Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
ARGENTINA Y BRASIL EN LOS '60 Por:
El texto de David Collier
nos da el pie para profundizar acerca de lo que se denominan “nuevos
autoritarismos” en América Latina. Para ello, tomaré
especialmente los casos de Brasil y Argentina.
Antes de entrar de lleno
en este análisis, debo señalar dos elementos que me
permitirán guíar este trabajo referido a esta etapa tan
importante de nuestra historia reciente.
1. Opino que estamos
frente a una interpretación incompleta o quizás una
mala traducción del inglés en el texto de Collier,
cuando se utiliza el término “austeridad”.
2. Advierto que los casos
brasileño y argentino -en relación a los Golpes de
Estado de la década del '60 y el fortalecimiento de los
Partidos Militares- si bien se encuadran en un mismo plan continental
en el que participó activamente Estados Unidos de Norteamérica
como potencia hemisférica, difieren sustancialmente en el rol
que les cupo luego en el proceso posterior de sus desarrollos
económicos.
En
la versión traducida se señala que las fuerzas armadas
“adoptaron programas de austeridad económica”
y que “el sector popular se había opuesto
vigorosamente a dichos programas de austeridad”, de allí
que “el control de esas formas de expresión política
pareció una parte esencial del esfuerzo de sostener las nuevas
políticas económicas y de lograr el nuevo crecimiento
económico”... -2-
El término
“austeridad” se ha confundido seguramente por “severidad”
(en el inglés “stern”, en este caso el sinónimo
correcto para “austerity”). No se trata de sobriedad o
estoicismo, sino de severidad o rigidez.
De esta manera la frase
de Collier adquiere un sentido más completo. Las Fuerzas
Armadas de Brasil y Argentina tomaron -en forma ilegal- el poder de
los Estados para imponer un “severo” programa económico
de apertura de los mercados a los capitales extranjeros con un
profundo cambio en los modos de producción y una creciente
desigualdad en la distribución de la riqueza.
Así se explica que
el autor señale la oposición “vigorosa” del
sector popular a dichos programas.
Marcar esta cuestión
no es menor. Se trata de contextualizar el conflicto entre dos
proyectos políticos que fue dirimido a sangre y fuego durante
la década del '70. El modelo de sustitución de
importaciones -y creciente industrialización desarrollado
desde fines de la segunda guerra mundial- terminó superado
violentamente por el nuevo orden hemisférico liderado por las
empresas multinacionales. En este nuevo orden, la política
económica de los países sudamericanos quedó bajo
la tutela del capital multinacional y los ejércitos nacionales
se erigieron en los custodios de estos nuevos regímenes,
reprimiendo y desarticulando las organizaciones sindicales y los
movimientos populares.
Sin
embargo, las condiciones no eran las mismas en ambos países.
Argentina contaba con un creciente desarrollo industrial, sustentado
en un sistema de producción con capitales nacionales,
integrado en muchos casos por medianas empresas de propiedad
familiar, o empresas de carácter cooperativo e incluso estatal
(caso SIAM o ingenios azucareros en la provincia de Tucumán).
Este desarrollo productivo estaba acompañado por un conjunto
de trabajadores de alto nivel de capacitación. Esta
capacitación estaba sostenida por un sistema de educación
estatal socialmente abarcativo.
Brasil, por el contrario,
contaba con mayor número de habitantes, pero su población
tenía escaso nivel de educación formal, mayores índices
de desocupación, menor preparación de mano de obra
calificada, niveles inferiores de organización sindical, entre
otros datos.
Tal
como señala Collier -4-,
estos indicadores sostienen entonces tres aspectos de la evolución
del “partido militar” y el modelo brasileño: nivel
más leve de represión política y policial;
preferencia de las grandes multinacionales por realizar “inversiones”
en el sector industrial sin el peligro de una clase obrera combativa
y permiso para el desarrollo de una burguesía nacional aliada
a los intereses oligopólicos.
Se verificó así
la aceptación de las políticas económicas
dictadas por los organismos internacionales de crédito
(especialmente el FMI y el BM) y este proceso se amplió luego
con el traslado de empresas desde Argentina a Brasil durante la
década del '70 y aun más luego de la crisis argentina
de 2000/2001, dejando posicionada a Brasil como la gran potencia
económica latinoamericana.
