Las
reflexiones que desarrollamos en este artículo son producto de
la investigación que venimos desarrollando sobre la
"Intervención Profesional", como parte de las
cátedras de Trabajo Social V y Trabajo Social II. Esta última
lleva el nombre de "Trabajo Social Comunitario". En
las Escuelas de Trabajo Social de Rosario y La Plata,
respectivamente.
Estas
reflexiones son apenas un esbozo aproximativo del conjunto de
aspectos que estamos analizando. La primera parte de esta
investigación ya ha sido publicada con el nombre de
"Intervención Profesional: una propuesta metodológica".
La
segunda parte del trabajo está direccionada a dar cuenta,
sobre las bases epistemológicas que sustentaron el concepto de
comunidad, trabajo comunitario, sus implicancias en la configuración
histórica de la intervención profesional. Sus alcances
y limitaciones en el contexto actual de las relaciones entre estado y
sociedad.
Relaciones
entre Estado y sociedad
La
relación entre Estado y sociedad es una de las características
de la sociedad moderna, del mismo modo la separación entre
pensamiento político tradicional y el contemporáneo.
Estas
nociones no se expresaron en el mundo premoderno en el cual el estado
tendía a apoderarse del conjunto de las relaciones sociales a
nivel simbólico (legitimidad teocrática) o a nivel de
la organización socio económica. En definitiva la
separación entre lo económico y lo político y la
autonomía de la sociedad civil componen el aspecto central del
pensamiento liberal clásico que dura hasta nuestros días.
Al
respecto, Arturo Fernández nos dice: "Esta
concepción piensa la esfera privada desde una perspectiva
netamente atomista, donde el espacio estatal queda limitado a la
defensa del orden público, la protección de la libertad
y los derechos individuales y a la promoción de las
instituciones representativas. Sin embargo la evolución de la
sociedad contemporánea ha conducido a una compenetración
entre el Estado (público) y la sociedad civil (lo privado); en
la esfera de lo público se comunican no sólo
representaciones de partidos y grupos políticos sino también
las organizaciones corporativas, la opinión pública y
diferentes modalidades de participación social, tales como los
movimientos sociales, las asociaciones étnico culturales, etc.
La compenetración creciente entre Estado y sociedad ha
permitido regular los conflictos del capital/trabajo a la deformación
del mercado, a la concentración del poder económico" (Fernández, A. pág. 93-94)
Sin
embargo esta relación no ha sido armónica, al menos en
América Latina, en la cual las sociedades civiles son débiles,
generalmente avasalladas por dictaduras de diverso tipo, y por toro
lado, se han generado Estados débiles que expresan la propia
sociedad civil y son dependientes de los países centrales.
En
el contexto actual, con la vuelta al neoliberalismo, el Estado está
minimizado y desprestigiado en sus funciones. El endiosamiento del
mercado, el desplazamiento de sus responsabilidad social a la
regulación del mercado nos sitúa en una perspectiva de
incertidumbre.
En
cuento a la sociedad civil, los niveles de fragmentación,
atomización, individualismo, retroceso en la constitución
de ciudadanos, afecta profundamente a la construcción de una
democracia real y a una relación armónica entre estado
y sociedad.
A
pesar de la fragilidad de la sociedad civil, consideramos que es
posible crecer y madurar una conciencia histórica de elementos
de la vida social como la lucha por los derechos humanos contra los
procesos de exclusión política, económica y
social que atentan la dignidad humana. En este contexto la acción
comunitaria vinculada a la sociedad civil sigue teniendo
posibilidades de desarrollo.
Por
varias razones, entre ellas la creación y ocupación de
espcios que fortalezcan la esfera pública a partir de la
construcción de un consenso mayoritario de carácter
crítico, de denuncia y de legitimación de los sujetos
políticos populares.
La
comunidad y el trabajo comunitario
El
concepto de comunidad y trabajo comunitario antecede a la disciplina.
La primera idea de comunidad guarda relación con la concepción
griega de ciudad, la polis, como el ámbito de encuentro
interpersonal, de diálogo y celebración. En la urbe
romana se le da un sentido jurídico; en el medioevo es
considerado un lugar de comercio y cálculo. Más
adelante grupos ultraconservadores usan el concepto de comunidad para
anteponer al de las clases sociales. En cambio, Emmanuel mounier le
da un sentido "progresista" y en la década del '60
el concepto de comunidad está asociado al de "desarrollo
de la comunidad" como un paradigma de progreso y participación.
En
el contexto actual, el concepto de comunidad es visto como un objeto
de servicios derivados de políticas asistencialistas de
carácter paternalista y clientelista. Ellas responden a la
necesidad de poner "rostro humano" a las diversas pobrezas
que este modelo de exclusión genera.
Podemos
decir que la concepción tradicional ortodoxa o
"integracionista" considera a la comunidad como apéndice
disfuncional de la sociedad, estructurado como sector tradicional y
retardatario y como asociación de grupo y de personas que
tienen vida e intereses en común.
