"Violencia y Juventud"
Trabajo Monográfico para la Carrera de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Sociales,Universidad de Buenos Aires, julio de 1998
Por:
Eva V. Beherens
* (Datos sobre la autora)
Indice
- Descripción de la problemática
- Situación económica y precarización de la vida cotidiana
- Crisis e institución
- La institución trabajo y la escuela
- La familia como institución
- Visiones posmodernas
- Impacto subjetivo
- Conclusiones
- Bibliografía
Descripción de la problemática
Durante las prácticas preprofesionales realizadas en el Centro Maternal
infantil, a partir de ahora Cemai, ubicado en la villa 21 del barrio de
Barracas, se pudo observar que una problemática sobresaliente que afectaba
la cotidianeidad de las familias del barrio era la violencia que se daba al
interior del mismo, ejercida generalmente por adolescentes que realizaban
distintos actos.
Este fenómeno atravesaba la cotidianeidad de las familias, condicionando a
numerosas personas a cambiar sus prácticas habituales o a vivirlas de una
forma diferente. De esta manera se modificaba la organización de la vida
cotidiana de los grupos familiares.
Dentro de esta nueva cotidianeidad aparecían nuevos códigos en relación a
la violencia a la vez que desaparecían otros. Costumbres tales como no
robar al vecino, al jardín, etc. son dejadas de lado y se manejan otras
reglas, como no mirar a quien está ejerciendo violencia, no intervenir, es
decir mientras una persona padece un acto de violencia, lo demás continúan
con su vida cotidiana sabiendo aquello que no deben hacer.
Si bien no existe sanción para aquellos que infrinjan los viejos códigos,
sí las hay para quienes no cumplan con las prohibiciones mencionadas
anteriormente, ya sea en forma de amenazas, de golpear la puerta a la
madrugada para provocar miedo o ejerciendo directamente la violencia contra
esas personas.
Por otro lado, es necesario aclarar que la policía no interviene en los
conflictos al interior de la villa, mientras que sí lo hace si eran afuera.
En este sentido se puede mencionar que dados los reiterados ataques
sufridos por el centro de salud así como por algunas personas que
trabajaban en él, un policía lo custodiaba; el centro de salud no podía
abrir sus puertas hasta que él no estuviera. Pero esta último, sólo podía
intervenir en aquellas acciones contra el centro de salud, exclusivamente
en esos casos, si ocurría algo delante de él pero que no se correspondiera
con su objetivo, no debía meterse
Esta situación provocaba que las personas para defenderse tendieran al
autoencierro; algunas personas no salían cuando oscurecía por temor a que
algo les ocurriera. En otros casos, cuando el horario del trabajo requería
que las personas tuvieran que salir de sus casas o volver a las mismas de
madrugada o en horarios nocturnos, algunas personas debían abandonar el
empleo o por lo menos se les planteaba la duda entre hacerlo o no. Esto
sucedía dado que en estos horarios los adolescentes se encontraban en la
calle y se temía que algo pasara.
Otra práctica común era la de entrar a robar a las casas, llevándose muchas
veces lo poco que la gente tenía, ya sea un cochecito para bebés, ropa,
etc.
La situación descripta provocaba un profundo temor en la gente que padecía
este ejercicio de la violencia, viviendo entonces totalmente atemorizados y
encerrados en sus viviendas.
El bario parecía dividido en dos grandes grupos con condiciones de vida e
intereses aparentemente diferentes. El temor que provocaba la situación
descripta en el grupo que sufría la violencia ejercida por los
adolescentes, ponía un velo que le impedía visualizar al "otro" como un ser
humano que padece las mismas necesidades que uno y que la violencia que
ejerce, sólo es una respuesta a la violencia ejercida contra él por el
conjunto de la sociedad, es decir una contraviolencia.
La situación de estos adolescentes es agravada por la expulsión que sufren
desde diferentes instituciones como el trabajo, la escuela, la familia,
etc. Si bien esto se da por diferentes razones que serán analizadas en
forma posterior, este proceso en su conjunto los excluye de casi toda
participación en el sistema social. Este proceso sumado a lo mencionado
anteriormente provoca que este grupo se transforme en extremadamente
vulnerable.