Crisis de los
populismos
El
desarrollo capitalista genera dependencia y plantea complicaciones en
las relaciones internas de los países, ya que exige una
planificación a largo plazo haciendo intervenir ideas y
fuerzas políticas nacionales.
Estas
contradicciones se enfrentaron en el escenario complejo que resultó
al fin de la Segunda Guerra Mundial.
“Lo
que define sobre todo este contexto es la transformación de la
potencia dominante en el hemisferio en la primera potencia mundial,
que es consecuencia de la enorme concentración en ella del
poder económico y militar. La guerra fría, al organizar
las relaciones internacionales en un sistema bipolar en el cual
la potencia antagonista de los Estados Unidos, debilitada en sus
recursos económicos y humanos por la guerra, no puede
constituirse en auténtica rival de aquéllos, viene a
consolidar ese dato básico del nuevo orden planetario que es
la hegemonía norteamericana, a la que se allanan no sólo
los antiguos poderes rivales doblegados por la derrota, sino aun los
partícipes de una victoria que los ha arruinado hasta el punto
de no poder pensar siquiera en prescindir del auxilio
estadounidense”. -5-
Los
denominados populismos latinoamericanos, especialmente los modelos
argentino y brasileño, fueron derrocados por sendos golpes
militares, pero lejos estaban las fuerzas armadas -y los grupos
políticos y económicos a quienes sirvieron- de poseer
un proyecto acabado.
Marcelo
Cavarozzi valora a Cardoso y Faletto por su análisis del
pasaje a una nueva etapa en el desarrollo latinoamericano. “Este
pasaje se caracterizó por un doble punto de inflexión,
económico y político, en el estilo de desarrollo que se
había basado en la industrialización sustitutiva y en
la expansión de la participación social y política
de los sectores populares.”
De
acuerdo a este análisis, “la crisis de los
populismos de Brasil y Argentina quebró asimismo los
mecanismos de sucesión constitucional en ambos países.
Sin
embargo, a pesar de las presiones de los sectores militares más
extremos, la ruptura institucional no se tradujo en la instalación
de regímenes militares estables y con propósitos de una
prolongada permanencia en el poder. Una de las razones, si bien no la
única, que "demoró" en una década la
emergencia de regímenes burocrático-autoritarios en
Argentina y Brasil fue la circunstancia de que el sustrato ideológico
del intervencionismo militar de la década de 1950 contuvo un
ingrediente democratista que, de algún modo, forzó un
rápido retorno a diferentes variantes de una suerte de
semi-democracia parlamentaria.” -6-
Antecedentes de los
nuevos autoritarismos: la Doctrina de la Seguridad Nacional
Durante la década
del '60 surgieron en Latinoamérica sistemas autoritarios que
poseen elementos comunes a pesar de la diversidad de realidades de
los países del continente.
Estos sistemas
consolidaron la militarización de la sociedad y la política,
y se dieron en el marco de la reacción impulsada por Estados
Unidos de Norteamérica ante la Guerra Fría y la
Revolución Cubana, implementando lo que se denominó la
“Doctrina de la Seguridad Nacional”.
Un antecedente de esta
doctrina es la firma del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia
Recíproca) en 1947. Un año después, se redactó
en Bogotá la primera resolución continental (OEA)
contra el comunismo. En 1954 se confirmó esa declaración
política, sosteniendo de hecho la intervención contra
el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala.
En
1962, el presidente John F. Kennedy lanzó la Alianza para el
Progreso, plan que intentó ofrecer resistencia al avance del
“comunismo” por medio de inversiones y desarrollo
económico en los los países latinoamericanos. Es
clarificador el pensamiento de Robert Mc Namara, secretario de
Defensa de Kennedy, quien afirmó en ese momento que su país
debía “ayudar a proveer seguridad a aquellas naciones
en desarrollo que genuinamente necesitan y piden nuestra ayuda... en
una sociedad que se está modernizando, seguridad significa
desarrollo y sin desarrollo, no puede haber seguridad....”
