El presente artículo reconoce mútiples motivaciones: en
primer lugar es la expresión organizada y sistemática de mi
reiterada preocupación por la contradictoria relación del
trabajo social con las ciencias sociales (que son su base de
sustención teórica) (Grassi, 1983; 1988; 1989).
Relación
contradictoria que dio lugar a las más disparatadas propuestas en la
historia reciente de la profesión: desde querer "probar" que el
trabajo social era "una ciencia", a pretender su condición de "arte".
Más recientemente, las necesarias reflexiones a que obliga el
trabajo docente en un seminano de investigación -1-; y, finalmente, la
circunstancia fortuita de haber sido requerida a exponer sobre el
tema de la "investigación y el trabajo social" en distintas
oportunidades -2-, me obligaron, también, a sistematizar mis
reflexiones respecto de tales problemas.
Pero hay dos cuestiones de fondo que en realidad dan
sentido a mi preocupación por el desarrollo del campo del trabajo
social. Una es de carácter ético y tiene que ver con la participación
como docente en la formación de trabajadores sociales: los
"problemas de formación" que se expresan como reclamos de
manera reiterada, necesariamente me interpelan como tal. -3-
La otra cuestión de fondo es de carácter ideológico: los
trabajadores sociales ocupan espacios institucionales estratégicos;
en tanto intelectual con pretensión de ser "crítica" no me parece
políticamente táctico desestimar la posibilidad de contribuir a
construir una práctica profesional también crítica. No adhiero a
una pretendida distinción radical entre intelectual crítico / técnico
neutro. Uno y otro son, de hecho (y no sólo por opción) un
intelectual orgánico.
Sobre este transfondo (donde lo expuesto por último es, en
realidad, lo primordial), hay que leer las reflexiones siguientes
acerca de la producción de conocimientos y la práctica profesional
de los trabajadores sociales. La tesis que voy a desarrollar es la
siguiente: en lo concerniente al campo del trabajo social -4-, la
investigación (en tanto producción de conocimiento) está implicada
en la constitución misma de una práctica profesional
relativamente autónoma.
Su fundamentación requiere primero explicitar algunos
supuestos básicos respecto de la "construcción del
conocimiento en ciencias sociales, pues las históricas oposiciones
planteadas entre los trabajadores sociales (teoría/realidad;
conocimiento/sentimientos; objetividad/subjetividad, etc.) están
lejos de ser originales de este campo, aunque hayan sido
potenciadas en su interior. (Danani, 1993)
Se verá en lo que sigue que estas reflexiones quedan fuera
de los enfoques positivistas (y neo-positvistas en boga), que
presuponen una relación de externalidad sujeto-objeto de
conocimiento, tanto como de aquellos de carácter subjetivista, que
reiteran una histórica complicidad inconciente con el positivismo, al
reemplazar el "dato duro" por lo "sensible" como prueba, pues aceptan acríticamente el postulado empirista de una realidad
inmediata, en este caso accesible por lo "vivencia"; en el otro, por
el dato como lo dado.
Asimismo, se apartan de la crítica que
relativiza al extremo el discurso teórico, la que hace estéril todo
esfuerzo investigativo al reducir éste a la mera transcripción de las
voces de los actores.
Ni la teoría social refleja un objeto preconstituido, con
independencia del sujeto; ni la subjetividad es esencialidad ahistónca, ni lo real es mera virtualidad. Pero en el propio proceso
de conocimiento (de construcción de interpretaciones válidas
acerca de "la realidad") se transforma el objeto, por cuanto
elementos de las teorías se integran a los esquemas de
interpretación (de "la realidad") vigentes en una sociedad.
Parto, entonces, de reconocer al objeto de Ias ciencias
sociales como de una naturaleza propia, lo que obliga a formular
metodologías de abordaje adecuadas; pero simultáneamente entiendo que las sociedades humanas y los diversos
acontecimientos, procesos y problemas sociales, pueden ser
comprendidos y explicados y que estas dos alternativas no son
imcompatibles, aunque se deriven de tradiciones epistemológicas
desarrolladas en oposición.
Es más, creo que en ciencias sociales se
puede explicar si se comprende y como señala Paula Montero
parafraseando a E. Wolf -"la fuerza de un pensamiento está en su
intención de explicar alguna cosa" (Montero, 1991).
Sobre estos supuestos básicos, el artículo desarrolla una
hipótesis posible para comprender cómo se construyó la "conflictiva
relación del trabajo social con la producción de conocimientos"
(Danani,1993).
Y, finalmente, a partir de esclarecer la relación
entre teoría, conocimiento cotidiano y experiencia, busco
resolver el planteo dualista fuerte en trabajo social, que dicotomiza
conocimiento teórico y práctica y que obstruye la consolidación de
un campo profesional relativamente autónomo.
Precisar el problema en su generalidad (Ia relación teoría-
realidad; o sujeto-objeto de conocimiento, en las ciencias sociales) y
en su particularidad (el conocimiento en la práctica del trabajo
social), permite plantear la cuestión de la "investigación y el trabajo
social" en unos términos que van más allá de una moda
circunstancial o de otra riesgosa pretensión de suplantación del rol,
como periódicamente ocurre, fruto de una constitución inacabada
del campo, más que de las "crisis" de la profesión.
EL LUGAR DEL CONOCIMIENTO EN LA
CONSTITUCION DEL CAMPO PROFESIONAL
Una revisión rápida
El desarrollo del tema obliga a plantearse una pregunta
inicial, respecto de la afirmación que compartimos con Danani (la
"relación conflictiva del trabajo social con la producción de
conocimientos").
La pregunta es por qué, tratándose de un campo
profesional cuyo objeto son las diversas manifestaciones del
conflicto y la contradicción de relaciones sociales, expresadas (o
conceptualizadas) como "problemas sociales", hay, sin embargo, tan
poco (o nada) de aporte por parte de los trabajadores sociales, en el
conocimiento de su propio objeto. Pero además por qué dentro del
campo del trabajo social "se potencian (y al mismo tiernpo se
resuelven por la vía de la simplificación) las dicotomías
características de la confrontación entre paradigmas en las ciencias
sociales" (Danani, 1994).
La confrontación entre la "interpretación de la realidad" (la
teoría) y lo que se entiende como los datos empíricos", se remonta
al momento en que comienzan a cuestionarse los sistemas
metafísicos autosuficientes dominantes haset el siglo XVII (a partir
de los cuales la Verdad se revelaba o se deducía) y a plantearse la
crítica a las instituciones, basada en una concepción que -inspirada
en los avances de las ciencias físico-naturales- Ilevaba a los filósofos
iluministas a sostener que la Razón y la observación, constituían
el medio de descubrimiento de la verdad, y por lo tanto, de
"subordinar las institucioncs a las necesidades humanas" (Zeitlin,
1986), haciéndolas "racionales" (es decir, adecuando su
funcionamiento a las leyes del movimiento universal).