Para completar lo planteado hasta aquí, considero necesario preguntarme
¿cuál es la razón para que esta violencia se implemente en perjuicio de
quien está en las mismas condiciones? Intentando dar una posible respuesta,
en el desarrollo de este trabajo se intentarán analizar los cambios
simbólicos y las significaciones propias de esta época, con el objetivo de
comenzar a pensar algunas cuestiones con relación a la pregunta propuesta.
Situación económica y precarización de la vida cotidiana
Si bien la crisis económica actual afecta a distintos sectores sociales, su
repercusión en los habitantes de la villa 21 de Barracas adquiere
características peculiares.
La villa 21 está compuesta en su mayoría por una población proveniente de
las distintas provincias de nuestro país así como también del Paraguay. Las
necesidades y la falta de posibilidades de progreso que ofrecen sus lugares
de origen han empujado a estas personas a emprender un viaje hacia Buenos
Aires en búsqueda de una mejora de la calidad de vida.
Si bien Buenos Aires les brinda algunas posibilidades que no son demasiadas
pero sí son importantes, como por ejemplo conseguir un empleo, realizar
changas, la cercanía de instituciones de salud, educación etc., les ofrece
también nuevos obstáculos que en su lugar natal no estaban o a la distancia
desaparecen al idealizar el pasado. Estos obstáculos aparecen con relación
a la problemática de la vivienda y el peligro de la violencia, lo cual
provoca que algunos evalúen cotidianamente su regreso o permanencia en
Buenos Aires.
Por lo tanto las expectativas con respecto a la mejora en su nivel de vida
con que muchas personas han llegado se ve frustrada por la realidad.
Una realidad demarcada por un modelo neoliberal basado en "...la apertura
de los mercados, la desestatización de la economía y la flexibilización
laboral..."
Esta situación que se da en el espacio, atraviesa el ámbito de lo local,
en este caso villa 21. En este contexto, estos lineamientos macrosociales,
se materializaban en situaciones cotidianas muy concretas, un alto índice
de desempleo (mayor que el que sufre el resto de la sociedad) y el trabajo
precario. Esto provoca que numerosas familias no posean los ingresos
mínimos para cubrir necesidades elementales.
La situación laboral se encuentra en un largo proceso de precarización,
donde se expulsa a cada vez más trabajadores del sistema productivo.
Aquellos que no son separados de su puesto de trabajo, ven precarizada su
condición laboral, ya sea mediante las formas de contratación, formas de
pago, etc. Esto demuestra que "...una gran parte de la población oscila
entre el temor a la pérdida del empleo y el desempleo...".
En este mercado laboral cada vez más competitivo, los adolescentes se
encuentran con mayores obstáculos para ingresar en el mismo. Dado que la
falta de ingresos familiares les impide continuar la educación escolar, ya
que por un lado deben comenzar a trabajar para contribuir en la
subsistencia familiar y por el otro en caso de no conseguir un empleo, la
educación se transforma en un gasto importante que las familias no tienen
posibilidad de realizar.
De esta manera se conforma un circuito del que es muy difícil escapar, en
un mercado laboral competitivo, estos adolescentes tienen escasas
posibilidades de insertarse, ya que no poseen el nivel de instrucción
mínimo solicitado, pero la falta de empleo de sus padres, la precarización
del empleo de aquellos que lo tienen les impide continuar en la escuela. A
esto debe sumarse la expulsión de la escuela, lo cual se desarrollará
posteriormente.
Esta situación es agravada por la situación familiar que viven los
adolescentes, la cual es bastante compleja, dado que sus familias no poseen
empleo y por lo tanto les resulta cada vez más dificultoso hacerse cargo de
sus hijos más grandes, priorizando el cuidado de los más pequeños.
Con respecto al contexto macrosocial, se puede mencionar que dentro del
modelo neoliberal se ha realizado una importante reducción del gasto
público. En este sentido se puede expresar que el Estado ha privatizado
todas aquellas empresas encargadas de producir servicios públicos,
intentando luego privatizar aquellos servicios básicos vinculados con las
necesidades elementales de la persona (educación, salud, etc.). De esta
manera se privatiza la reproducción de la vida cotidiana ubicando al
mercado como el ámbito por excelencia donde acceder a todos aquellos bienes
y servicios que la familia necesita para satisfacer sus necesidades
básicas.