-7-
Es
interesante el planteo que hace Claude Heller al respecto: “Numerosos
son los especialistas de la política latinoamericana de
Washington que sostienen la idea de que el presidente Kennedy trató
a lo largo de su breve gestión gubernamental "promover la
democracia" en la región siguiendo una nueva política
hacia los regímenes anticonstitucionales. La idea central de
Kennedy era que las dictaduras militares, caracterizadas por una
política económica y social conservadora así
como por la represión de toda disidencia política, no
constituían una garantía contra la expansión y
la acción comunista. Por el contrario, no hacían sino
favorecer un clima propicio a la penetración comunista y
prueba de ello eran los acontecimientos que se habían
desarrollado en Cuba”. -8-
El asesinato de John
Kennedy en 1963 marcó el triunfo del ala dura de la política
estadounidense. Lyndon Johnson, su sucesor, se lanzó a gran
escala a la guerra en Vietnam mientras se desarrollaban los planes de
intervención en los países latinoamericanos, a través
de los militares preparados para la “lucha anticomunista”
en la Escuela de las Américas en Panamá.
De este modo, se
formalizaría la imposición de regímenes
militares adictos, agitando el fantasma del comunismo mientras se
consolidaba en realidad en toda América el modelo de
destrucción de los aparatos productivos nacionales para
colocar las estructuras económicas al servicio de las empresas
multinacionales.
“Los
ejércitos de América de Sur debían expandir su
rol interno, su misión era la de salvaguardar la nación,
lo que las llevaría a asumir el control del Estado para
asegurar la unidad de la Nación y el cumplimiento de su
destino de "gran país". -9-
La
intervención de Estados Unidos incluyó la asistencia
militar y programas de inserción en las sociedades
latinoamericanas, tanto a nivel político como comunicacional.
Según Claude Heller, “el énfasis de la ayuda
militar debía
ser puesto sobre la seguridad interna de cada país y todo
gobierno debería estar capacitado para garantizar su propia
seguridad adaptando su potencial militar a las modalidades de la
"guerra interna".... El segundo aspecto... consistió
en la elaboración de programas de acción cívica
en estrecha colaboración con los militares
latinoamericanos.... Desde el punto de vista norteamericano, los
militares no constituían únicamente una fuerza que
garantizaba el mantenimiento del orden frente a la subversión
sino que también podían ser estimulados a participar en
la transformación económica y social .... Estados
Unidos pretendía que a través de los programas de
acción cívica los militares latinoamericanos apoyarían
las reformas económicas y sociales y no les opondrían
un veto político sistemático. De esta manera, las
fuerzas armadas desempeñarían un papel fundamental en
el "proceso de modernización" facilitado por su
acceso a la información sobre todos los problemas internos así
como por un estrecho contacto con la sociedad civil.”
-10-
El
camino hacia los regímenes burocrático-autoritarios
Si
bien durante la década del '60 el poder militar se impuso en
los países latinoamericanos, no será hasta los '70 que
se consolide lo que Guillermo O'Donell denomina regímenes
burocrático-autoritarios, caracterizándolos como “un
sistema de exclusión, tanto política como económica
de los sectores populares previamente movilizados, a los que se
desalojará o eliminará de la escena política.
Los problemas serán definidos como técnicos y no
políticos, por ello, las soluciones debían ser
administrativas, de allí la necesidad de incluir entre los
ministros y asesores de estos gobiernos a "los técnicos",
que habrían de mediar en una eficiente administración
del Estado.
El
Estado Burocrático Autoritario, es asimismo, exclusión
de la ciudadanía y de la democracia política,
prohibición de lo "popular", supresión de los
canales de acceso al gobierno, como también de los partidos
políticos. Es un sistema que beneficia económicamente,
solamente a los grandes capitales y a un sector de la burguesía
y por lo tanto, aumenta las desigualdades sociales”.
