Por:
Guillermina González * (Datos sobre la autora)
INTRODUCCION
Para poder dar un poco de orden a las intervenciones que desde
allí intento realizar, es que abordo algunas cuestiones. En la primera parte del
trabajo se intenta exponer la postura de distintos autores, pero con la
finalidad de entender qué procesos sociales en el sentido más amplio estamos
atravesando. Para ello se toma a la modernidad, y su supuesta contraposición:
posmodernidad, abordando luego el papel del Estado en la realidad de estos
últimos años.
En el segundo apartado se trata de describir escuetamente la
cuestión de la adolescencia, inscripta en esta sociedad con variaciones, pero
también comprendiéndola desde lo material y lo no-material que la constituye.
El presente trabajo surge de la experiencia en una escuela de
educación no formal, a la que asisten chicos y chicas entre 13 y 18 años, de los
barrios: Las Flores, Las Ranas y Loyola, de la Provincia de Buenos Aires. La
escuela tiene dos oficios y el curso dura dos años. Por cada curso hay tres
docentes representantes de tres áreas: Técnica, Básica, Comunitaria. Esta última
esta coordinada por trabajadores sociales y por mí en uno de los años, en el de
varones. El objetivo sería tratar cuestiones tales como salud, trabajo y
derechos del niño y el adolescente, todas abordadas desde talleres.
Todo esto para luego hacer un análisis en el último capítulo de las
intervenciones en lo social. Allí se pretende contraponer acciones desde un
grupo de instituciones acordes a una "mirada" de los adolescentes, y las
intervenciones desde la escuela en la que trabajo.
También se hace un racconto histórico que permite entender el surgimiento de las prácticas del Trabajo Social. Esbozándose a su vez una posible intervención en lo social a futuro, con
los "chicos". Por último presento una suerte de conclusión que reúne algunos
aspectos que pretenden ser disparadores de nuevas preguntas.
CAPITULO I
Mi postura es que es necesario entender los procesos
macrosociales que condicionan, más no determinan, la vida cotidiana de aquellos
con los que trabajamos y su realidad en la que intervenimos. Volviendo a ese
famoso "contexto" pero a veces sin "texto", aquel que pierde contenido y se
torna en simple formalismo, pareciera que a los que intervenimos nos inmunizara,
que a nosotros ya ni siquiera nos condicionara, que nuestras ideas, visiones,
miradas y acciones no hubieran sido cubiertas por la realidad que nos rodea.
Ahora sencillamente pensemos un poco en la realidad en la que
nos sumergimos. Varias serían las cuestiones a debatir, pero centrémonos en
algunas que servirían para este trabajo. Hoy se habla de "posmodernidad" o
"posmodernismo", muchas cuestiones se le atribuyen. Lo que es innegable es que
algo pasó en estos últimos tiempos en nuestra sociedad. Para comprender
relativamente qué nos está pasando tomemos de algunos autores.
Giddens plantea "No hemos ido `más allá´ de la modernidad, sino
que precisamente estamos viviendo la fase de su radicalización". "Las
disyunciones que han tenido lugar eran de verse más bien como resultantes de la
autoclarificación del pensamiento moderno(...)". A continuación se explicitan brevemente cada uno de estos
procesos. Con respecto al tiempo y al espacio, la modernidad fomenta relaciones
distintas a las de cara-a-cara. Por este último se entiende "el ´despegar` las relaciones
sociales de sus contextos locales de interacción y reestructurarlas en
indefinidos intervalos espacio-temporales". Por último, a fin de considerar la índole reflexiva de la
modernidad, se debe entender que la reflexividad es inherente al agente, sin
embargo, Giddens sostiene que el sentido de la reflexión que se liga a la
modernidad no es éste en específico, aunque otorga la base necesaria para ello.
Esta era se caracteriza por la presunción de reflexión general,
que incluye hasta la reflexión sobre la misma reflexión. En la modernidad la
reflexividad como competencia básica de los agentes sociales situados se
radicaliza, siendo aplicada a absolutamente todos los aspectos de la vida de
estos agentes, tanto a nivel social como institucional. Giddens supone que lo que es constitutivo de la modernidad no
ha variado, sino "que hemos descubierto que nada puede saberse con certeza, dado
que los preexistentes ‘fundamentos’ de la epistemología han demostrado no ser
indefectibles; que la ‘historia’ está desprovista de teleología,
consecuentemente ninguna versión de ‘progreso’ puede ser defendida
convincentemente; y que se presenta una nueva agenda social y política con una
creciente importancia de las preocupaciones ecológicas y quizás, en general, de
nuevos movimientos sociales".
Otros autores en cambio harán un análisis de las
variaciones sociales de este último tiempo sobre las cuales Giddens haría tal
vez duras críticas. Sin embargo, por estar en la radicalización de la modernidad
sigamos con las reflexiones y no tomemos como palabra "santa" lo que este autor
nos aportó.
Lipovetsky sostiene "La sociedad posmoderna es aquella en que
reina la indiferencia de masa, donde domina el sentimiento de reiteración y
estancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se
acoge como lo antiguo, donde se banaliza la innovación, en la que el futuro no
se asimila ya a un progreso ineluctible".
Más allá de las discusiones teóricas, atravesamos cambios.
