INTRODUCCIÓN
“...afuera
(del hospital) te tildan de loco...”
J.C.
Este
trabajo pretende dar cuenta de la experiencia realizada con un grupo
de personas externadas de salas de Psicopatología de un
Hospital General de Agudos de la Ciudad de Buenos Aires, mientras
participábamos de nuestra formación como Trabajadoras
Sociales en el área de Salud del Sistema de Residencias del
GCBA.
El
proyecto comienza por inquietud de parte de la residencia de
psicopatología quienes convocan a nuestra residencia a la
participación en el mismo. El proyecto había surgido
por la preocupación por las frecuentes reinternaciones, y tuvo
como propósito generar un espacio de apoyo en la externacion
para fortalecer los lazos familiares y sociales.
A
través de esta experiencia pudimos reflexionar críticamente
sobre la posibilidad de un abordaje que tenga en cuenta las
problemática de las personas dadas de alta en este tipo de
servicios y su vuelta al “afuera”.
En
este sentido nos parece necesario repensar, y reflexionar acerca de
la realidad de los expacientes de un servicio de estas
características enmarcado en la realidad social, comunitaria
más general y en las posibilidades institucionales de brindar
o acompañar el proceso de fortalecimiento y creación de
lazos.
Partimos
de las siguientes preguntos orientadoras: ¿Es posible
contribuir desde los equipos de salud mental de los hospitales
publicos de la ciudad a la generación de lazos por parte de
los enfermos psiquiatricos crónicos externados? ¿Cual
podría ser el modelo de abordaje, el dispositivo adecuado para
este fin?
Es
por ello que en el presente trabajo nos proponemos analizar la
experiencia de intervención interdisciplinaria realizada con
un grupo de personas externadas de un Servicio de Sicopatología,
y analizar la correlación que existió entre la
finalidad del proyecto y el dispositivo creado a tales fines, a
partir de la descripción de las vivencias de los participantes
del grupo a través de lo compartido durante el desarrollo del
mismo.
NUESTRO
MARCO COMPRENSIVO PARA SITUARNOS EN LA PROBLEMÁTICA
Entendemos
al proceso salud-enfermedad como enraizado en las condiciones
objetivas de vida de quienes los padecen. “...el proceso salud
enfermedad deja de concebirse como algo exclusivamente biológico
e individual y se plantea como un proceso condicionado socialmente
que se concreta en seres humanos, en grupos que se relacionan con la
naturaleza y entre si de cierta manera...se parte de que las causas
fundamentales de la salud y la enfermedad se encuentran en la forma
en que se organiza la sociedad para producir y reproducirse, es decir
en el modo de producción dominante, como en este caso el
capitalismo...”.
Es en este marco donde concebimos lo relativo a la salud mental,
considerando que la sociedad es quien genera las condiciones para el
surgimiento de la enfermedad mental. Siguiendo a Galende, “toda
sociedad produce una subjetividad situada en su tiempo histórico
y a la vez genera las condiciones suficientes y necesarias para
establecer distintas formas de padecimiento mental”.
En las políticas en este sector de los últimos tiempos
se ha asumido más cabalmente que la salud mental forma parte
de las condiciones generales de bienestar, ocupándose
específicamente del bienestar psíquico y del
sufrimiento mental, viéndola así como estrechamente
unida a las condiciones sociales de vida. “La pareja, la
familia, la vida comunitaria, la participación en la vida
política, etc. no es que condicionen o que sean contexto
del bienestar psicológico sino que son el ámbito mismo
de producción de valores de felicidad o sufrimiento”
Igualmente,
este campo no escapa al estado general de las políticas de
estado respecto de la salud, donde prima una tendencia a convertirla
en un bien de mercado, y cada vez es menos considerada como un
derecho de la población. Esta concepción se filtra en
los diagnósticos en el área. A modo de ejemplo,
Galende nos habla de la imposición de la utilización de
los criterios de clasificación (fundamentalmente del DSM IV),
que “responden a las necesidades de auditoria y control de las
administraciones y violentan los criterios diagnósticos y
nosograficos de los terapeutas. Esta propuesta no surge de los
profesionales ni de las teorías ni de los métodos que
utilizan, sino de las exigencias de los seguros de enfermedad y de
los requerimientos de las obras sociales”
Si
concebimos a la salud mental, y por tanto a su contraparte, la
“locura”, como construcción social, también
consideramos construcciones a las teorías, técnicas e
instrumentos para explicarla y darle respuesta. “Toda cultura
elabora ella misma modelos para ser comprendida. La representación
que la cultura da al daño mental circunscribe el lugar en que
ha de constituirse el conocimiento y define la disciplina que ha de
encargarse del mismo”.
También los dispositivos creados para dar respuesta al
problema de la “locura” no están ajenos a como
pensemos su origen y consecuencias, y a qué esperamos de los
mismos.
Este
proceso de producción social de la locura y las diferentes
formas de representarla responden siempre a una posición
hegemónica que tiene fuerza en un momento histórico
determinado. Con esto queremos relativizarla, separándola de
lo natural y lo biológico y entendiéndola como
producida socialmente. En este momento nos parece necesario
introducir el concepto de norma: Una norma normaliza y la
enfermedad mental requiere una definición previa de lo que es
normal, esta definición que esta naturalizada oculta su origen
social para poder definir quienes quedan fuera de la normalidad y
componen en ese momento el grupo de “enfermos mentales”.