La observación de la realidad y la razón (instrumento para
el conocimiento), constituyeron -entonces- los pilares del método
(como en las ciencias fíisico-naturales) para descubrír las leyes del
mundo social. Los filósofos iluministas se propusieron la tarea de
conocer verdaderamente este mundo, por medio de un método
objetivo. El contexto de crítica y ruptura con el pensamiento de los
siglos precedentes y los avances de las ciencias de la naturaleza,
explican el modelo y la fe puesta en la empiria (la observación).
(Zeitlin, 1986).
Este proceso de ruptura con el pensamiento religioso, no es
ajeno para comprender la historia de las formas de acción social: la
evolución de la filantropía desde el siglo XVIII se articula a este
proceso, en tanto su práctica rompe con la modalidad típica de Ia
caridad cristiana (basada en el mandato de la Fe) y se propone como
una acción dirigida a orientar comportamientos "racionales", en base
a "diagnósticos" sobre
la sociedad, las
instituciones, la vida
familiar, etc.
En la
acción de los
filántropos se advierte
una constante
búsqueda de eficiencia
y de economía de
recursos y permanentes
reelaboraciones de las
estrategias políticas,
sobre la base de la
evaluación de las
propias acciones. Las
instituciones asilares
devinieron, en este
marco, en verdaderos "laboratorios de
observación" de las conductas. (Donzelot, 1979).
Se trató -entonces- de una acción "coherente" con lo que se
iba definiendo como posibilidad del conocimiento de la sociedad,
en pugna con aquellos sistemas metafísicos; no había activismo
ciego, sino propuestas de intervención fundadas en "el estado del
conocimien to y del método" por entonces.
Pero si las ciencias sociales se fueron definiendo como tales
a partir de esta ruptura y evolucionando en el sentido de una
complejización de su cuerpo teórico y metodológico (en cuyo
interior la "tensión teoría / empiria" se manifestaba en la
confontación entre paradigmas), en lo que se constituye como el
campo de la "asistencia social" (hacia finales del siglo XIX), la
cuestión no está presente como confrontación interna, en la medida
en que ésta no se desarrolla articulada a Ias ciencias sociales, sino en
estrecha vinculación con la medicina, la psiquiatría y el derecho.
A
partir de allí, la asistitencia social define su intervención como la
puesta en ''práctica" de los pnncipios y normas derivadas de
aquellas disciplinas y dirigidas a ajustar los comportamientos
(individuales y familiares) a una normalidad predefinida desde
estos campos.
Mujeres munidas de estos principios tuvieron a su
cargo lo difícil tarea de normatización, normalización, control y
policiamiento de individuos y familias, sostenida en una visión
naturalizada y acrítica de las relaciones e instituciones sociales.
(Donzelot, 1979).
De más está recordar que el proceso de constitución del
campo de la asistencia y el trabajo social ha tenido particularidades
en los diversos países y, en buena medida, el trabajo social
norteamericano se alejó de este paradigma, al mantener una
vinculación más estrecha con las ciencias sociales y humanas (el
psicoanálisis y las teorías funcionalistas), dando lugar a una
profesión de mayor autonomía, de lo que es un buen ejemplo el
clásico "Social Diagnosis" de Mary Richmond. -5-
- En el caso de la Argentina, el campo de la asistencia
social profesionalizada se estructuró de la mano de los médicos
filántropos (Alayón, 1992; Grassi, 1989) y con una fuerte división
del trabajo en su interior: aquéllos (varones del campo de la
medicina higienista) eran los portadores del saber "científico", de
donde derivaban los modos de acción correcta;` las visitadoras y
asistentes sociales, instrumentadas por éstos, debían Ilevar a la
práctica las tareas pre-establecidas. -6- -7-
De alguna manera, aquella tensión clásica teoría / empiria
(expresada en el trabajo social como la dicotomía "pensada" teoría / práctica) se materializó en esta "división del trabajo" en el interior
del campo profesional.
Materialización que se impuso -también- cuando la
profesión inició su despegue de los campos médico y jurídico y se
acercó a las ciencias sociales, como consecuencia de nuevas
demandas planteadas por el modelo político económico
desarrollista, ya en los años 60, que derivó en la creación de un
Insituto de Servicio Social que contó con el asesoramiento técnico
de Naciones Unidas, fuera de las Carreras existentes en la
Universidad.
La ''división del trabajo" volvió a reiterarse, ahora con otros
"productores de conocimiento" (los técnicos de las agencias
internacionales) y nuevas funciones a ser ejecutadas (las propias de
un "agente de cambio"). Esto se reiteró simultaneamente a la
significativa incorporación de varones a la profesión (vía dicho
Instituto), como consecuencia de una política explícita de sus
inspiradores y de la definición de un perfil profesional que se
alejaba de la imagen de mujer entregada a la caridad y al amor, para
hacer pié en un técnico con protagonismo a nivel de los procesos de
cambio en las comunidades.
No obstante, estas nuevas condiciones dieron lugar al
Movimiento de ReconceptuaIización local, desde el cual se
produjeron los primeras manifestaciones en dirección a redefinir el objeto del trabajo social, desde dentro mismo del campo
profesional.
- A aquel origen fuertemente marcado por esta división del
trabajo, hay que sumar la marginación de la formación de los/as
asistentes y trabajadores sociales de los centros académicos de las
ciencias sociales -8-, como otra manifestación (y reforzamiento) de
esta separación; a su vez la proliferación (que aún se mantiene) de
institutos terciarios de formación y titulación, alejados de ámbitos
de producción de conocimiento, también condicionan la estrategia
de reproducción del campo, en dirección del activismo.
Aunque en diferentes momentos de la historia de la profesión
se fueron dando distintos niveles de
acercamientos con las ciencias sociales,
éste estuvo "marcado" por este rasgo básico de la dicotomización de la práctica -9- de los trabajadores sociales.
Tanto en el período '"desarrollista" de la profesión (cuando
se produce una primera gran ruptura con el modelo "tradicional" de
la asistencia social) como durante el auge del movimiento de
reconceptualización, puede afirmarse que por lo menos un sector
de los profesionales -que definieron líneas internas claramente
identificables- apuntaron a contextuar su quehacer en el marco de
procesos históricos de los que dan cuenta las ciencias sociales. No
obstante, aún en condiciones potencialmente más productivas, la
concepción dicotómica de la realidad (a nivel del pensamiento) y la
"división del trabajo", como manifestación, condicionaron este
acercamiento, a pesar de que en ambos casos, la crítica social y la
crítica del rol fueran rasgos definitorios.
