El Trabajo Social en su trayectoria de construcción
como profesión, dentro del Campo de las Ciencias Sociales, ha tenido un
perfil predominantemente acrítico respecto de su lugar en las relaciones de
reproducción del sistema capitalista, excepto en el proceso de
reconceptualización que fue muy importante como primer intento de ruptura
con el orden dado pero que no produjo modificaciones substanciales en las
prácticas del colectivo profesional en nuestro país. Este perfil predominante
también se ha inscripto en los modos de comprensión e intervención en el campo
problemático de la familia.
La visión endogenista de la profesión, como evolución y
profesionalización de las formas de ayuda, que no considera en profundidad el
contexto de emergencia del Trabajo Social como profesión, lo ubica en una
racionalidad técnico - instrumental que desconoce substancialmente la
complejidad que se estructura en la relación entre sujeto - necesidades -
satisfacción desde el contexto en el que emerge la demanda social y el lugar en
que inscribe sus prácticas el Trabajo Social en la relación Estado - Sociedad,
capital - trabajo y la dimensión que adquiere la intervención como "venir
entre", que significa introducirse en el mundo de la vida de los sujetos, en sus
condiciones materiales y simbólicas transformándolas desde un sentido de
adaptación e integración social subordinada por las leyes del mercado y el
disciplinamiento socio - cultural, como control social de los desajustes
disolviendo los conflictos en favor de la reproducción del sistema.
El Trabajo Social emerge al interior de los procesos de
configuración de la sociedad industrial capitalista, en una relación
predominantemente dependiente del Estado regulador de la vida de la sociedad
como mero ejecutor de las políticas sociales al servicio del orden vigente
configurándose el lugar de adaptador de los sujetos al modelo hegemónico
dominante, como dice Margarita Rozas "garantizar la integración del
individuo a la sociedad a través del llamado "caso social", estos individuos
estaban en la esfera de la marginalidad esperando su integración en el proceso
productivo. La integración social en esta etapa estaba ligada a los valores
religiosos que estaban estrechamente relacionados con los orígenes de la
asistencia organizada y cuando ésta pasa a ser profesionalizada dichos valores
persisten, cuando en el plano operativo aparece con fuerza el carácter
pragmático y empirista de la profesión. Su función principal es la integración
del individuo en tanto dicha integración aparece como conflicto", que luego
en el Estado de Bienestar se funcionalizan en la protección social dentro de
la relación capital - trabajo, instalando la matriz demanda - recurso que hasta
hoy recorre fuertemente la acción profesional "Cuando el Estado se
"amplia", en los términos de Gramsci, pasando a tratar la cuestión social, no
sobre la coerción sino buscando un consenso en la sociedad, es cuando son
creadas las bases históricas de nuestra demanda profesional".Los
trabajadores sociales, desde esta matriz técnico - instrumental hoy se
desesperan ante la ausencia del recurso material, ante la modificación del lugar
del Estado y las políticas sociales y especialmente ante la ampliación y
diversificación de las necesidades y de la demanda pero esta situación está hoy
fuertemente atravesada por la descalificación de la profesión en la acción
social del Estado.
Esta relación profesión - dependencia, en las relaciones Estado
- sociedad / capital - trabajo, ha condicionado el lugar, la mirada y la
intervención del Trabajo Social en su campo problemático y en el campo
problemático de la familia. Instalados en la relación demanda - recurso con
un Estado integracionista no se producía una alta tensión comodidad -
incomodidad en el ejercicio profesional facilitando las posturas pragmáticas
y empiristas. En un Estado desertor de la protección social la incomodidad va
produciendo resquebrajamiento de la naturalización del lugar sostenido en el
desarrollo del Estado de Bienestar. Esto es bueno en términos de que obliga
a replantearse el ejercicio profesional en sus preguntas básicas sobre el
qué, el para qué y el cómo de la profesión. Sin embargo también hay que
pensar que el Trabajo Social desde posturas conservadoras del "status quo"
también busca "agiornarse" instrumentalmente para permanecer en el trabajo y
lograr preservar y elevar el status social en las nuevas relaciones Estado y
Sociedad, en complicidad con lo dado, sin trabajar la tensión entre lo posible y
lo deseable en cuanto al desarrollo de profesión y en el marco de su lugar
político en la sociedad.
