¿Qué herramientas tiene el trabajo social para
comprender la densidad de lo cultural en lo cotidiano? ¿Desde qué
concepciones sobre la compleja relación entre cultura y política
hace su registro, análisis e intervención?
Si los medios en la construcción del acontecimiento
deshistorizan, si fragmentan porque no entra en la imagen, la nación, ni
siquiera la ciudad. Si la política en sentido restringido se vuelve cada
vez más mediática. El trabajo social ¿debe historizar? o
¿debe interpretar las formas históricas presentes en los relatos
de los sujetos con los que trabaja?, que es una manera de historizar pero no
"siendo la voz de los que no tienen voz" sino siempre desde una mirada
que contemple las matrices culturales
Si la dinámica de creación tecnológica no
tiene nada que ver con las demandas sociales. Si se han
"desenganchado", "desconectado", como lo han hecho las
burguesías industriales del resto de la población. Por lo que
Política Social con dimensión nacional y ligada a una estrategia,
diseñada conjuntamente con la Política económica, no
existe. Si el mercado se fagocita las demandas sociales. Hay que pensar las
nuevas maneras de tematizar los asuntos públicos desde una mirada que
intente captar la densa relación entre cultura y política. Miradas
que no simplifiquen separando lo político de lo Político, o que
desde teorías de la manipulación otorgan un lugar pasivo al sujeto
ya sea frente a los medios masivos (como mero receptor) ya sea frente a las
estructuras políticas (como mero cliente). Miradas que se enriquezcan de
las miradas de personajes como Rodolfo Walsh:
En la "Lección inaugural de Friburgo : el Estado
Nacional y la Política económica alemana", Weber plantea un
principio básico:
1) "Una economía se proyecta sobre una cultura
y ambos sobre la calidad del individuo que produce una sociedad"
Weber se plantea ¿Cuál es el sentido de la
economía política?:
"El pensamiento que nos conmueve, orientándonos
más allá de una generación, no nos lleva a preguntarnos
como vivirán los hombres del futuro, sino como serán; pensamiento
que está en todo trabajo de política económica".
Weber privilegia el ámbito de lo político sobre
lo económico, pues toda reflexión epistemológica sobre la
economía política que realiza Weber está orientada a
definir el problema de la calidad de los individuos que una cultura
económica produce, considerado por él como el problema central
de la economía política.
2) Luego Weber pasa a analizar el problema del liderazgo
político que una economía nacional requiere si quiere competir
exitosamente en el mundo. Y al hacerlo surge inmediatamente el anacronismo que
aqueja a la sociedad alemana:
"Ha sido siempre la consecución del poder
económico lo que ha hecho surgir en una clase la idea de su candidatura a
la dirección política. Es peligroso, y a largo plazo inconciliable
con el interés de la nación, el hecho de que una clase
económicamente en decadencia detente el poder político. Pero
todavía más peligroso es el hecho de que las clases hacia las
cuales se desplaza el poder económico y con ello la perspectiva del poder
político, no estén aún políticamente maduras para la
conducción del estado. En nuestros días Alemania está
amenazada por ambas cosas". (Escritos Políticos 1924 pag, 23,
edición a cargo de J Aricó, Folios, 1982)
Weber define el grado de impotencia de la burguesía
alemana y sus conclusiones son categóricas en referencia a la carencia de
liderazgo político y marca una estrecha relación entre
economía y la formación política de la nación:
"Pero no han sido ni los motivos económicos, ni la
tan proclamada política de intereses que otras naciones conocen tanto
como nosotros, las que han provocado la inmadurez política de amplios
estratos de la burguesía alemana. La causa reside en su pasado carente de
experiencia política, en el hecho de que el trabajo de educación
política de un siglo no podía ser realizado por un sólo
decenio, y en que el dominio de un gran hombre no es siempre el medio más
idóneo para la educación política. Y ahora el problema
más serio para el porvenir político de la burguesía alemana
estriba en si no será ya demasiado tarde para cubrir ese vacío de
educación recuperando los años perdidos. Ningún elemento
económico puede sustituirlo".(ídem pag. 26)
Para Weber el cambio político es, en gran medida,
responsabilidad de la política, en especial de la dirigencia
política.
Un año antes de su muerte da la conferencia, casi un
testamento político, la política como vocación
Weber comienza preguntándose ¿Qué
entendemos por política?
"...Por política entendemos solamente la
dirección o influencia sobre la dirección de una asociación
política, es decir, en nuestro tiempo, de un Estado" (M Weber
"Escritos Políticos" op. citada Vol. ll)
"...Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un
determinado territorio, reclama para sí el monopolio físico de la
violencia física legítima" (Escritos Políticos
p.309)
En primer término, habla de comunidad y no de
sociedad, pues entiende que los vínculos contractuales no pueden , por
sí solos, mantener unidos a los individuos.
