* Salieron a relucir chacos,
tubos y pistolas en la agresión al CGH
La Jornada, México, 1 de febrero de 2000
Líder de colegios de abogados encabezó a porros de Derecho
* Othón Pérez Fernández orquestó
el acto de provocación que dejó varias mujeres lesionadas
Roberto Garduño y Karina Avilés * Sin fungir como profesor en activo de la
UNAM, Othón Pérez Fernández orquestó un acto de provocación que derivó en
violencia en contra de los integrantes del Consejo General de Huelga. Armados
con chacos, tubos e incluso algunas pistolas, decenas de porros del Grupo
de Reflexión de Estudiantes Universitarios (GREU) y del Tres de Marzo, entre
otros, derribaron la barricada de la puerta principal para irrumpir en el
campus universitario. Al grito de: "¡Derecho, derecho, derecho!",
estudiantes de esa facultad siguieron a los golpeadores, hasta la explanada de
ese plantel.
En un santiamén, la barricada de avenida Universidad y Copilco
se convirtió en un campo de batalla. Al observar el derribe de la muralla que
impide el paso a las instalaciones de la Universidad Nacional, los huelguistas
formaron una valla humana para obstaculizar el desquiciante paso de los porros.
En ese momento no hubo poder humano que detuviera a los seguidores de Othón,
quienes, además, respondieron de la misma forma a la lluvia de piedras,
tubos y trozos de madera que cruzaban de un lado a otro. De aquella escena
resultaron golpeadas varias mujeres; a una de ellas le sangró profusamente una
herida de la cabeza.
Los individuos de chamarra azul y oro
Ayer a las diez de la mañana, en el Superama de avenida
Universidad y Copilco, comenzaron a reunirse profesores y alumnos de la Facultad
de Derecho. Pero se sumaban individuos que nadie identificaba: eran hombres que
vestían chamarras con los colores azul y oro de la UNAM. Algunas jóvenes alumnas
explicaban sus motivos para estar ahí: "El coraje vence el miedo". Todos fueron
convocados por el presidente de la Federación Nacional de Colegios de Abogados,
Othón Pérez Fernández, quien trepado en una barda los arengaba: "Somos de
Derecho, y el derecho se aplica".
Minutos más tarde, a las 10:45, el mismo Othón lanzó la señal:
exigió a los presentes que con mano arriba votaran si estaban dispuestos a
retomar las instalaciones de la facultad: ¡sííí!, fue la respuesta. El
contingente antihuelga cruzó la avenida que lo separaba de la barricada,
entonando su consigna: "¡Robo, fraude y cohecho; robo, fraude y cohecho, arriba,
arriba, la Facultad de Derecho!"; al frente de ellos, una gran manta que aludía
al fin de la huelga: ¡Ni un día más!
Del otro lado de la barricada esperaban los estudiantes del CGH;
en un momento los montones de cascajo, maderos, pupitres, llantas, enrejados y
mallas metálicas fueron rodeados por los dos grupos. Othón Pérez, un hombre de
edad, fue el primero en subirse a ese montículo y provocar el maremágnum.
"¡Bájese, vamos a dialogar; no provoque un enfrentamiento entre
universitarios!", le demandaban los huelguistas. Pero este personaje se dirigió
a sus acompañantes y les preguntó de nuevo: "¿Levantamos o no levantamos la
huelga?", la respuesta fue otro "¡sííí!". Othón, entonces, les replicó: "¡Vamos,
entremos!".
A unos metros de ahí, Enrique Cervantes Contreras, El
Tabasqueño, junto a un grupo de porros, comenzó a derribar la barricada.
Arrancaban maderos, piedras, tubos y llantas. Los alumnos del CGH, sorprendidos,
formaron una valla humana: eran jovencitas en su mayoría que pretendían cerrar
el paso al grupo de choque. No lograron su objetivo, y mientras unos seguían en
la labor de destruir el montículo, otros se aprestaban a repelerlos.
