Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
INVESTIGACIÓN CUALITATIVA DESDE LA HISTORIA DE VIDA DE DOS EX DETENIDOS
Por:
El
presente trabajo de investigación se propone explorar
los mecanismos de control social que se legitiman tras el encierro
carcelario y que contribuyen a reproducir y amplificar una situación
marginal primaria.
En lo específico,
analizar la relación entre marginación e inclusión
cultural e indagar sobre las modalidades de inserción al
mercado de trabajo y su relación con el concepto de trabajo
como norma moral.
El afán de la
búsqueda fue rescatar historias de vida que dotan de
historicidad a un hecho que en apariencia se nos muestra como
inevitable, sujeto a quienes se desviaron del camino.
INTRODUCCIÓN
Al momento de definir el
área a investigar la atención se centró en aquél
lugar social que contiene la capacidad de conflicto; en quienes
transgredieron el código penal y a causa de ello les cupo una
pena privativa de su libertad.
Su existencia se traduce
paradójicamente en la medida de la propia debilidad del
sistema, evidencia su faz más perversa: la del control social.
La propuesta es explorar
a través de la historia de vida de dos ex detenidos cómo
operaran los mecanismos de disciplinamiento social, que sólo
durante el encierro se tornan visibles y posterior a él se
estigmatizan legitimando su razón de ser.
El análisis se
centra en relación a los conceptos de marginación-inclusión,
trabajo como norma moral y encierro.
El informe comprende tres
capítulos, el primero relativo al marco conceptual que
constituye al sujeto histórico-social, un segundo capítulo
que aborda los objetivos, supuestos básicos, universo de
estudio y anclaje metodológico, por último el análisis
propiamente dicho y las conclusiones.
I
Las Provincias Unidas del
Sur expulsaban libertad exigiendo se oiga “el ruido de rotas
cadenas”. Actualmente vemos como aquellas cadenas que nos
deparaban un destino de gloria hasta morir, fundado en la soberanía
e igualdad, se vuelven a fundir en una pretendida globalización.
“Vivimos en un mundo conquistado, desarraigado y transformado
por el titánico proceso económico y tecnocientífico
del desarrollo del capitalismo.” (Ianni 2001:117)
Sociedad mundial que basa
sus principios en la concepción que el mercado de bienes y
servicios es el modelo de organización social más
eficaz. Esta visión puramente economicista sostiene que existe
un correlato lineal entre crecimiento económico y desarrollo
social. Según esta teoría las sociedades que
implementan políticas de ajuste y consiguen cumplir metas de
crecimiento económico (estabilidad, equilibrio financiero,
incremento de niveles de productividad y competitividad), por acción
del “derrame” obtendrán beneficios análogos
en los índices de desarrollo humano.
Esta
corriente de pensamiento domina la agenda pública desde los
años `90 presentada como “la
única fórmula viable en el mundo moderno, y que sus
principios deben aplicarse urbis et orbis independientemente de las
características propias de cada país”. (Cuello
1999:131-145).
Sin
embargo, uno de los hallazgos de la ciencias económicas que
merecieron el Premio Nobel (Joseph
Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001)
ha sido la
comprobación que tras las
recetas neoliberales del denominado Consenso de Washington) pueden
alcanzarse metas de crecimiento y estabilidad, pero al mismo tiempo
seguir empeorando la vida cotidiana de la mayoría de la
población.
Lejos de
solucionar los problemas del subdesarrollo, los agrava al polarizar
en forma creciente a los sectores sociales.
La
asignación de la renta nacional en los últimos 20 años
se realizó en desmedro de los ingresos de los sectores
populares, particularmente del salario, y a favor de la ganancia,
particularmente del sector más concentrado e inserto en la
internacionalización de la producción y la
transnacionalización del capital.
(Gambina 1999:
65)
LA BRECHA DE LA
INEQUIDAD
Esta
nueva fase de
acumulación originaria produce una inédita
concentración de poder, riqueza e influencia social en manos
de un grupo cada vez más reducido de la población,
mientras que vastas mayorías nacionales son relegadas a la
marginación y a la desesperanza, a la exclusión y la
pobreza. Las cifras que grafican este verdadero holocausto de la
globalización neoliberal son las siguientes:
Los
que viven en el 10 por ciento de los hogares más pobres de la
Argentina reciben 65 pesos por mes. Y los que viven en el 10 por
ciento de los hogares más ricos disponen de 2.226 pesos
mensuales. De este modo, cada integrante de las familias más
ricas percibe 34,2 veces más que el de la vivienda más
pobre. Esos datos del Instituto Nacional De Estadística y
Censo (INDEC) corresponden al tercer
trimestre de 2005
y marcan, concretamente, que volvió a aumentar la distancia
entre los más ricos y los más pobres 32,1
veces.
Nuevamente
se advierte que pese a la suba
del Producto Bruto Interno, los frutos de esa mayor riqueza se
reparten en forma decididamente desigual. Si bien la economía
se recuperó, no hubo ningún cambio sustancial o reforma
estructural. El sistema impositivo sigue siendo regresivo, los
precios subieron y siguen subiendo, afectando más a los más
pobres: los principales productos de uso familiar, aceites, carnes y
lácteos, aumentaron su valor entre un 120 y un 160 por ciento
desde la devaluación de inicios de 2002. En la vereda de
enfrente la actividad rentística sigue estimulada, el
superávit fiscal se destina a pagar la deuda transfiriendo
recursos al exterior, grupos económicos muy fuertes continúan
recibiendo incentivos fiscales. (Muchnik
2006)
En esta sociedad donde el
valor está puesto en la acumulación de la riqueza, todo
aquél que no lo produce se convierte en generador de malestar
y debe ser expulsado para que el orden no se altere.
DEL ESTADO BENEFACTOR
AL ESTADO REPRESOR
El Estado ya no es
garante del pleno empleo, razón directriz del Estado de
Bienestar. A la vez que deja de subsidiar al empleo comienzan las
medidas de flexibilización laboral, se establecen asimismo,
políticas privatistas dándose un traspaso de empresas
públicas a manos privadas lo que conlleva un quite de capital
al Estado y una concentración de la riqueza en el capital
privado. En este marco se agudiza la presión fiscal sobre la
clase medía y se menoscaba aún más la situación
extrema de los pobres.
Este modelo de
crecimiento económico se sustrae de la lógica del
Estado benefactor que busca equilibrar eficiencia económica
con beneficios sociales, convalidando el modelo de sociedad reloj de
arena; sociedad dual que excluye a amplios sectores de la población
no sólo del consumo, sino del trabajo, la salud y la
educación.
El
Estado neoliberal, desliga dicha responsabilidades en los
particulares, cada uno es responsable de la situación en la
que vive, actitud que se resume en el lema “sálvese
quien pueda”. Así concebida, la pobreza se la explica a
causa estrictamente individual y no a políticas públicas
inequitativas. En esta lógica lo que debería cambiares
entonces es este “comportamiento errático” y no a
las políticas de Estado.
Estar en oposición
al neoliberalismo es estar en contra de una concepción
exclusivamente individualista y no social. Es estar a favor de la
equidad distributiva, que sólo puede resolverse aplicando
criterios políticos. Es estar a favor del tejido social, que
da el carácter distintivo a cada país porque hace a su
propia cultura. (Cuello 1999:142)
GLORIFICACIÓN
DEL ESTADO PENAL
La causa del incremento
de la violencia está en el retiro del Estado de sus funciones
tendientes a paliar las distorsiones del mercado, en la
mercantilización de las relaciones asistenciales Es el miedo
(a ser pobre y de los pobres) el que genera violencia, a su vez el
miedo es generado por la inseguridad la que está originada en
el retiro del Estado de sus funciones básicas y por lo tanto
en el sentimiento de "desamparo". (Pegoraro 2001: 147)
Debilitamiento del Estado
social, fortalecimiento y glorificación del Estado Penal. El
Estado como instrumento de disciplina y vigilancia adopta, como
política de prevención del delito y de la violencia
social, el rigor penal: construcción de más cárceles
y aumento de la población penitenciaria. “una política
dramática, que busca la limpieza, la homogeidad, y que mata a
las minorías.” (Touraine 2001:38)
Los mismos que ayer
militaban a favor del Estado mínimo en lo que se refería
a la perrogativa del capital y la utilización de mano de obra,
exigen hoy con igual fervor más Estado para enmascarar y
contener las consecuencias sociales deletéreas, de la
desregulación del trabajo asalariado y del deterioro de la
protección social. Reemplazo del Estado de bienestar
paternalista, por un Estado punitivo, único capaz de imponer
el trabajo asalariado desocializado como norma societal y base del
nuevo orden de clases polarizado. (Wacquant 2000:25)
El nuevo sentido común
penal apunta a criminalizar la miseria y por esa vía a
“enmascarar otra criminalidad que a veces es su causa, y
siempre su amplificación. Es la delincuencia de arriba,
ejemplo escandaloso, fuente de miseria y principio de rebelión
de los pobres.” (Foucault 1999:294)
La política de
Estado no responde a la desigualdad mediante un fortalecimiento de su
compromiso en la equidad social, sino con un endurecimiento de su
política penal. A la violencia de la marginación
económica añade la violencia de la exclusión
carcelaria.
