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Edición N° 33 - otoño 2004

TESIS FINAL
Maestría en Servicio Social
Universidad de la República
Universidad Federal de Río de Janeiro

Construcción social de la Discapacidad a través del par dialéctico
Integración - exclusión

Por:
María Noel Míguez

Montevideo, setiembre de 2003


CONCLUSIONES

Aproximarse al mundo de la discapacidad a través del par dialéctico integración – exclusión social se consideró apropiado para el reconocimiento y análisis de una problemática donde, por lo general, un “nosotros” determina la integración o no de ese “otro”, ya sea explícita y/o implícitamente. Se reconoce que dentro de la exclusión se puede estar incluyendo o excluyendo, así como dentro de la integración sucede lo mismo, en tanto proceso dialéctico que esto implica. Formar parte de un grupo de personas con cierta discapacidad hace a conformar un espacio en el que, mirado desde adentro, quedan incluidos individuos con similares deficiencias, lo que conlleva a la exclusión de aquellos que no las tienen. Mirado desde afuera, el “nosotros” que excluye es a la vez excluido de ese otro espacio.

A lo largo de la presente Tesis de Maestría se intentó reconocer a la temática de la discapacidad como objeto de investigación, a través del par dialéctico inclusión – exclusión social, basándolo metodológicamente en la matriz hegeliana de pares dialécticos como opuestos complementarios. Desde esta postura se trabajaron conceptos tales como: “normal-anormal”, “capaz-incapaz”, “nosotros-otros”, etc.

Asimismo, dentro de lo que implicaron las concepciones de integración y exclusión social en su devenir histórico –tal como se ha visto-, se intentaron identificar ciertas determinaciones que en lo personal se pensaron como fundamentales para el reconocimiento de dicho par, en tanto mediación para el análisis de la discapacidad como construcción social. Para el estudio de la discapacidad en tanto objeto de investigación, se delimitaron determinaciones que se creyeron básicas para el reconocimiento de dicha temática, como ser: otredad, alteridad, accesibilidad y mistificidad –según lo expuesto en el Capítulo 2-.

  • “Otredad”: Se retoma dicho concepto a partir de la desigualdad, en tanto implica, según los constructos en la dialéctica hegeliana, un reconocimiento específico de una categoría de análisis en la superación y negación siendo parte de un devenir histórico.

  • “Alteridad”: La forma de identificarse desde un “nosotros” e identificar unos “otros”, implica colocar al otro como “alteridad”, categoría entendida como lo “ajeno”. En las discapacidades, estas categorías quedarían definidas como diferencias biológicas, pero se construyen sobre la interpretación cultural de las desigualdades entre unos y otros.

  • “Accesibilidad”: Implica el acceso con el que las personas con capacidades diferentes cuentan en su vida cotidiana para poder funcionar y participar independientemente en los asuntos que hacen al individuo en los términos propios de uno mismo, en su misma significación y con las propias habilidades. Se considera que la imposibilidad a este acceso determina, en mayor o en menor medida, la exclusión social de las personas con capacidades diferentes, sin estimar cuál sea su dificultad, sin considerar las habilidades que sí posee.

  • “Mistificidad”: Se reconoce ésta como una de las determinaciones fundamentales en lo que implica el imaginario social de la discapacidad. Mistificar lo diferente permite el devenir de una identidad subjetiva del “nosotros” como opuesto complementario de una identidad subjetiva del “otro”. Con esto, el sujeto se reconoce no sólo a partir de su autopercepción, sino también a través de la mirada del otro y las determinaciones que implican tal relación.

En el marco de las nuevas formas de representación de las sociedades capitalistas modernas, se reconocen los planteos de Elimar Nascimento cuando se refiere a la exclusión como un proceso social de no reconocimiento del otro, de rechazo o de intolerancia, de no reconocimiento de derechos que le son propios al otro. Para ello, insiste en realizar el abordaje de la exclusión social a través del tema de la ciudadanía, lo que significaría el reconocimiento de que el “otro” es un semejante, una persona con derechos y, sobre todo, con derecho a ampliar sus derechos.

