La Gran Guerra
terminaba en Europa y,
admitía la cancillería británica, el triunfo
aliado se había sustentado en
miles de toneladas de cereales
argentinos que alimentaron a las tropas enemigas de Alemania.
Desde ese punto de vista, bien puede adrmitirse que la "neutralidad" argentina en la guerra agents disimuló la intervención activa dcl país en el
conflicto; por lo menos, así lo entendieron los alemanes al hundir al carguero Monte Protegido.
En ese sentido, Hipólito Yrigoyen seguía la línea de
subordinación a Londres que
Julio Argentino Roca había
transformado en estrategia de
los hacendados bonaerenses. El partido radical dio ciertos retoques democráticos a esa idea de país: ahí empieza y ahí tcrrmina toda su progresividad histórica.
Un año antes de aquel
1918 la Revolución Rusa había
conducido al Poder a obreros y
campesinos, y arrancado de la
Entente al ex país de los zares.
En la Argentina, la posición
frente a la guerra dividía al Partido Socialista de Juan Bautista
Justo y Alfredo Palacios, decididamente belicistas, como había quebrado a la II Internacional. Así, fundado por el comunista chileno Luis Emilio Recabarren -su pnmer secretario
general- y el obrero gráfico José
Francisco Penelón -ambos borrados luego de la historia oficial del PC-, nacía aquí el Partido Socialista Internacional, que
en 1920 tomó el nombre de
Partido Comunista.
Mientras tanto, en la
universidad, lentamente comenzaba a gestarse desde principios de siglo el movimiento
reformista que estallaría en
1918.
En junio de 1906 los estudiantes de medicina de la
UBA habían presentado una
nota al parlamento, y en ella
denunciaban delitos de falsificación de documentos, certificados y diplomas por parte de
las autoridades de esa casa de
estudios. En ese mismo escrito,
firmado por Julio Iribarne y
Agustín Gatti, los estudiantes
se refenrían a la formación en la
facultad de camarillas "que se cierran herméticamente para no dejar
pasar a los grandes méritos" y a
"...la odiosa preferencia que hace
desfallecer al laborioso, alentando
la mediocridad y sembrando desilusiones en el campo tranquilo del
trabajo, de la vocación y del talento, cegándose así la fuente de todos
los estímulos y las vías de todo
progreso moral, institucional y
científico" -1-
El texto dc Iribarne y
Gatti señala que "...un régimen
que da esos frutos no es un régimen
sano ni bueno... y de ahí el lastimoso estancamiento presente".
El reclamo de los estudiantes de
medicina no iba en 1906 ni un
paso más allá de los principios
establecidos por la ley Avellaneda (véase número anterior) y
ellos se preocuparon por dejar
bien clara la cuestión: "..sea dicho para dejar bien definidos
nuestros anhelos de reforma dentro
de un prudente espíritu conservador... pensamos que es irreprochable la mente general de la ley universitaria sancionada por el Honoroble Congreso en el año 1885" -2-
Por último, aquella
apelación parlamentaria de los
universitarios solicitaba, entre
otras cosas, "la institución legislativa de la libre docencia, su régimen y los derechos a que da origen",
con lo cual retomaban la vieja
idea de Juan Maríaa Gutiérrez -nos hemos referido a ella en la
primera parte de este trabajo-
que propugnaba la apertura libre de cátedras por cualquier
individuo capaz de dictar una
materia, y que esa capacidad se
midiera mediante concursos
abiertos y de oposición entre
docentes.
Los estudiantes de
medicina consideraban en 1906
que ese principio consntuía "el
único elemento capaz de combatir el
predominio de círculos y camarillas" y tomaban los ejemplos
que en ese sentido ofrecían las
universidades de Austria, Alemania, Italia y los Estados Unidos.
Varias de esas solicitudes
de 1906 serían reformuladas en
1918, si bien entonces se abandonaría abrupta, violentamente,
el "prudente espíritu conservador" de doce años atrás.
En 1916 y en 1917 aumentó la agitación escudiantil
en Córdoba.