LA RETÓRICA DE
LA INSEGURIDAD
Ahora ese orden se basa
en la inseguridad y el miedo. La inseguridad lejos de ser un estorbo
es funcional a la nueva forma de Estado. Paradójicamente el
sistema es seguro en tanto la inseguridad reina.
Si el control social
puede ser entendido como la estrategia tendiente a naturalizar y
normalizar un determinado orden social construido por las fuerzas
sociales dominantes, la estrategia es adjudicar la violencia a
conductas de los inadaptados que provocan inseguridad en la vida de
los honestos. La retórica de la rectitud y de la
responsabilidad individual desvía la atención de las
dimensiones estructurales del problema de la violencia.
El mundo de la modernidad
no puede aguantar a la “gente problemática” y a
las “clases peligrosas”, contra las que busca construir
las más elaboradas defensas. La tarea es convertir diversidad
en desviación. (Young 2001:29)
La disidencia es
desplazada, ésta muestra impúdicamente las falacias del
sistema, convirtiéndose de este modo en un atentado al orden
vigente. Todo aquel comportamiento que no se ajusta a la norma
adquiere el distintivo de conducta desviada, inadaptada y que debe
ser aislada en busca de corrección.
El discurso de los
medios sobre la inseguridad
Las cifras sobre la
inseguridad ocupan la primera plana de los diarios y son reiteradas
cada día por los noticieros de televisión atentos a
cada nuevo suceso que involucre rehenes, boqueteros, robo a mano
armada, ancianos brutalmente golpeados tras un asalto, policías
muertos en feroz tiroteo y ladrones maniatados piernas en diagonal de
cara al asfalto. A tal punto el discurso de los medios devora este
tipo de casos que hasta se levanta la programación habitual,
para que vía directa y sin cortes publicitarios uno sentado
frente al televisor pueda esparcir su estresada vida con un poco de
morbosa realidad.
“La
necesidad de los políticos y comunicadores sociales de culpar
a chivos expiatorios en vez de señalar los problemas que
existen en lo profundo de la sociedad, lleva a una proyección
de conflictos hacia otros e impulsa a la demonización (...)
Culpando por las enfermedades sociales a ciertos sectores, usualmente
vulnerables, de la estructura social” (Young 2001:30, 39)
Si al aumento
incuestionable de la inseguridad le acompañamos un discurso
alarmista e intencionado de los medios, las respuestas no se hacen
esperar. Aparecen recetas made in USA de la “tolerancia cero”
y de la “mano dura” que justifican medidas represivas con
alcance principalmente en los sectores pobres de la población.
Entre ellas la reforma procesal en la provincia de Buenos Aires (año
2000) durante la gobernación de Carlos Ruckauf a las que se
suman las llamadas “leyes Blumberg”, en el ámbito
federal (año 2004). Estas reformas extendieron los tiempos de
condena, y suspendieron el régimen de libertad condicional, lo
que redundó en una explosión demográfica de las
cárceles.
El aumento de una tasa de
encarcelamiento no responde necesariamente a un aumento en la tasa
del delito. De 1990 a 1996, estas dos tasas iban en forma paralela,
pero desde la reforma Ruckauf, la tasa de encarcelamiento se disparó
sola. En los últimos años, la tasa de delincuencia
baja, pero la de encarcelamiento no. Actualmente, unos 32 mil
internos (60% de la población carcelaria) se encuentran en
carácter de procesados no condenados. (Borda 2006)
El
discurso "Blumberg" de
agravamiento de penas y rebaja en la edad de imputabilidad
obtuvo una
multitudinaria adhesión de la sociedad durante el invierno de
2005. -2-
Discurso
que divide a la sociedad en "buenos" y "malos".
Se reclama para la gente "buena" y próspera de la
sociedad más seguridad por parte del Estado; y para la gente
"mala" la cárcel. Es el discurso de la guerra, de la
defensa social. (Foglia 2005)
A
la que se añade de tanto en tanto campañas mediáticas
de los eternos defensores de “La Ley y el Orden” sobre la
necesidad de leyes más duras, mayor presencia policial, penas
altas e imputabilidad temprana condimentadas con frases que advierten
sobre la pérdida de valores morales y sobre la desilusión
de la vida familiar como causales del delito. El Dr.
Diego L. Guardía, Defensor
Público Oficial ante los Jueces y Cámara de Apelaciones
en lo Criminal de Instrucción N° 16, de Capital Federal,
así refriere a las causales del delito:
“Los
individuos que se encuentran desempleados están inmersos en un
ocio forzado, al que no accedieron por decisión propia. Su
vida está vacía y su tiempo está vacío.
No hay obligaciones laborales prefijadas, ni responsabilidad laboral,
ni actividad productiva y consecuentemente no hay satisfacción.
Este marco va señalando
la situación en la que se encuentra el sujeto y en aquellos
individuos que poseen sus valores éticos y morales menos
arraigados pueden llegar a darse la tentación de incursionar
en el camino del delito. Aquí se evidencia la importancia de
la instrucción y de las enseñanzas familiares, aunque
en gran número de ocasiones el grupo social o el núcleo
familiar se encuentra en idéntica situación, con lo
cual, más que un apoyo para el individuo constituye un grupo
de riesgo para la sociedad toda”. (Guardía 2002)
.Vox populi “entran
por una puerta y salen por la otra”, “son
irrecuperables”, “a ésos hay que matarlos a
todos”, entre otras tantas frases que convalidan la noción
de la responsabilidad individual como causa del delito. Rechazando
que existan alguna relación entre el delito y la estructura
social.
La inseguridad en
contraluz
El nivel de la palabra y
de los discursos en los oligopolios mediáticos conduce a
comprimir el espacio del debate limitando la noción de
inseguridad a inseguridad física, excluyendo de la discusión
la inseguridad económica y social a la que está
sometida la mayor parte de nuestro país.
Es por ello que resulta
interesante analizar este contraluz de voces entre el Dr Juan
Alemann, ex ministro de Hacienda durante la dictadura militar y Elías
Neuman, criminólogo y titular de la cátedra de
Criminología y Victiminología de la Universidad de
Buenos Aires.
“Nada
puede ser visto como anecdótico; todo tiene un sentido
político muy claro. Debemos buscarlo en la transformación
de los que conocimos como Estado de Bienestar en un Estado Penal. Hay
hoy una evidente manipulación del sistema penal. Todos sabemos
perfectamente que manipulando la ley penal y creando leyes más
severas, no se pueden modificar siquiera en un ápice las
realidades sociales.
El Estado penal propone
cantidad de cárceles como verdaderas industrias, con diversos
aspectos: por un lado la industria de tragar cada vez más
personas de abajo. Por otro la construcción de cárceles,
al margen del negocio inmobiliario que esto pueda representar implica
el negocio de la futura privatización, una de las tantas
“sugerencias” que vienen del país del norte”.
(Neuman 2000:20)
Juan Alemann
representante de estos intereses así lo expresa consignando
que hay que rever los conceptos vigentes en esta materia. En primer
término clasificar a los presos y no mezclarlos. En los de
alta peligrosidad, que no tienen retorno y a los que hay que alojar
en celdas y no en pabellones, se trata fundamentalmente de proteger a
la sociedad.
“El
Estado ha demostrado su total incapacidad para estas tareas. La única
solución es encomendar esto a entidades o empresas privadas.
Las cárceles deben ser concebidas como establecimientos
educativos sui generis. En los EEUU y Gran Bretaña hay mucha
experiencia con cárceles privadas. En nuestro país hay
muchísima experiencia con colegios privados, de modo que hay
personas y entidades capacitadas en esta tarea.