Hoy se está pensando desde el Trabajo Social como volver a lo
individual para entender la singularidad ante el drama de la
desestructuración y desinserción socio - productiva de los sujetos.
El problema está en como construir las mediaciones necesarias entre el mundo
subjetivo y el mundo social para no volver a caer en la consideración del
individuo aislado del contexto de producción de sus condiciones subjetivas,
materiales y simbólicas o en la descripción abstracta de esas condiciones,
cuando aún es la racionalidad instrumental dominante en las prácticas
profesionales de toda índole por la hegemonía histórica de este pensamiento. En
relación al campo de la familia ha habido y prevalece una
tendencia predominante hacia una mirada e intervención individual y no
familiar social, y de control según lo instituido. ¿Cómo instalar
permanentemente la tensión entre sujeto - familia - medio socio cultural -
contexto, para no reproducir cortes según individuos, problemáticas y / o
políticas sociales instituidas ?, como serían el menor y su familia, el
anciano y su familia, el alcohólico y su familia, etc. que puede llevar a
reproducir la idea de conflicto individual - familiar donde está presente la
representación de la familia como célula u organismo social responsable absoluto
por la condición de sus miembros en tanto ámbito privado de producción y
resolución de situaciones que se generan en el propio grupo como abstracción del
mundo social.
En una sociedad que, como expresara en puntos anteriores, se
producen fuertes procesos de desintegración material y simbólica ante el quiebre
del trabajo asalariado como articulador de la vida y posibilitador de una
integración social ascendente, donde pierde centralidad el sujeto y por lo tanto
también la familia, donde se configura permantemente y se refuerza una sociedad
de riesgo para la preservación de la vida, es importante considerar en un
tiempo y espacio diferente la tensión entre homogeneidad del modelo esperado
y deseado y la diversidad de configuraciones familiares que se expresan
materialmente y requieren nuevas formas de comprensión, se deben tener en cuenta
las relaciones de dependencia y autonomía en tanto familia como organización
objeto de las condiciones socio - económicas - políticas y culturales, y familia
como organización sujeto capaz de ir construyendo un proyecto mas allá de las
determinaciones sociales, es necesario comprender los procesos de integración
y desintegración, entre la singularidad de cada familia y la particularidad de
cada entramado cultural que se produce en el entrecruce de lo autóctono y lo
occidental, entre lo tradicional y lo moderno, entre lo urbano y lo rural, entre
la pobreza histórica y las nuevas pobrezas, teniendo en cuenta las variantes que
van surgiendo respecto de la familia nuclear y extensa, sin perder de vista que
la familia nuclear está instituida en términos de responsabilidades, roles y
funciones desde lo jurídico normativo y desde la moral religiosa conservadora,
disociando el mundo de lo público y el mundo de lo privado. Esto entra
muchas veces en discordancia con un presente de lucha por la subsistencia, un
futuro incierto y un pasado que genera miedo en términos de reproducción de lo
doloroso y que pone en tensión los procesos de integración y desintegración
social.
Hasta la década del 70 la integración estaba naturalizada en
tanto posible y en todo caso cuestionada en tanto subordinación Hoy, ¿que
supone integrarse críticamente cuando la lucha que está presente es la de
inclusión - exclusión ?
Es importante desde una postura crítica dar lugar a la
diversidad, en la tensión entre lo uno y lo múltiple, rompiendo con las
ideas homogeneizantes en cuanto al deber ser de la familia,
pero tampoco legitimando la revolución de los fragmentos que es una forma de
homogeneizar para romper toda forma de organización posible legitimando el
individualismo competitivo. En esta tensión entre lo uno y lo múltiple es
importante trabajar también lo común y lo diferente.
Para entender el campo familiar y el lugar del Trabajo
Social es importante considerar como se tensionan lo material - lo simbólico
y el imaginario en tanto la acción irreflexiva puede estar marcando un
consentimiento con lo dado, reproduciendo las desigualdades sociales mas allá de
los discursos, homogeneizando según las prescripciones instituidas socialmente
porque "el espíritu humano se inclina naturalmente a suponer en las cosas un
orden y una semejanza mayores de lo que en ellas se encuentran ; y en tanto
que la naturaleza está llena de excepciones y de diferencias, el espíritu ve por
doquier armonía, acuerdo y similitud". Esto no significa que no haya que
trabajar continuidades y discontinuidades, permanencias y rupturas.
