Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
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La dignidad humana es un atributo de todos los seres humanos por igual, que por ello se definen filosófica y normativamente como personas “libres e iguales en dignidad y derechos”. Declaración Universal de los derechos Humanos, art. 1º El texto siguiente apunta a compartir algunos análisis en torno a la intervención profesional en los nuevos desafíos que debe afrontar, para lo cual fue necesario pensar primero en las categorías “sectores populares”, “sociedad justa e igualitaria”y “construcción de lo nuevo”. Por lo tanto, comenzaré citando a dos autores contemporáneos de Trabajo social que dicen: “La posibilidad de pensar en una identidad construida es la posibilidad de pensar en una ruptura, donde el profesional se reconoce, no en el “deber ser” impuesto, sino en su práctica cotidiana y concreta; donde participa desde una opción política y desde una visión de mundo, en una determinada práctica social, privilegiando una intervención desde los sectores populares, apuntando no a una mera reproducción de lo establecido, sino al desafío de construcción de lo nuevo, de lo pendiente, de una sociedad justa e igualitaria” Moljo-Parra 1998, pag. 117. Entonces surge mi primera pregunta ¿la comunidad de San José de Boquerón goza de ésta sociedad justa e igualitaria que muchos de nosotros pregonamos como discurso?, ¿cómo se construye lo nuevo?, ¿qué es lo que se constituye en un desafío para los trabajadores sociales hoy?, ¿quiénes forman los sectores populares con los cuales intervengo? Y mi pregunta clave por qué elegí escribir sobre el Boquerón? Para empezar daré al lector una situación geográfica de donde está el mismo. La localidad de San José del Boquerón está situada en el norte de Santiago del Estero, a 270 kilómetros de la capital provincial y a 1.300 kilómetros de Buenos Aires en Argentina. Abarca una zona de 60 por 60 kilómetros, con una densidad de población muy baja, alrededor de 7.500 habitantes, distribuidos en 96 caseríos, de los cuales 30 poseen mayor cantidad de población. La región está completamente aislada, ya que no se cuenta con caminos pavimentados ni con transporte adecuado que la recorra. El clima es subtropical con estación seca, semiárido. En el verano hay temperaturas promedio de 40º. Las precipitaciones anuales no superan los 200 mm. La época de lluvias va de noviembre a marzo. En el invierno, la amplitud térmica diaria es de 20º, con noches muy frías. Las fuertes heladas nocturnas se producen en Junio y Septiembre. Originalmente, la zona estaba cubierta por el Bosque Chaqueño, alto y cerrado, en suelos profundos, con buena fertilidad natural. Esta situación cambió radicalmente por la tala indiscriminada de árboles. La explotación forestal, realizada de manera irracional y sin una política de reforestación seria, no sólo ha provocado la disminución de la valiosa riqueza maderera, sino que ha ocasionado, además, serios perjuicios a todo el ecosistema. Se incrementó la evaporación del agua y se aceleró la erosión de los suelos. Se produjo la invasión de especies arbustivas, como el “vinal”, que dificulta la regeneración de las especies principales. La ausencia de árboles deja el suelo totalmente expuesto a la radiación solar, acelerando en muchos casos el proceso de desertización. (Datos obtenidos de la página de Internet www.boquerón,info) Sus habitantes viven en condiciones infra humanas. Durante muchos años han sido nómades. En su mayoría no poseen la propiedad de la tierra en la que habitan y las viviendas son precarias. Los hogares están compuestos por familias muy numerosas, con un promedio de 6 hijos por cada uno. Es frecuente también que se hagan cargo de la crianza de otros niños que no pertenecen al núcleo familiar, o también, a nietos ya que hay una fuerte migración por parte de los jóvenes que se dirigen a las grandes ciudades en busca de trabajo, puesto que en la zona la economía es de subsistencia y la tecnificación inexistente. Es frecuente, también que migren para trabajar en las cosechas o en la tala del monte.
