Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales Edición digital |
Por:
Este trabajo incluye un aporte sobre el tema del
profesor Juan Barreix Moares.
Nota: El presente trabajo es una parte del libro que se encuentra en elaboración: "La otra mirada sobre el proceso de Reconceptualización del Trabajo Social en Argentina
Acerca
del concepto de “trabajo social” y de la acción
socio-política, en la Argentina.
Intento en este trabajo
demostrar que dicho cuestionamiento, se realiza en nuestro país,
con anterioridad a ese período fructífero de nuestra
profesión. Es necesario “desamprender” algunas
concepciones vigentes y es por ello que intento sobre una base
documental, mostrar otro punto de vista.
Ligado
a este cuestionamiento, surge la necesidad de hablar de algo
diferente a esas formas de ayuda y así surge el término
“trabajo social”,
ligado a principios de acción diferentes a los tradicionales.
Ese trabajo social, implica también un cuestionamiento al
trabajo apolítico, y a la idea arraigada en la Asistencia
Social y en el Servicio Social de esa época, de nuetralidad
ideológica.
El
Trabajo Social alberga tesis inconsistentes, mitos y supuestos que en
algunos casos resultan indemostrables. Hace unos años atrás
en oportunidad de celebrarse el Día del Asistente Social, en
nuestro país, tuve que explicar en una clase a los alumnos/as,
el orígen de esa fecha, lo que dio luego a un pequeño
trabajo sobre el tema. 1
En ese entonces en esa
misma universidad, algún docente, sostenía que en ese
día se recordaba el asesinato de un trabajador social, por la
dictadura militar. El hecho nunca había existido, tal como lo
presentaba esta colega. No menos inconsistente fue la versión
de que ese día coincidía con la creación de la
Sociedad de Beneficencia, en la presidencia de Rivadavia.
En la vida democrática,
es necesario brindar la mayor información posible y dar a
conocer los hechos y visiones de una época, para que luego se
pueda optar por un análisis u otro; refutar o no, esos puntos
de vista o realizar nuevas investigaciones, que posibiliten hechar
luz sobre un tema o acontecimiento. Se hace necesario pués,
leer este artículo sin prejuicios, ni preconceptos y con un
criterio amplio y crítico, contextuando estas cuestiones en
la época en que sucedieron.
1.
¿Eva Perón, filántropa, benefactora o
trabajadora social?
El
Justicialimso fue un movimiento nacional, que en sus tres gobiernos
(1946-1952, 1952-1955 y 1973-1976), tuvo especial empeño en
construir una democracia social, basada en la soberanía
nacional; la autonomía como expresión de libertad y en
una sociedad, con justicia social.
La
Asistencia Social desarrollada por el Estado, se combina con la
asistencia que desarrollan los organismos privados. Las
organizaciones sindicales complementan el accionar estatal, por medio
de servicios médicos, turismo social, cooperativas de
vivienda, mutualidades.La asistencia social, dirigida a aquellos que
no se encontraban cubiertos por los sindicatos o las organizaciones
del Estado (ya en esa época burocratizadas) 2
era atendida por la Fundación Eva Duarte de Perón. 3
La
organización de “celulas mínimas”,
integradas por asistentes sociales, que desarrollan su labor en
conventillos y en el rancho, se encontraba dirigida a suplir
necesidades urgentes. La incorporación de los mas humildes en
la solución de sus problemas, basado en el principio de que
“Solamente los humildes salvarán a los humildes”,
escandalizaba a la aristocracia, pero lo cierto es que el papel
desempeñado por trabajadores y por la gente común, fue
innegable y evidencia un incipiente grado de participación
social.
El
cartero de correos en las barriadas populares porteñas, por
ejemplo, tenía una doble función. Entregaba las cartas
de los familiares y amigos del interior, a la población
inmigrante – “los cabecitas negras” -, conocía
al vecino y sus necesidades, así como las barriales y en
consecuencia se convertía en una especie de interlocutor
válido – hoy se hablaría de un mediador -, entre
la población y la Fundación. Ellos entendían y
comprendían, su propia cultura y su propia situación.
