¿ADOLESCENCIA?
Algunos interrogantes para compartir

Por:
Guillermina González
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(Datos sobre la autora)


Ensayo presentado en la Materia "La Intervención en lo Social". Carrera de Trabajo Social; Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires

INTRODUCCION
El presente trabajo surge de la experiencia en una escuela de educación no formal, a la que asisten chicos y chicas entre 13 y 18 años, de los barrios: Las Flores, Las Ranas y Loyola, de la Provincia de Buenos Aires. La escuela tiene dos oficios y el curso dura dos años. Por cada curso hay tres docentes representantes de tres áreas: Técnica, Básica, Comunitaria. Esta última esta coordinada por trabajadores sociales y por mí en uno de los años, en el de varones. El objetivo sería tratar cuestiones tales como salud, trabajo y derechos del niño y el adolescente, todas abordadas desde talleres.

Para poder dar un poco de orden a las intervenciones que desde allí intento realizar, es que abordo algunas cuestiones. En la primera parte del trabajo se intenta exponer la postura de distintos autores, pero con la finalidad de entender qué procesos sociales en el sentido más amplio estamos atravesando. Para ello se toma a la modernidad, y su supuesta contraposición: posmodernidad, abordando luego el papel del Estado en la realidad de estos últimos años.

En el segundo apartado se trata de describir escuetamente la cuestión de la adolescencia, inscripta en esta sociedad con variaciones, pero también comprendiéndola desde lo material y lo no-material que la constituye.
Todo esto para luego hacer un análisis en el último capítulo de las intervenciones en lo social. Allí se pretende contraponer acciones desde un grupo de instituciones acordes a una "mirada" de los adolescentes, y las intervenciones desde la escuela en la que trabajo.
También se hace un racconto histórico que permite entender el surgimiento de las prácticas del Trabajo Social. Esbozándose a su vez una posible intervención en lo social a futuro, con los "chicos". Por último presento una suerte de conclusión que reúne algunos aspectos que pretenden ser disparadores de nuevas preguntas.

CAPITULO I
La multicausalidad de los fenómenos sociales y su derivada comprensión de los mismos, nos exigen plantear el contexto en que nos situamos. Las Ciencias sociales rompieron hace un tiempo con la relación causa-efecto, sin embargo estos mensajes "de pasillo" muchas veces no termina de entenderse y sólo miramos el contexto como sumatoria de porcentajes, NBI, LP y tantos otros índices cuantitativos, generalmente unido a sustentar estos indicadores por ser lo "material" lo que determina las relaciones sociales y por ende a las clases sociales, pero muchas veces ni siguiera se explicita este presupuesto teórico.

Mi postura es que es necesario entender los procesos macrosociales que condicionan, más no determinan, la vida cotidiana de aquellos con los que trabajamos y su realidad en la que intervenimos. Volviendo a ese famoso "contexto" pero a veces sin "texto", aquel que pierde contenido y se torna en simple formalismo, pareciera que a los que intervenimos nos inmunizara, que a nosotros ya ni siquiera nos condicionara, que nuestras ideas, visiones, miradas y acciones no hubieran sido cubiertas por la realidad que nos rodea.
Esta exposición avanza en pos de analizarnos como Trabajadores Sociales inmersos en los mismos procesos macro y reconocer nuestra subjetividad, en lo que poco nos adiestra nuestra formación académica ya que el paradigma que continúa reinando es a favor de la "objetividad". No hay que caer en simplismos minuciosamente descriptivos que reúnen datos de"otros", evitando una deconstrucción y reconstrucción de lo propio ante la problemática/ temática o simplemente ante esa persona tan bien "contextualizada".

Ahora sencillamente pensemos un poco en la realidad en la que nos sumergimos. Varias serían las cuestiones a debatir, pero centrémonos en algunas que servirían para este trabajo. Hoy se habla de "posmodernidad" o "posmodernismo", muchas cuestiones se le atribuyen. Lo que es innegable es que algo pasó en estos últimos tiempos en nuestra sociedad. Para comprender relativamente qué nos está pasando tomemos de algunos autores.

Giddens plantea "No hemos ido `más allá´ de la modernidad, sino que precisamente estamos viviendo la fase de su radicalización". "Las disyunciones que han tenido lugar eran de verse más bien como resultantes de la autoclarificación del pensamiento moderno(...)".
Estas afirmaciones surgen de su comprensión de la naturaleza de la propia modernidad, que presenta como dinámica. El dinamismo se entiende por los procesos de separación del tiempo y el espacio, del desanclaje de los procesos sociales y por lo que el autor denomina "la índole reflexiva de la modernidad".
Su análisis muestra cómo estas cuestiones se introducen con la modernidad, a comparación de construcciones sociales previas, aunque actualmente estos procesos propios convivan con aspectos tradicionales.

A continuación se explicitan brevemente cada uno de estos procesos. Con respecto al tiempo y al espacio, la modernidad fomenta relaciones distintas a las de cara-a-cara.
El tiempo se universaliza desde una noción abstracta y el lugar, lo local se torna fantasmagórico. Así la organización social es "racionalizada", lo global se presenta en lo local de un nuevo modo. Esta separación entre tiempo y espacio es condición para que se presente el desanclaje.