Si las cárceles se
adjudicaran en concesión, de modo que todo el manejo (salvo la
seguridad externa) quedara a cargo de privados, se podría
esperar un buen resultado. El Estado ahorraría en inversión
y en gasto corriente, ya que cada preso costaría mucho menos
que en establecimientos públicos. Existe un sistema para hacer
que los concesionarios privados se ocupen de los convictos cuando
salen. Consiste en pagarles un monto extra en función inversa
al nivel de reincidencia, y cobrarles una multa si ésta es muy
alta. Con esto tendremos menos criminalidad y, en el futuro, una
menor población carcelaria”. (Alemann 2003:4)
Neuman opina lo
contrario: la comercialización de las prisiones implicará
la necesidad que haya más presos, que son las unidades de
consumo. Implicará también un aumento del sistema
represivo que será asimilado a la idea de seguridad individual
y de seguridad ciudadana y dar por clausurado todo lo que sea una
política de recuperación. A las cárceles sólo
llegan los delincuentes fracasados. (Neuman 2000:21)
Resulta interesante
detenerse en este contraluz discursivo, profusamente ideológico,
para poder visualizar como los medios de comunicación van
construyendo una trama simbólica de significados que vuelven
permeables políticas de mano dura que son acompañadas
por la sociedad.
SELECTIVIDAD PENAL
“La
ley es tela de araña
José Hernández
“Martín Fierro”
El nuevo orden no acepta
conflictos, ni siquiera los reconoce como tales. Excluye a todo
aquello que perturba: lo cuadricula, lo clasifica y trata de
reencauzarlo.
Expulsa la diferencia, la
patologiza, construye estereotipos de conducta a partir de una
concepción mecanicista y organicista del mundo. Concluyendo
que todo aquél comportamiento que no se ajusta a la norma
adquiere el distintivo de conducta desviada, inadaptada y que debe
ser aislada en busca de su corrección.
Sin embargo existe otro
propósito que se encuentra latente, embelesado por las luces
de la globalización, que es el de excluir, mantener al margen,
aislado, controlado y vigilado a todo aquello que implique un
cuestionamiento al status quo.
“Este
funcionamiento debe aparecer ante la sociedad como neutral, de
alcance igualitario y de carácter autónomo para que
adquiera su verdadera faceta de sujeción disciplinaria”
(Foucault 1999:238). La entraña de la organización
penitenciaria, por lo tanto no reside en la reinserción, debe
buscársela en un modelo de sociedad capitalista que necesita
ajustar los resortes del control social.
Es imposible soslayar la
relación existente entre la pauperización y la
necesidad de implementar formas de control social que neutralicen los
conflictos. Se evidencia en el hecho de que quienes pueblan las
cárceles mayoritariamente provienen de esa franja cuyas
condiciones de vida los sitúan entre los que soportan las más
variadas y violentas formas de control.
La clientela
penitenciaria raramente acoge a los arriba que “como clases o
grupos sociales son suficientemente numerosos para hallarse más
ampliamente representados en la referida clientela” (Lopez Rey,
Arroyo 1990).
Es selectivo porque
castiga casi exclusivamente los delitos cometidos por las clases
bajas.
Sería hipócrita
e ingenuo creer que la ley se ha hecho para todo el mundo en nombre
de todo el mundo; que es más prudente reconocer que se ha
hecho para algunos y que recae sobre otros; que en principio obliga a
todos los ciudadanos, pero que se dirige principalmente a las clases
más numerosas. (Foucault 1999:281)
En otros términos,
Oscar H. Sosa Aguirre, alias “La Garza”, quince años
preso, tres fugas desde su detención en el Penal de Devoto
también habla de selectividad penal:
Si lo van a hacer –sobre
la mano dura- que lo hagan con todos, no sólo con los que
estamos adentro. Van a tener que alambrar el país, porque acá
no se salva nadie. Si somos todos iguales ante la ley, que también
apliquen la mano dura con todos, con los políticos. (Artesa
2003:31)
A las cárceles
llegan sólo los delincuentes fracasados, asegura Elías
Neuman. El fracaso tiene relación con el origen social. Se
habla de “portación de cara”. El gran delincuente
económico perfora casi siempre la red de la justicia.
La selectividad penal
tienen el sentido de la tutela, a través del control social
institucional de minorías que han crecido y que pueden
implosionar: la de personas excluidas que no pueden, por sus propios
medios, insertarse en el contrato social o que fueron arrojadas por
la borda de ese contrato.
El ESPACIO CARCELARIO
La prisión no es
más que la manifestación paroxística de la
lógica de exclusión. Sirve para asegura el apartamiento
de una categoría indeseable percibida como generadora de una
doble amenaza, inseparablemente física y moral, sobre la
ciudad. (Costa 2001:6)
Su misión consiste
en vigilar y sojuzgar, y en caso de necesidad castigar y neutralizar
a las poblaciones insumisas al orden económico.
Funcionalidad
económica del castigo
Con la revolución
industrial, surgió la necesidad de crear mano de obra obrera,
funcional al nuevo modelo apareció la pena de prisión
aparejada a la idea de entablar un tratamiento que moldeara a los
trabajadores indispensables al trazado económico.
Actualmente, en la era de
un capitalismo globalizado, la cárcel construye, más
que la figura de un obrero disciplinado, la de un marginado. Los
detenidos no tienen ninguna posibilidad de ingresar al contrato
social.
La cárcel no ha
logrado el fin que había sido llamada a cumplir. No parece
capaz de resocializar en ningún lugar del mundo. Lejos de
reinsertar a los detenidos en la vida social, los aísla de una
vez y para siempre (Daroqui 2000:107)
Contribuye
en gran manera a la producción e incremento de individuos y
clases más desiguales en nuestra sociedad ya desigual.
II
Explorar los mecanismos
de control social que se legitiman tras el encierro carcelario y que
contribuyen a reproducir y amplificar una situación marginal
primaria.
Entendemos por procesos
de marginación primaria la ausencia o precariedad de
beneficios sociales (salud, educación, vivienda, etc.) en
tanto sujetos de derecho que determina una situación de
vulnerabilidad existencial.
“La
marginación la ejerce un grupo de mayor poder sobre otro con
diverso grado de impotencia” (Berbeglia 1997:282)
En lo específico:
Analizar la relación
existente entre marginación primaria e inclusión
cultural.
Indagar sobre las
modalidades de inserción al mercado de trabajo anterior y
posterior a la privación de la libertad y su relación
con el concepto de trabajo como norma moral.
SUPUESTOS BÁSICOS
El trabajo dignifica y
la cárcel indigna.
El que delinque busca el
facilismo de una vida sin trabajar.
El encierro reproduce
marginación.
PRINCIPIO RECTOR
ALBERT
CAMUS “La
Caída” -3-
Intentando, por sobre
todo, romper con el esquema de culpabilidad individual en el que cado
uno es responsable exclusivo de su destino, propio de la sociedad
meritocrática en la que vivimos. Sociedad que privatiza el
éxito o el fracaso social. Los desempleados son culpables por
el desempleo, los maestros son culpables por el fracaso de la
educación pública y así, cado uno, es
responsable de su fracaso o su éxito.
Apoteosis del individuo.
No hay historia ni herencia. No distingue entre lo que fue legado
como causa de pertenencia social y aquello que resulta del esfuerzo
personal. Desde esta perspectiva privatista se cree que cada persona
ha recorrido por si misma el camino conducente a la calificación
social, obviando el legado transmitido por su condición de
origen. Con esto las desigualdades, acaban resultando naturales.
El legado de
conocimiento, de progreso, de ciencias, de técnica, de capital
que recibimos cae desproporcionadamente en suerte a los individuos
que disponen de los medios para hacerse con este legado. Uno de esos
medios es el empleo. El acceso al empleo está racionado y
socialmente determinado. Así se legitiman la mayoría de
las desigualdades existentes. (Méda 1998:180-181)
Según esta
ortodoxia quienes cayeron presos han fracasado. A fin de desarticular
esta trama ideológicamente construida, la fuente principal del
presente análisis serán las palabras en primera persona
a partir de las cuales podamos ir penetrando en las formas de
marginalidad.
INCLUSIÓN
CULTURAL – MARGINACIÓN PRIMARIA
¿El hambre obliga
a delinquir? y ¿La falta de trabajo? y ¿el no tener un
techo donde caerse muerto? y ¿el no haber terminado la escuela
primaria? y ¿Qué unos tengan tanto y otros tan poco?
Pueden ser cada una y
todas a la vez. El delito está multideterminado y los factores
de determinación no deben ser considerados como causas
excluyentes sino como elementos que afectan la gravedad e intensidad
en que se manifiesta el fenómeno.