Aquello que nos organizaba en épocas pasadas como sociedad, se encuentra vaciado
de su sustancia. "El desierto crece: el saber, el poder, el trabajo, el
ejército, la familia, la Iglesia, los partidos, etc, ya han dejado globalmente
de funcionar como principios absolutos e intangibles en distintos grados ya
nadie cree en ellos, en ellos ya nadie invierte".
Veamos ahora las características apreciables en nuestra vida
cotidiana. Prima el individuo y se desvanece lo social y grupal, reemplaza el
ocio al esfuerzo, la cordialidad a la hostilidad, lo flexible a lo rígido, la
libertad al autoritarismo. Ya no hay optimismo tecnológico y científico, no hay
recetas seguras y el futuro es incierto, la indiferencia crece. Por último me parece importante, en cuanto la intervención en
lo social y por ende transformación, tomar lo siguiente: "(...)no es cierto que
estemos sometidos a una carencia de sentido, a una deslegitimación total (...)
perdura un valor cardinal (...) el individuo y su cada vez más proclamado
derecho de realizarse, de ser libre en la medida en que las técnicas de
control social despliegan dispositivos cada vez más sofisticados y
`humanos´".
Para entender estas técnicas que controlan lo social, este
contexto debe leerse entrelazado con otras dimensiones: "...parte de la crisis
de los Estados de bienestar, puede entenderse como efecto de la denominada
crisis de la Modernidad. Donde, sin dejar de lado los atravesamientos económicos
y políticos, es posible pensar la cirsis del Estado de Bienestar relacionada con
la crisis de "sentidos", es decir no sólo de recursos, sino de los marcos
constitutivos y justificativos de éste".
García Delgado hace una serie de afirmaciones para entender
este cambio tomando cuestiones de lo económico, político y social para arribar a
la siguiente conclusión: "la relación Estado-sociedad se modifica paralelamente
con la consolidación del modelo democrático liberal y la economía de mercado. Si
el anterior modelo de relaciones de Estado-sociedad, característico del Estado
de bienestar o social, fue producto del ascenso de la clase trabajadora, de la
sustitución de importaciones y de la guerra fría, estos tres procesos hoy han
concluido. Lo social también sufre cambios, en dos ángulos, por un lado
las Ciencias Sociales pierden viejos marcos interpretativos en pos de estar a la
orden del día y comprender la nueva realidad. Por otro lado, y volviendo al rol
del Estado, las respuestas a cuestiones sociales que anteriormente eran poseídas
y centralizadas por éste, ahora pretenden ser solucionadas desde lo micro, aquí
también hay una lógica de "privatización". Tal vez frente a estas últimas dimensiones con que se buscó
entender la realidad actual, Giddens me diría: "sostendré que la desorientación,
que se expresa a sí misma en la opinión de que no es posible obtener un
conocimiento sistemático de la organización social, resulta en primer lugar de
la sensación que muchos de nosotros tenemos de haber sido atrapados en un
universo de acontecimientos que no logramos entender del todo y que en gran
medida parecen escapara a nuestro control"
La multicausalidad de los fenómenos sociales y su derivada
comprensión de los mismos, nos exigen plantear el contexto en que nos situamos.
Las Ciencias sociales rompieron hace un tiempo con la relación causa-efecto, sin
embargo estos mensajes "de pasillo" muchas veces no termina de entenderse y sólo
miramos el contexto como sumatoria de porcentajes, NBI, LP y tantos otros
índices cuantitativos, generalmente unido a sustentar estos indicadores por ser
lo "material" lo que determina las relaciones sociales y por ende a las clases
sociales, pero muchas veces ni siguiera se explicita este presupuesto
teórico.
Esta exposición avanza en pos de analizarnos como Trabajadores Sociales inmersos
en los mismos procesos macro y reconocer nuestra subjetividad, en lo que poco
nos adiestra nuestra formación académica ya que el paradigma que continúa
reinando es a favor de la "objetividad". No hay que caer en simplismos
minuciosamente descriptivos que reúnen datos de"otros", evitando una
deconstrucción y reconstrucción de lo propio ante la problemática/ temática o
simplemente ante esa persona tan bien "contextualizada".
Estas afirmaciones surgen de su
comprensión de la naturaleza de la propia modernidad, que presenta como
dinámica. El dinamismo se entiende por los procesos de separación del tiempo y
el espacio, del desanclaje de los procesos sociales y por lo que el autor
denomina "la índole reflexiva de la modernidad".
Su análisis muestra cómo estas
cuestiones se introducen con la modernidad, a comparación de construcciones
sociales previas, aunque actualmente estos procesos propios convivan con
aspectos tradicionales.
El tiempo se universaliza desde una noción
abstracta y el lugar, lo local se torna fantasmagórico. Así la organización
social es "racionalizada", lo global se presenta en lo local de un nuevo modo.
Esta separación entre tiempo y espacio es condición para que se presente el
desanclaje.
Hay dos mecanismos de desanclaje:
señales simbólicas y sistemas expertos. En estos mecanismos se ve implicada la
fiabilidad. Algunos de estos conceptos los abordaré más adelante.
Las prácticas sociales se constituyen en base al conocimiento que los agentes
tienen de éstas, a su vez también según los nuevos conocimientos que se van
descubriendo. Pero "la reflexividad de la vida moderna consiste en el hecho de
que las prácticas sociales son examinadas constantemente y reformuladas a la luz
de nueva información sobre estas prácticas, que de esa manera alteran su
carácter constituyente".