El 10 de setiembre
de 1916 se constituyó allí el
Comité Córdoba Libre después
de varias reuniones secretas en
casa de Arturo Orgaz a las cuales asistieron, entre otros, Deodoro Roca, Arturo Capdevilla,
Amado Roldán, Julio Brandán,
Rafael Bonet, Luis León, Octavio y José Pinto (h), Félix Alberto Echegaray, Saúl Taborda,
José y Benjamín Palacio. Ese
Comité inauguró sus actvidades el 24 de setiembre con una
conferencia de Alfredo Palacios
en el salón Rivera Indarte, que
resultó chico: se reunieron allí 5 mil personas, y 2 mil más quedaron en la calle. La atmósfera
social cordobesa no estaba precisamente calma.
Véase cuál era en 1918
la situación académica de la
universidad de Córdoba:
"Su biblioteca no tenía un
solo libro, no ya de Marx o de Engels, sino Darwin o Haeckel. En
el progrma de filosofía la bolilla 16 contamplaba los "deberes para con los siervos". Los consejos académicos eran vitalicios; los profesores se reclutaban por "leva hereditaria" entre amigos y parientes pobres de los provincianos influyentes. La investigación era nula y los métodos pedagógicos, primitivos" -3-
Esos nombramientos de
profesores y de autoridades académicas se hacían directamente
en la sacristía o en las reuniones de la Corda Frates.
"¿Qué es la Corda Frates? Es una tertulia de doce caballeros católicos -éste es su más fuerte vínculo espiritual- y de edades aproximadas, que se reúnen en comidas y almuerzos periódicos. Universitarios en su mayoría, políticos casi todos, funcionarios y ex funcionarios, legisladores y ex legisldores, los asuntos públicos les preocupan desde luego, y aún cuando con frecuencia sus señoras les acompañan, no dejan de presentar ciertos aspectos de consejo de Estado... Tiene gentes de todos los rumbos. Así, caiga quien cayere, triunfe el que triunfare, la Corda siempre cae parada" -4-
El 13 de marzo de 1918
ei Comité pro-Reforma Universitaria de Córdoba declaró la huelga general por tiempo indeterminado. Todo había empezado con
una serie de exigencias pedagógicas y administrativas, que hicieron estallar y salir a superficie el
movimiento todavía larvado que se gestaba desde años atrás, y pronto la cuestión saltó al plano
de la política nacional.
"El origen del conflicto fue
minúsculo: una diferencia sobre
aranceles, la supresión
del internado del hospital de Clínicas...
Y
cuando los jóvenes del
flamante centro de estudiantes de medicina
peticionaron respetuosamente, se los rechazó
en estilo drástico. Reiteradas las peticiones los
ánimos empezaron a caldearse. Las autoridades recabaron sin demora el auxilio policial. Y
el escándalo motivó la
intervención de la universidad por parte del presidente Yrigoyen" -5-
La resolución aprobada
por los estudiantes ese 13 de
marzo sostenía que "la amplia y
liberal reforma universitaria
-impuesta por las circunstancias- debe
ser propiciada por los estudiantes,
cundo no encuentr eco ni sanción
en las corporaciones llamadas a establecerlas, valiéndose para ello de
todos los medios a su alcance". -6-
Como se ve, el "prudente espíritu conservador" de 1906 había sido
superado por dos premisas audaces: la preminencia estudiantil en
la lucha Dor transformar la universidad, y la acción directa, la
huelga general (método tomado
de la clase obreca).
En efecto, en momentos
de convulsión se advierte que el
estamento estudiantil es el
más dinámico de cuantos
componen las casas de estudios superiores. Los docentes, por el solo hecho
de depender económicamente del miserable presupuesto, tienden a constituir camarillas, a conspirar
unos contra otros, a promover entre autoridades y
"favoritos" el previcaricato
grosero y hasta el cohecho,
a organizar componendas
ante cada elección. Y estamos hablando 77 años después
de la Reforma.
En el Nuevo Manifiesto
aprobado por los estudiantes cordobeses el 31 de marzo de 1918
se denunciaba que "esta universidad pretende educarnos para el pasado y moldear nuestros cerebros para los archivos de la humanidad" y
añadía: "anhelamos la enseñanza acorde con sus claros y amplios métodos de investigar y de aprender".