Por este último se entiende "el ´despegar` las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y reestructurarlas en indefinidos intervalos espacio-temporales".
Hay dos mecanismos de desanclaje: señales simbólicas y sistemas expertos. En estos mecanismos se ve implicada la fiabilidad. Algunos de estos conceptos los abordaré más adelante.

Por último, a fin de considerar la índole reflexiva de la modernidad, se debe entender que la reflexividad es inherente al agente, sin embargo, Giddens sostiene que el sentido de la reflexión que se liga a la modernidad no es éste en específico, aunque otorga la base necesaria para ello.
Las prácticas sociales se constituyen en base al conocimiento que los agentes tienen de éstas, a su vez también según los nuevos conocimientos que se van descubriendo. Pero "la reflexividad de la vida moderna consiste en el hecho de que las prácticas sociales son examinadas constantemente y reformuladas a la luz de nueva información sobre estas prácticas, que de esa manera alteran su carácter constituyente".

Esta era se caracteriza por la presunción de reflexión general, que incluye hasta la reflexión sobre la misma reflexión. En la modernidad la reflexividad como competencia básica de los agentes sociales situados se radicaliza, siendo aplicada a absolutamente todos los aspectos de la vida de estos agentes, tanto a nivel social como institucional.
La modernidad introduce la ecuación a mayor conocimiento, mayor certidumbre, en el caso de las ciencias sociales sería mayor control en el destino de la vida social. "El discurso de la sociología, y los conceptos, teorías y resultados de las otras ciencias sociales, circulan continuamente ´entrando y saliendo` de lo que representa en sí mismos y, al hacer esto, reflexivamente restructuran el sujeto de su análisis, que a su vez ha aprendido a pensar sociológicamente".
Pero el anhelado impacto totalizador de control del destino se vería denegado, debido a la influencia de cuatro factores:

Giddens supone que lo que es constitutivo de la modernidad no ha variado, sino "que hemos descubierto que nada puede saberse con certeza, dado que los preexistentes ‘fundamentos’ de la epistemología han demostrado no ser indefectibles; que la ‘historia’ está desprovista de teleología, consecuentemente ninguna versión de ‘progreso’ puede ser defendida convincentemente; y que se presenta una nueva agenda social y política con una creciente importancia de las preocupaciones ecológicas y quizás, en general, de nuevos movimientos sociales".

Otros autores en cambio harán un análisis de las variaciones sociales de este último tiempo sobre las cuales Giddens haría tal vez duras críticas. Sin embargo, por estar en la radicalización de la modernidad sigamos con las reflexiones y no tomemos como palabra "santa" lo que este autor nos aportó.

Lipovetsky sostiene "La sociedad posmoderna es aquella en que reina la indiferencia de masa, donde domina el sentimiento de reiteración y estancamiento, en que la autonomía privada no se discute, donde lo nuevo se acoge como lo antiguo, donde se banaliza la innovación, en la que el futuro no se asimila ya a un progreso ineluctible".

Más allá de las discusiones teóricas, atravesamos cambios. Aquello que nos organizaba en épocas pasadas como sociedad, se encuentra vaciado de su sustancia. "El desierto crece: el saber, el poder, el trabajo, el ejército, la familia, la Iglesia, los partidos, etc, ya han dejado globalmente de funcionar como principios absolutos e intangibles en distintos grados ya nadie cree en ellos, en ellos ya nadie invierte".

Veamos ahora las características apreciables en nuestra vida cotidiana. Prima el individuo y se desvanece lo social y grupal, reemplaza el ocio al esfuerzo, la cordialidad a la hostilidad, lo flexible a lo rígido, la libertad al autoritarismo. Ya no hay optimismo tecnológico y científico, no hay recetas seguras y el futuro es incierto, la indiferencia crece.
El "consumismo" está a la orden del día, la información polula y no se dice demasiado. Relaciones de seducción que impregnan las instituciones que a su vez están "vacías".

Por último me parece importante, en cuanto la intervención en lo social y por ende transformación, tomar lo siguiente: "(...)no es cierto que estemos sometidos a una carencia de sentido, a una deslegitimación total (...) perdura un valor cardinal (...) el individuo y su cada vez más proclamado derecho de realizarse, de ser libre en la medida en que las técnicas de control social despliegan dispositivos cada vez más sofisticados y `humanos´".

Para entender estas técnicas que controlan lo social, este contexto debe leerse entrelazado con otras dimensiones: "...parte de la crisis de los Estados de bienestar, puede entenderse como efecto de la denominada crisis de la Modernidad. Donde, sin dejar de lado los atravesamientos económicos y políticos, es posible pensar la cirsis del Estado de Bienestar relacionada con la crisis de "sentidos", es decir no sólo de recursos, sino de los marcos constitutivos y justificativos de éste".

