Un secreto bien guardado sobre el ataque de EEUU-Reino Unido sobre Afganistán es
que es claramente ilegal. Viola el derecho internacional y las palabras
enunciadas en la Carta de las Naciones Unidas.
A pesar de las repetidas referencias al derecho a la autodefensa bajo el
Artículo 51, la Carta simplemente no es aplicable aquí. El Artículo 51 otorga a
un estado el derecho a repeler un ataque que se está llevando a cabo o es
inminente, como una medida temporal hasta que el Consejo de Seguridad de la ONU
pueda tomar las medidas necesarias para la paz y la seguridad internacionales.
El Consejo de Seguridad ha aprobado ya dos resoluciones condenando los ataques
del 11 de septiembre y anunciando un paquete de medidas dirigidas a combatir el
terrorismo. Éstas incluyen medidas para la supresión legal del terrorismo y su
financiación, y para la cooperación entre estados en materia de seguridad,
inteligencia, investigaciones penales y procesos judiciales relativos al
terrorismo. El Consejo de Seguridad ha establecido un comité para monitorear el
progreso de las medidas adoptadas en la resolución y ha dado a todos los estados
90 días para que presenten sus respectivos informes.
De ninguna resolución puede ni remotamente decirse que autorice el uso de la
fuerza militar. Es cierto que, ambas, en sus preámbulos, abstractamente
"confirman" el inherente derecho a la legítima defensa, pero lo hacen "de
acuerdo con la Carta". Ni dicen que la acción militar contra Afganistán estaría
incluida en el derecho a la autodefensa ni podrían decirlo. Esto es debido a que
el derecho a la autodefensa unilateral no incluye el derecho a las represalias
una vez el ataque ha parado.
El derecho de autodefensa en derecho internacional es como el derecho de
autodefensa en nuestro propio derecho: Te permite defenderte cuando la ley no
está alrededor, pero no te permite tomarte la justicia por tu mano.
Puesto que los Estados Unidos y Gran Bretaña han emprendido este ataque sin la
autorización explícita del Consejo de Seguridad, aquéllos que mueran a
consecuencia del mismo serán víctimas de un crimen contra la humanidad, justo
igual que las víctimas de los ataques del 11 de septiembre.
Incluso el Consejo de Seguridad está únicamente autorizado a permitir el uso de
la fuerza donde sea "necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad
internacionales." Ahora debe estar claro para todo el mundo que el ataque
militar sobre Afganistán no tiene nada que ver con la prevención del terrorismo.
Este ataque será mucho más propenso a provocar terrorismo. Hasta la
administración Bush reconoce que la guerra real contra el terrorismo es a largo
plazo, una combinación de una seguridad mejorada, inteligencia y un
replanteamiento de las alianzas extranjeras de los EEUU.
Críticos de la estrategia de Bush han argumentado que cualquier lucha efectiva
contra el terrorismo debiera involucrar una re-evaluación del modo en el que
Washington lleva a cabo sus asuntos en el mundo. Por ejemplo, el modo en el que
ha promovido la violencia para beneficios a corto plazo, como en Afganistán
cuando apoyó a los Talibán hace una década, en Iraq cuando apoyó a Saddam
Hussein contra Irán, y previamente en Irán cuando apoyó a los Shah.
El ataque contra Afganistán va de venganza y sobre cómo mostrar lo duros que son
los americanos. Se hace a espaldas de gente que tienen mucho menos control sobre
su gobierno que incluso las pobres almas que murieron el 11 de septiembre. Dara
lugar, inevitablemente, a muchas muertes de civiles, tanto por el bombardeo como
por la interrupción de la ayuda humanitaria en un país donde millones están ya
en peligro. Las 37.000 raciones dejadas caer el domingo fueron puro escaparate,
y lo mismo son las afirmaciones de ataques "quirúrgicos" y las negaciones de
víctimas civiles. Lo hemos visto antes, en Kosovo por ejemplo, seguido por
excusas poco convincentes sobre los "accidentes" que causaron muertes de
inocentes.
Con todo lo que se ha dicho sobre cómo las cosas han cambiado desde el 11 de
septiembre, una cosa que no ha cambiado es el menosprecio de los EEUU por el
derecho internacional. Tanto su campaña de bombardeo durante una década contra
Iraq como el bombardeo de 1999 contra Yugoslavia fueron ambas ilegales. Los EEUU
ni siquiera reconocen la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia. Se
retiró de ella en 1986 cuando la misma condenó a Washington por el ataque contra
Nicaragua, poniendo minas en sus puertos y financiando a la contra. En ese caso,
la Corte rechazó las alegaciones de EEUU de que estaba actuando bajo el Artículo
51 en defensa de los vecinos de Nicaragua.
Por su parte, Canadá no puede eludir su complicidad en esta anarquía descansando
en la cláusula "solidaria" del tratado de la OTAN, porque dicha cláusula está
subordinada expresamente a la Carta de las Naciones Unidas.
¿Pero, podrías preguntar, importa la legalidad en un caso como éste? Puedes
apostar a que importa. Sin el derecho, no hay límite para la violencia
internacional, y sí en cambio se benefician el poder, la crueldad y la astucia
de sus autores. Sin la legalidad internacional del sistema de la ONU, la gente
del mundo queda al margen de asuntos de nuestro más vital interés.
Estamos todos en peligro por lo pueda suceder a continuación. Debemos insistir
en que Washington se guíe en la conducción de este caso por la necesidad,
racionalidad y proporcionalidad del ataque, a la luz del día, frente a la
comunidad internacional real.
El bombardeo de Afganistán es el equivalente legal y moral de lo que se les hizo
a los Americanos el 11 de septiembre. Podemos heredar el recuerdo de ese día, no
por su tragedia humana, sino por el comienzo de una precipitación de cabeza en
un mundo violento y anárquico.