Periódico de Trabajo Social y Ciencias Sociales
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Quisiera compartir con
ustedes una situación que me resultó angustiante en mi
trabajo cotidiano, confiando en que al socializar tales cuestiones no
sólo se alivia nuestro malestar sino también se abre la
posibilidad de reflexionar conjuntamente sobre las mismas
descubriendo nuevas miradas al respecto. Vale destacar que el
episodio planteado no constituye una situación aislada sino
que, a partir de la sistematización del trabajo realizado en
el área de consultorios externos del Hospital Alvear, se
observan cuestiones similares en repetidas oportunidades.
Haciendo la guardia del
servicio social (concibiendo ese espacio como posibilidad para
establecer vínculos con las personas en torno a sus
necesidades, y no limitado a la autorización de recetas)
conozco a Rita y a su mamá, quienes se encuentran en una
situación de gran vulnerabilidad social. De esta manera
empiezo el seguimiento de la familia desde el espacio de Trabajo
Social.
Rita tiene veinticinco
años y, según relata su madre, sufrió una
descompensación a raíz de un desengaño amoroso.
La familia de Rita es numerosa y viven en el partido bonaerense de La
Matanza. El papá, luego de muchos años de trabajo
estable, hace ya tiempo que está desocupado, situación
que ha causado varias complicaciones en la dinámica familiar.
En una ocasión
Rosa, la madre de Rita, acude al servicio social despidiéndose
y explicando que no podrán seguir el trabajo que veníamos
haciendo, ya que su hija sería derivada para continuar su
tratamiento ambulatorio a un centro de salud perteneciente a La
Matanza. Ambas lamentaban tal decisión porque estaban
conformes con su evolución en este hospital, pero la acataron
ya que se trataba de una “decisión médica”.
Me extrañó mucho tal determinación ya que hasta
el momento se venía trabajando interdisciplinariamente con la
Dra. A. y la Lic. M., y la misma me tomó de sorpresa. Luego me
entero que la psicóloga tampoco estaba al tanto.
Aproximadamente un mes
después, encuentro a Rita en la guardia del hospital. Estaba
atravesando una nueva crisis ya que desde que cambió la
medicación había empeorado notablemente. Cabe señalar
que La Matanza es una localidad muy pobre en recursos y, por lo
tanto, cuenta con medicación de menor calidad 1.
A partir de tal episodio comienzan a demandar la continuación
del tratamiento en el hospital sin resultados.
Al respecto la Dra. A.
ratifica que la derivación es una decisión fundada en
criterios médicos y en la normativa de la institución y
no una arbitrariedad. Agrega que ella tiene derecho a ser atendida en
el municipio en el cual pagan sus impuestos. Como alternativa propone
a Rosa “meterla” a su hija en un hospital de día,
si es que siguen sin aceptarla en tratamiento ambulatorio en su
municipio. Ante tal panorama tanto Rita como Rosa se quedaron sin
palabras.
Hasta aquí la
descripción de la situación; ahora me gustaría
detenerme en algunas cuestiones que considero fundamental
reflexionarlas a la luz de la teoría a fin de ir construyendo
nuevos conocimientos con los cuales acercarnos a la práctica,
modificándola y enriqueciéndola (Praxis).
La arbitrariedad de
las normativas
A fin de considerar el
marco legal vigente es útil señalar que la Ley de Salud
Mental de la Ciudad de Buenos Aires (448) se enmarca en lo
establecido en la Ley Básica de Salud de la misma ciudad
(153). En el art. 2 de esta última encontramos: “Las
disposiciones de la siguiente ley rigen en el territorio de la ciudad
y alcanzan a todas las personas sin excepción, sean residentes
o no residentes de la ciudad de Buenos Aires” 2.
Por otro lado, es cierto
que tal accionar se encuentra reglamentado por la normativa
institucional vigente. En los documentos oficiales de creación
del hospital se determinan plazos máximos para la duración
de los tratamientos ya que el objetivo del establecimiento es atender
la situación de emergencia psiquiátrica. ¿Dónde
está entonces la gravedad del episodio?
