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Edición N° 43 - primavera 2006

“Hacia una conceptualización del nuevo poder pastoral del Trabajo Social”

Por:
Maia Klein
* (Datos sobre la autora)


I. Introducción

El presente ensayo tiene por objetivo elucidar el escenario socio-político en el que aparece la primer expresión de la denomina “cuestión social”, entendiendo que ello propiciará una aproximación analítica al proceso de intervención. En este sentido, no se realizará una mera descripción de dicho escenario sino que el interés estará puesto en indagar acerca del poder de policía que asumirán esas primeras prácticas de intervención en tanto nuevo poder pastoral.

La idea rectora del trabajo será que la intervención en lo social produce saberes en relación a un “otro” sobre el que se dirige toda una serie de técnicas y herramientas de control, constituyéndose en uno de los aspectos fundantes del Trabajo Social. De este modo, no se trata de determinar si esas producciones discursivas producen verdades o no sino que se trata de aislar y aprehender la “voluntad de saber”; es decir, interesa determinar la génesis de la explosión discursiva en torno y a propósito de ese “otro”, en un momento histórico en el que la población surge como problema económico y político.

II. La cuestión social 1 en la Argentina hacia fines del siglo XIX

Identificar los aspectos generales de la situación socio-política de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX permite no sólo acceder a los orígenes de la profesionalización de la asistencia sino que constituye una vía de acceso a la construcción de un nuevo saber.

De manera muy general se puede afirmar que dicha situación se caracteriza, en términos sociales, por una sustancial diferenciación del sistema de relaciones sociales hasta entonces imperante como consecuencia de la política inmigratoria iniciada a mediados de 1850. En relación a la economía, se observa su diversificación con la extensión de la agricultura, la instalación de los primeros frigoríficos y el desarrollo de las primeras industrias. Al mismo tiempo, se emprende la prolongación de la red ferroviaria y se encara una gran cantidad de obras públicas. Mientras que desde la esfera política, las clases dominantes logran la consolidación del proyecto liberal que impulsó una incorporación más plena al mercado mundial.

En ese contexto, los liberales de la generación del ‛80, bajo los ideales del progreso y del positivismo, asumirán una serie de medidas tendientes a materializar y extender el control estatal en distintos ámbitos de la vida civil. En ese sentido, el proyecto positivista intentará dar respuesta, por un lado, a los efectos no deseados del proceso de modernización y, por el otro, buscará “hacerse cargo reflexivamente del problema de la invención de una nación” 2.

Si bien la nación crecía cuantitativa y cualitativamente de la mano de la ansiada inmigración europea no existían “plan ni supervisión, y los más elementales servicios de la vida de la ciudad no conseguían ponerse a su paso. Faltaban casi por completo los de limpieza en la vía pública, abastecimiento de agua, sanidad y viviendas para la clase trabajadora. La consecuencia más patente de este abandono urbano fue la reaparición de grandes epidemias de enfermedades contagiosas” 3. Los discursos médicos se tornarán claves para disciplinar a estas multitudes compuestas por “especiales aptitudes morales e intelectuales” 4 y para “considerar la familia y sus transformaciones como una forma positiva de solución a los problemas planteados por una definición liberal del Estado más que como elemento negativo de resistencia al cambio social” 5. ¿Qué podía amenazar en ese momento la definición liberal del Estado? En primer lugar, los reclamos sociales de esas oleadas de indigentes que habían arribado a un país que no cumplía con sus expectativas de progreso. En segundo lugar, las diferencias sociales al interior del cuerpo social, diferencias ligadas no sólo a las condiciones de vida sino también a las costumbres. La solución a ambas dificultades no podía continuar siendo la pura y simple represión, dado que la economía liberal necesitaba instaurar prácticas de conservación y formación de la población. El problema que se plantea será el desarrollo de dichas prácticas pero con fines de dominación, de pacificación y de integración social.