Por lo tanto, y con el
fin de traspasar la simpleza de un análisis que se somete
únicamente a la categoría de la marginación es
necesario sumar complejidad añadiendo otra categoría
tan promiscua como la anterior: inclusión cultural.
La sociedad mercantil ha
colonizado todas las fronteras, desplegando con creces sus enceres en
el consumo. La diversidad de productos y la masividad de la oferta
hacen sospechar sobre la igualdad de accesibilidad. Error.
La homogeneización
de las aspiraciones culturales no implica que se igualen recursos. No
se elimina la distancia entre las clases ni entre las sociedades en
el punto fundamental –la propiedad y el control de los medios
productivos- pero se crea la ilusión de que todos pueden
disfrutar, efectiva o virtualmente, de la superioridad de la cultura
dominante. (CANCLINI 1982:38)
Y lo que es aún
más entrampado es la adquisición de los bienes
culturales como signo de status, de pertenencia social y por ende
constructo de identidad.
Por lo tanto, la
situación delictual no resulta únicamente de carencia
material, sino de abrazar una cultura de éxito individual. En
esta cultura el Trabajo aparece como el medio para satisfacer los
deseos que nacen en el Mercado. Es a través del esfuerzo
personal cómo uno lograría ascenso social medido en
virtud del potencial de compra. El valor que adquiere el Trabajo se
relaciona con el bien y con el deber.
No es la privación
material per se, ni la falta de oportunidad la que da lugar al
delito, sino la privación en el contexto de cultura del ´sueño
americano´ donde la meritocracia es exhortada como abierta a
todos. (Young 2001:31)
EL TRABAJO COMO NORMA
MORAL
El trabajo es mucho más
que un medio para ganarse la vida. El trabajo es un hecho social
total. Estructura de parte a parte las relaciones con el mundo y las
relaciones sociales. Es la relación social fundamental, su
función nuclear es la de regular la vida y de propender a la
integración social puesto que constituye una de las formas
principales del vínculo social. La noción de vínculo
social se basa en la de contrato social o utilidad social: mientras
aporto mi contribución a la sociedad, desarrollo mi
sentimiento de pertenencia. El trabajo es el medio privilegiado de
desarrollo individual y núcleo de vínculo social.
La economía
convierte al trabajo en la principal muestra de adhesión
social y en el deber de todo individuo. La tipología de la
pobreza se construye en torno al trabajo. Por un lado, están
los verdaderos pobres o al menos aquellos con derecho a la asistencia
pública; los niños, los ancianos y los inválidos;
por otro lado, están los falsos pobres, los que mendigan por
pereza y que podrían vivir de otro modo. A los primeros hay
que asistir, a los segundos se debe castigar o forzar a trabajar. La
capacidad de trabajar viene a ser el criterio que distingue entre
“buenos” y “malos”. (Méda 1998:74).
Sin embargo, es
inadecuado vincular en forma unidireccional y unívoca la
carencia de trabajo con la situación delictual. Desde este
modelo, el delito sobreviene en razón de una carencia de
bienes materiales a raíz de una situación de desempleo.
Por ende la política correctiva entiende que desaparecerá
el delito a través del empleo y la obtención de
ingresos monetarios.
Debemos necesariamente
incluir en el análisis el concepto de sociedad meritrocràtica,
evitando reduccionismos que sostienen la solución del problema
del delito solamente con oportunidad de empleo.
UNIVERSO DE ESTUDIO
No haremos referencias
personales (apellido, trabajo actual, lugar de residencia, etc); sólo
decir que los une una idéntica situación altamente
significativa en sus vidas, el encierro carcelario.
Nos ocupa adentrarnos en
las vivencias, en los hechos que señalan horizontes y explican
condicionamientos. Vidas franqueadas por un tiempo en la cárcel.
El camino iniciado nos
orienta a desarticular la visión que aborda la problemática
como dato estadístico que año a año engorda con
cifras; que semejante a la voracidad de un gigante devora la primera
plana de los principales matutinos del país.
El afán de la
búsqueda fue rescatar la palabra que dota de historicidad a un
hecho que en apariencia se nos muestra como inevitable, sujeto a
quienes se desviaron del camino. Proponemos un enfoque que fertiliza
su análisis a partir de las voces de los propios
protagonistas, que nos evite caer en el camino fácil de los
estereotipos, los prejuicios, el morbo y el sensacionalismo.
NATURALEZA
METODOLÓGICA
La investigación
se encuadra en la metodología cualitativa, y la elección
se ajusta a la naturaleza del objeto de estudio y a los objetivos
propuestos para su abordaje. “La realidad social no es el
resultado del juego de leyes celestes sino una construcción de
los propios hombres” (Zemelman 2000).
La metodología
cualitativa comprende la realidad y a los sujetos inmersos en ella
bajo una perspectiva holística. Busca comprender los fenómenos
sociales desde la propia perspectiva del actor.
Las primeras
aproximaciones al objeto de estudio, personas que cumplieron una
condena penal, exigió concienzudamente apartar las propias
creencias, perspectivas y predisposiciones que se agudizan en torno a
una realidad (el delito y su eczema la cárcel) que aparece
ante nuestros ojos como un submundo oculto, a veces siniestro,
distante y aparentemente ajeno a los hombres que se dicen de bien.
Para
desasir esta trama de prejuicios y estereotipos se realizaron
entrevistas en
profundidad, que siguen el modelo de una conversación normal,
y no de un intercambio formal de preguntas y respuestas. No
se busca la verdad o la moralidad, sino una comprensión
detallada desde la perspectiva y del mundo de referencia de los
sujetos.
Durante
mayo y agosto de 2005, utilizando el
método
de la bola de nieve
logré
acercarnos a personas que potencialmente podían ser
entrevistadas. Así llegué a contactarnos con dos ex
detenidos. El
escenario dónde se realizaban las entrevistas tenían
que ver con su cotidianeidad, la cita se resolvía en un lugar
cercano a su trabajo.
Antes de iniciar la
entrevista se generaba una situación de confianza. Le
informaba sobre el contexto de la investigación, le aclaraba
el procedimiento de la entrevista y el uso del grabador, y le
aseguraba anonimato de los datos personales. El interés estaba
en su experiencia de vida tal como la fueran expresando, con sus
propias palabras, su jerga y el modo particular de construcción
de las frases. Hube de construir un glosario de vocablos incluido al
final del documento.
Para conocer el aspecto
personal, la vida interior, las perspectivas, creencias, conceptos,
éxitos y fracasos, la lucha moral, los esfuerzos y los
sucesos; la historia de vida sería la herramienta metodológica
más próxima para comprender esta cosmovisión.
A través de la
historia de vida se busca conocer lo social a través de lo
individual, se sustenta en la experiencia del individuo relatada en
primera persona. No importa si dice absolutamente todo, ni si respeta
el orden cronológico, sino los hechos que son iluminados por
la selección del recuerdo y la lógica de conexión
que se evidencia en el relato.
El primer recorte que
realizado fue en relación al trabajo y los modos de inserción
laboral; ello permitió inicialmente lograr el rapport que dio
fluidez a la entrevista. Hablar del encierro, sus causas y
consecuencias, resultaban difíciles de encarar por lo que se
buscaba que sólo el entrevistado diera cuenta de ello en un
clima de confianza. No importaba si las cosas ocurrieron tal cual lo
contaba, ni si era absolutamente ‘verdad’, sino el cómo
lo conceptualiza desde el presente y que significado adquiere en su
experiencia de vida.
La validez de la
investigación está dada en la medida en que aborda el
objeto de conocimiento en el contexto de su vida y experiencia,
relacionándolo con contextos más amplios,
socio-históricos que le influyen como fenómeno. Por lo
tanto, para comprenderlo fue necesario asirse de un bagaje previo de
concepciones que funcionan como un marco general en el que pueden ser
analizados las historias de vida de los ex detenidos. Cada nuevo
conocimiento permitía sobrepasar los límites de las
propias preconcepciones y elabora un nuevo horizonte de
interpretación.
El estudio es de tipo
exploratorio, la recogida y análisis de datos se afrontó
con ciertos esquemas de organización del campo. Estos esquemas
orientaron y enmarcaron teóricamente el trabajo de
investigación. Ello permitió delimitar el campo de
análisis, buscando profundidad y no generalidad.
La investigación
tiene por fin la transferibilidad del conocimiento y no la
generalización científica.