La modernidad introduce
la ecuación a mayor conocimiento, mayor certidumbre, en el caso de las ciencias
sociales sería mayor control en el destino de la vida social. "El discurso de la
sociología, y los conceptos, teorías y resultados de las otras ciencias
sociales, circulan continuamente ´entrando y saliendo` de lo que representa en
sí mismos y, al hacer esto, reflexivamente restructuran el sujeto de su
análisis, que a su vez ha aprendido a pensar sociológicamente".
Pero el anhelado
impacto totalizador de control del destino se vería denegado, debido a la
influencia de cuatro factores:
El "consumismo"
está a la orden del día, la información polula y no se dice demasiado.
Relaciones de seducción que impregnan las instituciones que a su vez están
"vacías".
El paradigma del Estado de bienestar periférico se derrumba así como
también sus imágenes y representaciones. Los márgenes de acción del Estado se
restringen, la relación Estado-sociedad se modifica y el Estado se vuelve a
reestructurar tanto en relación con estos nuevos factores internos como con los
externos dando a la luz la emergencia del nuevo modelo: el Estado postsocial o
neoliberal".
No es el conjunto de la sociedad la
que reclama derechos, sino grupos bien distinguibles los que toman la posta para
que se escuchen sus particularidades. En este proceso tan complejo, se proponen
nuevas alternativas, surgiendo entre otras las ONGs. Pero no olvidemos, por
acción u omisión, hasta el momento, y en el campo de lo social "aunque no lo
veamos el Estado siempre está".
CAPITULO II
Pero a los fines del trabajo, podemos tomar un grupo de
personas junto con las cuales el Trabajador Social acciona: los adolescentes.
"La posmodernidad propone a la adolescencia como modelo social,
y a partir de esto se `adolescentiza´ a la sociedad misma". Los padres tendrían un nuevo rol con los hijos adolescentes en
la posmodernidad: "los padres tratan de vivir a imagen de sus hijos y quieren
hacerles la competencia". Sin embargo, dada la población de la escuela en que intervengo,
tomemos lo que los autores antes mencionados dicen: "Los jóvenes pertenecientes
a sectores de bajos ingresos o campesinos quedan fuera de este proceso, para
ellos la entrada en la adultez es rápida y brusca, ya sea a través de la
necesidad de trabajar tempranamente o bien por un embarazo casi simultáneo con
el comienzo en la vida sexual".
Con esta frase a mi entender se están mezclando algunas
dimensiones. Si consideramos a la posmodernidad como proceso complejo y de
alcance muy amplio, no se puede descartar tan rápidamente a un grupo de jóvenes
como exentos del mismo. El otro nivel de análisis es la relación entre clases
sociales y su posición para satisfacer sus necesidades y ser protagonistas de
ciertas intervenciones sobre ellos. A pesar de estos señalamientos en que se relaciona lo material
con lo no material, se puede pensar que estos jóvenes sí se presentan ante una
realidad material signada por diferencias a las otras clases sociales. Algunos
investigadores han abordado la juventud de sectores populares, también
denominados por otros autores como jóvenes de estratos bajos o de sectores
marginales. "Estos grupos experimentan la contradicción proveniente de una
sociedad que los hace partícipes de la modernidad, por ejemplo a través de la
educación, de los medios de comunicación, de la incitación al consumo, pero que
los margina entre otros, de los beneficios del estado como salud, la asistencia
social, los derechos de la seguridad social, el empleo en el sector moderno de
la economía, etc."
Se puede decir que dado este contexto leído desde lo material
estos adolescentes padecen lo que se da en llamar "situación de vulnerabilidad".
Claudia Jacinto expone al respecto: "Vulnerabilidad que se va conformando a
través de un itinerario marcado por el fracaso escolar, el abandono, y el acceso
a los segmentos más precarios del sistema educativo y del mercado laboral".
Escuetamente lo que se observa es que tienen un lugar asignado
en la sociedad, se podría decir que hay una "alteratribución" de una identidad
social bien definida. Hasta se les intenta sacar de sí la posibilidad de entrar
en el proceso de posmodernidad y de la misma adolescencia (según lo que proponen
Obiols/Obiols). De hecho hay autores que postulan "en los sectores marginales
existe una ‘premura psicosocial’, que se traduce en la existencia de una
frontera mínima que se cruza con suma rapidez, entre la niñez y el ser adulto,
cuando el niño se autoabastece económicamente y logra saciar sus necesidades".
Los proceso simbólicos han llevado a una nueva concepción de progreso de la
sociedad en sentido general, pero en este caso tampoco hay un camino a seguir
para alcanzar una meta precisa, la meta de ser adulto. Entonces ¿hacia dónde
van?, ¿quiénes son?, ¿si no cuestionan a los adultos, cómo se construyen como
nueva generación con nuevas propuestas?. Cabe otra pregunta en estos términos
del debate: ¿qué hace el mundo adulto por ellos?
La acción surge de cómo se percibe la realidad, según algunas
perspectivas teóricas, y esa percepción se vincula a procesos muy amplios, sin
embargo es relevante pensar en esa porción de la realidad en que uno interviene
y busca transformar, aunque con sólo hablar de ella en algún modo ya se
"modifica".
