Cabe la aclaración que se trata de dos temas íntimamente unidos,
en el que cada uno le otorga saber y consistencia al otro. Pero son dos,
uno el de la droga y otro el de las adicciones, hoy Ilamadas toxicomanías,
trataré de explicar luego, someramente, por qué se Ilaman así.
El primer tema, las drogas, pertenece al campo de la economía en
primer término y luego al campo de lo político; por lo menos en el discurso
oficial las cosas parecen así. Al estar en estos campos, está también en
el social, pero devenido de los anteriores.
Si observamos las representaciones sociales acerca del primer
tema, aparece un reduccionismo que pretende particulazarlo al tema
del narcotráfico, que incluiría dos grupos: uno el de las fuerzas del orden
(policía, ejército,etc.), que serían los que luchan en contra de... y el otro,
incluído por la legislación dentro del ámbito delincuencial (desde
consumidores hasta los cárteles).
Por ende se trata de capturar un espacio
que circunscriba a la droga, en términos de buenos y malos, en tanto
socialmente la lucha es contra el flagelo, contra la droga.
Pero el segundo tema, el del consumo de drogas, es social y del orden del sujeto. Entendiendo a lo social como el espacio de confluencia
y circulación de diversos discursos y al sujeto en tanto sujeto del lenguaje.
Un significante representa a un sujeto para otro significante. El significante
nos remite inmediatamente a una inscripción, a una marca del lenguaje.
Trato de decir que cuando en psicoanaálisis se habla del sujeto, no es
necesario el agregado de lo social porque lo implica.
Por lo tanto entiendo que el sujeto Ileva y muestra marcas, síntomas
sociales, de la época en la que le toca vivir, época que va adquiriendo
particularidades en el devenir histórico civilizatorio.
Es por ello que este tema me remite a una práctica y a una época.
El sujeto que consume drogas, no sólo consume la sustancia sino
los discursos que acerca de la misma circulan, produciendo en este acto
un efecto de saber sobre la verdad de la droga que le posibilita al sujeto
escabullirse de las propias.
Cuando digo verdades propias, me refiero a
cuestiones propias de lo que como seres humanos nos iguala, nos une y
nos separa, llamadas por la filosofía las preguntas últimas: el ser, la vida,
la muerte, la sexualidad, el amor y otras.
La práctica nos advierte acerca de algunas cuestiones que, sin
tomar la consistencia de generalizaciones, se reiteran haciendo síntoma
de acuerdo a la particularidad de cada estructura: "la falla en el límite".
Esto tiene diversas aristas de donde puede ser mirado:
La autoridad.
Hoy es un concepto que parece antiguo o
inmediatamente remitido al autoritarismo. Yen este punto creo que nuestra
historia nos pone un tope para interpretarla. La autoridad no está dada
por los lugares, por los roles; la autoridad es algo a ganar, es un
reconocimiento, un autorizarse de..., para lo cual debe haber espacios
habilitantes para ello. Es el ejercicio de la transmisión del saber acerca
de las consecuencias de todo hacer y decir allanando y orientando el
camino hacia el encuentro con los otros.
Los padres, los maestros, los profesores. Aquellos que podían en
otras épocas ejercer la autoridad han perdido este lugar, casi invirtiéndolo,
por lo menos tratando de ser iguales a quiénes debían orientar. Hoy se
trata de ser amigos, los niños pueden ser adultos y los adultos
adolescentes.
Para orienter a un niño hay que hablar como ellos. Para
tener diálogo con los adolescentes hay que ser joven, jovial. La igualdad
estética produce efectos de indiferenciación reemplazando y tendiendo
a abolir allí un derecho constitucional como el de la igualdad de
oportunidades.
La mujer y la madre ocupan en este sentido un lugar de privilegio
en el mercado de las víctimas, "la mujer está como está por culpa de los
hombres" por lo tanto es posible prescindir de ellos en la crianza de los
hijos. La función materna se ejerce así desde un lugar de reclamo a las
faltas del padre.
Efectos de rivalización que se vive en la economía del
mercado entre mujeres y varones, donde la diferencia sexual parece
ocasional, se encubre y se descubre según las ventajas que se obtenga
de ello.
Es decir que la mujer pretende un lugar más que propio en contra
de..., de algo que se figura como que le fue quitado, obturado, expropiado.
Estos efectos de discurso no atrapan solamente a aquellas mujeres que
ocupan espacios laborales, sino que justamente como hijos del discurso
que somos, produce efectos totalizantes que van más allá de los trabajos
que realizamos y de los sectores sociales a los que pertenecemos y que
tienen consecuencias directas en la función materna y por ende en la
paterna.
A esto debemos agregarle que hoy la planificación de la maternidad,
no es tan sólo sobre la decisión de tener hjjos, decisión que queda en
manos de lo materno, sino tambien se planifica una determinada vida
para los hijos en términos de ocupación del tiempo y del logro de la
óptima capacitación. Cuando esto falla, la pregunta que deviene no es
acerca de lo que los hijos quisieron o de qué les pasa a los hijos sino ¿en
qué fallé yo? en que fallé para que lo planificado no permitiera obtener
los resultados esperados. Esto que en realidad siempre ha fallado, hoy
adquiere esta particularidad que no remite a los hijos sino a los padres.