La norma implica “poner una exigencia a una existencia,
se propone como una unificación de la diversidad y de
reabsorción de una diferencia”.
Siguiendo a Becker, podemos decir que las reglas sociales definen
ciertos tipos de comportamientos apropiados y define conductas como
correctas y otras como incorrectas. Basaglia comenta que la
psiquiatría posee un poder que no le permite comprender al
enfermo mental y a su enfermedad, pero le sirve para defenderse de
ellos, utilizando la clasificaciones y esquematizaciones
psicopatologicas. “En su diagnóstico el psiquiatra se
reviste de un poder y de una terminología técnica para
sancionar lo que la sociedad ya ha producido excluyendo a quien no ha
entrado en el juego del sistema (...) sin embargo esta sanción
esta desprovista de todo valor terapéutico, puesto que se
contenta con operar una distinción entre lo que es normal y lo
que no lo es, donde la norma no es un concepto elástico y
discutible, sino algo fijo y estrechamente ligado a los valores del
médico y de la sociedad de la cual es representativa...”
Queda
conformado de este modo un panorama donde conviven una nueva
comprensión social de la salud mental que promueve nuevas
maneras de abordaje desde una perspectiva que establece continuidad
entre la enfermedad y los avatares de la existencia; y los viejos
conceptos de la psiquiatría tradicional que aparecen en
ciertos casos con fuerza renovada y tiñen de su impronta
positivista las explicaciones e intervenciones en el campo.
MARCO GENERAL DE LA
EXPERIENCIA
El
marco de este proyecto es un Hospital dependiente del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, ubicado en la zona sur de esta ciudad.
La
población que concurre al Servicio de Sicopatología
(atención ambulatoria e internacion) no proviene solamente del
área programática del hospital, sino de diversos
lugares de la Capital y del Gran Buenos Aires.
La
idea era iniciar un grupo de discusión con pacientes
recientemente dados de alta, ya que la preocupación de los
profesionales eran las frecuentes reinternaciones en el servicio.
El
equipo quedó constituido por dos psicólogas, tres
psiquiatras y dos trabajadoras sociales, quienes tenían una
reunión de equipo y una supervisión externa
quincenales.
El
grupo fue pensado como un grupo abierto donde los participantes
concurrieran en la medida que lo consideraran necesario, y donde se
plantearían temas que surgieran de ellos mismos.
¿Por
que se pensó en un “grupo de discusión”? La
idea de hacer un grupo de discusión partía de pensarlo
como facilitador para repensar situaciones personales a la luz de lo
grupal, compartir experiencias tanto positivas como negativas y así
intercambiar distintas estrategias y pensar diferentes alternativas
de vida. La heterogeneidad de los participantes del grupo, por sus
distintas vivencias y los diferentes modos de resolución de
sus problemáticas, enriquecerían el análisis de
estrategias alternativas.
Si
bien la idea original era contar con personas recientemente
externadas, a la hora de comenzar el grupo se convocó a
quienes habían sido externados hace tiempo para cubrir el
período requerido hasta que se dieran nuevas altas. Pero
finalmente, más allá de algunas invitaciones aisladas,
la convocatoria no se instalo dentro del servicio para quienes fueron
siendo externados durante ese lapso. Esto conformo un grupo más
o menos estable.
En
relación al encuadre, el grupo tenía una frecuencia
quincenal, con una duración variable de una hora y quince
minutos, con dos coordinadores y un observador que tomaría
registro, todos ellos rotativos. La coordinación fue conjunta
entre Trabajadores Sociales, Psiquiatras o Psicólogo. El
período de la experiencia se planificó con una duración
de 6 meses con posibilidad de continuidad.
El
grupo se reunía en el Aula de la Asociación
Profesional, llamado “el quincho”. El lugar fue elegido
por tener características físicas diferenciales del
resto del Hospital, en un intento por corrernos del espacio “de
enfermedad”.
Aproximación
al dispositivo grupal
Vamos
a introducir el análisis del dispositivo grupal a través
del objetivo general del proyecto y del trabajo del equipo,
centrándonos tanto en lo explicitado en lo formal y lo
implícito presente en la discusión del equipo de
profesionales que en todo momento guió el trabajo concreto
encarado en el grupo.
Creemos
que la convocatoria de la residencia de psicopatología hacia
profesionales del servicio social refleja una concepción de la
salud mental que reconoce el papel de las condiciones de vida en el
proceso salud-enfermedad y la producción social de la
“locura”.
Con
esta propuesta hubo una intención de dar una respuesta al
problema más allá de lo médico y del tratamiento
terapéutico. Esto nos parece importante desde nuestra
profesión para ocupar un espacio de aporte y reflexión
en este campo.
Los
Objetivos del equipo
El
objetivo inicial del proyecto era “Generar un espacio de
apoyo para la reinserción comunitaria de los pacientes
externados de la sala de internación de agudos del Hospital”,
sin embargo el mismo fue reformulado debido a dos aspectos
fuertemente relacionados: el de la “reinserción
comunitaria” y las condiciones concretas de viabilidad.
Con
respecto al termino “reinserción” entendemos que
esta concepción se orienta a la responsabilidad e iniciativa
individual ya que implica reinsertar algo que estaba afuera,
ahistorico (sin tener en cuenta las experiencias previas de las
personas), con una intencionalidad implícita de adaptarse,
adecuarse al medio en donde se realiza esa experiencia de inserción,
desvinculándolo de las condiciones mismas que hacen que esas
personas “estén fuera”.
