Hospital de Emergencias Psiquiátricas "Torcuato de
Alvear"
Residencia de Trabajo Social
"Atención de la salud mental en distintos contextos
sociohistóricos"
Por:
Ximena Cao * (Datos sobre la autora)
I) INTRODUCCION
A lo largo de la historia de la humanidad se han ido generando
distintos modos de representación de las situaciones de enfermedad
mental, así como también, prácticas sociales para su
atención. Dichas prácticas han variado según el desarrollo
económico, político, social y cultural de cada época. A
través del presente trabajo, se intentará reflexionar acerca de la
relación entre el plano histórico social y los dispositivos de
tratamiento hacia la enfermedad mental.
II) APROXIMACION A LA DEFINICION DEL CONCEPTO DE ENFERMEDAD
MENTAL
Todo hecho se produce en una red de relaciones, se inscribe en
un contexto sociohistórico que le da sentido. A este nivel se incluyen
las relaciones sociales que organizan cada cultura en sus aspectos materiales
(poder económico, político, clases sociales, etc.) y
simbólicos (ideología, representaciones sociales, mitos, valores,
creencias, etc.).
Dichas relaciones son producto de un proceso de
construcción social que implica la reproducción de los sujetos y
del sistema social en su conjunto. En este trabajo, se define al concepto de
reproducción social como un proceso continuo de producción y
reproducción, en el que participan todos los hombres en tanto sujetos
históricos, e implica "invariancia y cambio" (3). A partir de
este proceso, en cada cultura se va determinando un modelo de vida a alcanzar,
un standart, un "deber ser" que se nutre de una serie de requisitos y
erige una forma considerada "normal" para desenvolverse en el medio.
Se visualiza entonces que "...quien nace adquiere sentido y particularidad
a partir de un medio social que define ciertas exigencias y expectativas para
los individuos que lo habitan, en cada época y en cada lugar..."
(4).
Las situaciones de enfermedad mental no se hallan ajenas al proceso
descripto. El medio social afecta a la definición acerca de quien es un
"enfermo mental", que conductas son consideradas como
patológicas, y que tratamiento deben recibir, efectivizando esquemas de
asistencia y tratamiento. Lo dicho no significa que la variable
sociohistórica "influye" en los individuos, sino que
"...se entreteje en el texto de su configuración, en la medida que
se imbrica en las representaciones sociales y en las formas institucionales
(...) un padecimiento vivido como individual forma parte de un complejo proceso
social ..." (6).
Es así que, a través de dicho proceso de
construcción social, se producen ciertas explicaciones y teorías
sobre las situaciones de enfermedad mental, legitimando determinada manera de
atenderlas.
Cuando se imputan a un individuo una serie de atributos que,
con arreglo a una norma, lo definen como "enfermo mental", se confirma
su diferencia del resto de las personas, dando origen a una organización
dual: "sanos/enfermos". Estas representaciones se hallan cargadas de
valor, homologándose a los criterios de:
"normalidad/anormalidad".
El atributo de "enfermo mental" es
desacreditador, ubica a la persona en el lugar del "no poder", de la
carencia, de la desadaptación, es decir, en una situación de
diferencia que repercute de modo adverso en su calidad de vida. Su
situación de "enfermo" pasa a ser lo esencial de su persona,
pasa a ser una sustancia que anula sus demás cualidades, como si pasara
de adjetivo a sustantivo. Tal que el único reconocimiento social que
encuentra es el de su condición de "enfermo".
En el marco del presente trabajo no se utilizará el
término de "enfermo mental", sino, el de enfermedad mental,
entendiéndolo como un padecimiento subjetivo, condicionado por variables
de nivel macro (sociales, culturales, políticas y económicas) y
micro (familiares e individuales).
Implica una crisis, que puede ser provisoria,
o necesitar una contención permanente. Pero no determina "per
se" mecanismos de encierro, ya que las internaciones psiquiátricas
se relacionan más con la capacidad de los grupos familiares, los grupos
sociales, y la comunidad para contener a un individuo, que con cuadros
psiquiátricos individuales.