En primer lugar asistimos
cotidianamente a terribles situaciones de abandono con las que se
encuentran las personas al “finalizar” el tratamiento en
el hospital. Los menos afortunados terminarán sus días
en servicios de horrorosas instituciones totales “para
crónicos”. En segundo lugar, es mi
opinión que los trabajadores tenemos la obligación de
reflexionar permanentemente acerca de estas cuestiones a fin de
apuntar a la modificación de la realidad y no a su
reproducción.
No se desconoce que una
atención en su propia comunidad, cercana a su red social
inmediata sería lo más adecuado. No obstante este
discurso presenta sus complejidades y fracturas cuando la
descentralización es parte de una estrategia de modernización
del aparato estatal en el encuadre neoliberal. Si se van delegando a
los municipios responsabilidades sin los recursos correspondientes se
produce mayor inequidad, ya que las provincias y municipios más
pobres tendrán diferencias en la calidad de los servicios. Así
mismo, el estilo de derivación absolutamente desarticulada que
adopta esta profesional es expresión de la fragmentación,
en un nivel más global, del sistema de salud.
El
misterio de los criterios médicos y su relación con las
prácticas discriminatorias
La
Dra. A. enfatiza que su decisión está
fundamentada en “criterios médicos”. Esto es
tomado como absoluto, invalidando a cualquier tipo de cuestionamiento
por parte del resto de los actores que no poseen ese saber, en este
caso la familia y los otros miembros del equipo. Tampoco este hecho
es azaroso o aislado, sino que se relaciona con algo más
profundo arraigado en el sistema de representaciones que circulan
socialmente: el modelo médico hegemónico. Reconocemos entonces que
esta situación se enmarca en una lucha de poder de índole
histórica. No obstante en la actualidad cobra características
particulares relacionadas con la exclusión de amplios sectores
sociales. Siguiendo con la cita de Santore:
“Después
de haber destrozado durante siglos el saber de los pueblos en
relación a prácticas de cura y medidas preventivas, se
genera la peor y más completa dependencia de un modelo de
dominación como el médico, ya que es ideológica,
económica y política, para después arrojar a las
mayorías fuera de esa atención y con la pérdida
de lo propio, una vez más condenadas a muerte. Muerte y
locura, la más patética de las discriminaciones se
ejerce con los “enfermos mentales”. 4
Si tenemos presente que Rita pertenece a un hogar pobre, podríamos ahondar en
los motivos de esta expulsión, recordando la mutua
potenciación del biologismo de la ciencia y el racismo social.
En la cita de Santore se
afirma que la lógica expulsiva discriminatoria se agrava en el
caso de quienes atraviesan por una situación de padecimiento
mental. Si tenemos en cuenta que, como ha sido investigado en
numerosos textos de temas sobre salud, la pertenencia a redes
sociales es en sí una forma de promoción de salud
mental, el problema se presenta con una crudeza tremenda ya que al
encontrarse una persona con una sociedad cuyas instituciones
expulsan, no solo se está atropellando sus derechos sino
también potenciando la enfermedad.
Violencia,
exclusión y desigualdad: elementos inherentes al sistema
social
Tal
lógica de violencia y exclusión no es, como decía,
privativa de las instituciones del ámbito de la salud, sino
que atraviesa a todas las instituciones correspondientes al modelo
socio-económico vigente. Esto va produciendo daños
irreparables sobre el tejido social.
Cabe
señalar, por ejemplo, que el papá de Rita se encuentra
desocupado. El trabajo es otra institución, de insustituible
importancia en la cohesión social, sobre la cual desde el
poder se han destinado políticas con el fin de producir
cambios drásticos en la subjetividad. Afirma R. Castel que el
trabajo durante la sociedad salarial se había constituido en
el elemento básico de sostén de
identidad colectiva (en detrimento de cualquier otro referente) y,
por lo tanto, con el advenimiento del desempleo se produce la
des-afiliación de los sujetos, tanto en el ámbito
productivo como en el relacional.
Dentro
de esta estrategia global que atraviesa a las instituciones,
apuntando a la fragmentación en detrimento de la solidaridad,
"Sálvese quien pueda" es la
consigna desde el poder.
Hay una expresión
de la profesional en cuestión que amerita un análisis
particular. La médica sugiere a la madre de Rita –y no a
Rita, aunque se encontraba presente- que la “meta” a su
hija en un hospital de día.