En
consecuencia, una manera muy diferente de realizar la acción
social, la encontramos en este período, al frente de la cual
estuvo Eva Duarte de Perón, - Evita, para los humildes y los
descamisados -. Las audiencias públicas; la organización
estructurada para atender las demandas de los “grasitas”,
que se realizaba por medio de un equipo de asistentes sociales, que
analizaban la situación personal y la urgencia de los pedidos,
y se expedían en un plazo, que no sobrepasaba los diez días,
son demostrativos de esa nueva forma de hacer las cosas, que operaba
bajo el lema: “Ayuda social, sí; limosna, no”.
“ Sebreli 4
dice: “un sucedáneo en mayor escala y con métodos
más eficientes y modernos de la función social
realizada por el viejo caudillo de barrio de la tradicional política
criolla: resolver los problemas privados, inmediatos y concretos, que
no pueden resolver los grandes organismos estatales, demasiado
lejanos y abstractos. En este tipo de relación personal, cara
a cara, no solo interesa la ayuda en sí, sino la forma de
darla.
Esta ayuda social estaba
alejada de la filantropía, de la beneficencia, de la limosna y
a falta de un término más preciso, se utilizaba el de
ayuda social.
En el libro La Razón
de mi Vida (1951), Eva Duarte de Perón, en el capítulo
“Limosna, Caridad o Beneficencia”, dice refiriéndose
a su obra de ayuda social:
“No. No es
filantropía, ni es caridad, ni es limosna, ni es caridad
social, ni es beneficencia. Ni siquiera es ayuda social, aunque
por darle un nombre aproximado yo le he puesto ése. 5
Para
mí es estrictamente justicia. Lo que más me indignaba
al principio de la ayuda social, era que me calificasen de limosna o
de beneficencia.”
Me parece interesante
destacar que, en oportunidad en que se le formularan criticas por su
ingerencia en la vida política, Eva Perón manifestó:
“Soy
su esposa y solo estoy interesada en el trabajo social.” 6
El término
“trabajo social”, no está utilizado en
forma azarosa, ni antojadiza. Diversos documentos de Eva Perón
son muy críticos con las diversas formas de realizar la ayuda
social y con los conceptos utilizados hasta esa época.
En consecuencia el
termino “trabajo social”, tiene una connotación
diferente y supone un estado de superación de las formas
tradicionales de ayuda social.
Independientemente de que
todo trabajo social, - sea este o no, partidista -y se realice desde
las instituciones del Estado, o desde fundaciones u ONGs va a ser
siempre político, debido a que el accionar del trabajador
social se realiza en función de valores; de una concepción
determinada de lo que es el ser humano y la sociedad; de finalidades
primordiales como el bienestar económico y social y las
relaciones sociales satisfactorias, que se intentan instalar en la
sociedad.
En el marco de una
sociedad democrática, los partidos políticos ejercen la
función de representar intereses de sectores de población
y los trabajadores sociales que adhieran a uno u otro partido, asumen
diferentes concepciones de lo que es el Trabajo Social y de cómo
se realiza éste.
Así
que lo político, sea o no partidista, se encuentra siempre
presente en el accionar del trabajador social.
Continuando
con el pensamiento de Eva Perón, acerca de las diversas formas
de ayuda, sigue diciendo:
Porque la limosna fue
siempre para mí, un placer de los ricos; el placer desalmado
de excitar el deseo de los pobres, sin dejarlo nunca satisfecho. Y
para eso, para que la limosna fuese aún más miserable y
más cruel, inventaron la beneficencia y así añadieron
al placer perverso de la limosna el
placer de divertirse alegremente con el pretexto del hambre de los
pobres. La limosna y la beneficencia son para mí, ostentación
de riqueza y de poder, para humillar a los humildes.
Y muchas veces
todavía, en el colmo de la hipocrecia, los ricos y los
poderosos decían que eso era caridad, porque daban– eso
creían ellos – por amor a Dios.
¡Yo creo que
Dios muchas veces se ha avergonzado de lo que los pobres reciben en
su nombre!
Mi obra no quiere ser
de “esa” caridad. Yo nunca he dicho, ni diré
jamás, que doy nada en nombre de Dios.
Lo único que se
puede dar en nombre de Dios, es lo que deja alegres y contentos a los
humildes; no lo que se da por compromiso, ni por placer, sino lo que
se da por amor.”