Ahora la observación se dirige en un nuevo ángulo, hacia lo micro.
En esto también se corren peligros, "focalizar" una "problemática" con su
correspondiente "población objetivo", (todas palabras encomilladas por ser todas
palabras construidas socio-históricamente) se puede caer en reproducir la lógica
de ocultar cuestiones macro de la sociedad, de la integración social y sobre
todo aportar que instancias políticas y teóricas no se "comprometan".
Según Obiols/
Obiols, la adolescencia en la posmodernidad pasaría a ser un "modo de ser", ya
no una etapa evolutiva, pasa a ser un estadio ideal en el cual instalarse para
siempre, obviar el paso del tiempo es una meta a alcanzar por los adultos. Se
relaciona con la postergación de las responsabilidades y se disfrutando de
comodidades. La adolescencia se "institucionaliza".
Entre adultos y adolescentes
se desvanece la "brecha generacional", que traía conflictos y devenía en crisis.
Antes había un choque violento hacia el mundo y la sociedad, ésta en la
actualidad los alberga con nuevas expectativas, ellos ya no tienen que luchar
por un lugar, ya lo tienen garantizado.
"Un collage en lo referente a la
identidad, crisis en los valores, ambigüedad sexual, hedonismo, características
que no le permiten al adolescente entrar en conflicto con el medio ni con los
adultos que lo sostienen".
Romper con el mundo adulto tenía como finalidad
construir la identidad, permitía el cuestionamiento de las pautas de conducta y
valores transmitidos, resignificando la realidad desde sus propias
construcciones compartidas. Se puede pensar en los jóvenes hippies que mantenía
banderas en contra de la sociedad en su conjunto, proponiendo nuevos discursos y
bajo una identidad grupal.
Las consecuencias de esta nueva relación serían: "los
padres dejan hacer y se abstienen de educar a los pequeños. Los adolescentes se
ven obligados a ser padres de sí mismos, situación que les da más libertad pero
para que la que no cuentan con elementos suficientes".
Cabría preguntarse, en el caso de dar como cierto que el proceso de adolescentización
inunda la sociedad, si no es la sociedad toda que hace de ellos sus propios
padres, ya nadie ocuparía el rol de contención y guía del adolescente en el
desarrollo de su personalidad y su identidad.
Esto lo aclaro por dos motivos: por un lado
hablar de clases sociales puede derivar en un simplificismo determinista, por
ejemplo: joven de quince años, pobre, no tiene adolescencia; por otro lado este
simplificismo puede colaborar a la "mirada" culpabilizadora: joven de quince
años, pobre, tasas de desempleo, delincuencia para sobrevivir.
Desde la
delimitación clara entre adolescentes pobres/ no-pobres, no sólo permite
mantener el discurso instalado en el imaginario social, también propicia
sofisticar mecanismo de control sobre uno de esos grupos en especial.
Esto a diferencia del concepto de morosidad psicosocial de E. Erikson, que
implicaría el tiempo que la sociedad les brinda para su preparación ténica y
educativa de maduración necesaria para el ingreso a la adultez. Pero bien,
supuestamente desde un análisis cuantitativo, estos adolescentes pertenecen a
los grupos con NBI y LI, entonces caerían en la premura psicosocial.
Pero el
contexto no les permite albergarse tampoco en esa definición. Por un lado por
cuestiones objetivas como son los niveles de desempleo que nos llevaría a pensar
que no hay tal premura. Por otro lado, desde cuestiones subjetiva, y a pesar de
cargar con la "cruz" de ser de "sectores populares", la realidad es que no
tienen mundo adulto a alcanzar, si se entiende que la sociedad es "adolescente".
CAPITULO III
"(...) las prácticas sociales pueden llegar a engendrar
dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y
técnicas, sino que hacen nacer además formas totalmente nuevas de sujetos y
sujetos de conocimiento". A la vez que en la historia reciente y sin olvidar el contexto
y debate mundial sobre los Derechos Humanos, se afirma internacionalmente la
existencia de estas personas. ¿Es que acaso antes no existían?, ¿no es que en
realidad se los incluye junto a los niños por cierto contexto que hace imperioso
reconocerlos?, ¿se aprecian características diferentes entre los niños y estos
sujetos?.
Pues bien, tomemos algunos aportes teóricos que clarifiquen el
proceso de construcción de sujetos, lo que los rodea y la intervención con
ellos. Si tomamos a Foucault, uno de los aspectos de las prácticas en lo social
derivan de la "mirada médica". La "mirada" desde el "saber" tiene mucho poder, colabora a la
construcción del "adolescente", desde lo formal marca líneas divisorias desde
simplemente lo etario y lo incluye en la Convención de los Derechos del Niño y
el Adolescente como se mencionó, pero como también se dijo desde lo concreto se
los posiciona a partir de otra demarcación, hay otra "mirada" que también los
define y que diariamente también acciona "sobre" ellos.
