Una sencilla y breve mirada hacia la historia nos muestra que
nunca antes, civilización alguna fuera de Occidente llegó a tener dificultades
como la drogadicción, la violencia doméstica, la violencia urbana y
posiblemente la brecha de desigualdades sociales que hoy tenemos, construyéndose
en definitiva, un malestar que nos atraviesa a todos. La falta de sentidos, la
pérdida de noción de totalidad, la sensación de no pretenencia a un todo
integrado, conformarían la escenografía donde se expresan muchos de los
padecimientos actuales, porque las drogas se conocen desde los inicios de la
historia, pero es justamente en esta civilización donde aparece el fenómeno de
las adicciones.
Infinidad de yamanes, brujos, curanderos, etc., conocían
diferentes sustancias, especialmente alucinógenas. Pero no se tienen datos de la
existencia de drogadictos y mucho menos de dispositivos legales y asistenciales,
como los que con una tenue y contradictoria base construyó esta
civilización.
Una de las características que surgen de los antiguos es el
sentido ritual del uso de las sustancias. Esa ritualidad no se refería sólo a
lo que denominamos "tóxicos" o "drogas", sino que la misma formaba parte de la
vida cotidiana de muchas de las culturas consideradas "atrasadas", "bárbaras" o
"salvajes" desde la mirada occidental .
En los últimos años, muchas pautas cargadas de ritualidad, que
marcaban la vida cotidiana, se fueron perdiendo, como: la vida en el barrio, las
relaciones de ayuda mutua, las reciprocidades e intercambios entre amigos,
compañeros de trabajo, de estudio, etc. Estas pérdidas, producto de un mundo
cada vez más competitivo, complejo e indidividualista, no implicarían sólo un
cambio en las costumbres, sino un fuerte retroceso en la construcción y
existencia de instancias de socialización y contención, resonando escencialmente
en tanto constitución de identidades colectivas. De ahí que la identidad del
trabajador, por ejemplo, se fue desfigurando, sin que se conformara otra que
ocupara su lugar. En el mundo del trabajo, la empresa no puede dar identidad
social ....¿Quién va a sentirse socio de una organización que constantemente
amenaza con echarlo, hacerlo trabajar más horas , para cada vez pagarle menos y
en peores condiciones?. (Lo Vuolo, Rubén).
¿No estaría ocurriendo lo mismo
con la identidad del estudiante, la del profesional, etc?
Al contrario, las
identidades que se contruyen en estas épocas se refieren, en general, a la
inserción en el mercado y a las posibilidades y perspectivas que éste configura
diariamente, siendo su común denominador la rapidez, lo efímero, como
infinidades de destellos que iluminan tenuemente la noche de la soledad.
Uno de los sentidos de la ritualidad, es la afirmación y
construcción de la identidad. En la actualidad, las identidades se están
construyendo a través de objetos, de consumos diversos, de inserciones en el
mercado, a través de "marcas" de ropas, autos, etc. Todos estos "bienes" y
"cosas", son más seguros y cargados de certeza que la propia cultura o los
otros, ya que es la civilización la que les otorga el sentido, su
funcionalidad, sus atributos. O ¿ acaso no se les da "vida " a las drogas,
cuando se afirma que estas <producen> , <construyen>,
<elaboran> ; adictos, personalidades adictivas, problemas familiares,
etc.
Los últimos veinte años, mostraron autoritariamente que el
único juego posible es el de la competencia, muchas veces en forma de "guerra"
de todos contra todos en la búsqueda de la adquisición de más y nuevos objetos,
y seguridades pasajeras; cuya presencia brinda cierto nivel de satisfacción que,
se diluye rápidamente, y se caracteriza por lo efímero. De ahí la necesidad de
más objetos , más consumo, más momentos "pequeños" de felicidad dentro de una
civilización que se autodenomina "libre". Así se pierde del "misterio" que
caracteriza a las cosas, se cree que estas son "atrapadas", cuando en realidad
se escapan mucho antes de lo esperado.
Esta noción de libertad se origina en los inicios de la
modernidad, cuando Occidente separó en forma taxativa al sujeto del objeto, es
decir nos separaron de nosotros mismos, de la cultura, de la identidad.
Produciéndose en definitiva un distanciamiento del mundo, cuyo resultado es la
soledad.
Así comenzó lentamente un parcelamiento de lo cotidiano que se
expresa con claridad en diferentes esferas. Un ejemplo bastante sencillo de esa
atomización se da en el campo de las profesiones, donde se multiplican
permanentemente las especialidades, mostrando que no estamos en el mundo sino
frente a él, donde los diferentes condicionamientos nos llevan a desprendernos
de lo que nos atraviesa y nos construye, es decir, de nuestra propia historia
como sujetos. Existen una serie de nuevas formas de soportar la carga de lo
individual, de la incertidumbre de las elecciones individuales; "Todas las
nuevas formas de hacerse cargo del individuo a las que por su lado nos invita la
televisión, con sus "reality shows y sus programas de confidencias, participan
del mismo objetivo: calmar a los individuos con al instauración del espectáculo
de su soledad como motivo paradójico de tranquilidad, ya que cada uno puede
encontrar en la manifestación de un desamparo idéntico al suyo el signo de un
cierto consuelo" (Fitussi/ Rosanvallon). ¿Las drogas no estarían, también,
ocupando ese lugar?