A. Stolkiner afirma que el "...Estado se retira de su lugar de garante de
derechos y tiende a dejar libradas las prestaciones al juego de la oferta y
la demanda". Es así que el concepto de ciudadano como un sujeto portador de
derechos y obligaciones, es reemplazado por el de consumidor, encargado de
resolver sus necesidades en el mercado. Éste último resulta ser el ámbito
de relación por excelencia dentro de este modelo.
La privatización de la reproducción de la vida cotidiana provoca que
distintos sectores de la población, entre ellas los habitantes de la villa
21, queden excluídos del sistema social, posean empleos precarios, mal
pagos o se encuentren desocupados, que no cuenten con el dinero necesario
para viajar hasta el hospital, o que para comer deban acudir al comedor,
siempre que la comida alcance y no se llegue tarde, etc.
En este contexto, la exclusión del mercado laboral implica la exclusión de
los derechos sociales, ya que el Estado no conforma redes sociales que
puedan sostener a estos sectores.
De esta manera, las personas deben implementar distintas estrategias para
enfrentar el proceso de exclusión al que están expuestos. Estas
estrategias, tal como lo menciona S. Hintze abarcan distintas prácticas que
van desde la autoproducción de bienes hasta la realización de actividades
ilegales.
Las actividades ilegales a las que se hace referencia se realizan
generalmente mediante el uso de la violencia, la cual es a su vez
engendrada por la violencia social y legítima que sufren cotidianamente.
Las necesidades a las que se encuentran expuestos estos sectores y la falta
de expectativas con respecto a una mejora en sus condiciones de vida,
parecería dejarles pocas alternativas.
Esto último, sumado a lo mencionado con relación al trabajo y a la
educación ubica a los chicos en una vulnerabilidad absoluta, se les prohibe
el acceso desde el comienzo a todo aquello que pueda resultar una
herramienta para insertarse en el sistema social, quedando casi como únicas
estrategias las actividades ilegales para insertarse en el mismo.
Entiendo que la violencia de los adolescentes es una respuesta a la
violencia social que padecen diariamente. Si se entiende como violencia a
toda acción u omisión que vulnere los derechos de la persona, estos chicos
están expuestos a la violencia implementada por el Estado, sufriendo las
consecuencias de la misma.
La situación de pobreza extrema, donde las necesidades básicas no pueden
ser cubiertas, condiciona la implementación de determinadas estrategias. En
un contexto donde el eje es el mercado, y donde los bienes y servicios
deben ser conseguidos en él, el incremento de las actividades ilegales
podría significar la forma que estos grupos tienen de incluirse en el
sistema social mediante la participación en el mercado a través de lo que
obtienen.
Si bien la situación de pobreza, marginación y exclusión incide de manera
notable en el aumento de la violencia en los adolescentes, considero que
esto no supone una explicación de la aparición de las nuevas formas de
violencia. Esto último podría estar vinculado a un cambio en los códigos y
en las significaciones que poseen los jóvenes. Esta modificación estaría
relacionada con el impacto subjetivo que ha tenido la crisis, el nuevo
modelo económico, y aquellas ideas o valores que han caído y otros que
surgen en la crisis de la modernidad.
Crisis e institución
La institución trabajo y la escuela
Conjuntamente con la precarización de la vida cotidiana, se ha dado una
fuerte crisis en las instituciones, lo cual ha repercutido sobre la
primera.
Las instituciones en su mayoría sufren un vaciamiento puesto que el recorte
del gasto social del Estado, implica una reducción de los recursos con los
que trabajan ellas, lo cual conlleva muchas veces el despido de personal.
Esta situación se complica ya que a la restricción de los servicios se le
debe adicionar el aumento de la demanda debido a que la pérdida del empleo
provoca que numerosas personas que antes no lo hacían deban acudir a los
servicios públicos.
De esta manera las instituciones se van vaciando de recursos, tanto
materiales como económicos y humanos.
