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Transformaciones territoriales, contexto histórico y económico. Cambios en lo Global y lo Local. Por:
Tanto
Gaignard (1980) como Levene (1954) coinciden en que el proceso de
poblamiento posterior al indígena en la región de la
Pampa (provincias de Buenos Aires, La Pampa, Sur de Córdoba y
sur de Santa Fe) deviene de una eliminación del indígena
que es suplantada por la tenencia de tierras otorgadas a los
militares participantes de las llamadas “Conquistas del
desierto” y, posteriormente, con la venta de tierras situadas
más allá del Paralelo 35° Lat. S y del Meridiano
“V”. Este proceso de venta de tierras es cuestionado
actualmente por diferentes historiadores (Banzato, G: 2005) alegando
que la apropiación estuvo íntimamente relacionada con
un mercado de operaciones políticas y poderes de clase en la
ciudad de Buenos Aires en el siglo XIX.
Gaignard (op.cit) agrega que es el campo explotado quien queda al servicio del ferrocarril (del Sud; Oeste y Central Argentino) y es este ferrocarril quien inserta al campo en el contexto de las exportaciones. La periferia de la pampa, es donde el ferrocarril se vincula con los chacareros (en las colonias agrícolas), al tiempo que éstos lo hacen con los terratenientes y circularmente, éstos últimos, con las empresas ferroviarias británicas. El aparcero, que aparece como un nómade, es quien consolida la acumulación de la aristocracia terrateniente. En este sentido Gaignard (op.cit) opone “Chacareros” con “Estancieros”. Los primeros son aquellos que poseen entre 20 y 30 has. (dedicados principalmente a la agricultura), mientras que los segundos, cuentan explotaciones que pueden superar las 3000 has (dedicados a la explotación pastoril). Comenta el autor que durante la crisis financiera de 1929 se manifiesta un cambio en la lógica agroexportadora, esto es, se vivencia una crisis relevante para aparceros y arrendatarios. Este marco no indica un nuevo proceso de concentración de las tierras. El sector pampeano, hacia la década de 1940, queda dominado por la especulación pastoril. A este suceso debemos sumarle el crecimiento demográfico que generará como consecuencia una disminución de las exportaciones y un aumento del consumo interno de carnes. Buenos Aires, La Plata y Rosario, hacia mediados del siglo XX concentraban a los frigoríficos más importantes de la región y el país. Hacia fines de la década de los 50’ el cambio de lógica del modelo agroexportador, el proceso de sustitución de importaciones y el aumento del consumo interno de carne, (teniendo en cuenta el crecimiento de la población) lleva al quiebre de los grandes frigoríficos. Paralelamente, éstos ya venían siendo reemplazados por los incipientes “mataderos” ubicados en las localidades menores (Azul, Balcarce, Tandil, Chascomús, etc.). Podríamos aventurar entonces, que este cambio de destino de las carnes, o bien del baricentro de los centros de comercialización de carnes, enmarca también un refortalecimiento de las poblaciones menores allegadas al espacio rural. Es importante recalcar también que el contexto mundial de posguerra y el enriquecimiento de las naciones centrales hacen aumentar el consumo de alimentos y por ende las exportaciones argentinas agrarias. Gaignard (op.cit) expone que el proceso de industrialización argentino se sostiene a partir del agro, aunque esta industria nacional no logra superarse debido a su imposibilidad de competencia de productos manufacturados de origen extranjero. Una vez superadas las crisis financieras de 1929 y de posguerra, durante el primer gobierno peronista, se observa un proceso de redistribución de las tierras. El congelamiento de los arrendamientos obliga a los propietarios a vender sus tierras, ergo, los arrendatarios pierden sus explotaciones. La venta de tierras por parte de los propietarios originales minimiza el tamaño de las explotaciones, pero sin incluir nuevas familias. Los arrendatarios que pierden y no pueden comprar o adquirir tierras pasan a formar parte del denominado éxodo rural entre 1950 y 1970. A estos acontecimientos deberíamos incorporar la tecnificación del agro (que suplanta mano de obra rural) y el proceso de industrialización desarrollista asentado principalmente en el eje La Plata – Rosario. A partir del 1970 se observa un movimiento del mercado agrario que sitúa al chacarero (como actor principal del sector local) muy cerca de la cooperativa. El chacarero va a asentarse en las localidades medianas (Azul, Suárez, Pigué, Tres Arroyos, etc.), cerca de las explotaciones y de la cooperativa que hace de nodo económico y social del sector. Las grandes explotaciones, administradas por estancieros y corporaciones continúan con sede en Buenos Aires, lejos del espacio de la explotación. Podríamos decir entonces que a partir de los años 60’ las cooperativas interceden fuertemente en la organización local, mientras que desde la escala nacional, las Juntas Nacionales (JN) (Carne y Granos) regulan las fluctuaciones de precios en beneficio de los productores. Es importante tener en cuenta que además de la acción del Estado a través de las JNs, el precio de la producción, como así también el de la tierra, está íntimamente ligado a la Renta Diferencial a Escala Internacional, situación que la pampa observa con beneficios diferenciales favorables, ante sus privilegios naturales aptos para las explotaciones agroganaderas. Como resultado de dos organizaciones espaciales diferentes entre la primera y segunda mitad del siglo XX, consideramos lo siguiente:
Analizando
los gráficos anteriores, podemos observar la complejización
del sistema de mercado, en donde las conexiones territoriales ahondan
en aspectos simbólicos territorializables. A partir de 1960 y
en la línea de Abramovay (1998), las políticas de
desarrollo local cumplen un factor relevante, desde el punto de vista
de lo complejo del sistema. Para la concreción de los objetivos globales, Abramovay (op.cit) hace hincapié en: aumentar los niveles educativos; administración conjunta de las unidades administrativas partiendo de las bases sectoriales; participación de las universidades cercanas en el desarrollo local y ajustes de criterios estadísticos a escala. Podemos hacer un análisis del surgimiento de lo local a partir del alejamiento de las soluciones prestadas por los servicios sociales y económicos del Estado nacional o provincial. Local
“significa todo ámbito donde los agentes territoriales
tienen capacidad de fijar un rumbo” (Madoery: 2001). Esta
necesidad de fijación de rumbo puede estar ligada de alguna
manera a la incapacidad del Estado de primer y segundo orden (Nación
y provincia) de direccionar. Los cambios en políticas sociales
y económicas a partir del Estado Nacional impactan de modo
palpable en los espacios locales, y es allí en donde se
configuran los conflictos, y en donde, en definitiva, se espera
resolución. Sin embargo, aunque pensáramos ante lo expuesto que lo Local soluciona los conflictos territoriales, Abramovay insiste en que no es posible el funcionamiento de la comuna sin los recursos generados o desviados por el Estado de primer y/o segundo orden. El planteo del problema de la resolución de conflictos sociales integrando lo Local es una manera de territorialización y socialización del espacio. El espacio se territorializa a partir de las modificaciones e intromisiones de lo Local que lo configuran como lugar. Este espacio territorializado – lugar, no escapa de ninguna forma a lo social, teniendo en cuenta que ni territorio, ni local, ni lugar existen aislados de lo social. La discusión planteada desde los artículos revisados, podría estar centrada en dos aspectos principales: en primer lugar, el rol del Estado de primer y segundo orden (visto desde una perspectiva histórica territorial) y su incidencia en la cuestión social micro, o tendiente a lo Local. En segundo lugar, los cambios sociales territoriales acaecidos en la esfera del lugar ante el rol del Estado y la aparición del desarrollo local como contrapartida resolutiva de conflictos. La acción de lo Global y lo Local en la construcción del espacio pareciera estar atravesada por fronteras difusas. Estas fronteras están conformadas por los espacios de poder, tanto locales, como globales o regionales. En esta primera aproximación, pensamos que lo Local, puede servir como punto de partida piloto para la transformación de lo regional o global. Pero mientras tanto, esta visión no debe dejar de fijar la vista en el contexto, difícil de dominar pero no por ello inactivo o inalcanzable. La resolución de problemas locales tomando como eje de partida a sectores de acción, actores y particularidades locales, es absolutamente válida para concretizar actos. Sin embargo, la acción colectiva desde lo regional o nacional no se detiene a observar exclusivamente cada localidad sino que por el contrario, es lo local que resulta de su contexto englobador. Pensamos que la conformación de redes sociales locales, es la forma más avanzada de generar una globalidad localista.
Bibliografía:
Abramovay,
R. Capital social, cinco proposiçoes sobre desenvolvimiento
local 1998.
Abramovay, R. Siete desafíos
para o desenvolvimento territorial. 1998.
Agricultura Familiar e
desenvolvimento local. DESER 1997
Banzato;
Guillermo. “El mercado de tierras y la expansión de la
frontera. Junín, 1827-1880. En X congreso de historia de los
pueblos de la provincia de Buenos Aires. Cnel. Suárez (2005).
AHPBA. Abstract y CD [trabajo completo].
La Plata. 2005.
Gaignard
Romain. La Pampa Argentina. Ediciones Solar. Buenos Aires. 1990.
Levene, Ricardo. “Historia
de la Provincia de Buenos Aires y la formación de sus pueblos
(desde sus orígenes hasta 1916)”. Archivo histórico
de la Provincia de Buenos Aires. Tomo I. La Plata. 1940.
Madoery; Oscar. “El
proyecto político local como alternativa de desarrollo”.
Política y Gestión. Volumen 2. 2001.
* Datos sobre el autor: * Juan Manuel Diez Tetamanti Becario Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires. UNMDP. Volver al inicio de la Nota |
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