La
cuestión de la viabilidad fue pensada en su momento en
relación a las condiciones sociales más generales, y al
marco institucional particular en que este proyecto se insertaba.
Nos
surgieron entonces algunos interrogantes ¿es posible dentro
de un hospital general generar un espacio que impulse la “reinserción
comunitaria”? y en el caso de que esto fuera así
¿habría una respuesta comunitaria para este
problema?
El
fruto de la discusión del equipo en esa instancia fue la
reformulación del objetivo general a uno que pensamos más
concreto y viable: “Generar un espacio de apoyo en el
proceso de externacion de pacientes dados de alta de la sala de
internacion para fortalecer sus lazos sociales y familiares”.
Los
participantes
Al
pensar en la concreción del objetivo reformulado, observamos
que aunque la idea era un grupo de apoyo para pacientes recientemente
dados de alta, el grupo quedó formado por personas que habían
sido externadas hacía varios años, nos preguntamos qué
pertinencia tuvo, y si es necesario pensar en otro grupo diferente,
ya que las realidades de estas personas diferían de lo
esperado. Ya habían reanudado su vida, y habían pasado
por la experiencia de externacion, resolviendo o no los problemas que
esto implicaba. Estaban pasando por otras situaciones, un momento
diferente en su vida, marcado fuertemente por ser pacientes
ambulatorios crónicos, por llevar una carga de enfermo
mental, pero no por ser personas recientemente externadas.
En
este sentido, el pensar en como llegar al objetivo, y pensando que
una forma planteada fue la discusión de ciertos temas
relacionados con la vida cotidiana ¿podríamos llegar
al fortalecimiento de los lazos por esa vía?
EXPERIENCIAS
Y REALIDADES DE PACIENTES AMBULATORIOS CRÓNICOS DE UN SERVICIO
DE PSICOPATOLOGÍA
Vamos
a analizar en este apartado las experiencias y realidades de las
vidas de las personas que participaron en el grupo. Consideramos de
suma importancia conocer estas realidades a la hora de crear un
dispositivo que aborde el problema planteado. Cuando pusimos en
marcha nuestro proyecto, nos encontramos con situaciones no
esperadas, que nos hicieron replantearnos la modalidad de abordaje.
Es desde este lugar desde donde queremos reflexionar ahora con mayor
profundidad, acerca del trabajo de equipo y del dispositivo adecuado
para dar una respuesta al problema.
A
partir de los encuentros con la vida de estas personas volcada en los
relatos de las charlas grupales, se abrieron muchos interrogantes y
cuestiones para repensar.
La
enfermedad, la medicación, la internación
DIALOGO:
Participante D.:-
“...yo tengo que hacerme una pensión por invalidez, y
la doctora me puso diagnostico de esquizoafectivo, y yo no
entiendo...”
Participante J:-
“Qué significa?”
Psiquiatría
S.: - “Para que te serviría saber?”
Participante
D. :-“Para saber como manejarme...leer para saber como
combatirlo...porque yo me siento que soy varias personas...”
Participante
J. : - “alguna de ellas te gusta más?...tenés el
dato (de las características de la enfermedad) ...podes
empezar por ahí...”
Un
tema central que surgió desde el primer momento fue el de la
ENFERMEDAD como identidad. Nos llamo la
atención que los participantes se presentaban ante nosotros y
ante el resto de sus compañeros haciendo referencia a la/s
enfermedades (mentales o no) que padecían. Esta condición
de enfermo era traída en algunos casos como constitutiva del
“ser”, como uno de los ejes de constitución
de la propia identidad, y en muchas de las situaciones como carta de
presentación.
“Soy
bipolar, hipotiroidea..”
D.
“...gracias
a Dios mi enfermedad, que es esquizofrenia la puedo dominar bastante
bien...”
“...yo
tengo esquizofrenia desorganizada...”
Ja.
“...yo
hablo de las cosas que me pasan a mi, tengo diabetes...”
J.
“...medicamentos,
hipotiroidismo, bipolaridad, artritis, el día que me entere me
puse a llorar terriblemente, porque todas las enfermedades a mi...”
D.
“...no
puedo tener mi propio yo, mi propia identidad”
“...yo
reconozco mi enfermedad, soy bipolar a veces quiero hacer cosas y a
veces no...”
Ju.
Consideramos
a la identidad como construida “...varios estudios apuntan a
la maleabilidad de las identidades en el tiempo y en el espacio,
siendo alteradas por el individuo o por el grupo conforme a las
circunstancias, el interlocutor u otros factores”
Podemos relacionar esto con la forma de presentarse, teniendo en
cuenta que quienes tenían enfrente eran en su mayoría
profesionales de las salas de internación de Psicopatología,
y sus compañeros de internación. Sumado a esto, el
lugar físico y simbólico donde se realizaba esta
presentación era un grupo para pacientes externados dentro del
mismo hospital donde habían estado internados.
DIALOGO:
Participante
D.:- “...yo tengo que hacerme una pensión por
invalidez, y la doctora me puso diagnostico de esquizoafectivo, y yo
no entiendo...”
Participante
J:- “Que significa?”
Psiquiatría
S.: - “Para que te serviría saber?”
Participante
D. :-“Para saber como manejarme...leer para saber como
combatirlo...porque yo me siento que soy varias personas...”
