Aproximarse
al mundo de la discapacidad a través del par dialéctico
integración exclusión social se consideró
apropiado para el reconocimiento y análisis de una
problemática donde, por lo general, un nosotros
determina la integración o no de ese otro, ya sea
explícita y/o implícitamente. Se reconoce que dentro de
la exclusión se puede estar incluyendo o excluyendo, así
como dentro de la integración sucede lo mismo, en tanto
proceso dialéctico que esto implica. Formar parte de un grupo
de personas con cierta discapacidad hace a conformar un espacio en el
que, mirado desde adentro, quedan incluidos individuos con similares
deficiencias, lo que conlleva a la exclusión de aquellos que
no las tienen. Mirado desde afuera, el nosotros que
excluye es a la vez excluido de ese otro espacio.
A
lo largo de la presente Tesis de Maestría se intentó
reconocer a la temática de la discapacidad como objeto de
investigación, a través del par dialéctico
inclusión exclusión social, basándolo
metodológicamente en la matriz hegeliana de pares dialécticos
como opuestos complementarios. Desde esta postura se trabajaron
conceptos tales como: normal-anormal, capaz-incapaz,
nosotros-otros, etc.
Asimismo,
dentro de lo que implicaron las concepciones de integración y
exclusión social en su devenir histórico tal como
se ha visto-, se intentaron identificar ciertas determinaciones que
en lo personal se pensaron como fundamentales para el reconocimiento
de dicho par, en tanto mediación para el análisis de la
discapacidad como construcción social. Para el estudio de la
discapacidad en tanto objeto de investigación, se delimitaron
determinaciones que se creyeron básicas para el reconocimiento
de dicha temática, como ser: otredad, alteridad, accesibilidad
y mistificidad según lo expuesto en el Capítulo
2-.
Otredad:
Se retoma dicho concepto a partir de la desigualdad, en tanto
implica, según los constructos en la dialéctica
hegeliana, un reconocimiento específico de una categoría
de análisis en la superación y negación siendo
parte de un devenir histórico.
Alteridad:
La forma de identificarse desde un nosotros e
identificar unos otros, implica colocar al otro como
alteridad, categoría entendida como lo ajeno.
En las discapacidades, estas categorías quedarían
definidas como diferencias biológicas, pero se construyen
sobre la interpretación cultural de las desigualdades entre
unos y otros.
Accesibilidad:
Implica el acceso con el que las personas con capacidades diferentes
cuentan en su vida cotidiana para poder funcionar y participar
independientemente en los asuntos que hacen al individuo en los
términos propios de uno mismo, en su misma significación
y con las propias habilidades. Se considera que la imposibilidad a
este acceso determina, en mayor o en menor medida, la exclusión
social de las personas con capacidades diferentes, sin estimar cuál
sea su dificultad, sin considerar las habilidades que sí
posee.
Mistificidad:
Se reconoce ésta como una de las determinaciones
fundamentales en lo que implica el imaginario social de la
discapacidad. Mistificar lo diferente permite el devenir de una
identidad subjetiva del nosotros como opuesto
complementario de una identidad subjetiva del otro. Con
esto, el sujeto se reconoce no sólo a partir de su
autopercepción, sino también a través de la
mirada del otro y las determinaciones que implican tal relación.
En
el marco de las nuevas formas de representación de las
sociedades capitalistas modernas, se reconocen los planteos de Elimar
Nascimento cuando se refiere a la exclusión como un proceso
social de no reconocimiento del otro, de rechazo o de intolerancia,
de no reconocimiento de derechos que le son propios al otro. Para
ello, insiste en realizar el abordaje de la exclusión social a
través del tema de la ciudadanía, lo que significaría
el reconocimiento de que el otro es un semejante, una
persona con derechos y, sobre todo, con derecho a ampliar sus
derechos.