-11-
Fernando
Henrique Cardoso define la diferencia entre estas experiencias
represivas, cuando analiza los golpes militares en la década
del 60, señalando que “aunque hay regímenes
militares en el poder en casi toda América Latina, es esencial
hacer distinciones entre ellos. En la clasificación de
situaciones tan diversas, debemos evitar la confusión entre el
caudillismo del viejo militarismo latinoamericano (como en el caso de
Paraguay) o el caudillismo de base familiar (como en el caso de
Nicaragua), y el control más institucional de poder por el
cuerpo de oficiales como totalidad que existe en algunos otros
países.” -12-
El
control del Estado fue fundamental para consolidar el nuevo modelo
continental. Así, “el Estado se convirtió en
el centro
de apoyo para la materialización de las aspiraciones
económicas de las clases dominantes”. -13-
La experiencia
brasileña
Getulio Vargas -quizás
la figura cúspide del populismo latinoamericano- encabezó
la Revolución de 1930, un movimiento cívico-militar que
derrocó el viejo sistema de poder oligárquico,
imponiendo numerosas transformaciones que modernizaron la estructura
económica de su país.
Su
sistema fue corporativista, ya que se apoyó en los sindicatos
y en las organizaciones patronales. El
control de la economía estaba en manos del Estado que tomaba
las decisiones sobre la política económica. Luego de 15
años en el poder, fue
derribado por un golpe de Estado. Volvió a gobernar al ganar
las elecciones de 1951, hasta que un nuevo levantamiento armado lo
derrocó en 1954.
Hasta
1964, la política del Brasil siguió dominada por sus
seguidores. La estructura corporativa se fue debilitando con los años
pero la política intervencionista se mantuvo y aun se amplió
durante este período. En este escenario crecieron las demandas
sindicales y se organizó una fuerza de izquierda con gran
capacidad de acción política que produjo la
inestabilidad del sistema político tradicional. En 1961 asumió
la presidencia Joao Goulart. Sus casi tres años de gestión
se desarrollaron bajo el signo de la crisis del modelo nacional
populista, con una gran deuda y sin apoyo del sector privado. La
economía se retrajo y las fuerzas sociales demandaron reformas
estructurales: “Contando con la
colaboración de Celso Furtado, economista formado en la Cepal,
se elaboró un programa de modernización y desarrollo,
donde principalmente estaba presente la reforma agraria, algo que
nadie antes había osado realizar, justamente por tratarse de
un punto altamente conflictivo, en un país donde los grandes
propietarios terratenientes siempre han hecho escuchar su voz”.
-14-
El
fin del gobierno de Joao Goulart se precipitó cuando anunció
en 1964 una reforma agraria, la nacionalización de las
refinerías de petróleo y la decisión de luchar
contra la evasión de capitales. Comenzaron de inmediato las
críticas y las campañas de prensa desde los sectores de
la oligárquía y hasta del mismo embajador de Estados
Unidos en Brasil. Fue notable la labor demoledora de los principales
medios de comunicación, logrando la desestabilización
del gobierno. Este proceso fue acompañado por gran parte de la
clase media. Como señala Halperín Donghi, “en
las ciudades las clases medias se identificaban cada vez más
activamente con la oposición, y a comienzos de 1964 iban a
ofrecer séquito multitudinario a las marchas de madres
cristianas que, encabezadas por veteranos mariscales, declaraban su
oposición irreconciliable al comunismo que, según
denunciaban, era propósito del presidente instaurar en
Brasil”.
-15-
El
temor a una salida hacia el socialismo fue la excusa que utilizó
el grupo de militares que produjeron un nuevo golpe de Estado en
1964. El
general Humberto Castelo Branco se convirtió en presidente de
facto. En 1965, una ley redujo las libertades civiles, aumentó
el poder del gobierno y confió al Congreso la tarea de
designar al presidente y al vice-presidente.
En
1966 fue designado presidente el antiguo ministro de Guerra, el
mariscal Artur da Costa e Silva. En 1968 creció la agitación
social y política lo que llevó al presidente a darse
poderes ilimitados y aumentar la represión, efectuar purgas
políticas, realizar más recortes en la economía
e imponer mayor censura. La
dictadura militar se extendió hasta 1985. Dejó detras
de sí un gigantesco endeudamiento en lo económico; un
notable crecimiento industrial en el que se evidenciaba el control
social y político de su clases populares y un alineamiento con
Estados Unidos en su política exterior.