Y en “Otros
escritos”, dice acerca de la ayuda social:
“Yo sé
que mi trabajo de ayuda social – no es una solución
definitiva de ningún problema. La solución será
solamente la justicia social. Cuando cada uno tenga lo que en
justicia le corresponde, entonces la ayuda social no será
necesaria. Yo sé que mí obra es como una gota de agua
en medio del mar. Mejor dicho: es una gota de amor cayendo en un
inmenso océano de barro, que es este mundo lleno de odios y de
luchas”.
Por otra parte, expresa:
“Lo que yo doy,
es de los mismos que se lo llevan. Yo no hago otra cosa que devolver
a los pobres, lo que todos los demás les debemos, porque se lo
habíamos quitado injustamente.”
El golpe de 1955, las
sucesivas proscripciones del peronismo; el poder político que
asumieron la aristocracia y las asistentes sociales ligadas a la
tradición asistencialista, que re-instalan este “enfoque”
y más tarde el “cientificismo” imperante en el
mundo académico, ocultaron este término, así
como, esta otra manera de entender y ejercer la ayuda social.
El término trabajo
social, de acuerdo con consultas realizadas, al profesor Juan
Barreix 7
fue introducido en nuestro país en la década del 60.
Veamos a continuación, la explicación dada por el
colega:
“ESA
CUESTION DE LAS DENOMINACIONES PROFESIONALES
“El tema de la denominación de nuestro quehacer profesional y su cambio de “Servicio” Social a “Trabajo” Social, se presta a equívocos, lo mismo que el del título de sus profesionales (de “asistentes” sociales –y, en algunos casos de “visitadoras” sociales- a “trabajadores” sociales. Confusiones y ambigüedades porque además y en lo que a Argentina especialmente toca, no se dieron en correspondencia ni simultaneidad los unos con los otros. Así, no ocurrió (en nuestro caso por ejemplo) que a la denominación trabajador social para los profesionales se diera, en lógica reciprocidad, el de Trabajo Social para la profesión o viceversa, una cosa acompañando a la otra. Además (los cambios) se dieron en orden invertido y, como consecuencia, con lapsos de contradicción: apareció una Escuela (la pionera en la materia) que se denominaba “Instituto de Servicio Social” y que, sin embargo, otorgaba el título de “trabajador” social, el que –por su parte- dependía del Ministerio de “Asistencia” Social y Salud Pública de la Nación, (el que funcionó en la calle Bolívar 1112 de Capital Federal) y que fue asesorado en su creación por la experta de la ONU en el tema, la asistente social chilena Valentina Maidagán de Ugarte. Nótense hasta aquí (y desde aquí) las confusiones y mezclas de denominaciones, base de las ambigüedades y equívocos señaladas antes: un nuevo titulo profesional (el de trabajador social) para los egresados de una disciplina profesional que seguía denominándose como antes (Servicio Social y/o en algunos casos –peor aún- “Asistencia” Social en otros centros formativos). Una explicación simplista (y, como después veremos, equivocada) fue que lo del “nuevo título profesional” se derivaba de una mera (y mala) traducción del inglés, (de “social worker” norteamericano). Es simplista porque:
“Ser trabajador social”: una diferenciación necesaria.
Quienes fuimos
protagonistas (en aquella época) de la adopción de la
denominación de “trabajador social” sabemos –hasta
el hartazgo- que la misma obedeció a la necesidad e interés
de hacer explicito, desde el mismo nombre, que lo que se trataba de
formar académicamente en aquel momento era un profesional
cuanti-cualitativamente diferente del hasta entonces conocido como
“asistente social” que egresaba de la más de una
veintena de Escuelas entonces existentes y que, a través del
entonces Colegio de Asistentes Sociales de Capital Federal,
repudiaron abierta y públicamente, la presencia y tarea de la
Asesora chilena y se negaron rotundamente a introducir cambios,
modificaciones y/o actualizaciones en las “curriculas”.
