El
objetivo del presente trabajo es dar cuenta del desafío que
presenta el contexto actual a la intervención profesional,
teniendo como referencia nuestra experiencia como residentes del
Hospital Alejandro Korn.
Para
ello creemos necesario explicitar la estrecha relación que
existe entre el Estado y nuestra profesión. En este sentido
realizamos un recorrido histórico con relación a las
características que ha adquirido la misma desde el origen de
nuestra disciplina.
Antecedentes
históricos de la Disciplina
Los
antecedentes del Trabajo Social están signados por la Sociedad
de Beneficencia que surge en el momento de consolidación del
Estado moderno. En este momento el Estado delega a las mujeres de la
elite dominante la asistencia a los sectores más pobres,
entendiendo la miseria desde una concepción moralista como
potencialmente peligrosa.
Es
a principios del siglo XX que se comienza a producir la
institucionalización de la profesión como necesidad de
sistematizar esta práctica benéfica.
La
intencionalidad de la intervención se condice con la
adaptación del individuo a la sociedad, considerando a ésta
como un todo orgánico, bajo una perspectiva conductista.
A
mediados del siglo XX, en la fase monopólica del capitalismo
industrial, el Estado empieza a intervenir en la dinámica
interna de la economía, garantizando la producción y
acumulación del capital. Bajo estas circunstancias, debe
comenzar a encargarse no sólo de la preservación de la
mano de obra (eje del modelo de producción) amenazada por la
superexplotación, sino del ejercito industrial de
reserva" a través del seguro social.
Así,
desde la perspectiva del Estado las Políticas Sociales
significaron una forma de amortiguar los conflictos sociales,
mientras que desde la perspectiva de los trabajadores se
constituyeron en una forma de conquistas y reivindicaciones de los
Derechos Sociales.
En
este sentido, el Estado necesita de técnicos que formulen e
implementen esas Políticas Sociales, constituyéndose el
Trabajo Social en una profesión destinada a la ejecución
de las mismas.
El
surgimiento del Trabajo Social como profesión tiene sus
orígenes en la división social y técnica del
trabajo, producto de la forma en que este Estado se enfrenta con la
cuestión social.
Bajo
esta perspectiva puede ubicarse al Trabajo Social en la reproducción
de lo social. Entendiendo por social toda relación en donde se
articulan las dimensiones económica, política e
ideológica.
A
fines de los años sesenta se resalta la contradicción
de la sociedad capitalista liberación o dependencia,
expresión de dos proyectos políticos antagónicos.
En
este momento histórico en los países latinoamericanos,
se produce un replanteo al interior de la profesión como
resultado de la critica que se hace al lugar del Trabajo Social como
mero administrador de recursos, llamado Movimiento de
Reconceptualización, el cual apuntaba a descubrir y
reivindicar la dimensión política de la disciplina. En
consecuencia, se consolida un Trabajo Social Alternativo identificado
con los sectores populares en contraposición al Trabajo Social
Tradicional.
A
mediados de los setenta este proceso finaliza como consecuencia del
advenimiento de las Dictaduras Militares en Latinoamérica, con
un objetivo en común, la construcción del modelo
neoliberal cuya implementación no podía ser pensada
sino a través del aniquilamiento de los proyectos populares
mediante la persecución y las desapariciones.
Este
modelo se caracterizo por la consolidación de una economía
financiera y especulativa para favorecer la concentración
económica en grupos minoritarios. Para ello este proyecto
llevo adelante:
El
corrimiento del Estado como garante de los derechos básicos,
La
aplicación de Políticas Sociales focalizadas,
La
privatización de las empresas estatales,
La
contracción y flexibilización de las relaciones de
trabajo,
La
represión y persecución de los movimientos sociales.
Ajuste
y Desbarajuste
Este
modelo neoliberal se profundiza con el gobierno menemista, cuando
comienzan a implementarse las políticas económicas, que
tiene como objetivo el recorte definitivo de lo publico.
Esto
se llevo a cabo en el marco de una grave crisis de representatividad
política, expresada con los excesivos decretos de necesidad y
urgencia.
En
el sector salud la reforma se viabilizó a través del
PRESSAL (Programa de Reforma del Sector de Salud). Los decretos
fueron los siguientes:
Decreto
1269/92: Políticas Sustantivas, garantía de calidad.
Decreto
9/93: Libre elección de Obras Sociales.
Decreto
578/93: Hospital Público de Autogestión.
