogares con únicas proveedoras mujeres crecieron diez
veces.
Podemos
concluir entonces que es evidente la inserción y permanencia
de las mujeres en el mercado de trabajo. La salida a trabajar de
las mujeres casadas y unidas, con cargas de familia, ha significado
un cambio radical del que aún la sociedad no ha tomado
conciencia. De una fuerza de trabajo formada predominantemente
por hijas trabajadoras (com fue hasta los 60)viramos a otra formada
por hijas y madres trabajadoras. (Wainerman; 1999:15).
Esta
inclusión que va de la mano de la obligatoriedad (o
cuasi) de doble jornada para éstas últimas (actividad
laboral externa+atención del hogar, hijos, etc.) en
condiciones que no son acompañadas muchas veces por mayor
distribución de tecnologías y mucho menos por arreglos
salariales y de empleo que promuevan igualdad de oportunidades y
reconocimientos ciudadanos, ecualicen derechos y condiciones de
género para ambos integrantes de la pareja y la familia y
entre mujeres de diferentes sectores sociales. La distribución
de tareas domésticas, enfrentamiento de responsabilidades y
roles, crianza y cuidado de los hijos, son relaciones que al interior
de la familia nuclear, familia extensa y comunidad no parecen haber
sufrido mayores variaciones, pese a las transformaciones habidas en
lo que hace a sostén económico del hogar.
Estos
cambios - aunque visibles- tampoco son sopesados debidamente en su
impacto a la hora de las ciudadanías. El caso de hogares donde
jóvenes de sexo masculino (de 20 años y más)
que pese a buscarlo -no ingresaron todavía al mercado laboral
con salarios en blanco y estables con beneficios
sociales o; jóvenes madres solas\en pareja que desde la
adolescencia se emplean en condiciones flexibilizadas; o familias
donde el trabajo infantil es sostén familiar, u hogares con
madres ocupadas en jornadas de 8 a 10 horas diarias y padres\cónyuges
responsables del cuidado de los hijos (llevarlos a la escuela,
cocinar para la familia, etc.); preadolescentes o casi niños
encargados del hogar y hermanos menores, durante la jornada laboral
materna son testimonio de transformaciones e impactos sociales,
culturales en las relaciones y vínculos intra y extra-
familiares.
Son
familias nucleares ampliadas, extensas, merecedoras de ser
reconocidas como ... el elemento natural y fundamental de la
sociedad, la más antigua protección y asistencia
posibles, especialmente para su constitución y mientras sea
responsable del cuidado y la educación de los hijos a su
cargo.
Reproducen relaciones sociales, estrategias para vivir y
sobrevivir.
Familia Relaciones
Sociales y la Sociedad Actual
La
familia es un ámbito, una construcción, un lugar de
vínculos y relaciones, donde posibilidades, valores,
correspondencias, juegos de fuerza e intereses van y vienen en su
interior con el contexto inmediato y la sociedad. Las Ciencias
Sociales estudian a la familia desde el siglo XIX, pero en los años
´60 y ´70, comenzó ser investigada en términos
de lo público lo privado puesto que no es ni más
ni menos que eso aquello que sucede en el núcleo básico
de la sociedad. Aquello que con lenguaje de época -
acaecía en la constelación familiar. Para el
Estado ha sido y es eje de los más grandes esfuerzos en varios
sentidos. Señalo como ejemplos el principio de siglo con el
control ejercido sobre la familia migrante e industriosa, los ´40
con el Justicialismo, los ´50 con el Desarrollismo y los 70 con
el Terrorismo.
a.
En 1910 la familia pobre, migrante o de la tierra, era el lugar donde
los chicos al decir de los positivistas aprenden a
delinquir, donde se originan todos los males sociales (Elías;
2000, b) . Por ello había que indagar en la
familia, obtener datos y controlar aquellas de
dudosa moral. A los niños sólo les cabía
luego de ser estudiados ser aislados, asilados y
expósitos para a posteriori - ser entregados a familias
de bien.
b.
No abundaré aquí en la relación familia
desarrollismo, puesto que la doy por conocida, sólo señalaré
que fue una época de retorno hacia ella: La familia como
célula básica de la sociedad. El lugar al que el
niño debía retornar, ser criado, formado, amamantado,
pero eso sí, en medio de un proceso de educación de los
marginales por parte de técnicos y profesionales
especializados.
c.
