Edición N° 18 - invierno 2000
(para el hemisferio sur)

Editorial

"Cuando los tiempos son duros,
los fabricantes de respuestas se fugan,
los dueños de las certezas se vuelan
como polvo al primer viento,
las explicaciones juegan a las escondidas
y las palabras se vuelven mortificantes
para nombrar futuros que desconocen,
En esos tiempos, sin embargo
El pueblo sigue haciendo su historia,
Sin ruido, construye su grito de libertad,
funde en su fragua trabajo y deseo
para forjar la risa de sus hijos,
y va cargando su silencio
de palabras no dichas
con las que escribirá el mañana".

Leopoldo Marechal   


 
 

El capitalismo salvaje se muestra externamente con gran vitalidad, pero sus bases injustas y corruptas comienzan a dar índices de descomposición.
Las promesas de un mundo de libertad, regulado por mercados financieros desde la llamada globalización, no hizo mas que traer guerras declaradas y no declaradas, muertes de todas las formas imaginadas. Certificados de defunción firmados de antemano para los llamados excluídos, inviables o simplemente pobres. Hasta es posible que los padres del liberalismo, tan cargados de su optimismo ilustrado se horroricen hoy del monstruo que ayudaron a generar.
Una bestia, tal vez más temible que el Leviatan de Hobbes.

En este momento, en Africa se estima que uno de cada cuatro habitantes es portador de VIH, las hambrunas siguen exterminando pueblos, en forma directa o indirecta.
El mundo capitalista actual se muestra desembozadamente y en forma arrogante sólo para unos pocos, que viven encerrados en sus barrios custodiados , circulando por no-lugares que les dan posibilidad de continuar consumiendo absurdamente, mientras pasean a sus perros bien nutridos.

Mientras tanto, la cuestión social se multiplica y sólo se aplican cada vez más pequeños paños fríos para paliarla, en la medida que "dejen de molestar", al "normal" desarrollo de las economías.
El llamado "gasto público" se desliza sin tapujos a pagar los intereses de deudas externas cada vez más grandes, más incobrables.
Mientras tanto, algunos países muestran su éxito mediante indicadores de desempleo bajos y otros logros sociales. Lo que se oculta es el precio que los demás países deben pagar para sostener el bienestar , con sus propias vidas.

Tal vez nos queden las palabras de Leopoldo Marechal y de tantos otros que, desde la historia, nos hacen guiños de esperanza que van mucho mas allá de los informes de los expertos.
Quizá, en el momento menos pensado, en el fragor del festejo, la ostentación, la impunidad, la omnipotencia de quienes hoy manejan el mundo, desemboque en un nuevo camino de la historia donde las culpas se paguen, esperemos que sin el horror de la venganza.

Mientras tanto, quienes cotidianamente intervenimos en la cuestión social, continuamos lentamente trabajando para andar caminos que sean útiles para disminuir padecimientos que en definitiva pueden servir para provocar respiros que sean útiles para que se "siga haciendo la historia, sin ruidos", construyendo los gritos de libertad... para escribir un mañana diferente.

El director


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