Queda claro que toda la violencia
que comenzó a generarse en
Córdoba no era más que la mínima indispensable para luchar
contra los restos de colonia monástica que imperaban en aquella
universidad, de modo de permitir
que la "casa de Trejo" se aproximara al ideal burgués que la hora
comenzaba a exigir: que el espíritu santo dejara paso a la investigación científica, de modo de
transformar los resultados de esa
investigación en tecnología al
servicio de la Producción; la universidad debía ponerse en condiciones de proveer a la industria
auxiliares capaces, cosa imposible
mientras siguiera en manos de
curas y de la Corda Frates.
Por
eso, en ese mismo Manifiesto, los
estudiantes la emprendían contra
la reacción clerical que, decían,
"descubre en toda manifestación de
libertad un delito de rebeldía volteriana...", para así "...cerrar el paso
al progreso y a la ciencia de verdad".
El movimiento reformista
de 1918 era, en fin, básicamente
democrático, y exigía por ejemplo
que se instaurara en las universidades el principio de "soberanía
popular" impuesto ya en la política nacional, opuesto, decían, al
"régimen aristocrático" de gobierno universitario. Exigían en ese
plano la renovación permanente
del profesorado, la docencia libre,
la evaluación de la competencia
de los profesores mediante concursos de oposición y la reforma
radical de los planes de estudio.
Como se ve, la Reforma estaba
lejos de poner en cuestión la vigencia de las instituciones estatales ni el ordenamiento jurídico.
Aún desde el punto de
vista de esos objetivos, socialmente limitados dc manera precisa, la Reforma, al igual que el desarrolio económico del país, es tarea inconclusa. Las observaciones
formuladas en 1916 por Enrique
Martínez Paz, profesor y académico de la facultad de Derecho y miembro del consejo superior de
la universidad de Córdoba, podrían haberse escrito ayer:
"...las actuales academias
(facultades) han perdiddo, si alguna
vez lo tuvieron, todo carácter científico y hasta didáctico; bastaría recorrer las actas de sus gestiones para convencerse de que raras veces una
cuestión científica llega a plantearse en su seno, y que hasta las cuestiones
didácticas de planes, métodos, programas, etc., no merecen de sus
miembros sino una atención incidental, nerviosa y pasajera; en cambio,
los intereses administrativos han ido
absorbiendo toda su actividad, han
desalojado los grandes problemas para dejar limitada su
acción a funciones administrativas".
Decíamos
antes que la Reforma Universitaria de
1918 es aún hoy tarea inconclusa; añadamos ahora que la
raquítica burguesía
argentina no puede
ya generar siquiera un movimiento reformista de
aquella magnitud: en nuestra hipótesis, la Reforma Universitaria
sólo admite hoy la dirección política de la clase obrera. Los objetivos generales del desarrollo nacional, las herramientas que ese
desarrollo requiere y, en fin, la
puerta de salida para la crisis del
país, no pueden dejar de señalarse ni siquiera en los momentos
de mayor oscuridad. Por lo demás, tampoco escribimos para
acariciar los oídos de quienes se
mecen arrullados, mansamente,
al socaire de los tiempos.
Intervención de Yrìgoyen
El 11 de abril de 1918
Yrigoyen decidió intervenir la
Universidad Nacional de Córdoba. Ese mismo día se fundaba en
Buenos Aires la Federación Universitaria Argentina
(su primer presidente,
como queda dicho, fue
Gabriel del Mazo).
Una semana
antes, el 4 de abril, el
Comité Estudiantil
pro-Reforma había
pedido al ministro de
Justicia e Instrucción
Pública, José Salinas,
que interviniera la
univeridad cordobesa.
El gobierno designó interventor a
José Matienzo, y la FUA agradeció esa medida mediante telegrama a Yrigoyen el 21 de mayo.
Sin embargo, rápidamente se vio
que la intervención era impotente contra las camarillas de la Corda y compañía, uno de cuyos
miembros fue elegido decano de
Medicina tras mencionar ante
Matienzo, y no era mentira, su
"profunda amistad" con Yngoyen
(el presidente de la República,
recordemos, era estanciero, ex
comisario de policía y socio del
Jockey Club; en la cúpula radical,
además, abundaban apellidos de
"familias conocidas").