La psicología y los demás dìscursos psi coinciden con el mercado,
en el marco del cual es posible darle todo a los hijos y las fallas vienen
desde este orden del todo. Darles todo en términos de objetos tangibles,
en tanto la relación es de transacciones, inscribiendo los sentimientos en
ese orden de lo cuantitativo.
Recordemos este slogan que apunta
directamente a la culpa ¿le dio un beso a su hijo hoy? y el verbo usado
por los adolescentes para nombrar las más variadas acciones "transar".
"Transar" quiere decir consumir drogas, ponerse de novio, engañar a la
novia o al novio, es decir que de lo que se trata es de llegar a una
equivalencia justa entre lo que doy y lo que recibo dentro de una operación
comercial: "la transacción".
El derecho y la legislación vigente, tanto en el orden nacional como
mundial (siempre me refiero a occidente) privilegian sistemáticamente
los derechos de los niños, los aumentan, los difunden, realizan campañas
sobre ellos. Pero el derecho en términos jurídicos es letra muerta si no
existe una base social que permita que sea cumplido.
En realidad lo que
produce es que las relaciones padres-hijos queden dentro del orden de
las obligaciones jurídicas, tratándose de relaciones de otro tipo. Situando
además a los padres en un lugar de impotencia, ya que están dentro de
las imposibilidades a las que se ven expuestos económica y socialmente
produciendo una mayor distancia y generando la imagen de un hijo
impuesto, con las dos acepciones del término: imponer e impositivo.
Existe
la obligación de responder a los hijos, porque si sus reclamos no son
respondidos por los padres, aparecerá el poder judicial que terminará la
operación de separación de los padres y los hijos en la adolescencia.
El tiempo es un tiempo considerado "horas hombre", en el sentido
que el tiempo está seriado en una planifìcación del trabajo y el descanso
en el cual este se incluye en esto como reposición de las fuerzas del
cuerpo.
Cuando se produce un corte en este sentido, en tanto podría ser
un tiempo vacacional, se tiende inmediatamente a ponerlo en la misma
serie porque de lo contrario aparecería la sorpresa, el encontrarse con un
tiempo fuera del mercado de producción en el que no se puede perder el
tiempo, en el que su condición es "no parar". Pensemos que hoy el turismo
de mayor éxito es el que se vende "por paquete" turístico, donde se tiene
la certeza de una programación del ritmo igual que en tiempo de trabajo,
donde no haya espacio para la incertidumbre, para no saber qué hacer
con el tiempo, entonces el encuentro debe ser con objetos y con la
naturaleza.
En este sentido "la vida" adquiere una sustantivación de llenar el
tiempo, de un pasaje por la vida, donde lo importante es mantenerla
separada del sujeto para mantener un cuerpo vivo.
Cuando el cuerpo no está perdido por el lenguaje es un
equivalente de lo real, en términos de la cosa y por lo tanto el "reciclado"
de todo lo que se nos ocurra en términos de objetos, hasta de la basura,
es la posibilidad de una recuperación en la que no se inscriba pérdida:
"nada se pierde, todo se transforma".
La duda, irreductible a cualquier ser humano, pretende ser incluída
por la ciencia en el capítulo de las certidumbres, reduciéndolas hasta tal
punto que puedan ser abolidas.
Así la muerte aparece como una posibilidad en la cual la estética,
la imagen, está por encima del paso del tiempo; la ciencia nos ilusiona
con una serie de pasos a seguir para postergarla, para evitarla. Alargar la
vida del "cuerpo". Al ser la muerte una posibilidad, siempre evitable,
postergable, más que un límite, un final, hace que el discurso de la vida
se vuelva mórbido.
Tomando estos breves elementos, que inhiben la demanda de
acotar, de producir un corte, un parate, en donde es fundamental que "la
sanción" opere, el cuerpo, el organismo y por lo tanto el acto, es el que
pone el límite alll cuando los discursos nos sitúan en un punto de
omnipotencia impotenciándonos.
Este mandato de acumulación capitalista en el que nos
encontramos, que parecería pudiera ser reducido en términos de dinero,
de capital y que tiene grandes crisis cíclicas en las que se pone en cuestión
lo acumulado, produce efectos de equivalencia sobre la economía libidinal
de los sujetos.
Esta acumulación de drogas, de trabajo, de saber, de
comida, por otra parte ilimitada, produce crisis cuando se vuelve tóxica,
cuando ese más y más ya no quepa, no cabe en el cuerpo. Es por ello
que hablamos de toxicomanías, término que no se reduce a la droga sino
que esta condición del más y más produce una función tóxica, en donde
el remedio vertiginosamente varía a veneno.