Coexistencia de prácticas en salud.
Relatos de viaje V
Por:
Leandro Luciani Conde * (Datos sobre el autor)
Resumen
En base al contacto con distintas problemáticas de salud
y con algunos de los recursos utilizados para abordarlas, el trabajo sostiene
que existen en el lugar diferentes prácticas relativas al proceso de
salud/enfermedad/atención que coexisten, las cuales están sujetas
a regulaciones, y atravesadas por metaforizaciones que se inscriben en
representaciones sociales.
A partir de esta idea se analizan algunos de los puntos
relevantes a tener en cuenta dada la complejidad de las prácticas en
salud tal como se despliegan en el contexto en el cual se insertan.
Introducción
En el presente trabajo se describen algunas de las actividades
llevadas a cabo en un Centro de Salud, durante una rotación realizada por
el Programa de Atención Primaria de la Salud del Hospital SAMIC-Eldorado,
Provincia. de Misiones, Argentina
Se relatan distintas situaciones de salud situando a los
actores involucrados en ellas, para plantear la problemática a analizar:
el encuentro y entrecruzamiento de distintas prácticas relativas al
proceso de salud/enfermedad/atención que coexisten; las que se desprenden
del modelo oficial, aquellas relativas a cuidados y medicinas alternativas, y
otras marcadas por el fuerte compromiso con explicaciones de contenido
religioso.
Encuentro y entrecruzamiento de prácticas portadoras de
distintos discursos, articulados o no, que se aborda a partir de la
reflexión sobre el contexto en el cual se desarrollan.
El análisis se centra en la dimensión
simbólica de las problemáticas tratadas, entendiendo al campo en
el cual se producen las acciones como un campo de sentido.
El lugar y sus prácticas
El Puesto General Belgrano se encuentra en el Municipio de
Eldorado, es uno de los veinticuatro Centros Periféricos con los que
cuenta el Programa de APS, pertenecientes al área programática del
Hospital SAMIC; su área de influencia incluye ocho barrios. Cuenta con
enfermería, médico de adultos, pediatría,
odontología, cuatro agentes sanitarios y un supervisor intermedio.
La situación que se plantea para trabajar no es un hecho
particular que pueda ser recortado para el análisis, no está en
ninguna de las acciones puntuales que se describen sino que se arma con todas;
se reconstruye a partir de lo dicho en las distintas conversaciones, de lo visto
y oído en los diferentes sitios.
Lo relatado intenta poner de manifiesto cómo las
distintas acciones llevadas a cabo, dan cuenta de la coexistencia de
prácticas diferentes de salud, tal coexistencia es la que se propone como
situación a problematizar.
Se entiende a las tareas de atención primaria como las
propias del modelo oficial; aquellas actividades aprendidas y desarrolladas a
partir de la capacitación otorgada por el Programa de APS del Hospital
SAMIC.
Las prácticas relacionadas al uso de remedios caseros
hechos con plantas medicinales, cuya preparación supone conocimientos
específicos propios de la tradición cultural; se definen como
aquellas relativas a cuidados y medicinas alternativas.
Por último, las prácticas utilizadas en los
problemas de salud que implican formas de ritualización relacionadas a
creencias religiosas, se abordan poniendo en cuestión la categoría
de mágicas con que usualmente se las denomina.
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Lo que sigue se desprende de los diálogos mantenidos con
Miguel, agente sanitario con quien se realizaron las recorridas; las cuales se
llevaron a cabo por el Barrio Belgrano, y dentro de éste por el sector
denominado "Zona Crítica", debido a las condiciones de extrema
necesidad en las que se encuentra.
Miguel egresó del curso de capacitación de
agentes sanitarios dictado por el Programa de APS del Hospital SAMIC en la
primera promoción, en el año 1983. Vive en el barrio en el cual
realiza sus rondas, la "Zona crítica" del Barrio Belgrano. Para
él todo lo relacionado a la estrategia de atención primaria es de
fundamental importancia: pesar, vacunar, enseñar sobre cuidados
sanitarios, etc. Pero junto a estas tareas realiza un conjunto de
prácticas a las cuales le asigna idéntico valor en lo que
atañe a las problemáticas de salud.
Se trata de "curaciones" que lleva a cabo "con
los más necesitados", "con aquellos que cada día
están peor". La frecuencia con que realiza estas curaciones es igual
o mayor a la de las tareas que, para la estrategia de atención primaria,
entrarían como las específicas del agente sanitario. En la medida
en que es un referente conocido e importante del barrio, la gente ya no espera a
que pase en su ronda sino que va a su casa a toda hora.