Como lo ha hecho ya desde la lección inaugural de
Friburgo, Weber entiende que no puede existir el Estado nacional si sus miembros
no se identifican, si no están vinculados por un sentido de
pertenencia a ese orden político. Y esa identificación con la
nación la aportan los valores culturales comunes, que son los que dan su
sentido a la interacción social. El concepto de comunidad nacional
que desarrolla Weber, dice David Beetham, es cultural y no racial.(D. Beetham, M
Weber y la Teoría Política Moderna, (1974) Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, p.202)
En segundo lugar, Weber destaca la necesidad de un territorio,
es decir de un ámbito geográfico propio, en el que el Estado
ejerza su soberanía, en el que ningún otro poder pueda disputarle
el monopolio de la violencia física, dado que la misma es prerrogativa
exclusiva del Estado, el que lo ejercita mediante sus fuerzas armadas y de
seguridad, las que constituyen sus medios instrumentales para hacer
cumplir la ley. Pero el poder estatal sin legitimidad es mera fuerza bruta;
necesita ser legitimado para transformarse en autoridad, para ser aceptado
voluntariamente por los gobernados, debe ser percibido como necesario y
justo.
El tipo de dominación legítima, más
común en la modernidad occidental, ha pasado ha ser la legalidad
basada en la convicción, compartida con la ciudadanía, de la
validez de las normas legales para encauzar la vida social.
El liderazgo político requiere capacidad para convencer.
El político debe convencer a sus electores de que les resulta conveniente
votarlo y para poder hacerlo debe contar con un carisma adecuado con sus
expectativas políticas (Weber se refiere al líder
carismático como demagogo pero entendiendo por esto "el que conduce
al pueblo" no en la acepción peyorativa actual)
Weber deslinda, con gran claridad conceptual, cuáles son
las funciones del liderazgo político y cuáles las de la burocracia
estatal.
Pero el problema de la burocratización de la
política no se produce sólo en el ámbito del Estado, sino
también en el interior de los partidos de masas. La complejidad que
caracteriza a una organización que debe orientar permanentemente a sus
millones de electores , la lleva a organizarse burocráticamente,
dando un notable peso a la toma de decisiones a sus cuadros permanentes.
Weber destaca el fenómeno de la
oligarquización de los partidos políticos de masas, lo que
constituye una seria perturbación para la democracia, puesto que son
ellos quienes deben preservar el sentido de las instituciones de la democracia
representativa.
"Es evidente que la militancia del partido, sobre todo los
funcionarios y empresarios del mismo, esperan del triunfo de su jefe una
retribución personal en cargos o en privilegios de otro género. Y
lo decisivo es que lo esperan de él y no de los parlamentarios o no
sólo de ellos. Lo que esperan es, sobre todo, que el efecto
demagógico de la personalidad del jefe gane votos y mandatos para el
partido en la contienda electoral, dándole así poder y aumentando,
en consecuencia hasta el máximo las posibilidades de sus partidarios de
conseguir la ansiada retribución. .. pues sus intereses tanto
materiales como espirituales, están vinculados a la tan ansiada toma del
poder por el partido.."(Escritos Políticos).
El Estado democrático es soberano porque sólo
él detenta el monopolio de la violencia física en su territorio;
pero esto es únicamente posible cuando esta coacción
está asociada al consenso, es decir a que la sociedad perciba como
legítima la autoridad estatal, este consenso que según Weber tiene
que ver con el sentido de pertenencia de una nación.
En la historia de los países latinoamericanos tan
claramente aparece la idea de nacionalidad coincidente con el ascenso en la
escena mundial de los Estados Nacionales, como dadora de sentido de pertenencia
a la Nación sobre todo a través de lo que Joaquín Brunner
llamara uno de los "núcleos organizacionales de la modernidad: la
escuela.
Los partidos son los principales actores políticos de la
democracia representativa. Voceros del conflicto, porque los partidos agregan y
reivindican la demanda de sectores sociales contrapuestos, pero al hacerlo
sitúan el conflicto dentro del marco institucional.
La política es el resultado de "una
constelación de intereses materiales e intereses ideales". Un
partido democrático no puede tener éxito si no cuenta con el
respaldo de actores sociales relevantes -y por lo mismo no puede sustraerse a la
defensa de sus intereses particulares -; pero a la vez le resulta indispensable
una definición ideológica, una visión del mundo, que haga
aceptable su discurso al conjunto de la sociedad. Aún aquellos que no lo
votan, para evitar de esta manera que la unilateralidad de sus reivindicaciones
lo deje aislado socialmente, o que al llegar al gobierno identificado
sólo con intereses sectoriales sea bloqueado políticamente por los
otros partidos.
La última gran contraposición que plantea Weber
en el transcurso de esta conferencia (la política como vocación)
es la existente en la política democrática entre la defensa de
los ideales que reivindica una causa y la necesaria
responsabilidad que debe acompañarlo. Analiza así el liderazgo
político democrático:
" Ante todo, la carrera política proporciona un
sentimiento de poder. La conciencia de tener una influencia sobre los hombres,
de participar en el poder que se ejerce sobre ellos y, sobre todo, el
sentimiento de manejar los hilos de acontecimientos históricos
importantes, elevan al político profesional, incluso al que ocupa
posiciones formalmente modestas, por encima de lo cotidiano. La
cuestión que entonces se le plantea es la de cuáles son las
cualidades que le permitirán estar a la altura de ese poder (por limitado
que sea en su caso concreto) y de la responsabilidad que le impone. Con esto
entramos en el terreno de la ética; pues es a ésta a la que
corresponde determinar qué clase de hombre hay que ser para tener derecho
a poner la mano en la rueda de la historia.