La
experiencia argentina
En
el caso argentino, el Coronel Juan Domingo Perón llegó
al poder en 1945 avalado por un movimiento cívico-militar. Al
igual que Getulio Vargas, fue derrocado por un sector de las Fuerzas
Armadas que fue acompañado “por un amplio frente
político que incluyó a todos los partidos no
peronistas, los representantes corporativos e ideológicos de
las clases medias y las burguesías urbana y rural, las fuerzas
armadas y la Iglesia”. -16-
Cavarozzi
señala que “tanto en 1955-1958 como en 1962-1963, los
interregnos entre gobiernos constitucionales fueron ocupados por
administraciones militares. Las mismas, sin embargo, no se
propusieron reemplazar la democracia parlamentaria por un régimen
político alternativo ni posponerla para un futuro distante, al
que se arribaría sólo después que ciertos
cambios económicos o sociales meran logrados. Más bien,
el principal y autoproclamado objetivo de estos gobiernos temporarios
fue, la imposición de mecanismos proscriptivos del peronismo,
mientras, al mismo tiempo, intentaban erradicarlo.”
-17-
“La
decisión de proscribir al peronismo imposibilitó la
construcción de un sistema político estable. Los
sucesivos gobiernos constitucionales posteriores a la Revolución
Libertadora debieron enfrentar esa ilegitimidad de origen”.
-18-
En 1961, las presiones
militares debilitaron el gobierno de Frondizi. Para el Partido
Militar estaba claro que la vía democrática sólo
podía llevar a una creciente movilización social en una
Argentina en la que surgía a cada momento el fantasma del
peronismo. Era virtualmente imposible frenar la participación
peronista en cada elección, como sucedió en la elección
de autoridades en la provincia de Buenos Aires en 1962, en la que se
impuso el candidato peronista Andrés Framini, elección
que fue anulada por el Gobierno nacional y que aceleró un
nuevo golpe militar que produjo la caída de Frondizi.
El golpe de gracia al
débil sistema pseudo democrático lo dio la política
de medidas proteccionistas de Arturo Illia (1963-1966), hacia el
sector petrolero y los laboratorios nacionales (Ley Oñativia).
Juan
Carlos Onganía -en nombre del Partido Militar- se alzó
nuevamente contra la Constitución, derrocando a Illia. Y otra
vez se agitó el fantasma del comunismo. Onganía afirmó
entonces que “no habrá proyecto económico
realizable si no se asienta sobre el necesario orden político...
Estas son las condiciones que la subversión marxista quiere
ver desvanecidas, porque toca a los fundamentos de la sociedad y
porque conoce la debilidad irreparable de los programas económicos
que no están afirmados en un sistema de política
estable.” -19-
Según sus dichos,
Onganía pretendía guardar las urnas por largos años.
Puede decirse que su proyecto fracasó y produjo el mal tan
temido: el retorno de Perón. Sin embargo, dejó una
marca muy fuerte en la vida del país. En este sentido, se
destaca la designación de Krieger Vasena en el Ministerio de
Economía, desde donde se tomaron medidas que promovieron el
ingreso de capitales multinacionales desplazando a empresas
familiares o de capital nacional y se puso en marcha el proceso que
marcó el aumento en la concentración de riqueza en
manos del capital, creciendo la inequidad en el reparto del producto
nacional.
El gobierno de Onganía
-entre otras medidas- volvió a desregular la producción
petrolera; dejó sin efecto la Ley Oñativia; intervino
las universidades; cerró 11 ingenios (de un total de 24) de la
provincia de Tucumán. En síntesis, comenzó el
largo camino que significó el quiebre de la economía
argentina, el cierre de importantes empresas automotrices
(trasladadas a Brasil), la desinversión y consiguiente crisis
educativa y su desarticulación con la vida socio económica
del país, etc.
Las concentraciones
obreras, muy organizadas y movilizadas, confluyeron en acciones
directas de oposición y lucha, a las que se sumaron
agrupaciones políticas y estudiantiles. Fue el fin de la
Revolución Argentina. La falta de soluciones económicas
obligó a una salida política: se planteó la idea
del Gran Acuerdo Nacional y la habilitación del peronismo en
las elecciones de 1973.