Es
decir como una unidad consensuada que postula la integración
al sistema para su armonía. El concepto de participación
(como aspecto vinculado al desarrollo de la comunidad) se limita a
funciones y roles que armonicen ese proceso de integración.
Esta
líena de pensamiento ha sido desarrollada por autores
norteamericanos como Liedman, José K. Hart, Neuwsteter, y K.
Were. Autores franceses como Jean Getti, Marcel Robin, Conrad y
Graff. A nivel latinoamericano Ander Egg, Seno Cornely. Autores que
de una forma u otra han sido influenciados por los organismos
internacionales como la ONU, la OEA, etc.
A pesar de esta matriz de
pensamiento, algunos han incidido en aspectos como lo cultural, la
participación dirigida y la formulación de esquemas
metodológicos para el trabajo comunitario. Estas propuestas
metodológicas de carácter etapista y formalista han
sisdo sustentadas en los principios de la planificación
normativa, basadas en una racionalidad instrumental. Los objetivos
profesionales que se propusieron en esta etapa estaban orientados a
la educación para el cambio de actitud hacia el desarrollo.
Despertando
potencialidades individuales y colectivas que, al parecer estaban
latentes en los hombres y en la sociedad. Cabe recordar que esta
postura se configura en el marco de lo que fue el Estado
planificador. Martín Hopenhayn conceptualiza a este tipo de
Estado como "el Estado que se atribuyó y proyectó
a la comunidad en un sitial totalizador, en el que confluyen ciencia,
poder, política, aparato público y actores sociales. En
definitiva, un Estado conductor de la modernización.
La crisis
se manifestó en la imposibilidad de este estado y sobre todo,
de la planificación estatal de regular el acceso de los
distintos sectores sociales a los recursos socialmente productivos"
(M. Hopenhyan, Págs. y 2)
Desde
esta perspectiva, la comunidad en relación al Estado y la
sociedad se ubica en la direccionalidad de la acción social
del estado, fundamentalmente vinculada a la llamada política
social residual o política social asistencial.
La
misma se configura, en un primer momento, como parte del proyeco
desarrollista y posteriormente en el marco del estado de bienestar.
La comunidad y el llamado desarrollo comunitario en esta etapa están
caracterizados por los rasgos clientelistas que asume la acción
social del estado. Además, sustentada en una concepción
del desarrollo y el progreso en el marco de la modernidad.
Vista
esta etapa como la construcción de una imagen racionalista del
mundo que integra el hombre a la naturaleza, el microcosmos en el
macrocosmos (A. Touraine, pág. 6), "como esfuerzo
global de producción y de control en sus dimensiones de
industiralismo, capitalismo, industrialización de la guerra y
vigilancia de todos los aspectos de la vida social" (A.
Giddens, pág. 5). Y en el decir de Weber, "el Estado
racional como asociación del dominio instrumental y como
monopolio del poder legítimo" (citado por A. Touraine
en ob. cit., pág. 57).
Consideramos
que el Estado y la sociedad son instancias de un solo proceso social
como totalidad, por lo tanto aparece como co-constitutivo de las
relaciones capitalistas de producción. Algunos autonomizan el
estado respecto a la sociedad en la medida que se entiende a éste
como garante externo del modo de producción capitalista.
El
desdoblamiento de la sociedad en sociedad civil y Estado tiene dos
esferas. Dice Lechner: "por un lado la objetivación de
un poder coercitivo en un aparato especial y especializado hace
aparecer las relaciones capitalistas de producción como un
proceso natural diluyendo su carácter de dominación de
clase, por otro lado la desaparición de la coerción
extraeconómica en el proceso de producción otorga a las
instituciones políticas una apariencia de neutralidad
equitativa por encima del antagonismo social, es decir la
despolitización de la esfera económica permite
descapitalizar la esfera política y a la inversa la forma de
generalidad del Estado permite asegurar la estructura de clases de la
sociedad civil" (Lechner, pág. 14).
En
el contexto actual, el ajuste estructural genera separación
entre lo político y lo económico, entre Estado y
Sociedad "esta autonomización de las esferas de Estado
y Sociedad Civil muestra que cada una de estas, por sí sola,
no puede resolver ya problemas sociales. Si bien el estado no puede
actuar en el campo social con la fuerza integradora anterior, la
problemática social tampoco puede ser resuelta sólo en
el ámbito privado, ya sea porque el mercado tiende a conformar
bienes colectivos como porque desde las redes construidas
exclusivamente desde la Sociedad Civil se hace difícil
trascender los problemas puntuales o locales. Mientras el
neoliberalismo reivindica la autonomía de la Sociedad Civil a
través del mercado y el aletrnativismo liga la autonomía
a la participación comunitaria en formas micro, desde estas
posiciones se hace difícil pensar en formas eficaces de
articulación entre Estado y Sociedad" (D. García
Salgado, pág. 203).