Si durante la Edad Media la integración fue un fenómeno puramente divino, en la Modernidad su resolución queda a cargo de los hombres. De este modo, fue la estrategia filantrópica la encargada de asumir el desafío. La filantropía no consistió en una fórmula ingenuamente apolítica sino en una herramienta pretendidamente despolitizante.
La filantropía, según Donzelot, operó desde dos polos: uno asistencial, que utilizó al Estado como un medio formal para introducir un cierto número de consejos y de preceptos de comportamiento; y otro médico-higienista, que vio en el Estado su medio material para conjurar el peligro de la destrucción de la sociedad por el debilitamiento físico y moral de la población. Para ello fue necesario revisar el viejo tronco asistencial de la Sociedad de Beneficencia y las obras privadas, que comenzaron a ser cuestionadas no sólo por ineficientes sino incluso por favorecer la indigencia y la vagancia.
Son los médicos higienistas quienes emprenden una serie de reclamos al Estado exigiendo una intervención más directa y planificada en relación a la asistencia y a la salud pública. Es la misma “disciplina médica (...) [la que] organiza una interpretación de lo social únicamente posible por la simultánea concepción de la sociedad como un organismo y de la crisis como una enfermedad” 6, en esos términos se intentará dar una explicación a una de las principales problemáticas que se constituyen en objeto de intervención de este momento histórico, el de la integración.

III. Nuevo poder pastoral

La intervención implicará una vigilancia continua de la familia, una táctica a la vez totalizante e individualizadora. Si hasta el siglo XIX el poder político y el poder pastoral aparecen más o menos ligados entre sí, a partir de entonces esta táctica logrará la imbricación de ambas lógicas, constituyendo una nueva forma de poder.

El nuevo poder pastoral 7, matriz moderna de individualización del Estado, pese a perpetuar la función de la vieja institucionalización eclesiástica del pastorado, transmutará su objetivo. Ya no se trata de conducir al manso rebaño hacia su salvación futura garantizada en el más allá, sino que se trata de asegurársela en este mundo, en el más acá.

a. Metamorfosis del objeto

Uno de los cambios que conlleva el nuevo poder pastoral es el de la significación de esa salvación; el objeto muta del alma al cuerpo.

El cuerpo, convertido en blanco de poder desde el siglo XVII, habría de ser sometido a nuevas técnicas que llevarían el control a otra escala. Ya no se trata del cuerpo “en masa, en líneas generales, como si fuera una unidad indisociable, sino de trabajarlo en sus partes, de ejercer sobre él una coerción débil (...) al nivel mismo de la mecánica: movimientos, gestos, actitudes, rapidez” 8. Pero en el siglo XIX, el cuerpo así entendido debe ser salvado, y para ello resulta necesario preservarlo en su integridad.

En este sentido, la medicina invertirá las “posiciones respectivas del alma y del cuerpo con vistas a la perfección” 9. Si mis conductas en el mundo no son las que aseguran mi salvación en el más allá, sino que la salvación está aquí y es mi cuerpo su materialidad, entonces se torna necesario conservar un buen estado de salud, promover nuevas condiciones de educación y de seguridad social.

Esta metamorfosis opera en el plano de la beneficencia en una mutación de la esperanza y del compromiso. Mientras que con la caridad el objetivo estaba constituido por la salvación del alma, y la pobreza era una determinación divina donde la esperanza del paraíso en el cielo, en el más allá, establecía un compromiso con la causa de Dios; por el contrario, con la filantropía el objetivo será el de ayudar al semejante con la esperanza puesta en la tierra, en este mundo, donde la pobreza es un imponderable, por lo que se niega la limosna como una dádiva y se plantea una ayuda que actúe como paliativo de la circunstancia del prójimo, estableciéndose un compromiso con la causa de la humanidad.

¿Por qué se torna necesario establecer el lugar de esta metamorfosis en la beneficencia? Porque será la institucionalización de esa intervención privada (que aporta un saber práctico apoyado en el sentido común y en el compromiso pero también una identidad y un lugar), junto con la ampliación de las funciones del Estado y el desarrollo de las Ciencias Sociales las que den origen, a principios del siglo XX, a un nuevo tipo de práctica: la asistencia, el servicio o el trabajo social.

b. Proliferación de agentes

En segundo lugar, se produce un fuerte aumento de funcionarios de ese poder pastoral. Serán las instituciones públicas pero también las “empresas particulares, de sociedades de asistencia, de benefactores y, de modo general, de filántropos” 10 los encargados de ejercerlo. Incluso una vieja institución como es la familia se verá obligada a asumir funciones pastorales, pero sobre ella volveremos en el siguiente apartado. Esto implica que el poder de tipo pastoral que durante milenios estuvo ligado a instituciones religiosas, encuentra soporte en una multitud de instituciones, expandiéndose de pronto por todo el cuerpo social.