Tales curaciones las denomina "vencimientos";
consisten en "poner la mano en la frente de aquél que está
mal y rezarle", en general reza un padre nuestro. Los vencimientos se usan
sobre todo para "los males del espíritu", para "cuando uno
hizo algo malo sirve para desahogarse".
Además de esto Miguel es un gran conocedor de los yuyos
del monte, lo cual no sólo le permite recomendar en sus rondas distintas
plantas medicinales y enseñar cómo prepararlas; sino
también él mismo preparar en su casa algunos remedios y
aplicarlos. Especialmente hace uso de una pomada casera que tiene distintas
utilidades, hecha con llantén. Por estas prácticas, tanto las
curaciones como el uso de remedios caseros, no recibe retribución alguna,
lo hace "para ayudar al prójimo" como parte de su trabajo
sanitario.
Estas prácticas, que para Miguel pertenecen
indudablemente al campo de la salud, no son vistas por él como
curanderismo, "puesto que no implican ningún misterio, es
sólo que el que tiene fe sana". Un curandero sólo es
"aquél que realiza prácticas misteriosas, que no se muestran
o que no se explican", pero este no es su caso puesto que él reza un
padre nuestro, "algo que todo el mundo conoce".
Existe por otra parte, una diferencia tajante entre curanderos
buenos y malos. Los malos son los que no lo hacen para ayudar, los buenos en
cambio lo hacen para "ayudar a los que están mal, a los más
necesitados".
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Puesto que las prácticas que se analizan no pueden ser
abordadas sin tener en cuenta donde se inscriben, tomamos la definición
de lugar antropológico propuesta por M. Augé (Augé, 1993),
para conceptualizar el sentido que queremos asignarle al contexto,
"...un lugar puede definirse como un lugar de identidad, relacional e
histórico.....tal como se lo define aquí es el lugar del sentido
inscripto y simbolizado, el lugar antropológico...."
Así, en tanto puesta en acto del sentido propio del
lugar antropológico, entendemos que las acciones de salud relatadas
suponen un espacio de identidad y relación, que otorgan lugar a la
historia. Siguiendo el desarrollo propuesto por el autor citado (id.,pág.
87), tales acciones pueden ser tomadas como algunos de los recorridos posibles
realizados en un lugar, con los discursos allí sostenidos y con el
lenguaje que lo caracteriza.
Cuando se propone analizar el encuentro de prácticas que
coexisten a partir de la reflexión sobre el contexto, entonces, pensamos
en incluir algo del orden del sentido que supone la noción de lugar
antropológico.
Retomando la experiencia, con Miguel asistimos al relato de lo
que pasa en un lugar. Que sea un referente dentro del barrio, alguien que es
esperado y al que puede acudirse, supone identidad individual y relación;
lazos sociales que se insertan en una historia. Que puedan ser recomendados
remedios hechos con yuyos del monte, y que se pueda explicar cómo se
preparan, supone referencias propias de ese paisaje: sólo alguien del
lugar sabría donde encontrarlo y cómo diferenciarlo entre otros;
alguien por otra parte que entienda las palabras en guaraní en que le
será dicho el nombre. Que puedan realizarse "vencimientos"
supone normas no formuladas sobre la vida en ese sitio, como así
también acuerdos tácitos sobre creencias: se podrán aceptar
o no estos tipos de curaciones pero se sabrá quien lo hace y para
qué; y de ser aceptadas se compartirán creencias acerca ellas.
Ahora bien, plantear que las distintas prácticas en
cuestión coexisten en un lugar, no basta si se quiere analizar su
despliegue. Creemos necesario, entonces, tomarlas en tanto sujetas a
regulaciones colectivas y a metaforizaciones vigentes en torno a la
salud/enfermedad.
Para esto se describirán algunas situaciones llevadas a
cabo en Cerro Corá, intentando analizarlas desde esta última
perspectiva.
Modos de regulación en las
prácticas
Las siguientes situaciones fueron reconstruídas a partir
de diálogos mantenidos durante una recorrida sanitaria, con la madre de
una de las familias visitadas y con los profesionales que asistieron: la Jefa
del Servicio de Salud Mental del Hospital SAMIC, el supervisor de agentes
sanitarios a cargo de esa zona y la agente sanitaria que en ese momento
hacía las recorridas.
