(verano de 1999) 190 años al servicio del capital * 1809: primera apertura liberal
Para confirmar que olvidar el pasado es estar obligado a cometer los mismos errores; y que no es casualidad que los pueblos desconozcan sus raíces, nada mejor que repasar las primeras páginas de nuestra historia soberana, incluso antes de la Declaración de la Independencia en 1816, haciendo un análisis profundo de las causas económicas y políticas que llevaron a nuestros países a la separación de la Metrópoli española. A principios del siglo XIX, Inglaterra se había asegurado el camino para convertirse en la primera potencia mundial. El sistema capitalista se basó fundamentalmente en la explosión de la industria. La Revolución Industrial significó la globalización de la economía mundial.
A partir de allí sólo habría cabida para países productores de materias primas y consumidores de los productos industriales de las potencias. Hacia el 1800 Inglaterra debió enfrentar a Francia por el liderazgo mundial. Napoleón Bonaparte -con su poderoso ejército- logró dominar Europa continental, principal mercado inglés. Los ingleses buscaron nuevos mercados.
En 1806 y 1807 intentaron sin éxito "colonizar" a Buenos Aires. Los intereses españoles en América todavía chocaban contra Inglaterra.
Pero en 1808, Napoleón invadió la península ibérica y coronó rey de España a su hermano José. El pueblo español se levantó en armas y se formaron Juntas para recuperar la soberanía hasta la vuelta de Fernando VII.
Por el principio de que "el enemigo de mi enemigo es mi amigo", España pidió ayuda a Inglaterra, que a cambio de su intervención solicitó la apertura del comercio a sus manufacturas, tanto en la península como en las colonias. España lo concedió a través del Tratado Apodaca-Canning.
Comenzaba así la propaganda mundial a favor de la apertura de las economías. Inglaterra practicó desde entonces un "liberalismo" hacia afuera, a pesar de mantener fuertes restricciones proteccionistas a favor de sus industrias. A principios de 1809, en Buenos Aires convivían españoles, criollos y comerciantes ingleses. Los primeros percibían un beneficio por el monopolio comercial español, muy lento y burocrático para cubrir las necesidades de la población. En 1778, Buenos Aires había pasado de ser tan sólo una pequeña aldea llena de contrabandistas a convertirse en la capital del nuevo Virreinato del Río de la Plata. Esta medida fue tomada por las autoridades españolas para frenar el fuerte contrabando principalmente de origen inglés.
Los criollos sufrían discriminación para acceder a cargos públicos. Su voz no era tomada en cuenta. Los reyes Borbones sólo consideraban a América como una colonia a la que se administraba. En 1809 gobernaba Buenos Aires Santiago de Liniers, héroe de las Invasiones Inglesas. La Junta Central de Cádiz determinó su reemplazo por Baltasar Hidalgo de Cisneros. Liniers era de origen francés y se temía su "pase" a las filas napoleónicas.
Tal era la situación en Buenos Aires al inicio de 1810. La confusión política era muy grande y aquellos que participaron en el movimiento que terminó con el poder español en el Río de la Plata fueron modificando sus ideas y proyectos a medida que evolucionaban los hechos.
Lo que los ingleses no lograron en 1806 y 1807 por la fuerza, pudieron concretarlo a través de la penetración económica impuesta a través de su diplomacia con el apoyo de las oligarquías nativas.
Otra cuestión concurrente debe ser vista en la captación ideológica de los intelectuales americanos, convencidos ciegamente de las "bondades del libre comercio". El pecado de los intelectuales, así como ocurre en nuestros días, fue el de transplantar las ideas europeas a nuestras tierras, sin recrearlas y darles un sentido americano.
El mismo Manuel Belgrano -miembro del Consulado porteño- aconsejó al entonces Virrey Liniers abrir el comercio a Inglaterra a fin de percibir ingresos de la Aduana, tal como se hacía en Montevideo. Cisneros llegó a Buenos Aires en 1809. Con él, numerosos barcos ingleses que pronto exigieron permiso para bajar sus mercaderías, de acuerdo al tratado Apodaca Canning de apertura de comercio.
A pesar del dictamen del síndico suplente Yáñiz, el Consulado aprobó la medida y se dictó el Reglamento de Libre Comercio en noviembre de 1809, con una cláusula por la que se prohibía a los ingleses el retiro de metálico (oro y plata). El incumplimiento de esta norma obligó a Cisneros (por presión de los comerciantes españoles) a expulsar a los comerciantes ingleses. Por una gestión de los marinos ingleses, el Virrey revió esta medida, dándoles a los ingleses un plazo para su retiro que vencía el 19 de mayo de 1810, fecha en la que se inició la llamada Semana de Mayo que culminaría el 25 con la expulsión de Cisneros y la conformación de una Junta de Gobierno.
Y una de las primeras medidas económicas que adoptó esa Junta fue la apertura del comercio con Inglaterra...
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