La elevada natalidad no se aprecia a causa del alto
porcentaje de mortalidad infantil, causada por la desnutrición
y la escasa o nula atención de la SIN
AGUA NI ALIMENTOS: INDIGENAS DEL CHACO “La prolongada sequía que se acentúa en la Región Occidental, afecta puntualmente a las comunidades indígenas del departamento de Boquerón. Los nativos deben caminar varios kilómetros en busca del vital líquido ya que la provisión de agua por parte de la gobernación local no les alcanza”. Relato de Susana Martínez, líder indígena del departamento de Boquerón a la radio local Voz Viva.
Entonces, ya estoy en condiciones de contestar
parte de las preguntas que me he formulado al comienzo. En Boquerón
NO existe igualdad ni justicia social, ahora bien ¿cómo
puede ocurrir esto en un país que posee uno de los mas grandes
reservorios de agua potable del mundo? En un artículo que he
escrito sobre el acuífero Iberá como un manantial de
vida hago un alerta a esto; muchos hablan de la escasez de agua
dentro de unos 10 años yo digo que es hoy y prueba fehaciente
de ello es el párrafo anterior que he trascripto, pero
continuemos….. “Tenemos muchas enfermedades, especialmente la tuberculosis que avanza en los pueblos. Las mujeres, los varones y los niños reciben los medicamentos, reciben un vaso de leche pero eso no abastece. Lo que necesitamos con mayor urgencia es alimentos. Necesitamos más leche para acompañar el tratamiento de las mujeres y varones que tienen tuberculosis”. Tuberculosis?? Pero cómo, ¿no estaba controlada??, no era una enfermedad de principios del siglo pasado??. Hoy en los servicios públicos se incorpora un actor fundamental “el mercado”, dónde el énfasis está puesto en las ganancias y…los indígenas no dan ganancia!!! . La CEPAL (1994) atribuyó el deterioro de los servicios públicos de salud y el empeoramiento de la salud a los recortes presupuestarios exigidos por los ajustes estructurales. En esa oportunidad, el Banco Mundial aprovechó el colapso de los sectores públicos para demostrar la ineficiencia e incapacidad de los mismos y exigió la reducción del papel del Estado como parte de las reformas neoliberales del sector salud, las cuales fueron muy bien recibidas por el gobierno del ex presidente Menem. Ahora bien ya han pasado 14 años de ese enunciado, sin embargo no se ha hecho nada para revertir esa situación, por el contrario cada vez son mas los sectores que padecen el desmantelamiento de los hospitales públicos, que no les llega ni siquiera la atención mínima para cubrir sus necesidades sobre lo que a salud respecta. “Vivienda y salud se relacionan estrechamente. Casas -ranchos- de barro, con techos de paja, sin puertas, algunos agujeros sin vidrios haciendo de ventanas. En una sola habitación cocina, come y duerme toda la familia. Las paredes y techos facilitan que en ellos anide la vinchuca, insecto que transmite el mal de Chagas. Esta es una enfermedad que afecta al corazón de forma irreversible. Los síntomas se empiezan a manifestar al cabo de algunos años. El enfermo muere repentinamente, o bien prolonga algo su vida convertido prácticamente en un inválido, sin poder hacer esfuerzos. Se estima que el 86% de la población padece este mal. Como en todos los demás aspectos, los gobiernos estuvieron ausentes en la atención de la salud. Curanderos y hierbas medicinales eran el único recurso para hacer frente a las enfermedades, leves o graves. Si eran serias no quedaba otra cosa más que soportarlas y esperar la muerte. Campañas de medicina preventiva, vacunación, higiene, erradicación de la vinchuca, eran desconocidas.” Recordemos que, uno de los pilares de la reforma neoliberal era la canasta de salud, la que garantizaba la atención mínima prenatal, partos, planificación familiar, atención enfermedades infecto-contagiosas, respiratorias agudas, etc., etc. Entonces, ¿que sucedió?. Sin palabras, solo me sigo preguntando donde quedó el primer principio de los derechos humanos, aquel que dice… “los derechos humanos son universales”… es decir que todos tenemos los mismos derechos sin ninguna distinción de raza ni credos, ejercer el derecho a la vida en plenitud. La comunidad de San José del Boquerón está pidiendo a gritos por nuestra intervención profesional; las muertes ilegítimas por falta de atención médica adecuada, la marginación e injusticia social que padecen, la desigualdad y el maltrato que soportan con total resignación nos confrontan con nuestro posicionamiento ético político, con nuestra concepción de identidad que tenemos de la profesión. Pero demos un paso mas…. “La gobernación de Boquerón tiene la posibilidad de enviarnos el agua mediante un camión cisterna, pero lastimosamente no