El Cerro Corá está ubicado a 30 km del Puesto de
Salud General Belgrano del cual depende en responsabilidad. Se llega por camino
de tierra, el cual queda inutilizado los días de lluvia. Las viviendas se
encuentran desperdigadas por el monte a distancias considerables entre si;
están construidas por maderas sobrantes que se regalan en aserraderos de
la zona.
Existía en las inmediaciones una ladrillera, que en la
medida en que nucleaba las posibilidades de empleo del lugar, llevó a
muchos grupos familiares a establecerse allí. Al cerrar, muchas familias
se desintegraron debido a la búsqueda de trabajo que iniciaron algunos de
sus miembros en otra parte.
La frecuencia con que se realizan las rondas sanitarias
varía enormemente, dependiendo de las condiciones del camino y de la
existencia de recursos para llevarlas a cabo. Por ejemplo, es frecuente que no
haya medios de transporte en condiciones de uso, ya sea por desperfectos
mecánicos o por falta de combustible; por otra parte, cada vez hay mayor
escasez de medicamentos en el Puesto de Salud, por lo tanto los agentes no
tienen los elementos para realizar sus rondas.
Tanto el difícil acceso como la reducida
comunicación que existe, colocan al Cerro Corá en condiciones de
aislamiento tales, que operan como barreras de accesibilidad respecto del Centro
de Salud.
El grupo familiar visitado está constituido por la
pareja parental y siete hijos. La vivienda consta de un ambiente en el cual
duermen, otro más reducido a unos metros del ambiente principal, en el
cual se cocina a leña, y una letrina un poco más alejada. No hay
electricidad, el agua es obtenida de una vertiente cercana.
El terreno en el que viven le fue dado al esposo como forma de
indemnización al ser despedido de su trabajo, este modo de pago se
debió según la mujer, Rosita, "a que el patrón
prefirió pagarle de esta manera, porque sino (ellos) iban a despilfarrar
la plata".
La iglesia evangélica ocupa un papel muy importante en
su vida, a partir de la relación que mantiene con una religiosa que va a
"evangelizar seguido por ahí". La agente sanitaria
explicará luego que "...le dicen monja aunque no lo es...".
Es "...una religiosa que no está en contra de que
los hijos de Rosita reciban vacunas o remedios"; al contrario del marido,
que "...si lo está, porque piensa que los remedios hacen mal y
prefiere que sus hijos tomen remedios de yuyos".
Rosita conoce bastante de medicinas de este tipo, cuenta que
"su madre se curó con yuyos de un cáncer de útero muy
avanzado". Ella los usa por ejemplo "para los problemas menstruales de
la hija, que tiene grandes hemorragias, las cuales cura" con aplicaciones
de distintos yuyos que conoce.
Debido a la distancia que los separa del centro de salud,
concurren a él una vez por mes o cada dos meses, con lo cual la
única posibilidad de contacto es a través de las rondas
sanitarias.
El primer encuentro de Rosita con un ginecólogo fue en
el parto de su primer hija. Cuenta el supervisor de agentes que "...es muy
fuerte la idea que tienen de los médicos y sobre todo de los
ginecólogos"; agregará Rosita que su marido en el parto
"... se peleó con el médico porque no quería que un
doctor la tocara en esa zona."
En esos días existía una campaña
organizada por el Programa de APS para que los Puestos de Salud realicen
estudios de pap a todas las mujeres de la zona.
Enteradas, las mujeres de Cerro Corá habían
organizado una reunión que se llevaría a cabo esa misma tarde en
casa de Rosita, para que la única persona próxima a su alcance que
sabía leer, "la monja", les leyera el folleto con la
explicación acerca del estudio y con la información sobre la
preparación previa.
Estudio que traía aparejado algunas complicaciones,
puesto que no era fácil para ellas explicarle a sus maridos la
imposibilidad de no mantener relaciones sexuales, prohibición que es
"bastante mal tolerada por ellos " según dirá el
supervisor.
No es común encontrar mujeres tan preocupadas por lo
relativo a la salud como Rosita, según comenta la Jefa del Servicio de
Salud Mental; como ejemplo cuenta que en la anterior visita no tenían
ningún tipo de baño, ahora en cambio, a partir de la
intervención del agente sanitario ya tenían letrina.