Ya hice referencia al rol de agentes de cambio a nivel de la
comunidad demandado al trabajador social en el marco de la
política desarrollista. Entonces eran comunes los "manuales para
trabajadores sociales", de "texto sencillo", con el objetivo de
instrumentar a éstos en su acción.
Con el Movimiento de Reconceptualización los trabajadores
sociales de esta corriente asumieron para sí -de la manera más activa
a lo largo de su historia- la tarea de conceptualizar tanto el objeto de
su intervención como su práctica.
El marco general de la
reconceptualización estuvo dado por:
- una fuerte politización de la sociedad en general;
- el desarrollo de corrientes críticas en las
ciencias sociales, fundamentalmente de inspiración marxista o de lo
que se denominó en nuestro país el "pensamiento nacional" (en el
que se hicieron confluir categorías marxistas con el ideario
peronista); y
- el establecimiento de una relación más estrecha de
estas corrientes con la práctica política.
Paradójicamente, estas circunstancias -de hecho movilizadoras de los cambios en el
interior de la profesión- al combinarse con aquella tradición de activismo, no dieron lugar a la consolidación de una corriente crítica
teóricamcnte sólida dentro de la profesión.
Tales tendencias se expresaron, por el contrario, en la
subsunción de la práctica profesional "reconceptualizada'' con el
compromiso militante; la débil (por joven) formación teórica de los
trabajadores sociales reconceptuaiizados los Ilevó a asumir como
bandera el postulado de que la "vivencia sensible'' es fuente y
corroboración de todo conocimiento y manifestación de lo real sin
mediaciones; y a confundir la noción de "praxis" con las acciones
comunitarias propuestas como modelo de práctica profesional. El
resultado fue que no se logró problematizar el viejo conflicto teoría
/ acción en la práctica de los trabajadores sociales, sino que la
combinación de estas condiciones favoreció nuevamente la
dicotomización.
En este marco, la "investigación-acción" y la "investigación
participante" -entendidas cumo modelo del compromiso vivencial y
como medio de recuperar una verdad esencial contenida en el saber
del "pueblo"- fueron asumidas por los trabajadores sociales como
metodologías propias de su práctica y como "vanguardia
metodológica".
De ahí, éstos devinieron en "vanguardistas" de la
investigación por esta vía, que se pretendió enfrentada al
"teoricismo" de los "investigadores tradicionales", suponiéndose a la
teoría como mera formaización sin sustento empírico y a la
investigación social en general (de cualquier orientación teórico-
epistemológica) como "tradicional".
Complicidad no deseada con el
empirismo positivista, al que simultáneamente se acusaba de todas
las desviaciones de la teoría social.
El advenimiento de la dictadura militar en el país (en 1976)
bloqueó finalmente un eventual desarrollo crítico del movimiento
de reconceptualización y diluyó su potencialidad; y el reinicio del
debate (ya en democracia) se dio a partir de ésta y otras tantas
dicotomías. (Danani, 1993 y 1994; Grassi, 1988)
Creo que sólo a condición de empezar seriamente a poner
en cuestión las confusiones y simplificaciones que estructuran el
campo profesional de los trabajadores sociales, respecto de la
producción de conocimiento, se podrá realmente repensar la
práctica del trabajo social como práctica profesionat y no como pura
actividad. Hasta ahora, como analiza con propiedad Danani:
"... se optó por los `fenómenos', renunciando a conocer sus
fundamentos, con lo cual la práctica devino `actividad' y la
intervención, pragmatismo.
"... la práctica fue concebida, en el ejercicio profesional,
como puro 'hacer' y el mandato de la intervención se tornó en una
'alianza' con la realidad inmediata, frente a la cual no hay duda
'auténtica', sino convocatoria a la modificación, con independencia
de su sentido". (Danani, 1994)
Estas son cuestiones que todavía deben debatirse en el
trabajo social, más cuando, como advierte Teresa Matus, parece
haber un "...uso acentuado de una oposición del concepto de razón
con 'lo otro' que sería la emoción. De allí que exista una amplia
literatura, talleres, asignaturas, formas de supervisión y seminarios
destinados a conocer cómo es que cada trabajador social `siente'."
(Matus, 1992).
Y antes, también, de hacer de la investigación social otra
moda pasajera, vía de escape (no de comprensión y explicación) de
los procesos históricos que son el marco de análisis de su
intervención.
EL PROBLEMA DE LA CONSTRUCCION DEL OBJETO
Hay otra particularidad de la relación entre trabajo social e
investigación, que tiene que ver con "el objeto". Lo que define al
trabajo social es que su objeto es, primero (en términos Iógicos, no
temporales) objeto de íntervención, en tanto que su práctica está
explícitamente dirigida a producir alguna modificación en la
situación problemática puntual en relación a la cual es
Ilamado a actuar. -10-
Y su objeto de intervención inmediato o
empírico son aquellas situaciones puntuales en las que están
involucrados actores diversos y que se enmarcan en lo que -en un plano más abstracto-
una sociedad (o un sector de ella con capacidad
de hacer hegemónico su criterio) define como problemas sociales. Esta es
su especificidad, a partir de la cual se define su profesionalidad y recorta su campo.
Poner en claro esta especificidad, es ineludible para plantear la cuestión de la
investigación en el trabajo social, evitando transformar el tema en una moda pasajera, en la
búsqueda de un "nuevo rol" socialmente valorado (como remedio al "malestar" que
acompaña a buena parte del ejercicio profesional) y -entonces- querer
transformar a los trabajadores sociales en investigadores.
Entiendo que el problema se plantea a la inversa: la
investigación necesariamente debe estar implicada en el campo del
trabajo social, como constitutiva de su práctica (y esto no quiere
decir que cada trabajador social haga investigación en su trabajo
cotidiano o que los trabajadores sociales devengan todos
investigadores); pero ese trabajo cotidiano debe ser la
manifestación y el ejercicio de una práctica profesional,
colectivamente constituida como tal.
Y esto tiene como requisito
previo la posibilidad de construcción autónoma de aquello en
relación a lo cual se interviene, es decir, del objeto.