De esta forma, se intenta poner el acento en
la condición de persona de quien padece un trastorno mental, sin que lo
central sea la enfermedad, sino, tratando de rescatar sus capacidades y
potencialidades. Esta postura no implica desconocer que la persona está
sufriendo, se encuentra en una situación de vulnerabilidad para el
desarrollo de su vida y necesita algún tipo de intervención.
III) MARCO HISTORICO
1) PREHISTORIA Y ANTIGÜEDAD: OBJETO A ELIMINAR
En general, los datos que se han podido recabar sobre las
culturas de la prehistoria y la antigüedad, señalan la existencia de
un pensamiento mágico, que apela a poderes extraños, invocando
dioses, espíritus y fuerzas animadas. En este sentido, la enfermedad
mental (así como la pérdida de los sentidos) se concibe como
severo castigo divino, presagio de desorden o muerte; como posesión de un
espíritu malo, o fruto del pecado de quien la padece. En ésta
ideología demonológica, es práctica común el
infanticidio, que inclusive se regula mediante códigos (por ejemplo el
Código de Manú en la India).
Con respecto a la antigüedad clásica, en Esparta
(Grecia), predomina el culto a la fuerza física, a la belleza y a la
perfección.
El hombre se define por su pertenencia a la Polis, como un
punto de la red comunitaria. El concepto de ciudadano es eminentemente
excluyente, ya que no forman parte de él los niños, las mujeres,
ni los esclavos. Tampoco quienes tuvieren algún tipo de
imperfección.
Tal que todo recién nacido es expuesto ante un
consejo de ancianos, que lo examinan y deciden si será un guerrero bello
y bueno. En caso de ser reprobado, se lo despeña por el monte Taigeto. En
Roma, la roca Tarpeia cumple las mismas funciones. En estas dos ciudades se
generaliza para las personas "anormales" su venta como esclavos, su
mutilación para mendicidad y continúa la práctica del
infanticidio. Estas situaciones comienzan a cuestionarse poco a poco con la
influencia del cristianismo, si bien se los sigue considerando como portadores
de los males de la sociedad.
Se visualiza así que, en general, en este
período, quien padece una enfermedad mental es destinado a ser eliminado
o excluído. Incipientemente, con las ideas cristianas comienza a erigirse
como objeto de caridad.
2) EDAD MEDIA: OBJETO A SEGREGAR
Si bien al inicio de este período se produce la
caída del imperio romano, continúa la tradición romana,
pero con las influencias del cristianismo.
Siguiendo la hipótesis que el tratamiento que reciben
las personas con enfermedad mental cuenta con un contexto social de
producción, se visualiza que durante la alta Edad Media, existiendo una
economía agrícola, una tasa de mortalidad elevada, y la necesidad
de mano de obra, se determina que no se practique el infanticidio, y que se deje
en la iglesia a aquellas personas consideradas "anormales" (con
discapacidad, con trastorno mental). Surgen así asilos y orfanatos.
Durante la baja Edad Media, el paradigma de verdad está
constituido por el orden religioso, el orden social es voluntad de Dios, es un
orden natural en el que "el Rey reina y el Sr. feudal gobierna".
Se
mantiene la tradición demonológica: quienes padecen un trastorno
mental son considerados hijos del pecado, como herejes que han elaborado un
pacto con Satanás. La idea clave es la de la posesión. En este
período es cuando se instaura la inquisición.
La
"curación" de dicha "posesión" pasa entonces
por la fe, siendo su tratamiento el encierro o aislamiento (para quienes son
"recuperables") o la "purificación" en la hoguera
para una gran mayoría.
Si bien en este período existen algunos aportes
innovadores para la época (como el código del emperador
Justiniano), puede decirse que la orientación hegemónica hacia las
situaciones de enfermedad mental es la del aislamiento y segregación,
cuando no la eliminación.
3) EDAD MODERNA: OBJETO A CONFINAR
Ya desde el Renacimiento, el poder de la Iglesia va mermando,
se va pasando paulatinamente, de un conocimiento ligado a la verdad divina, a un
conocimiento en el que el hombre ocupa un lugar como individuo, capaz de
determinar lo que es verdadero o falso.