Este es el marco en el cual se inscriben algunas situaciones
puntuales que se han reconstruido del relato, las cuales se reproducen puesto
que aportan material para el análisis que intentamos.
Una de ellas es la siguiente: mientras jugaba en el monte, uno
de los hijos de Rosita es orinado por un "bicho" en uno de sus ojos;
como consecuencia el ojo comienza a hincharse y a supurar, había una
infección.
En la siguiente ronda el agente ve al niño y, pese al
crítico momento por el que atraviesa el programa de APS en cuanto al
abastecimiento de medicamentos, logra llevarle un colirio para el tratamiento.
La próxima visita el niño tiene el ojo mucho peor, quizás
pierda la vista si las complicaciones siguen.
Al ser preguntada, Rosita dice que si bien ella le hubiera
puesto el medicamento, como había acordado con el agente sanitario, no lo
hizo porque el marido se lo impidió, puesto que decía que aquellas
gotas le harían mal.
Otra situación que proponemos, se desprende de lo dicho
por el supervisor, al momento de comentar cuales son los obstáculos que
encuentra en sus tareas sanitarias respecto de las campañas sobre el
cólera. Cuenta que "...hoy mismo esta mujer tiene una gran
confusión sobre estos temas...", como ejemplo relata que muchas
veces cuando le daban lavandina, la "...ponía en el nacimiento de la
vertiente, pensando que así iba a curar el agua..."
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Robert Castel y Anne Coppel (Castel-Coppel,1994) sostienen que
una vez precisado el contexto en el que se dan los distintos discursos que se
analizan, es necesario desplegar los diferentes modos de regulación en
juego.
Plantean entonces que siempre existen instancias y modos de
regulación operando en diferentes niveles, y definen tres tipos: los
heterocontroles, los controles societarios y los autocontroles.
Creemos que este planteo puede ser muy útil a la hora de
pensar en las prácticas de salud que se trabajan, en la medida en que nos
permite vislumbrar a qué regulaciones están sujetas y
cuáles son las relaciones entre ellas; puesto que, como se intenta
demostrar, no siempre están articuladas.
Los heterocontroles, al decir de Castel (Id. p. 225)
"...construyen con todas las piezas aparatos que se superponen a las
regulaciones espontáneas o tradicionales: instituciones, profesionales,
saberes y reglamentaciones especializadas"; "...es decir (se
trata) de prácticas instrumentalizadas por profesionales sobre la base de
un saber y de técnicas específicas..."
Se trata del abordaje de problemas entendidos como
"problemas sociales", que es llevado a cabo por profesionales
especializados sobre los cuales se ha efectuado una delegación de poder
para tratarlos. En el caso de las prácticas que analizamos estos
heterocontroles aparecen en aquellas acciones que, desprendidas de la estrategia
de atención primaria, intentan regular los comportamientos relativos a la
salud de la población.
Acordando con la línea de pensamiemto propuesta por los
autores citados, en tanto prácticas sociales mutidimensionales, estas
prácticas traspasan los límites de este tipo de controles, se
salen de lo que ellos pueden dominar. Cuestión que plantea la parcialidad
de los heterocontroles respecto de su eficacia.
En nuestro relato no sólo en el "no hacer
caso" a las prescripciones que se desprenden del heterocontrol aparece este
límite a su eficacia, sino también, lo encontramos en el
"hacerle caso" que no conduce al resultado esperado. En las
situaciones descriptas, veríamos como ejemplo de lo primero a la no
utilización del colirio y de lo segundo a la utilización de la
lavandina.
En cuanto a los controles societarios, se trata de
"...regulaciones que se podría llamar informales, en todo caso no
especializadas, no profesionalizadas, no acreditadas, a diferencia de los
heterocontroles"; aunque "...no por estar menos formalizados,
por ser menos fácilmente situables, los controles de este tipo son menos
importantes: tanto que, a diferencia de la mayor parte de los heterocontroles,
que consisten en intervenciones puntuales, se ejercen de una manera
permanente." (Id. p. 228).
Centrándonos en la situación del colirio, en la
desaprobación por parte del padre del uso de un medicamento que es
calificado como perjudicial, en la situación de violencia que produce que
la madre sea tocada por el obstetra, o en la mirada descalificadora de los
hombres frente al estudio ginecológico que tendrían que
realizarse; vemos ejemplos de estos controles que operan de manera informal y
permanente, sin que por ello sean sentidos como tales.