En relación a la familia, en mi trabajo en el módulo de
epistemología, expresaba que mi sospecha es que desde la materialidad de la
existencia y desde el escenario social internalizado, al producirse la
proyección del mundo subjetivo en el mundo social, se pueden deslizar formas
estáticas de ver y entender la realidad, en una relación contradictoria mundo
externo - mundo interno, modelos familiares - situaciones familiares singulares
y particulares, entre lo material y lo simbólico, entre lo existente y el deseo,
entre el texto y el discurso porque "aunque en el orden del discurso parece
que se aceptan nuevos modelos, las instituciones continúan aferradas a la
concepción fijista que garantiza la permanencia de formas, imaginarizándolas
como eternas".... "El orden simbólico no admite el desorden". Esto puede
llevar a un profesional a intentar restablecer el orden familiar cuando en las
prácticas se observan formas nuevas, buscando soluciones que pongan fin a las
tensiones, pues la necesidad de orden es inherente a la condición humana y está
instalado en el pensamiento y desarrollo de la profesión operando desde sus
representaciones que "constituyen la proyección de fenómenos
externos en la conciencia como producto de las prácticas y formas ideológicas de
su movimiento. La representación es relación con un objeto y manifestación de
sí". En la racionalidad instrumental del hacer, el profesional
desde un pragmatismo y empirismo puede estar deslizando formas estáticas de
entender a la familia.
La reflexión, la problematización, permiten indagar y
comprender las representaciones familiares y las múltiples interpretaciones de
la vida familiar que tienen los sujetos de nuestra acción, como así también los
significados que construye el profesional desde sus propias representaciones,
que pueden deslizarse como formas estáticas en la interpretación de la vida
familiar. Develar el juego contradictorio entre representación -
interpretación puede ayudar al pasaje de la definición al concepto que
implica el trabajo de ese concepto, pasar del "en sí" al "para sí", donde
la tensión teoría práctica se pone en juego en la argumentación conceptual y por
lo tanto en la acción.
La intervención en el campo familiar es quizás uno de los mas
complejos en tanto es difícil escapar de las connotaciones que tiene la
representación desde los procesos de socialización primaria donde juega
fuertemente "el lugar" histórico ocupado en la configuración familiar y esto me
sugiere preguntas ¿Por qué los Trabajadores Sociales somos mayormente
mujeres ? ¿Qué tiene que ver el papel paternalista que ha jugado la
profesión en relación con los sujetos de su acción y el rol asignado a la
mujer en el mundo doméstico desde su maternidad ?
Como profesional y trabajadora del Campo de las Ciencias
Sociales considero que la intervención en el campo de la institución familiar
implica además de una posición teórico - epistemológica el poder pensarnos a
nosotros mismos como sujetos constituidos en el campo familiar y en el campo
profesional donde los atravezamientos del contexto como múltiples
sobredeterminaciones de lo real interjuegan con lo material y lo simbólico
respecto de la familia y la profesión. En un mundo de necesidades reales y
construidas en relación a la propia necesidad de dar sustento a una profesión
que trabaja con los sujetos sometidos a las mas graves situaciones de miseria
humana que no le interesan al capitalismo en su expresión actual, se puede
deslizar el paternalismo en la acción como proyección de nuestras prácticas
cotidianas familiares de protección de los mas débiles sin instalar la crítica
al lugar de subordinación en que se pone al otro desde el poder institucional e
instituido, socialmente otorgado, transformándolo en objeto de nuestra acción
sin poder trabajar con el otro el desarrollo de su condición humana de creación
y de sujeto responsable.