Construcción autónoma no quiere decir con independencia
o al margen de los procesos sociales por los cuales se definen aquellos problemas, sino su problematización, como forma de hacer de la intervención una práctica profesional orientada por Ias categorías -11- con
las que un tal campo profesional define activamente los problemas en relación a los cuales su profesionalidad misma se define y legitima. Una práctica profesional no puede
reclamar antonomía si su intervención está guiada por los
"supuestos implícitos" -12- contenidos en la definición ya dada. -13-
Podemos poner en paralelo este problema, con la
preocupación de Bourdieu por el oficio del sociólogo: "la primera
urgencia [...] será tomar por objeto el trabajo colectivo de construcción del objeto preconstruido" (Bourdieu, 1989)
Desde este punto de vista, la investigación deviene en un
elemento inescindible, en un requisito de constitución de una
práctica profesíonal, entendiendo entonces por tal, el dominio,
la apropiación y la aprehensión del propio quehacer.
Citando
nuevamente a Danani, se trata del desarrollo de "la capacidad de
dominio sobre nuestras condiciones de trabajo (como) parte del
tránsito de la heteronomía a la autonomía". (Danani, 1994)
Ahora bien, los problemas sociales (de vivienda, de
alimentación, de salud, de violencia, de marginalidad, etc....) no
son, a-priori, "problemas de investigación", como no son por sí
"problemas sociales", sino a partir de haber sido constituidos como
tales y de ello depende el reconocimiento y la constitución de
situaciones puntuales (que son, mayormente, el objeto inmediato
de intervención de los trabajadores sociales) como situaciones
problemáticas que demandan acciones acordes con la definición
adoptada del problema que las enmarca -14-.
El objeto del trabajo sociai es, entonces, un objeto histórico y disputado en su
definición. -15-
De ahí que la práctica profesional (en el sentido de
"dominio del propio quehacer") implica en primer lugar, la
desnaturalización del objeto (el o los problemas puntuales) y su
reconstrucción como objeto de la práctica. Y parte del proceso
de esta reconstrucción crítica (reconocimiento de su
historicidad y de los sentidos que conlleva su definición), es
constituirlo como un objeto de conocimiento.
Y esto no es un
"segundo paso" en un supuesto proceso lineal de complejización:
está necesariamente implícito en la construcción del objeto de la
práctica profesional, porque no hay tal objeto de la práctica
profesional, si no se constituye simultáneamente como objeto
de conocimiento.
Sin esta desnaturalización (problematización) no
hay "dominio del propio quehacer", sino un hacer aquello, dónde,
cuándo y cómo se define enteramente desde fuera del campo.
Problematizar el "problema" que viene dado al trabajo social
(para constituirlo en el objeto de la práctica profesional), quiere
decir formularse preguntas, buscar las múltiples definiciones y
reconocer los sujetos de éstas y los argumentos que sostienen
(explícitos o implícitos), buscar relaciones entre fenómenos, etc. a
partir de los cuales un acontecimiento o conjunto de
acontecirnientos deviene "problema" que demanda algún tipo de intervención (o solución). E implica redefinirlo -16-
Sólo en esta dirección puede constituirse la relativa autonomía de un campo
profesional -17-.
De ahí que la investigación (producción de conocimiento)
para el trabajo social no es sólo una herramienta en el proceso de
intervención, sino que se inscribe en la posibilidad misma de
constituir la práctica profesional. Por eso, la problematización de
situaciones que no conducen de manera inmediata a un diagnóstico
para la acción, no sólo no están vedadas a los trabajadores sociales,
sino que constituyen una apuesta estratégica en dirección a
sustentar una práctica crítica. En el mismo sentido,el propio
proceso de intervención puede devenir en objeto de investigación.
Cada uno de estos tipos de investigación corresponden a niveles
diferentes, con objetivos e intereses distintos, pero igualmente
legítimos.
"El arte, en ciencias sociales, está sin duda en ser capaz de
poner en juego "cuestiones teóricas" muy importantes, respecto a
objetos "empíricos" muy precisos, frecuentemente menores en
apariencia [...]
Lo que cuenta, en realidad, es la construcción del objeto, y
la eficacia de un método de pensar nunca se manifiesta tan bien,
como en su capacidad de constituir objetos socialmente
insignificantes en objetos científicos o reconstruir I...] objetos
socialmente importantes, aprehendidos desde un ángulo
imprevisto..." (Bourdieu, 1989)
Experiencia o
práctica profesional
Ahora bien, acordé antes con Danani que el trabajo social ha
tenido una reacción conflictiva con el conocimiento, del cual la
teoría es la expresión sistemática. Esta conflictividad se expresa,
entre otras cuestiones, en que se ha Ilevado al extremo una forma
dicotómica de pensar la actualidad, que separa radicalmente,
realidad / teoría; discurso / acción; etc. Pretendo cuestionar
primero esta dualización, para poder avanzar en la idea de la
implicancia de la investigación (producción de conocimientos) en la
práctica profesional.
Es posible hacer una primera afirmación: la teoría es una
interpretación (fundada) de la realidad. Es decir, un cuerpo
coherente de supuestos y conceptos fundamentales que inspiran
observaciones e hipótesis pertinentes de los fenómenos.
Simultáneamente, se puede afirmar que lo que definimos
como realidad, es siempre una exprexión mediatizada de la misma,
por esquemas de percepción e interpretación históricamente
construidos. Dicho de otro modo: lo que afirmamos que es la
realidad, es necesariamente aquello que pensamos que es la
realidad, porque no hay realidad accesible para el sujeto humano,
sino por medio de sus propias construcciones mentales.
Y esto vale
también para el mundo físico-natural, por lo que las ciencias
correspondientes son igualmence apriorística· los modelos teóricos,
las hipótesis, las clasificaciones y conceptos, son aprendidas por los
especialistas, socializados en un campo determinado, que desde ahí
pueden hacer avanzar la investigación, cuestionar un paradigma,
etc. (Alexander, 1991).
Si la teoría es (también) interpretación de ésta, hasta aquí -tal como otras interpretaciones posibles: las ideologías, el
conocimiento corriente- "la teoría social no es una cosa extraña y
externa a los sujetos" (Castañeda, 1987), sino también, mediación
de la realidad.
¿Cuál es, entonces, la particularidad de la teoría (o del
conocimiento construido en el marco de Ia ciencia)?
La teoría pretende ser una interpretación válida de los
fenómenos y de los procesos sociales que éstos expresan; es
decir, de aquello que trasciende lo inmediato, lo evidente, lo
concreto sensible, para ubicarlos en estructuras históricas. Es
decir, en aquel entramado de relaciones sociales y de
prácticas de los actores.
De ahí que la teoría es una
interpretación reflexiva, una "acción del pensamiento que se
organiza a sí mismo en relación con la realidad" (Prada, 1987); es
decir, "del fundamento de los
fenómenos", no sólo de sus formas, inmediatamente perceptibles
(Danani, 1994).