III
En adelante las
biográficas narradas por Roberto y Fideo serán citas en
extenso en la búsqueda de captar la expresión de la
marginalidad, su agravamiento con el encierro y la convivencia entre
marginación estructural e inserción cultural,
focalizando en el trabajo como valor moral.
Biografías que no
sólo se refieren a simples individuos vertidos en el molde del
delito, sino a una trama de existencias situadas históricamente
en un mundo globalizado que rechaza y expele todo aquello que
cuestiona sus entrañas.
ROBERTO
UBICA SU CLASE
“Yo
soy de clase medía para abajo”, así define
Roberto su condición de hábitat en la estructura social
argentina. Agrega, “no estoy como tengo que estar, pero trato
de pasarla, de sobrevivir”.
Desde el límite
inferior de la brecha que segmenta a la sociedad de acuerdo a la
porción que le toca en la distribución del ingreso
habla de los más favorecidos, de aquellos que se encuentran a
salvo en el extremo de la grieta; señala:
“Dios,
habla justamente de los ricos. Los que ahora están viviendo en
riquezas, en placeres, que viajan para Estados Unidos; que viajan
para allá y para acá, que gastan la plata. Ellos son
los que van a sufrir. Nosotros no. En ese tiempo, vamos a ser
nosotros los que vamos a disfrutar y ellos al revés, van a
sufrir.
La Biblia –continúa
Roberto- dice que nadie sabe ni el día ni la hora que vendrá
el señor. Dice que va a venir como relámpago. ¿Vieron?
¿Cómo una máquina de flash de fotos que hace así
y ya está? Así va a ser, va a ser un flash. Pero que
viene, está profetizado y el mundo irá de mal en peor
(...) se multiplicará la maldad que es lo que estamos viendo,
los corazones se enfriarán, los padres entregaran a los hijos
y los hijos entregaran a los padres. Vamos a ser todos enjuiciados”.
Riquezas, viajes y
placeres negados en el mundo terrenal a los pobres que por ello
sufren. Venganza del más allá, sufrimiento de los ricos
en las brasas del infierno. Esta apología del paraíso y
sus bienaventuranzas permite aproximarnos a esta noción
imbrincada de marginación-inclusión. Los placeres son
de los ricos y por ello se sufre. Sufrimiento que no sólo se
expresa en constantes de hambre, déficit habitacional, falta
de trabajo, etc., también en viajes a Estados Unidos.
Sin detenernos en los
mecanismos de disciplinamiento que operan en los aparatos ideológicos
del Estado para que la resignación cristiana sea funcional al
orden establecido, las palabras de Roberto nos hablan expresamente
del lugar asignado en la escala social. Pertenece a los de abajo, a
los que sobreviven.
La
pregunta en sintonía debería ser: ¿esta
condición de pobreza actual deviene en trayectoria vital? Aún
más, ¿traspasa su propio origen? Roberto
la contesta hablando de su infancia.
“Estando
preso terminé la escuela primaria. Cuando entré preso
tenía cuarto grado, mi mamá me había sacado de
cuarto grado por que era medio burro, tenía 13 años y
estaba en cuarto. Entonces como la situación estaba medio
difícil mi mamá me sacó del colegio y me dijo:
-“hijo, vas a tener que trabajar”. Yo tenía 13
años. Me hizo pasar como que yo tenía catorce años,
porque tomaban de 14 para arriba”.
FIDEO SE DICE PARIA
No existe disociación
temporal entre un antes y después del encierro carcelario.
Toda una vida preso, excepto cuando fue el Señor de la Noche.
Hubo un tiempo en que
Fideo no se sintió un paria. Ante la pregunta si antes de
estar preso también se sentía un marginado respondió
con firmeza que no y cuenta:
“Yo
era el Señor de la Noche. Robos reiterados, homicidio, y robo
en banda. Era piratas del asfalto. Yo era el jefe de una banda.
Manejaba la bandita,
cuando decía ¡joda!, salíamos de joda. De putas
los sábados. Salíamos de joda ¿entendés?
No te voy a contar las cosas que hacíamos, porque era feo,
pero nos divertíamos. Arriba de la mesa sacábamos plata
y la poníamos ahí. Yo, me conozco los mejores cabaret
de la Capital.
¿Sabés la
plata que tenía? ¡Mamá! Andá a fijarte la
casa que tiene la madre de mis pibes. ¡Si!, yo la tiraba. Tenía
la plata que quería. Tenía el coche que yo quería.
Antes era todo joda,
hacía lo que quería; y yo con el chamullo que tengo
¡mamá! horas y horas me la pasaba hablando en jodas, a
dos manos ¿viste?”.
Dinero, mujeres, auto y
“joda” son los placeres terrenales que engulle Fideo.
Valores que determinan su inclusión o pertenencia cultural.
Cualidades que densifican el éxito y que por esta misma razón
aportan en la definición de sí mismo. Es decir, Fideo
sólo alcanzó el estandarte de Señor cuando
transgredió la ley.
Se es Señor, y
ésta es la nueva identidad que carga de sentido y
significación una existencia marginal.
El relato de Fideo
continúa, y es provechosa su extensión para dimensionar
la carga identitaria que soporta la situación delictual.
“¡Mirá!
de 42 reconocimientos, solamente tres me apuntaron. De 47 hechos, y
hechos ¡papá! Te puedo nombrar Coto, cuando Coto era una
carnicería, y con personal de seguridad. Caudales, Noel,
Molinos ¿sabes que? ¡Mamá!
Lo de Noel es una
anécdota tremenda ¿viste? Me equivoqué,
¿cualquiera se puede equivocar en la vida? Y yo me equivoqué
feamente esa vez. Estaba sentado para el lado de Avellaneda, hacía
un calor terrible, era un día del niño.
¡No! ¿viste?.
¡La puta madre digo!. Voy a un camión, un semi, lo
agarro. ¡Bajate!, lo cazo al mulo y al chofer del coche. Y al
otro lo tengo de la cabeza. Lo tiro al piso y le tiro para que se
quede en el molde y me llevo el camión. Cuando llego para acá,
arriba era todo chocolate. ¡Chocolate para taza!, todo lleno,
con el acoplado. Le digo al vago, tengo esto y esto. Y bueno, me
dice, traeme el camioncito nomás. ¡Hay la puta madre!
digo yo. Le digo al vago, al toque lo descargamos y nos queda el
semi.
¿Qué hacer?
Y, justo el día del niño y ¡la puta madre!, vamos
para acá dije. Y abrí la puerta así, miré,
y había un asentamiento. ¡Sabes! que es la primera vez
en mi vida, que los vagos se reían de estar conmigo ¿viste
cuando se hace una montaña de arena, que se hace a cinco o
seis metros? Bueno, ¡imaginate! tres montañas iguales de
chocolate. ¿Sabes como se llevaban los pibes? Posta ¡eh!
En serio, ¡sabes las cosas que hice!”.
El mundo para Fideo, es a
la vez, meta y límite. Un universo al que aspira pertenecer y
del que permanece ajeno históricamente. Siendo el Señor
de la Noche marca su meta y su límite.
“En
ese momento –en referencia al delito- no quería nada yo,
quería ser yo ¿me entendes?”, dice Fideo
Trágicamente,
la identidad construida lo sumerge aún más en la
marginación. Al paria del excluido se le añade el de
delincuente.
La historia concluye con
la cárcel, que agrava y extiende
EL ENCIERRO REPRODUCE
Y AMPLIFICA
“Estuve
solo en esa cantidad de años. Me vinieron a visitar tres
veces, mi familia no fue nunca.
Nadie vino a decirme ya
vas a ver que vas a salir ¡dale! Nunca una palabra de aliento.
Esperar los sábados que digan vino visita, y estar desde las
ocho de la mañana esperando que alguien te venga a ver, que te
llame alguien. Son las dos de la tarde y estas llorando”.
Estuvo paria durante más
de siete años. ¿Sólo siete años que
coinciden con su tiempo de encierro o su condición de paria
fue un legado y una certeza luego de los años en prisión?
UN LEGADO
La siguiente anécdota
(así la denomina Fideo) nos relata y explica la condición
de paria social y las formas de resistencia o sobrevida al legado de
este modelo exclusionario.
“Estaba
en Córdoba y tenia un hambre, y me interné. Eso es lo
lindo, que me interne como drogadicto. Para mofar.
Estuve 45 días
internado. Dije que era drogadicto, que era un drogado. Después
me llevaron a los cerros. ¿No saben lo hermoso que es?