De pronto inició una lluvia de piedras, maderos, tubos y
distintos proyectiles que lastimaron sobre todo a las mujeres. Una reportera de
televisión, Cecilia, recibió un mazazo en la cadera. La trifulca se recrudeció
cuando Othón Pérez, a manera de tacle de futbol americano, se introdujo
al campus; era tanto su afán, que tropezó y rodó por el suelo: "¡Déjenlo,
déjenlo!", gritaban los porros, pero nadie le causó daño. Se encontraba
agitadísimo y, como títere, una masa humana de subalternos lo arrastraba de un
lado a otro para cuidar su integridad.
Mientras los porros lo protegían, un compacto grupo de
estudiantes de Derecho se introdujo al campus al grito: "¡A la facultad,
a la facultad, a la facultad!". Pero Othón ya no quiso avanzar más; jadeante,
respondía a sus seguidores: "¡Ya ganamos, ya ganamos. Ya se hizo, vámonos. Ya
ganamos!".
Cuando los antiparistas se encontraban discutiendo con los
integrantes del CGH en la
explanada de la Facultad de Derecho, Othón Pérez decidió retirarse y, justamente
al remontar la barricada, sobre avenida Universidad, se desvaneció
inexplicablemente. De ahí fue trasladado al lujoso hospital Angeles del
Pedregal.
Una vez que el orquestador se fue, afuera de la Facultad de
Derecho los estudiantes huelguistas y los antiparistas oscilaron de un clima de
tensión a otro de entendimiento. Pero fue difícil. Primero acordaron formar una
comisión de cinco y cinco, para discutir la fecha y lugar de un encuentro para
analizar la huelga. Aun así, se dieron intercambios de posturas e incluso
acusaciones.
Francisco Ramírez, huelguista de esa escuela, le reclamó a Mao
Américo Sáenz sus vínculos con el diputado priísta Jaime Miguel Moreno
Garavilla: "Ustedes entraron y enarbolaron la violencia; ustedes tratan de
romper este movimiento por la vía ilegal. Ustedes son responsables". Mao le
respondió: "La gente está encabronada; yo no puedo hacer nada; yo no tengo la
culpa, yo no soy responsable, yo no muevo estos hilos".
Pero también una persona de nombre Alfonso Casados, que se decía
profesor, pero al que ni los alumnos huelguistas ni los antiparistas conocían,
argumentaba: "Este paro ha sido criminal para la vida académica, no lo podemos
tolerar más; vamos a pedirle al notario público que dé fe de que la comunidad de
Derecho, alumnos y trabajadores, queremos recuperar nuestra facultad".
Tras esa explicación, otros alumnos antiparistas gritaban:
¡Clases sí, huelga no!, y arengaban a sus compañeros: "¡Cumplido el objetivo,
vámonos a nuestras labores, porque nosotros sí trabajamos; a nosotros no nos
mantiene el PRD!".
Además Mario Benítez (MB), que se presentó de inmediato a ese
sitio, discutió con Carlos Rolando Penagos (CRP), quien se dijo profesor de
Derecho:
MB: Ustedes entraron con chacos; ya te enseñé a la gente
que no es de aquí. Si quieres vamos a preguntar quiénes son. Que vengan las
cámaras y vemos con qué gentes se acompañan ustedes.
CRP: Nosotros no los convocamos; somos universitarios y queremos
dialogar, pero no se encierren.
MB: Lo que yo digo es una cosa; así no se puede dialogar. ¿Qué
actitud quieren que tomemos?
CRP: Hay que convenir una reunión entre representantes de
ustedes y de nosotros, y así va a ser una legitimación legal y una legitimación
social.
MB: Las asambleas no incluyen ni profesores ni directores.
CRP: Tú también eres profesor.
MB: Sí, y soy estudiante de posgrado.
CRP: Yo también soy estudiante.
MB: Pero quien cita a estas asambleas es el director, el
secretario general y los profesores. Yo les pido esto: si ustedes entran a
golpes, no se resuelve el problema. Se complica. Vamos a resolverlo.