Los adolescentes abandonan la escuela apenas consiguen un empleo dado que
los horarios y las exigencias de ambos son casi incompatibles. Pero si no
consiguen un trabajo, también dejarán la dicha institución, ya que la
educación supone un gasto que muchas familias no están en condiciones de
realizar. Esto provoca que los chicos de hogares con NBI presenten mayor
porcentaje de deserción escolar.
Otra problemática que se da en este ámbito es la carencia de material
didáctico, libros, etc. que permita una mejor transmisión de conocimientos.
Pero "...no son sólo las condiciones socioeconómicas las responsables del
bajo logro escolar en los sectores populares. La escuela es portadora de un
conjunto de condicionamientos institucionales, culturales y administrativos
que inciden negativamente reproduciendo las desigualdades".
La escuela establece a veces pautas rígidas que no contemplan el contexto
en el que está inserta.
Simultáneamente a esta rigidez, la escuela va sufriendo una crisis de
sentido, la razón iluminista que planteaba que el conocimiento daba mayor
libertad, se contrapone a una realidad donde la capacidad intelectual no es
valorada ni reconocida, así como tampoco otorga mayor libertad sino que esa
ubicación es reemplazada por el poder y el dinero.
La escuela se encuentra también en esta era del vacío planteada por
Lipovetsky, "...el colegio se parece más a un desierto que a un cuartel
(...) donde los jóvenes vegetan sin grandes motivaciones e interés". Este
desierto simboliza el vacío de sentido, de valores y significaciones
colectivas.
Si bien la escuela fue cuestionada durante la modernidad por ser un
dispositivo disciplinador por excelencia, hoy este cuestionamiento no
tendría tanto sentido. Ya no es la escuela iluminista que buscaba
homogeneizar a todos los habitantes de un país en pos de una lógica
dominante. Dentro de un modelo con un creciente número de excluídos, no es
necesario homogeneizar porque estas personas no son productivamente
necesarias, solo unos pocos lo son. En este modelo entonces, la escuela
pierde paulatinamente su sentido y se transforma poco a poco en un depósito
de niños y adolescentes.
La familia como institución
La familia ha sufrido importantes cambios, "podría afirmarse que se tiende
a una configuración familias que tiene a una mujer como cabeza y principal
(...) soporte económico y donde el varón ocupa un lugar periférico o
circunstancial". En la villa 21, un número importante de familias tenían
como jefa a una mujer, quienes generalmente poseían un empleo mal
remunerados pero que permitía la subsistencia familia.
A esta familia, productora y producción del contexto social e histórico que
a través, le resulta sumamente difícil contener a algunos miembros,
priorizando siempre el cuidado y la protección de los más pequeños
Los jóvenes entonces se encuentran con la materialización perversa del
sistema, la dinámica institucional. La escuela los expulsa con lo cual
estarán en inferioridad de condiciones para competir en el mercado laboral.
Por otro lado, en la villa 21, casi no existen instituciones que se ocupen
del trabajo con los jóvenes, sino que se les teme y se los culpabiliza
Dentro del barrio solamente existe la Casa del Menor y el adolescente, si
bien el relato de los profesionales que trabajan allí calificaban a la
experiencia como interesante, la realidad y los vecinos se encargaron de
demostrar que esto no era así, reafirmándolo la actitud de los jóvenes
quienes no acudían.
Por otro lado se estaba conformando una red institucional que se encargara
de la problemática de los jóvenes, aterrorizados por la violencia existente
en el barrio, las instituciones se preguntaron qué hacer. Esta inquietud
surge de una visión de peligrosidad y no de verlos como sujetos portadores
de derechos. Es necesario destacar que en esta red no participaban los
jóvenes así como tampoco la Organización barrial.
Este accionar va dejando aislados a los jóvenes, no habiendo ningún lugar
que se ocupe realmente de ellos.
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Visiones posmodernas
Habiendo analizado las condiciones socioeconómicas en las que se
desenvuelve la cotidianeidad de estos adolescentes, considero necesario
analizar las nuevas ideas y valores con los que se maneja la sociedad
actual.