Por último, los autocontroles, aquellos que surgen de la
propia necesidad de las personas de engendrar "sus" controles; los
cuales suponen una "interiorización de los controles sociales y
legales..." y en donde cada uno "...privilegia según sus
medios y sus aspiraciones, un aspecto u otro de los
héterocontroles" (Id. p. 233).
Estos autocontroles se ponen de manifiesto en el uso de plantas
medicinales. Puesto que los modos de consumo de estos yuyos no están
libres de regulaciones, por el contrario, no se toma cualquier cosa ni se la
extrae de cualquier lado; tampoco se la administra de cualquier forma. Es
preciso tener en cuenta, no obstante, que estas prácticas también
tiene limites a su eficacia.
De esta manera, aquellas prácticas que en un principio
se nos muestran como desordenadas y fuera de control, están en realidad
sujetas a fuertes regulaciones. Tenerlas en cuenta, entonces, es necesario para
reflexionar sobre la coexistencia que nos ocupa.
Pero esta reflexión, creemos, estaría incompleta
si no se incluye en el análisis el objeto específico al cual se
refieren estas prácticas: la salud y la enfermedad.
En lo que sigue esta especificidad es abordada a partir del
concepto de representación social y de metaforización en torno a
la enfermedad.
Representaciones sociales y metaforizaciones en juego
Las conceptualizaciones propias de la teoría de las
representaciones sociales nos permiten, por un lado, pensar de otra manera las
acciones en salud que son relacionadas con el pensamiento mágico; por
otro, tratar de explicar algunos de los obstáculos que hacen que la
coexistencia de las diferentes prácticas se lleve a cabo de manera
desarticulada o a veces enfrentada.
"Estas representaciones forman un sistema, dando lugar a
'teorías espontáneas', visiones de la realidad que
encarnan imágenes o condensan palabras, las unas y las otras cargadas de
significado...a través de estas significaciones, las representaciones son
expresión de los individuos o grupos que las forjan dando al objeto
representado una definición específica. Estas definiciones
compartidas por los miembros de un mismo grupo constituyen una visión
consensuada de la realidad. Esta visión, que puede entrar en conflicto
con la de otros grupos, es una guía para las acciones y cambios
cotidianos..." (D. Jodelet, 1991)
Retomando las situaciones descriptas en la recorrida por la
"zona crítica" del Barrio Belgrano, podemos pensar cómo
las curaciones llevadas a cabo por Miguel suponen estas "teorías
espontáneas" que sirven para significar la realidad.
Cuando pone su mano en la frente de aquél que
está mal y le reza para aliviar su espíritu, no hace algo
extraño y misterioso en ese lugar, al contrario, todos saben lo que es un
"vencimiento", y que es realizado por alguien que hace curaciones; en
otras palabras, forma parte del "saber del sentido común", es
algo natural, está incluido en la representación de lo que
podríamos llamar un curador. Al decir de Jodelet (Id. p 30) "...
es una forma de conocimiento, socialmente elaborado y compartido, con una
orientación práctica y orientado a la construcción de una
realidad común en un conjunto social."
Por esto es que Miguel se preocupa por dejar en claro las
diferencias que existen entre alguien que hace curaciones sólo para
ayudar y un curandero; y también entre un curandero bueno y uno malo. No
es la misma la representación que existe acerca de lo que es un curador y
un curandero.
Resulta importante señalar que si se toman estos
desarrollos respecto de las representaciones que atañen a la salud, la
conceptualización de estas prácticas en tanto mágicas
resulta imprecisa.
En otras palabras, no importaría tanto definir ciertas
prácticas por lo que poseen de mágico (en contraposición a
un saber), sino de circunscribir el sentido que tienen para los sujetos que las
llevan a cabo.
Preferimos, entonces, tomar el concepto de
metaforización propuesto por S. Sontag (Sontag 1989), en la medida en que
permite expresar de mejor manera cómo las definiciones específicas
del grupo, que dan lugar al consenso en torno de la realidad, pueden estar en
conflicto con la de otros grupos.
Que las gotas de lavandina sean puestas en el origen de la
vertiente, no responde sólo a la incomprensión de las consignas a seguir;
la idea según la cual el río se cura no está en
relación a la cantidad de producto que se le agregue, sino a la idea que
existe en torno al modo de contraer enfermedades. O que el colirio no se utilice
puesto que los medicamentos dados por los agentes de salud están
significados como dañinos, como causantes de mal, no puede ser explicado
solo por la referencia a que se prefiere el uso de plantas medicinales.