El sistema medieval, sostenido en los
grandes feudos, va a ir desapareciendo ante el surgimiento de las grandes
ciudades, siendo que quienes se hallaban bajo el gobierno del Sr. feudal
comienzan a emigrar. Se irá produciendo el desarrollo de la
tecnología, y la manufactura.
La burguesía pasa a ser una clase
privilegiada con un gran peso político. En este contexto, el orden social
es percibido como un bien a preservar, considerando que ciertas personas lo
perturban: los pobres. Se dictan una serie de normas para conservar el orden en
respuesta a la "amenaza" de vagabundos e indigentes, sin diferenciar
protección de represión.
Se considera pobres a todas aquellas
personas que son incapaces de procurar su subsistencia, sea por la causa que
fuere. Se sitúa trabajo y pobreza en una oposición lineal. Las
personas con enfermedad mental son comprendidas dentro del conjunto de los
pobres, de los ociosos.
La pereza es considerada potencialidad para la revuelta.
La meta es entonces un ordenamiento racional que afecte a toda la
población, que debe ser controlada. Esta es la época del gran
encierro, que se convierte en encierro permanente y definitivo. Quienes padecen
un trastorno mental son encadenados, enjaulados, encarcelados. El tratamiento
pasa por el control, y éste por el aislamiento.
Se produce el
internamiento masificado, creándose todo un sistema custodial-manicomial.
Esta política puede verse como una de las respuestas a la importante
crisis económica y social que vive toda Europa: explosión
demográfica, descenso del salario, desempleo, aumento de la pobreza,
escasez de la moneda, etc. La persona que vive un trastorno mental no es
percibida ya como extraña, o poseída (como lo era en la Edad
Media).
En este período, lo decisivo es la consideración de la
enfermedad mental en relación con la pobreza, con los problemas de las
ciudades, con la incapacidad para trabajar, para adaptarse a un grupo. En la
Edad Media se distingue al "loco".
En este período se lo
pierde, se lo neutraliza en el conjunto de "degenerados, homosexuales,
delincuentes, vagabundos y perezosos" confinados: "...la locura ya no
se hablará sino entre las paredes del hospital, al lado de los pobres
(...) para con ella ha nacido una sensibilidad nueva: no ya religiosa sino
social..." (2).
4) EDAD CONTEMPORANEA
4.1) CONSTITUCION DE LA PSIQUIATRIA: OBJETO DE ESTUDIO
Desde finales del siglo XVIII, se venían produciendo una
serie de avances en la medicina: circulación de la sangre, estudio del
sistema nervioso, avances en el conocimiento del cerebro, etc. Ya en el siglo
XIX, la psiquiatría se consolida como especialidad médica, con
estatuto de ciencia.
El paradigma de verdad está dado por la verdad
científica, capaz de interpretar la realidad y prever el futuro. Philippe
Pinel (1745-1826) publica en 1801 una primera semiología describiendo
cuadros psiquiátricos. Considera que la locura se produce por causas
morales, introduciendo el tratamiento moral e insistiendo en la necesidad de la
instrucción y en el quite de las cadenas.
Se va liberando a la enfermedad
mental de su relación con el mal, el crimen y el desorden. La enfermedad
mental pasa a ser objeto de estudio, recortada como objeto de la
psiquiatría: quienes antes se hallaban indiferenciados ahora son
divididos: los delincuentes a la cárcel, los pobres a la beneficencia, y
los "locos" al manicomio, incorporados a la psiquiatría como
"alienados". En este primer momento, no se busca una causa
orgánica del trastorno mental. Lo fundamental es una visión
sindrómica, que sostiene que la locura es una: la alienación
mental. Este enfoque se basa en el aquí y ahora, con un eje
sincrónico.
Si bien la persona con enfermedad mental es objetivada para
su posterior estudio, también es la primera vez que (aunque sea
incipientemente), se la "descubre" como un ser humano. En esto
influyen los principios que estructuran la revolución francesa.
Hacia mediados del siglo XIX (al igual que en el XVII), se
vuelve a producir una expansión de instituciones manicomiales: ante la
Revolución Industrial, toda persona es considerada en relación a
su capacidad de trabajo. Quienes no pueden hacerlo son definidos como individuos
no aptos, en contraposición con los trabajadores útiles.