García Delgado hace una serie de afirmaciones para entender este cambio tomando cuestiones de lo económico, político y social para arribar a la siguiente conclusión: "la relación Estado-sociedad se modifica paralelamente con la consolidación del modelo democrático liberal y la economía de mercado. Si el anterior modelo de relaciones de Estado-sociedad, característico del Estado de bienestar o social, fue producto del ascenso de la clase trabajadora, de la sustitución de importaciones y de la guerra fría, estos tres procesos hoy han concluido.
El paradigma del Estado de bienestar periférico se derrumba así como también sus imágenes y representaciones. Los márgenes de acción del Estado se restringen, la relación Estado-sociedad se modifica y el Estado se vuelve a reestructurar tanto en relación con estos nuevos factores internos como con los externos dando a la luz la emergencia del nuevo modelo: el Estado postsocial o neoliberal"
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Lo social también sufre cambios, en dos ángulos, por un lado las Ciencias Sociales pierden viejos marcos interpretativos en pos de estar a la orden del día y comprender la nueva realidad. Por otro lado, y volviendo al rol del Estado, las respuestas a cuestiones sociales que anteriormente eran poseídas y centralizadas por éste, ahora pretenden ser solucionadas desde lo micro, aquí también hay una lógica de "privatización".
No es el conjunto de la sociedad la que reclama derechos, sino grupos bien distinguibles los que toman la posta para que se escuchen sus particularidades. En este proceso tan complejo, se proponen nuevas alternativas, surgiendo entre otras las ONGs. Pero no olvidemos, por acción u omisión, hasta el momento, y en el campo de lo social "aunque no lo veamos el Estado siempre está".

Tal vez frente a estas últimas dimensiones con que se buscó entender la realidad actual, Giddens me diría: "sostendré que la desorientación, que se expresa a sí misma en la opinión de que no es posible obtener un conocimiento sistemático de la organización social, resulta en primer lugar de la sensación que muchos de nosotros tenemos de haber sido atrapados en un universo de acontecimientos que no logramos entender del todo y que en gran medida parecen escapara a nuestro control".

CAPITULO II
La acción surge de cómo se percibe la realidad, según algunas perspectivas teóricas, y esa percepción se vincula a procesos muy amplios, sin embargo es relevante pensar en esa porción de la realidad en que uno interviene y busca transformar, aunque con sólo hablar de ella en algún modo ya se "modifica".
Ahora la observación se dirige en un nuevo ángulo, hacia lo micro. En esto también se corren peligros, "focalizar" una "problemática" con su correspondiente "población objetivo", (todas palabras encomilladas por ser todas palabras construidas socio-históricamente) se puede caer en reproducir la lógica de ocultar cuestiones macro de la sociedad, de la integración social y sobre todo aportar que instancias políticas y teóricas no se "comprometan".

Pero a los fines del trabajo, podemos tomar un grupo de personas junto con las cuales el Trabajador Social acciona: los adolescentes.

"La posmodernidad propone a la adolescencia como modelo social, y a partir de esto se `adolescentiza´ a la sociedad misma".
Según Obiols/ Obiols, la adolescencia en la posmodernidad pasaría a ser un "modo de ser", ya no una etapa evolutiva, pasa a ser un estadio ideal en el cual instalarse para siempre, obviar el paso del tiempo es una meta a alcanzar por los adultos. Se relaciona con la postergación de las responsabilidades y se disfrutando de comodidades. La adolescencia se "institucionaliza".
Entre adultos y adolescentes se desvanece la "brecha generacional", que traía conflictos y devenía en crisis. Antes había un choque violento hacia el mundo y la sociedad, ésta en la actualidad los alberga con nuevas expectativas, ellos ya no tienen que luchar por un lugar, ya lo tienen garantizado.
"Un collage en lo referente a la identidad, crisis en los valores, ambigüedad sexual, hedonismo, características que no le permiten al adolescente entrar en conflicto con el medio ni con los adultos que lo sostienen".
Romper con el mundo adulto tenía como finalidad construir la identidad, permitía el cuestionamiento de las pautas de conducta y valores transmitidos, resignificando la realidad desde sus propias construcciones compartidas. Se puede pensar en los jóvenes hippies que mantenía banderas en contra de la sociedad en su conjunto, proponiendo nuevos discursos y bajo una identidad grupal.

Los padres tendrían un nuevo rol con los hijos adolescentes en la posmodernidad: "los padres tratan de vivir a imagen de sus hijos y quieren hacerles la competencia".
Las consecuencias de esta nueva relación serían: "los padres dejan hacer y se abstienen de educar a los pequeños. Los adolescentes se ven obligados a ser padres de sí mismos, situación que les da más libertad pero para que la que no cuentan con elementos suficientes".
Cabría preguntarse, en el caso de dar como cierto que el proceso de adolescentización inunda la sociedad, si no es la sociedad toda que hace de ellos sus propios padres, ya nadie ocuparía el rol de contención y guía del adolescente en el desarrollo de su personalidad y su identidad.

Sin embargo, dada la población de la escuela en que intervengo, tomemos lo que los autores antes mencionados dicen: "Los jóvenes pertenecientes a sectores de bajos ingresos o campesinos quedan fuera de este proceso, para ellos la entrada en la adultez es rápida y brusca, ya sea a través de la necesidad de trabajar tempranamente o bien por un embarazo casi simultáneo con el comienzo en la vida sexual".