Así se llegó al momento
de elegir nuevo rector. Al candidato de la Corda, Antonio Nores -su descendencia hace sentir hasta
hoy su influencia retrógrada en
esa universidad- se opuso el
Candidato avalado por los reformistas, Enriqne Martínez Paz. La
asamblea electoral se hizo el 15
de junio. Martínez Paz, a quien
ya nos hemos referido, era jurista,
historiador, sociólogo de amplísima cultura, que había respaldado decididamente al movimiento
reformista.
La candidatura de
Martínez Paz tenía fuerte mayoría
previa.
Sobre aquella sesión del
15 de junio escribió Deodoro Roca:
"¡Tres siglos! Tres siglos de misa, latín y ollas se alineaban aquella tarde en los altos sitiales. Después de una revuelta encendida y de una
reforma falaz, iba a ser ungido rector
un "enviado del Señor". La vieja
campana de los frailes seguía llamando a clase y a misa".
A la hora de votar, la mayoría en favor de Martínez Paz se
había transformado en su contrario. Untadas generosamente sus
manos con plata de curas, los
miembros de la asamblea eligieron finalmente a Nores por 24 votos a 13. La reacción de los estudiantes fue gloriosa: echaron a
puntapiés y a empellones a todos
aquellos parásitos -Nores incluído- y a sus acobardados guardaespaldas, y en el mismo pupitre rectoral donde debía hablar el
elegido y en el mismo libro de actas en el cual debió registrarse
la elección, el caudillo estudiantil
Emilio Biagosch escribió de puño
y letra:
"La asamblea de todos los
estudiantes de la umiversidad de
Córdoba declara la huelga general. Junio 15 de 1918"
Seguían más de mil firmas.
Nores escribió:
"Los revoltosos salieron de
los claustros a la calle, usando y abusando de sus derechos, hasta constituirse, sumándose a elementos no
universtarios v heterogéneos, en
fuerza desconocedora de todo respeto, que se desvió hacia su verdadero
rumbo: el más crudo socialismo".
No había transcurrido todavía un año desde la Revolución
Rusa, y su fantasma hundía en el
pánico a la ignorante burguesía criolla. Por lo demás, la unión de
los estudiantes con esos
"elementos no universitarios y
heterogéneos", es decir obreros,
trabajadores, indica que el movimiento reformista tendía en alguna de sus aristas a vincularse con la población explotada. Doble peligro.
También la iglesia católica, que intervino oficialmente en
el conflicto, confundió la lucha de
los reformistas cordobeses con la
revolución social que amenazaba
al mundo, nada menos. Veamos
qué sucedería tras esa revolución,
según la pastoral publicada entonces por el obispo de Córdoba,
fray Zenón Bustos y Ferreyra
"..habrá llegado aquella
hora de las democracias y del proletariado, saludada con ardor por los
apóstoles de la demagogia, hora de
subversión y anarquía general, de
agresiones y repulsas, en que a la
misma fuerza armada le faltará eficacia para garantir el orden y defender el trono, porque el ejército estará
igualmente contagiado de rebelión,
como las masas de dónde ha salido, y
en vez de rechazar los asaltos subversivos, pressentará armas a los
agresores.
Sin freno que los contenga,
serene y amanse, correrán las masas
sin que haya poder que las entre en
concordia con los capitales v capitalistas, las empresas y los empresarios,
las industrias y los industriales, una
vez que por desgracia falte en ellas el
temor a Dios. En lugar de cordialidad
lanzarán rayos de la aversión más
enconada y destestable, como la que
hacen comprender ya muchos mendigos dispuestos a morder la mano caritativa que les alcanzaba la limosna,
al reves de los de otro tiempo que estrechaban y besaban cariñosamente
la mano que se les alargaba".
Es una lección de materialismo histórico la de este cura
aterrado. En efecto es apropiado
identificar la "hora de las democracias" con la "del proletariado",
tal como el obispo hace: la Argentina, como todos los países latinoamericanos, sólo conocerá la
democracia bajo la dictadura del
proletariado, es decir la democracia de masas, la democracia directa, la que toma el poder en manos de las grandes mayorías y lo ejerce por sí, sin delegarlo en ningún
"representante".