Se acumula "saber" a través de las prácticas con esos sujetos y
por tanto hay "dominio" sobre los adolescentes, pero no se puede intervenir sobre
estos sujetos de derecho como se hace con los niños, éstos "maleables", no les
presentan dificultades para "intervenirlos" y "defenderlos", pero la
adolescencia se presenta con otras característica ante cierta "mirada", al ser
menos "amoldables" son sujetos de derechos, pero hay que mantenerlos "derechos",
pareciera a veces que una vieja frase se les podría aplicar "los adolescentes
son derechos y humanos", bien sabiendo para que se usó esta frase y qué tipo de
prácticas distintas a esas líneas se aplicaron en nuestro país. Se presenta
entonces un adoctrinamiento y disciplinamiento concreto, son instituciones
cerradas las que los reciben actuando hacia ellos simple y sencillamente desde
lo jurídico.
Esta verdad del adolescente cuando delinque o cuando
simplemente se "sospecha" de él , se construye por la indagación "investigación
de la verdad en el seno jurídico". Y aquí habría que preguntarse cuando se interviene con
adolescencia o con otros, cómo descubrimos la "verdad" de ese sujeto. Si
realmente lo consolidamos y posicionamos como sujeto o si lo determinamos como
objeto de conocimiento y del cual obtendremos aún más saber para luego
nuevamente dominar y aplicar. Esto lo digo, y refuerzo, en parte por el conjunto
de políticas sociales que se destinan a este grupo construido.
Podemos sintetizar que gran parte de nuestras prácticas
sociales en relación con otro se vincula con un conocimiento previo que se
aplica al momento de intervenir, saber que parte de ese origen histórico se
genera desde lo jurídico debe hacernos pensar que aunque como trabajadores
sociales no intervengamos en esa política "carcelaria" de los jóvenes, bien
podemos reproducir en algo este juego de límites "cerrados" y de indagación con
culpabilidad, ahora no jurídica, pero sí con condena social que continúa
estigamatizándolos como jóvenes peligrosos. Sin embargo, por no "reproducir" el
"control social", se puede caer en nuevos simplificismos; ya no serán
instituciones "cerradas" sino "abiertas", ya no seremos rígidos, ya no pondremos
límites, pero qué pasa entonces, como algunos dicen "todo extremo es malo". Yo
más bien diría que ante una tesis, su antítesis no es suficiente, la síntesis
debe buscarse sin caer en "conformismos" de encontrar simplemente una negación
absoluta.
Continuando con la noción antes propuesta de relación
asimétrica, donde uno posee el poder, tomemos el concepto de "sistemas expertos"
de Giddens, no olvidando que él sostiene que la "modernidad" continua en
vigencia, mejor dicho está radicalizada. Se puede comprender al Trabajo Social
en dichos sistemas, en los cuales se dan "compromisos anónimos", que es la fe en
estos, sin desconocer que se da una relación "cara a cara". Hay una relación
entre aquellos que son representantes de esos sistemas, y los "profanos", en esa
relación se genera fiabilidad, hay credibilidad en la experiencia del
representante. El trabajador social entabla una relación de fiabilidad con los
"profanos", "beneficiarios", en los puntos de acceso. Estos son los puntos de
conexión entre esas dos partes. Depende de estos puntos la construcción de la
fiabilidad, así también si se mantiene o se desintegra la confianza del
"profano" hacia ese sistema abstracto.
En situaciones extremas por las que atraviesa el "necesitado"
es justificada la actitud tranquilizadora del representante de dicho sistema en
el que cree. La actitud de aquí-no-pasa-nada, es importante en momentos
críticos, el representante inspira tranquilidad, y además se confía en el
conocimiento y cualificaciones que posee el representante y que desconoce el
"profano". Cabe recordar que los "profanos" pueden correr otra suerte en
tanto su "desconocimiento" comprende no sólo la fe hacia los sistemas expertos
sino también la desconfianza, el escepticismo y el miedo. Esto lleva a que los
"usuarios" sean cautelosos en su relación con el trabajador social. Giddens dice
que según la experiencia en los puntos de acceso puede variar la fiabilidad
hacia el sistema experto. Esta posición en los sistemas expertos, este punto entre
adentro o afuera para los "profanos", esta inquietud propia de no reproducir las
relaciones asimétricas debe también pensarse en función de no caer simplemente
en la antítesis, "ellos saben lo que quieren, hay que dejarlos que encuentren su
propia solución, ellos pueden decir, nosotros no podemos ser rígidos en la
relación con ellos".
Aquí me presento yo misma contextualizada en la
posmodernidad, o como quieran llamarlo, no caer en la asimetría con los que
trabajo puede derivar en: hay que respetar sus deseos, hay que hacerlos
participar en todo, tendiendo así en la personalización e individualización de
los adolescentes. Para entender esta contradicción, veamos a la "institución"
como aquel marco que también delinea el modo de intervención del trabajador
social. Adentrémonos en lo institucional. Ya expuse anteriormente que las
intervenciones históricamente se nutrieron de las instituciones jurídicas y de
la medicina, pero qué pasa hoy con las instituciones. Todo esto pensando en el
rol del Trabajo Social en una Escuela de educación no formal, que es lo que hoy
me toca.
Lipovetsky sostiene: "la educación, antes totalitaria, se ha
vuelto enormemente permisiva, atenta a los deseos de los niños y adolescentes
mientras que, por todas partes, la ola hedonista desculpabiliza el tiempo libre,
anima a realizarse sin obstáculos y a aumentar el ocio. La seducción: una lógica
que sigue su camino, que lo impregna todo y que al hacerlo, realiza una
socialización suave, tolerante, dirigida a personalizar-psicoanalizar al
individuo".