La dictadura que vivimos entre 1976 y 1983 instauró no sólo
un nuevo proceso político que impactó al Estado,
las instituciones, las formas de hacer política y la
ciudadanía. Además de leyes, decretos, Doctrina de la
Seguridad Nacional, represión pública e indiscriminada,
tal como dice Filc El discurso de la dictadura acerca de la
familia contribuyó a que se creara la ilusión de una
sociedad despolitizada, a la vez que se legitimaba la represión,
ayudando así a abrir el espacio privado a la intervención
estatal. La metáfora de la nación como una buena
familia cristiana
permitió la naturalización del orden social, generando
la apariencia de una sociedad formada por una serie de
células-familias cerradas, unidas por el parentesco, en la
cual las relaciones Estado-ciudadanía se definían en
tanto relaciones familiares naturales y no relaciones políticas
fundadas en negociaciones a través de instituciones
intermedias. (1997:199).
Porque
la familia reproduce relaciones sociales, estrategias de
sobrevivencia, conlleva tragedias, ausencias, divorcios, recuerdos
desapariciones. La sociedad y la historia reciente nos muestran
nuevas formas de familia: No sólo familia residual,
monoparental, la de doble proveedor, un proveedor, con jefa de
familia mujer. Además familias crecidas durante los años
de plomo, invisibles/subversivas, anormales
perduraron no sólo en la resistencia, sino que crecieron y se
multiplicaron en los organismos de derechos humanos con familiares de
desaparecidos, niños nacidos en cautiverio, niños
recuperados. Son nuevas familias, nuevas formas de relación
que exponen reacomodamientos en la ideología, el quehacer
cotidiano, nuevos roles y tareas. Seguimos aquí la tesis que
prolija y detalladamente Judith FILC construye al proponer que
surgieron como reacción y metamorfosis a:
La naturalización
de las relaciones políticas implicaba que había sólo
un tipo de conducta ciudadana normal, y que ése
era la obediencia al Estado-padre. Las funciones del padre, a su
vez, se definían según la doctrina católica.
Así lo explicaba Blas Barisani en su texto para escuela
secundaria, Formación Moral y Cívica II":
El Hombre es el jefe
de la familia y en él reside la autoridad del hogar, a
cuyo régimen deben someterse la esposa y los hijos... El
ejercicio de la autoridad es imprescindible en la misión
educadora de la familia. Cuando se registra una falta de autoridad
en la familia, la vida social entra en crisis. La familia rectamente
gobernada se convierte en una escuela ejemplar donde la educación,
también la educación social, ocupa un lugar primordial.
(Barisani, 1980:24).
Era
el deber de los hijos obedecer al padre, pues éste estaba
mejor calificado psicológica y físicamente
para asumir la primacia de la razón y de la dirección
(Barisani 1980:33). Asimismo, la autoridad
atributo natural- era el factor constituyente de los
vínculos familiares. Lo natural, entonces, en el
vínculo Estado ciudadanía, era la obediencia a
esa autoridad del Estado- padre. (Filc; 1997: 199)
¿Se
arrogaba la autoridad al padre a la par que por el proceso político
y económico dejaba de ser en muchas familias el único
proveedor? ¿Quén era ciudadana y ciudadano?
Digo
nuevamente: ¿qué pasa con la familia? La familia es
nuclear, es unipersonal, ampliada, ensamblada,
extensa, tiene miles de fidelidades e infidelidades. La familia ya no
es únicamente heterosexual, es también homosexual,
cuestión que no es fácilmente aceptada por las
instituciones al momento de la intervención social, el
subsidio, los beneficios sociales, al momento del programa social.
Los cambios y procesos señalados en lo político
institucional y económico acaecen y se estampan en el seno de
la familia la que reacciona, cambia, reordena escenarios, responde.
Decíamos
que 744.000 familias argentinas viven en la indigencia:
El 25% de las mujeres argentinas están al frente de una
familia y tienen niños menores de 6 años.