Con esta frase a mi entender se están mezclando algunas dimensiones. Si consideramos a la posmodernidad como proceso complejo y de alcance muy amplio, no se puede descartar tan rápidamente a un grupo de jóvenes como exentos del mismo. El otro nivel de análisis es la relación entre clases sociales y su posición para satisfacer sus necesidades y ser protagonistas de ciertas intervenciones sobre ellos.
Esto lo aclaro por dos motivos: por un lado hablar de clases sociales puede derivar en un simplificismo determinista, por ejemplo: joven de quince años, pobre, no tiene adolescencia; por otro lado este simplificismo puede colaborar a la "mirada" culpabilizadora: joven de quince años, pobre, tasas de desempleo, delincuencia para sobrevivir.
Desde la delimitación clara entre adolescentes pobres/ no-pobres, no sólo permite mantener el discurso instalado en el imaginario social, también propicia sofisticar mecanismo de control sobre uno de esos grupos en especial.

A pesar de estos señalamientos en que se relaciona lo material con lo no material, se puede pensar que estos jóvenes sí se presentan ante una realidad material signada por diferencias a las otras clases sociales. Algunos investigadores han abordado la juventud de sectores populares, también denominados por otros autores como jóvenes de estratos bajos o de sectores marginales. "Estos grupos experimentan la contradicción proveniente de una sociedad que los hace partícipes de la modernidad, por ejemplo a través de la educación, de los medios de comunicación, de la incitación al consumo, pero que los margina entre otros, de los beneficios del estado como salud, la asistencia social, los derechos de la seguridad social, el empleo en el sector moderno de la economía, etc."

Se puede decir que dado este contexto leído desde lo material estos adolescentes padecen lo que se da en llamar "situación de vulnerabilidad". Claudia Jacinto expone al respecto: "Vulnerabilidad que se va conformando a través de un itinerario marcado por el fracaso escolar, el abandono, y el acceso a los segmentos más precarios del sistema educativo y del mercado laboral".

Escuetamente lo que se observa es que tienen un lugar asignado en la sociedad, se podría decir que hay una "alteratribución" de una identidad social bien definida. Hasta se les intenta sacar de sí la posibilidad de entrar en el proceso de posmodernidad y de la misma adolescencia (según lo que proponen Obiols/Obiols). De hecho hay autores que postulan "en los sectores marginales existe una ‘premura psicosocial’, que se traduce en la existencia de una frontera mínima que se cruza con suma rapidez, entre la niñez y el ser adulto, cuando el niño se autoabastece económicamente y logra saciar sus necesidades".
Esto a diferencia del concepto de morosidad psicosocial de E. Erikson, que implicaría el tiempo que la sociedad les brinda para su preparación ténica y educativa de maduración necesaria para el ingreso a la adultez. Pero bien, supuestamente desde un análisis cuantitativo, estos adolescentes pertenecen a los grupos con NBI y LI, entonces caerían en la premura psicosocial.
Pero el contexto no les permite albergarse tampoco en esa definición. Por un lado por cuestiones objetivas como son los niveles de desempleo que nos llevaría a pensar que no hay tal premura. Por otro lado, desde cuestiones subjetiva, y a pesar de cargar con la "cruz" de ser de "sectores populares", la realidad es que no tienen mundo adulto a alcanzar, si se entiende que la sociedad es "adolescente".

Los proceso simbólicos han llevado a una nueva concepción de progreso de la sociedad en sentido general, pero en este caso tampoco hay un camino a seguir para alcanzar una meta precisa, la meta de ser adulto. Entonces ¿hacia dónde van?, ¿quiénes son?, ¿si no cuestionan a los adultos, cómo se construyen como nueva generación con nuevas propuestas?. Cabe otra pregunta en estos términos del debate: ¿qué hace el mundo adulto por ellos?

CAPITULO III
La Convención sobre los Derechos del Niño y el Adolescente regula y especifica los derechos que tienen estos últimos, a pesar que debería asegurar el acceso a un amplio repertorio de servicios, los adolescentes de sectores populares se encuentran con derechos sociales reducidos, sumándose su escaso poder para la demanda.
Pero a su vez la sociedad devela otra contradicción, se hace presente a los adolescentes en la escena pública con mayor frecuencia cuando transgreden valores socialmente instituidos. "La política destinada a los adolescentes pobres pasa a efectivizarse en tribunales, comisarías, institutos o comunidades terapéuticas". (Foro: Adolescencia, pobreza, educación y trabajo. 1994).

"(...) las prácticas sociales pueden llegar a engendrar dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino que hacen nacer además formas totalmente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento".
Pues bien, por un lado bien demostrado está que la etapa evolutiva adolescente además corresponde a una construcción a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, es decir relativamente reciente, por el otro, hoy se siguen presentando en nuestra sociedad como "destinatarios" de políticas sociales, hoy son "peligrosos" y se les atribuyen muchos problemas sociales: drogadicción, violencia, etc, son adolescentes en riesgo y son riesgo para la sana sociedad.
Es así como se fortalecen ciertas técnicas e intervenciones no "con" ellos sino "sobre" ellos. Aquí no cristalizarían directamente a esos "dispositivos" "humanos" a los que Lipovetsky hace referencia.