Eso por un lado. Pero por el otro y en franco (y verbalmente violento) enfrentamiento a tal cambio, se abroqueló el grueso de las asistentes sociales ya recibidas (salvo minúsculos sectores a los que haremos breve referencia en otra parte) cuyos “bunkers” fueron el Colegio de Asistentes Sociales de Buenos Aires por un lado y la Dirección (o Coordinación) Nacional de Asistencia Social , destacándose en estos “frentes anti-cambio” conocidas figuras de aquel entonces como Marta Ezcurra, Catalina Trillo, Beatriz Arcuri, Dora Gonzalez, Concepción Minervini, Canclini, etc., todas de reconocida trayectoria ultra-católica y/o conservadora y, en algunos casos cercanas a la Unión Cívica Radical del Pueblo, rama del Radicalismo tradicional francamente opositora a la del entonces Presidente Frondizi (UCRI). 8 Los ataques del mencionado sector conservador a ultranza (“gorilas” en la jerga popular) fue tan virulento (hay abundantes notas periodísticas de la época que lo narran en detalle) que la antes mencionada Dra. Bianchi acuñó dos frases para referirse a las “militantes” del mismo: la de “vírgenes histéricas” y la de “vírgenes iracundas” que con el tiempo se harían humorísticamente muy conocidas. 9 Pero más allá de lo anecdótico están los “argumentos” para tan enconada oposición, que fueron fundamentalmente dos:
Importa destacar además, respecto a los dos párrafos anteriores, el alto contenido mackartista, “a la criolla” y a dos puntas. Lo de “Servicio” Social y “Trabajo” Social: una cuestión aparte.
Al
momento de producirse lo anterior (referido específicamente a
la denominación de los profesionales) el antiguo nombre de la
profesión “Asistencia” Social ya estaba cayendo en
desuso en varios lugares y venía siendo reemplazado por el de
“Servicio” Social, y esta última denominación
resultaba medianamente aceptable para uno y otro sector en pugna.
Para “la guardia vieja” (denominación
acuñada por Herman C. Kruse) porque se derivaba de “servire”
concepto muy apreciado dentro de la beneficencia, la caridad, la
filantropía y la asistencia social. Ni más ni menos que los años que pasarían hasta el momento en que el Movimiento de Reconceptualización saliera a luz y tomara “carta de ciudadanía”, y las tendencias y tesis desarrollistas del “welfar state” comenzaran a entrar en su ocaso y a ser desenmascaradas en sus falacias.
Si bien los primeros
cuestionamientos adolecieron de cierta puerilidad (se centraban en la
simple disparidad o incongruencia entre el nombre de la profesión
(Servicio Social) y el flamante título académico de
trabajador social, muy pronto se avanzó en el verdadero
análisis conceptual de la cuestión, cuyos resultados
demostraron que, para las nuevas perspectivas profesionales por las
que la Reconceptualización bregaba, la de Trabajo Social era
la denominación más adecuada. Claramente puede verse allí que el cambio obedece a cuestiones conceptuales importantes y, tampoco en este caso, de meras traducciones del inglés. Y, por sobre todo, que el cambio se entronca con la esencia misma de los fundamentos del Proceso de Reconceptualización. Un atajo inesperado. Como antes quedó señalado el paso de la denominación de “Asistencia” Social al de “Servicio” Social se produjo casi automáticamente y sin mayores obstáculos, pero mientras el primero permitía derivar lógicamente el nombre de sus agentes (Asistencia Social-asistente social) el segundo no, a no ser que se llamara “servidor” social lo que, hasta donde sabemos, no debe haber sido del agrado de nadie, pues nadie lo propuso. En este sentido, lo que se registró en algún momento fue un intento-propuesta surgido de algún núcleo de la vieja Escuela de S.S. del Museo Social Argentino (fines de la década de los 60s.) de cambiar la denominación de (y a) ambas cosas simultáneamente: “Sociatría” para la profesión y “sociatra” para sus profesionales, pero no prosperó. Sin embargo tuvieron más suerte aquellos que especularon con el cambio de nivel de la carrera del nivel terciario al universitario, ya que este último posibilitaba alcanzar el rango de “Licenciatura” de (o en) Servicio Social lo que por su parte permitía dar a sus egresados el título de “licenciado en Servicio Social” o sea, sortear la incongruencia expresiva por un atajo: conservadoramente seguir con “Servicio…” y no tener que aceptar el política e ideológicamente molesto de “Trabajo…” Muchas Escuelas (ahora en algunos casos convertidas en Facultades (o a veces en Departamentos) se deslizaron por esta brecha, y así se denominan hasta la actualidad, y ese es el título básico que otorgan (además y aparte de las maestrías y doctorados que siguen igual criterio), al margen de toda función epistemológica de detección de (y ruptura con) los errores (errores teórico-conceptuales en este caso). A pesar de que es imposible entender la Promoción, en su triple e inseparable dimensión humana, social y cultural englobandola bajo los alcances conceptuales de la palabra “Servicio” (Social).” 10 Para esa época y actualmente (2005) en algunas universidades nacionales de nuestro país, la denominación de “trabajador social” o “asistente social” producía y produce, como lo explica Barreix, reacciones virulentas por las connotaciones del término: pero en aquella época, para mí, no todo estaba circunscripto, a este núcleo del Colegio de Asistentes Sociales de Buenos Aires. En otros circulos, mucho más pendulares e hipócritas, de doble moral – de los que me ocuparé detenidamente en otra parte del libro -, se realizaban reuniones en casas privadas de docentes, con dirigentes estudiantiles, para lograr consenso e impedir el cambio de denominación y el avance de las ideas de la Reconceptualización. Soy de la opinión, de que se movían, no sólo intereses ideológicos, sino también intereses económicos importantes, que giraban en torno a subsidios; mercados editoriales; otorgamiento y manejo de asignaturas en los cursos de Asistencia o Servicio Social e incluso al incipiente mercado que devino, de la instalación de universidades privadas en el país. Sí me parece importante agregar que desde la C.G.T. 11 y por intermedio del abogado Dr. Gonzalo Cárdenas, en ese momento docente en el Instituto de la C.G.T. y profesor de Cooperativismo y Derecho Laboral, del Instituto de Servicio Social (Instituto de Bolivar), se adhirió y contribuyó con entusiasmo a la nueva denominación de “trabajador social” y se becó por intermedio del Centro Argentino de Economía Humana, a alumnos/as de ese instituto, para estudiar en el IRFED (Institut International de Recherche et de Formatión en vue du Développement Armonisé) de Paris. Este hecho no debe pasar inadvertido, dado que más tarde, para neutralizar la formación de “auxiliares sociales sindicales” de la C.G.T. y los cursos que se venían realizando en las regionales de esa organización sindical y en otros sindicatos (Luz y Fuerza, etc.), algunas de estas mismas colegas, son las que constituyen o integran, la Fundación Servicio Social en la Empresa, en la que se encontraban la mayoría de las multinacionales alemanas en Argentina, y cuyo presidente fue el contralmirante Ing. Hélio López. 12 Más tarde y bajo la Intervención del Consejo de Asistencia Social, ejercida por la asistente social Catalina Trillo, ex secretaria del curso de Asistentes Sociales de la Facultad de Derecho, de la Universidad de Buenos Aires, se produce la intervención de este instituto de enseñanza y a su cierre definitivo, por medio de la interventora Beatriz Arcuri. Estos son solamente algunos ejemplos, de la virulencia y las acciones reactivas. que alcanzó la cuestión en ese momento. Pero las mismas no se limitaron al Instituto de Servicio Social, ni al grupo ECRO. El mencionado Centro Argentino de Economía Humana en Buenos Aires, recibió al comienzo de los 60, varios ataques con bombas, que lo obligaron a sucesivos cambios de sede. Vemos así, que por un lado se criticaba el accionar político de los asistentes sociales, que adherían o realizaban una labor política; pero estos grupos aristocráticos y de la derecha, actuaban políticamente; y en muchos casos adherían y militaban explicitamente en determinados partidos políticos y manifestaban una inocultable y reactiva posición, a todo lo que se manifestara como popular y antimperialista e incluso a los propios grupos católicos progresistas. 