El 60% de estos hogares tiene hijos menores de seis años. Es
decir que 460.000 familias tienen hijos de esta edad
... Depositarias de ciudadanías asistidas. En
general, estas personas (adultas/os viejos/as, niños/as)
integrantes de una familia viven en lugares alejados de los centros
de poder, donde las carencias son demasiadas. Con bajo stock
humano-cultural, escolar y sanitario, escasa o nula formación
profesional, el centro de salud tiene escasas posibilidades de
atención, el personal especializado es limitado, el edificio
paupérrimo, la población usuaria mucha, a veces
excesiva para la capacidad instalada..., luego, ¿cómo
garantizar el derecho a la salud? O porque la escuela tiene tres
turnos, está saturada de niños y niñas, del
edificio mejor no hablar...¿cómo instruirlos? No hay
oferta de beneficios sociales a futuro, ni obra social, ni aportes
jubilatorios
Cuando
se hace una declaración se habla de la utopía, de un
ideal de proyecto, no puedo más que pensar en esos otros
que contabilizaba antes ¿Son ciudadanos asistidos,
asistibles?¿Cómo, con qué lograr sujetos
habilitados en conocimientos y códigos para ascender
socialmente, integrarse a una labor calificada adecuadamente
remunerada, protegidos por el estado, ser ampliamente solidarios es
decir integrar ciudadanos emancipados?
El
Trabajo Social
¿Estas
cuestiones interpelan al Trabajo Social? Sí, claro y me parece
que los trabajadores sociales, y aquellos que desde otra disciplina
acompañan el campo, como en el caso de Mario Robirosa aquí
presente, somos y nos semtimos interpelados. Podemos como lo
venimos haciendo pensar, opinar, decir y hacer aunque la
distancia entre unos y otros ciudadanos es grande, aunque a veces los
recursos nos opaquen el horizonte. Hablo del recurso que es el
Trabajo Social, del protagonismo ampliado que le es implícito,
aunque las políticas se nos presenten focalizadas, troqueladas
y nos muestren de modo permanente la brecha entre política
social y económica. Quiero decir estamos lejos de los
ciudadanos emancipados, pero también que la utopía está
presente en todo momento.
¿Qué
sucede con la disciplina en su ejercicio y la familia en este
contexto de tensión?
La
familia ha sido y es, para nosotros un escenario a la vez
trascendente e iniciático para la proyección de cada
uno como profesional. Para muchos es la historia en la que
intervenimos en ocasiones con poca o nula conciencia
del ejercicio del control social, la normatización, la
adaptación. Es cierto, el Trabajo Social y los Trabajadores
Sociales estamos muy penetrados por discursos positivos y paradigmas
atravesados por el discurso dominante (antaño la medicina y el
derecho y en el presente el neoliberalismo y sus consecuencias: la
focalización, la asistencia,la prédica del ajuste) pero
felizmente la disciplina y nosotros hemos podido nutrirnos y
encontrar un lugar, un espacio de reflexión y aportes mutuos
en las Ciencias Sociales, aunque también sé que Trabajo
Social no tiene un modelo único, no es uniforme, coexisten
propuestas y prácticas ligadas a diferentes formas de
pensamiento e ideologías.
Hemos
crecido, delineado modelos de intervención social, ensayado
reflexiones que superan el mero activismo, el hacer cuestionando la
identidad, abandonando debates bipolares y vacuos.
Estos cambio, este escenario, estos actores, estos paradigmas que
varían, coexisten, se permean permiten posicionarnos de un
modo distinto y por distinto tal vez -más cercano al
discurso de emancipación de ciudadanías, de minorías.
En fin, de emancipación como derecho para familias, para
sujetos que tejen sus estrategias en el andar de la historia y las
relaciones sociales y no como concesión de funcionarios.
Convengamos
en que el Trabajador Social es un especialista, un conocedor de la
familia que no ha sabido quizás, privilegiar suficientemente
ese lugar intelectual, ese lugar real de aprendizaje y conocimiento.
Quizás
ha sido escaso el conocer sistematizado, el registro de esas formas
de relación crecimiento y cambio que la familia tiene entre
sí, dentro de sí y para con la comunidad inmediata.
Para con la sociedad y el escenario de la política y los
políticos.