A la vez que en la historia reciente y sin olvidar el contexto y debate mundial sobre los Derechos Humanos, se afirma internacionalmente la existencia de estas personas. ¿Es que acaso antes no existían?, ¿no es que en realidad se los incluye junto a los niños por cierto contexto que hace imperioso reconocerlos?, ¿se aprecian características diferentes entre los niños y estos sujetos?.

Pues bien, tomemos algunos aportes teóricos que clarifiquen el proceso de construcción de sujetos, lo que los rodea y la intervención con ellos. Si tomamos a Foucault, uno de los aspectos de las prácticas en lo social derivan de la "mirada médica".
"La permanencia de la verdad en el núcleo sombrío de las cosas está paradójicamente ligada a este poder soberano de la mirada empírica que hace de su noche día. Toda la luz pasa del lado de la débil antorcha del ojo que da vuelta ahora alrededor de los volúmenes y dice, en este camino, su lugar y su forma".
La "mirada" puede hacer visible lo invisible, puede convertir en "peligroso" y decirlo a partir de ciertas apreciaciones y características externas, se emite un discurso que deriva en posteriores acciones.

La "mirada" desde el "saber" tiene mucho poder, colabora a la construcción del "adolescente", desde lo formal marca líneas divisorias desde simplemente lo etario y lo incluye en la Convención de los Derechos del Niño y el Adolescente como se mencionó, pero como también se dijo desde lo concreto se los posiciona a partir de otra demarcación, hay otra "mirada" que también los define y que diariamente también acciona "sobre" ellos.

Se acumula "saber" a través de las prácticas con esos sujetos y por tanto hay "dominio" sobre los adolescentes, pero no se puede intervenir sobre estos sujetos de derecho como se hace con los niños, éstos "maleables", no les presentan dificultades para "intervenirlos" y "defenderlos", pero la adolescencia se presenta con otras característica ante cierta "mirada", al ser menos "amoldables" son sujetos de derechos, pero hay que mantenerlos "derechos", pareciera a veces que una vieja frase se les podría aplicar "los adolescentes son derechos y humanos", bien sabiendo para que se usó esta frase y qué tipo de prácticas distintas a esas líneas se aplicaron en nuestro país. Se presenta entonces un adoctrinamiento y disciplinamiento concreto, son instituciones cerradas las que los reciben actuando hacia ellos simple y sencillamente desde lo jurídico.

Esta verdad del adolescente cuando delinque o cuando simplemente se "sospecha" de él , se construye por la indagación "investigación de la verdad en el seno jurídico".
Un "examen" que también se ve implicado al interior de las Ciencias sociales y por ende que atañe a los métodos del Trabajo Social en general. Según Foucault estas formas de conocimiento de la verdad "nacieron en conexión directa con la formación de un cierto número de controles políticos y sociales, en el inicio de la sociedad capitalista al final del Siglo XIX".

Y aquí habría que preguntarse cuando se interviene con adolescencia o con otros, cómo descubrimos la "verdad" de ese sujeto. Si realmente lo consolidamos y posicionamos como sujeto o si lo determinamos como objeto de conocimiento y del cual obtendremos aún más saber para luego nuevamente dominar y aplicar. Esto lo digo, y refuerzo, en parte por el conjunto de políticas sociales que se destinan a este grupo construido.

Podemos sintetizar que gran parte de nuestras prácticas sociales en relación con otro se vincula con un conocimiento previo que se aplica al momento de intervenir, saber que parte de ese origen histórico se genera desde lo jurídico debe hacernos pensar que aunque como trabajadores sociales no intervengamos en esa política "carcelaria" de los jóvenes, bien podemos reproducir en algo este juego de límites "cerrados" y de indagación con culpabilidad, ahora no jurídica, pero sí con condena social que continúa estigamatizándolos como jóvenes peligrosos. Sin embargo, por no "reproducir" el "control social", se puede caer en nuevos simplificismos; ya no serán instituciones "cerradas" sino "abiertas", ya no seremos rígidos, ya no pondremos límites, pero qué pasa entonces, como algunos dicen "todo extremo es malo". Yo más bien diría que ante una tesis, su antítesis no es suficiente, la síntesis debe buscarse sin caer en "conformismos" de encontrar simplemente una negación absoluta.

Continuando con la noción antes propuesta de relación asimétrica, donde uno posee el poder, tomemos el concepto de "sistemas expertos" de Giddens, no olvidando que él sostiene que la "modernidad" continua en vigencia, mejor dicho está radicalizada. Se puede comprender al Trabajo Social en dichos sistemas, en los cuales se dan "compromisos anónimos", que es la fe en estos, sin desconocer que se da una relación "cara a cara". Hay una relación entre aquellos que son representantes de esos sistemas, y los "profanos", en esa relación se genera fiabilidad, hay credibilidad en la experiencia del representante.
Esta fiabilidad se da para tener mayor seguridad en un universo en que se dan acontecimientos independientes y a su vez se da por una cuestión de cálculo de beneficio y riesgo.
El sistema experto da ese cálculo y a la vez reproduce al universo de acontecimientos como producto de la aplicación racional de ese conocimiento que poseen los sistemas abstractos. Es difícil que alguien pueda desvincularse totalmente de esta lógica, en la actualidad más allá que habría una desconfianza a las afirmaciones absolutas de la ciencia primando la "incertidumbre", debe reconocerse que aún se manifiestan esta relación asimétrica, y los profesionales de lo social en algún término se resguardan como partícipes de sistemas expertos, buscando en ellos algún grado de "certeza" en el cual sustentarse y "justificarse".