En
este sentido tal como se trabajó en el Capítulo
1-, se retoma lo planteado por Marshall sobre la temática de
la posesión de derechos, en relación a cómo
tendría que ser tratado cada miembro de la comunidad en tanto
sujeto viviendo en una sociedad de iguales. Según este autor,
los derechos cívicos y los derechos políticos fueron
legitimados por y destinados a los ciudadanos de ese momento -hombres
blancos, dueños de propiedades y protestantes-, y,
gradualmente, se fueron ampliando a mujeres, trabajadores, negros,
discapacitados, entre otros. En relación a los derechos
sociales, el autor entiende a los logrados, por citar algunos, en la
universalización y gratuidad de la educación, de la
salud, la aparición de los seguros de desempleo, etc.
Más
allá de las críticas y adhesiones que este autor
conlleve, resulta necesario retomarlo como punto de partida para el
reconocimiento de los derechos inherentes a todos los individuos en
tanto construcción social y cultural de las sociedades
modernas. En este sentido, puede relacionarse a lo planteado por
Rebellato (2000) en relación a que el desafío de la
democracia implica no separar los derechos políticos -o
jurídicos- y los derechos sociales, ya que "se trata
del derecho de vivir". Considera que el capitalismo de fines
del Siglo XX se propone borrar los derechos sociales a favor del
individualismo.
Se
piensa que lo último mencionado refiere a un reconocimiento
crítico de la realidad, la enunciación de una
problemática que está resultando grave, en tanto se
considera que lleva a un aumento significativo de las personas que
son excluidas de la normalidad. Sin embargo, la lectura
que se realiza desde el discurso dominante transmite que
los temas de ciudadanía y derechos sociales están en
pleno auge, donde todos tienen derecho a participar. Se intenta
presentar una imagen de participación universal, donde todos
entran.
Por
otra parte, no puede dejarse de lado la importancia que el poder
tiene como una de las determinaciones del par dialéctico
integración exclusión social más
allá de ciudadanía y derechos, como recién se
mencionó-. Pensándolo desde la perspectiva
foucaultiana, éste se encuentra caracterizado por tres
cualidades: su origen, su naturaleza básica y sus
manifestaciones. Para este autor, el ejercicio del poder implica la
modificación de unas acciones por otras a través del
relacionamiento entre sujetos -individuales o colectivos-, y sólo
existe cuando es puesto en acción. La idea de poder no se
entiende como algo que se posee o no se posee, ya que no es posible
que hayan individuos que ejerzan el poder de un lado y otros que no
lo hagan, puesto que en todo vínculo se ve implicada una
relación de poder. En este sentido, aquellos que resultan
excluidos del concepto de normalidad caso concreto
de las personas con discapacidad-, también excluyen en tanto
relaciones de poder de unos con otros, reconociéndose la
dialéctica de la inserción y de la exclusión en
el sentido que mientras se es excluido se puede también estar
integrado y a su vez excluyendo a otros y así sucesivamente.
Tal
como se ha analizado a lo largo de la presente Tesis de Maestría,
importa reconocer que los planteos aparecen, por lo general,
unidireccionalmente, es decir, desde las personas consideradas
normales hacia el discapacitado, lo que sería
desde una posición pensada como de saber
hacia una de no saber. De este modo, cuando se
cataloga a alguien de diferente se lo está
marginando, se le están quitando las posibilidades reales de
desarrollo de sus capacidades y potencialidades, quedando ubicado
bajo la tutoría y responsabilidad de un ser completo,
normal, sin deficiencias, quitándose su status de
sujeto capaz de opinar sobre su vida y por tanto con capacidad de
defender sus derechos. Se expropia al sujeto discapacitado de su
derecho de autodeterminación, en función de que los que
delimitan y se reconocen dentro de la normalidad son
quienes se consideran con derecho a tal expropiación.
Según
lo planteado en el Capítulo 3, partiendo desde una perspectiva
de inclusión social de las personas con capacidades
diferentes, es posible y se resulta viable plantearse políticas
sociales de integración de dicha población, en un
proceso de concesión-conquista a través de
la participación en un proceso de descentralización
democratizante.
Porque...
...la
imperfección no está en el discapacitado sino en el ser
humano (GONZÁLEZ, 1992: 30)
...
es posible dejar a un lado los mitos, conocer y conocerse en las
propias capacidades y apuntar a una tarea transformadora para la tan
necesaria inclusión social de los individuos vistos como
otros en la sociedad.