El
Partido Militar se preparaba para cumplir su parte del plan
continental impulsado por Estados Unidos a través de la
profundización de la Doctrina de la Seguridad Nacional, que
terminará de quebrar el aparato productivo y consolidar un
extraordinario endeudamiento al capital multinacional, “proceso”
sostenido en un plan sistemático de represión,
asesinatos y desaparición forzada de personas.
En
América Latina, la década del '60 estuvo determinada
por el contexto de la Guerra Fría. Para EE.UU., el enemigo
número uno fue el comunismo, plasmado concretamente en la
revolución cubana liderada por Fidel Castro.
Por
otro lado, el triunfo en la segunda gran guerra permitió a
Estados Unidos lanzarse a reconstruir el sistema capitalista a escala
mundial: “...la nueva realidad de los países
latinoamericanos, estará marcada por la ruptura de las
condiciones económicas y políticas del período
anterior, ahora totalmente desfavorables a la continuidad de aquel
proceso de políticas redistributivas, crecimiento del mercado
interno y desarrollo e intensificación de la industrialización
por sustitución de importaciones, iniciado en la década
de 1930 bajo la influencia de la Gran Crisis, primero y luego como
consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo América
Latina deberá definir su alineamiento frente a la nueva
estrategia político-militar de la Guerra Fría, lo que
significará una subordinación, en última
instancia, al proyecto de reconstrucción del capitalismo bajo
la hegemonía de los Estados Unidos”. -20-
Remarco
dos interpretaciones sobre la acción y consecuencias de los
nuevos autoritarismos:
Política:
los Estados Unidos de Norteamérica y los militares en el poder
en los países latinoamericanos desarrollaron relaciones de
integración para enfrentar el modelo comunista y las
ideologías de izquierda, llevando a la práctica la
denominada “Doctrina de la Seguridad Nacional”.
Económica:
Estados Unidos apoyó los golpes de estado en Latinoamérica
y logró consolidar su poder económico, afianzando la
relación de dependencia de los países latinoamericanos
al capitalismo, confirmando su penetración continental con el
concurso de las empresas multinacionales.
Muchos
autores analizaron en profundidad el papel que cumplieron las Fuerzas
Armadas de los países latinoamericanos, no sólo en el
orden del combate a la izquierda y el comunismo “apátrida”,
sino en el autodesignio cuasi divino de constituir la custodia de los
valores supremos del hombre.
Otra
interpretación que surge de las anteriores y enriquecería
este estudio es la del orden sociológico, que analizaría
las condiciones políticas y sociales del proceso de
afianzamiento del sistema capitalista en el continente americano.
Por
último, no deberíamos pasar por alto la cuestión
religiosa, en la que se destaca el rol cumplido por la Iglesia
Católica durante este proceso, especialmente en países
como Argentina y Brasil. La profunda división en el seno de la
Iglesia y sus seguidores constituye una referencia insoslayable a la
hora de realizar una caracterización de los nuevos
autoritarismos. Destaco la ubicación ideológica de las
cúpulas eclesiásticas, su alineamiento y aval a los
regímenes militares en la lucha contra el comunismo; así
como el compromiso hacia las necesidades del pueblo expresados por el
Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo y la Teología de
la Liberación, ubicados en el polo opuesto del espectro
político.
Para
finalizar, y a modo de síntesis, señalo que el
modelo de sustitución de importaciones -y creciente
industrialización desarrollado en países como Argentina
y Brasil desde fines de la segunda guerra mundial- se frustró
por el nuevo orden hemisférico liderado por Estados Unidos. En
este nuevo orden, los países latinoamericanos quedaron bajo el
control del capital multinacional y sus ejércitos nacionales
se erigieron en los custodios de estos nuevos regímenes,
desarrollando un rígido y autoritario esquema político
y social que reprimió y desarticuló las organizaciones
sindicales y los movimientos populares.
Un
caso paradigmático es el de Argentina, que contaba con un
desarrollo industrial (aunque incipiente) en el que sobresalía
una mano de obra de alta calificación surgida de un excelente
sistema educativo (Escuelas Técnicas, Universidades, etc); una
fuerte organización sindical y una alta conciencia de los
logros alcanzados a partir de la implementación de políticas
sociales, especialmente por el gobierno peronista. Aquí fue
necesario que las Fuerzas Armadas implementaran un plan de mayor
envergadura represiva, que se ejecutó durante el denominado
Proceso de Reorganización Nacional.