Si bien el contexto socioeconómico explicaría el aumento de los índices de
violencia, no podría dar cuenta del por qué de la aparición de sus nuevas
formas. Para esto entiendo que una posible vía de explicación podría
resultar el análisis de los valores posmodernos, la crisis de los viejos
códigos y la aparición de los nuevos.
Uno de los signos característicos de esta época es el cambio en la idea de
futuro. En la modernidad era asociado al progreso, a una situación más
favorable, "...la modernidad plantea una idea lineal de progreso,
ascendente, sostenido e ilimitado...". El futuro era el depositario de
numerosas esperanzas y utopías y era un fin al que se intentaba llegar por
medio de la transformación del presente. En ese contexto, la violencia
surgida como respuesta a la violencia del estado, tenía un sentido, era una
apuesta al futuro y a lo colectivo.
En el marco de la crisis de la modernidad y cuando la idea de futuro porta
una connotación negativa, no ya como idea de progreso sino como
continuación del malestar presente, no existe la probabilidad de que en él
estén las respuestas a la situación que se padece en el ahora, la idea de
futuro es asociada a la incertidumbre. Tal vez. por eso la violencia sea
utilizada como una estrategia para sobrellevar este presente, con
condiciones de vida muy duras y sin la visión optimista anterior.
Con respecto a este nuevo período, Lipovetsky afirma que en esta sociedad
posmoderna "...ya ninguna ideología política es capaz de entusiasmar a las
masas, la sociedad posmoderna no tiene ídolo ni tabú, ni tan solo imagen
gloriosa de sí misma, ningún proyecto movilizador, estamos ya regidos por
el vacío...".
Este vacío alude a un vacío de sentidos, de significaciones colectivas que
permitan la construcción de una mirada positiva del futuro a partir de una
acción colectiva.
En esta nueva época la idea de futuro se ha modificado y la confianza e
identificación con lo colectivo ha desaparecido. En esta era del vacío,
aparecen formas de violencia individuales o ejercida por pequeños grupo que
permiten satisfacer necesidades propias perjudicando muchas veces a
individuos que comparten las mismas condiciones de vida pero que ya no
forman parte de su colectivo. Éste se ha fragmentado y por lo tanto hoy
quien convive en el mismo barrio puede ser considerado un extraño, tal como
antes podía serlo quien vivía fuera de allí.
Este vaciamiento de significaciones colectivas, de sentidos único, de
valores superiores, de personalización, en el cual lo colectivo se va
fragmentando y es exaltado el individuo. Tal como se esbozó anteriormente,
lo colectivo ya no es un espacio de realización.
En la modernidad existía una confianza en lo colectivo, había una
identificación con él. Este último, hoy ya no es depositario de confianza
ni constructor de identidades, la violencia no es utilizada en pos de fines
colectivos sino para el logro de objetivos personales o de pequeños grupos.
La exaltación de lo individual conduce también a una indiferencia hacia
todo aquello que le sucede al "otro", visualizándose una creciente
fragmentación social. Esta caída del viejo orden y la incipiente aparición
de uno nuevo ubica a esta época en un momento de transición en el cual los
viejos códigos ya no tienen vigencia y los nuevos aún no terminan de
aparecer. Tal como lo expresa Isuani "...el viejo orden que se abandona y
el nuevo que aún no cobra entera vigencia dan lugar a una situación de
confusión normativa".
Esta confusión no se refiere solamente a las normas jurídicas sino también
a las costumbres. Creo que fundamentalmente estas últimas son modificadas y
aún no se concluye con la construcción de normas consensuadas de
convivencia necesarias en toda comunidad.
Esto se manifiesta claramente en la villa 21, aquellos viejos códigos como
no robar dentro del barrio ya no existen, no solo se les roba sino que se
los amenaza, se los asusta, se los mata, etc. Ésta situación demuestra la
inexistencia de los antiguos códigos y la ausencia de nuevos, lo que existe
en este período de transición es la imposición de normas de conducta por
parte de un grupo sobre otro, reproduciendo la relación que se establece
con estos adolescentes fuera de la villa, donde se los juzga imponiéndoles
un sistema jurídico que los castiga producto de una sociedad que primero
los excluye y luego los juzga.