Alejado a unos metros de esos desencuentros, José Barroso
Figueroa, secretario general de la Facultad de Derecho, observaba la escena y
trataba de explicar la situación: "Los ánimos, sobre todo por tratarse de
jóvenes, se exaltaron; como siempre se exaltan, y estamos procurando que se
retiren... creemos que ya se cumplió la misión que había ahora; que una
buena cantidad (alumnos) de Derecho se reuniera aquí, de forma poco usual pero
suficiente mediante asamblea a mano levantada, para manifestarse en el sentido
de que debería ya concluir el paro".
Pero aquí hay mucha gente extraña.
De los jóvenes que estaban allá afuera agrupados, todos
eran de la facultad; es muy sencillo de comprobar porque incluso nosotros
tenemos un padrón; son gente que entró en la votación; en cuanto a la gente que
está adentro, pues sí hay mucha gente extraña.
Algunos de los que entraron traían armas...
De nosotros absolutamente nadie; nadie tiene armas y menos
tienen autorización para poder intervenir; ni siquiera queríamos que se llegara
a este extremo; nos mantuvimos a distancia, y lo que estamos procurando es que
la gente no se exalte demasiado. Quien hizo la exhortación a los alumnos para
que se manifestaran fue Othón Pérez Fernández del Castillo. El no es profesor en
activo en este momento... fue durante mucho tiempo profesor.
Al otro lado del estacionamiento, los estudiantes huelguistas y
antiparistas seguían discutiendo. Las comisiones que se habían formado buscaban
puntos de acuerdo para encontrarse próximamente en un debate sobre la huelga.
Pero un alumno, de los que irrumpió al campus momentos antes, Heriberto
Bolaños Ramírez, de tercer semestre de la Facultad de Derecho, marcaba con
insistencia el 060 en un teléfono celular:
"En este momento me encuentro en el estacionamiento de la
Facultad de Derecho; estamos solicitando apoyo para que se garantice la
seguridad de la gente que estamos aquí, y el resguardo de las instalaciones. Se
nos está negando el acceso, cosa que constituye un delito. Estamos alrededor de
300 personas. Aquí los esperamos". Al cuestionársele sobre la llamada que hizo,
explicó a los reporteros que ya se dirigía a ese sitio una unidad policiaca que
nunca apareció.
El seudoestudiante
Dos horas después de la irrupción, brigadistas del CGH
aprehendieron a un joven que se dijo llamar Roberto Paz Castellanos, quien
presentó una credencial que lo acredita como estudiante de la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales. Pero al ser interrogado sobre las materias que se
cursan en ese plantel, no supo responder; incluso le pidieron nombres de los
maestros que ahí imparten clases, pero tampoco contestó. Los huelguistas lo
presentaron ante los medios de comunicación y mostraron la acreditación falsa.
El seudoestudiante dijo entonces que lo habían golpeado, pero no pudo mostrar un
signo de agresión. "Que los medios den a conocer que este es un porro pagado por
las autoridades", gritaron los integrantes del Consejo General de Huelga.
Después de una larga deliberación, la comisión que se reunió en
la facultad acordó que el diálogo es la única forma de solución al conflicto en
la máxima casa de estudios; el rechazo a toda forma de violencia que enfrente a
los universitarios, y celebrar dos reuniones hoy: una en el Palacio de Minería a
las once de la mañana, y otra en el kiosco del Jardín Hidalgo de Coyoacán, a las
17:00.
Pasaban de las 14:00 y los estudiantes que entraron detrás de
los porros, que ya se habían retirado, caminaron nuevamente hacia la barricada
de la discordia. Una vez que entonaron un goya, salieron sin
complicación.
Más tardó en darse a conocer ese suceso, cuando el doctor
Eduardo López Betancourt hizo circular su postura sobre la provocación: "Son
lamentables las actitudes protagónicas de varios maestros universitarios. En
particular, en el caso de Othón Pérez, resulta nocivo su comportamiento para
resolver el conflicto de la UNAM; en un problema estudiantil los maestros
debemos ser constructivos, y no gladiadores o boxeadores, presentándonos como
rompehuelgas, ya que esa actitud complica más la situación universitaria".
La mesura de los estudiantes, huelguistas y no huelguistas, se
impuso otra vez a la provocación.
|