Participante
J. : - “alguna de ellas te gusta más?...tenés el
dato (de las características de la enfermedad) ...podés
empezar por ahí...”
La
identidad según Penna es un esquema de clasificación y
ordenamiento. En este sentido agrupa o distingue según un
criterio, que puede cambiar, de ahí lo maleable. A partir de
acá podemos pensar en el criterio de la “locura”
como algo que distingue. “luchar por la identidad en tanto
reconocimiento social de la diferencia significa luchar para mantener
visible la especificidad del grupo, o mejor dicho, aquello que el
grupo toma para sí, para marcar proyectos e intereses
distintos. El existir socialmente es también ser percibido
como distinto”.
Nos interesa aquí marcar que la construcción de la
identidad, al ser flexible, maleable según el interlocutor que
tenemos enfrente, permite resignificar los aspectos negativos
atribuidos por el otro y ubicarse así en una posición
más favorable:
“...yo
cuando era chico aceptaba todo, hasta hace poco, ahora soy un
transgresor...”
J.
“...yo
digo una cosa...yo soy popular, porque me enamoré de Susana
(una terapeuta)...”
C.
Al
mismo tiempo, y arriesgando una hipótesis, quizás
podemos hablar de que la construcción permanente de esta
identidad permite resaltar en muchos de los casos los aspectos
negativos de ser o estar enfermo porque los interlocutores de ese
momento son justamente quienes socialmente se ocupan de este
problema, y quienes RECONOCEN la existencia (aun desde el estigma)
de las personas a partir de este criterio clasificador que es la
locura. Compartimos las palabras de Galende respecto de que la mirada
del otro nos reconoce como seres que ocupamos un lugar en el mundo, y
es justamente desde aquí desde donde se encara la presentación
grupal en nuestro dispositivo. Referentes disponibles en ese momento,
ante un vació de otros interlocutores que permitan rescatar
otros criterios clasificatorios formadores de identidad (como puede
ser el status de trabajador, padre, etc.). En otros casos, como el
de L. existen otras experiencias que sirven para definirse de otros
modos
“...yo
empecé mi carrera a los 31, luego de tener mis hijos, soy
abuela, soy abogada y puedo enseñar muchas cosas...”
L.
La
construcción de identidades también remite a una
diferenciación, a una identificación y comparación
con los demás significantes. Esta búsqueda de
diferenciación se produjo también al interior del
grupo, entre pares, generándose rechazos y alianzas,
resaltándose las diferencias que surgían en los
discursos de los compañeros.
“...(hablando
de un compañero presente)...se nota que no es inteligente...”
C.
“...yo
sin que C. pueda seguir hablando lo conozco, uno entiende estas
cosas, las diferentes patologías...”
D.
A
los fines de este análisis podemos concluir que un dispositivo
de estas características, realizado desde la misma institución
que diagnostica y por los mismos profesionales que intervienen en el
proceso de internación, en cierto modo define identidades. A
la hora de pensar en un modo de abordaje que despegue de la
enfermedad como eje de construcción de alternativas y
proyectos, donde la idea es partir del aspecto sano, y pensar en el
fortalecimiento de los lazos sociales, un dispositivo como el que
realizamos plantea una contradicción. Si en cambio fuera
desarrollado desde otro lugar, podría dar espacio a otras
construcciones que se corrieran del lugar de la enfermedad, ya que
“....la maleabilidad de las identidades permite suponer que las
mismas personas podrían así (re) presentarse de modo
diverso en otros momentos y situaciones, o delante del nuevo
interlocutor, ya que el individuo puede dar significaciones
diferenciadas a los referenciales de identidad disponibles: la propia
auto atribución de identidad es alterada conforme al contexto
de interacción”.
Si estamos siempre en los mismos espacios, relacionándonos con
los mismos actores, las posibilidades de construcción de la
identidad se limitan.
Queremos
señalar que no se trata solamente de quien tenemos enfrente,
sino de las practicas reales de la vida cotidiana que nos permiten
relacionarnos con los otros desde los espacios donde se van
definiendo las identidades. En este sentido, la representación
simbólica, la construcción subjetiva de la identidad es
practica, concreción de proyectos y actividades concretas. Es
haciendo con los otros donde nos constituimos como personas, donde
significamos nuestras vidas.
Otro
de los temas que surgió permanentemente en el grupo fue el de
la MEDICACIÓN y sus implicancias en la vida
cotidiana de los participantes.
Continuamente
se traían al grupo cuestiones referidas a todo lo que les
imposibilitaba el estar medicado (recordemos que estamos hablando de
pacientes “crónicos”). Así la medicación
aparece como obstáculo para realizar distintas tareas
cotidianas, ya sea trabajar o desarrollar diferentes actividades y
también para relacionarse con otras personas, como por ejemplo
para establecer una relación de pareja.
“...yo
no me puedo casar ni tener hijos por la medicación...”
C.
“...no
tengo trabajo, no tengo dinero, quiero tener chica pero no puedo por
los medicamentos...”
“...no
quiero tomar medicamentos y depender de una medicación...”
C.
Esto
estaba acompañado de la necesidad que planteaban respecto de
contar con ellos para “estar mejor”. Los medicamentos
aparecen ocasionalmente como una condición necesaria para
llevar adelante su vida.
“...cuando
estaba internado estaba independiente tomaba la pastilla, cuando dejé
pasó todo eso, me interné en el Borda...”