Ese régimen será
el más democrático de la historia
porque por primera vez esas mayorías
ejercerán su dictadura sobre la
pequeña minoría de explotadores, de financistas parásitos, de
chupasangre. En cambio, aún
bajo formas parlamentaristas, hoy
se sufre la miseria degradante impuesta por los centros de poder
del capital financiero internacional..¿Qué es eso, sino la dictadura
secante del imperialismo? Tenía
razón el señor obispo en temer
tanto a la democracia y al proletariado: en una y en otro veía razonablemente serios peligros para
su propia gordura.
El 16 de junio, al día siguiente
de aquella asamblea
amañada, y declarada la huelga
general, la FUA
pidió al gobierno
que interviniera
nuevamente la
Universidad de
Córdoba.
En su
reunión del día
23, la Federación
Universitaria de
Córdoba decidió
mantener la
huelga y preparar un proyecto
de reforma para
presentar al congreso nacional de
estudiantes que
sesionaría en la
capital cordobesa
a partir del 14 de
julio, con el propósito de que
ese congreso lo
enviase a su vez al parlamento.
A esa altura de los acontecimientos, la lucha reformista
había adquirido un cariz decididamente político y tomaba proyección nacional y latinoamericana. En una nota escrita en 1927,
Gabriel del Mazo señaló:
"Frente a los enemigos de la
unidad en el orden interno v nacional,
se han proclamnclo ya los temas de los pueblos de
América contra el
imperialismo yanqui,
para la realización
de la justicia social" -9-
Así, confusa pero violentamente y con enorme fuerza, el combate por la reforma
salía de entre las
paredes de la universidad.
En una extensa carta a Yrigoyen el 17 de julio,
la Federación Universitaria de Córdoba pidió al Presidente una nueva
intervención a la
universidad cordobesa. En ella, al
replicar a las provocaciones de Nores,
los estudiantes decían:
"Los sociólogos y legistas
del trabajo nunca han atribuído la
resistencia obrera y los desmanes de
sus revoluciones a la voluntad de los
caudillos o al relajamiento de la autoridad en el taller o en la fábrica, sino, más bien y con razón, a las condiciones del trabajo y a la escala de
los salarios.
Tal sucede con nosotros... peregrina idea nos parece, excelentísimo señor, esta de atribuir los
crímenes de tan magno movimiento a
un «grupo» de exaltados".
Buena respuesta a las
mentalidades policiales, que en
los grandes movimientos de masas sólo consiguen ver Ia acción
de conspiradores o agitadores.
El 25 de agosto se hizo
en Córdoba un mitin multitudinario, organizado por el Comité
Córdoba Libre. Allí se ratificó la
confianza de los estudiantes en
Yrigoyen, quien al año siguiente,
en la Semana Trágica, no ahorraná sangre obrera para defender a
los dueños de fábricas. De paso,
este mitin volvió a pedir una nueva intervención a la universidad.
La universidad tomada
El 23 de agosto Yrigoyen
había decidido intervenir por segunda vez la universidad de Córdoba, y designó interventor al
ministro Salinas en persona. Empero, los días y las semanas transcurrían, y Salinas no aparecía por
Córdoba. Las autoridades provinciales aprovecharon la demora
y clausuraron la universidad por
tiempo indefinido.
El 9 de setiembre los estudiantes ocuparon
el edificio universitario y fueron
reprimidos por el ejército. El 12
Salinas viajó de apuro...
Antes, Yrigoyen había
nombrado interventor a Telémaco Susini, quien no Ilegó a asumir. Las autoridades universitarias y el propio gobiemo intentaban diluir el conflicto mediante continuas dilaciones. Por ese
mismo motivo los estudiantes
mantenían la agitación.
El 15 de
agosto fue derribada de su pedestal la estatua de un ignoto profesor García, especie de monumento al "docente desconocido" de la
reacción clerical. Junto al bronce
caído se encontró un cartel: "En
Córdoba sobran ídolos y faltan pedestales" decía. Cuando la policía
preguntó a Deodoro Roca quién
había volteado la estatua, el
caudillo estudiantil contestó: "Se
ha caído sola".
No le faltaba razón,
la universidad de los curas se caía
sola, era un cachivache de tienda
de antigüedades.