Importa destacar aquí que el poder, en términos foucaultianos, no es una sustancia, algo que se posee, sino que está en continua y permanente circulación, que funciona en cadenas retroalimentantes a través de las redes en las que estamos implicados, en las que somos sostenidos y de las que somos sostenes. El poder asume dos movimientos: uno descendiente, de lo macro a lo micro (baja, impone un discurso); otro ascendiente, en sentido inverso, que lo produce, le presta forma concreta, lo multiplica. La hipótesis de este trabajo es que esta línea descendente estaría garantizada no sólo por el poder de policía 11 de todos estos agentes, sino por el nuevo poder pastoral entendido como uno de los cimientos sobre los que se fundará el Trabajo Social.

Precisamente, el nuevo poder pastoral encuentra en los orígenes de nuestra profesión un terreno fértil donde florecer ya que deja de demandar sacrificio y se lo empieza a brindar en nombre del hombre. ¿Quién lo ejerce? Aquel que promueve el cuidado del otro. La inevitable pregunta acerca de las razones o motivos que podrían motorizar esta práctica encuentran así su explicación: aquellos que no logran integrarse a este modelo liberal de sociedad dejan de ser considerados un mero excedente social para pasar a ser vistos como agentes valiosos, fuerzas productivas y útiles que deben ser reorganizadas en función de imperativos económicos y sociales.

c. Tecnologías de saber-poder

La condición de esa reorganización se centra en el “desarrollo del conocimiento de los hombres acerca de dos funciones: una globalizadora y cuantitativa, que concierne a la población” 12 y que se centra en la vida; la otra analítica, que concierne al individuo y manipula su cuerpo como foco de fuerzas que hay que hacer útiles y dóciles a la vez.

Este conjunto de funciones no operan del mismo modo, por lo cual no se excluyen sino que se articulan. La función analítica proporcionará un saber minucioso, puntilloso de las menores partículas de la vida cotidiana y del cuerpo humano; mientras que la función globalizadora y regularizadora permite pensar, reflexionar y calcular los problemas específicos de la población, a través de un factor técnico principal, la estadística.

Ella permitirá la medición de fenómenos demográficos tales como la natalidad, mortalidad y longevidad de la población. En este sentido, la medicina va a ser una técnica política de intervención, con efectos de poder propios. La medicina, en tanto saber/poder que se aplica, a la vez, sobre el cuerpo y sobre la población, sobre el organismo y sobre los procesos biológicos, va a tener efectos disciplinarios y regularizadores. El foco de estas intervenciones va a estar dado por la familia; la familia aparece, así, como un elemento de la población y como un instrumento fundamental de su gobierno.

Por lo tanto, es posible afirmar que la familia, punto neurálgico de la sociedad, es el punto de convergencia de la anatomopolítica del cuerpo humano y de la regulación política de la vida, la biopolítica. El dispositivo 13 familiar se convierte en el instrumento privilegiado para el gobierno de la población, y por lo tanto, en el objeto de la intervención estatal.

De este modo, aparecen nuevas técnicas de intervención, surgen nuevas formas de observación, de registro, de interrogatorio. Todas estas técnicas se inscriben en la lógica de la indagación como forma de intervención, en tanto proceso de búsqueda de la verdad. Y en esta búsqueda de la verdad, lo que importa al poder pastoral es que todo sea dicho, el pastor debe conocer hasta en el más mínimo detalle a su rebaño, “en todas partes fueron preparadas incitaciones a hablar, en todas partes dispositivos para escuchar y registrar, en todas partes procedimientos para observar, interrogar y formular” 14. En este sentido, la aparición de “nuevas formas de análisis de la cuestión social abre panoramas hasta hace poco tiempo impensados e inexplorados (...) básicamente, se desconfía de lo dado” 15. Por lo que va a adquirir importancia la prueba dado que ella viene a intentar demostrar, certificar y verificar esa verdad. IV. Vida y política

En este punto interesa analizar el momento del surgimiento de la población como problema económico y político y la relación que se establece con la intervención.

La política deja de girar en torno a la igualdad y la libertad para pasar a “cuidar la vida” y administrarla. Bajo esta premisa, la intervención se realiza con el objetivo fundamental de hacer vivir, sobre la manera de vivir y sobre el cómo de la vida.

Y aunque esta preocupación no es nueva, sino que aparece en Argentina mucho antes que la generación del ‛80, el aspecto novedoso se da en relación al cómo de la vida, ya que modifica la lógica del dispositivo asistencial predominante hasta ese momento:

  1. cambia su naturaleza: lo que hay que dar, por principio, son consejos antes que bienes.