El trabajador social entabla una relación de fiabilidad con los "profanos", "beneficiarios", en los puntos de acceso. Estos son los puntos de conexión entre esas dos partes. Depende de estos puntos la construcción de la fiabilidad, así también si se mantiene o se desintegra la confianza del "profano" hacia ese sistema abstracto.

En situaciones extremas por las que atraviesa el "necesitado" es justificada la actitud tranquilizadora del representante de dicho sistema en el que cree. La actitud de aquí-no-pasa-nada, es importante en momentos críticos, el representante inspira tranquilidad, y además se confía en el conocimiento y cualificaciones que posee el representante y que desconoce el "profano".
Pero debe considerarse que este representante puede actuar en esos puntos de acceso en el "escenario" o "entre-bastidores" o bambalinas, ocultando información al "profano" porque hay ambientes especializados y momentos de concentración mental del profesional en que sería difícil exponer al público esta información que maneja.
Además se oculta información porque los expertos se pueden equivocar al interpretar los datos o porque es ignorante en la competencia que supuestamente tiene, no olvidemos en este caso la larga trayectoria del Trabajo Social y su "sentido común". Así trata de reducir el impacto de los conocimientos imperfectos y la falibilidad humana. Los expertos suponen que los otros se sentirán más tranquilos si no saben que hay elementos de azar y suerte en su actuación como expertos.
Se puede pensar en ciertos puntos de acceso en que el profesional se convierta en un manipulador de información en que le diga al otro: "yo sé, no preguntes, cree en mí, tú sólo haz lo que yo te diga", tratando al otro como un desposeído de potencialidades, donde la construcción de la solución del problema está del lado del Trabajo Social.
Muchas veces la creencia en los sistemas expertos, la necesidad de satisfacer sus carencias, y la desconfianza en sí mismos, lleva a que los "beneficiarios" escuchen al trabajador social, sus recomendaciones, sus recetas que el "profano" debe cumplir.
Así se reproduce un vínculo escindido entre saber y no-saber, entre sujeto que encuentra respuestas y otro que no es el protagonista de alcanzarlo por sus propios medio. Hablo de un punto de acceso en que se encuentran escindidas las dos partes y donde no hay una construcción conjunta de la alternativa más satisfactoria. En este caso el trabajador social se convierte en un "tutor", impidiéndole al otro ser libre, de hacer uso propio de su razón. En este caso se está obstaculizando el ejercicio de la autonomía del "necesitado".

Cabe recordar que los "profanos" pueden correr otra suerte en tanto su "desconocimiento" comprende no sólo la fe hacia los sistemas expertos sino también la desconfianza, el escepticismo y el miedo. Esto lleva a que los "usuarios" sean cautelosos en su relación con el trabajador social. Giddens dice que según la experiencia en los puntos de acceso puede variar la fiabilidad hacia el sistema experto.
En experiencias en que las habilidades técnicas son de bajo nivel, la persona puede optar por excluirse de esa relación y procurarse por propia cuenta la búsqueda de solución. A su vez estas malas experiencias pueden llevar a un mayor extremo que es el de desasirse del sistema en general.
Tomando esta primer salida, en que el "profano" se procura sus propios instrumentos para encontrar la solución a sus problemas, lo lleva a ejercer su libertad, a usar su propia razón. Pero esta es un arma de doble filo, a veces al desvincularse de los sistemas expertos no pueden luego encontrar por su cuenta el modo de dar satisfacción a sus necesidades, así están quedando simplemente marginados, excluidos de una alternativa satisfactoria a lo que buscaban. Es decir, se aísla por no encontrar respuestas en los sistemas expertos y considera que podrá por su cuenta hacerlo, pero una vez aislado si no encuentra los medios para lograrlo está sencillamente excluido, fuera del sistema.
Muchas veces es difícil luego de una mala experiencia de la gente, buscar reentablar su fiabilidad en los sistemas expertos. La gente dice: nunca nos solucionan nada, vienen hacen censos y nunca están las casas.
En el caso de los jóvenes, el trabajador social averigua antecedentes, "va a mi casa, pero no hace nada, viene a controlar". La cuestión no es restablecer el vínculo porque sí, sino que la exclusión de los "profanos" hace que sigan sin soluciones a sus problemas y que tal vez les sea más ventajoso a ellos recuperar algo del lazo y acceder a algún proyecto social.
Creo que hay que repensarse como profesionales al interior de estos sistemas expertos, por un lado pensar en los puntos de acceso y nuestras intervenciones que no deriven en "autoexclusión" de los "profanos", que se vean lanzados a encontrar propias respuestas, más pensando en el contexto que privatiza las cuestiones sociales y en el cual se presentan alternativas limitadas desde el Estado, y sobre todo en el caso de estos adolescentes "que son sus propios padres".
Por otro lado, habría que repensar en el modo en que nuestras intervenciones derivan o no en la autonomía del otro, autonomía de su conocimiento sobre lo que le pasa y autonomía para decidir por sí mismo sobre su vida, sobre el sentido que le quiere dar a su propia vida.