La institución se construye así por un contexto, pero también
buscando dar una nueva alternativa a las soluciones que se le plantean al
adolescente que son altamente "rígidas". Busca como institución brindar
contención a los jóvenes en situación de vulnerabilidad, pero con un tinte que
se aproxima a lo que el autor recién citado sostiene sobre la educación.
Así se presenta una contradicción, un entorno que los
estigmatiza y les asigna una identidad social que pulula en el imaginario de la
gente, por otro lado una institución que incentiva una nueva socialización, que
lo hace por estar inmersos en un nuevo paradigma social e institucional que los
atraviesa. Así si seguimos a Lipovetsky, los que trabajamos allí seríamos los
"últimos curas", "únicos que todavía quieren inyectar sentido, valor, allí donde
ya no hay otra cosa que un desierto apático", pero sin inyectar nada aún.
La sociedad del sin-sentido, adolescentes sin-destino (excepto
institutos de menores), instituciones vacías y profesionales "seductores".
Difícil se plantea en estos términos la intervención, intervención sin-sentido.
Pero ¿qué identidad?, ¿cómo aportar a ella?, en esto se debe
ser muy cuidadoso. Si antes cité a Obiols/ Obiols para hablar de adolescentes, y
éstos decían: "Un collage en lo referente a la identidad, crisis en los valores,
ambigüedad sexual, hedonismo, características que no le permiten al adolescente
entrar en conflicto con el medio ni con los adultos que lo sostienen". Propone como posmodernidad al quiebre de la prolongación de
no-modernidad periférica, y que es un momento estratégico, ¿para qué?.
La Convención sobre los Derechos del Niño y el Adolescente
regula y especifica los derechos que tienen estos últimos, a pesar que debería
asegurar el acceso a un amplio repertorio de servicios, los adolescentes de
sectores populares se encuentran con derechos sociales reducidos, sumándose su
escaso poder para la demanda.
Pero a su vez la sociedad devela otra
contradicción, se hace presente a los adolescentes en la escena pública con
mayor frecuencia cuando transgreden valores socialmente instituidos. "La
política destinada a los adolescentes pobres pasa a efectivizarse en tribunales,
comisarías, institutos o comunidades terapéuticas". (Foro: Adolescencia, pobreza,
educación y trabajo. 1994).
Pues bien, por un lado bien demostrado está que la
etapa evolutiva adolescente además corresponde a una construcción a partir del
fin de la Segunda Guerra Mundial, es decir relativamente reciente, por el otro,
hoy se siguen presentando en nuestra sociedad como "destinatarios" de políticas
sociales, hoy son "peligrosos" y se les atribuyen muchos problemas sociales:
drogadicción, violencia, etc, son adolescentes en riesgo y son riesgo para la
sana sociedad.
Es así como se fortalecen ciertas técnicas e intervenciones no
"con" ellos sino "sobre" ellos. Aquí no cristalizarían directamente a esos
"dispositivos" "humanos" a los que Lipovetsky hace referencia.
"La permanencia de la verdad en el núcleo sombrío
de las cosas está paradójicamente ligada a este poder soberano de la mirada
empírica que hace de su noche día. Toda la luz pasa del lado de la débil
antorcha del ojo que da vuelta ahora alrededor de los volúmenes y dice, en este
camino, su lugar y su forma".
La "mirada" puede hacer visible lo invisible,
puede convertir en "peligroso" y decirlo a partir de ciertas apreciaciones y
características externas, se emite un discurso que deriva en posteriores
acciones.
Un "examen" que también se ve implicado al
interior de las Ciencias sociales y por ende que atañe a los métodos del Trabajo
Social en general. Según Foucault estas formas de conocimiento de la verdad
"nacieron en conexión directa con la formación de un cierto número de controles
políticos y sociales, en el inicio de la sociedad capitalista al final del Siglo
XIX".
Esta fiabilidad se da para tener mayor seguridad en un universo
en que se dan acontecimientos independientes y a su vez se da por una cuestión
de cálculo de beneficio y riesgo.
El sistema experto da ese cálculo y a la vez
reproduce al universo de acontecimientos como producto de la aplicación racional
de ese conocimiento que poseen los sistemas abstractos. Es difícil que alguien
pueda desvincularse totalmente de esta lógica, en la actualidad más allá que
habría una desconfianza a las afirmaciones absolutas de la ciencia primando la
"incertidumbre", debe reconocerse que aún se manifiestan esta relación
asimétrica, y los profesionales de lo social en algún término se resguardan como
partícipes de sistemas expertos, buscando en ellos algún grado de "certeza" en
el cual sustentarse y "justificarse".
Pero debe considerarse que este representante puede actuar en esos
puntos de acceso en el "escenario" o "entre-bastidores" o bambalinas, ocultando
información al "profano" porque hay ambientes especializados y momentos de
concentración mental del profesional en que sería difícil exponer al público
esta información que maneja.
Además se oculta información porque los expertos se
pueden equivocar al interpretar los datos o porque es ignorante en la
competencia que supuestamente tiene, no olvidemos en este caso la larga
trayectoria del Trabajo Social y su "sentido común". Así trata de reducir el
impacto de los conocimientos imperfectos y la falibilidad humana. Los expertos
suponen que los otros se sentirán más tranquilos si no saben que hay elementos
de azar y suerte en su actuación como expertos.