C.
Se
presenta una contradicción, el medicamento visto como
obstáculo práctico para llevar adelante una vida
cotidiana plena, más la dependencia de los mismos.
Esta
contradicción nos hace reflexionar sobre el tema y nos plantea
dudas, y cuestiones no acabadas. ¿Es en estos pacientes
crónicos la medicación un paliativo que alivia algunos
síntomas y genera otros? Intentando buscar una respuesta,
según Basaglia “Los fármacos actúan
simultáneamente sobre la ansiedad del enfermo y sobre la
ansiedad de quien le cuida(...) El efecto sedante de los medicamentos
fija al enfermo en su rol pasivo de enfermo”
De
acuerdo con Galende, creemos que en algunos casos se percibe una
tendencia a un retorno a los ideales biologistas, por vía de
los tratamientos psicofármacológicos y la esperanza en
la genética y ciencias neurobiológicas para explicar la
naturaleza de las enfermedades mentales. Esto escaparía al
campo de la psiquiatría y formaría parte “de un
imaginario social nuevo, que se acopla con facilidad a la ilusión
de una respuesta sobre el sufrimiento mental que ponga sus causas
afuera de la responsabilidad y los avatares de la historia de cada
uno”
En
base a las realidades de los participantes del grupo quedó
evidenciado como el tema de la medicación es fundamental para
el desarrollo de su vida cotidiana, y específicamente en lo
ateniente a su relación con los “otros”, y la
realización de actividades.
Respecto
de la INTERNACION , surgieron en las charlas
afirmaciones que nos sorprendieron. Estas tenían que ver con
la sensación de protección y compañía que
tenían en el momento de la internación, y cómo
esto se manifestaba a veces en la sensación de que estaban
mejor internados que “afuera”. Analizando con detalle las
crónicas, esto aparecía cuando se hablaba de las
internaciones en el hospital de agudos .
“..el
apoyo, yo estoy perdido acá, estoy desorientado al no estar
internado..”
J.C.
“...me
gusta estar bien con mi papá, o a veces no sé si es
mejor estar internado. Es un calvario (refiriéndose a la
familia)”
C.
En
el caso de quienes además habían estado internados en
hospitales psiquiátricos especializados, las experiencias eran
referidas como negativas y no se añoraba ni valoraba ese
espacio.
“...tuve
dos intentos de suicidio, en el último me internaron en el
Borda, eso nunca lo digo... es algo que no me hubiese gustado conocer
nunca...”
D.
Si
pensamos esto a la luz del objetivo de fortalecer los lazos sociales,
queremos preguntarnos qué significación tuvieron
estas situaciones de internación; qué era lo que les
aportaba la sensación de seguridad y contención dentro
del hospital general.
¿Es
la situación del “afuera” tan restrictiva para
sentir que es mejor estar internado?
Escuchar
estas frases en los encuentros grupales modificó nuestra
visión respecto de la relación internación/externación.
Creemos que lo perverso de esta situación pasa por ser en
algunos casos la sala de internación EL lugar de
reconocimiento y contención, (reconocimiento desde el estigma,
pero reconocimiento al fin), al no tener en el “mundo exterior”
un lugar donde la existencia cobre un sentido diferente.
Paradójicamente, es el lugar de reconocimiento y resguardo,
donde a partir de diagnósticos y clasificaciones se define en
algunos casos el único lugar de existencia social, el lugar de
la enfermedad.
“Uno
se siente enfermo en la institución y se siente muy protegido”
D.
“Afuera
te tildan de loco”
J.
Las
condiciones materiales de existencia
“...con
él (refiriéndose al padre) permanece el miedo...es el
único que trabaja, si se muere que va a ser de mi...cuando
gana plata esta mejor conmigo...”
C.
Cuando
hablamos de condiciones de vida hacemos referencia a los modos de
producción y reproducción de la existencia de las
personas, el modo en que los hombres viven y trabajan, tienen su vida
social y espiritual, y realizan actividades políticas e
intelectuales. Dentro de estas condiciones de vida, ahora nos
centraremos en lo que atañe a las condiciones materiales de
subsistencia, y a lo dicho en relación a esto por quienes
concurrieron al grupo.
En
el caso de los participantes del grupo se presentaban dificultades
económicas relacionadas con los problemas para acceder a algún
trabajo remunerado, que tenía como consecuencia la dependencia
en otras personas, generalmente familiares, para satisfacer sus
necesidades de subsistencia.
“...Yo
dependo de mi mamá y mi hermana, de que me den de comer...hace
bastante que no consigo un trabajo fijo y estable”
D.
“...Estoy
sin vivienda, estoy viviendo en un equilibrio muy delicado”
A.
“...Hasta
el año pasado estaba bien, porque iba al trueque, pero se
jodió el trueque... Por épocas trabajo mucho y otras
nada, eso me pone mal. Tengo una pareja y tengo la necesidad de
ayudarlo económicamente”
L.
Esta
situación económica les dificultaba poder sostener su
vida cotidiana, en algunos casos implicaba no tener un techo, dinero
para el transporte, en otros casos cuando querían desarrollar
algún emprendimiento por cuenta propia no contaban con los
recursos necesarios para llevarlo adelante. Otras veces manifestaban
temor de no poseer recursos para comprar la medicación para
su tratamiento, en el caso de que el Hospital no se los pudiera
proveer.