puede abastecer a todos los pueblos indígenas. Tampoco la asistencia de la Secretaría de Emergencia Nacional llega a todas las comunidades por culpa de una mala coordinación” Es aquí desde donde, como trabajador social propositivo y no meramente ejecutivo, puedo realizar el cambio superando las barreras de lo institucional y lograr no reproducir lo establecido. Estamos hablando de vidas, no de paquetes, es inadmisible que por una “mala coordinación” se mueran personas. La señora Martínez, al igual que unas 300 mujeres rurales e indígenas, se encuentra participando del Cuarto Congreso de CONAMURI, cuyo lema este año es “Mujeres Unidas por la Liberación y la Igualdad”. Ellas son y conforman esos sectores populares que nosotros Trabajadores sociales debemos privilegiar. Pero, pregunto ¿no existen políticas de asistencia social que protejan a estos sectores populares?
En primer lugar, tendríamos que definir que
entendemos por políticas sociales, para ello transcribiré
lo que dice Estela Grassi... “las políticas sociales no
se comprenden únicamente en términos de su capacidad
para compensar inequidades, ni apenas como un producto del estado o
de decisiones técnico-políticas en ese ámbito.
En segundo lugar, tendríamos que hacer referencia al lugar que ocupa el Estado dentro del sistema neo capitalista y como dice Da Silva Telles, éste ha perdido su capacidad reguladora, ganando consenso el mercado como principio estructurador de la sociedad y de la política. Entonces, vemos que estamos frente a un desfasare entre lo que es y lo que debe ser. Por un lado se habla de políticas sociales impartidas por un Estado con total autonomía que pueda propiciar una sociedad equitativa y justa pero la realidad nos marca que esto no se cumple, que el verdadero poder está en el mercado y que es éste el que impone su statu quo. Retomando a Grassi, ella habla de “necesidades” y “protección” pero, ¿cómo un Estado desdibujado puede formular políticas sociales para cumplir con estos requisitos?, ¿ cómo un poder hegemónico, que se basa en la lógica del mercado, puede interesarle las necesidades de un grupo de indígenas?, ¿ para qué va a brindarles protección sino les sirve a sus finalidades?. Entonces, se los abandona a su suerte. No existen caminos a excepción de la ruta provincial que casi es inaccesible al tránsito; no hay electricidad, teléfono ni gas; no llegan los medios de comunicación como por ejemplo el diario o la televisión. Pueblo olvidado, aislado, privado de un contacto fluido o de poder ser ayudados ante cualquier necesidad que se les suscite. Pueblo vulnerado en sus derechos, niños olvidados a un destino oscuro y tenebroso sin esperanza y, disculpen mi insistencia, pero la Convención Internacional de los derechos del niño no habla de “asegurar al niño la protección y el cuidado necesario para su bienestar”, entonces que estamos haciendo como sociedad para hacer respetar esto?, qué estamos haciendo como colectivo profesional? Según Marshall, la ciudadanía social se refiere al derecho de gozar cierto standard mínimo de vida, de bienestar y de seguridad económica, por lo tanto ésta comunidad acaso, no son ciudadanos?. Uno de los temas que se encuentran en el centro de las preocupaciones del Trabajo Social es el de la ciudadanía, en tanto profesión que actúa en el espacio societal y público estatal, según marca Nora Aquin. (Aquin,1991 pag 110) Por consiguiente, debemos estimular todo esfuerzo en torno a éste debate para considerar nuestra urgencia en plantear al Boquerón como un problema social, promulgar el reconocimiento de que son ciudadanos. Es decir, ponerle voz a los sin voz. Cuando se investiga sobre Boquerón nos encontramos que la información proviene de sectores extranjeros en su mayoría. Se podría decir que se ajusta al proceso aceptado mundialmente de globalización económica, entendiendo la misma según Bekerman, como … “una creciente interacción entre las distintas naciones a través de la expansión entre las mismas del movimiento de bienes y servicios”…Bekerman, 1988. Pero, ¿Cuáles serán los bienes o servicios que se efectuarán en el cambio? Realmente es vergonzante que veamos en una página de Internet, que sectores extranjeros promulguen proyectos para ayudar a la comunidad de San José de Boquerón, cuando es el Estado que debería hacerlos y que nosotros como sociedad deberíamos obligarlo a cumplimentarlos, no por que es malo recibir ayuda del exterior sino por que somos nosotros como país, que debemos dar respuesta a estas situaciones y por que, desgraciadamente ya tenemos experiencia del costo que proporcionan ciertos tipos de ayuda, como ser la venta de nuestro suelo a cambio de “esos favores”.