Inmediatamente la Federación Universitana de Córdoba
dio a conocer una resolución que
disponía:
"1º) Asumir la dirección de
la Universidad Nacional de Córdoba;
2º) Encargar a los ciudadanos Horacio Valdés, Enrique Barros e Ismael
Bordabehere, la dirección de las facultades de Derecho, Medicina e Ingeniería, respectivamente, y nombrar
secretario general al señor L. Ruiz
Gómez;
3º) Los ciudadanos nombrados ejercerán conjuntamente la presidencia de la universidad y procederán a proponer la designación del
profesorado interino;
4º) Suspender la
huelga y convocar a los estudiantes
para que asistan al acto de la asunción del mando;
5º) Clausurar los archivos, reabrir las bibliotecas, encomendar a los estudiantes la mayor
compostura v discreción durante el
funcionamiento de las clases y su
permanencia en la universidad;
6º) Todos los actos de los decanos serán
previamente comunicados a la Federación;
7º) Remitir comunicación telegráfica al señor interventor expresándole que habiendo sido tomada la
Universidad esperamos que la reciba
a la mayor brevedad;
8º) Invitar al
pueblo a concurrir a la inauguración
de las clases. Córdoba libre, setiembre 9 de 1918"
Ochenta y tres estudiantes permanecían en el edificio,
mientras otros dos (Emilio y Ernesto Bigosch) quedaban afuera,
encargados de las comunicaciones telegráficas y de las negociaciones con las autoridades provinciales y nacionales, mientras la
universidad permanecía sitiada
por la policía.
El estudiantado se negó a
entregar el edificio a la policía, e
hizo saber que resistiría por medio de la fuerza si aquálla intentaba ingresar.
La universidad fue tomada por fuerzas del ejército
(subordinado al gobiemo nacional). Los 83 estudiantes que se
encontraban en ella fueron conducidos presos al Cuartei 4 de artillería y se les promovió proceso
por sedición. De inmediato, la
Federación emitió la siguiente
resolución:
"Considerando: que esta
Federación asumió el día de hoy la
dirección superior de la universidad,
a objeto de encauzarla en su normaliad;
que las fuerzas del ejército
nacional interrumpieron sus propósitos al ocupar militarmente el instituto,
suspendiendo así la ceremonia oficial
de inauguración de los cursos que
esta Federación había decretado, y
las clases que en la mañana de hoy
empezaron a dictarse;
que en tales circunstancias
fueron encarcelados y puestos a disposición de la justicia federal 83
compañeros estudiantes, y entre ellos
casi todos los delegados de esta Federación;
que los hechos mencionados crean una nueva situación de
fuerza que se debe considerar;
En tal vìrtud, y de conformidad con sus estatutos, decreta:
Revocar el articulo 4º del
decreto de la fecha, dejando en vigor
el sancionado en la asamblea general
de estudiantes del 15 de junio, por el que se resolvió la huelga general por
tiempo indeterminado".
Horas antes de la intervención militar, además de designar autoridades, los estudiantes rebeldes habían empezado a
recibir exámenes, reabierto la
hibliotcca y degradado al prosecretario de la universidad al cargo
de ordenanza.
Era la primera vez
en la historia de América latina y
del mundo que el movimiento
estudiantil tomaba en sus manos,
mediante la acción directa, la
huelga y la ocupación, el gobierno universitario.
El ejército habia roto los
portones de la "casa de Trejo",
ingresado allí a punta de bayoneta y arrestado a sus ocupantes, pero el propósito de los alzados estaba conseguido.
Tres días más
tarde Salinas llegó a Córdoba y
comenzó un proceso de reformas
avalado por la dirección estudiantil. Muchas renuncias docentes fueron aceptadas, y los curas y
la Corda sufrieron un golpe rudo.
Varios reformistas notables ocuparon cátedras: Martín Gil, Gumersindo Sayago, Arturo Capdevilla, Deodoro Roca, Arturo Orgaz, José Barros y otros. El
conflicto había concluido.
Por lo demás, en 1918 se
hicieron por fin efectivos los esfuerzos que desde 1913 se hacían
por organizar la Federación Universitaria Argenbna sobre la base
de las federaciones de Buenos
Aires, Córdoba y La Plata; simplemente, el movimiento cordobés había hecho de la fundación
de la FUA una necesidad inmediata.