En este sentido –tal como se trabajó en el Capítulo 1-, se retoma lo planteado por Marshall sobre la temática de la posesión de derechos, en relación a cómo tendría que ser tratado cada miembro de la comunidad en tanto sujeto viviendo en una sociedad de iguales. Según este autor, los derechos cívicos y los derechos políticos fueron legitimados por y destinados a los ciudadanos de ese momento -hombres blancos, dueños de propiedades y protestantes-, y, gradualmente, se fueron ampliando a mujeres, trabajadores, negros, discapacitados, entre otros. En relación a los derechos sociales, el autor entiende a los logrados, por citar algunos, en la universalización y gratuidad de la educación, de la salud, la aparición de los seguros de desempleo, etc.

Más allá de las críticas y adhesiones que este autor conlleve, resulta necesario retomarlo como punto de partida para el reconocimiento de los derechos inherentes a todos los individuos en tanto construcción social y cultural de las sociedades modernas. En este sentido, puede relacionarse a lo planteado por Rebellato (2000) en relación a que el desafío de la democracia implica no separar los derechos políticos -o jurídicos- y los derechos sociales, ya que "se trata del derecho de vivir". Considera que el capitalismo de fines del Siglo XX se propone borrar los derechos sociales a favor del individualismo.

Se piensa que lo último mencionado refiere a un reconocimiento crítico de la realidad, la enunciación de una problemática que está resultando grave, en tanto se considera que lleva a un aumento significativo de las personas que son excluidas de la “normalidad”. Sin embargo, la lectura que se realiza desde el “discurso dominante” transmite que los temas de ciudadanía y derechos sociales están en pleno auge, donde todos tienen derecho a participar. Se intenta presentar una imagen de participación universal, donde “todos entran”.

Por otra parte, no puede dejarse de lado la importancia que el poder tiene como una de las determinaciones del par dialéctico integración – exclusión social –más allá de ciudadanía y derechos, como recién se mencionó-. Pensándolo desde la perspectiva foucaultiana, éste se encuentra caracterizado por tres cualidades: su origen, su naturaleza básica y sus manifestaciones. Para este autor, el ejercicio del poder implica la modificación de unas acciones por otras a través del relacionamiento entre sujetos -individuales o colectivos-, y sólo existe cuando es puesto en acción. La idea de poder no se entiende como algo que se posee o no se posee, ya que no es posible que hayan individuos que ejerzan el poder de un lado y otros que no lo hagan, puesto que en todo vínculo se ve implicada una relación de poder. En este sentido, aquellos que resultan excluidos del concepto de “normalidad” –caso concreto de las personas con discapacidad-, también excluyen en tanto relaciones de poder de unos con otros, reconociéndose la dialéctica de la inserción y de la exclusión en el sentido que mientras se es excluido se puede también estar integrado y a su vez excluyendo a otros y así sucesivamente.

Tal como se ha analizado a lo largo de la presente Tesis de Maestría, importa reconocer que los planteos aparecen, por lo general, unidireccionalmente, es decir, desde las personas consideradas “normales” hacia el discapacitado, lo que sería desde una posición pensada como de “saber” hacia una de “no saber”. De este modo, cuando se cataloga a alguien de “diferente” se lo está marginando, se le están quitando las posibilidades reales de desarrollo de sus capacidades y potencialidades, quedando ubicado bajo la tutoría y responsabilidad de un ser “completo”, “normal”, sin deficiencias, quitándose su status de sujeto capaz de opinar sobre su vida y por tanto con capacidad de defender sus derechos. Se expropia al sujeto discapacitado de su derecho de autodeterminación, en función de que los que delimitan y se reconocen dentro de la “normalidad” son quienes se consideran con derecho a tal expropiación.

Según lo planteado en el Capítulo 3, partiendo desde una perspectiva de inclusión social de las personas con capacidades diferentes, es posible y se resulta viable plantearse políticas sociales de integración de dicha población, en un proceso de “concesión-conquista” a través de la participación en un proceso de descentralización democratizante.

Porque...

“...la imperfección no está en el discapacitado sino en el ser humano” (GONZÁLEZ, 1992: 30)

... es posible dejar a un lado los mitos, conocer y conocerse en las propias capacidades y apuntar a una tarea transformadora para la tan necesaria inclusión social de los individuos vistos como “otros” en la sociedad.

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