Las niñas Rosa y Marta han ampliado la franja de
expectativas de logros en el proceso de aprendizaje. Lentamente se alejan
del lugar del "no poder", espacio sancionatorio
de la escuela.
Es notable el cambio conductual de "Marta". Se muestra comunicativa,
se ríe. Se ha permitido ponerse ropa más adecuada a su edad. Puede usar
shorts y remeras en pleno verano sin miedo a "provocar" una situación de
abuso sexual.
Puede decir "yo no tuve la culpa".
Durante todo el proceso de accionar legalmente contra "Pedro", hubo una
niñita que sintió que era escuchada, no culpabilizada. Y por tanto su daño interior pudo ser reparado. "Ramona", chiquita, nenita abusada por su papá y luego internada en un Instituto de Menores, recibió ayuda.
A través de esta biografía anticipada del fracaso rescato que por una
vez logramos romper el fatalismo.
"Ramona" niña/madre pudo enfrentar el abuso sexual, el propio y el de
sus hijas.
Quizás podamos pensar que "de vez en cuando la vida
nos hace un guiño..."
Cuando se habla de casos de menores abusadas
sexualmente, resuenan en algún lugar de nuestra experiencia las reiteradas
frustraciones, las decisiones judiciales fuera de toda lógica, los sistemas
escolares expulsivos, los gobernantes indiferentes.
Hablar de "Ramona", "Rosa" y "Marta" es una bocanada de esperanza.
El principio fue una intensa divulgación de los Derechos de los Chicos
como gestión gubernamental, docentes sensibles al dibujo de "Rosa", la
acción coordinada e interdisciplinaria que permitió el abordaje de la
situación desde una mirada integradora.
Y como final del ciclo, nuevamente el responsable de sostener desde
acciones de gobierno una política coherente sobre el desarrollo pleno de las
personas.
La efectividad de estas acciones sirvió de antecedente para la
constitución de áreas de gobierno municipal específicamente abocadas a la temática de la violencia. |
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