Puede decirse que son tres las cualidades importantes
para el político:
Pasión , en el sentido de positividad, de entrega
apasionada a una "causa", al dios o al demonio que la gobierna. No
todo queda arreglado, en efecto, con la pura pasión, por muy sinceramente
que se la sienta. La pasión no convierte a un hombre en
político si no está al servicio de una "causa la estrella que
orienta la acción. Por eso se necesita (y esta es la cualidad
decisiva para el político) mesura, capacidad para dejar que la
realidad actúe sobre uno sin perder el recogimiento y la tranquilidad, es
decir para guardar la distancia con los hombres y las cosas. El "no saber
guardar distancia" es uno de los pecados mortales de todo político y
una de las cualidades cuyo olvido condenará a la impotencia
política a nuestra actual generación de intelectuales. El problema
es, precisamente, el de cómo puede conseguirse que vayan juntas en las
mismas almas la pasión ardiente y la mesurada frialdad.
La política se hace con la cabeza y no con otras partes
del cuerpo o del alma. Y, sin embargo, la entrega a una causa sólo puede
hacer y alimentarse de la pasión, si ha de ser una actitud
auténticamente humana y no un frívolo juego intelectual.
Sólo el hábito de la distancia (en todos los sentidos de la
palabra) hace posible el enérgico dominio del alma que caracteriza al
político apasionado y lo distingue del simple diletante político
"estérilmente agitado". La fuerza de una
"personalidad" política reside, en primer lugar, en la
posesión de esas cualidades.
Por esto el político tiene que vencer cada día y
cada hora a enemigo muy trivial y demasiado humano, la muy común vanidad,
enemiga mortal de toda entrega a una causa y de toda mesura, en este caso la
mesura frente a sí mismo." (Escritos Políticos pag 349-350)
Weber concluye su exposición destacando el peligro que
tiene para la democracia el que, a veces, la convicción ideológica
que acompaña a una causa política no se equilibre con la necesaria
responsabilidad institucional.
"Tenemos que ver con claridad que toda acción
éticamente orientada puede ajustarse a dos máximas
fundamentalmente distintas entre sí e irremediablemente opuestas: puede
orientarse conforme a la "ética de la convicción" o
conforma a la "ética de la responsabilidad". No es que la
ética de la convicción sea idéntica a la falta de
responsabilidad o la ética de la responsabilidad a la falta de
convicción. No se trata en absoluto de esto." (Escritos, p355)
"La ética absoluta... ni siquiera se pregunta por
las consecuencias. Por eso le contrapone la ética de la
responsabilidad... hay una diferencia abismal entre obrar según la
máxima de una ética de la convicción... o según una
máxima de la ética de la responsabilidad, como la que insta a
tener en cuenta las consecuencias previsibles de la propia acción."
(Escritos p 355)
Weber aclara luego la causa de su razonamiento:
"Cuando las consecuencias de una acción realizada
conforme a una ética de la convicción son malas quien la
ejecutó no se siente responsable de ellas, sino que responsabiliza al
mundo, a la estupidez de los hombres o a la voluntad de Dios que los hizo
así. Quien actúa conforme a una ética de la
responsabilidad, por el contrario, toma en cuenta todos los defectos del hombre
medio. Como dice Fitche no tiene ningún derecho a suponer que el hombre
es bueno, perfecto y no se siente en situación de poder descargar sobre
otros aquellas consecuencias de su acción que él pudo
prever". (Escritos. p. 356)
Por lo tanto mi interés en Weber no está en la
validez de sus conclusiones que corresponden claramente a un contexto, y que
deben ser examinados en la idea de "límite de lo pensable de una
época" sino en su campo de preocupación que abarca la
densidad de las relaciones entre cultura y política. Se eslabonan
preocupaciones en forma de cadena, desde su definición de lo que debe
preocupar a la economía política (es decir la calidad de los
hombres que produce), la primacía de lo político sobre lo
económico, la atribución del cambio político como una
responsabilidad en especial de la dirigencia, la definición de lo que es
la política como "la dirección o influencia en la
dirección de una asociación política" para nosotros el
Estado Nacional el cual para Weber no existe si no hay sentido de pertenencia y
que este sentido estará dado por los valores culturales comunes
(concepción cultural y no racial), estos valores culturales siguiendo a
Landi conformarán el campo de lo político (que es cambiante, que
es campo de lucha). Una de las manifestaciones de como lo cultural conforma el
campo político son las agendas temáticas, que pueden llegar o no a
conformar agendas públicas, por lo que la imputación de sentidos
es una de las maneras de interpretar cuáles son las percepciones de las
temáticas de interés.