Algunas palabras actuales, y necesarias....
Comparto con todas y todos aquellos que siguen cuidando a los constructores del “hombre nuevo” esta experiencia que me permite sentirme confiada por un rato.
Hace unos días, en la puerta de una escuela una mujer de unos treinta y pico acompañada por dos nenes me preguntó si era Virginia Casas. Ante mi respuesta me dice “¿No se acuerda de mí?” Sus ojos eran enormes, oscuros, sonreían a pesar de mi penoso olvido.
“Soy Isabel B”
La vida corrió veloz para atrás.
Isabel era una nena de 12 años que iba poco a la escuela, que cuando llegaba al aula estaba cansada, no entendía, se olvidaba.
La abuela de Isabel -único adulto de la familia- era ciega, juntas recorrían todas las dependencias municipales, Cáritas, y los comercios solidarios pidiendo algo para seguir en pie.
Isabel era su lazarillo; mientras caminaban le informaba sobre las personas con las que se cruzaban, los posibles lugares donde podrían darle algo: comida, remedios, ropa, chapas, colchones.
Caminaba con su abuela todo el día y al llegar a casa, le hacía la comida y cuidaba a sus hermanitos menores.
Algunas veces Isabel escribía algo ilegible en su cuaderno, que nunca era suficiente para pasar de grado.
En mi querida Escuela N°2 decidimos que no podíamos arreglar la vida familiar de Isabel, que otros eran los responsables de tanta indigencia; pero sí podíamos cambiar la frustración de no aprender.
Y lo hicimos. Isabel terminó su escuela primaria, sabía leer y escribir, los números los manejó siempre.
La abrazo y vuelve a ser una nena de 12 años.
Le dice a sus hijos “ella era mi maestra”. Yo era Orientadora Educacional y sin embargo la escuela nos alumbra a todos como maestras y maestros, lo cual es una certeza que se resiste ante la fragilidad posmoderna.
Isabel sonríe aún más y me confía: “Vivo con un hombre bueno, me trata bien, trabaja, tengo dos chicos, me estoy haciendo la casita. Los chicos van a la escuela .... no les gusta mucho pero yo les digo que tienen que ir para ser buenos en la vida”.
Nos volvemos abrazar.
Seguramente todas y todos necesitamos una vez al menos, la experiencia de encontrarse con un constructor de futuro y sentir que “Hasta la victoria siempre” sigue vigente.
Virginia Casas.
Villa Gesell 2009