Se puede pensar en ciertos
puntos de acceso en que el profesional se convierta en un manipulador de
información en que le diga al otro: "yo sé, no preguntes, cree en mí, tú sólo
haz lo que yo te diga", tratando al otro como un desposeído de potencialidades,
donde la construcción de la solución del problema está del lado del Trabajo
Social.
Muchas veces la creencia en los sistemas expertos, la necesidad de
satisfacer sus carencias, y la desconfianza en sí mismos, lleva a que los
"beneficiarios" escuchen al trabajador social, sus recomendaciones, sus recetas
que el "profano" debe cumplir.
Así se reproduce un vínculo escindido entre saber
y no-saber, entre sujeto que encuentra respuestas y otro que no es el
protagonista de alcanzarlo por sus propios medio. Hablo de un punto de acceso en
que se encuentran escindidas las dos partes y donde no hay una construcción
conjunta de la alternativa más satisfactoria. En este caso el trabajador social
se convierte en un "tutor", impidiéndole al otro ser libre, de hacer uso propio
de su razón. En este caso se está obstaculizando el ejercicio de la autonomía
del "necesitado".
En experiencias en que las habilidades técnicas son de
bajo nivel, la persona puede optar por excluirse de esa relación y procurarse
por propia cuenta la búsqueda de solución. A su vez estas malas experiencias
pueden llevar a un mayor extremo que es el de desasirse del sistema en general.
Tomando esta primer salida, en que el "profano" se procura sus propios
instrumentos para encontrar la solución a sus problemas, lo lleva a ejercer su
libertad, a usar su propia razón. Pero esta es un arma de doble filo, a veces al
desvincularse de los sistemas expertos no pueden luego encontrar por su cuenta
el modo de dar satisfacción a sus necesidades, así están quedando simplemente
marginados, excluidos de una alternativa satisfactoria a lo que buscaban. Es
decir, se aísla por no encontrar respuestas en los sistemas expertos y considera
que podrá por su cuenta hacerlo, pero una vez aislado si no encuentra los medios
para lograrlo está sencillamente excluido, fuera del sistema.
Muchas veces es
difícil luego de una mala experiencia de la gente, buscar reentablar su
fiabilidad en los sistemas expertos. La gente dice: nunca nos solucionan nada,
vienen hacen censos y nunca están las casas.
En el caso de los jóvenes, el
trabajador social averigua antecedentes, "va a mi casa, pero no hace nada, viene
a controlar". La cuestión no es restablecer el vínculo porque sí, sino que la
exclusión de los "profanos" hace que sigan sin soluciones a sus problemas y que
tal vez les sea más ventajoso a ellos recuperar algo del lazo y acceder a algún
proyecto social.
Creo que hay que repensarse como profesionales al interior de
estos sistemas expertos, por un lado pensar en los puntos de acceso y nuestras
intervenciones que no deriven en "autoexclusión" de los "profanos", que se vean
lanzados a encontrar propias respuestas, más pensando en el contexto que
privatiza las cuestiones sociales y en el cual se presentan alternativas
limitadas desde el Estado, y sobre todo en el caso de estos adolescentes "que
son sus propios padres".
Por otro lado, habría que repensar en el modo en que
nuestras intervenciones derivan o no en la autonomía del otro, autonomía de su
conocimiento sobre lo que le pasa y autonomía para decidir por sí mismo sobre su
vida, sobre el sentido que le quiere dar a su propia vida.
Esto puede en algún punto entenderse en lo que Lipovetsky dice
sobre las "relaciones de seducción".
"La seducción es destrucción cool de lo
social por un proceso de aislamiento que se administra ya no por la fuerza bruta
o la cuadrícula reglamentaria sino por el hedonismo, la información y la
responsabilización".
Reproduciendo la relación de poder derivada del "saber" se siente que se corre
el riesgo de reproducir "autoritarismo" y no es la idea. Desde este tipo de
institución se busca dar algún nuevo sentido y ofrecerles un destino alternativo
al adolescente, se busca la síntesis, mientras se sostiene sencillamente la
antítesis que podría llamarse "adolescencia a la carta".
Sin embargo, recuperar
viejos sentidos como: solidaridad, cooperación, etc, se hace difícil con estas
nuevas generaciones que nunca lo vivieron. La intervención debe plantearse con
un horizonte: deconstruir el sentido que hoy tiene la sociedad y sus valores,
deconstruir y resignificar la "adolescencia" dentro de la cual hoy se los
encapsula, buscar construir conjuntamente una identidad social que los posicione
distinto en la sociedad, ya no por lo etario, ya no por lo "peligroso", ya no
como "estilo de vida", sino más bien haciendo efectivos sus derechos.
Entre los
cuales justamente se recalca el derecho de identidad, en este caso debe ser una
identidad social que los integre.
¿Por qué
no buscar un Anti-collage? Aunque mezclando un poco de teoría, Jorge Huergo
propone que "nombrar el ser ausente es romper el encanto de las cosas que
son.... Es la introducción de un orden diferente, el comienzo de un mundo... un
anti-collage".