En la asamblea que fundó la FUA el 11 de abril de 1918,
el estudiante porteño Gregorio
Bermann, quien semanas atrás
había viajado a Córdoba en representación de la FUBA, manifestó
en su discurso un concepto preciso y premonitorio:
"Hoy la FUA tiene ya verdadera vida propia, y no vida de reflejo. Tal vez fundada en distinta
ocasión se convirtiera en centro burocrático, como tantos otros que vegetan de un cariz doctoral pedantesco, centro de ambiciones tal vez mal
nacidas. Pero ahora sería un delito
pensar que tal cosa pudiera suceder"
Desgraciadamente ya
no es delito pensar en ese extremo.
El mismo Bermann, citando a Joaquín V. GonzáleZ
señaló el objetivo que la Reforma nunca llegaría a cumplir:
que la universidad fuera un
foco de ciencias y de humanidades, y se constituyera en
centro donde se efectuara "el
estudio más completo de las condiciones en que la vida y porvenir
de la humanidad en el planeta
que habita sean más propicios al
bienestar común".
Ese objetivo
de la Reforma Universitaria es
hoy bandera caída, y así permanecerá mientras el impulso
estudiantil y la clase obrera no
la levanten.
Hasta que ello suceda,
seguirá vigente el diagnóstico
de Gabriel del Mazo:
"Nuestra universidad lejos
de adelantarse, ha sido rémora del
progreso institucional del país. Las
instituciones se le adelantan. Las
"Bases" no salieron como construcción jurídica suya, por suerte, ni las grandes figuras del pensamiento nacional fueron sus hijos. Ni Alberdi,
así fuese universitario, ni Sarmiento,
ni Echeverría, ni Mitre; tampoco
Ameghino. Cerrada a la vida y organizada aristocráticamente, ella sólo
dio "doctores" a nuestra clase dominante" -10-
NOTAS
- -1-. Petitorio de reforma a la ley de
universidades presentado al Congreso
por los estudiantes, durante el
movimiento en la facultad de
Medicina de Buenos Aires; en La
Reforma Universtaria, tomo II,
FUBA, publicaciones del Círculo
Médico Argentino y Centro de
Estudiantes de Medicina, Bs. As.,
1927, p. 191.
- -2-. Ob. cit., p. 195.
- -3-. Sanguinetti, Horacio; Córdoba hace
cincuenta años: la Reforma y un
reformista, en Todo es Historia Nº 12,
abril de 1968, p. 40.
- -4-. La Nación; 18/jul/1918.
- -5-. Sanguinetti. H.; ob. cit.. p. 40.
- -6-. Las referencias a documentos,
resoluciones,correspondencia y
discursos que insertamos en este texto
han sido tomadas de La Reforma
Universitaria, tomo II, ob. cit. Todo
ese material fue reunido y preparado
para su edición en 1927 por Gabriel
del Mazo, primer presidente de la
Federación Universitaria Argentina.
- -7-. Las primeras elecciones hechas en el
país bajo las disposiciones de la ley
Sáenz Peña -voto universal y secreto-
fueron, como se sabe, las del 2 de abril
de 1916, y venció abrumadoramente la
Unión Cívica Radical. Hipólito
Yrigoyen asumió la presidencia el 12
de octubre de ese año. Según aquella
ley todos los ciudadanos votaban (sólo
se consideraba ciudadanos a los
hombres, conviene recordar, y las
mujeres no votaban), pero los
extranjeros, es decir los no ciudadanos,
constituían un porcentaje tan alto (50
por ciento en la Capital Federal y el 30
por ciento en todo el país) y tan
concentrado desde el punto de vista de
clase (dos terceras partes del
proletariado local estaban compuestas
por inmigrantes) que bien puede
decirse que, en rigor, los obreros no
votaban sino muy limitadamente.
- -8-. En Memorial de cargos y de
anhelos del Comité pro-Reforma
universitaria de Córdoba, del 10 de
abril de 1918; en La Reforma
Universitaria, ob. cìt., p. 38.
- -9-. Nota de Del Mazo a la declaración
en favor de la obra americana de la
generación naciente, orden del día de
la Federación Universitaria de
Córdoba el 3 Junio de 1918; en La
Reforma Universitaria, ob. cit, p. 48.
- -10-. En La Reforma Universitaria, ob.
cit.. p. 108.