Lo
valioso es la producción, el rendimiento. En este sentido, no hay otro
lugar para el "loco" que el manicomio, en cuanto representación
del "no trabajo" y en tanto no cuenta con estructura familiar que lo
sostenga, ya que todo el grupo familiar se inserta laboralmente. En
relación al tratamiento que reciben dentro del hospicio, la
clínica se articula en torno a la noción de evolución.
Cabe
referir la influencia de la teoría darwiniana, que había sido
presentada en 1858. Se busca la definición de la enfermedad en su curso
temporal: el comienzo y el pronóstico, introduciendo el eje
diacrónico. Ésta es una época positivista, con predominio
de las corrientes biologicistas: se realizan estudios del cerebro y del
cráneo, sosteniendo que hay un correlato entre lo que sucede a nivel
cerebral y el comportamiento, tal que se pueden deducir ciertas
características (morales, intelectuales, y de personalidad) de los
individuos, estudiando su localización cerebral o su medida craneal.
Se
desechan las ideas relativas a causas morales o sociales de la locura, y se
coloca en primer lugar a las ciencias naturales, considerando que lo
orgánico está presente en todos los cuadros. Lo esencial para el
diagnóstico es la mirada, que investiga un objeto dado, un objeto
natural.
En base a dicha mirada se realiza un pronóstico y un
tratamiento, implementando distintas terapéuticas: shock
insulínico, shock eléctrico, cambios de temperatura,
lobotomía, etc. En este período, lo fundamental es el predominio
de un modelo organicista y biologicista, en el cual se puede escrutar un objeto
a partir de la mirada. Este "objeto" es la persona con enfermedad
mental, de la cual se "extraen" datos para su estudio. En este
contexto se construyen categorías clínicas que se usan en nuestros
días.
4.2) PSICOANALISIS: OBJETIVIDAD VS. SUBJETIVIDAD
En el siglo XX, uno de los aportes primordiales es el del
psicoanálisis, que marca el paso de un modelo organicista a otro
intrapsíquico. Sigmund Freud (1856-1939) es el principal responsable de
este cambio. En el modelo anterior, lo esencial era la mirada. Freud prioriza la
escucha.
Contrapone a la objetividad la noción de subjetividad: el sujeto
se expresa a través de su discurso, siendo la palabra la herramienta
fundamental. Se definen las dos grandes estructuras: neurosis y psicosis. El
diagnóstico principal pasa por diferenciar la estructura. Si bien se
tienen en cuenta aspectos biológicos, son pensados como cuadros
funcionales.
Aparece la psicopatología como una disciplina que pretende
explicar el desarrollo anormal del aparato psíquico, pero no ya como
problema cerebral sino a partir del comportamiento, del habla, de la
interpretación. La aparición de los psicofármacos (en la
década del 50), marca un cambio fundamental.
En un primer momento son
percibidos como subsidiarios de la palabra, como un instrumento a fin de que el
paciente pueda comunicarse, sin pensar que el psicofármaco puede
"curar".
4.3) APROXIMACION AL CONTEXTO ACTUAL
A partir de la década del 70 se produce el quiebre del
Estado de Bienestar, que se había extendido luego de la segunda guerra
mundial. Pasará a ser hegemónica la ideología liberal, que
plantea: la desregulación estatal, la desigualdad social como base de
motivación del crecimiento, el mercado como ente asignador de recursos y
como lugar único de intercambios.
La viabilización de estos
objetivos trae consecuencias concretas: reducción de presupuestos
estatales; privatización de las prestaciones en salud; caída del
salario real; desempleo; subempleo; etc. Las necesidades son retraídas al
ámbito familiar o individual, siendo la propiedad el valor fundamental.
En este panorama se va produciendo una fragmentación de los lazos
sociales, el otro es un competidor, sin que exista una utopía de
realización colectiva, de un proyecto conjunto. La participación
se reduce a la individualidad, y se fragilizan los lazos de intercambio y
reciprocidad.