Esta posición en los sistemas expertos, este punto entre adentro o afuera para los "profanos", esta inquietud propia de no reproducir las relaciones asimétricas debe también pensarse en función de no caer simplemente en la antítesis, "ellos saben lo que quieren, hay que dejarlos que encuentren su propia solución, ellos pueden decir, nosotros no podemos ser rígidos en la relación con ellos".

Aquí me presento yo misma contextualizada en la posmodernidad, o como quieran llamarlo, no caer en la asimetría con los que trabajo puede derivar en: hay que respetar sus deseos, hay que hacerlos participar en todo, tendiendo así en la personalización e individualización de los adolescentes.
Esto puede en algún punto entenderse en lo que Lipovetsky dice sobre las "relaciones de seducción".
"La seducción es destrucción cool de lo social por un proceso de aislamiento que se administra ya no por la fuerza bruta o la cuadrícula reglamentaria sino por el hedonismo, la información y la responsabilización".

Para entender esta contradicción, veamos a la "institución" como aquel marco que también delinea el modo de intervención del trabajador social. Adentrémonos en lo institucional. Ya expuse anteriormente que las intervenciones históricamente se nutrieron de las instituciones jurídicas y de la medicina, pero qué pasa hoy con las instituciones. Todo esto pensando en el rol del Trabajo Social en una Escuela de educación no formal, que es lo que hoy me toca.

Lipovetsky sostiene: "la educación, antes totalitaria, se ha vuelto enormemente permisiva, atenta a los deseos de los niños y adolescentes mientras que, por todas partes, la ola hedonista desculpabiliza el tiempo libre, anima a realizarse sin obstáculos y a aumentar el ocio. La seducción: una lógica que sigue su camino, que lo impregna todo y que al hacerlo, realiza una socialización suave, tolerante, dirigida a personalizar-psicoanalizar al individuo".

La institución se construye así por un contexto, pero también buscando dar una nueva alternativa a las soluciones que se le plantean al adolescente que son altamente "rígidas". Busca como institución brindar contención a los jóvenes en situación de vulnerabilidad, pero con un tinte que se aproxima a lo que el autor recién citado sostiene sobre la educación.

Así se presenta una contradicción, un entorno que los estigmatiza y les asigna una identidad social que pulula en el imaginario de la gente, por otro lado una institución que incentiva una nueva socialización, que lo hace por estar inmersos en un nuevo paradigma social e institucional que los atraviesa. Así si seguimos a Lipovetsky, los que trabajamos allí seríamos los "últimos curas", "únicos que todavía quieren inyectar sentido, valor, allí donde ya no hay otra cosa que un desierto apático", pero sin inyectar nada aún.

La sociedad del sin-sentido, adolescentes sin-destino (excepto institutos de menores), instituciones vacías y profesionales "seductores". Difícil se plantea en estos términos la intervención, intervención sin-sentido.
Reproduciendo la relación de poder derivada del "saber" se siente que se corre el riesgo de reproducir "autoritarismo" y no es la idea. Desde este tipo de institución se busca dar algún nuevo sentido y ofrecerles un destino alternativo al adolescente, se busca la síntesis, mientras se sostiene sencillamente la antítesis que podría llamarse "adolescencia a la carta".
Sin embargo, recuperar viejos sentidos como: solidaridad, cooperación, etc, se hace difícil con estas nuevas generaciones que nunca lo vivieron. La intervención debe plantearse con un horizonte: deconstruir el sentido que hoy tiene la sociedad y sus valores, deconstruir y resignificar la "adolescencia" dentro de la cual hoy se los encapsula, buscar construir conjuntamente una identidad social que los posicione distinto en la sociedad, ya no por lo etario, ya no por lo "peligroso", ya no como "estilo de vida", sino más bien haciendo efectivos sus derechos.
Entre los cuales justamente se recalca el derecho de identidad, en este caso debe ser una identidad social que los integre.

Pero ¿qué identidad?, ¿cómo aportar a ella?, en esto se debe ser muy cuidadoso. Si antes cité a Obiols/ Obiols para hablar de adolescentes, y éstos decían: "Un collage en lo referente a la identidad, crisis en los valores, ambigüedad sexual, hedonismo, características que no le permiten al adolescente entrar en conflicto con el medio ni con los adultos que lo sostienen".
¿Por qué no buscar un Anti-collage? Aunque mezclando un poco de teoría, Jorge Huergo propone que "nombrar el ser ausente es romper el encanto de las cosas que son.... Es la introducción de un orden diferente, el comienzo de un mundo... un anti-collage".