“...falta
de trabajo...también la comida...tener plata, darme un
gusto...”
C.
“...si
quiero emprender algo no tengo dinero para los materiales...”
A.
Es
interesante comentar la historia de uno de los participantes que
trabajaba en el Banco Patricios, y luego cuando quebró termino
viviendo en la calle, otro caso de una mujer abogada, quien trabajaba
dando clases particulares y actualmente tuvo que abandonar el grupo
por no tener el dinero necesario para llegar al hospital.
Consideramos
que estas situaciones si bien presentan características
particulares por tratarse de enfermos psiquiátricos,
responden al contexto social, económico general que atraviesa
la mayor parte de la población, en cuanto a la realidad de
poder garantizarse por medios propios la subsistencia diaria
La
condición de enfermo mental cierra puertas, y esto se
relaciona con la percepción que la sociedad tiene del enfermo
psiquiátrico. Según Galende, se filtra la concepción
de “incapacidad psíquica” del enfermo mental para
desenvolverse en la sociedad. “ Esta idea de la incapacidad o
de lo que le faltaría a un sujeto para ser normal, promovida
desde el inicio por la comprensión psiquiátrica(...)
genera prejuicios sociales, pesimismos terapéuticos e
impotencias prácticas”
Esta
noción de incapacidad e inutilidad se relaciona con el
argumento de que un enfermo mental no puede desarrollar ciertos
trabajos, justamente porque es un ser “carente de razón”,
que “perdió el juicio”, que no esta preparado para
afrontar las tareas de manera apta, y es funcional a su vez con las
exigencias del mercado laboral actual, donde priman los criterios de
eficacia, eficiencia, competitividad, flexibilidad, adecuación
a las pautas de producción, etc. que dejan poco margen de
participación en el mercado laboral a gran parte de la
población y excluyen a estas personas de los espacios
laborales.
“...trabajaba
en una empresa, los dueños no me dejaban ni ir al baño,
me despidieron...”
M.E.
A
esto se suma lo que los participantes manifiestan sobre que el estar
medicado en algunos casos es un impedimento para el trabajo.
“...no
puedo trabajar...a mí me pasa que yo trabajo y me anulo, antes
no me pasaba, era eficiente y ahora no, no sé cuál es
el motivo, como que no razono ¿tengo retraso mental? No, me
hicieron un test de coeficiente mental, entre con beca a la escuela
de enfermería...”
D.
“...
me sentía mal en el trabajo y por eso me echaron...”
“...las
pastillas me dan agotamiento, los tengo que tomar...me costaba tener
memoria, tener rendimiento, me cambio...”
J. y D.
Este
tema se discutió en los encuentros grupales y los
participantes lo relacionaron en todo momento con el plano más
estructural vinculándolo con las experiencias personales.
“...es
doloroso saber que uno tiene problemas, es dolorosa la situación
del país, uno quiere hacer cosas y no se lo permiten...”
J.
“...digo
que no están dadas las condiciones, quien dice que esto
cambie...”
A.
“...(hablando
de las entrevistas laborales) las preguntas que nos hacen para ver
como somos, con quien vivimos...y después te dicen, “no
estas dentro de nuestras expectativas””.
J.
Nos
parece pertinente retomar la concepción enunciada del proceso
salud – enfermedad y su relación con las condiciones
sociales de producción y reproducción de la vida. En
este caso queremos hacer referencia a que son estas mismas
condiciones que están en la base del proceso de generación
social de la enfermedad las que luego van a excluir, nuevamente, del
sistema a quienes fueron catalogados como “enfermos mentales”
Se
llega por esta lógica a la situación que aparece como
única alternativa en algunos casos, tener que tramitar una
pensión por incapacidad para lograr algún recurso para
subsistir.
“....mi
mama y mi hermana hablaron con el Dr. P. Para que me dieran una
pensión por invalidez...”
D.
Los
lazos (familia, grupos, discriminación y soledad)
“...la
culpa la tengo yo, que mi miran porque soy diferente?
C.
Cuando
comenzamos el proyecto, una de las ideas centrales era fortalecer los
lazos existentes, es por esto que desde la coordinación se
intentaba orientar los encuentros grupales hacia los vínculos
que habían tenido o que tenían con personas,
instituciones, grupos comunitarios.
En
este intento nos encontramos por un lado con la realidad familiar,
tema que surgía frecuentemente en el grupo.
A
través de las crónicas observamos que la mayoría
de las personas manifestaban grandes dificultades en la relación
con su familia. En general se hablaba de no poder encontrar un
“lugar” dentro de su grupo conviviente.
“...no
logro ubicarme en el contexto familiar...”
A.
Surgía
desde el discurso de los participantes el relato de experiencias en
las que ese espacio muchas veces quedaba recluido al de mandaderos o
sirvientes, lugar de las tareas domesticas.
“...quiero
estar tranquilo, que no me traten como a un sirviente (...) no les
pasa que son como inquilinos...?
C.
“...es
sentirse como C., M.E., de mandadero o estúpido...”
D.
“...trabajar,
estudiar, el que no, hace los mandados...”
C.
Los
participantes se sentían aislados, descuidados y agredidos. El
hecho de ser personas adultas que no trabajaban de forma remunerada,
y si lo hacían solo conseguían changas, además
de su condición de “enfermo mental crónico”,
los ubicaba dentro de la familia en un lugar de dependencia y
desigualdad, en donde se descalificaban en muchos casos sus deseos.