Por eso la teoría está
obligada a explicitar y validar sus
supuestos y sus proposiciones
sobre la realidad. Esto nos coloca
en el plano epistemológico, en el
cual hay que discutir acerca de los
criterios de validación del
conocimiento en ciencias sociales.
No pretendo entrar en este plano,
sino sólo para aludir -por necesidad
de la argumentación- a lo que NO
puede ser un criterio de validación
de la teoría social.
Sólo como
referencia general, conviene
recordar que, desde una perspectiva
positivista la validación se da por
contrastación con observaciones
empíricas o experimentales.
En cambio, desde lo que algunos autores definen como pospositivismo (Alexander, 1991), la distinción teoría / dato empírico es
analítica, no ontológica; tales datos se construyen analíticamente y
se sustentan en aquellos cuerpos teóricos que consideramos que
poseen mayor certeza por "su coherencia lógica, amplitud de visión,
perspicacia interpretativa, relevancia valorativa, fuerza retórica y
consistencia argumentativa" (Alexander, 1991).
La validación
depende, entonces, del consenso intersubjetivo acerca de "cómo
debe Ilegarse a la verdad y en qué consiste ésta" (Alexander, 1991)
y la puesta en cuestión de una teoría implica el debate acerca de
sus presupuestos fundamentales.
La validación es dependiente,
entonces, de "los efectos de la crítica mutua entre los miembros de
la comunidad" científica y del debate acerca "de las pruebas y de la
estructura lógica de los argumentos" (Giddens, 1993).
Afirmamos antes que el acceso del sujeto a su mundo (la
realidad) es siempre un acceso mediado por esquemas de
percepción e ínterpretación y que éstos, a su vez, son
históricamente construidos.
Esto es, tales interpretaciones no son
pura subjetividad, no expresan una esencialidad del sujeto
(particular o colectivo), sino que son la expresión subjetivada de
estructuras históricas de percepción y ordenamiento de la realidad,
simultáneamente construidas por la propia acción de representación
y ordenamiento (categorizaciación) del mundo por parte de sujetos
diferencialmente ubicados (y también categorizados) en esas
estructuras; y capaces de construir categorías y ordenamientos
alternativos, como quedó visto al hacer referencia a los problemas
sociales.
Estos esquemas (constitutivos de toda acción humana),
conforman a su vez nuestro conocimiento cotidiano de aquellas
porciones de la realidad que nos involucran, que forman parte de
nuestra experiencia (realidad experimentada), que se constituye en aquel ordenamiento que (reitero, aún a riesgo de ser
redundante) también construimos en el curso de esa experiencia.
Tal experiencia es el modo en que vivimos la realidad,
(una parte de ella) mediatizada socialmente; y esos esquemas
interpretativos con que nos manejamos en la experiencia de nuestra
vida cotidiana, conforman un conocimiento inmediato no teórico
(aunque en él integremos cada vez lmás elementos de teorías de
diferentes campos científicos), cuya veracidad se deriva de su
eficacia en la resolución de problemas cotidianos, no de la puesta
en cuestión de sus supuestos teóricos o filosóficos ni de los caminos
seguidos para alcanzarlo. -18-
Como dice A. Heller (1977), "en nuestra vida cotidiana
verdadero y correcto [...] coinciden. ]...] si mis cogniciones sobre un
instrumento bastan para manejarlo correctamente [...] son
verdaderas; si mis cogniciones sobre la sociedad bastan para
moverme adecuadamente, también son verdaderas". -19-
A partir de esta distinción entre conocimiento cotidiano /
conocimiento teórico y experiencia, puede resolverse el planteo
dualista en el trabajo social y, al mismo tiempo, puede repensarse el
lugar desde dónde constituir una práctica profesional.
Lo que estoy insinuando es que la práctica profesional de
los trabajadores sociales, permaneció en el nivel de la
experiencia -20-: es decir, de la acción sostenida en el conocimiento
inmediato, cuyo criterio de validez parafraseando a Heller (1977),
es el "éxito de la acción" en la resolución de un problema
inmediato.
Al mismo tiempo, los esquemas de percepción e
interpretación (intrínsecos a toda acción humana y,
consecuentemente, intrínsecos también en la experiencia de los
trabajadores sociales) se asimilaron (acríticamente) a teoría y ésta a realidad (por asimilación, también acrítica, de aquellos postulados
positivistas) y las acciones respectivas, a práctica profesional.
Al mismo tiempo, ese conocimiento inmediato, cotidiano
y práctico de los trabajadores sociales (que, efectivamente, ha
integrado elementos de las teorías contenidas en las currículas de su
formación), y su experiencia de intervención cotidiana, han
devenido en criterio de validación del conocimiento teórico -21-
Esta reaccion de externalidad teoría / realidad, llevó también
a que se tenga la expectativa de que toda conceptualización teórica
tenga que coincidir "bis a bis"
con las manifestaciones de los
más variados fenómenos y con
las interpretaciones cotidianas
de los mismos o con el
conocimiento cotidiano y
práctico de los sujetos con los
que interactúan los
trabajadores sociales, en la
presunción de que éstos son
la manifestación de la
realidad.
Presunción que
bloquea la constitución de
esas expresiones en objeto de
conocimiento.
Es decir, que
bloquea la posibilidad de
autonomizar la propia práctica de aquello que se impone, enconces, como lo ya constituido.
Es esta misma relación de externalidad la que está en la
base de las "crisis" de alumnos o profesionales, cuando se plantea
que la "formación recibida es muy teórica": lo que está implícito en
esta afirmación, es que esa teoría (o teorías, que no se entienden
como marcos interpretativos posibles y por lo tanto sometidos a
crítica acerca de su validez, sino asimiladas a-priori a lo real) es
inválida, porque no cubre el requisito de "reflejar" los problemas
cotidianos o no aporta los conocimientos a los cuáles "echar mano"
de manera inmediata para "aplicarlos" a la solución de un problema
dado. Obviamente, está implícito también, la "ilusión de la
transparencia", de que es posible "ir a las cosas mismas" (Bourdieu,
1989). No se ponen en cuestión ni los supuestos de las teorías, ni
Ios supuestos a partir de los cuales se define un problema y se actúa
en consecuencia -22-.
Es que, finalmente, los elementos de teorías se
asimilan en la forma de conocimiento cotidiano y -por lo tanto- se
invalidan en la acción, cuando no culminan en el éxito
inmediato.