Veamos lo que dice el anuncio: “Nuestra idea
surge a partir de una visita del padre Juan Carlos Constable S.J. a
Praga, donde dio una serie de conferencias en diferentes lugares de
la ciudad, en las cuales nos mostró con su palabra y material
fotográfico la historia y situación actual de San José
del Boquerón. Indignante, no? Como permitimos que se exhiban fotografías tan dolorosas, tan humillantes de nuestros compatriotas? Acaso, no nos avergonzamos como argentinos, que el mundo vea las miserias de nuestro país? Y aún peor, qué nos pasa como pueblo que no reaccionamos ante todo esto?.Por qué un sacerdote tiene que ir a pedir limosna al exterior? Acaso, no tendrá que ver con intereses corporativos en permanente confrontación? O, tal vez con un profundo cansancio de golpear puertas que nunca se abren?. Reflexionando sobre todo lo que antecede me pregunto si esto no es un desafio nuevo para los trabajadores sociales, pero para hablar de lo nuevo lo tengo que construir, tengo que pensar cuales son sus raíces, su historia, que relación hay entre génesis y validez, entre la situación dada y la realidad, entre la historia y la realidad humana. Por lo tanto debo analizar su propia historia. HISTORIA Los datos que a continuación se detallan son substraídos de una página de Internet www.boqueron.info, que se han transcriptos lo mas fidedigno posible, a modo de aportar una reseña que nos ubique en un contexto socio histórico, para luego poder analizar con mayor objetividad la situación de los pobladores de San José de Boquerón REDUCCION DE VILELAS-PETACAS 1735. Se establece en el territorio de la Pcia. de Santiago del Estero. El fundador de la misma es el P. Joseph Theodoro Bravo. 1748. Muere el P. J. T. Bravo; le sucede el P. Clemente Xerez y Calderón. El Rey decide asignar ayuda económica a la reducción. 1751. Se hace cargo de la Reducción el jesuita santiagueño P. Martín Bravo. Reedificada con el nombre de SAN JOSEPH DE VILELAS. Sucede al P. Bravo el P. Bernardo Castro; su ayudante es el P. Pedro Ruiz. 1752. El P. Castro inicia el pedido de traslado de la Reducción a un lugar más conveniente. 1756. Los indios incendian la Reducción de Petacas, matando al P. Ugalde. (Storni: [Eguía 563] 6.10.1756, Piquete (Salta); Francisco Ugalde). 1758. Según Acta del Cabildo de Santiago del Estero, se permite el traslado. Visita la Reducción de Petacas el P. Tomás Borrego. 1762. Mudanza definitiva. La Reducción se llama SAN JOSEPH DE PETACAS. Se va el P. Pedro Ruiz, y en su lugar llega el P. Francisco Almirón. 1764. Visita del Gobernador D. Manuel Fernández Campero. 1765. Visita del Obispo D. Manuel Abad de Yllana. 1767. Día 20 de Julio: se celebraron las fiestas de San Ignacio. Día 15 de Agosto: llega el Gobernador de Santiago D. Manuel Castaño con la orden de la partida de los PP. Castro y Almirón. La primera época. Hasta 1767 Comienza en el año 1735, cuando el misionero José Teodoro Bravo reúne a un grupo de indios vilelas en una reducción, lejos de su posterior emplazamiento. El asentamiento es reedificado en 1751, recibiendo el nombre de San José de Vilelas. Sin embargo, el lugar donde estaba situado no era conveniente, y al siguiente año el misionero jesuita Bernardo Castro solicita autorización a las autoridades para hacer el traslado a otro más apropiado. Será recién en 1758 cuando el Cabildo de Santiago del Estero dé el permiso necesario. El territorio elegido reunía condiciones inmejorables: buen clima, suelo fértil, numerosos ríos y arroyos que proporcionaban agua en abundancia. La mudanza se realiza en 1762, y se levanta la nueva población, San José de Petacas. Poco tiempo dura el bienestar. Cinco años después Carlos III ordena la expulsión de los jesuitas de todos los Reinos de España. Los dos misioneros de San José de Petacas -Bernardo Castro y Francisco Almirón- son apresados y deportados. El pueblo, al igual que los demás formados por los jesuitas, cae rápidamente en la mayor decadencia. En algún momento desapareció (hoy se pueden ver algunas vigas de madera asomando entre la maleza). Sus habitantes se dispersaron.