Sin
embargo, aún reconociendo la complejidad, atomización y
fragmentación de la Sociedad Civil, la misma que se manifiesta
en diversas organizaciones con demandas también diversas, se
hace necesario repensar el carácter y la orientación
del trabajo comunitario en el contexto de lo que es el "Estado
postsocial o neoliberal".
Ello, a nuestro juicio, pasa por
conocer para comprender mejor el carácter de las
transformaciones producidas en la relación Estado-Sociedad.
Analizar los mecanismos implícitos y explícitos de este
proceso de transformación posibilitando vislumbrar acciones
tendientes a la reconstrucción y construcción de lo
público como instancia básica para redefinir las
relaciones entre Estado y Sociedad.
Desde
esta perspectiva, el trabajo con la comunidad constituye un desafío
importante en tanto su posibilidad de vinculación con los
movimientos sociales y diversas organziaciones de la sociedad civil
que profundicen las prácticas de aprticipación directa
y de representación para afianzar las bases de la democracia y
la defensa de los derechos humanos.
Además,
es importante repensar un concepto de comunidad, que nos ayude a
comprender la reproducción de los sujetos sociales en una
realidad en la que prima un paradigma individualista y competitivo
por encima de otro, basado en acciones de solidaridad social y
colectivas.
En
esta dimensión la comunidad no puede ser conceptuada como una
realidad autónoma que pueda ser identificada por elementos
distintos del ámbito societal en la cual se sitúa.
Porque la sociedad en su proceso de reproducción se expresa en
situaciones sociales diversas que asumen características
particulares en atención a la complejización de "viejos
y nuevos" problemas.
Estos
problemas asumen características particulares que expresan
situaciones sociales en función de perfiles de grupo -qie si
bien tienen problemáticas comunes- estos están cruzados
por intereses, motivos y necesidades heterogéneas.
en
esta línea de análisis, la comunidad como reproducción
singular de la sociedad, en el contexto actual está tematizada
por procesos de exclusión, subsistencia, diversas situaciones
d epobreza, como consecuencias de las grandes transformaciopnes
generadas en el ámbito económico, político y
social.
A
pesar de este marco general y un ámbito de territorialidad
caracterizada como los grandes conglomerados urbano-marginales, en sí
mismo no representan signos de homogeneidad, por el contrario,
expresan un proceso de heterogeneidad y movimiento constante en la
búsqueda de estrategias de subsistencia a la cual ni el estado
ni el mercado dan respuestas.
En
definitiva, los indicadores del pensamiento ortodoxo sobre la
comunidad y el trabajo comunitario, respecto a intereses comunes,
esfuerzos mancomunados, ámbitos de realización de la
solidaridad, no son suficientes para caracterizar la realidad
comunitaria actual. Esta está atravesada por un proceso de
fragmentación, debilitamiento de identidades, representaciones
y de intereses contradictorios que influyen en la constitución
de sujetos colectivos.
Desde
el Trabajo Social consideramos necesario plantear algunos ejes de
análisis que enriquezcan el concepto de comunidad que tratamos
de explicitar.
El
aspecto de territorialidad si bien es un elemento, no es el único
que define a la comunidad. A nuestro juicio son los procesos de
reproducción social que los sujetos sociales cotidianamente
desarrollan en la búsqueda por la subsistencia y la
satisfacción de las necesidades.
Las
características particulares que asumen estos procesos son
emergentes de cambios estructurales profundos, que se expresan en la
vida material, social y simbólica de estos sujetos.
Los
cambios en la política social, generados por las
transformaciones del estado de Bienestar están articulando
formas meramente asistencialistas y focalizadas a comunidades
urbano-marginales reproduciendo su carácter de asistidos en un
marco de exclusión y "bastardización" social.
Algunas
reflexiones finales
La
comunidad debeser analizada como proceso singular y particular de la
reproducción de los grandes problemas a nivel societal.
Cuya
característica fundamental es la exclusión masiva, sin
embrgo la comunidad tiene una historia cotidiana significada por las
maneras de expresra, sentir, vivir y reseover sus necesidades, así
como las formas en las que se estructuran significados y
representaciones.
La
ruptura con una concepción ortodoxa sobre la comunidad debe
ayudar a repensar sus posibilidades y limitaciones en un contexto en
la que el Estado se retira de su función social y las
políitcas sociales están en un proceso de
reestructuración.
Es
de importancia establecer una matriz de análisis a partir del
eje sujeto-necesidad social vinculada a la acción cotidiana de
los sujetos sociales para entender la comunidad y el trabajo
comunitario.
La
constitución de canales articuladores con los movimientos
sociales y diversas organizaciones de la sociedad civil constituyen
esfuerzos que fortalecen la esfera de lo público y la lucha
por los derechos sociales e individuales, tan importantes en este
momento de exlusión social, económica y política.
Bibliografía.
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