  2. cambian los criterios de oportunidad: de la dependencia pobres-ricos a la “legítima influencia”, ello garantizado por la atribución de derechos políticos. Derechos que permiten superar la alternancia entre caridad y represión al establecer una serie de preceptos cuyo cumplimiento debe ser garantido por el Estado.

  3. cambian la formas de atribución de ayudas, es decir, el orden de prioridades: antes el niño que el anciano, antes la mujer que el hombre. En términos de Castel, se configura la handicapología, es decir, el perfil de las poblaciones que se convertirán en clientes potenciales de lo social-asistencial, individuos que tendrán el común denominador de no poder subvenir a sus necesidades básicas dado que no están en condiciones de trabajar. En este sentido, la intervención se planteará en torno a la verificación de la pobreza, se requerirá para ello no sólo de las herramientas que permitan su cómputo (tales como certificados, visitas, encuestas, informes, etc) sino también la institucionalización de un saber capaz de administrarlas y de ejercer sobre la población un férreo control.

V. A modo de conclusión

Nos encontramos, indiscutiblemente, con los orígenes de nuestra profesión. No constituye el objetivo de este trabajo el continuar el análisis de ese proceso, sino el identificar un complejo escenario socio-político en el que se plantea la necesidad de intervenir sobre lo que en ese momento se identificó como la “cuestión social” de una manera regularizadora y globalizante del cuerpo social a través de un nuevo tipo de poder que Foucault denomina nuevo poder pastoral.

A partir de allí vimos la proliferación tanto de agentes capaces de sostenerlo como de técnicas y conocimientos constructores de un nuevo saber que cargaron con la tarea de hacer gobernable no a individuos aislados sino a una población.

En este sentido, importa señalar que “cada sociedad gesta en base a un determinado grado de desarrollo de sus prácticas y representaciones las diferentes formas de resolver dichos problemas y promueve así el desarrollo de la ciencia, de la tecnología, de las profesiones y de las diversas instancias sociales, políticas y culturales (...) involucradas en el desenvolvimiento de la sociedad” 16. Es decir, que la necesidad de una profesión no se origina por simple proclamación sino por la configuración de un campo de problemas que requiere un determinado tipo de intervención.

Resta reflexionar acerca de las dimensiones de la “intervención en lo social en la actualidad, entendiendo que ella se nos presenta como un “espacio de libertad” que se construye en pequeños hiatos, intersticios, lugares, donde es posible reconstruir historicidad, entender a ese “otro” no como un sujeto a moldear sino como portador de historia social, de cultura, de relaciones interpersonales” 17. Espacio de libertad y, por lo tanto, campo atravesado por tensiones diversas que es preciso conocer. La reflexión quizá nos permita pensar que la intervención por venir requiere la producción de aberturas que desborden la condición de imposibilidad, es decir, la producción de nuevos posibles 18.

En este sentido, ya se lo preguntaba Ignacio Lewkowicz, ¿adónde nos conduce esto? La pregunta era y sigue siendo pertinente. La respuesta continúa siendo: depende. “Depende de lo que hagamos prácticamente los contemporáneos, en la medida en que no hay ningún futuro escrito en ningún cielo secreto. Depende de nuestro hacer, sin un sentido determinado de antemano, pero que es un libre hacer incondicionado. Depende de lo que se haga con las condiciones. Porque son condiciones y no determinaciones. Resulta imposible no tomarlas en cuenta. Pero resulta cobarde asumirlas como determinaciones. En definitiva: depende” 19.

VI. Bibliografía:

 Carballeda, Alfredo J. M. “La intervención en lo social. Exclusión e integración en los nuevos escenarios sociales”. Editorial Paidos Tramas Sociales. Buenos Aires. 2005.

 Castel, Robert. “La metamorfosis de la cuestión social”, Editorial Paidos, Buenos Aires, 1997.

 Donzelot, Jacques. “La policía de las familias”. Editorial Pre-textos. España. 1998.

 Duschatzky, Silvia y Corea, Cristina. “Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones”. Paidós Tramas Sociales. Buenos Aires. 2002.

 Lewkowicz, Ignacio. “Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez”. Paidós. Buenos Aires. 2004.

 Foucault, Michel. “Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión”. Siglo Veintiuno Editores. México. 2001.

 Foucault, Michel. “Historia de la sexualidad. La voluntad del saber”. Editorial Siglo veintiuno editores Argentina. Buenos Aires. 2002.

 Foucault, Michel. “Defender la sociedad”. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 2000.