Justamente para que se exprese lo "popular". Y aquí sí las intervenciones
podrían tomar algún sentido, "las prácticas pueden ser el aprovechamiento de un
entretiempo (o ‘mientras tanto’) posmoderno, animadas por una verdadera (y no
lúdica) tolerancia al diferente, y teniendo en cuenta el interés estratégico de
la construcción de otra-historia (acorde con una articulación económica y
política). Estas son las prácticas populares que se centran y acompañan el estar
popular, que es un estar en la resistencia y la indisciplina"
CONCLUSION
Como mencioné en el primer capítulo la integración social es
una cuestión muy compleja, en parte se debe pensar en el rol del Estado en ese
proceso; la política puede verse como una de las vías desde donde puedan surgir
algunas soluciones a estos cambios de la realidad, pero teniendo precaución que
no devenga en un nuevo disciplinamiento del pueblo. El nuevo modelo de socialización e integración social afecta a
los "adolescentes" en general. Los adolescentes en "situación de vulnerabilidad"
se ven aún peor posicionados por enfrentarse a un Estado que no responde, o más
bien muchas veces ante respuestas de disciplinamiento poco felices. Si tomamos
la propuesta de Jorge Huergo, qué podemos hacer en el "mientras tanto", como
sugiere hay que romper con las cosas que sólo se hacen visibles y que tiñen el
resto, mostrando un "ser"; para ello hay que "nombrar el ser ausente".
Sin la
pretensión de focalizar y aislar, trabajando con adolescentes una de las
apuestas puede ser pensar en el modo de colaboración en la construcción de
"otra-historia", y acompañar ese "estar popular".
Se propone a la identidad social como construcción derivada de
dos procesos: alteratribución (desde afuera), autoatribución ( sobre sí mismo),
por lo tanto analizar con los adolescentes el imaginario que los circunda y el
lugar donde se pretende posicionarlos, son fuentes útiles desde donde empezar a
de-construir para poder construir. Continuando con la apuesta de aprovechar el "mientras tanto",
el deconstruir implicaría resignificar el sentido más amplio de "adolescencia",
poder develar lo propio de ese "término", contraponiéndolo a la posición que la
sociedad les "brinda" y la posición que desean ocupar, pensándolo como horizonte
de un nuevo modo de integración y que propicie re-descubrir en qué sociedad
pretendida. Obviamente para todo esto como profesionales debemos hacernos
preguntas permanentemente, deconstruyendo aspectos históricos implicados en
nuestras prácticas de Trabajo Social.
La intervención en lo social requiere mucha cautela y sobre
todo marcos teóricos sobre los cuales sustentar tanto la comprensión de la
realidad como las prácticas, pero no por mero capricho de uso de la "razón"
letrada occidental. Plantearse acciones en una institución requiere antes que
nada pensar que hay una proceso amplio que nos atraviesa como profesionales y
como "ciudadanos".
Por ejemplo, se debe atender
a las nuevas políticas sociales lideradas por el gobierno de turno que
justamente habla de "exclusión" e "integración", haciendo uso de términos de los
actuales debates y teorías recientes, como por ejemplo el planteo de Robert
Castel. Cabría preguntarse si el uso "masivo" de estos conceptos derivarán en
prácticas acordes a lo que los teóricos pretendían, o si en realidad será un
mero discurso que recubra viejos sentidos, simplemente renombrando y no
transformando lo estructural.
Sencillamente es pensar que la teoría puede
derivar en una modalidad de práctica social aparentemente distinta pero que en
concreto deriva en "funcionalidad", en nuevos controles, nuevo disciplinamiento.
No perder de vista los aportes que sostienen que a mayor saber se presenta mayor
poder y control, como ecuación simplificada, sin ofender a los prestigiosos
pensadores.
A su ver considerar que la construcción científica y racional
impacta en la vida cotidiana y que ésta a su vez nutre dialécticamente a los
planteos teóricos, la cuestión quedaría en la asignación de sentidos y las
relaciones de poder en nuestra sociedad.
Para acompañar la construcción propia de los
adolescentes no podemos pensar linealmente, ni es el contexto el que determina
lisa y llanamente la posición e identidad de los jóvenes, ni hay una consolidada
resistencia totalmente opuesta desde donde apelar a nuevas posiciones en las
relaciones sociales. Insisto los procesos sociales son complejos, y la visión
del mundo y de sí mismo de estos adolescentes no surge de ecuaciones sencillas,
menos si consideramos a la "adolescencia" como una "etapa evolutiva" en que se
intensificaría la supuesta búsqueda de la identidad personal.
Romper junto con ellos el "ser adolescente" propuesto, y re-pensar
cuestiones como los derechos del niño y el adolescente, las relaciones de
trabajo, la educación, etc, como disparadores de quiebre del "pensamiento
único", habilitando recuperar lo propio.
Debatiendo entre nosotros cómo acompañar
el "estar popular", sin caer en pura terminología, tampoco reproduciendo la
asimetría "aleccionadora", ni aportando a una socialización "light" con
intervenciones "seductoras".
Nuestro entrenamiento profesional y bagaje
conceptual sabe de "asistir", "trabajar" y también de cuestionar y reflexionar
sobre lo "naturalizado", mas el desafío es el "acompañamiento" de aquello propio
de los adolescentes para lo cual creo todavía debe continuar la pregunta y
crítica periódica a nuestras acciones.
BIBLIOGRAFIA