En síntesis, sostengo que buena parte de la problemática de
las crisis y frustraciones -cIásicas ya en el trabajo social- tienen que
ver con un proceso inacabado que requiere pasar de la experiencia
de intervención, a la constitución de una práctica profesional, la
que por definición está necesitada de problematizar sus propios
supuestos, sus proposiciones, su instrumental y que -por definición
también- construye (y transforma) su objeto en relación a la
realidad. De esta capacidad de construir / transformar el objeto depende su autonomía como campo profesional.
Sin esa capacidad,
se acepta como dado un objeto preconstituido (en ese trabajoso
esfuerzo colectivo, al que refiere Bourdieu: no hay entonces
autonomía de la profesión.
Esto implica superar el planteo bien-intencionado pero
ineficaz (por tautológico), de la "búsqueda de articulación teoría /
práctica". Este se mantiene en un marco dualista de interpretación,
porque presupone ámbitos que deben hacerse coincidir, como en
un calco, a partir de lo cual "la intervención en la realidad" sería más
eficiente porque se tendría "más a mano lo que corresponde hacer
ante cada fenómeno que se presenta".
Es posible lograr mayor
eficiencia en las acciones, sin por ello constituir una práctica
profesional: esto es, una práctica autónoma. Porque la "eficiencia"
es, también, un concepco construído que supone un conjunto de
presupuestos implícitos que merecen problematizarse.
Es desde esta preocupación que la cuestión de la
investigación (que es el medio de producción de conocimiento)
cobra verdaderamente sentido. No como excepcionalidad, no como
una actividad complementaria, como "hobby" de algunos o como
medio de lograr un status diferente, sino como proceso implícito
de la práctica profesional.
Y esto no significa -insisto- que cada trabajador social deba
ser un investigador, sino un profesional que opera a partir de un
instrumental producido colectivamente y socializado en el marco de
un campo autónomamente constituido.
Porque, como dice
Bourdieu, se trata, ante todo, de un "método de pensar".
BIBLIOGRAFIA
- ALAYON, NORBERTO: Historia del Trabajo Social en la Argentina. Espacio Editorial. Buenos Aires. 1992.
- ALAYON, NORBERTO Y GRASSI, ESTELA: El Trabajo Social de Hoy y el mito de la Asistente Social. Ed. Humanitas. Buenos Aires. 1983.
- ALEXANDER, JEFFREY C.: "La centralidad de los clásicos". en: Giddens y
Turner: La teoría social hoy. Alianza. 1991.
- BOURDIEU, PIERRE: o poder simbólico. difel (lisboa) / ed bertrand (rj). 1989.
- CASTAÑEDA, FERNANDO: "La crisis de la epistemología. en: "Revista Mexicana de Sociología. año XLIX. 1987.
- DANANI, CLAUDIA: Presentación en el panel "La investigación en trabajo
social". Jornadas sobre la investigación en la carrera de Trabajo Social.
Facultad de Ciencias Sociales. 1993.
- DANANI, CLAUDIA: "Notas sobre el lugar de la investigación en la
formación y el ejercicio profesional". en: revista universidad abierta.
departamento de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Luján. Nº 2. mayo de 1993.
- DANANI, CLAUDIA: presentación en el panel sobre "la investigación en
trabajo social". Primer encuentro presente y futuro de la investigación social.
Secretaría de investigación. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales.Universidad Nacional de La Matanza. julio de 1994-b.
- DONZELOT, JACQUES: La policía de las familias. Pre-textos. Valencia. 1979.
- GIDDENS, ANTHONY: Las nuevas reglas del método sociológico.
Amorrortu editores. Buenos Aires. 1987.
- GIDDENS, ANTHONY: Sociología. Alianza Universidad textos. Madrid 1993.
- GRASSI. ESTELA: La mujer y la profesión de Asistente Social. El control de
la vida cotidiana. Ed. Humanitas. Buenos Aires. 1989.
- GRASSI, ESTELA: "Dicotomías y prejuicios: dos dimensiones de un mismo
paradigma". En: Revista: Servicio social. Tribuna libre. año III Nº 5 (mayo 1988) y Nº 6 (junio 1988). Buenos Aires.
- GRASSI, ESTELA: "Profesiones femeninas: la reproducción de la
desigualdad". en: Servico Social & Sociedade. Nº 32 - AÑO XI - Cortez
editora. Sao Paulo. maio 1990.
- HELLER AGNES: Sociología de la vida cotidiana. Península. Barcelona.
1977.
- LIMA SANTOS, LEILA Y RODRIGUEZ, ROBERTO: "Metodologismo:
estallido de una época". en: Revista acción crítica Nº 14. Celats. Lima. 1983.
- MATUS, TERESA (COLABORACION CON X. VALDES E.): "El dilema de
la producción de conocimientos en Trabajo Social". s/f
- MATUS, TERESA: "Cuando la epistemología no basta". Ponencia presentada
ai seminario de trabajo social cono sur. Montevideo. junio de 1992.
- complejas". en Revista Iztapalapa Universidad Autónoma Metropolitana.
Año 11. Nº 24. México. 1991.
- NUN, JOSÉ: Averiguación sobre algunos significados del peronismo. Gecuso
/ Espacio editorial. Buenos Aires. 1994.
- PARISI, ALBERTO: "Paradigmas teóricos e intervención profesional en
torno al campo categorial de la dialéctica histórico-social". Departamento de
investigación de la escuela de Trabajo Social de la Universidad Nacional de
Córdoba. mimeo. 1993.
- PRADA, RAUL: "Epistemología del dato". en: Revista mexicana de Sociología. AÑO XLIX. enero / marzo. México. 1987.
- SALTALAMACCHIA, HOMERO: La Historia de vida: reflexiones a partir
de una experiencia de investigación. Ed. Cijup. Puerto Rico. 1992.
- SCRIBANO, ADRIAN: "Epistemología y Ciencias Sociales". en: Revista Acto
Social. AÑO II. Nº 5. Córdoba, 1993.
- TAYLOR. CHARLES: "La teoría social como práctica". cap. 3 de Philosophy
and Social Science. Cambridge University Press. 1985. Traducción de José Fenrando García.
- ZEITLIN, IRVING: Ideología y teoría sociológica. Amorrortu. Buenos Aires. 1986.
- ZEMELMAN, HUGO: "La totalidad como perspectiva de descubrimiento".
en: Revista Mexicana de Sociología. AÑO XLIX. México. enero / marzo. 1987.