Respecto
de la relación de los participantes con personas que no fueran
parte de su núcleo familiar, algunos de ellos concurrían
a grupos religiosos realizando tareas voluntarias, otros realizaban
talleres de teatro, artesanías, o participaban de los grupos
de terapia ocupacional del hospital.
Sin
embargo en casi todos los casos no se visualizaba a estos espacios
como lugares donde se habían entablado vínculos
significativos.
“...me
siento muy excluida...cuando una esta sin trabajo se siente
excluida...voy a la iglesia, vengo al hospital, pero de salidas no,
me gustaría ir al cine, estoy la mayor parte del tiempo
sola...
D.
“...para
mí es una experiencia nueva...(el grupo)...ser un poco más
cuerdo, llevar adelante mi proyecto de salud, mi trabajo, pero yo
salgo de acá anímicamente bien pero paso la puerta y
empiezo la misma historia mía de siempre...”
J.C.
A
partir de lo mencionado queremos retomar lo postulado anteriormente
respecto del objetivo original del proyecto, basado en la
“reinserción social”. Como discutimos en ese
momento, quedó en evidencia que el realizar una actividad no
significa necesariamente crear lazos, o que esto dé por sí
solo algún sentido a la vida de las personas, más allá
de “ocupar el tiempo”. Creemos que la generación
de lazos, de vínculos pasa por una construcción
colectiva que sea significativa, basada en una necesidad real y que
es un proceso que implica practicas que construyen representaciones,
identidades. Cuando se construye haciendo con otros, y hay un
reconocimiento de la existencia, se puede pensar en un proyecto que
corra las identidades del lugar de la enfermedad.
Nos
parece importante introducir aquí el tema de la fuerte
angustia que atravesaban las personas que participaron del grupo.
Mas
allá de estas actividades y participación en
determinados grupos, todo el tiempo emergía el tema de la
soledad, la angustia y el “no tener nada que hacer”
“...yo
vengo (al grupo) porque los fines de semana estoy muy sola...”
M.E.
“...yo
estoy cansado de estar en mi casa, duermo la siesta, no tengo nada
que hacer...”
J.
“...tengo
que aprender a estar solo, y no puedo, necesito que me den cariño...”
C.
En
algunas de las situaciones grupales donde se intentaba desde la
coordinación tocar el tema de los lazos primaba la carga de
sufrimiento que impedía al grupo poder trabajar y en muchos
casos paralizaba también al equipo. Ellos percibían a
la soledad, al “no tener nada que hacer” como situaciones
que generaban mas angustia y que les provocaba temor.
“...tengo
miedo de estar solo...”
C.
“ Es
importante tener todo el día y todos los días ocupados”
D.
“...No
me levanto los fines de semana... Si no tenemos trabajo un curso un
hobbie, al que no hace nada la cabeza le trabaja de noche”
M.E.
Este
miedo, la presencia de un peligro tenía que ver con que la
realidad de ese momento los remitía a circunstancias
similares a las vividas previamente en situaciones críticas
como las internaciones o los intentos de suicidio.
“...Me
siento mal. En el año 88, 89, 90, cuando me sentía así
me quise suicidar...”
D.
“...muy
deprimido, desahuciado...mejor no hablo mas porque sino me pego un
tiro...”
C.
“...me
da esa sensación al llegar a mi casa de tomarme todo
(referencia a las pastillas)...hoy me gustaría evadirme de
todo, no vivir el día de hoy...”
D.
Nosotras
no esperábamos enfrentarnos con esta realidad, lo que
significo no encontrar la forma de encauzar el grupo hacia los
objetivos propuestos, y nos hizo replantearnos los alcances y
limitaciones de la finalidad del proyecto. Pensamos que es sumamente
necesario desarrollar un trabajo previo, de pre-alta articulado con
los terapeutas individuales, sumado a un dispositivo con
características totalmente diferentes, no necesariamente un
grupo temático que nuclee a personas con realidades similares.
Otro
aspecto que debe ser tenido en cuenta al desarrollar una estrategia
de abordaje del problema es la cuestión de la discriminación.
En los encuentros grupales surgió de manera frecuente la
marginación que padecían los participantes en los
distintos espacios de relación con los otros.
“...le
dije un piropo a una chica y ella llamó a un policía...”
C.
“...en
el trabajo cuando estas deprimido te discriminan...”
J.
“...no
quieren que trabaje para él porque soy depresiva...cuando se
enteraron de que había estado internada me echaron...yo me
quede hecho un bollo, avergonzada...”
D.
“...la
depresión puede venir por falta de afecto, culpa, la sociedad
que te discrimina...”
C
Esta
respuesta social ante la “locura” tiene relación
con la enfermedad mental que se presenta como un estigma.
“...mientras el extraño está presente ante
nosotros puede demostrar ser dueño de un atributo que lo
vuelve diferente de los demás y lo convierte en alguien menos
apetecible (...) él produce en los demás, a modo de
efecto, un descrédito amplio...”.
De alguna manera, pensamos que la enfermedad mental es asociada con
la noción de “peligro”, esto se manifiesta por
ejemplo en la ley de internación, donde se postula que en la
historia clinica de cada internado deberá constar entre otros,
“el índice de peligrosidad que se lo atribuya”, y
en otro artículo que reglamenta los egresos establece que “los
jueces dispondrán de oficio de todas las medidas apropiadas a
fin de que las internaciones se limiten al tiempo indispensable
requerido por las necesidades terapéuticas y la seguridad
del internado y la de terceros”.