Pensar la condición humana implica poder reconstruir
lazos sociales que amplien la demanda política de los sujetos sociales, en el
sentido de hacer público lo que se ha privatizado en la familia haciéndola
depositaria de las desigualdades sociales, de los derechos sociales perdidos en
la privación del acceso al trabajo, de las necesidades sociales
precarizadas, "empobreciendo el horizonte social" (Kessler pág. 119)
de los sujetos y de la familia al fragilizarse los lazos sociales. "La
nostalgia de los ex trabajadores por los lazos profesionales, así como el
descontento por verse limitado a las relaciones familiares, evidencia que uno y
otro tipo de vínculos son complementarios, pero de ningún modo substituibles. La
vida familiar está cargada de afectividad propia a los lazos primarios, mientras
que las relaciones laborales se proyectan sobre otros ámbitos, enriqueciendo el
universo experiencial de los sujetos"
En el trabajo con familias además de pensar categorías que
nos permitan interpretar la vida familiar en las micro relaciones cotidianas
como son las de capital, campo, habitus, la familia como institución y
organización social, la familia como totalidad empírica y como objeto
construido, como mundo de microrelaciones subjetivas, como reproductora de las
relaciones sociales de desigualdad, como estructuradora de relaciones de poder,
como posición social grupal y subjetiva individual, como expresión de intereses
individuales, grupales y sociales, constituyéndose en la relación entre mundo
subjetivo y mundo social, es importante considerar como se trabaja lo
intrafamiliar en relación al medio social en el que inscribe sus prácticas
cotidianas para trascender esa idea de lo intra hacia las relaciones
sociales, construyendo un camino que permita abordar las desigualdades
sociales, la discriminación, la desintegración social integrando las diferentes
esferas de la vida cotidiana : familia, trabajo y tiempo libre en un
relación sujeto - familia - medio socio cultural, que permita hacer
una crítica de la vida cotidiana construyendo ciudadanía en tanto derechos
sociales perdidos, intentando producir una ruptura con el pensamiento mágico que
se vuelve a instalar como práctica buscando soluciones que vendrán desde el mas
allá : desde Dios, desde el azar, desde las cartas astrales, desde adivinos
y parapsicólogos, despegándose de la realidad de la pérdida de derechos sociales
y del ejercicio de la práctica política en defensa del trabajo como derecho a
la vida no solo para satisfacer necesidades materiales sino para recuperar
necesidades que han sido coartadas en términos de posibilidad de participación
en las decisiones como ejercicio de la libertad y que se han naturalizado como
inviables en el seno de la sociedad y de sus instituciones, entre ellas la
familia, como nuevas formas de orden social que aparecen disfrazadas de
democracia pero cargadas de altos niveles de autoritarismo en tanto no se da
lugar el ejercicio de los derechos civiles, sociales y políticos para participar
libremente en la construcción socio - política de la sociedad, homogeneizar
desde las diferencias naturalizándolas es dar lugar al pensamiento light que no
moleste a los intereses político - económicos del capital.
Trabajar la familia aisladamente supone volver a la
individualización de los problemas sociales, esto no significa no tomar la
singularidad pero siempre tensionándola con el mundo en el que inscribe sus
prácticas no solamente desde el análisis sino desde la acción.
El oficio del Trabajador Social se construye en la tensión
entre investigación de la realidad e intervención en la misma, no como suma
de conocimientos y de intervenciones aisladas sino en la complejidad del mundo
social que significa enfrentarse con la trama de relaciones intrafamiliares -
extrafamiliares en un contexto social, tensionando lo individual y lo colectivo,
lo uno y lo múltiple, lo material y lo simbólico, lo justo e injusto en la
consideración de los derechos sociales evitando la reproducción cotidiana de las
relaciones de desigualdad e injusticia del capitalismo donde el campo
problemático nos implica a nosotros en el drama cotidiano de la cuestión social
como trabajadores y profesionales.
Para cerrar provisoriamente considero que la familia implica un
ámbito donde se juegan en la constitución de la subjetividad múltiples
componentes inconscientes que requieren de la intervención de disciplinas como
la psicología. La complejidad del campo impide al Trabajo Social abordar
la familia aisladamente requiere de un trabajo interdisciplinario donde
cada uno aporte a la interpretación del campo y actúa en función de ciertos
grados de especificidad. Nuestra acción tiene sentido en la reconstrucción y
en la construcción de vínculos en el mundo de la vida cotidiana donde la tensión
sujeto - necesidades supone la búsqueda por recuperar la condición humana en la
construcción de la sociedad. Esto implica tensionar el lugar de la profesión
entre autonomía y dependencia. Para poder construir estrategias que vayan
consolidando la autonomía profesional es necesario posicionarse y argumentar las
posiciones en tanto la pérdida de derechos sociales también ha implicado la
pérdida de derechos profesionales dejando que el espectro político se transforme
en una "casta" de dirigentes que se desentienden en los derechos de la
ciudadanía, y donde el Trabajo social solo es reconocido si se transforma en un
mejor quehacer técnico al servicio funcional del sistema en tanto nos ha costado
sostener una posición de poder desde una postura crítica tensionando lo posible
y lo deseable.