Propone como posmodernidad al quiebre de la prolongación de no-modernidad periférica, y que es un momento estratégico, ¿para qué?.
Justamente para que se exprese lo "popular". Y aquí sí las intervenciones podrían tomar algún sentido, "las prácticas pueden ser el aprovechamiento de un entretiempo (o ‘mientras tanto’) posmoderno, animadas por una verdadera (y no lúdica) tolerancia al diferente, y teniendo en cuenta el interés estratégico de la construcción de otra-historia (acorde con una articulación económica y política). Estas son las prácticas populares que se centran y acompañan el estar popular, que es un estar en la resistencia y la indisciplina"
.

CONCLUSION
La intervención en lo social requiere mucha cautela y sobre todo marcos teóricos sobre los cuales sustentar tanto la comprensión de la realidad como las prácticas, pero no por mero capricho de uso de la "razón" letrada occidental. Plantearse acciones en una institución requiere antes que nada pensar que hay una proceso amplio que nos atraviesa como profesionales y como "ciudadanos".

Como mencioné en el primer capítulo la integración social es una cuestión muy compleja, en parte se debe pensar en el rol del Estado en ese proceso; la política puede verse como una de las vías desde donde puedan surgir algunas soluciones a estos cambios de la realidad, pero teniendo precaución que no devenga en un nuevo disciplinamiento del pueblo.
Por ejemplo, se debe atender a las nuevas políticas sociales lideradas por el gobierno de turno que justamente habla de "exclusión" e "integración", haciendo uso de términos de los actuales debates y teorías recientes, como por ejemplo el planteo de Robert Castel. Cabría preguntarse si el uso "masivo" de estos conceptos derivarán en prácticas acordes a lo que los teóricos pretendían, o si en realidad será un mero discurso que recubra viejos sentidos, simplemente renombrando y no transformando lo estructural.
Sencillamente es pensar que la teoría puede derivar en una modalidad de práctica social aparentemente distinta pero que en concreto deriva en "funcionalidad", en nuevos controles, nuevo disciplinamiento. No perder de vista los aportes que sostienen que a mayor saber se presenta mayor poder y control, como ecuación simplificada, sin ofender a los prestigiosos pensadores.
A su ver considerar que la construcción científica y racional impacta en la vida cotidiana y que ésta a su vez nutre dialécticamente a los planteos teóricos, la cuestión quedaría en la asignación de sentidos y las relaciones de poder en nuestra sociedad.

El nuevo modelo de socialización e integración social afecta a los "adolescentes" en general. Los adolescentes en "situación de vulnerabilidad" se ven aún peor posicionados por enfrentarse a un Estado que no responde, o más bien muchas veces ante respuestas de disciplinamiento poco felices. Si tomamos la propuesta de Jorge Huergo, qué podemos hacer en el "mientras tanto", como sugiere hay que romper con las cosas que sólo se hacen visibles y que tiñen el resto, mostrando un "ser"; para ello hay que "nombrar el ser ausente".

Sin la pretensión de focalizar y aislar, trabajando con adolescentes una de las apuestas puede ser pensar en el modo de colaboración en la construcción de "otra-historia", y acompañar ese "estar popular".

Se propone a la identidad social como construcción derivada de dos procesos: alteratribución (desde afuera), autoatribución ( sobre sí mismo), por lo tanto analizar con los adolescentes el imaginario que los circunda y el lugar donde se pretende posicionarlos, son fuentes útiles desde donde empezar a de-construir para poder construir.
Para acompañar la construcción propia de los adolescentes no podemos pensar linealmente, ni es el contexto el que determina lisa y llanamente la posición e identidad de los jóvenes, ni hay una consolidada resistencia totalmente opuesta desde donde apelar a nuevas posiciones en las relaciones sociales. Insisto los procesos sociales son complejos, y la visión del mundo y de sí mismo de estos adolescentes no surge de ecuaciones sencillas, menos si consideramos a la "adolescencia" como una "etapa evolutiva" en que se intensificaría la supuesta búsqueda de la identidad personal.

Continuando con la apuesta de aprovechar el "mientras tanto", el deconstruir implicaría resignificar el sentido más amplio de "adolescencia", poder develar lo propio de ese "término", contraponiéndolo a la posición que la sociedad les "brinda" y la posición que desean ocupar, pensándolo como horizonte de un nuevo modo de integración y que propicie re-descubrir en qué sociedad pretendida.
Romper junto con ellos el "ser adolescente" propuesto, y re-pensar cuestiones como los derechos del niño y el adolescente, las relaciones de trabajo, la educación, etc, como disparadores de quiebre del "pensamiento único", habilitando recuperar lo propio.

Obviamente para todo esto como profesionales debemos hacernos preguntas permanentemente, deconstruyendo aspectos históricos implicados en nuestras prácticas de Trabajo Social.
Debatiendo entre nosotros cómo acompañar el "estar popular", sin caer en pura terminología, tampoco reproduciendo la asimetría "aleccionadora", ni aportando a una socialización "light" con intervenciones "seductoras".
Nuestro entrenamiento profesional y bagaje conceptual sabe de "asistir", "trabajar" y también de cuestionar y reflexionar sobre lo "naturalizado", mas el desafío es el "acompañamiento" de aquello propio de los adolescentes para lo cual creo todavía debe continuar la pregunta y crítica periódica a nuestras acciones.

BIBLIOGRAFIA



* Datos sobre la autora:
* Guillermina González
Trabajadora Social

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