 Foucault, Michel. “Microfísica del poder”. Las ediciones de La Piqueta. Madrid. 1992.

 Foucault, Michel. La gubernamentalidad, en Varela y Alvarez-Uría. “Espacios de poder”. Las ediciones de La Piqueta. Madrid. 1991.

 Foucault, Michel. “Le sujet et le pouvoir”, Dits et écrits, vol. IV, Paris, 1994; versión castellana utilizada: FOUCAULT M, “El sujeto y el poder” en DREYFUS H y RABINOW P, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica, BsAs, Nueva Visión, 2001.

 García Salord, Susana. “Especificidad y rol en Trabajo Social”. Editorial Humanitas, Buenos Aires, 1991.

 Grassi, Estela. “La mujer y la profesión de asistente social. El control de la vida cotidiana”. Humanitas. Buenos Aires. 1989.

 Hobsbawm, E. “Las revoluciones burguesas”. Cap. XI. S/d.

 Terán, Oscar. “Positivismo y nación en la Argentina”. Pág. 12. Editorial Puntosur, Buenos Aires, 1987.

NOTAS

1 Robert Castel señala que la cuestión social “puede caracterizarse por la inquietud acerca de la capacidad de mantener la cohesión social de una sociedad”. Véase “La metamorfosis de la cuestión social”, Editorial Paidos, Buenos Aires, 1997. Pág. 29.

2 Terán, Oscar. “Positivismo y nación en la Argentina”. Pág. 12. Editorial Puntosur, Buenos Aires, 1987.

3 Hobsbawm, E. “Las revoluciones burguesas”. Cap. XI. S/d.

4 Ramos Mejía, José María. “Fragmentos de Las multitudes argentinas” en Terán, Oscar, op. cit.

5 Donzelot, Jacques. “La policía de las familias”. Editorial Pre-textos. España. 1998.

6 Terán, Oscar. Op. cit.

7 Foucault, Michel. “Le sujet et le pouvoir”, Dits et écrits, vol. IV, Paris, 1994; versión castellana utilizada: FOUCAULT M, “El sujeto y el poder” en DREYFUS H y RABINOW P, Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica, BsAs, Nueva Visión, 2001.

8 Foucault, Michel. “Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión”. Pág. 140. Siglo Veintiuno Editores. México. 2001.

9 Donzelot, Jacques. “La policía de las familias”. Pág. 17. Editorial Pre-textos. España. 1998.

10 Foucault, Michel. “El sujeto y el poder”. Pág. 248. S/d.

11 Poder de policía “no en el sentido estrictamente represivo que nosotros le damos hoy, sino según una concepción mucho más amplia que engloba todos los métodos de desarrollo de la calidad de la población y del poder de la nación” en Donzelot, Jacques. Op. cit, pág 10.

12 Foucault, Michel. Op. cit.

13 Michel Foucault señala que dispositivo es la red de relaciones que se pueden establecer entre elementos heterogéneos. En un dispositivo, cualquiera sea éste (de intervención, familiar, de sexualidad, etc) la norma adquiere un lugar fundamental en tanto actúa como la coacción de una conformidad que es preciso realizar, establece un grado óptimo que es preciso alcanzar y también el umbral mínimo. Permite distinguir entre lo social y lo asocial, lo sano y lo patológico, lo diferente y la diferencia de las diferencias (lo anormal).

14 Foucault, Michel. “Historia de la sexualidad. La voluntad del saber”. Editorial Siglo veintiuno editores Argentina. Buenos Aires. 2002.

15 Carballeda, Alfredo J. M. “La intervención en lo social. Exclusión e integración en los nuevos escenarios sociales”, pág. 36. Editorial Paidos Tramas Sociales. Buenos Aires. 2005.

16 García Salord, Susana. “Especificidad y rol en Trabajo Social”. Pág. 18. Editorial Humanitas, Buenos Aires, 1991.

17 Carballeda, Alfredo J. M. “La intervención en lo social. Exclusión e integración en los nuevos escenarios sociales”. Pág. 32. Editorial Paidos Tramas Sociales. Buenos Aires. 2005.

18 Duschatzky, Silvia y Corea, Cristina. “Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones”. Paidós Tramas Sociales. Buenos Aires. 2002.

19 Lewkowicz, Ignacio. “Pensar sin Estado. La subjetividad en la era de la fluidez”. Pág. 36. Paidós. Buenos Aires. 2004.



* Datos sobre la autora:
* Maia Klein
Estudiante Lic. Trabajo Social

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