Considero
posible y necesario seguir trabajando con actores, sujetos de
derechos y ciudadanías. Recibamos el discurso, usémoslo
como herramienta pero con la condición de no ser nuevamente
transmisores de normatización definida en la globalización,
de orden social injusto, de disciplinamiento; busquemos formas de
anticiparnos en la cuestión social de la que
tanto sabemos a la hora de los diagnósticos y los proyectos.
Quiero
señalar y retomar la relación hecha con el lenguaje por
el ponente que me precedió. La retomo a riesgo de la
disgresión que implica, pero lo hago porque me permite
formular una exhortación: El lenguaje supone una intrusión
en el cuerpo del otro.
Es cierto, cuando nos introducimos en el otro, en cierto sentido nos
apropiamos del otro nos estamos apropiando también de
lo que siente ese otro y estamos escribiendo en él
ciertas cuestiones, ciertos objetivos, planteos y utopías que
creo son política y disciplinariamente (me refiero a la
disciplina del Trabajo Social) saludables.
A
Modo de Cierre
Consideremos
a la ciudadanía como derecho social, como patrimonio de
las familias, como estatuto demandable y como tal poder en vez
de considerarlo como mera ley escrita, como mero acto administrativo,
porque participación y ciudadanía significan
potencialidad para tomar la palabra, para ser político,
construir el espacio público. Cedamos la palabra en cuestiones
que le tocan al ciudadano, demos razones del hacer, de la autonomía
que es también solidaridad pese a la incongruencia de los
discursos de ciudadanía tensionados por condiciones de
desigualdad. Cuando en esta sociedad le surja esto de dicen...
me dicen... dicen que tenemos derechos... no dejemos estos
discursos, estas utopías, estas obligaciones del Estado de
lado. Tomémoslo, usémoslo, transfirámoslo,
compartámoslo con aquellos que son los sujetos de nuestra
intervención, porque esta intervención es intercambio,
es también crear un escenario de iguales ante la ley, la
constitución y la vida cotidiana.
Con
relación a las condiciones de empleo, subempleo y
desocupación, condicionantes de la indigencia, la pobreza y la
necesidad, apostamos a la consulta popular en pro del otorgamiento de
beneficios a esas familias tal como es propuesto por centrales y
agrupaciones de trabajadores.
Argumentemos
a favor de los derechos de los ciudadanos, con competencia dialógica,
con responsabilidad crítica, teniendo en cuenta que ... se
observa en América Latina, mucho más que en otras
regiones del mundo, un patrón de desigualdades
acumulativas: diferentes criterios de desigualdad de
clase, de género, racial, étnica, regional... (que)
- tienden a superponerse, engendrando estructuras sociales de gran
rigidez. (VILAS; 1999:121)
Visualicemos
la constante interacción familia-Estado en ambos sentidos, y
tengamos en cuenta que la legislación no contiene, que la
desigualdad es un producto social en cuanto diferentes sociedades
generan patrones distintos de desigualdad, tanto en magnitud como en
sus modalidades de expresión. (VILAS;1999:121)
El
ejercicio de reconocimiento de nuevos derechos conlleva
también al Trabajo Social a nuevas formas de encarar sus
acciones, puesto que cuando digo reconocimiento de derechos
obviamente me refiero a derechos sociales. Efectivamente el
Trabajo Social opera con nuevas herramientas, actúa en la
capacitación de actores, brinda y recibe conocimientos
recíprocos, pero también es muy necesario que en esa
transferencia de herramientas transfiramos como una herramienta más
- metodologías que tengan en cuenta escenarios sociales y
políticos y también sus formas de interpretación.
De no ser así creo que volveríamos en una nueva vuelta
más modernizada, más aggiornada al
Trabajo Social de cepa más conservadora. De no ser así,
hablamos de participación pero no generamos escenarios reales
de participación informada y donde transcurra tanto la
reflexión como el vivir de las ciudadanías y familias.
Para
abrir el debate señalo que la intervención del
Trabajador Social necesariamente contiene y es contenida por éticas
que no deberían sólo figurar en regulaciones
administrativas y librescas a las que se apela por cuestiones de
mercadeo y exclusión, entendiendo que éste es aún
un debate pendiente
del conjunto de los que hacemos diariamente esta profesión.
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