A partir de entonces, la zona y sus habitantes quedan olvidados para las autoridades. Se los recuerda únicamente para la explotación forestal. En el siglo XX una empresa maderera emprende la tala masiva de árboles, sin preocuparse por reforestar. Las consecuencias son desastrosas. Eliminados los árboles, cambia el clima. Las lluvias se reducen drásticamente provocando sequía en el campo y la desaparición de los cursos de agua -salvo el río Salado-, con lo cual aumenta la sequía. La tierra, sin humedad, desprotegida de bosques, erosionada por los vientos, acaba cubriéndose con una capa de polvo. Desaparecen las napas subterráneas de agua: para encontrarlas hay que perforar 90 metros y hasta 250 metros de profundidad. La región se convierte en una zona semi-desértica con muy pobre vegetación y sin posibilidades para los cultivos o el pastoreo de ganado en una escala adecuada. Paralelamente, las temperaturas se hacen extremas: veranos calurosísimos -hasta más de 50 al sol- e inviernos cortos pero de un frío muy intenso. A esto se agrega la falta absoluta de fuentes de trabajo. Al llegar el tiempo de las cosechas en Chaco, Tucumán, Salta, allí van las familias. El resto del año, nada fijo, solamente algún trabajo ocasional como hacheros o quemando leña para hacer carbón. La educación escolar tenía un papel mínimo. En 1975, al comenzar la segunda etapa de la misión, en un área de, aproximadamente, 14.000 km2 habían 12 escuelas. Tomando esta extensión, significa, en promedio, una escuela cubriendo 1.166 km2. Los niños debían recorrer a pie muchos kilómetros para llegar, y después volver a sus casas sin haber comido. Está claro que pocos asistían, careciendo, además, de incentivo alguno tanto ellos como sus padres, que no veían ninguna ventaja en la escolarización de los hijos. En sus condiciones de marginación y aislamiento, pensaban ¿de qué servía saber leer y escribir, tener conocimientos sin aplicación práctica? Esta situación se agravaba por el hecho de que las familias enteras se iban a trabajar a otras provincias en las épocas de las cosechas. Por otra parte, se contaba únicamente con el nivel primario de enseñanza, y aun éste resultaba totalmente deficiente: escasos maestros, mal capacitados, extrema pobreza de material didáctico y útiles escolares, eran parte del problema. La nueva misión. Desde 1975 En 1975 el obispo de Añatuya, Jorge Gottau, pide a los jesuitas que tomen a su cargo la zona. La Compañía de Jesús accede rápidamente, y en la Pascua de ese año se instalan en San José del Boquerón los padres Juan Carlos Constable y Agustín López. La tarea que tienen por delante es enorme, tan grande como el cuadro de total abandono que encuentran. Inmediatamente se ponen a trabajar. Durante un año duermen en un pozo cavado en la tierra: hay cosas que hacer más importantes y más urgentes que levantar una vivienda para ellos. Toda la historia de los lugareños está marcada por la inter relación con los jesuitas, que al parecer son los únicos que se han hecho cargo del lugar. Su realidad debe ser tomada como una totalidad construida históricamente por ellos, diría Netto “La realidad social es una totalidad concreta compuesta por totalidades concretas de menor complejidad” solamente entendiendo la realidad de la comunidad de Boquerón de ésta manera es que podemos como profesionales intervenir en ella, pero es necesario, siguiendo al autor …“Para que el problema pueda ser resuelto, debe ser antes formulado” Karel Kosik, 1967 pag153 Entonces, debo cuestionar en primer orden, la intervención profesional, es necesario entender que en ella se involucra el saber y el hacer. Se necesita una permanente mediación entre lo particular y