¿Sabes que me
decían los vagos? ¿con que te drogas? Y yo conozco
todas las drogas, los nombres definidos, los pibes cuando choreaban
se drogaban. Yo tomo como 25 gr. de cocaína por día les
decía, ¿por qué te drogas? me preguntaban. No
te lo voy a decir, no te lo voy a decir, boludo les contestaba.
Desayunábamos a la
mañana temprano a las 8 y las 10 un refrigerio. A la 1
almorzábamos y a la noche cenábamos ¿sabes como
estaba? Engordé 10 kilos.
Estaba la heladera. Toda
con yogur que te regalaban, cazaba los sachet de yogur y me los
tomaba solo y me miraban estos locos ¿no? Y un día me
estaba resfriando, tenía chuchos de frío de verdad y
tenía un punto de fiebre. Y me iba y me tapaba con la frazada.
Té con limón les pedía, me traían el té
con limón a la cama
¡Me echaron!. Pero
¡como comía!, no saben”.
UNA CERTEZA
Pero por obligación
–aclara- me cerraban las puertas en muchos lados. El platito de
comida me lo daba, pero un platito y no hay más. Y yo decía
¿como? la pucha, estoy mejor adentro comiendo un locro, que
decían que era locro y era maíz blanco con un poquito
de cebolla cortada, y listo. Prefería estar adentro y comer
eso y no las migajas. Tenía donde dormir cuando estaba preso,
y cuando salí dormía en el piso. Es mucho muy feo.
Mucha fantasía
tenés estando dentro. Volver a rehabilitarte. Esta sociedad de
mierda no te ayuda para nada. Porque es verdad, te margina, ¿sabes
que feo que es?
Fue un momento de mi vida
que yo decía, prefiero estar adentro y no pasando hambre como
victima acá afuera. De verdad ¿entendés? No me
marginan tanto acá afuera que adentro
Se sentaban en la casa
de mi tía todos a comer y no había un espacio para mi.
O salía a la puerta y ya me estaban mirando que estaba
haciendo ¿viste? ¿entendés? Y yo no tomaba ni
una cerveza cuando salía, ni nada. Un día mi tía
me dice ¿Vos tomas cerveza? Y me sacó los vasos de
encima, mi tía. Y después escucho. Una noche escucho
que están hablando y decía. Vaya a ver si sale a robar
de nuevo y la policía viene pa’ acá loco y se me
meten adentro y te revisan todo atrás. Un mal momento
volvemos a pasar. Me levanté y me tomé el palo. Estuve
durmiendo más de veinte días en la estación.
LA CÁRCEL
A propósito
Roberto señala:
“En
vez de hacerte el bien te hacen más resentido. Es igual que a
los menores. Usted a los menores que son rebeldes y desobedientes, le
dice te voy a meter en un colegio. Lo encierra en un colegio ¿sale
peor o sale mejor? Sale peor, sale más resentido. O sea que
eso nos muestra que el rigor no sirve, no sirve el rigor, sirve el
amor”.
Según las leyes, a
las cárceles se les otorga un fin manifiesto de custodiar y
rehabilitar a la persona que ha cometido un delito. Pero para este
supuesto fin se ejerce tanta violencia que es imposible separar el
encierro que se ha impuesto como castigo del degradamiento y la
desestructuración de ese ser que se enuncia querer
rehabilitar. Esta violencia no es independiente del encierro
carcelario, circula en sus formas más variadas, desde la
agresión física hasta los más simbólicos
mecanismos de despersonalización y deshumanización. En
su movimiento continuo, en las distintas órbitas que dibuja a
su paso, la violencia clausura el espacio que la contiene: el espacio
carcelario. (PAVARINI 1993:23)
Y en este espacio,
recortado por las relaciones de poder, la violencia se propaga con la
rapidez del fuego.
Sufrís frío
y golpes, dice Fideo. La policía penitenciaria, es lo peor que
hay. ¿Me entendés? En el servicio penitenciario te
mofan de lo lindo.
Roberto enfrentó
el encierro con su medicina más preciada, la violencia. La
tecnología penitenciaria alienta las peleas entre presos,
puesto que le permite introducir y justificar su propia violencia.
En un año volvió
a caer en prisión. Roberto proviene del segmento de la
población “conflictiva” para el sistema y a la que
se responde con la violencia del encierro. Y si el encierro a su vez
reproduce y alienta la violencia como mecanismo de salvaguarda,
resulta no menos lógico que al año repatrió la
situación de encierro.
La prisión es el
único lugar donde el poder puede manifestarse en su desnudez,
en sus dimensiones más excesivas, y justificarse como poder
moral. "Tengo razón en castigar, puesto que tú
sabes que está mal robar, matar…" Esto es lo
fascinante de las prisiones; por una vez el poder no se oculta, no se
enmascara, se muestra como feroz tiranía en los más
ínfimos detalles, cínicamente, y al mismo tiempo es
puro, está enteramente "justificado", puesto que
puede formularse enteramente en el interior de una moral que enmarca
su ejercicio: su bruta tiranía aparece entonces como
dominación serena del Bien sobre el Mal, del orden sobre el
desorden. (FOCAULT 2000:147)
EL TRABAJO: PUNTO DE
INFLEXIÓN
El trabajo es el punto de
inflexión que nos permite reflexionar sobre esta trama
histórico-social que designa posiciones y doblega destinos.
La sociedad salarial no
es en absoluto una sociedad de igualdad. Existe una gran disparidad
de ingresos y también de patrimonios en el acceso a diferentes
bienes sociales como la educación, la cultura, etc. No es
tampoco una sociedad calma, sin conflictos, sino una sociedad donde
la conflictividad social se redistribuye en función de
diferencias que existen en el seno del salario. La sociedad salarial
funciona sobre las bases de la diferencia y de la distinción
(CASTEL 2001:17)
La salida, ya sea con
permiso o en libertad condicional o definitiva, marca un nuevo
empobrecimiento, revelando con brutalidad la miseria que la reclusión
había puesto temporariamente entre paréntesis. La
prisión contribuye activamente a consolidar situaciones de
pobreza.
Pero aún hay cosas
peores: los efectos pauperizantes de la penitenciaría no se
limitan exclusivamente a los detenidos y su perímetro de
influencia se extiende mucho más allá de sus muros,
porque la prisión exporta su pobreza al desestabilizar
constantemente a las familias y los barrios sometidos a su tropismo.
De modo que el tratamiento carcelario de la miseria (reproduce sin
cesar las condiciones de su propia extensión: cuanto más
se encierra a los pobres, más certezas tienen éstos –si
no hay por otra parte algún cambio de circunstancias- de
seguir siéndolo duraderamente y, en consecuencia más se
ofrece como blanco cómodo de las políticas de
criminalización de la miseria. La gestión penal de la
inseguridad social se alimenta así de su propio fracaso
programado (Wacquant 2000: 144-145)
Roberto fue carnada fácil
que alimentó las redes del sistema. En total fueron 19 años
de cárcel con dos interrupciones en libertad.
ROBERTO BUSCA TRABAJO
“Y
bueno salí y dije: y bueno que se yo, ya a mi mamá no
la tengo. Ahora voy a seguir en la misma, no trabajo, sigo en la
misma y listo. Y seguí la misma, seguí la misma junta,
frecuentando los mismos lugares, la misma gente. (...) Tal es así
que en el año `72 de vuelta vuelvo a ser preso.
Para
conseguir trabajo cuando uno sale de preso es imposible.
Se complica
porque te piden documento, te piden una serie de cosas, requisitos,
la cedula de policía federal y a través de esa cédula
te averiguan los antecedentes, en el departamento de policía”.
Así, cuenta
Roberto su retorno después de los sucesivos encierros al
mercado de trabajo bajo la potestad del Patronato de Liberados.
Es una cosa que figura
-sobre el Patronato de Liberados-, figura en un papel. Yo le digo al
cura ``mire yo quiero trabajar, no quiero más estar preso,
quiero trabajar ´´. Dice ``bueno le vamos a conseguir un
trabajo, le vamos a conseguir quédese tranquilo, tenga
paciencia, venga tal día ´´ y me hacia ir ¿no?
Hasta que un día voy y me dice `` mire le conseguí en
un astillero ´´ Por allá, por el Tigre me mandó.
Tenía como dos horas de viaje para ir al Tigre. Gastaba mas en
el viaje y en la comida que lo ganaba, era un astillero y hacían
los botes de plástico reforzado. Y me hacían trabajar
ahí de peón, y un día me canse y no fui más.