A
partir de la contracción del mercado de trabajo, gran parte de
la población queda sin cobertura social, ésto los
convierte en nuevos usuarios del Hospital Publico. Se da una doble
determinación en la cual aumenta la demanda y por otra parte
se recorta el presupuesto para la atención.
El
Hospital Publico se privatiza y arancela en forma encubierta los
sectores más redituables. A lo que se suma la
descentralización a los Estados provinciales y municipales sin
su consecuente fondo de financiamiento.
Desde
este posicionamiento se fijan modelos de atención selectivo,
dejando a la mayoría de la población sin protección,
sin acceso a la salud. La salud deja de ser un Derecho Universal
para convertirse en un bien de mercado.
La
Situación en el Hospital y nuestra Intervención
Profesional:
Actualmente
en el Hospital Alejandro Korn se encuentran internados 1400 pacientes
psiquiátricos; se realizan 3149 consultas mensuales en
Consultorios Externos de Psiquiatría para pacientes
ambulatorios, 385 consultas mensuales en Consultorios Externos de
Psiquiatría Infantil. El ingreso mensual por Guardia de
Psiquiatría es de 120 personas, de las cuales 90 son hombres y
30 mujeres; mientras que las altas mensuales de pacientes
psiquiátricos internados son 120.
Para
referirnos a la población que llega al Hospital utilizamos el
concepto de desaparecidos sociales, con el cual queremos
dar cuenta que los mismos son los más afectados por la
situación que venimos describiendo. Desempleados que no pueden
satisfacer sus necesidades básicas, con graves deficiencias
alimentarias, que al momento que llegan a la atención ya han
tenido un proceso de deterioro tal que implica un mayor tiempo de
recuperación y tratamiento.
Este
tratamiento no puede sostenerse debido a dificultades para
movilizarse y acceder a la medicación y lograr una plena
recuperación.
Lo
que ofrece el sistema de salud a esta situación es más
exclusión ya que no se los integra en ninguno de los niveles
del sistema de salud, ni desde la planificación de las
políticas sanitarias, ni desde los proyectos de atención
cotidiana.
Esto
es consecuencia de un Estado que sistemáticamente ha ido
quitando los Derechos Sociales a la población, delegando en
ésta las responsabilidades que a él le corresponden.
Paradójicamente esta población sufre una
culpabilización cotidiana por no tener los medios para
satisfacer sus necesidades.
Desde
la Residencia de Trabajo Social entendemos la intervención
profesional como un proceso continuo que comienza cuando el paciente
llega al Hospital y continúa cuando el mismo es externado,
siendo el objetivo principal el egreso de los pacientes dentro de un
desarrollo integral que incluye prevención, tratamiento,
rehabilitación y acompañamiento fuera de la
institución, de tal forma que se incrementen las posibilidades
de permanencia de los pacientes en la comunidad.
Por
ésto se priorizan como lugares de rotación la Guardia
de Psiquiatría, debido a considerarla como el dispositivo a
través del cual el sujeto inicia su recorrido institucional.
Los pasos siguientes de la internación son los Servicios de
Atención en Crisis, de Agudos, de Subagudos y de Alcoholismo.
Así, intentamos atenuar las consecuencias del proceso de
institucionalización que deterioran irreversiblemente la
integridad del sujeto.
Entendemos
que la Salud Mental no puede pensarse por fuera del proceso
salud-enfermedad-atención en general. Cada sociedad genera por
sus determinaciones económicas, políticas y culturales
parámetros de salud y las consecuentes respuestas o modos de
enfrentarlos.
Consideramos
al sujeto como histórico-social, que determinado por las
condiciones de existencia según la clase social a la que
pertenezca, se va a enfrentar con distintas maneras de enfermar o
morir.
Sostenemos
que la Salud Mental está definida por las posibilidades que
cada sujeto tiene para resolver las situaciones criticas que se le
presentan.
La
fragmentación social, la falta de espacios de encuentro donde
poder inscribirse con una identidad colectiva, afectan directamente a
la subjetividad, generando un sentimiento de incertidumbre y
desafiliación.
Metodológicamente
fundamentamos nuestra intervención en el abordaje desde la
singularidad, entendiendo por tal la recuperación de la
historia de cada sujeto a partir de su palabra, con la
intencionalidad de reafirmar su identidad.
En
este sentido trabajamos para que el sujeto se posicione como
protagonista de su recuperación, quien al reconstruir su
historia pueda significar su propio padecimiento y construir nuevas
respuestas alternativas ante las dificultades que lo vulnerabilizan.