Creemos que esta concepción encubre otros temores, otros
peligros relacionados quizás con lo que enuncia un loco en la
sociedad. ¿él evidencia la parte más oscura que
genera la sociedad en su desarrollo “normal”? ¿puede
ser que este rechazo al loco confirme nuestra normalidad?
Creemos
que estas preguntas nos remiten a enmarcar este sufrimiento personal
vivido por los participantes de un pequeño grupo de personas
externadas con los procesos sociales “...No se trata de
fenómenos que debamos comprender como lo “particular”
de la clínica singular de cada paciente, y lo “general”
de la cultura y la sociedad, sino de un campo de fenómenos
cuyas tensiones y conflictos tienen siempre como lugar de expresión
a los individuos, sus subjetividades singulares, sus modos de vida
real...”.
Por ello creemos que las dificultades para la construcción de
lazos sociales no se deben entender como problemas individuales, sino
que responden a un contexto social general. No es por tanto propia de
los grupos considerados como “marginales”, sino que es
vivido por todos los que participamos de una sociedad, donde se
erigen valores tales como el hedonismo, el individualismo, la
competencia....
El
papel del estado neoliberal en este proceso es clave. El corrimiento
del mismo de ciertas funciones nos remite a las pérdidas
graves en los sistemas sociocomunitarios por los efectos de las
migraciones, el desempleo, la desactivación de las
corporaciones, etc. La construcción de lazos en este contexto
es compleja, sin embargo, sin embargo el escenario no esta solo
conformado por lo descripto, sino que coexisten experiencias
crecientes de construcción que apuestan a valores diferentes.
Desde
nuestro rol profesional, retomando los análisis realizados a
lo largo del trabajo creemos que hay algunas líneas de
abordaje que se pueden esbozar.
El
dispositivo del que formamos parte creemos que se constituyó
como una propuesta, un intento de pensar en posibilidades de trabajar
con pacientes crónicos para evitar reinternaciones, pero tal
vez en este intento no pudimos pensar un trabajo que no se centre en
la enfermedad como referente para la identificación. Con esto
podemos hacer mención a lo dicho por uno de los participantes,
acerca de que no quería seguir participando del grupo porque
“no quería relacionarse con locos”, y otra de las
cuales manifestó que no deseaba que la vieran entrar al
hospital. Concuerda con esto la sensación presente en varios
de ellos de que cuando terminaba el grupo volvían al “afuera”
y su vida seguía como siempre. En este sentido en un primer
momento creímos que separándonos del espacio físico
del Servicio de Psicopatología bastaría para corrernos
del lugar de la internación, pero finalmente seguimos dentro
de la misma institución, sin tener conexión con los
ámbitos donde se desarrolla su vida cotidiana, y que son el
espacio donde se generan los vínculos.
En
primer lugar si apuntamos a la construcción de identidad desde
un lugar diferente al de la enfermedad, habría que pensar en
un proyecto que tenga como eje referentes que den distinto sentido y
que estén anclados en necesidades concretas de las personas,
teniendo en cuenta las mencionadas cuando hablamos de las condiciones
materiales de existencia. Para el logro de esta construcción
es básico el hacer, la practica con significado. Pensamos que
un abordaje que se acerque de alguna manera a esto podría
encararse desde lo territorial, no necesariamente desde un
dispositivo grupal en el que estén presentes personas que
compartan la misma problemática, sino con anclaje en los
grupos comunitarios reales, con proyectos concretos que pueden tener
por ejemplo como base la generación de estrategias de
subsistencia (microemprendimientos, economía social, etc.) y
que funcionen como lugar de encuentro a partir de necesidades
concretas. Compartir el trabajo, el espacio de producción, un
objetivo común, puede comenzar a barrer con los estigmas, la
idea de incapacidad y de “peligro”. Se trata de reforzar
en la estrecha relación adentro/afuera todo aquello que
devuelva a las personas a los ámbitos cotidianos y que
fortalezca a estos como los de mayor contención y protección.
BIBLIOGRAFÍA
Basaglia, Franco: “La
Institución negada”. Ed. Barral.
Becker,
Howard : “Los extraños. Sociología de la
desviación”. Ed. Tiempo contemporáneo.
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“Historia de la locura en la epoca clásica”. Ed.
Fondo de Cultura Económica.
Foucault, Michel: “Un
dialogo sobre el poder”. Ed. Altaya, Barcelona, 1994.
Galende, Emiliano: “De
un horizonte incierto. Psicoanálisis y salud Mental en la
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Goffman
Erving: “Estigma. La identidad deteriorada”. Ed.
Amorrortu, Buenos Aires, 1963.
Goffman, Erving:
“Internados”. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1973.
Ley de Internación
y egreso de Establecimientos de Salud Mental, Nº 22.914
Penna, Maura: Material
de la catedra de Antropología II, Carrera de Trabajo Social,
facultad de Ciencias sociales, UBA. Transcripto del texto “O
que faz ser nordestino”
Rojas Soriano, Raúl:
“Capitalismo y enfermedad”. Ed. Plaza y Valdez. México
D.F., 1995.
Varios autores:
“Políticas en salud mental”. Lugar Editorial,
Compiladores Saidon/Troianovsky, Buenos Aires, 1994.