No puede desconocerse la impronta de estas políticas
neoliberales en la vida cotidiana de los sujetos. Las trayectorias individuales
remiten a un todo, tal que en la actualidad es esperable: "... un
crecimiento de lo que se engloba bajo la denominación de
patologías narcisistas: trastornos del carácter, perversiones,
padecimientos psicosomáticos y adicciones, así como incremento de
la violencia familiar, y los suicidios, conjuntamente con el aumento de las
depresiones..." (7).
En relación a la definición de las
situaciones de enfermedad mental, si bien coexisten diversas concepciones y
multiplicidad de tratamientos, en general, es percibida como un problema
individual. Se retoma la idea biologicista de su dependencia de un trastorno
genético, y ya no se considera como fenómeno social (como fue
concebida en los 60).
Se profundizan las investigaciones sobre determinaciones
genéticas, se produce una tendencia a la cuantificación, a aplicar
escalas, a computarizar el diagnóstico. Al igual que durante el
período positivista, se establece la correlación entre un cuadro y
la patología cerebral, en base a lo cual se administra un
psicofármaco, que podría normalizar la conducta de la persona.
En
este sentido, la industria farmacéutica es una de las más
rentables del mundo. Se comprobó que en los últimos años
los productos farmacéuticos rinden tres veces más ganancias que el
petróleo (5), y que los capitales se están concentrando en dos
áreas: la alimenticia y la farmacéutica.
IV) CONCLUSIONES
A través del presente trabajo, se ha intentado demostrar
que no puede pensarse en un estado "puro" de sufrimiento mental, sin
aludir al contexto en el cual se produce, tal que ciertas conductas son
definidas como patológicas y reciben una atención particular.
En
cada sociedad se conforman discursos, saberes y teorías acerca de las
situaciones de enfermedad mental, efectivizando determinados dispositivos de
tratamiento. Estos esquemas de asistencia se erigen como respuesta a los
problemas de la salud mental en distintos momentos históricos y en
distintos contextos sociales.
Aún cuando la naturaleza biológica
esté comprometida, los saberes que se ponen en juego y los modos en que
dichos problemas son abordados, requieren una referencia a la realidad social.
Al decir de Foucault: "No hay curación posible cuando se irrealizan
las relaciones del individuo y su medio; solo es curación la que produce
nuevas relaciones con el medio"(1).
CITAS BIBLIOGRAFICAS
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Paidós. Madrid. 1991. Pág. 122.
- Foucault, Michel. "Historia de la locura en la época
clásica". Tomo I. Fondo de la cultura económica.
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- Grassi, Estela. "Sobre el concepto de reproducción
social". Seminario sobre los sectores populares urbanos en el
capitalismo periférico. Bs. As. 1989. Pág. 9.
- Rojas, C. y Sternbach, S. "Entre dos siglos". Lugar Editorial.
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- Rojas, P. y Vaccaro, P. Nota: "La hora de la pastilla".
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- Stolkiner, Alicia. "Tiempos "posmodernos": ajuste y salud
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Lugar Editorial. Bs. As. 1994. Págs. 30 y 35.
- Stolkiner, Alicia. Op. Cit. Pág. 42.
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deficiencias". Escuela libre editorial. Madrid. 1995.
Berenstein, Isidoro. "Familia y enfermedad mental".
Ed. Paidós. Bs. As. 1994.
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México. 1998.
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Galende, Emiliano. "Modernidad, individuación y
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Lugar Editorial. Bs. As. 1994.
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periférico. Bs. As. 1989.
Grassi, Estela. "Legitimación y acumulación:
crisis del sistema". Informe CONICET. 1989.
Pochelu, Galo. "Liberalismo y neoliberalismo". Ed.
Nuevo horizonte. 1990.
Rojas, C. y Sternbach, S. "Entre dos siglos". Lugar
Editorial. s/fecha.
Rojas, P. y Vaccaro, P. Nota: "La hora de la
pastilla". Revista Viva. Diario Clarín. Bs. As. 11/07/99.
Stolkiner, Alicia. "Tiempos "posmodernos":
ajuste y salud mental" En el libro: "Políticas en salud
mental". Lugar Editorial. Bs. As. 1994.
Szasz, Thomas. "El mito de la enfermedad mental". Ed.
Amorrortu. Bs. As. 1994.