Este
abordaje se realiza metodológicamente en forma de caso debido
a un condicionamiento institucional. No obstante, intentamos crear
espacios superadores al mismo mediante el trabajo grupal. Es éste
un espacio instituyente ya que fundamentalmente rompe con las
estructuras institucionales del aislamiento, la rutina y la
despersonalización.
Lo
grupal no es el momento donde las singularidades quedan subsumidas en
una totalidad sino por el contrario, es la instancia en la cual las
singularidades conforman una particularidad específica. Es
entonces un lugar de identificación de un saber específico,
donde uno se identifica con el otro, se tienen en cuenta los
distintos saberes, deseos, la similitud y las diferencias de cada
historia de vida.
Esta
modalidad de trabajo se lleva adelante en el Servicio de Alcoholismo,
en el Servicio de Subagudos y en el taller radial El
Encendedor.
Diferentes
saberes acerca de la Salud Mental:
Desde
el sujeto que esta internado y sus vínculos de referencia
existen diferentes representaciones acerca de la enfermedad (locura)
que han sido construidas desde su identidad cultural y su visión
del mundo (ideología).
Estas
perspectivas se ponen en tensión al entrar en contacto con los
saberes hegemónicos de las instituciones. Así, se
produce una disputa ideológica con una clara desigualdad de
poderes que descalifica por la diferencia todo el saber de la familia
y el paciente.
Es
un desafío en nuestra intervención que se reconozca la
legitimidad de los saberes populares para que sean tenidos en cuenta
en el tratamiento de la persona internada, para que se logre un
intercambio donde no se privilegie el saber médico por sobre
la construcción social e histórica de un padecimiento
mental.
Una
propuesta de externación en una institución total:
El
Hospital de Romero se ubica dentro de la categoría de
institución total, caracterizada por la lógica del
encierro-custodia donde se produce una cotidianidad particular
signada por el disciplinamiento. Esto trae consigo un efecto
imaginario donde depositar la locura para cuidar a la sociedad del
peligro que ella genera. Este modelo que se afianzó en el SXIX
y entro en crisis en el SXX tiene aún vigencia y se agudiza su
dimensión asilar por las condiciones sociales imperantes.
Actualmente
no existen instituciones públicas asistenciales que contengan
a una cantidad importante de población (ancianos, patologías
de retrasos mentales, drogadicción, jóvenes que cumplen
la mayoría de edad y estaban institucionalizados) cuyas
problemáticas son básicamente socioeconómicas y
no se corresponden con cuadros psicopatológicos.
Así,
la institución manicomial se convierte muchas veces en el
único lugar posible donde estas personas tienen
garantizada su subsistencia.
El
fuerte condicionamiento socioeconómico le da una
característica especial al proceso de externación que
es donde nosotros queremos reforzar nuestra intervención.
Las
instituciones de referencia como Centros de Salud, instituciones
intermedias, comedores, iglesias, están colapsadas por la
excesiva demanda y falta de recursos. Por otra parte, los beneficios
asistenciales (pensiones por incapacidad, subsidios por externación,
pases libres de transporte) están siendo limitados y hasta
suspendidos. Es por ésto que resulta muy dificultoso crear una
red de contención que le permita al paciente sostenerse en su
comunidad.
Existen
otras alternativas a este modelo coercitivo, que apuntan al
tratamiento y acompañamiento para no desvincular a la persona
de su grupo y comunidad.
Desde
nuestra intervención construimos redes apelando a la
informalidad y solidaridad, sin un respaldo institucional. Esto
implica un trabajo comunitario que refuerza el sostenimiento de la
persona externada, teniendo en cuenta las condiciones reales de
existencia de los sujetos, sus lazos afectivos, su pertenencia e
historia en el barrio, la desmitificación del lugar de enfermo
que se construye en la comunidad y en las familias.
A
pesar de los condicionamientos socioeconómicos y las
características manicomiales de la institución es que
creemos y apostamos a un modelo de atención alternativo en
Salud Mental. En estos términos, nuestra estrategia principal
es poder construir proyectos que nos sostengan dentro y fuera de la
institución, realizando una negociación permanente con
la diversidad de actores implicados en el ámbito de la salud.
Es imprescindible para ello apelar a la creatividad no solo en un
intento de trascender las normas instituidas sino también y
fundamentalmente para resistir activamente y no caer en la impotencia
y la frustración.
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