NOTAS
-1- Me refiero al Seminario-Taller para la Elaboración del Proyecto de Investigación,
que desarrollamos en la Carrera de Trabajo Social de la Universidad de Buenos Aires. El
mismo está a cargo del Equipo de Cátedra de 1a Matcria Antropología Social II de la Carrera
de Trabajo Social de la que soy su Titular, y que integran además, las profcsoras Ana
Domínguez Mon y Silvana Campanini y la Ayudante Alumna María Carman. Del equipo del
Seminario aludido forma parte también la alumna de la carrera y (como Carman) becaria de
tnvestigación de la UBA, Stella Cabral. Su objetivo práctico es facilitar la elaboración de
proyectos de investigación que purdan ser presentados a los llamados anuales a concurso de
becas de investigación de la UBA. El objetivo estratégico es, obviamente, incentivar la formación de investigadores en el campo del trabajo social. COmo se desprende, la rica participación de este equipo en el trabajo de Seminario interno y con los alumnos, alimenta las ideas aquí contenidas.
-2- Me refiero al Panel sobre "La investigación en el Trabajo Social", organizado por la Secretaría de Investigación de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Matanza en julio de 1994, la conferencia a mi cargo estuvo referida al tema de este artículo
-3- Suelo escuchar, con cierta desazón, que se reiteran reelamos que hace más de 20 años hacíamos quienes entonces éramos alumnos y advertíamos que no es la formalidad del título profesional lo que acredita al desempeño profesional. Entonces recibíamos por respuesta un reproche: "quieren recetas", con lo que la crítica quedaba neutralizada. Hoy existe la posibilidad del debate, pero exige el compromiso de todos con una dedicación seria al estudio.
-4- En Bourdieu, el campo es "un espacio social de relaciones objetivas [...] entre las posiciones ocupadas por los agentes que determinan la forma de tales interacciones".
..."Siempre que se instituye uno de estos universos relativamente autónomos -el campo artístico, el campo científico o esta o aquella de sus especificaciones- el proceso histórico ahí instaurado desempeña el mismo papel abstractor de la quinta-esencia [del campo]. De ahí que el análisis de la historia del campo es, en sí misma, la única forma legítima de análisis de esa esencia".
[Nota del autor en este punto]: "Así, el análisis de la actitud estética pura, que derecho, de la historia historia social de la ciencia".
.."La teoría general de la economía de los campos permite describir y definir la forma específica de que se revisten, en cada campo, los mecanismos y los conceptos más generales (capital, poder) evitando así todas las esepecies de reduccionismos..."
[de una nota del autor en este punto]: ..."las estrategias de las operaciones [de los agentes del campo] dependen de su posición en el campo de producción, quiere decir, de la estructura de distribución del capital específico..." (Bourdieu, 1989)
-5- Resulta acertada la observación de Danani acerca de que el protestantismo predominante en ese país puede constituir un marco de referencia respecto de la particularidad en la constitución del campo del trabajo social en Estados Unidos.
-6- "En 1924 se implementó el primer curso de Visitadoras de Higiene Social en la Carrera de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos AIres. Este estaba dirigido a mujeres, para desempeñarse como 'auxiliares médicos' ocupándose de 'las minucias para las cuales el médico no tiene tiempo', difundiendo las normas de higiene y prevención de enfermedades transmisibles; pero además, debiendo enseñar el orden y la economía doméstica". [Entre otros, un objetivo explícito era evitar] 'la improvisación y la falta de orientación científica (que) pueden esterilizar los más generosos impulsos'.
"...en 1939 se fundó la Escuela de Servicio Social del Museo Social Argentino [...] En versión de uno de sus fundadores, [debía formar] 'un profesional capaz de comprender la diversidad de factores que actúan sobre la vida humana para llevarla por senda equivocada'". (Grassi, 1989).
-7- Lo que constituyó la línea de la asistencia social para-jurídica, se expresó en la Escuela de Asistentes de Menores y Asistentes Penales, creada en 1941 en el Patronato de Recluidas y Liberadas. Esta Escuela pasó a depender de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en 1946, como Escuela de Asistentes Sociales. (Alayón, 1992)
-8- Esta situación no ha sido idéntica en elr esto del país: en las Universidades más jóvenes, la Carrera se integró a las Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales (como es el caso de la Universidad Nacional de Misiones) o de Ciencias Políticas (Universidad Nacional de Rosario), por citar sólo algunos ejemplos. Sin embargo, han proliferado también escuelas e institutos de nivel terciario, sin articulación con centros académicos.
En el caso de la Escuela de Asistentes Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires, permaneció en la órbita de la Facultad de Derecho hasta 1985, año en que por presión del movimiento estudiantil, en el marco del reciente reingreso a la vida democrática, pasó a depender directamente del Rectorado de la Universidad para, finalmente, pasar a formar parte de la actual Facultad de Ciencias Sociales como Carrera de Trabajo Social.
-9- Como se verá, no uso el término práctica con el sentido de cuasi "actividad material" y al mismo tiempo "pura", que tiene para los trabajadores sociales; la que podría separarse, así, de los significados y categorías teóricas o ideológicas, que se entienden ubicadas en otro plano. Concepción que fue llevada al paroxismo en aquella idea del "método sin método", inspirada en los escritos del antropólogo mexicano Manuel Zabala, cuyas propuestas para el trabajo social publicaba en Buenos Aires la editorial ECRO, en los años 70; y en la proposición del "acercamiento sensible a la realidad" como etapa fija de una serie de pasos sucesivos y rígidos de la metodología, que Lima y Rodríguez (1983) criticaron luego con propiedad. Entiendo el término práctica, en principio, como todo hacer humano, en cualquier ámbito constituido como espacio social de acción (como "campo de producción", para especificarlo en los términos de Bourdieu, ya citados).
Toda práctica humana es, simultáneamente, material y simbólica. Sus particularidades refieren, a la vez, a las especifidades del campo. De ahí que pueda hablarse de: la práctica política, práctica investigativa, la práctica sindical, la práctica médica, etc. Y cada una de éstas lo es como unidad (compleja y heterogénea) que resulta de las interacciones de los agentes que ocupan posiciones diversas (de hegemonía, de poder, de subordinación, etc en la estructura de relaciones del campo). Respecto de la práctica de los trabajadores sociales, desarrollo en lo que sigue cuál es -según entiendo- su particularidad y cuáles son las limitaciones en la constitución de una práctica profesional autónoma.
-10- Conviene enfatizar, entonces, que la noción de "intervención" no tiene de antemano un sentido policíaco.
-11- Danani (1994-b) hizo un original análisis acerca de la burocratización y la rutinización de la tarea, en su presentación en el Panel sobre la investigación en Trabajo Social, en el Encuentro sobre Presente y Futuro de la Investigación Social, realizado en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Matanza, en julio de 1994.
-12- Al respecto, ver el desarrollo más detallado que hace Parisi (1993).