Al interior de la villa los adolescentes entablan con la comunidad una
relación parecida, pero en este caso son ellos quienes imponen los códigos
y aquellos que no lo cumplan serán castigados.
Por último quiero dejar claro que estas nuevas ideas y valores son
compartidos por una gran parte de la sociedad, son valores que la ella
construye y transmite en su conjunto.
Esta nueva sociedad, con nuevos valores y nuevas perspectivas, impone
fuertes condicionamientos a la aparición de nuevas formas de violencia. Una
violencia de la que el conjunto social parece asombrarse pero que refleja
los valores y los códigos que en ella se manejan.
Impacto subjetivo
Luego de haber descripto las condiciones de existencia de estos grupos y de
haber intentado comprender el impacto de nuevos valores característicos de
esta etapa sobre las personas, considero necesario analizar el posible
atravesamiento de las condiciones materiales en el individuo; así como
también serán consideradas las nuevas ideas de la crisis de la modernidad.
Con esto, se intentará visualizar el impacto que estas tienen en la
subjetividad de la persona para conocer las nuevas significaciones que esta
construye.
La crisis económica se traduce también en otros aspectos, "...la crisis del
capitalismo es también crisis de las ideas y de las perspectivas...". Esta
situación supone una transformación de la subjetividad de la persona, de
las significaciones, etc.
El modelo actual genera un proceso de concentración y fragmentación. Por un
lado concentra las ganancias en un reducido grupo mientras genera una
creciente fragmentación social.
El ámbito de lo colectivo ya no es constructor de identidad sino que esta
última se construye en base a pequeños grupos, generando un proceso de
construcción de nuevas identidades.
Podríamos pensar entonces que los adolescentes de la villa 21 no se
identifican demasiado con el conjunto de la comunidad o del barrio sino
solo con aquellos que comparten sus hábitos, sus gustos por la música o por
un equipo de fútbol. Con lo cual, todo aquel que exceda este pequeño grupo
no será visualizado como perteneciente a un "nosotros" sino que formará
parte de los "otros".
Si bien en algún momento el trabajo actuó como núcleo organizador y como
medio para progresar, en la actualidad esto se ha modificado.
Por un lado el trabajo actuaba como eje alrededor del cual se construían
identidades. La falta de empleo o el cambio en las formas del mismo
producen la necesidad de construir nuevas identidades sociales en torno a
otros ejes.
Por otro lado, la falta de empleo o la precarización de este, desarticula
la idea de progreso mediante el trabajo. Actualmente la inestabilidad
laboral no permite tener estas perspectivas sino que el sujeto se maneja
con una temporalidad inmediata, conjugándose con la excesiva valoración del
presente en la posmodernidad; esto provoca que el futuro ya no sea
contemplado. Cuando el presente es atravesado por tantas barreras y se
prohibe el acceso a todo aquello que pueda resultar una herramienta, es
posible tener una idea de futuro?
Estos obstáculos del presente están vinculados a las precarias condiciones
de vida, las cuales a su vez podrían ser una primera explicación de la idea
de proximidad de la muerte que poseen los adolescentes. Si bien, de acuerdo
a teorías psicológicas, en la adolescencia la idea de la muerte aparece
como lejana ya que son los grandes quienes se mueren, las condiciones
materiales en las que se desarrolla la vida de estos adolescentes, provocan
que la muerte se aproxima.
La falta de alimentación, la falta de ingresos para acceder al hospital, el
SIDA, una banda contraria, la policía, etc. generan que en la vida
cotidiana la muerte sea cada vez más próxima. Esto se percibe, amigos que
mueren, internaciones, provocan que dentro de la subjetividad la idea de la
muerte se haga cada vez más presente. Si la vida de uno vale tan poco, ¿es
posible valorar la vida del otro?
Así mismo, las difíciles condiciones de vida podrían estar relacionadas son
la exaltación del presente. Los numerosos obstáculos con los que se
encuentran y la exclusión social a la que son empujados, los obliga a
resolver los problemas del presente, siendo el futuro un lugar incierto al
que ni siquiera saben si van a llegar.