2. La politización de las asistentes sociales. Una critica que se le ha hecho al proceso de reconceptualización, ha sido su adhesión a la idea de un “compromiso político”. Privaba por ese entonces, la idea de la “neutralidad política” en la ciencia. La idea de este “compromiso” y de la “responsabilidad política”, de los profesionales de las ciencias sociales, comienza a ser contemporáneamente analizada y discutida, por autores como Edgar Morín, Jean Claude Filloux, Georges Lapassade, Serge Moscovici, entre otros, a comienzos de la década de los 60. Pero mucho antes de que se pudiera pensar en la reconceptualización, algunos asistentes sociales pensaban y actuaban en términos políticos. No es de extrañar de que esto ocurriera así. Desde 1943 y desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, a cuyo frente se encontraba Perón, se habían iniciado profundos cambios legislativos y estructurales, implementando medidas sociales, como el Estatuto del Peón Rural (1944); la creación de los Tribunales de Trabajo (1944); la creación de la Dirección de Mutualidades (1945) o la creación de la Caja de Previsión de Comercio (1944) entre otros. El 8 de febrero de 1946, se realiza el lanzamiento de la fórmula Perón-Quijano por el Partido Laborista, en el Luna Park de Buenos Aires, que organizara el Centro Universitario Argentino, con el mencionado partido, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y sectores Independientes. En ese acto y en primer término, habló la señora Edelmira Giúdice, en representación de las asistentes sociales. 13 Yo no tengo al respecto otra información 14 y remito a los/as lectores/as interesados, a realizar un análisis más profundo, consultando los periódicos y revistas de la época y la documentación existente en la Biblioteca del Congreso. Seguramente encontrarán mayor información y se podrá investigar, un aspecto de nuestra profesión, casi desconocido. Podemos en forma sintética señalar, que el justicialismo aspiró en materia social a fomentar la solidaridad, el cooperativismo y el mutualismo, rechazando de plano la caridad, la beneficencia y la limosna. La ayuda social fue considerada como un derecho de los ciudadanos, que deviene de la realización de la justicia social. Durante este período, se consolidó una legislación social progresista, avalada por la Constitución Nacional (1949). El justicialismo, entendía la Asistencia Social, como: “el principio que asegure que el hombre debe tener un salario para comer, habitar y vestirse. Cualquier otro gasto que se produzca, y que deba abonar el obrero, será suprimido, a fin de que el Estado se haga cargo de él, ya sea enfermedad o pasajera inepcia para el trabajo. Y cuando fuere de carácter permanente por invalidez o vejez, el hombre debe ser tomado a cargo del Estado.” 15 A la Asistencia Social, se le debía sumar, la Ayuda Social, para resolver las situaciones y problemas, no contemplados en la legislación. El concepto de Ayuda Social, estába claramente definido, por Eva Perón, cuando dice: “Nosotros queremos hacer una diferencia entre lo que juzgamos limosna y ayuda. La limosna humilla y la ayuda social dignifica y estimula. La limosna no debe organizarse y la ayuda social sí. La limosna debe desaparecer como fundamento de la asistencia social. La ayuda es un deber y el deber es el fundamento de la asistencia. La limosna se otorga discrecionalmente; la ayuda, racionalmente. La limosna prolonga la situación; la ayuda resuelve integralmente. La limosna deja al hombre donde está. La ayuda lo recupera para la sociedad, como un hombre digno y no como un resentido social. La limosna es generosidad del pudiente; la ayuda social cubre la desigualdad social. La limosna separa al pudiente del pobre; la ayuda social enaltece al necesitado y lo eleva al nivel del pudiente.” En sintesis. Durante este período la Asistencia Social, tiene como objetivo la dignificación de los trabajadores y de la población en general, por medio de una acción combinada de los organismos estatales, con la acción considerada como derechos, que desarrollaban los sindicatos, la Fundación Eva Perón y las diversas organizaciones de carácter privado. En ese período se inicia en nuestro país, el cuestionamiento a las formas tradicionales de asistencia (beneficencia, filantropía, caridad) y se intenta dar un nuevo nombre a esa acción que se desarrollaba, que tenía principios y modalidades diferentes a lo anterior. El término “ayuda social” y “trabajo social”, así como las ideas que se le asocian aparecen en el escenario nacional tempranamente, con relación al resto de América Latina, pero por la situación estructural, permanecen en estado latente. Es sólo a partir de la Reconceptualización que el término queda acuñado, definiendo una profesión, pero por sobre todo definiendo una nueva manera de hacer las cosas. Madrid (España), Agosto de 2005