Pareciera que decir que se trata de explicaciones de tipo mágico no
alcanza.
Se trata de respuestas relativas al cuidado de la salud, que se
desprenden de definiciones compartidas por el grupo, las cuales están en
conflicto con las definiciones de otro.
En los ejemplos planteados, el hecho de que un medicamento no
se utilice (el colirio) y de que un producto sea mal utilizado (la lavandina),
parecería estar en relación al carácter de ajenidad con que
son significados tales cuidados en este lugar.
Para Sontag (Id. p.54)"Un rasgo de la versión
habitual sobre la (metáfora de la) peste: (es que) la enfermedad siempre
viene de otra parte... existe un vínculo entre imaginar una enfermedad y
la de imaginar lo extranjero. Quizás ello resida en el concepto mismo de
lo malo que, aparece como idéntico a lo que no es nosotros, a lo
extraño."
En el caso del colirio, y esto también puede extenderse
al rechazo de los estudios ginecológicos, habría una idea
según la cual lo de afuera, lo ajeno, es malo. Esto queda muy bien
ejemplificado en el malestar de los hombres frente a que los médicos
toquen a sus mujeres. En este sentido, la acción propuesta sería
vivida como un ataque.
En el caso de la lavandina colocada en donde surge la
vertiente, en cambio, se trata de maneras diferentes de entender el modo de
propagación de la enfermedad. Frente a la lógica implícita
en el uso de la lavandina propuesto por el agente, según la cual existe
un virus que invade y produce la enfermedad, empleo de la "metáfora
militar" descripta por Sontag (Id. p.15); existe otra, que entiende que el
agua es la que está enferma y debe ser curada, por eso se va hasta donde
nace a poner la lavandina.
Sintetizando lo dicho, podemos pensar que existen
prácticas en salud metaforizadas como ajenas; y que esta
metaforización expresa el conflicto entre prácticas distintas.
Desde estas consideraciones, la coexistencia de
prácticas que tratamos de analizar adquiere otra dimensión.
Existen metaforizaciones en torno a la salud y a la enfermedad, que
operarían como topes o límites entre prácticas.
Ahora bien, en este lugar, lo extraño, lo extranjero,
parecería estar constituido por las prácticas que creemos las
más eficaces, las nuestras.
Consideraciones finales
Llegados a este punto, se abren dos perspectivas de
análisis. Por un lado vemos que no es la coexistencia de prácticas
en sí la que debiera preocuparnos sino estas áreas de conflicto;
una vez más, las significaciones a veces encontradas que las sostienen.
Queda claro entonces que el problema de los límites a la eficacia de las
prácticas en salud, no debe ser abordado solamente teniendo en cuenta su
coherencia interna, la lógica de su conformación y sus posibles
respuestas; es necesario incluir en el análisis su relación con
las demás.
Por otra parte, está en juego el hecho de que son las
prácticas en las cuales nos formamos (conceptualizadas como formas de
heterocontrol), aquellas de las cuales nos constituimos en portavoces las que,
como en las situaciones descriptas, quedan significadas como ajenas,
extranjeras. Punto que conduce al problema relativo a la noción de campo
de intervención posible a la hora de implementar acciones de salud.
Para concluir, puede sostenerse articulando las
conceptualizaciones empleadas, que las metaforizaciones en torno a la
salud/enfermedad se inscriben en campos de representación, y a ellos (con
los conflictos que suponen) es necesario incluirlos en el análisis a la
hora de reflexionar sobre las distintas prácticas en salud.
Bibliografía
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investigación educativa. "Los paradigmas en la ciencia de la
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Ed. Mondadori, Madrid, 1988.
- Vasco Uribe, A, Estructura y proceso en la
conceptualización de la enfermedad. Taller Latinoamericano de
Medicina Social. Julio 1987. Medellín-Colombia.
Cursó la Maestría de Salud Pública
dependiente del Rectorado de la Universidad de Buenos Aires.
Desarrolla trabajos en el campo de la salud mental en el primer
nivel de atención.
Actualmente se desempeña en una Unidad Sanitaria
perteneciente al conurbano bonaerense. Coordina el Programa P.A.P.E.L (Programa
para el Abordaje de la Problemática Escolar en Lamadrid).