Después fui y le dije al cura ``mire, no voy mas por que es
muy lejos, a mi se me gasta mucho en el viaje, no me conviene ´´
Y después de ahí
me volvió a conseguir en un restaurante. En el restaurante no
me gustaba como trabaja la gente, el tipo que estaba ahí, el
dueño trabajaba todo mal, como si uno fuera una cualquier
cosa.
LA LIBERTAD DE FIDEO
¿Y laburaste
bien?, pregunta Fideo a un ex compañero de encierro. Resulta
interesante analizar el cómo emparientan el ir a “laburar”
con la actividad delictual. Aquí vuelve a evidenciarse la
entidad moral del trabajo.
Aunque
la expresión en sí misma envuelve una contradicción
ontológica, reafirma el valor intrínseco que tiene el
Trabajo en nuestra sociedad. Lo que importa es que se trabaja, el
cómo y el para quién dejan de tener valía. Es la
condición de trabajador lo que otorga entidad.
En el recuerdo de Roberto
sobre los dichos de su padre se evidencia la estrechez con la
creencia en que el Trabajo dignifica. “Mi padre nunca me hacía
reproches, lo único que me decía era hijo cuando
salgas, ponete a trabajar yo quiero estar tranquilo, no quiero
preocuparme mas. Salí y ponete a trabajar”.
En conclusión el
valor que le asignan al Trabajo los define como incluidos, a la vez
la marginalidad del delito agrava una situación primaria. Esta
dualidad marginación-inclusión está presente.
Si laburaste bien
–continúa el relato de Fideo- aguantame un mango para
que yo pueda caminar unos días, después hablamos. “Si,
como que no” me dijo y sacó plata, y eran como 80
pesos. ¡Yo! ¡ja! ¡papá! Pensaba que era
Gardel, que era un vagón de plata. Bueno ahí me fui
para la villa, estuve ahí, me encerré completamente.
Fui a buscar laburo, en
el mercado central. Y no me daba bolilla nadie. Después me fui
a una fábrica. En la fábrica labure siete días.
Me pedían certificado de conducta. Al tercer día yo me
hacía el boludo, como soy medio despistado, le decía. Y
el tipo averiguó antecedentes, y me echó. Y me dijo que
esto es por que tenía antecedentes. Pero yo nunca robé
mas, ¿y si me roban? Me decía. ¡Por algo será!
Y así como en muchos lados.
Y sufrí mucho,
mucho, marginaciones, apuntaditas con el dedo, pasaba por al lado de
uno y agachaba la cabeza. Me puse a vender por el colectivo, hasta
cirujié.
Yo soy un trucho, pero
ellos me ganan (sobre el Patronato de liberados). Tenia que ir a
firmar todos los meses, si vos no firmas durante dos o tres meses, te
piden captura. Es así, para saber si vos trabajas o no
trabajas. Fui un mes firmé y le dije que no tenia trabajo si
me podía conseguir. Y nada hicieron.
INESTABILIDAD LABORAL:
ENCIERRO DE CLASE
Un hombre sin ninguna
posibilidad económica, pauperizado, desempleado, sin
posibilidad de llevar comida, ni medicamentos a su hogar, cuando
éstos son necesarios, no es un ciudadano, no es un hombre
libre. Cuando llega a la cárcel por un delito- verdadera
rebelión al contrato establecido- del que se lo acusa o el que
cometió, se lo vuelve a sumergir, a victimizar. Se clausura su
tiempo, se suspende su devenir (Neuman 1994:56).
Roberto encuentra
trabajo
“Cuando
me tuve que mudar, ustedes no saben como estaba yo, (re)contra
(re)apretado porque encima que no tenía trabajo, me la
rebuscaba haciendo changas, haciendo electricidad, yo decía
¿cómo hacemos? ¿qué hacemos? Y un día,
se me da por ir a preguntar en una casa de servicios de ambulancias
privadas y me tomaron.
Empecé a trabajar
de camillero, andaba contento, me dieron la ropa. Le decía a
mi señora “mira que bien ahora voy a quedar efectivo acá
en este trabajo”. Estaba contento. Trabajé, no sé
si 2 meses o 3 meses, que era lo que ellos me habían hecho
firmar un contrato. A los tres meses me mandan a revisión
médica, y yo como un tonto cuando voy a revisión medica
porque sufría frió en la cintura me fui con un
calzoncillo de ésos que tienen el elástico, la espalada
ancha. (...) Entonces el medico cuando me ve me dice ¿tiene
problemas de cintura? No, le dije, no tengo nada lo uso nada más
por prevención porque sufro de frió en la cintura nada
más. Y me puso en el papel lumbalgia. Lumbalgia crónica
me puso. Al otro día cuando voy a trabajar, directamente a la
oficina de personal
¿Qué paso?
Pregunté. No sé, acá el médico lo revisó,
y le puso que usted tiene lumbalgia crónica, me dijeron. Yo no
tengo nada, mándame a revisar de nuevo, no tengo nada. No,
acá el medico le puso lumbalgia crónica, no lo podemos
tener porque no queremos problemas. Me quedé sin trabajo. Con
bronca, con impotencia.
Porque digo, está
todo mal, sin trabajo y encima con mi mujer embarazada.
Después me salió
un trabajo de vigilancia en una agencia privada. Después que
fallece mi papá empecé a trabajar por 230 pesos por
mes. Trabajaba doce horas todos los días, por 230 pesos por
mes
Empecé a trabajar;
trabajaba, trabajaba y trabajaba hasta que junte plata. Privándonos
de todo con mi señora. Me acuerdo que a veces venía del
trabajo a las seis, siete de la mañana y encontraba toda el
agua, toda la inundación. La casilla con un alto de agua así
adentro, terrible el agua que se juntaba ahí, se inundaba
todo”.
Y sin ser analista
político pero habiendo sido parte de la bicicleta financiera
analiza:
“Esto
que viven ustedes ahora, no es de ahora, viene arrastrado de antes.
En ese tiempo los empresarios especulaban con la plata, en el banco.
Porque el, ¿cuánto le daba? El 15, el 20 por ciento de
interés. Entonces ellos agarraban todos los pagos de todos los
servicios y los metían en el banco a 7 días y se
quedaban con los intereses en la mano.
Cuando queríamos
cobrar, llegaba el cinco y no tenían plata `` No, no hay, nos
decían y nos daban un vale ´´. Nos daban un vale
de 20 pesos o 30 pesos que teníamos que ir a cobrar al banco.
Salíamos de ahí y teníamos que ir al banco, y el
banco capaz que no lo quería pagar , teníamos que ir de
vuelta , y así nos tenían como... Y un día me
cansé, un día me cansé. Me fui medio loco ahí
me junté con 2 o 3 más y le digo ``vamos a patear
todo´´. Pateamos todos los escritorios, las puertas todo,
o nos pagan o le rompemos todo. Me quedé sin trabajo.
Ni
para levantar un pucho del suelo te toman. Yo le digo 55 años,
¡No mándese a mudar! Toman trabajo hasta los 40 años.
Chóferes hasta los 40 años, empresas de seguridad hasta
los 40 años. No quieren veteranos ¿te das cuenta? O
sea, que uno a partir de los 40 años no sirve más para
el trabajo. Yo pienso que todos tenemos un pasado oscuro en nuestra
vida ¿no? Todos tenemos”.
Después de
siete años Dios bendiga a Roberto
Un día lo miro y
digo “yo te conozco a vos’’, “si yo también
te conozco a vos’’ y nos pusimos a hablar, estuvimos
juntos en la cárcel.
Resulta que a él
le daban pan duro en las panaderías para los caballos. Cuando
yo estaba mal me decía “venia acá que tenés
pan para hacer, pan bueno, lindo”. Era una bolsa así de
pan y llevaba pan y yo por ahí juntaba unas moneditas y
compraba fiambre mortadela, salame, lo que, venía, lo mas
barato y comíamos eso ¡Un hambre teníamos, cuando
nació la nena!
Estuve como siete años
sin trabajo. Trabajaba mi señora sola, sigue trabajando,
pobre. Y bueno, un día mi señora se hace amiga de otra
señora que viajaban juntas en el colectivo, y se ponen a
hablar `` si, yo también y tengo a mi marido que esta sin
trabajo como hace siete años ´´ ¿cuántos
años tiene su marido? Pregunta. El tiene 55. Yo tengo a mi
marido que trabaja allá en seguridad en municipales, le voy a
hablar porque por ahí. Entrégueme los datos de él
que yo voy a hablar con mi marido
Para mi fue una bendición
de Dios, entonces le mandé los datos y el hombre sin conocerme
ni nada, me consiguió trabajo. Sin conocerme el hombre, ¡mire
lo que hace Dios!