lo general y visceversa. Pilar Fuentes,, nos habla en “Lo que el viento no se llevó” sobre una intervención centrada en el sujeto, entendiendo a éste como… “una totalidad plena de historia, de cultura, de saberes, de potencialidades”, pensar en las personas que viven en el paraje olvidado de Boquerón como sujetos sociales de pleno derecho, que se incorporen a la resolución de sus problemas y no que sean agentes pasivos de dádivas. Entender a la intervención no como un episodio natural sino como una construcción artificial de un espacio tiempo, que se constituye desde la perspectiva de diferentes actores, que trata de generar alguna transformación o modificación en relación con la situación dada. Pero, además es necesario repensar el significado de lo social para nosotros trabajadores sociales, en el proceso de reproducción de las relaciones sociales. Según Yazbek, el punto de partida para comprenderlo es el de la inserción en la sociedad por parte de la profesión, tomando como concepto básico el de reproducción social en una sociedad capitalista; que según la tradición marxista, sería el modo en que se producen y reproducen las relaciones sociales en dicha sociedad, tomando a la totalidad de la vida social. Ahora bien, la palabra insertar, según el diccionario de la real academia española significa “incluir una cosa en otra”, por lo tanto inserción en la sociedad estaría significando incluirnos en esa sociedad, aprender sus códigos, contextualizar las situaciones en tiempo y espacio, comprender mejor sus significaciones pero hay que tener mucho cuidado en no caer en que incluirse no es mimetizarse, por el contrario, es tomar la distancia objetiva para poder actuar. Es necesario salir de un análisis endógeno de la profesión para profundizar el contexto de las relaciones mas amplias que condicionan nuestra profesión, pero también es necesario tener una permanente mirada sobre nuestro quehacer profesional. Para concluir, contestaré la última pregunta que me formulo al principio, el por que elegí escribir sobre San José de Boquerón. Para ello me remito a lo que dice Martinelli …“nosotros no elegimos el tema, el tema nos elige a nosotros”… y nos elige por que esta íntimamente ligado a nuestro ser. Cuando me inicie en los estudios de mi profesión fue para dar respuesta a mi propia existencia y a tantos cuestionamientos, que me hacia sobre la desigualdad e injusticia que existe en el mundo, para tratar de revertir estas situaciones a otro nivel que no era desde lo cotidiano Pero, a través de los años fui descubriendo que se requiere, en primer lugar ser un profesional informado, culto, crítico y competente, en segundo lugar y, en éste punto citaré a Iamamoto, debe ser un profesional capaz de descifrar la realidad construyendo espacios de trabajo creativos, entendiendo a la profesión como un tipo de trabajo en la sociedad, comprendiendo que nuestra práctica profesional está sumamente condicionada por las relaciones entre el Estado y la sociedad civil. Sin embargo, esto no es un impedimento para nuestro accionar puesto que disponemos de un Código de Ética que nos regula como una profesión liberal y una ley que asegura nuestra intervención. San José de Boquerón está ligado a mí por que es parte de mí, como integrante de la humanidad y como trabajadora social, partícipe de un colectivo profesional haciendo un juramento, el de defender los derechos vulnerados de las personas.
Entonces, es necesario que reflexionemos y abramos
horizontes para que los nuevos tiempos que nos tocan vivir sean:
* Datos sobre la autora: * Alicia Alaniz Lic. en Trabajo Social Volver al inicio de la Nota |
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