No
es difícil reconocer que aquí está en juego una
concepción de incapacidad respecto a Rita y no la de sujeto
titular de derechos. Según F. Basaglia, “La
aproximación de tipo objetivante acaba por influir sobre la
idea que el enfermo se hace de sí mismo (la de un cuerpo
enfermo) exactamente de la misma forma que le viven el psiquiatra y
la institución que “cuidan” de él” 5.
Acerca
de las representaciones sociales
La
intención última de este análisis va más
allá de abrir un juicio sobre el accionar profesional. Apunto
más bien a poner la atención en el sistema de creencias
compartidas que sostiene y legitima el modelo en el cual se inscriben
tales acciones. El hecho que un profesional médico, en base a
un determinado saber experto, pueda arbitrariamente tomar decisiones
acerca de otra persona que se encuentra diferencialmente posicionado
en relación al poder, se puede vincular al concepto de
representaciones sociales. Considerar al modelo médico
hegemónico como un conjunto de representaciones sociales nos
ayuda a comprender la naturalidad con la que son aceptadas tales
directivas, así como lo es la desigualdad de poder al interior
de los equipos interdisciplinarios.
Según D. Jodelet,
las representaciones sociales son formas compartidas en la que los
sujetos internalizan, no siempre de manera consciente, valores,
creencias y normas para responder ante diversas situaciones. Su
importancia radica en que actúan como sistemas de
interpretación que orientan y organizan las conductas y
prácticas concretas, reforzando muchas veces estereotipos
estigmatizantes.
Si
bien las representaciones sociales son expresión de los
intereses de los grupos dominantes que las forjan, al aparecer como
una visión compartida de la realidad por todos los grupos
sociales, su contenido es internalizado por los sujetos como un dato
objetivo y, por lo tanto, incuestionable.
Comentarios
finales
Hasta
aquí simplemente he intentado considerar algunos aspectos
subyacentes del episodio presentado. Sin embargo, son múltiples
los interrogantes que se generan y no es la intención de este
trabajo dar respuestas acabadas. Mi propósito inmediato es
abrir la reflexión a otros actores ya que a partir de la
discusión colectiva y permanente de los pequeños-
grandes avatares de nuestras prácticas, estaremos en
condiciones de generar nuevos conocimientos, y fundamentalmente, de
deconstruir nuestras propias representaciones que se asocien al
actual sistema de violencia, exclusión y desigualdad. En estos
tiempos de arbitrariedad consciente, parafraseando a B. Bretch, no
aceptando lo habitual como cosa natural.
BIBLIOGRAFIA
Basaglia, F. “La
institución negada. Barral. Bs. As. 1972.
Castel. R. “La
metamorfosis de la cuestión social”. Ed. Paidós.
Bs. As., 1996.
Jodelet, D. “Sida,
imagen y prevención”. Ed. Fundamentos. Madrid, 1991.
Ley Básica de
Salud de la Ciudad de Buenos Aires. Ley Nº153. Bs. As., Febrero
de 1999.
Santore, M. “Acerca
de la diferencia ¿salud? ¿enfermedad?”. Revista
Margen nº3. Bs As., 1996.
Videla, M. "Prevención-
Intervención psicológica en salud comunitaria”.
Ed. Cinco. Bs. As., 1991.
NOTAS
1
Para mayor información puede consultarse el artículo
de David Cufré “Pobre, loco y vivir en La Matanza”,
Diario Página 12. 26/7/02.
2
Ley Básica de Salud de la Ciudad de Buenos Aires. Ley Nº153.
Buenos Aires, Febrero de 1999.
3
Santore, M. “Acerca de la diferencia ¿salud?
¿enfermedad?”. Revista Margen nº3. Bs. As.,1996.
4
Santore, M. Op. Cit.
5
Basaglia, F. “La institución negada”. Barral. Bs.
As., 1972.
6
Ibid.
* Datos sobre la autora: * Mercedes Cristófol Mercedes Cristófol es Lic. en Trabajo Social (UBA). Residente de 3er. año de Trabajo Social en Salud Mental del Hospital de Emergencias Psiquiátricas “Torcuato de Alvear”. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El presente trabajo ha sido elaborado en ocasión de las “Jornadas de Profesionales en Formación en Salud Mental”, organizadas por las Residencias de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Dr. Juan M. Obarrio. Tucumán, Marzo de 2003. Volver al inicio de la Nota |
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