Por último, creo necesario considerar que la caída de un modelo social y
económico y la propuesta de otro ubica a la sociedad en un período de
transición. Una época donde predomina la ausencia de un sistema de
representaciones y significaciones que contengan no solo lo que se hace
sino aquello que debe hacerse.
Esta ausencia de un sistema, una interpretación compartida de la realidad,
podría resultar en una falta de normas consensuadas al interior de la
comunidad. Si bien comienza a aparecer un sistema de códigos, estos todavía
son muy pocos y no son compartidos por el conjunto de la comunidad.
Conclusiones
El aumento de la marginación y la exclusión social, podría dar cuenta de un
aumento cuantitativo de los índices de violencia. Pero la aparición de sus
nuevas formas entiendo que está vinculada a otros aspectos.
En una sociedad que se caracteriza por la fragmentación social, la
exclusión, la marginación del mercado laboral, la existencia de necesidades
insatisfechas como alimentación, salud, educación, entre otras, la
depreciación de valores como la solidaridad, la exaltación de lo
individual, la apuesta al presente, etc. estos jóvenes crecen. Sufriendo
todas las consecuencias de un modelo económico perverso que los excluye
recién comenzada su vida y recibiendo los nuevos valores: el individualismo
y el presente.
Por lo expuesto hasta aquí, parecería ser uno de los grupos etarios más
vulnerables, ya que cuando apenas comienza su vida la sociedad les quita
casi todas las posibilidades. ¿Cuál será el futuro de estos chicos? Hacia
dónde los empuja la sociedad? Si el presente es tan complejo y el futuro se
piensa que será pero, ¿cuál es el sentido que pueda tener para uno la vida?
Por otro lado, cuando nadie se ha preocupado por aquello que les sucede, ¿es
factible que ellos puedan pensar en el daño que les puedan ocasionar a los
demás? ¿Es justo pedírselo?
Ante esta realidad de expulsión institucional, imposibilidad de trabajar o
estudiar, despreocupación con respecto a lo que a estos chicos les sucede,
la presencia no solo de un futuro incierto sino de un presente donde parece
estar todo prohibido, ¿existe alguna estrategia que no esté vinculada a la
violencia? Es posible esperar otra respuesta?
En este nuevo escenario el trabajador social desarrolla su intervención
encontrándose con una comunidad fragmentada y con problemáticas que
adquieren nuevas formas de presentación. Es entonces cuando se hace
necesario reflexionar sobre esta nueva realidad que el barrio nos presenta.
Aparecen entonces sensaciones disímiles necesarias de considerar como el
temor hacia aquello que sucede y el afán de comprender la difícil realidad
de la comunidad así como también de intervenir en la misma. ¿Cómo conciliar
entonces el temor con la intervención?
Por otro lado, esta nueva realidad nos muestra un barrio fragmentado, donde
las prácticas de las distintas personas pertenecientes a la comunidad se
oponen y donde la identidad barrial se va desarticulando. La puja entre los
dos grandes sectores en los que está dividido el barrio (vecinos - jóvenes)
se va acrecentando con el paso del tiempo.
En este marco se desenvuelve la intervención del trabajador social, la cual
quizás deba estar orientada a contribuir en la reconstrucción de la
identidad barrial; tal vez se deba cooperar para conciliar los intereses
disímiles de la comunidad o a lo mejor se deba trabajar en la configuración
de un espacio donde los adolescentes puedan expresarse de otra manera,
donde puedan ser escuchados, donde se construyan sentidos y significaciones
compartidas y donde se puedan buscar algunas herramientas que permitan un
mejor posicionamiento de estos adolescentes frente a las múltiples
problemáticas que deben afrontar. ¿Es posible realizar esto desde el trabajo
social?
Son muchas las inquietudes que surgen al repensar la práctica en un
escenario modificado, la única certeza está en la forma de construcción de
las respuestas a las preguntas que surgen, las cuales deberán ser buscadas
con los vecinos y los jóvenes, revalorizando los saberes del otro y
compartiendo necesidades e intereses, intentando fortalecer la solidaridad
y lo colectivo.
BIBLIOGRAFIA
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