NOTAS 1 Diéguez A.J. y otros (1997) Sobre el día del asistente social argentino, en Identidad Profesional y Trabajo Social. Creencias y rituales en Ciencias Sociales. Espacio Editorial. Buenos Aires. 2 En el libro La Razón de mi Vida (1951), se tiene el siguiente relato: “Recuerdo que alguna vez pensamos si era o no conveniente que fuese yo quien realizase la tarea o mejor tal vez algún organismo del Estado. Y fue el mismo Perón quien me dijo: “Los pueblos muy castigados por la injusticia, tienen más confianza en las personas, que en las instituciones”. “En esto, más que en todo lo demás, le tengo miedo a la burocracia”. “En el gobierno es necesario tener mucha paciencia y saber esperar, para que todo marche. Pero en las obras de ayuda social, no se puede hacer esperar a nadie”. Capítulo: Los comienzos. Ob. Cit. 3 Sobre la Fundación Eva D. de Perón recomiendo leer el artículo del colega Alfredo Carballeda, “La Acción Social de la Fundación Eva Perón”, en Revista Margen, de Trabajo Social y Ciencias Sociales, Edición Nº 7/8 – Abril 1995. Este trabajo puede leerse también, en la página Web de Perspectivas Latinoamericanas, de la Universidad de Costa Rica. 4 Juan José Sebreli. Eva Perón, ¿Aventurera o militante?. Ediciones Siglo XX, 1966. Pág. 95-96. Cita extraído de Eva Perón. Otelo Borroni y Roberto Vacca. La Historia Popular Nº 9. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1970. Pág. 84. 5 El texto en negrita y subrayado es mío. 6 º Borroni – R. Vacca, Ob. Cit. Pág. 99. El subrayado es mío. 7 Intercambio epistolar. Agosto de 2005. 8 Aquí Barreix hace referencia a la UCRI. La Unión Cívica Radical, se encontraba dividida en dos sectores: la UCR del Pueblo, liderada por Ricardo Balbin y la UCRI – Unión Cívica Radical Intransigente, liderada por Arturo Frondizi, que gobernó el país entre el 1º de mayo de 1958 y fue depuesto el 29 de marzo de 1962. Arturo Frondizi alcanzó el poder, mediante un pacto electoral con el justicialismo, del 23 de febrero de 1958 – Pacto Perón-Frondizi – realizado sobre la base de la defensa de una política nacionalista y de combate al imperialismo y a la política prooligárquica. Recomiendo leer el libro: Petróleo y Política, que es esclarecedor al respecto. 9 Barreix presenta esta situación humorística, que trascendió incluso al ámbito nacional, por medio de una serie de tiras cómicas, que aparecían diariamente en la contratapa del periódico Clarín de Buenos Aires. 10 Intercambio epistolar com Juan Barreix Moraes. Agosto de 2005. 11 Ver en la página de Perspectivas Latinoamericanas, mi artículo “Experiencia de capacitación y formación de Auxiliares Sociales Sindicales, realizada en el ICFSS de la C.G.T. (Argentina). El Servicio Social Sindical. 13 Gonzalo Cárdenas, era miembro del Centro Argentino de Economía Humana, - del que yo fuí también integrante - ,institución ésta ligada al pensamiento de Lebret y a las ideas evolucionistas del Theilard de Chardin, que aportó gran parte de sus miembros, a un proceso de capacitación y formación sindical. Luego de una entrevista realizada en Puerta de Hierro (Madrid) con Perón, el grupo adhiere al movimiento popular. 12 Sobre esta Fundación realizaré en otra parte del libro, un análisis de la misma. 13 Este hecho há sido tomado del libro de O. Borroni – R. Vacca, ob. Cit. pág.48-73. en donde se transcribe parte de una artículo del diario La Prensa, de Buenos Aires, del día 9 de febrero de 1946, pag. 4. La Prensa, fue el diario de los Paz, defensor de los intereses de la oligarquía. En ese artículo hace un análisis crítico de ese acto y pone en cuestionamiento la representatividad de la Sra. Edelmira Giúdice. 14 No es posible rastrear esta información desde España, que necesitaría una exhaustiva investigación documental. 15 Juan D. Perón. * Datos sobre el autor: * Alberto J. Diéguez Licenciado en Servicio Social y Doctor en Pasicología Social Volver al inicio de la Nota |
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