De esta forma, obligados a elegir, no quedan otras
opciones, obligación no es precisamente sinónimo de libertad."La elección es
un imperativo innoble. Cualquier fiolosofía que atribuye al hombre el ejercicio
de su voluntad no puede mas que sumirle en la desesperación" (Baudrillar)
Además, las diferentes elecciones sobre todo en la incertidumbre de esta época,
son fuertemente marcadas por el azar. En otras palabras, ya no es seguro que
"elijamos bien" una carrera o un trabajo, ya que una infinidad de factores
externos convertirá al éxito o al fracaso en un producto fuertemente relacionado
con lo aleatorio y casual. Además, en esta eleción sin tregua, el resultado
es la soledad y el error, que ocupa el lugar "del mal". "Los hombres fueron
imaginados libres para que pudieran ser juzgados y castigados, para que pudieran
se culpables"(F. Nietzche)
A su vez, el presente nos muestra una fuerte fragmentación de
la sociedad, con la sensación de que cada vez nos sentimos más separados del
"todo" social. La pérdida de sensación de totalidad es uno de los malestares más
significativos de esta etapa de la historia de Occidente. El mundo se nos
presenta dividido, escindido, con falta de sentidos, fuera de los objetos y de
las luchas dentro de los mercados cotidianos en las que se participa, muchas
veces sin darse cuenta.
Las drogas y el relevante lugar que ocupan son un verdadero
fenómeno de esta civilización, ¿no será que las sustancias nos prometen "al igual que los objetos", una efímera reconstitución de ese "todo" que
se perdió?. En definitiva, ¿las drogas no se han convertido en un objeto de
consumo más?
Sabemos que el resultado es temporario, engañoso y cada vez más
efímero, luego puede venir el desierto de la desolación, donde los oasis o los
espejismos son nuevos objetos o sustancias que en definitiva nos prometen una
artificial vuelta a la "totalidad" perdida.
Tal vez, nuestra ventaja es que estamos en América, donde las
tensiones de los últimos quinientos años se relacionan con la recuperación de
una integración perdida. Quizás tengamos mucho que aprender de nuestros
orígenes y en la mezcla de quienes llegaron después, <<los pobres de
Europa>> que trajeron también una historia de ideales vinculados con
recuperar una totalidad perdida a fuerza de injusticias y desarrollos de
diferentes "revoluciones" capitalistas.
En definitiva, la drogadicción aparece ligada a estos
fenómenos, que muchas veces se presentan como de muy difícil acceso o abordaje.
Aún así es posible desarrollar acciones de prevención y
tratamiento, pero en este contexto pueden ser útiles en la medida que se
direccionen en función de intentar amalgamar aquello que la propia civilización
fragmentó, buscando nuevos sentidos, en lo micro social, en lo cotidiano y en la
cultura. Para orientarse hacia el reestablecimiento de lazos sociales
perdidos, con la perspectiva de contribuir a resolver una cuestión mayor: la
resolución de la problemática de la integración.
Muchos campos del saber que surgieron a fines del siglo XIX se
propusieron ese horizonte. De ahí que el desafío de la intervención en este
tipo de cuestiones, como "la drogadicción", que es en definitiva una especie
de síntesis, de concentración de lo que ocurre en toda la sociedad.
La resolución del malestar va mucho mas allá de los expertos,
se necesita de todos, de diferentes actores.
Una serie de acontecimientos, en definitiva, nos separó del
mundo, la cuestión sería intentar volver a él, sin juzgarlo, sin legislar acerca
de lo que nos rodea, así el error se diluye, si error es sinónimo de lo que no
debería ser.
Pero si en principio intentamos reconocer el origen de los
problemas, es posible que sepamos con más claridad qué hacer, de ahí que se
haga necesario interrogarnos acerca del por qué de la drogadicción. Tal vez
preguntándonos en principio si la drogadicción es una elección, o en definitiva
un producto de la época que vivimos.
Bibliografía:
Fitoussi, Jean P/ Rosanvanllon, Pierre. La Nueva Era de las
desigualdades.Edit. Manantial. Bs. As. 1997.
Lo Vuolo, Rubén. No pidamos al mercado lo que no puede dar.
Art. Diario Clarín.19/5/00
Simonasi, Silvana. La Libertad de Elegir. En Dosier de
Filosofía. . Junio de 1998.