Por
otro lado, desde los años 60 a la actualidad, podemos observar
el crecimiento industrial de Brasil (que incluyó el traslado
de industrias desde Argentina en los '70, proceso que se apoyó
en el escaso nivel de conciencia gremial y organización de la
clase obrera y la población agraria), su alianza estratégica
con el capital internacional (FMI y BM), su alineamiento con Estados
Unidos y consecuente consolidación como referente político
y económico en Sudamérica.
NOTAS Y APUNTES BIBLIOGRÁFICOS
-2-Ibidem.
-3- Ibidem.
-4-
Collier, David. ed. “The
New Authoritarianism in Latin America”,
(Princeton
University Press), Princeton, 1979.
Summary: p.3 a 16.
-5-
Extraído
de Halperin Donghi, Tulio, Historia
contemporánea de América Latina,
Alianza Editorial, 1996, pag.444-467. Capitulo 6: La búsqueda
de un nuevo equilibrio (1930-1960)
-6-
El 'Desarrollismo' y las relaciones entre Democracia y Capitalismo
dependiente en “Dependencia y Desarrollo en América
Latina”. Extraido del libro de Marcelo Cavarozzi. El
capitalismo político tardío y sus crisis en América
Latina, Rosario, Homo Sapiens Ediciones, 1996.
-7-
Mc Namara, Robert. Citado por García, Alicia en “La
doctrina de la Seguridad Nacional” Tomo 1. Centro Editor de
América Latina, Buenos Aires, 1991.p:12
-8-
Heller, Claude. “Las relaciones militares entre Estados Unidos y América Latina: Un
intento de evaluación”.
En Revista Nueva Sociedad,
http://www.nuso.org/upload/articulos/273_1.pdf,
diciembre de 1973.
-9-
Apuntes
de cátedra “Historia Argentina y Latinoamericana”.
Universidad Nacional de Rosario. Año 2006.
-10-
Heller, Claude. “Las
relaciones militares entre Estados Unidos y América Latina: Un
intento de evaluación”.
En Revista Nueva Sociedad,
http://www.nuso.org/upload/articulos/273_1.pdf,
diciembre de 1973.
-11-
O`Donnel, Guillermo, El Estado Burocrático Autoritario.
1960-1973, Buenos Aires, Ed. Belgrano, p. 60.
(tomado de los apuntes de cátedra)
-12-
Cardoso,
Fernando Henrique. “Sobre la caracterización de los
regímenes autoritarios en América Latina”.
Capítulo 2, en David Collier
(comp.), “El Nuevo autoritarismo en América Latina”,
México, FCE, 1985.
-13-
Ceballos, Jorge Gilbert. “Capitalismo dependiente
latinoamericano y emigración”. Artículo publicado
por The Evergreen State College. En:
http://academic.evergreen.edu/g/gilbertj/depend.mig.pdf
-14-
Apuntes
de cátedra “Historia Argentina y Latinoamericana”.
Universidad Nacional de Rosario. Año 2006.
-15-
Halperín Donghi, Tulio.
Historia
contemporánea de América Latina. Texto obligatorio.
-16-
EL
FRACASO DE LA “SEMI DEMOCRACIA" Y SUS LEGADOS. En
Marcelo Cavarozzi, Autoritarismo y democracia (1955-1983).
-17-
Ibidem.
-18-
Apuntes
de cátedra “Historia Argentina y Latinoamericana”.
Universidad Nacional de Rosario. Año 2006.
-19-
Onganía, Juan Carlos. Discurso pronunciado en Punta del Este
en la Reunión de Presidentes Americanos, 12 de abril de 1967.
Citado por García, Alicia en “La doctrina de la
Seguridad Nacional” Tomo 1. Centro Editor de América
Latina, Buenos Aires, 1991.p:106
-20-
Apuntes
de cátedra “Historia Argentina y Latinoamericana”.
Universidad Nacional de Rosario. Año 2006..
* Datos sobre el autor: * José Luis Parra Profesor de Historia y Geografía Volver al inicio de la Nota |
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