-13- Aunque las comparaciones suelen ser odiosas, a vaces pueden resultar ilustrativas, si no se pretende asimilar un caso al otro: el ejercicio de la medicina es un ejercicio profesional; eso no conduce a que todos y cada uno de los miembros de este campo (los médicos) sean investigadores ellos mismos o que en su práctica cotidiana (en el consultorio, en el hospital o en la sala) hagan investigación. Pero la práctica médica es una práctica profesional y la de cada médico en particular, es expresión de aquélla, colectivamente constituida y reconocida como práctica científica; esto es, sustentada en la investigación en áreas diversas que atañen al campo: biología, farmacología, teconología médica, etc)
-14- Dichoo en términos prácticos: sólo si la vivienda (por tomar un ejemplo cualquiera) es
socialmente reconocida como un derecho, no únicamente como una necesidad, el Estado (instituciones ad hoc) podrá ser interpelado como garante del mismo y entonces, el desalojo de la familia Fernándezrequerirá atención pública y dará lugar a acciones legales, asistenciales, que serán encaradas por aquellos a quienes legítimamente se les reconoce incumbencia en el caso (entre ellos, los trabajadores sociales).
-15- Por eso digo antes que se trata de problemas que una soiedad define como tal, a
partir de la capcidad de un sector o grupo de hacer hegemónico sus criterios y argumentos.
La constitución de determinadas situaciones como "problemas sociales". o a la inversa, la desproblematización" de otras, implica confrontaciones y luchas ideológicas por significar los mismos. La violencia doméstica, es por ejemplo, una cuestión recientemente instituida como tal (como violencia, y por tanto como problema que interpela a instituciones públicas). Y esto es el resultado de las luchas feministas por los derechos iguales de las mujeres. Hasta no hace mucho tiempo -y aún hoy para buena parte de la sociedad- esto era una "cuestión privada" y parte del derecho del marido sobre su esposa. Cuestión similar ocurre con los niños: el castigo físico puede ser un "correctivo" o un "abuso", depende del criterio que se imponga, de donde -a su vez- se definirá o no una problemática social. Que la vivienda, la salud, la educación, etc., sean definidas como derechos o mercancías, tiene que ver también con la problematización o desproblematización del acceso a los mismos.
-16- Obviamente, la cuestión de "problematizar el problema que viene dado", pensada aquí en relación al trabajo social, es también -cada vez más- estratégica para la construcción de una ciencia social crítica, en la medida en que viene haciéndose hegemónico un discurso "pragmático" según el cual la investigación que no tiene esta finalidad inmediata es "ineficiente": el mismo Ministro Cavallo, en su pretensión de descalificar a los investigadores del CONICET (que por otra parte, en su mayoría también pertenecen a la Universidad pública) se puso él mismo como ejemplo del técnico eficiente: dijo que no perdió tiempo en Harvard investigando cuestiones de teoría económica, sino en cómo resolver cuestiones puntuales. Obviamente, el Ministro esconde su compromiso apriori con los supuestos a partir de los cuáles se construyen y resuelven esos problemas puntuales, detrás de un modelo imperialista de ciencia.
-17- No me resisto a la cita de Bourdieu (1989). "Construir el objeto supone también que se tiene, frente a los hechos, una postura activa y sistemática para romper con la pasividad empirista, que no hace sino ratificar las preconstrucciones del sentido común, no se trata de proponer grandes construcciones teóricas vacías [...] se trata de interrogar sistemáticamente el caso particular..."
..."Muchos de los objetos reconocidos por la ciencia social no son otra cosa que problemas sociales que entraron de contrabando en la sociología: pobreza, delincuencia, juventud, educación, ocio, deporte, etc [y] las mismas variarían junto a las fluctuaciones de la conciencia social del momento".
..."Uno de los instrumentos más poderosos de la ruptura (con el problema como dado), es la historia social de los problemas, de los objetos y de los instrumentos de pensamiento, es decir, la historia del trabajo de construcción de instrumentos de construcción de la realidad social..."
-18- "...en la actitud natural de la vida cotidiana, los juicios no son verdaderos o falsos -como los de la ciencia- sino válidos o inválidos, correctos o incorrectos, eficaces o ineficaces [...] el caudal de conocimientos del sentido común (es) un magma de tipificaciones, recetas, reglas, definiciones, máximas, etc. y las prácticas de razonamiento de sentido común [son aquéllas] a través de las cuales esos conocimientos son concretamente aplicados. Son estas prácticas las que articulan a situaciones específicas los elementos de aquel caudal que consideramos apropiados..." (Nun, 1994)
-19- Podríamos citar ejemplos al infinito, que también dan cuenta de la imbricación de elementos de teorías en nuestra interpretación cotidiana del mundo: ¿Acaso no nos basta referirnos al "Edipo de Fulano que no puede separarse de su madre", sin tener que preguntarnos cómo construyó Freud su teoría del Edipo y mucho menos sobre qué supuestos y referentes empíricos. ¿No nos basta reconocer que una vacuna es eficaz para evitar una enfermedad, para dársela a nuestros hijos?, etc
-20- O, si queremos, en el de las "prácticas de razonamiento de sentido común", como las define Nun.
-21- Corresponde dejar claramente sentado, que al mismo tiempo que postulo que
experiencia y conocimiento cotidiano no son criterios de validación del conocimiento
teórico, sostengo que la teoría no invalida por sí aquéllos (como vimos, aquel integra elementos de teorías de campos diversos). Por lo tanto, no estoy haciendo un planteo inverso al que quiero criticar. Lo que digo es que un conocimiento aplicado a reseolver los infinitos problemas de nuestro desenvolvimiento cotidiano en el mundo, no es criterio de validación para un conocimiento que se propone dar cuenta de los procesos sociales implicados en la ocurrencia de los fenómenos (de cómo y por qué suceden, como señala Giddens); el que a su vez, no puede dar respuesta inmediata a aquellos infinitos problemas, que sí resolvemos en nuestra experiencia. De ahí que tampoco constituyen universos contrapuestos, cada uno heterogéneo.
-22- "Para no ser el objeto de los problemas que se toman por objeto es necesario hacer la histori de la emergencia de esos problemas, de su constitución progresiva, es decir del trabajo colectivo cumplido en la competencia y la lucha que ha sido necesaria para hacer conocer y reconocer esos problemas como problemas legítimos, confesables, publicables, públicos y oficiales. Se puede pensar en los problemas de la familia, el divorcio, de la delincuencia, de la droga, del trabajo femenino, etc. En todos los casos se descubrirá que el problema que el positivismo ordinario (que es el primer movimiento de todo investigador) acepta como de suyo, ha sido socialmente producido en y por un trabajo colectivo de construcción de la realidad social...." (Bourdieu, 1989)