Aquí aparece
definitivamente una nueva metamorfosis de control social que ejerce
su violencia a través de la resignación cristiana.
Dios –dice Roberto-
es el que suple todas las necesidades de nuestro ser, el vacío
de nuestro corazón, el es el que sacia el alma, entonces como
dios nos sacia y nos llena con su amor, nos llena con su gracia, nos
llena con su misericordia entonces no tenemos necesidad de buscar en
cigarros, buscar en la droga, en el alcohol o ir a robar, no
necesitamos nada ¿te das cuenta?
Roberto da consejos
Roberto sabe de andar
buscando trabajo, desde que tenía 13 años anda en eso.
Su inserción laboral fue docta en informalidades y larga en
años de desempleo, pero a pesar de ello lo importante es
Trabajar, y así le aconseja a su hijo. Virtud moral del
Trabajo.
“Lo
aconsejo en todo momento y le repito hasta el cansancio, le repito
siempre. Nene, no andes con mala junta que un día te van
agarrar con una mala junta y sin comerla ni beberla te vas a comer
una cana, te lo digo yo porque yo lo viví, hijo, deja a la
mala junta, no sirve. (...) ¡Dejá eso!, no sirve hijo.
Buscate el bien, buscate el bien, buscate una changuita. Un
verdulero, un frutero, un almacenero, un carnicero ¡andá!.
Quiere que le laves, que le baldies, la carnicería que le
laves, quiere que le hagas un mandado. No andes con esa gente porque
esa gente esta perdida”.
Fideo hizo de todo en
su vida
Del asentamiento levanté.
Vendía huevos con un carro y un caballo para el lado donde yo
tiraba. Una mujer de ahí del barrio me ofreció yo
cuento los huevos, yo te doy y de la ganancia vamos y vamos. 30
huevos dos pesos .Bueno, ¿cuántos cajones tiene? Y
mándeme le digo, 5 o 6 cajones, eh ¿tantos vas a
llevar? por lo menos lleva tres, eran seis los que llevé y yo
me tenía fe. La chabona me dio seis. Me fui a las ocho de la
mañana y volví a las dos de la tarde. Vacio el carro.
Hoy me vuelvo a llevar las seis. Hasta que me compré una
yegua. ¡Me compré una yegua! ¡Me compré un
equipo!
Iba a vender a Boulogne,
Zapata hasta Mataderos. Si, despacito y en un año me compré
todo. Si al tipo le compre y después empecé a comprar
huevos para mi.
Después conseguí
acá (en la municipalidad) me dijo no te vayas, vos te vas a
laburar conmigo y me dio contrato al toque, el tipo. Ya éramos
tres después quedamos dos después quede solo después
cayo la otra la de la privada (seguridad). Luego se suspendieron los
contratos y estuve 11 meses sin nada.
CONCLUSIÓN
En suma, se elude enfocar
la cuestión acerca de las consecuencias sociales que ha
acentuado el actual modelo de sociedad meritocrática como la
desocupación, la degradación, la marginación y
su apéndice de inclusión cultural.
¿Nacemos
delincuentes? Se pregunta Roberto y sigue ¿que es lo que nos
va formando?
El medio ambiente -se
apresura a responder- nos va haciendo, la misma sociedad nos empuja.
Es un problema social, la misma sociedad nos empuja. Ellos creen, los
políticos, que haciendo cárceles van a solucionar el
problema de la delincuencia. ¡No la van a solucionar! Al
contrario.
Suponer que quienes
delinquieron eligen el camino fácil es obviar la discusión
sobre las condiciones de existencia o identificar éstas como
siempre existentes (siempre hubo pobres, siempre hubo delincuentes y
así ad infinitud).
Quienes
pueblan las cárceles aparecen como un número en las
estadísticas de criminalidad, sobre ellos
se intenta hacer desaparecer todo rastros de origen, eximiendo de
responsabilidad colectiva sobre la desigualdad a la que son
sometidos. Son
los síntomas de un orden social desintegrado por la
desigualdad cada vez más ampliada entre los más ricos y
los más pobres.
De un sistema económico-político que centrifuga
millones de personas hacia los márgenes de los beneficios
sociales.
Las historias de vida de
Roberto y Fideo dialogan atravesadas por la institucionalización
penal y son un espacio de interacción pródigo de
privaciones, de falta de oportunidades, de desencanto que se
acrecienta y enquista posterior al cumplimiento de la condena.
La relación en
particular con el Trabajo, como valor moral, nos sirve para entender
la correlación nuclear y siempre estrecha en sus vidas con la
inseguridad existencial y al unísono la inclusión
cultural.
Las posibilidades de
encontrar espacio en un mercado de trabajo comprimido y expulsivo son
sumamente reducidas. Cuando consiguen inserción laboral se
trata de actividades que no requieren calificación, mal
remuneradas y sin contratos legales abroqueladas en la marginalidad.
La trayectoria laboral y sus desaguaderos de informalidad y privación
de seguridad social, destronan el prejuicio dominante que quienes
delinquen eligen el camino fácil del no trabajo. Su inserción
laboral está signada por el difícil camino de la
marginalidad.
Resulta
paradigmático la asimilación entre el `hecho de salir a
robar´ cómo un trabajo, a lo cual se le suman los
consejos que en el presente les dan a sus hijos sobre los beneficios
del trabajo versus el mundo del delito. En ello se percibe el rasgo
moral que tiene el Trabajo en sus vidas y como deseo para los suyos.
Roberto dice “ahora
con trabajo estoy tranquilo. Gracias a Dios”
La relación que
establecen con el Trabajo es lo que define su condición de
inclusión en esta cultura. Aunque informal, por veces
inexistente y otras peligroso: el Trabajo los dignifica.
En la vida marginal de
Fideo y Roberto el delito los sumergió aún más y
oprimió con fuerza a las acequias del control social. Aunque
hubo un instante que el mundo del delito les reveló los
placeres terrenales y les otorgó la identidad de Señor,
herencia negada por su condición de pobre.
Hoy ambos se dicen
salvados, a Roberto lo eligió Dios y a Fideo una mujer.
Por último las
palabras de Fideo que explica cómo se sobrevive en el mundo de
los poderosos: “me gusta más la libertad que volver a
agarrar un revolver y salir a chorear. Por más cagado de
hambre que esté ¿volver a chorear? ¿para qué?
¿para darle el gusto a los giles?”.
NOTAS
-2-
“El
jueves 1 de abril hubo una gigantesca marcha —las estimaciones
fueron de 150 a 350 mil personas— frente al Congreso, en la que
Juan Carlos Blumberg, se erigió como impremeditado referente
social: reclamó penas más duras, se quejó de que
los delincuentes "tienen más derechos humanos de los que
tuvo mi hijo" y apuró a los legisladores a que votaran
una serie de leyes que impulsaba la derecha en el Congreso.
El
presidente Kirchner temió que el movimiento generado a partir
de la primera marcha derivara en un cacerolazo o en una nueva
articulación de la derecha y no perdió el tiempo.
Recibió con generosidad a Blumberg, dijo que sí a cada
uno de sus reclamos, le designó una custodía de la
Policía Federal —que aún conserva— y
también le abrió las puertas de la SIDE. Además,
impulsó el desembarco de Arslanián en la Provincia de
Buenos Aires, el único político que se animó a
frenarle los reclamos a Blumberg, acusándolo de
"fascista".
-3-
CAMUS,
Albert (1985) “LA CAÍDA” Buenos Aires Editorial
Losada
GLOSARIO DE VOCABLOS Y
EXPRESIONES
Boludo:
adjetivo calificativo. Dicese de una persona incapaz, inútil.
Cirujeo:
rescatar de deshechos objetos, materiales de los que se obtiene un
ingreso económico.
Dar
bolilla:
prestar atención o demostrar interés
Joda:
fiesta, diversión
Giles:
adjetivo calificativo. Dicese de una persona ingenua.
Laburo:
trabajo, empleo
Morfar:
comer
Mula:
adjetivo calificativo. Dícese de la persona en servidumbre.
Tipo:
género masculino hombre.
Trucho:
falso
Vago:
género masculino hombre.
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* Datos sobre la autora: * Betina Uzcudún Trabajadora Social Volver al inicio de la Nota |
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